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Lengua

Antología literaria
Profesora: Laura Elvira

Alumno/a:
Ciclo Lectivo:
Curso y división: 1°
Lengua y Literatura Primer año

Cuentos

1. Aquel cuadro - Elsa Bornemann (lectura obligatoria)


Arriba del ropero del dormitorio de sus padres. En el mismo sitio a donde había ido a
parar una variedad de objetos en desuso. Debajo de la sábana de polvo y pelusas que los
cubría. Ahí encontró Hilario Cuevas aquel cuadro, cuidadosamente empaquetado y lo
único rescatable del montón de cosas que su madre había ido colocando sobre el ropero
a lo largo de su matrimonio. (¿Quién —que tenga o haya tenido un ropero— no lo usa o
lo usó como una suerte de depósito de objetos que no se decide a tirar, aunque intuye que
jamás volverá a necesitarlos?)

Aquel cuadro era un óleo de mediana proporción, enmarcado.

Sobre el ángulo inferior derecho de la tela, la querida letra y la firma que el joven conocía
bien: Irenita. Junto a la firma, una fecha que indicaba que esa pintura había sido hecha
por su madre cincuenta años atrás, como las otras que decoraban una pared de la cocina
y que pertenecían a la época de la niñez de Irene, cuando fantaseaba con ser artista
plástica.

Nunca lo había visto antes. Por eso, Hilario se conmovió doblemente y —durante un
rato— permaneció sentado sobre la cama de los padres, abrazado al cuadro y con la
mirada perdida en sus recuerdos.

La campanilla del teléfono lo volvió al presente.

Ya habían cortado cuando atendió. Ahora estaba en su cuarto y aún cargaba —


amorosamente— el óleo cuando se le ocurrió que esa pared desnuda frente a su propia
cama era el lugar ideal para colgarlo.

—Así lo voy a contemplar todas las noches... —pensaba, mientras que, a golpe de
martillo, colocaba un clavo en el espacio elegido—. Es como si mamá hubiera querido
hacerme un regalo postrero... Pobrecita... ¡ya un mes que no está más...!

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E Hilario dedicó la última hora de aquel viernes a mirar el cuadro con enternecido
detenimiento.

Su mamá había pintado una casa estilo Tudor. Dos pisos con cuatro ventanas cada uno.
Cortinas que impedían ver el interior de las habitaciones, cálidamente iluminadas...

Al frente, un jardín florido y —medio confundida entre las plantas— la silueta de un


muchacho manejando una hoz.

¿El jardinero de aquella residencia, tal vez?

Durante las semanas que siguieron al encuentro de aquel


cuadro, Hilario destinó sus momentos libres a
contemplarlo.

Emocionado como estaba por ese hallazgo inesperado,


cada día le parecía más hermoso y no lograba explicarse
por qué su madre lo habría guardado, casi oculto se hubiera dicho.

Una noche —a punto de dormirse a la par que escuchaba la radio y con la vista distraída
en el óleo— Hilario creyó observar que una de las cortinas del primer piso de la casa
pintada se descorría lentamente.

—El sueño me hace ver visiones... —pensó de inmediato y apagó el velador, dispuesto a
descansar.
—Todas las cortinas de esa casa están corridas —se dijo, antes de caer profundamente
dormido.

Y esa madrugada soñó con sus padres y se sintió pequeño y mimado como cuando los
dos vivían y le decían "Lari".

Se despertó de buen humor.

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Se estaba vistiendo para salir a hacer su acostumbrada caminata de los sábados, cuando
recordó el asunto de la cortina del cuadro.

Se volvió hacia el óleo y sonreía por lo que —en ese momento— consideraba una visión
producto del cansancio nocturno, pero vio que la cortina del primer piso de la casa pintada
estaba —realmente— descorrida.

Se inquietó. Y más aún cuando una nena que aparentaba pedir auxilio se asomó a esa
ventana y le hizo señas desesperadas. Enseguida —y por detrás de la niña— una mujer
—que se le parecía notablemente— hizo lo mismo.

Hilario creyó que se estaba volviendo loco.

—Esto me pasa por pasar tantas horas mirando el cuadro de mamá —supuso—. Estoy
sugestionado como una criatura y —muy molesto consigo mismo— terminó de
abrocharse las zapatillas y abandonó su cuarto, sin volver a mirar el óleo.

Esa noche —ya de regreso a su casa— decidió que dormiría en la sala. Se ubicó —
entonces— en un sofá, prometiéndose que no volvería a mirar el cuadro hasta la mañana
siguiente.

Sin embargo, cerca de la madrugada se despertó de repente. Transpirando —a pesar de la


baja temperatura ambiente—y con la necesidad impostergable de contemplar el óleo.

Se dirigió a su cuarto y así lo hizo. ¡Para qué! Ahora eran dos las cortinas descorridas.
Tres de las ventanas del primer piso de la casa pintada lo estaban y —detrás de ellas, la
niña y la mujer en una, un niño en la otra y un hombre en la restante—. Todos pedían
auxilio y le hacían señas desesperadas. En sus caras, el espanto. En la de Hilario, también.

Temblando, descolgó —entonces— el cuadro y lo colocó —bruscamente— sobre su


cama, de pintura contra el acolchado, para no ver esas imágenes que tanto lo estaban
perturbando. ¿Cómo era posible?

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En un impulso, se abrigó para salir a la calle:

—Debo averiguar si esa casa que pintó mamá existe o existió y a quién pertenece —
pensaba—, y la primera idea que tuvo al recorrer la cuadra de su domicilio fue la de
encaminarse hacia el barrio donde ella había pasado su infancia y su adolescencia y del
que había partido para casarse con su padre.
—Seguramente, esa pintura —como las otras que hizo— fue inspirada en algún paisaje
vecino...

Hilario estaba tan nervioso que las aproximadamente ochenta cuadras que lo separaban
de aquella zona las atravesó casi sin darse cuenta.

El sol del domingo ya acariciaba los árboles cuando llegó al barrio donde su mamá había
sido "Irenita". Recién después de haberlo recorrido sin parar, Hilario se halló —de
pronto— frente a la casa que la madre había pintado en el cuadro. Dos veces había pasado
a lo largo de ella y sin reconocerla.

Claro, cincuenta años no habían transcurrido en vano: era la misma casa, pero
lógicamente envejecida por la acción del tiempo y bastante transformada a fuerza de
refacciones. El jardín delantero no existía ya, por ejemplo. Un desierto patio ocupaba el
espacio que antes había pertenecido a césped y plantas.

Sobre la verja de la entrada, un cartel anunciaba: "Jardín de Infantes Tulipán".

Como tantas otras antiguas casonas, a esa también la habían convertido en una escuela.

Muy excitado, Hilario pulsó el timbre sobre el que se leía: "Portería".

Ya estaba por irse —después de tocar varias y prolongadas veces— cuando una viejita
salió desde una de las puertas laterales de la residencia.

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—Sí... ya va... Ya va... —decía, mientras se le aproximaba a Hilario alisándose el pelo y


acomodándose una chaqueta que terminaba de ponerse.
—¿Qué desea, señor?
—Esteee... Buenos días... Disculpe la molestia... pero...
—¿Qué pasa? A usted no lo tengo visto por aquí. ¿En qué puedo serle útil?

Entonces, Hilario le contó una historia que se le iba ocurriendo a medida que la
desarrollaba.

No podía decirle la verdad. El caso es que se las ingenió tan bien que la viejita le dio —
exactamente— la información que el muchacho ansiaba.

Entre otros detalles que no le interesaban en absoluto supo —por ejemplo— que esa casa
había pertenecido —cincuenta años atrás— a una tal familia Dubatti... que sus cuatro
integrantes habían muerto asesinados... que nunca se había descubierto al criminal... que
la finca había permanecido cerrada durante mucho tiempo... y que ella era la encargada
desde el mes en que se había inaugurado el Jardín de Infantes, hacía once años.

La viejita seguía hablando y hablando cuando Hilario pensó que ya tenía datos suficientes
como para empezar a comprender el secreto que el cuadro encerraba.

Casi sin despedirse de la anciana, llamó a un taxi y volvió a su casa, hecho un relámpago.

Corrió a su cuarto y tomó el cuadro. Lo observó con atención.

El miedo le picoteó el corazón.

¡Las cortinas del primer piso de la casa pintada continuaban descorridas pero ningún
rostro desesperado volvió a dibujarse detrás de ellas! Aunque lo más impresionante era
que ¡la silueta del jardinero había desaparecido del óleo!

Fuera de control, Hilario arrojó el cuadro al aire.

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Al estrellarse contra el suelo, el marco quedó por un lado, el óleo por otro y el cartón que
lo protegía por detrás fue a parar abajo de su cama.

Cuando —dolorido por su actitud de haber intentado romper una pintura de su madre—,
Hilario se empezó a recomponer y a recoger las partes dispersas del cuadro, encontró
aquel papel doblado en varios cuadraditos.

Era un papel de carta fino, tipo Biblia y —sin dudas— había saltado del interior del cuadro
cuando se había descuajeringado debido al golpe contra el piso.

Con el corazón fruncido, el joven lo desdobló. Era un mensaje manuscrito. La letra


infantil de su madre y esta confesión:

ME LLAMO IRENE DEL PINO Y TENGO DOCE AÑOS. AYER MISMO —ANTES DE QUE
LLEGARA LA POLICÍA— DESCUBRÍ —POR CASUALIDAD— QUIÉN ES EL ASESINO DE LOS
DUBATTI. PERO ÉL LO SABE Y ME AMENAZÓ DICIÉNDOME QUE, SI SE ME OCURRE CONTAR
LO QUE VI, ME VA A MATAR.
ME DIJO TAMBIÉN:
—ESTÉS DONDE ESTÉS Y SEA CUANDO FUERE, SI ALGUIEN SE ENTERA DE LO QUE
PRESENCIASTE, YO ME LAS ARREGLARÉ PARA MATARTE APENAS ME DELATES. Y CON LA
MISMA ARMA CON QUE ASESINÉ A TU AMIGA ANDREA Y AL RESTO DE SU FAMILIA: A SUS
PADRES Y A SU HERMANO LORENZO, POR SI DEBO RECORDÁRTELO. CON ESA MISMA
ARMA QUE ME SORPRENDISTE LAVANDO, VOY A ACARICIAR —ENTONCES— TU COGOTE.
YA TE ESTOY ODIANDO COMO A LOS DUBATTI, ASÍ QUE NO LO OLVIDES Y BOCA
CERRADA. ¿ENTENDISTE?
TENGO PÁNICO Y ESCRIBO PARA ALIVIARME UN POCO DEL PESO DE ESTE SECRETO
TERRORÍFICO. LE PIDO A DIOS QUE ME AYUDE A CALLAR Y ESPERO QUE SE HAGA
JUSTICIA ALGÚN DÍA.
EN EL CUADRO QUE ACABO DE PINTAR Y DENTRO DE CUYO MARCO VOY A OCULTAR
ESTE MENSAJE, APARECE EL ASESINO CON SU ARMA, EN LA MISMA CASA EN LA QUE
COMETIÓ SUS CRÍMENES. OJALÁ RECIBA SU MERECIDO CASTIGO.
IRENITA

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Un grito arañó la garganta de Hilario:

—¡El jardinero! ¡El jardinero fue el asesino de la familia Dubatti! En el mismo instante
en que pronunciaba aquellas palabras, recordó que ya no estaba en el óleo. ¿Dónde
entonces?

Hilario se lanzó sobre el teléfono. Comenzaban discar el número de la policía —por


másque se le antojaba absurdo todo lo que le estaba ocurriendo— cuando la sombra de
una hoz —proyectada sobre la pared que tenía al frente— lo paralizó.

¡El jardinero del cuadro!

Se dio vuelta con el tiempo justo como para ver lo que mejor no: erguido a sus espaldas
y barajando la hoz, un viejo.

Durante un instante, Hilario creyó que estaba a salvo. ¡El jardinero del cuadro era un
muchacho y no ese hombre de barba y pelos blancos!

Durante el instante siguiente, Hilario entendió que estaba perdido:

¡Ese hombre era el jardinero, con cincuenta años más sobre su piel!

—¡Piedad —por favor— no me mate! —aulló entonces.

El viejo seguía haciendo bailar su hoz mientras le decía:

—Ja. Yo no cometo dos veces el mismo error. Voy a degollarte como tendría que haberlo
hecho con Irenita, tu estúpida madre...
—¡Le ruego; déjeme vivir y juro que no voy a delatarlo! ¡Mire, mire lo que hago con este
mensaje de mi mamá! —e Hilario rompió el papel de la confesión en mil pedacitos y —
haciendo un bollito con ellos— se los tragó.

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El jardinero estaba a punto de descargar su hoz contra el cuello de Hilario pero el rostro
y el cuerpo del muchacho le indicaron que no hacía falta: era evidente que acababa de
sufrir un ataque al corazón.

Pocos minutos después, expiraba.

—Indudablemente, este muchacho se trastornó debido al fallecimiento de su madre... —


opinó, días después, el jefe de policía en una conferencia de prensa.

Y vean si no: la autopsia reveló que su última cena fue... papel... Un loco manso, eso es
todo... No, su habitación estaba en perfecto orden. Un síncope.

¿El cuadro que encontramos junto a su cadáver y todo roto? Ah, sí. Una pintura hecha
por su mamá durante la infancia... Nada de valor... Afectivo sí, por supuesto.

¿Qué representa? Una casa. Una casa estilo Tudor. Dos pisos con cuatro ventanas cada
uno. Cortinas que impiden ver el interior de las habitaciones, cálidamente iluminadas...
Al frente, un jardín florido y —medio confundida entre las plantas— la silueta de un
muchacho manejando una hoz. ¿El jardinero de la residencia, tal vez? Pero ya me están
haciendo ir por las ramas: ¿Qué tiene que ver el óleo con la muerte, señores periodistas?

Y aquel cuadro —pintado por inexpertas manos infantiles y al que— por lo mismo —no
se le otorgó ninguna importancia—, fue a parar a uno de los tantos camiones que
recolectan desperdicios, junto con todos los demás que había hecho Irenita.

https://www.youtube.com/watch?v=e6GyYgNzJL0

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2. El caso Gaspar - Elsa Bornemann


Aburrido de recorrer la ciudad con su valija a cuestas para vender —por lo menos— doce
manteles diarios, harto de gastar suelas, cansado de usar los pies, Gaspar decidió caminar
sobre las manos. Desde ese momento, todos los feriados del mes se los pasó encerrado en
el altillo de su casa, practicando posturas frente al espejo. Al principio, le costó bastante
esfuerzo mantenerse en equilibrio con las piernas para arriba, pero al cabo de reiteradas
pruebas el buen muchacho logró marchar del revés con asombrosa habilidad. Una vez
conseguido esto, dedicó todo su empeño para desplazarse sosteniendo la valija con
cualquiera de sus pies descalzos. Pronto pudo hacerlo y su destreza lo alentó.
— ¡Desde hoy, basta de zapatos! ¡Saldré a vender mis manteles caminando sobre las
manos! —exclamó Gaspar una mañana, mientras desayunaba. Y —dicho y hecho— se
dispuso a iniciar esa jornada de trabajo andando sobre las manos.
Su vecina barría la vereda cuando lo vio salir. Gaspar la saludó al pasar, quitándose
caballerosamente la galera: —Buenos días, doña Ramona. ¿Qué tal los canarios?
Pero como la señora permaneció boquiabierta, el muchacho volvió a colocarse la galera y
dobló la esquina. Para no fatigarse, colgaba un rato de su pie izquierdo y otro del derecho
la valija con los manteles, mientras hacía complicadas contorsiones a fin de alcanzar los
timbres de las casas sin ponerse de pie.
Lamentablemente, a pesar de su entusiasmo, esa mañana no vendió ni siquiera un mantel.
¡Ninguna persona confiaba en ese vendedor domiciliario que se presentaba caminando
sobre las manos!
—Me rechazan porque soy el primero que se atreve a cambiar la costumbre de marchar
sobre las piernas... Si supieran qué distinto se ve el mundo de esta manera, me
imitarían...Paciencia... Ya impondré la moda de caminar
sobre las manos... —pensó Gaspar, y se aprestó a cruzar
una amplia avenida.
Nunca lo hubiera hecho: ya era el mediodía... los autos
circulaban casi pegados unos contra otros. Cientos de
personas transitaban apuradas de aquí para allá.
1. ¡Cuidado! ¡Un loco suelto! —gritaron a coro al ver a
Gaspar. El muchacho las escuchó divertido y siguió
atravesando la avenida sobre sus manos, lo más campante.

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2. ¿Loco yo? Bah, opiniones...


Pero la gente se aglomeró de inmediato a su alrededor y los vehículos lo aturdieron con sus
bocinazos, tratando de deshacer el atascamiento que había provocado con su singular
manera de caminar. En un instante, tres vigilantes lo rodearon.
—Está detenido —aseguró uno de ellos, tomándolo de las rodillas, mientras los otros dos
se comunicaban por radioteléfono con el Departamento Central de Policía. ¡Pobre Gaspar!
Un camión celular lo condujo a la comisaría más próxima, y allí fue interrogado por
innumerables policías:
3. ¿Por qué camina con las manos? ¡Es muy sospechoso! ¿Qué oculta en esos guantes?
¡Confiese! ¡Hable!
Ese día, los ladrones de la ciudad asaltaron los bancos con absoluta tranquilidad: toda la
policía estaba ocupadísima con el "Caso Gaspar—sujeto sospechoso que marcha sobre
lasmanos".
A pesar de que no sabía qué hacer para salir de esa difícil situación, el muchacho mantenía
la calma y —¡sorprendente! — continuaba haciendo equilibrio sobre sus manos ante la
furiosa mirada de tantos vigilantes. Finalmente, se le ocurrió preguntar:
4. ¿Está prohibido caminar sobre las manos?
El jefe de policía tragó saliva y le repitió la pregunta al comisario número 1, el comisario
número 1 se la transmitió al número 2, el número 2 al número 3, el número 3 al número
4... En un momento, todo el Departamento Central de Policía se preguntaba: ¿Está
PROHIBIDO CAMINAR SOBRE LAS MANOS? Y por más que buscaron en pilas de
libros durante varias horas, esa prohibición no apareció. No, señor. ¡No existía ninguna ley
que prohibiera marchar sobre las manos ni tampoco otra que obligara a usar exclusivamente
los pies!
Así fue como Gaspar recobró la libertad de hacer lo que se le antojara, siempre que no
molestara a los demás con su conducta. Radiante, volvió a salir a la calle andando sobre las
manos. Y por la calle debe encontrarse en este momento, con sus guantes, su galera y su
valija, ofreciendo manteles a domicilio... ¡Y caminando sobre las manos!

https://www.youtube.com/watch?v=ZwT2VXENRGQ (opción 1)
https://www.youtube.com/watch?v=dK-SGwWLZBE (opción 2)

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3. La inspiración - Pablo De Santis


El poeta Siao, que vivía desde el otoño en el palacio imperial, fue encontrado muerto en su
habitación. El médico de la corte decretó que la muerte había sido provocada por alguna
substancia que le había manchado los labios de azul. Pero ni en las bebidas ni en los
alimentos hallados en su habitación había huellas de veneno.
El consejero literario del emperador estaba tan conmovido por la muerte de Siao, que
ordenó llamar al sabio Feng. A pesar de la fama que le había dado la resolución de varios
enigmas —entre ellos la muerte del mandarín Chou y los llamados "crímenes del dragón"—
Feng vestía como un campesino pobre. Los guardias imperiales se negaron a dejarlo pasar,
y el consejero literario tuvo que ir a buscarlo a las puertas del palacio para conducirlo a la
habitación del muerto.
Sobre una mesa baja se encontraban los instrumentos de caligrafía del poeta Siao: el pincel
de pelo de mono, el papel de bambú, la tinta negra, el lacre con que acostumbraba a sellar
sus composiciones.
—Mis conocimientos literarios son muy escasos y un poco anticuados. Pero sé que Siao
era un famoso poeta, y que sus poemas se contaban por miles —dijo Feng—. ¿Por qué todo
esto está casi sin usar?
—Sabio Feng: hacía largo tiempo que Siao no escribía. Como verá, comenzó a trazar un
ideograma y cayó fulminado de inmediato. Siao luchaba para que volviera la inspiración,
y en el momento de conseguirla, algo lo mató.
Feng pidió al consejero quedarse solo en la habitación. Durante un largo rato se sentó en
silencio, sin tocar nada, inmóvil frente al papel de bambú, como un poeta que no encuentra
su inspiración. Cuando el consejero, aburrido de esperar, entró, Feng se había quedado
dormido sobre el papel.
—Sé que nadie, ni siquiera un poeta, es indiferente a los favores del emperador —dijo Feng
apenas despertó—. ¿Tenía Siao enemigos?
El consejero imperial demoró en contestar.

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—La vanidad de los poetas es un lugar común de la poesía, y no quisiera caer en él. Pero
en el pasado, Siao tuvo cierta rencilla con Tseng, el anciano poeta, porque ambos
coincidieron en la comparación de la luna con un espejo. Y un poema dirigido contra Ding,
quien se llama a sí mismo "el poeta celestial", le ganó su odio. Pero ni Tseng ni Ding se
acercaron a la habitación de Siao en los últimos días.
5. ¿Y se sabe qué estaban haciendo la noche en que Siao murió?
—La policía imperial hizo esas averiguaciones. Tseng estaba enfermo, y el emperador le
envió a uno de sus médicos para que se ocupara de él. En cuanto a Ding, está fuera de toda
sospecha: levantaba una cometa en el campo. Había varios jóvenes discípulos con él. Ding
había escrito uno de sus poemas en la cometa.
• ¿Y dónde levantó Ding esa cometa? ¿Acaso se
veía desde esa ventana?
Si, justamente allí, detrás del bosque. Honorable
Feng: los oscuros poemas de Ding tal vez no
respeten ninguna de nuestras antiguas reglas, pero no
creo que alcancen a matar a la distancia. ¡Además, la
cometa estaba en llamas!
• ¿Un rayo?
—Caprichos de Ding. Elevar sus poemas e incendiarlos. Yo, como usted, Feng, tengo un
gusto anticuado, y no puedo juzgar las nuevas costumbres literarias del palacio.
Feng destinó la tarde siguiente a leer los poemas de Siao. A la noche anunció que tenía una
respuesta. El consejero imperial se reunió con él en las habitaciones del poeta asesinado.
Feng se sentó frente a la hoja de bambú y completó el ideograma que había comenzado a
trazar Siao.
—"Cometa en llamas" —leyó el consejero—. ¿La visión de la cometa le hizo a Siao
recuperar la inspiración?

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—Siao trabajaba a partir de aquello que lo sorprendía. El momento en que se detiene el


rumor de las cigarras, la visión de una estatua dorada entre la niebla, una mariposa atrapada
por la llama. De estas cosas se alimentaba su poesía. Aquí en el palacio, ya nada lo invitaba
a escribir: por eso su pincel nuevo estaba sin usar desde hacía meses. Ding puso allí el
veneno, y con la suficiente anticipación como para que nadie sospechara de él. Sabía que
Siao, como todos los que usan pinceles de pelo de mono, se lo llevaría a la boca al usarlo
por primera vez, para ablandarlo. Los restos del veneno se disolvieron en la tinta. Esa fue
una de las armas de Ding.
—Imagino que la otra fue la cometa —dijo el consejero.
—Ding sabía que al ver algo tan extraño como una cometa en llamas, la inspiración
volvería al viejo Siao.
Feng tomó el pincel de pelo de mono y escribió:
Una cometa en llamas sube al cielo negro.
Brilla un momento y se apaga.
As í la injusta fama del mediocre Ding.

—Mis dotes como poeta son pobres, pero acaso no esté tan alejado del tema que hubiera
elegido Siao —Feng limpió con cuidado el pincel—. Como poeta Ding rechaza toda regla,
pero como asesino acepta las simetrías. Para matar a un poeta eligió la poesía.

https://www.youtube.com/watch?v=X891PA53-i0
(audio)

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4. Amigos por el viento - Liliana Bodoc


A veces, la vida se comporta como el viento: desordena y arrasa. Algo susurra, pero no
se le entiende. A su paso todo peligra; hasta aquello que tiene raíces. Los edificios, por
ejemplo. O las costumbres cotidianas.

Cuando la vida se comporta de ese modo, se nos ensucian los ojos con los que vemos. Es
decir, los verdaderos ojos. A nuestro lado, pasan papeles escritos con una letra que
creemos reconocer. El cielo se mueve más rápido que las horas. Y lo peor es que nadie
sabe si, alguna vez, regresará la calma.

Así ocurrió el día que papá se fue de casa. La vida se nos transformó en viento casi sin
dar aviso. Recuerdo la puerta que se cerró detrás de su sombra y sus valijas. También
puedo recordar la ropa reseca sacudiéndose al sol mientras mamá cerraba las ventanas
para que, adentro y adentro, algo quedara en su sitio.

–Le dije a Ricardo que viniera con su hijo. ¿Qué te parece?


–Me parece bien –mentí.

Mamá dejó de pulir la bandeja, y me miró:


–No me lo estás diciendo muy convencida...
–Yo no tengo que estar convencida.
–¿Y eso qué significa? –preguntó la mujer que más preguntas me hizo a lo largo de mi
vida.

Me vi obligada a levantar los ojos del libro:


–Significa que es tu cumpleaños, y no el mío –respondí.

La gata salió de su canasto, y fue a enredarse entre las piernas de mamá.

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Que mamá tuviera novio era casi insoportable. Pero que ese novio tuviera un hijo era una
verdadera amenaza. Otra vez, un peligro rondaba mi vida. Otra vez había viento en el
horizonte.

–Se van a entender bien –dijo mamá–. Juanjo tiene tu edad.

La gata, único ser que entendía mi desolación, saltó sobre mis rodillas. Gracias, gatita
buena.

Habían pasado varios años desde aquel viento que se llevó a papá. En casa ya estaban
reparados los daños. Los huecos de la biblioteca fueron ocupados con nuevos libros. Y
hacía mucho que yo no encontraba gotas de llanto escondidas en los jarrones, disimuladas
como estalactitas en el congelador. Disfrazadas de pedacitos de cristal. "Se me acaba de
romper una copa", inventaba mamá que, con tal de ocultarme su tristeza, era capaz de
esas y otras asombrosas hechicerías.

Ya no había huellas de viento ni de llantos. Y justo cuando empezábamos a reírnos con


ganas y a pasear juntas en bicicleta, aparecía un tal Ricardo y todo volvía a peligrar.

Mamá sacó las cocadas del horno. Antes del viento, ella las hacía cada domingo. Después
pareció tomarle rencor a la receta, porque se molestaba con la sola mención del asunto.
Ahora, el tal Ricardo y su Juanjo habían conseguido que volviera a hacerlas. Algo que yo
no pude conseguir.

–Me voy a arreglar un poco –dijo mamá, mirándose las manos–. Lo único que falta es
que lleguen y me encuentren hecha un desastre.
–¿Qué te vas a poner? –le pregunté, en un supremo esfuerzo de amor.
–El vestido azul.

Mamá salió de la cocina, la gata regresó a su canasto. Y yo me quedé sola para imaginar
lo que me esperaba.

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Lengua y Literatura Primer año

Seguramente, ese horrible Juanjo iba a devorar las cocadas. Y los pedacitos de merengue
se quedarían pegados en los costados de su boca. También era seguro que iba a dejar sucio
el jabón cuando se lavara las manos. Iba a hablar de su perro con el único propósito de
desmerecer a mi gata.

Pude verlo transitando por mi casa con los cordones de las zapatillas desatados, tratando
de anticipar la manera de quedarse con mi dormitorio. Pero, más que ninguna otra cosa,
me aterró la certeza de que sería uno de esos chicos que, en vez de hablar, hacen ruidos:
frenadas de autos, golpes en el estómago, sirenas de bomberos, ametralladoras y
explosiones.

–¡Mamá! –grité, pegada a la puerta del baño.


–¿Qué pasa? –me respondió desde la ducha.
–¿Cómo se llaman esas palabras que parecen ruidos?

El agua caía apenas tibia, mamá intentaba comprender mi pregunta, la gata dormía y yo
esperaba.

–¿Palabras que parecen ruidos? –repitió.


–Sí –y aclaré–: Pum, Plaf, Ugg...

¡Ring!
–Por favor –dijo mamá–, están llamando.

No tuve más remedio que abrir la puerta.


–¡Hola! –dijeron las rosas que traía Ricardo.
–¡Hola! –dijo Ricardo, asomado detrás de las rosas.

Yo miré a su hijo sin piedad. Como lo había imaginado, traía puesta un remera ridícula y
un pantalón que le quedaba corto.

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Enseguida, apareció mamá. Estaba tan linda como si no se hubiese arreglado. Así le
pasaba a ella. Y el azul le quedaba muy bien a sus cejas espesas.

–Podrían ir a escuchar música a tu habitación –sugirió la mujer que cumplía años,


desesperada por la falta de aire. Y es que yo me lo había tragado todo para matar por
asfixia a los invitados.

Cumplí sin quejarme. El horrible chico me siguió en silencio. Me senté en una cama. Él
se sentó en la otra. Sin duda, ya estaría decidiendo que el dormitorio pronto sería de su
propiedad. Y que yo dormiría en el canasto, junto a la gata.

No puse música porque no tenía nada que festejar. Aquel era un día triste para mí. No me
pareció justo, y decidí que también él debía sufrir. Entonces, busqué una espina y la puse
entre signos de preguntas:
–¿Cuánto hace que se murió tu mamá?

Juanjo abrió grandes los ojos para disimular algo.


–Cuatro años –contestó.

Pero mi rabia no se conformó con eso:


–¿Y cómo fue? –volví a preguntar.

Esta vez, entrecerró los ojos.

Yo esperaba oír cualquier respuesta, menos la que llegó desde su voz cortada.
–Fue..., fue como un viento –dijo.

Agaché la cabeza, y dejé salir el aire que tenía guardado. Juanjo estaba hablando del
viento, ¿sería el mismo que pasó por mi vida?
–¿Es un viento que llega de repente y se mete en todos lados? –pregunté.
–Sí, es ese.

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–¿Y también susurra...?


–Mi viento susurraba –dijo Juanjo–. Pero no entendí lo que decía.
–Yo tampoco entendí.

Los dos vientos se mezclaron en mi cabeza.

Pasó un silencio.
–Un viento tan fuerte que movió los edificios –dijo él–. Y eso que los edificios tienen
raíces...

Pasó una respiración.


–A mí se me ensuciaron los ojos –dije.

Pasaron dos.
–A mí también.
–¿Tu papá cerró las ventanas? –pregunté.
–Sí.
–Mi mamá también.
–¿Por qué lo habrán hecho? –Juanjo parecía asustado.
–Debe haber sido para que algo quedara en su sitio.

A veces, la vida se comporta como el viento: desordena y arrasa. Algo susurra, pero no
se le entiende. A su paso todo peligra; hasta aquello que tiene raíces. Los edificios, por
ejemplo. O las costumbres cotidianas.
–Si querés vamos a comer cocadas –le dije.

Porque Juanjo y yo teníamos un viento en común. Y quizás ya era tiempo de abrir las
ventanas.

https://www.youtube.com/watch?v=mWj_UeTrXLU

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5. La venganza - Ana Rosa Llobet


Lo supe desde el día en que llegó, esa mujer era insoportable. Lo primero que dijo al
entrar fue: “Esto es una mugre”. Yo ni me moví, me quedé como si nada, aunque podría
haber reaccionado y con razón.

¿Quién era ella para venir a criticar? Hacía muchos años que yo vivía aquí y después de
todo, el lugar no estaba tan sucio. En realidad, lo que más me molestó fue su cara de mujer
práctica, de saberlo todo. Enseguida empezó a dar órdenes, a acomodar y a desacomodar.
Con los días me fui acostumbrando al clima de la casa. Por otro lado, un poco de
ventilación no venía mal. Y como yo permanecía silenciosa, casi sin hacerme notar,
tratando de no mortificar, aceptando sumisamente su despotismo, la convivencia se hizo
bastante llevadera. Claro, me ignoraba olímpicamente. A la hora de cenar todos
participaban de la conversación y yo notaba que estaba un poco de más, que no podía
aportar nada. En principio, no me afectaba demasiado. Pero, con el tiempo las tardes
comenzaron a hacérseme eternamente largas. Mi único entretenimiento era tejer, y
muchas veces me quedaba dormida con el tejido, sin darme cuenta. Fue por eso que los
problemas, los verdaderos problemas, comenzaron el día en que, al despertarme, descubrí
que mi tejido estaba deshecho. Alguien (¿quién si no ella?) se había tomado el trabajo de
destejerlo. Por supuesto, me quedé en el molde y no dije nada. Pero la malignidad de esa
mujer me resultó intolerable, me perturbó profundamente. En silencio, recomencé mi
labor. ¿Qué ganaba con hacerme mala sangre? Desgraciadamente, ella estaba dispuesta a
terminar con mi paciencia, no me quería en la casa, era evidente; me estaba provocando,
y yo, después de una vida entera allí, no me resignaba a retirarme, no me daría por
vencida. Desde aquel día mi tejido fue deshecho deliberadamente, una y otra vez. Y
vuelto a tejer por mí, con parsimonia de Penélope, todos los atardeceres. Solo que yo no
tenía ningún Ulises a quien esperar… ¡ni tampoco me acosaban los pretendientes!

19
Lengua y Literatura Primer año

Así el tiempo fue haciendo sus estragos, mi paciencia se agotaba… su desafío era
permanente. Me callaba, pero la furia crecía en mi interior. Y yo tejía… tejía… y volvía
a tejer odios y rencores acumulados. A la hora de comer ya no podía tragar bocado,
tampoco me quedaba apetito. Me sentía tan mal…

Esa vez yo había puesto especial empeño en mi labor, como contestando a la insidia de
su actitud. De modo que cuando la vi empuñando su asqueroso plumero, sin pensarlo dos
veces, me vengué para toda la vida: de un saltito me ubiqué sobre su cuello, la mordí y le
inyecté todo el veneno que pude, y aunque mis cuatro pares de patas estaban bastante
débiles, tuve suficiente fuerza para volver a mi lugar, en un
rincón del aparador, como antes, donde actualmente tejo,
sin tensiones, mi habitual tela de seda.

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Lengua y Literatura Primer año

Fábulas

- La pulga y el buey (lectura obligatoria)


Había una vez una pulga muy pequeña pero muy
‘molestona’. Era curiosa, inquieta y traviesa, y se
pasaba el día saltando de un lugar a otro,
molestando tanto a animales como a personas.

La pulga, aun siendo muy pequeña, se hacía notar allá donde iba, ya que causaba mucho
picor.

Un día, la pulga, que estaba aburrida, fue a visitar al enorme buey de una granja muy
hermosa. El buey estaba comiendo, y la pulga se posó sobre él:
1. Buenas tardes, señor buey- dijo la pulga.

2. Buenas tardes, pulga. ¿Qué haces por aquí? - preguntó extrañado el buey.

3. Me aburría y he venido a hablar contigo. ¿Tú nunca te aburres? - preguntó


intrigada lapulga.

4. La verdad es que no- contestó el buey- Yo estoy todo el día trabajando, desde la
mañanaa la noche. Luego, como, descanso y al día siguiente vuelvo a trabajar.

5. ¿Y por qué trabajas tanto? ¿Qué es lo que haces? - continuó preguntando la pulga.

6. Por la mañana, mi amo me cuelga el arado para que lo mueva a lo largo de la tierra,
de un lado a otro. De esta forma, voy haciendo surcos y luego él va dejando caer las
semillasdel trigo.

21
Lengua y Literatura Primer año

7. ¡Uff! … eso suena agotador- resopló la pulga- Yo en cambio, hago lo que quiero,
no tengo amos que me despierten y me coloquen nada pesado encima. Voy de un sitio a
otrocon libertad y solo tengo que tener cuidado de las manazas de los humanos, que no sé
porqué están todo el día intentando aplastarme.

8. A mí no me cansa mi trabajo. Cada día observo orgulloso los surcos que hice, todos
tanrectos y armoniosos. Cuando cae la noche, mi amo me da agua y la mejor comida. Y,
esas mismas manos que a ti intentan aplastarte, a mí me acarician con dulzura… Es
realmentereconfortante.

La pulga entonces se quedó pensativa y se alejó con la cabeza gacha dando pequeños
‘saltitos’. Tal vez, al fin y al cabo, no era tan malo el trabajo del buey.

Moraleja: Todo esfuerzo y trabajo obtienen su recompensa, mientras que, al holgazán y


vividor, ninguno querrá abrir su puerta.

22
Lengua y Literatura Primer año

- Las dos cabras


Dos cabras paseaban por un monte dividido por un río. Ambas habían dejado sus rebaños
porque querían explorar mundo. Solo que una de las cabras estaba a un lado del río y la
otra justo en el lado contrario.
El río podía cruzarse por un tronco que lo atravesaba de lado a lado. Este tronco unía
las dos colinas.
Las dos cabras decidieron pasar al mismo tiempo por el viejo tronco, con la mala fortuna
de encontrarse justo en el medio. Entonces, se miraron desafiantes:
9. ¡Aparta de mi camino, cabra! ¡Tengo que pasar y yo soy más fuerte! – dijo una de
las cabras.
10. ¿Por qué tengo que apartarme yo?- contestó impasible la otra cabra- No eres más
fuerte.Ni por supuesto, tampoco eres más terca que yo.
11. Si no te apartas, no podremos pasar ninguna- Le dijo entonces la primera cabra.
12. Pues por eso, lo mismo digo, así que más vale que te apartes de mi camino–
contestó testaruda la otra cabra.
13. Te he dicho que no… ¡déjame pasar!
14. ¡Pasaré yo antes!
15. ¡Que no!
16. ¡Aparta ya de una vez!
17. No y no. Aparta tú.
Así estuvieron un buen rato las dos cabras testarudas, sin ceder ninguna de ellas ni un
poquito. Al final, cansadas, las dos intentaron pasar a la fuerza, golpeando a la otra con
los cuernos. Y como las dos tenían la misma fuerza, acabaron cayendo al río.
Las cabras fueron arrastradas por la corriente del río y nunca nadie más las volvió a ver.

Moraleja: ‘Más vale ceder en el momento justo antes de acabar perdiendo una gran
oportunidad. La terquedad no es buena consejera’.

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Lengua y Literatura Primer año

- La corneja y la jarra
Una pequeña corneja vivía en un bosque, entre las ramas de los árboles. Pero llevaba
muchos días sin llover, y la corneja tenía mucha sed.

18. Como siga así- pensaba entristecida la corneja- moriré de sed.

Pero de repente, volando a ras del suelo, vio entre las hojas de un pequeño matorral el asa
de una jarra, y la corneja se puso a saltar de alegría.

19. ¡Una jarra! ¡Una jarra! - gritaba muy contenta la corneja- ¡Al fin podré beber
algo deagua!

La corneja se lleva una gran desilusión.

La corneja tiró con fuerza del asa de la jarra


para arrastrarla a un lugar en donde pudiera
ver su contenido. Se asomó al borde de la
jarra y.. ¡sí! ¡Quedaba un poco de agua!

Pero el agua estaba en el fondo de la jarra, y la corneja no llegaba con su pico hasta el
fondo.

20. ¡Oh, no! - dijo en voz alta la corneja-. ¡Y yo que pensé que al fin podría
beberagua! ¿Qué podría hacer para conseguirla?

La corneja piensa en cómo solucionar su problema

La corneja estaba dispuesta a beber, y no iba a darse por vencida tan pronto, así que pensó
y pensó hasta que encontró la solución.

24
Lengua y Literatura Primer año

21. ¡Ya lo tengo! - dijo la corneja- ¡Sé cómo puedo beber!

La corneja fue volando hasta un lugar cercano en donde se amontonaban un buen montón
de piedrecitas pequeñas y, con el pico, fue llevando una a una unas cuantas
piedrecitas hasta el lugar en donde estaba la jarra.

Después, fue dejando caer piedrecitas por la boca de la jarra. Éstas se iban amontonando
e hicieron que el nivel del agua fuera subiendo cada vez más.

Al final, el agua llegó hasta el borde de la jarra y la corneja al fin pudo beber y salvar su
vida.

Moraleja: ‘Nunca te des por vencido. Con un poco de ingenio, siempre podrás salvar un
problema’.

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Lengua y Literatura Primer año

- El mono y el pez
Un día, un mono paseaba por la ribera de un río. Estaba algo aburrido, y ese día decidió
observar la Naturaleza. De pronto, el mono vio un pequeño pez bajo el agua. De vez en
cuando daba pequeños brincos, de modo que salía un segundo al exterior para volver a
zambullirse en el agua.

El pequeño mono, que nunca antes había visto un animal como ese, pensó que el pobre
pez se estaba ahogando.

22. ¡Oh!, ¡no! - pensó- ¡Pobrecillo! ¡Se ahoga!


¡Tendré que ayudarle!

Entonces el mono agarró al pez con sus dos manos. El pececito comenzó a agitarse con
fuerza, y el monito pensó que era de alegría al verse a salvo.

Poco después, el pez paró de agitarse y el monito, al ver que estaba muerto, pensó:

23. ¡Qué pena no haber podido llegar antes!

Moraleja: ‘A veces intentando ayudar, sin querer, empeoramos una situación. Hay que
estar siempre muy seguro de la necesidad real del otro’.

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Lengua y Literatura Primer año

- La zorra y la cigüeña

Doña cigüeña y doña zorra solían verse


de vez en cuando. Les gustaba hablar un
rato y compartir historias. Pero a la zorra,
doña Cigüeña le parecía demasiado
presumida, y un día pensó en gastarle una
broma.

Así, avisó de que iría a visitarla a su casa y después de hablar un rato, le dijo:
24. Es fantástico poder hablar contigo, Cigüeña. Estoy pensando en que me sería
fantásticoque vinieras mañana a comer a mi casa.

25. Oh, ¡pues yo encantada! - contestó la cigüeña.

Y así quedaron en que doña Cigüeña visitaría a doña Zorra al día siguiente.

Doña Cigüeña estaba muy contenta, y acudió a comer con sus mejores galas a casa de
doña Zorra. Allí estaba ella esperando, con la mesa puesta y una suculenta sopa servida
en dos platos grandes.

La Zorra disfrutó de la comida, lamiendo la sopa con la lengua. La pobre cigüeña, sin
embargo, con su pico largo y estrecho, no era capaz de pillar nada de sopa, y no pudo
probar bocado, pero como era muy educada, no dijo nada, y al final de la comida, le dio
las gracias a doña Zorra y le dijo que todo estaba delicioso.

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Lengua y Literatura Primer año

Doña Zorra reía para sus adentros, muy contenta de que le hubiera salido bien la broma.
Y doña Cigüeña, antes de irse, invitó a doña Zorra a comer al día siguiente en su casa,
como muestra de agradecimiento.

Al día siguiente, doña Zorra fue a casa de doña Cigüeña. El olor que salía de la cocina era
realmente delicioso. Pero al sentarse a la mesa, doña Zorra vio que la comida estaba
depositada en lo más hondo de una botella alargada.

Doña Cigüeña no tenía ningún problema: con su pico largo conseguía atrapar el más
pequeño de los pedacitos de comida, mientras que doña Zorra, por más que lo
intentaba, no conseguía comer nada. Estiraba y estiraba la lengua, pero solo lograba lamer
el cristal.

Moraleja: Si tratas a los demás con malas formas, recibirás más tarde el mismo trato.

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Lengua y Literatura Primer año

Mitos: historias de amor y de desamor

— El rapto de Proserpina (lectura obligatoria)


Proserpina era la hija de Ceres, la diosa de las cosechas, y solía recorrer el bosque
con su madre para recoger flores y disfrutar de la frondosa arboleda.
Un día, mientras corría alegremente entre los grandes árboles y se escondía entre
los arbustos, se alejó demasiado y se perdió entre la enmarañada trama de la copiosa
vegetación. Cuando se disponía a tomar un bello narciso, la tierra tembló y el suelo se
abrió a sus pies, apareciendo de entre sus entrañas Plutón, el dios del Averno, que en su
negro y poderoso carruaje raptó a Proserpina, y se la llevó en su carro al fondo del abismo,
cerrándose la hendidura de la tierra detrás de ellos sin dejar la menor señal.
A pesar de los gritos de Proserpina vanos fueron los intentos de su madre para
encontrarla. Sin embargo, su búsqueda no cesó, permaneciendo nueve días y nueve
noches tratando de encontrarla.
El décimo día, Hécate, la diosa del lado oscuro de la
Luna, quien también había escuchado los gritos de la
joven, visitó a Ceres y le ofreció acompañarla en busca de
Helios, el dios del Sol, para preguntarle si sabía algo sobre
lo sucedido. Helios les dijo que Plutón quería a Proserpina
por esposa y le había pedido a Júpiter, su hermano,
permiso para raptarla, quien se lo había concedido y ahora
reinaba en el mundo de los muertos con él. Ceres maldijo a Júpiter y comenzó a vagar
por distintas ciudades disfrazada de anciana.
Un día, mientras se encontraba sentada cerca de un pozo de agua, se le acercaron
cuatro princesas, y al verlas, Ceres rompió a llorar desconsoladamente. Las jóvenes se
apiadaron de ella y la llevaron a su palacio. La reina madre quedó encantada con su fina
educación y su afable carácter y le pidió que se quedara a vivir con ellas para ocuparse de
la crianza de su bebé, el príncipe.
Ceres aceptó y de inmediato se encariñó con el niño. Tanto era el amor que le
inspiraba la criatura que decidió realizar los rituales necesarios para convertirlo en un

29
Lengua y Literatura Primer año

dios. Todas las noches lo untaba con un ungüento mágico y luego le prendía fuego. Poco
a poco el príncipe fue creciendo fuerte y bello como un verdadero dios, pero la reina
madre, preocupada por esos cambios, decidió espiar a Ceres escondiéndose en los
aposentos del niño.
Cuando descubrió el ritual que realizaba Ceres, le quitó su hijo impidiéndole que
continuase con el mismo. Pero tanto el rey como la reina pronto se dieron cuenta de que
Ceres era la diosa de la cosecha y aterrorizados le pidieron perdón. Ceres les dijo que sólo
los perdonaría si levantaban un templo en su honor, prometiéndoles que les enseñaría los
rituales para el crecimiento de las semillas.
Una vez construido el templo, como Ceres continuaba tan triste como antes por la
desaparición de su hija, decidió no revelarles los secretos del crecimiento de los productos
de la Tierra a los reyes y toda la vegetación de la tierra dejó de crecer, la población y los
animales sufrieron hambruna y muchos murieron.
Júpiter, preocupado por esta situación, envió a dioses del Olimpo a hablar con ella,
pero les respondió que jamás volvería a crecer nada de la Tierra si no regresaba su hija
sana y salva. Júpiter mandó a Mercurio, el dios mensajero, al Averno a buscar a
Proserpina, quien se encontraba en el reino de las profundidades, sentada en el trono junto
a Plutón, rodeados de espectros y fantasmas.
Plutón accedió a sus requerimientos, pero antes, le pidió a su esposa que comiera
unas pequeñas semillas de granada que le traerían buena suerte. Así, Ceres y Proserpina
por fin se encontraron y se pudieron abrazar con gran alegría. Pero cuando la joven le dijo
a su madre que había comido las semillas de la granada, ésta se dio cuenta que su hija
debería vivir seis meses de cada año en el Averno con Plutón.
De esta manera surgieron en la Tierra las estaciones. En otoño e invierno, la Tierra
se vuelve fría y árida, porque Proserpina está en el Averno con Plutón y su madre se
encuentra afligida por su ausencia. Pero cuando Proserpina vuelve a la Tierra, llega la
primavera, porque Ceres se alegra y permite que broten las semillas y que todo florezca
nuevamente.

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Lengua y Literatura Primer año

— Perdido en el mar
La historia de Ceix y Alción
El rey Ceix, hijo de la Estrella de la Mañana, caminaba por la playa con su esposa,
Alción, hija del rey de los vientos.
_Debo salir en unos días y emprender un largo viaje para visitar el Oráculo de Delfos –le
dijo el rey Ceix a su esposa—; pero prometo estar de vuelta en no más de dos meses.
Alción palideció. Sabía que los bruscos vientos del mar abierto eran muy peligrosos.
_Solo, mi padre, rige los vientos, y yo conozco la fuerza que puede desatar durante
una gran tormenta. Te lo ruego, si me amas, ¡no te vayas! El rey Ceix le reafirmó su amor y le
prometió regresar pronto, pero la reina no podía consolarse.
Algunos días después, mientras él, de pie en la popa de
su barco ondeaba la mano despidiéndose, ella se desplomó
enla arena y derramó amargas lágrimas. Luego se arrastró hasta
su morada y allí comenzó la larga espera del retorno.
Una noche, mientras el barco del rey Leix navegaba por el
mar, las olas comenzaron a levantarse.
_Retiren los remos! ¡Arríen las velas! gritó el capitán.
Los hombres, sin embargo, no pudieron oírlo porque los
vientos habían comenzado a rugir y el trueno retumbaba en el
Cielo. El Océano lanzaba su espuma hacia las estrellas y los relámpagos iluminaban la noche.
Luego, el mar se volvió amarillo y grandes torrentes de agua se precipitaron desde los cielos,
mientras las olas azotaban el barco del rey.
Los últimos pensamientos de Ceix fueron paraAlción. Dirigiéndose a los dioses, gritó:
_Conducid mi cuerpo hasta donde está mi esposa, al otro lado del mar!
Y luego repitió su nombre una y otra vez, hasta que un enorme arco de agua lo arrastró
hacia los oscuros abismos del Océano. Y entonces, ya no hubo más relámpagos ni estrellas,
sino una profunda oscuridad. La Estrella d la Mañana no brilló al amanecer, sino que,
apesadumbrada por la muerte de su hijo, permaneció escondida detrás de las nubes.

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Lengua y Literatura Primer año

Alción contaba los días que la separaban del retorno de Ceix. Para su bienvenida había
tejido una bellísima túnica para él y un vestido para ella. Todos los días quemaba incienso y
oraba a Juno, la diosa protectora delas mujerescasadas, para pedirle quesu esposo regresara sano
y salvo al hogar.
Al oír las plegarias de Alción, Juno se compadeció de ella; convocó a su mensajera,
Iris, la diosa del arco de colores, y la encargó de que se dirigiera al dios Sueño para pedirle que
le enviara a Alción un sueño que le revelara cómo su esposo había perecido ahogado en el
mar.
Iris partió enseguida, conduciendo a través del firmamento su estela de mil colores, hasta
llegar a las sombrías tierras del país cimerio. Allí, en el hueco de una montaña, vivía el dios
Sueño. Una vez hubo llegado a la caverna del dios, Iris no oyó ni el canto de los pájaros, ni
los ladridos de los perros, ni el cacareo de los gansos, lris sólo pudo escuchar la
respiración adormiladadel río Leteo en la penumbra, mientras caminaba sobre lechos de
amapolas yllegaba al recinto de Sueño.
La diosa del arco iris hizo a un lado los sueños vacíos que iba encontrando a su
paso; luego, llegó junto a Sueño que roncaba en su enorme cama de ébano negro. Iris despertó
al adormilado dios y le pidió que le enviara un sueño a Alción. Cuando éste hubo aceptado,
Iris voló de vuelta al Monte Olimpo, arrastrando consigo todos los colores del arco iris.
Sueño levantó a Morfeo, uno de sus mil hijos, el que podía imitar mejor a los humanos,
y le dio instrucciones para que volara en busca de Alción. Luego, volvió a su lecho y dejó que
su aletargada cabeza se sumiera de nuevo en el país de los sueños.
Conducido por sus silenciosas alas, Morfeo atravesó las sombras. Y cuando final-
mente llegó a la morada deAlción,adoptóla cara y el cuerpo del rey Ceix. Se deslizó dentro
de su alcoba y se quedó de pie frente a su lecho.
La barba del fantasma de Ceix goteaba agua marina, y por su rostro rodaban lágrimas
mientras se inclinaba hacia su dormida esposa y le susurraba:
_Oh amada mía, ¿puedes verme? ¿Me ha cambiado la muerte? Ya no abrigues más la
esperanza de mi retomo. La tempestad hundió mi barco en altamar, y yo perecí allí
pronunciando tunombre. Levántate ahoray llora mimuerte.

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Lengua y Literatura Primer año

Alción, sollozando en medio de su sueño, trató de tomar a su esposo entre losbrazos, pero
fue inútil; manoteó, lo llamó a gritos, hasta que su propia voz la despertó.Aunque se dio cuenta
de que había estado soñando, temió que esa visión fuera la realidad, y lloró hasta el
amanecer.
En cuanto la luz hubo penetrado en su alcoba, Alción se levantó y descendió hasta
la playa, al lugar desde donde había visto por última vez a el x, de pie, en la popa de su
barco,despidiéndose de ella.
Alción miró hacia el mar y descubrió algo que flotaba en el agua, Cuando se acercó, vio el
cuerpo de un hombre en la cresta de las olas.
_¡Oh!, pobre marino, dijo, -y pobre esposa, si es que estás casado.
Una ola trajo el cuerpo hacia la playa, y Alción pudo ver que era su esposo. Entonces
exclamó:
_¡Oh, amor mío! ¿Porqué has regresadoa mí de esta manera?
Luego, corriendo, entró en el mar. Y, aunque las olas se quebraban contra ella, no se
hundió, sino que comenzó a batir el agua con gigantescas alas. Gritando como un ave, se elevó
por el aire y voló sobre el mar hasta alcanzar el cuerpo inerte de Ceix. Cuando tocó con su pico
los fríos labios de su esposo, éste también se convirtió en pájaro, y los dos pudieron estar juntos de
nuevo.
Desde entonces, todos los años, durante siete días antes del solsticio de invierno, las olas
se aquietan y el agua permanece en perfecta calma. Estos días se llaman los días del alción,
pues durante ellos, el rey de los vientos los mantiene encerrados porque su hija Alción está
empollando en su nido, más allá de los mares.

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Lengua y Literatura Primer año

— El árbol de Apolo
La historia de Dafne y Apolo
En la mitología griega Apolo era el dios de la poesía y de la música, de la profecía y
de la luz, además del dios de los arqueros, lo que indica que debía ser muy hábil con el
arma. Imaginen hasta qué punto era bueno que él solo logró matar a la temible serpiente
Pitón que se escondía en el monte Parnaso. Pitón era una bestia terrible que andaba
buscando sangre a todas horas. Un monstruo enorme que se dedicaba a matar rebaños
deovejas, vacas, pastores e incluso a bellas ninfas que correteaban por el campo.
La población estaba absolutamente desesperada, necesitaban a alguien que les ayudase.
Y así, suplicando a los dioses, bajó Apolo y se deshizo de la bestia con una lluvia de
flechas.
El problema estuvo que tras esa hazaña Apolo se
volvió terriblemente orgulloso. Se pasaba la vida hablando
de sí mismo y presumiendo de su valentía. Su actitud era
tan presuntuosa que lo único que hacía durante todo el día
era repetir las siguientes palabras:
-Soy el mejor arquero del mundo. Nadie puede
conmigo.
La cosa llegó a tal punto que ya no sólo era engreído
y arrogante, sino que se dedicaba a burlarse y despreciar a
los demás.
En estas andaba cuando un día paseando por el
bosque se encontró con Eros, el dios del amor, y, como no podía ser de otra forma, Apolo
se metió con él y acabaron discutiendo. Eros, pese a ser un dios, tenía la apariencia de un
niño inocente, un pequeño angelito que volaba de un sitio a otro con sus alitas, su
diminuto arco y sus flechas dispuestas a enamorar a todo el mundo. Cuando le vio Apolo
no pudo dejar de pensar en lo ridícula que era su imagen, en especial el arco que le parecía
de juguete. Así que, entre risas, le dijo:
- ¿Qué haces con esas armas? Sólo yo, el dios de los arqueros, soy digno de
llevarlas.

34
Lengua y Literatura Primer año

Eros, cansado como el resto de los dioses de la nueva actitud de Apolo, le contestó.
- No te burles de los demás que algún día tus burlas te pasarán factura. Tal vez mis
flechas no hayan matado a ninguna serpiente, pero no dudes que con ellas he conseguido
grandes hazañas pues han logrado llevar el amor tanto a dioses como a hombres.
La conversación cada vez se iba complicando más y más, pues la actitud
de Apolo no podía ser más pedante e insoportable. Así que Eros, cansado e irritado le dijo:
- Toda tu vida recordarás este momento. Juro, por tu padre Zeus, que tendrás tu
merecido.
Eros cumplió su amenaza utilizando su mejor arma: el amor. Aquel mismo día Eros
lanzó dos flechas: una de oro y otra de hierro. La de oro con punta de diamante servía
para enamorar a la gente, en cambio, la de hierro que tenía la punta de plomo provocaba
lo contrario, un rechazo absoluto al amor. Eros mandó la flecha de oro directa al corazón
de Apolo y este de inmediato cayó perdidamente enamorado de Dafne, una de las ninfas
más bellas de la región. Pero, ¿se imaginan dónde fue a parar la de hierro? Exacto, en
Dafne.
Hasta ese momento Apolo no había sentido el menor interés por la bella ninfa, pero
a partir de ese día no se la podía quitar de la cabeza. Se pasaba el día pensando en ella
hasta tal punto que abandonó sus aficiones favoritas. Lo único que le apetecía era pasarse
el día viendo a su bella amada.
Por el contrario, Dafne, no quería saber nada de Apolo. Es más, cada vez que le
veía echaba a correr o se escondía entre los árboles porque le ponía nerviosa lo pesado
que era. Pero claro, tanto esquivar, tanto esquivar… no siempre es posible y un día se
encontró con él de frente. Apolo aprovechó la ocasión para pedirle que se casara con él,
pero la respuesta de Dafne no dejó ni un resquicio de duda: - No me casaré jamás.
Apolo no lo entendía… pero si él era un dios… cómo le despreciaba así… ¿era
poco para ella? Dafne en un alarde de sinceridad le sacó de dudas.
-No desprecio tu amor, Apolo. Lo que me ocurre es que no quiero el amor de
nadie. Nací libre y quiero seguir siendo libre.

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Lengua y Literatura Primer año

A pesar de las palabras de Dafne, Apolo, cabezota como buen enamorado, no


perdió la esperanza. Es más, ni se enfadó con ella. ¿Cómo se iba a enfadar con el amor de
su vida? Lo único que quería era abrazarla, estar con ella, quererla… Pero cuando
Dafne se dio cuenta de la obsesión que Apolo sentía hacía ella, le dio miedo y decidió
huir al bosque.
Y así comenzó una carrera, o más exactamente, una persecución con todas las
letras, en la que Apolo iba tras la ninfa. Dafne estaba muy asustada, tanto que cuando
creyó que Apolo le iba a alcanzar se acercó al río Peneo, que en realidad era su padre, y
le pidió ayuda.
Peneo, pese a estar un poco enfadado con su hija -no entendía la obsesión
de Dafne con no casarse y no darle nietos… con lo feliz que a él le harían- cuando la vio
tan desesperada decidió ayudarla.
De repente Dafne dejó de correr. Su cuerpo se volvió rígido como una piedra. Una
fina costra cubrió su pecho y endureció su vientre, sus brazos se convirtieron en ramas,
su cabellera se transformó en copa… Peneo pensó que la mejor manera de ayudar a su
hija era despojarle de su forma humana y convertirla en árbol, en el primer laurel que
hubo en la tierra.
Cuando Apolo vio lo que había pasado rompió a llorar. No podía creérselo. Ya no
había ninguna posibilidad de que su amor por Dafne fuese correspondido, así que roto de
dolor se acercó al árbol, se abrazó a él y decidió que, ya que no iba a ser su esposa, sería
su árbol sagrado, lo adoptó como símbolo y con sus ramas hizo una corona.
A partir de ese día el laurel, palabra que en griego significa Dafne, se convirtió en
símbolo de gloria. De ahí que sus hojas sirvan para coronar a los generales victoriosos y
honrar a los más destacados atletas y poetas.

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Lengua y Literatura Primer año

— El rostro en el estanque
La historia de Eco y Narciso
Eco era una ninfa que habitaba en el bosque junto a otras ninfas amigas y le
gustaba cazar por lo que era una de las favoritas de la diosa Artemisa...
Pero, Eco tenía un grave defecto: Era muy conversadora y además en cualquier
conversación o discusión, siempre quería tener la última palabra.
Cierto día, la diosa Hera salió en busca de su marido Zeus, al que le gustaba
divertirse entre las ninfas. Cuando Hera llegó al bosque de las ninfas, Eco, la entretuvo
con su conversación mientras las ninfas huían del lugar.
Cuando Hera descubrió su trampa la condenó diciendo: -Por haberme engañado y
a partir de este momento, perderás el uso de la lengua. Y ya que te gusta tanto tener la
última palabra solo podrás responder con la última
palabra que escuches ¡Jamás podrás volver a hablar en
primer lugar!
Eco, con su maldición a cuestas se dedicó a la
cacería recorriendo montes y bosques. Un día vio a un
hermoso joven llamado Narciso y se enamoró
perdidamente de él. Deseó fervientemente poder
conversar con él, pero tenía la palabra vedada. Entonces
comenzó a perseguirlo esperando que Narciso le hablara en algún momento.
En cierto momento, en que Narciso estaba solo en el bosque y escuchó un crujir
de ramas a sus espaldas, gritó:
¿Hay alguien aquí?
Eco respondió: -Aquí.
Como Narciso no vio a nadie volvió a gritar: - Ven.
Y Eco contestó: - Ven.
Como nadie se acercaba, Narciso dijo: - ¿Por qué huyes de mí? Unámonos
La ninfa, loca de amor se lanzó entre sus brazos diciendo: -Unámonos
Narciso dio un salto hacia atrás diciendo: - ¡Aléjate de mí! ¡Prefiero morirme a
pertenecerte!

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Lengua y Literatura Primer año

Ante el fuerte rechazo de Narciso, Eco sintió una vergüenza tan grande que
llorando se recluyó en las cavernas y en los picos de las montañas. La tristeza consumió
su cuerpo hasta pulverizarlo. Solo quedó su voz para responder con la última palabra a
cualquiera que le hable y por eso desde entonces cuando hablamos en cavernas y
montañas escuchamos como ECO nos responde siempre, pero sólo a nuestra última
palabra.
Narciso no solo rechazó a Eco, sino que su crueldad se manifestó también entre
otras ninfas que se enamoraron de él. Una de esas ninfas, que había intentado ganar su
amor sin lograrlo le suplicó a la diosa Hera que Narciso sintiera algún día lo que era amar
sin ser correspondido y la diosa respondió favorablemente a su súplica.
Escondida en el bosque, había una fuente de agua cristalina. Tan clara y mansa
era la fuente que parecía un espejo. Un día Narciso se acercó a beber y al ver su propia
imagen reflejada pensó que era un espíritu del agua que habitaba en ese lugar. Quedó
extasiado al ver ese rostro perfecto. Los rubios cabellos ondulados, el azul profundo de
sus ojos y se enamoró perdidamente de esa imagen. Deseó alejarse, pero la atracción que
ejercía sobre él era tan fuerte que no lograba separase, sino que por el contrario deseó
besar y abrazar con todas sus fuerzas esa imagen que veía. Se había enamorado de sí
mismo.
Desesperado, Narciso comenzó a hablarle: - ¿Por qué huyes de mí, hermoso
espíritu de las aguas? Si sonrío, sonríes. Si estiro mis brazos hacia ti, tú también los
estiras. No comprendo.
Todas las ninfas me aman, pero no quieres acercarte. - Mientras hablaba una
lágrima cayó de sus ojos. La imagen reflejada se nubló y Narciso suplicó: -Te ruego que
te quedes junto a mí. Ya que me resulta imposible tocarte, deja que te contemple.
Narciso continuó prendado de sí mismo, ni comía, ni bebía por no apartarse de la
imagen que lo enamoraba hasta que terminó consumiéndose y murió.
Las ninfas quisieron darle sepultura, pero no encontraron el cuerpo en ninguna
parte. En su lugar apareció una flor hermosa de hojas blancas que para conservar su
recuerdo lleva el nombre de Narciso.

38
Lengua y Literatura Primer año

— La desconfianza de Psique
La historia de Cupido y Psique

Había un rey y una reina que tenían tres hijas.


Las dos primeras eran hermosas. Para
ensalzar la belleza de la tercera, llamada
Psyque, no es posible hallar palabras en el
lenguaje humano. Tan hermosa era que sus
conciudadanos, y un buen número de
extranjeros, acudían a admirarla. Incluso
dieron en compararla a la propia Venus, y no advirtieron que, al descuidar los ritos debidos
a esta diosa, tal vez estaban atrayendo sobre la bella y bondadosa joven un destino funesto.
Venus, la diosa que está en el origen de todos los seres, herida en su orgullo, encargó a
su hijo Eros: "Haz que Psyque se inflame de amor por el más horrendo de los monstruos"
y, dicho esto, se sumergió en el mar con su cortejo de nereides y del fines.
Psyque, con el correr del tiempo, fue conociendo el precio amargo de su hermosura.
Sus hermanas mayores se habían casado ya, pero nadie se había atrevido a pedir su mano:
al fin y al cabo, la admiración es vecina del temor... Sus padres consultaron entonces al
oráculo: "A lo más alto contestó la llevarás del monte, donde la desposará un ser ante el
que tiembla el mismo Júpi ter". El corazón de los reyes se heló, y donde antes hubo loas,
todo fueron lágrimas por la suerte fatal de la bella Psyque. Ella, sin embargo, avanzó
decidida al encuentro de la desdicha.
Sobre un lecho de roca quedó muerta de miedo Psyque, en lo alto del monte,
mientras el fúnebre cortejo nupcial se retiraba. En estas que se levantó un viento, se la
llevó en volandas y la depositó suavemente en una pradera cuajada en flor. Tras el estupor
inicial Psyque se adormeció. Al despertar, la joven vio junto al prado una fuente, y más
allá un palacio. Entró en él y quedó asombrada por la factura del edificio y sus estancias;
su asombro creció cuando unas voces angélicas la invitaron a comer de espléndidos platos
y a acostarse en un lecho. Cayó entonces la noche, y en la oscuridad sintió Psyque un
rumor. Pronto supo que su secreto marido se había deslizado junto a ella. La hizo suya, y
partió antes del amanecer.

39
Lengua y Literatura Primer año

Pasaron los días por la soledad de Psyque, y con ellos sus noches de placer. En una
ocasión su desconocido marido le advirtió: "Psyque, tus hermanas querrán perderte y
acabar con nuestra dicha". "Mas añoro mucho su compañía dijo ella entre sollozos. Te
amo apasionadamente, pero querría ver de nuevo a los de mi sangre". "Sea ", contestó el
marido, y al amanecer se escurrió una vez más de entre sus brazos. De día aparecieron
junto a palacio sus hermanas y le preguntaron, envidiosas, quién era su rico marido. Ella
titubeó, dijo que un apuesto joven que ese día andaba de caza y, para callar su curiosidad,
las colmó de joyas. Poco antes de que anocheciera, Psyque tranquilizó a sus hermanas y
las despidió hasta otra ocasión.
Con el tiempo, y como no podía ser de otra forma, Psyque quedó encinta. Pidió
entonces a su marido que hiciera llegar a sus hermanas de nuevo, ya que quería compartir
con ellas su alegría. Él rezongó, pero tras cruzar parecidas razones, acabó accediendo. Al
día siguiente llegaron junto a palacio sus hermanas. Felicitaron a Psyque, la llenaron de
besos y de nuevo le preguntaron por su marido. "Está de viaje, es un rico mercader, y a
pesar de su avanzada edad..." Psyque se sonrojó, bajó la cabeza y acabó reconociendo lo
poco que conocía de él, aparte de la dulzura de su voz y la humedad de sus besos... "Tiene
que ser un monstruo ", dijeron ellas, aparentemente horrorizadas, "la serpiente de la que
nos han hablado. Has de hacer, Psyque, lo que te digamos o acabará por devorarte". Y la
ingenua Psyque asintió.
"Cuando esté dormido, dijeron las hermanas, coge una lámpara y este cuchillo y
córtale la cabeza". Enseguida partieron, y dejaron sumida a Psyque en un mar de
turbaciones. Pero cayó la noche, llegó con ella el amor que acostumbraba y, tras el amor,
el sueño. La curiosidad y el miedo tiraban de Psyque, que se revolvía entre las sábanas.
Decidida a enfrentar al destino, sacó por fin de bajo la cama el cuchillo y una lámpara de
aceite. La encendió y la acercó despacio al rostro de su amor dormido. Era... el propio
dios Cupido, joven y esplendoroso: unos mechones dorados acariciaban sus mejillas, en
el suelo el carcaj con sus flechas. La propia lámpara se avivó de admiración; la lámpara,
sí, y una gota encendida de su aceite cayó sobre el hombro del dios, que despertó
sobresaltado.

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Lengua y Literatura Primer año

Al ver traicionada su confianza, Cupido se arrancó de los brazos de su amada y se


alejó mudo y pesaroso. En la distancia se volvió y dijo a Psyque: "Llora, sí. Yo desobedecí
a mi madre Venus desposándote. Me ordenó que te venciera de amor por el más miserable
de los hombres, y aquí me ves. No pude yo resistirme a tu hermosura. Y te amé... Que te
amé, tú lo sabes. Ahora el castigo a tu traición será perderme". Y dicho esto se fue. Quedó
Psyque desolada y se dedicó a vagar por el mundo buscando recuperar, inútilmente, el
favor de los dioses: la cólera de Venus la perseguía. La diosa finalmente dio con ella,
menospreció el embarazo de la joven, le dio unos cuantos sopapos y la encerró con sus
sirvientas Soledad y Tristeza.
El caso es que Venus decidió someter a Psyque a varias pruebas, convencida de
que no podría superarlas; más acudieron en ayuda de la joven las compasivas hormigas,
las cañas de los ríos y las aves del cielo. La última prueba, en cambio, fue la más terrible:
Psyque bajó a los infiernos en busca de una cajita que contenía hermosura divina. En el
camino de regreso, sin embargo, quiso ella misma ponerse un poco y, al abrir la caja, un
sueño insoportable se abatió sobre ella. Y habría muerto, de no ser porque Cupido, su
loco enamorado, acudió a despertarla: "Lleva rápidamente la cajita a mi madre, que yo
intentaré arreglarlo todo" dijo, y se fue volando. En la morada de los dioses, a petición de
Cupido, Zeus determinó que los amantes podían vivir juntos. Así que Hermes raptó a
Psyque y la llevó al cielo, donde se hizo inmortal. Y fueron juntos felices Eros y Psyque
y a su debido tiempo tuvieron una niña a la que en la tierra llamamos Felicidad.

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Lengua y Literatura Primer año

Leyendas

1. La leyenda del espantapájaros (lectura obligatoria)


Había una vez un espantapájaros que no tenía amigos. Trabajaba en un campo de trigo.
No era un trabajo difícil, pero sí, muy solitario. Sin nadie con quien hablar, sus días y sus
noches se hacían eternas. Lo único que
podía hacer era mirar los pájaros. Cada
vez que pasaban, él los saludaba, pero
ellos nunca respondían. Era como si le
tuviesen miedo.

Un día el espantapájaros hizo algo que


estaba prohibido: les ofreció unas
semillas. Sin embargo, ellos no querían saber nada. El espantapájaros se preguntaba por
qué nadie quería ser su amigo.

Así pasó el tiempo hasta que una noche fría cayó a sus pies un cuervo ciego. El cuervo
estaba tiritando y hambriento; el espantapájaros decidió cuidar de él. Tras varios días el
cuervo ciego mejoró. Antes de despedirse, el espantapájaros le preguntó cuál era el
motivo por el que los pájaros nunca querían hacerse amigos de los espantapájaros y el
cuervo explicó que el trabajo de los espantapájaros era asustar a los pobres pájaros que
solo querían comer y que eran unos seres malvados y despreciables, unos monstruos.
Ofendido, el espantapájaros le explicó que él no era malo a pesar de ser uno de ellos.

Una vez más, el espantapájaros se quedó sin amigos. Esa misma noche decidió cambiar
su vida. Despertó a su amo y le dijo que quería otro oficio, que ya no quería asustar más
a los pájaros. Aterrorizado, el amo despertó a todos los vecinos. Les contó que su
espantapájaros había cobrado vida y que esto solo podía ser obra del diablo.

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Lengua y Literatura Primer año

Cerca del molino estaba el cuervo ciego. Sus compañeros le explicaron que los vecinos
de la aldea estaban quemando un molino donde se intentaba esconder un espantapájaros
con una bufanda muy larga. El cuervo ciego entonces les explicó que ese era el
espantapájaros bueno, el que le había salvado la vida. Conmocionados por la historia, los
cuervos quisieron salvar al espantapájaros, pero era demasiado tarde…

El espantapájaros murió quemado. Los cuervos esperaron hasta el amanecer y cuando ya


no había fuego, se acercaron a los restos del molino, cogieron las cenizas del
espantapájaros, y volaron alto, muy alto. Y, desde lo más alto, esparcieron las cenizas por
el aire. El viento llevó las cenizas por toda la comarca. Las cenizas volaron junto con
todos los pájaros y de esta manera el espantapájaros nunca volvió a estar solo, porque sus
cenizas, ahora, volaban con sus nuevos amigos.

Y en recuerdo de la trágica muerte del espantapájaros, el cuervo ciego y todos sus


compañeros decidieron vestir de luto. Y por eso, desde entonces, en memoria del
espantapájaros, todos los cuervos son negros.

https://www.youtube.com/watch?v=AtjrzPZuz9c

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Lengua y Literatura Primer año

2. La llorona
En las altas horas de la noche, cuando todo parece dormido y solo se escuchan los gritos
rudos con que los boyeros avivan la marcha lenta de sus animales, dicen los campesinos
que allá, por el río, alejándose y acercándose con intervalos, deteniéndose en los frescos
remansos que sirven de aguada a los bueyes y caballos de las cercanías, una voz lastimera
llama la atención de los viajeros.

Es una voz de mujer que solloza, que vaga por las márgenes del río buscando algo, algo
que ha perdido y que no hallará jamás. Atemoriza a los niños que han oído, contada por
los labios marchitos de la abuela, la historia enternecedora de aquella mujer que vive en
los potreros, interrumpiendo el silencio de la noche con su gemido eterno.

Esa mujer era una pobre campesina cuya adolescencia se había deslizado en medio de la
tranquilidad escuchando con agrado los pajarillos que se columpiaban alegres en las
ramas de los higuerones. Abandonaba su lecho cuando el canto del gallo anunciaba la
aurora, y se dirigía hacia el río a traer agua con
sus tinajas de barro, despertando, al pasar, a
las vacas que descansaban en el camino.

Era feliz amando la naturaleza; pero una vez


que llegó a la hacienda de la familia del patrón
en la época de verano, la hermosa campesina
pudo observar el lujo y la coquetería de las
señoritas que venían de San José. Hizo la comparación entre los encantos de aquellas
mujeres y los suyos; vio que su cuerpo era tan cimbreante como el de ellas, que poseían
una bonita cara, una sonrisa trastornadora, y se dedicó a imitarlas.

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Lengua y Literatura Primer año

Como era hacendosa, la patrona la tomó a su servicio y la trajo a la capital donde, al poco
tiempo, fue corrompida por sus compañeras y los grandes vicios que se tienen en las
capitales. Fue seducida por un jovencito de esos que en los salones se dan tono con su
cultura y que, con frecuencia, amanecen completamente ebrios en las casas de tolerancia.
Cuando sintió que iba a ser madre, se retiró de la capital y volvió a la casa paterna. A
escondidas de su familia, dio a luz a una preciosa niñita que arrojó enseguida, en un
momento de incapacidad y temor a enfrentar a un padre o una sociedad, al sitio en donde
el río era más profundo. Después se volvió loca y, según los campesinos, el
arrepentimiento la hace vagar por las orillas de los riachuelos buscando siempre el
cadáver de su hija que no volverá a encontrar.

Desde ese entonces, todos los viajeros oyen en las noches a la orilla de los ríos, gritos
quejumbrosos, desgarradores y terribles que paralizan la sangre. Y, sí… es la Llorona
buscando a su hija…

https://www.youtube.com/watch?v=o8ss4am5T3k&t=110s

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Lengua y Literatura Primer año

3. La leyenda del algarrobo


Esto sucedió hace mucho tiempo, en la época en que los españoles comenzaron la
conquista de las tierras de América.

Un día, los indios Comechingones, muy


asustados, vieron que unos hombres de piel
blanca, cargados de armas, avanzaban sobre
ellos. Venciendo su temor, los hombres del
cacique Comechingón, Ipachi Naguán,
lucharon contra los hombres blancos.

La lucha fue larga, y el hambre y el


cansancio fueron debilitando a los Comechingones.
Ipachi Naguán, entonces, decidió guiar a su pueblo hacia un bosque de algarrobo y allí
pidió a los dioses que protegieran a las mujeres y a los niños.

En un momento, todo pareció perdido, pero entonces sucedió lo inesperado:


las ramas de los algarrobos comenzaron a sacudirse y desde las alturas calló una lluvia de
frutos que se abrieron y dejaron ver sus semillas.

Esas algarrobas fueron el mejor alimento para los indígenas y las comieron hasta hartarse.
Después de hacerlo, se sintieron con tantas fuerzas que volvieron a la batalla y vencieron
a los españoles.

https://www.youtube.com/watch?v=dQhQsk3Oyys

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Lengua y Literatura Primer año

4. La leyenda del ñandú


Dicen que, hace muchísimos años, una tribu que vivía en las tierras de la región de Cuyo,
fue atacada por un grupo de hombres que venían del otro lado de la cordillera.

Tiempo después, los cuyanos decidieron llevar un mensaje a sus compatriotas, pero para
esto era necesario pasar a través del ejército invasor, y nadie se animaba a hacerlo, hasta
que, por fin, un joven muchacho fuerte y ágil se
presentó ante su jefe y se ofreció a intentar la
aventura.

Muy de madrugada, el joven partió con su esposa.


Los dos trotaron varias horas sobre el suelo ondulante
de la precordillera hasta que se encontraron con los
enemigos, y estos comenzaron a perseguirlos.
Entonces, la pareja corrió con todas sus fuerzas. De
pronto, se sintieron más livianos y observaron que
sus piernas se hacían más delgadas, sus brazos se convirtieron en alas y sus cuerpos se
cubrían de plumas. En poco tiempo, los enamorados se transformaron en dos aves de gran
tamaño: los ñandúes.

A toda velocidad, los jóvenes llegaron a destino y pudieron transmitir el mensaje. Sus
aliados tomaron las armas y se pusieron en marcha rápidamente. Con su ayuda, los
invasores fueron derrotados.

Y este es el origen del ñandú sobre la tierra.

http://www.todo-argentina.net/geografia/provincias/mendoza/leyenda.html

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Lengua y Literatura Primer año

5. El futre
Puntualmente como lo hacía desde que comenzó la obra
en 1889, el señor Foster, el agente pagador de la
Compañía inglesa Trasandine Construction Company,
llegaba al trabajo a principio de mes, para iniciar el pago
de jornales.

Su andar cansino pero seguro, la tez blanca y los gestos tranquilos, armonizaban con su
figura alta y delgada, a la que se ceñía una vestimenta elegante y sobria.

Contrastaba, ampliamente, con la imagen cansada y desgarbada de los obreros


ferroviarios, en su mayoría chilenos, que tendían las vías del TREN TRASANDINO
ARGENTINO (TTA) y esperaban con impaciencia el cobro.

Miraba a la gente con gesto de autosuficiencia, mientras sacaba un paño amarillento del
portafolio y repasaba pacientemente el escritorio de madera, sobre el que se había
acumulado el hollín del fogón, que calefaccionó el galpón durante toda la noche.

Y luego de acomodar prolijamente su sombrero de copa sobre los guantes de cuero, daba
inicio a la tan ansiada ceremonia de pago.

Por diversión, o porque no podían pronunciar bien su apellido, a Mr Foster lo


apodaron Futre.

Futre sonaba parecido y a la vez estaba bien puesto, ya que en Chile se empleaba para
referirse a las personas elegantes y distinguidas.

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Lengua y Literatura Primer año

En uno de los tantos viajes a la localidad de Las Cuevas, lo sorprendió una temporal de
nieve, que lo obligó a refugiarse en unos cobertizos, frente a la Curva de los Ingleses o
Soberanía Nacional, como pasó a llamarse después de 1982.

En ese lugar perdido de Las Cuevas, fue asaltado y decapitado.

Luego de eso, se cuenta que en las noches frías y de tormenta, en muchos rincones de la
montaña, aparece sorprendiendo a los viajeros con su presencia fantasmal, vestido con la
pulcritud que lo caracterizaba y la cabeza pendiendo de la mano derecha, preguntando
por el dinero de la partida.

Su fantasma se despierta y alimenta desde entonces, con el frustrado pago de jornales que
no llegó a concretar.

Cuentan, además, que luego de preguntar por el dinero de la remesa, su imagen comienza
a desvanecerse de a poco, hasta desaparecer en el aire y sobre la nieve que dejó el
temporal, quedan marcados los pasos que lo condujeron al lugar…

https://www.youtube.com/watch?v=x1JbmFw9PBQ

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