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La caja de música

José Manuel era un joven de mediana edad que recientemente se había


trasladado a un pequeño municipio de la provincia de Logroño. Como se
encontraba trabajando en un pequeño establecimiento local de cara al público,
apenas podía permitirse el lujo de acudir de compras con frecuencia, motivo
por el cual se había traído diferentes útiles familiares y herramientas.

En los primeros días, acudieron algunos amigos para ayudarle a instalarse,


colocar todo tipo de productos que había comprado con el paso de los años y
cómo no, ubicar multitud de recuerdos que pretendía mantener cerca de él.

Hacía unos años que su abuelo le había regalado una caja musical que le
fascinaba, por los sonidos tan increíbles que de ella salían. Sin embargo, una
noche de martes a eso de las 22.00h notó cómo se escuchaban extraños
sonidos procedentes de la habitación donde estaba aquella caja y decidió
acercarse para comprobarlo.

Desgraciadamente, tampoco contaba con ningún tipo de contacto con sus dos
hermanos, con los que no hablaba desde hace algún tiempo, y aunque esta
circunstancia le hacía sentir una profunda tristeza no podía hacer otra cosa que
sencillamente aceptarlo puesto que pensaba que no dependía de él
exclusivamente.

Mientras caminaba por el pasillo estrecho en dirección a la caja musical que


tantos bonitos recuerdos traía a su mente, sintió un gran escalofrío como
consecuencia de las circunstancias, aunque no le dio mayor importancia y
prosiguió su camino hacia la habitación.

El joven José Manuel quedó realmente sorprendido tras abrir la puerta de la


habitación donde estaba la caja de música. De hecho, aunque sus ojos no
daban verdaderamente crédito de lo que estaba sucediendo, se quedó
completamente paralizado al ver cómo una sombra estaba sentada sobre ella.

Aunque en un principio, sintió cierto anhelo puesto que pensó que se trataría
de su abuelo desaparecido hace ya algunos pocos años, cuando la sombra lo
vio comenzó a acercarse a él y entonces, entendió que para nada se trataba de
ningún familiar ni nada parecido.

El chico, en un intentó de huida desesperada consiguió acercarse hasta el


pomo de la puerta de su entrada, que estaba con el candado por lo que no
pudo abrirla y salir de aquel lugar rápidamente.

Pese a que sus vecinos escucharon un grito realmente elevado, cuando las
autoridades llegaron solamente encontraron la ropa de José Manuel pero nada
más en referencia al mismo. Ahora, los nuevos inquilinos del piso, afirman ver
deambular un joven con el semblante triste, aunque piensan que solamente
son malas jugadas de su imaginación.
1, 2,3 Aquí Estoy Otra Vez

Luisa había cumplido once años, y sus padres pensaron que era tiempo de que
dejara de compartir la habitación con su hermana menor, construyeron una
habitación sobre la cochera, y mudaron ahí todas sus cosas.
La niña estaba muy contenta, tenía mucho espacio para sí, y la privacidad que
comenzaba por necesitar de acuerdo a su edad.

Aun no tenía muchas cosas con las cuales llenar la habitación, así que su
madre la invito a un bazar, donde se pueden encontrar todo tipo de cosas,
algunas de segunda mano, con dueños anteriores, se encontró con un
pequeño armario de madera, con detalles de enredaderas, ya estaba muy
maltratado, pero aun así lo llevaron a casa para que papá la reparara, junto con
otras cosas.

El padre de Luisa lijó y pintó el armario dejándolo como nuevo, lucia hermoso
en la habitación. Ella pensaba guardar ahí su diario y cosas privadas que
necesitaba estuvieran fuera de la vista de los demás.

Esa noche se escuchó desde dentro del armario un golpeteo, como si alguien
tocara, abrió las pequeñas puertas, no pudo ver nada, pero el sonido
continuaba. Ella estaba segura que venía de ahí, pero decidió creerle más a
sus ojos.

La siguiente noche, ella dejó las puertas del armario abiertas, no se escuchó el
golpeteo, así que lo hizo costumbre, pero no podía guardar cosas en él, porque
cuando lo hacia estas eran arrojadas hacia fuera en su primer descuido.

Pidió a una amiga viniera a dormir a su casa para montar guardias juntas. Se
divirtieron un poco al ver que el armario “escupía” lo que le ponían dentro, se
desvelaron un poco hablando de sus cosas, cuando desde el pequeño mueble
un hombrecillo regordete y diminuto, asomó su cara entre las repisas, era de
color verde grisáceo, estaba desnudo, tenía una especie de cuernos a los
costados, sus ojos apenas parecían abiertos, en su boca redonda había
dientes delgados, largos y afilados, sus dedos largos y delgados se tomaban
de las puertas para impulsarse hacia fuera, las niñas corrieron a la habitación
del padre, este para evitar más escándalo por la noche se llevó el mueble a la
cochera, pero como esta estaba debajo del cuarto de las niñas, la criatura
subió a través de las paredes, golpeteando dentro del armario de ropa dijo -
1,2,3 Aquí estoy otra vez- dando un salto a la cama y devorando a las dos
pequeñas.

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