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Inteligencia Emocional

La Inteligencia Emocional es uno de los conceptos clave para comprender el


rumbo que ha tomado la psicología en las últimas décadas.
De un modelo preocupado fundamentalmente en los trastornos mentales por un
lado y por las capacidades de razonamiento por el otro, se ha pasado a otro en el
que se considera que las emociones son algo intrínseco a nuestro
comportamiento y actividad mental no patológica y que, por consiguiente, son
algo que debe ser estudiado para comprender cómo somos.
Así pues, la Inteligencia Emocional es un constructo que nos ayuda a entender de
qué manera podemos influir de un modo adaptativo e inteligente tanto sobre
nuestras emociones como en nuestra interpretación de los estados emocionales
de los demás. Este aspecto de la dimensión psicológica humana tiene un papel
fundamental tanto en nuestra manera de socializar como en las estrategias de
adaptación al medio que seguimos.
Siempre hemos oído decir que el Cociente intelectual (IQ) es un buen indicador
para saber si una persona será exitosa en la vida. La puntuación del test de
inteligencia, decían, podría establecer una relación fuerte con el desempeño
académico y el éxito profesional. Esto no es en sí incorrecto, pero nos ofrece una
imagen sesgada e incompleta de la realidad.
De hecho, los investigadores y las corporaciones empezaron a detectar hace unas
décadas que las capacidades y habilidades necesarias para tener éxito en la vida
eran otras que iban más allá del uso de la lógica y la racionalidad, y éstas
capacidades no eran evaluables mediante ningún test de inteligencia. Es
necesario tener en cuenta una concepción más amplia de lo que son las
habilidades cognitivas básicas, aquello que entendemos que es la inteligencia.
Prueba de ello es que empezaron a ganar terreno algunas teorías de la
inteligencia que intentaban comprenderla desde ópticas diferentes, como la
Teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner, la teoría de Raymond
Cattell (y otros) que explicaba las diferencias entre Inteligencia fluida y
cristalizada, o la Inteligencia Emocional, concepto desarrollado por los
psicólogos Peter Salovey y John Mayer y que popularizó Daniel Goleman.
A fin de cuentas, nuestra capacidad para adaptarnos al entorno o solo pasa por
comprender lo que ocurre a nuestro alrededor desde una perspectiva lógico-
matemática; también debemos ser capaces de entendernos a nosotros mismos y a
los demás. No en vano el ser humano es una especie altamente social, por lo que
disponemos de una rica faceta emocional que expresa nuestros estados internos
de diversas maneras y nos hace capaces de conectar con ellos. Desperdiciar este
tipo de información (que no siempre puede ser plasmada en palabras o con
números) sería perder capacidad para responder a las exigencias el día a día
viviendo en sociedad y aspirando a lograr objetivos a medio y largo plazo, más
allá de lo que puede ser atendido cediendo a nuestros impulsos.
Componentes de la inteligencia emocional
Como hemos comentado anteriormente, existen unos componentes o principios
que definen como actúa la Inteligencia Emocional en nuestras vidas. Estos son
los siguientes:
 Autorregulación Emocional
 Motivación
 Empatía
 Habilidades Sociales
 Autoconciencia Emocional
Autorregulación Emocional
También conocida como autocontrol emocional, implica la capacidad de
controlar los impulsos y las emociones de una forma asertiva y correcta para
evitar vivir a merced de los instintos más primarios. Una baja autorregulación
emocional puede llevar a muchos conflictos, broncas y altercados con aquellos
que nos rodean. Esto, a la larga, puede producir una imagen personal muy
negativa y alejarnos de nuestras amistades y relaciones más cercanas.
Gracias al autocontrol emocional, podemos regular nuestras respuestas
emocionales reaccionando de manera adecuada ante los acontecimientos que nos
depara la vida, de manera que podemos adaptarnos mejor al entorno que nos
rodea.
Se trata de aprender a pensar las cosas antes de hablar, poder racionalizar la
emoción para evitar que nos desborde y se transforme en ansiedad o adquirir
recursos propios para aprender a gestionar nuestras conductas y emociones
nosotros mismos.
Motivación
La motivación es el tercer componente de la Inteligencia Emocional. Esta es un
proceso psicológico que comprende la habilidad de dirigir nuestros estados
emocionales hacia una meta u objetivo determinado, siempre con un foco
positivo y con mucha energía. Gracias a la motivación, también nos podemos
recuperar más fácilmente de contratiempos de la vida, encontrar soluciones
rápidamente y volver a encaminarnos hacia nuestras metas, siendo más
persistentes y enfáticos.
Por ejemplo, si nuestra meta es conseguir un buen trabajo, es posible que no lo
consigamos a la primera, pero gracias a la motivación, jamás olvidaremos cuál es
nuestra meta y seguiremos buscando el mejor camino hasta poder alcanzar el
objetivo deseado.
La falta de motivación se traduce en aburrimiento, cansancio, rutina entendida de
una forma negativa, tristeza… En cambio, tener una razón para luchar se
transforma en un motor para vivir.
Empatía
El cuarto elemento de la Inteligencia Emocional es la empatía. Cuando hablamos
de empatía, nos referimos a la famosa capacidad de ponernos en el lugar del otro,
de reconocer las emociones y los sentimientos ajenos. En algunos casos
extremos, incluso de vivir esas emociones.
Gracias a esta habilidad, somos capaces de entender e interiorizar las emociones
de los demás a partir de la expresión emocional que estos que nos muestran.
Ponemos conciencia, pues, en los sentimientos y emociones de quienes nos
rodean, vemos nuestro entorno desde otra perspectiva en vez de poner el foco en
nosotros mismos. Saber cómo se siente otra persona mediante la comprensión de
sus gestos es una capacidad que favorece la comprensión mutua y nos permite
tener más y mejores relaciones interpersonales.
Por ejemplo, si alguien llora a nuestro lado, podemos entender que está sufriendo
algún tipo de dolor, ya sea físico o emocional. Además de saber qué le ocurre, si
tenemos desarrollada la capacidad de empatizar, podemos sentir ese dolor como
nuestro.
Habilidades Sociales
Finalmente, nos encontramos con el último de los 5 elementos de la inteligencia
emocional: las habilidades sociales.
Entendemos las habilidades sociales como el conjunto de capacidades que nos
permiten dar respuestas adecuadas al entorno y relacionarnos mejor con las
personas que nos rodean. Son la clave para un buen desarrollo personal y
profesional. Gracias a ellas, podemos comunicarnos de manera más asertiva,
dando a conocer nuestras necesidades para que quienes nos rodean entiendan
mejor cómo nos sentimos.
Un ejemplo de buenas habilidades sociales son aquellas personas que mantienen
la calma y saben expresar sus opiniones y emociones de una manera tranquila,
evitando el conflicto con un hecho potencialmente peligroso, como una
discusión o un debate.
No debemos confundir las habilidades sociales con el hecho de manipular a las
personas, en estas no hay cabida para las mentiras ni para la extorsión o el
maltrato psicológico.
Autoconciencia Emocional
Este primer componente también es nombrado como autoconocimiento
emocional, es decir, tener la habilidad de reconocer y entender las emociones
propias y el estado de ánimo. Es un proceso intelectual y gracias a él, podemos
establecer una relación entre lo que sentimos, cómo lo expresamos y cómo lo
viven los demás. Ponemos el foco en nuestro interior para entendernos un poco
mejor.
Gracias a la autoconciencia emocional, podemos identificar los estados
emocionales concretos que vivimos a lo largo del día para poder analizar
también el efecto que producen dichos estados en el entorno, y es que las
emociones también interfieren en las relaciones sociales.
Por ejemplo, mientras que un día en el que estás contento disfrutas mucho de los
planes con tus mejores amigos, es posible que en un momento de enfado, tiendas
a distanciarte y a ver el lado negativo de los demás. Las emociones, en cierto
modo, cambian la mirada del mundo que te rodea.
¿Para qué sirve?
Las personas que cuentan con alta Inteligencia Emocional consiguen establecer
unas relaciones más positivas y enriquecedoras en su vida. Son personas que
crean empatía y con quien gusta estar.
Con su fama, el concepto de Inteligencia Emocional motivó la aparición de
numerosos test diseñados para saber y comparar la Inteligencia Emocional entre
las personas, aunque la mayoría de estas herramientas de evaluación no cuentan
con la aprobación científica.
La Inteligencia Emocional desempeña un papel fundamental en el éxito o en el
fracaso de todo tipo de relaciones humanas, desde las de amistades,
sentimentales y familiares hasta los vínculos laborales
La empatía, el autocontrol emocional y la motivación, pueden condicionar el
trabajo en equipo, motivo por el cual estos elementos, que son indicadores de
Inteligencia Emocional, son cada vez más tenidos en cuenta en el proceso de la
selección de personal para las empresas.
Ha quedado demostrado que una persona con Inteligencia Emocional, además de
saber tomar el camino adecuado, ha valorado previamente su decisión y tiene
argumentos para defender su postura. Posee control sobre las emociones, es
empática con sus compañeros y normalmente genera entusiasmo. Es alguien que
crea buen ambiente de trabajo y ayuda a cohersionar equipos.
Hoy en día la Inteligencia Emocional es un valor muy tenido en cuenta en la
elección el candidato en procesos de selección de personal, porque mejora
considerablemente los beneficios de la empresa y el bienestar de los empleados.
Cómo se adquiere la Inteligencia Emocional
Se cree que la Inteligencia Emocional es una habilidad de la que todos
disponemos, pero que no se muestra si no se entrena. Por otro lado, hay personas
que por diversos motivos la tienen mucho más desarrollada que otros la media de
la población. Influye mucho la educación que ha tenido la persona y su nivel de
autoestima.
Por suerte, hay ejercicios para desarrollar la Inteligencia Emocional, y quienes
los ponen en práctica demuestran signos de madurez en la mayoría de aspectos
de su vida.
VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
Existen ciertas habilidades prácticas que se manifiestan con mayor intensidad en
las personas emocionalmente inteligentes, tales como la empatía, la capacidad de
motivación (tanto hacia uno mismo como hacia los demás), la autoconciencia, la
capacidad de controlar la exteriorización de las emociones, el liderazgo, entre
otras. Generalmente, estas habilidades son utilizadas como indicadores de la
inteligencia emocional, cuando se quiere medir esta habilidad psicológica.
Ventajas
 Mejora el autoconocimiento y la toma de decisiones
 Mejora el rendimiento laboral
 Protege y evita el estrés
 Mejora las relaciones interpersonales
 Favorece el desarrollo personal
 Otorga capacidad de influencia y liderazgo
 Favorece el bienestar psicológico
 Reduce la ansiedad y ayuda a superar la depresión
 Aumenta la motivación y ayuda a alcanzar las metas
 Ayuda a dormir mejor

Desventajas
 Dificultad para establecer test o parametros para medir el nivel de
desarrollo de la inteligencia emocional en cada persona
 Puede usarse para manipular a las personas.
 Evita que otros utilicen sus habilidades de pensamiento crítico.
 Puede utilizarse para beneficio personal.
 Puede hacer que una persona sea más abierta y agradable.
 Se necesita tiempo para desarrollar esta habilidad.
 La inteligencia emocional es una habilidad que no todo el mundo se toma
en serio.
Importancia de la inteligencia emocional en el ámbito laboral
En primer lugar, se ha observado que la gente en puestos de gerencia suele
beneficiarse mucho de la inteligencia emocional, sobre todo porque una alta IE
les permite ayudar a sus subordinados a controlar el estrés y otras emociones o
experiencias negativas por las que puedan atravesar. Claramente, esto no
significa que solo quienes son gerentes o supervisores tienen inteligencia
emocional, sino que en estos puestos se ha observado que hay una mayor IE en
general.
Pese a no pertenecer a la gerencia, tener inteligencia emocional también
mejorará la capacidad de comunicación que tengas con los demás. Esto
repercutirá en última instancia a tu rendimiento y también hará más agradable la
convivencia que tengas con tus colegas de trabajo.
En puestos directivos, la IE es importante porque motiva a los equipos cuando se
enfrentan a un proyecto complicado. Esto da energía y aliciente a quienes tienen
que trabajar en esos grandes proyectos. Además de la energía, también se ha
observado que quienes tienen una alta inteligencia emocional suelen ser mejores
resolviendo conflictos.
En último lugar, la inteligencia emocional en el trabajo, y en la vida, es
fundamental para seguir desarrollándose, independientemente del área de
especialización. Esto se debe a que una persona con IE alta evaluará de manera
constante el desempeño en cada proyecto: analizará los aciertos y fallas y hará un
reporte, mental o no, que le ayudará a mejorar en trabajos futuros.
Cómo aplicar y potenciar la inteligencia emocional en el trabajo: 7 claves
Después de los apuntes que te dimos, ¿consideras que tienes una buena IE? Ya
sea que hayas descubierto que tienes un nivel alto o que sientas que te acabas de
topar con uno de los aspectos débiles de tu perfil laboral, a continuación te
daremos las claves que necesitas conocer para potenciar y aplicar la inteligencia
emocional en el trabajo.
1. Conócete mejor
La primera clave para utilizar del mejor modo la inteligencia emocional en el
área de trabajo es saber qué nivel de IE tienes. Independientemente del puesto
que ocupes (jefe, coordinador o empleado), puedes consultar las
recomendaciones de la sección anterior o hacer algún test en línea para conocer
de manera aproximada tu grado de inteligencia emocional y comprender cuáles
son tus áreas fuertes y cuáles son las débiles. Con esta información en tu poder
serás capaz de pulir los aspectos que más te causan problema y también podrás
explotar al máximo las áreas de IE en las que destacas.
2. Trabaja tus debilidades de forma lúdica
Si después de analizar varias de tus conductas o un test tus resultados son
medianamente aceptables, lo que puedes hacer es comenzar a trabajar en
aquellos aspectos que no destacan. Por ejemplo, si te cuesta trabajo descifrar el
lenguaje gestual o corporal de tus compañeros de trabajo puedes comenzar a
poner a prueba esas habilidades tuyas con amigos cercanos.
Hagan un juego sobre las emociones en el que, por la expresión facial o el modo
en el que hablan, adivinen qué emoción sienten después de leer historias breves
impactantes. Luego de esto puedes poner en práctica nuevamente tus habilidades
de inteligencia emocional en el trabajo con aquellos compañeros de la oficina
que te inspiren más confianza.
3. Observa a tus compañeros de trabajo
Si después de poner en práctica una estrategia como la que te acabamos de
mencionar parece no surtir efecto, puedes comenzar a fijarte en qué compañeros
de tu equipo o área de trabajo logran llevar a buen término los conflictos que a ti
te causan más problemas. Aunque no se trata de mirar y copiar, observar las
actitudes y acciones de otros en las situaciones que te incomodan puede darte
ideas de cómo comenzar a trabajar de un modo más eficiente.
Si hay algo que crees que no va con tu personalidad o estilo, busca adaptarlo a ti
y seguramente verás cómo logras potenciar la inteligencia emocional en el
trabajo.
4. Pospón los juicios
Ya sea que tengas una IE destacada o que parezca que tienes muchos problemas
con ella, una de las claves para aplicar y potenciar la inteligencia emocional en el
trabajo es no juzgarse. Evidentemente esto no significa que no vayas a analizarte,
sino que tu criterio no debe apuntar a señalar solo tus errores ni debe enfocarse,
por ejemplo, en que has comenzado a trabajar en tus áreas a mejorar y todavía no
has notado un avance. Esto va de la mano con otro aspecto de la IE que es el
control de las emociones.
Si tu problema o el de algún colega con la inteligencia emocional es que no
saben cómo contestar cuando están bajo presión o cuando una situación los
enoja, piensa que la respuesta o solución tiene que ver con la paciencia y el
análisis completo de las situaciones. Si, por otro lado, el problema radica en el
manejo de las emociones es importante señalar que la paciencia no solo debe
aplicarse a los otros sino también con quien tienes pendiente un asunto de
carácter personal.
5. Convive más con tu equipo
Aunque puede ser algo intimidatorio convivir con tus colegas si puntuaste bajo
en la IE, lo mejor que puedes hacer para potenciar tu inteligencia emocional es
convivir más con la gente de tu oficina.
Si eres coordinador o jefe, probablemente estés más acostumbrado a la
convivencia social, pero esto no significa que no puedas mejorar tus habilidades.
Quienes tienen una IE alta suelen conversar de manera más eficiente, no solo
porque saben comunicarse sino también porque saben qué preguntar y porque se
interesan genuinamente en lo que los otros dicen.
Siempre que te sientas presionado o fuera de lugar en cualquier conversación
observa qué es lo que genera esa incomodidad y, si es necesario, háblalo con las
personas con quienes te sientes así. Por ejemplo, si mantienes una conversación
con alguien y te equivocas con su nombre o con alguna otra información podrás
hacer más si te disculpas por ese error que si solo te recriminas una y otra vez.
6. Pídele consejos a un colega
Esta es una muy buena manera de aplicar la inteligencia emocional para los dos
involucrados. Pensemos en un ejemplo en el que tu habilidad más fuerte es la
comunicación, pero muchas veces te frustras si no se te da a la primera. Puedes
observar a tus colegas y ver cuál de ellos tiene una voluntad de hierro y sigue
perseverando pese a la cantidad de veces que se haya equivocado.
Si otro de tus problemas de inteligencia emocional en el trabajo es que no
confías mucho en tu criterio, puedes escuchar lo que dicen los demás sobre esa
persona. Si varios de tus colegas coinciden en que es una persona que destaca en
tu área débil, entabla una conversación con esa persona.
Lo mejor de esta clave es que la ayuda puede beneficiar a las dos personas,
porque quizá la persona que te auxiliará tiene un problema con los temas que tú
tienes ya completamente dominados.
7. Acude con un especialista
Si después de observar, analizar tu conducta o realizar uno o varios exámenes en
línea todo apunta a que tienes una IE poco desarrollada y las claves que te dimos
parecen no ser de mucha ayuda, no te preocupes.
Lo mejor que puedes hacer es acudir con un psicólogo especializado. Te dará un
diagnóstico más certero y te apoyará con herramientas y estrategias
especialmente pensadas para ti. La inteligencia emocional no es un don con el
que se nace, sino que consiste en una serie de habilidades que se pueden
desarrollar y fortalecer con el uso.
Recuerda que la inteligencia emocional en el trabajo puede optimizarse con estos
consejos y la experiencia que acumules. Los ejemplos anteriores funcionan para
todos los niveles que existen en un espacio laboral. Ahora es momento de hablar
de los puestos de liderazgo.

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