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Gestión de la Innovación

¿Qué es la gestión de la innovación?


La definición más aceptada de gestión de la innovación es que es el proceso de gestión de nuevas
ideas, desde su origen (ideación) hasta su aplicación práctica, con el fin de materializar ideas
innovadoras y convertirlas en soluciones útiles para el negocio.

Para algunos parece una función incongruente: al fin y al cabo, ¿cómo domar y sistematizar algo
que, estando estructurado, no tiene nada? Bueno, ese es el desafío detrás de la gestión de la
innovación.

Es decir, sistematizar la creación y aplicación de ideas.

Quizás te preguntes: “¿Qué sector es el responsable de esto? “

Pues bien, en la práctica, la gestión de la innovación suele estar a cargo de un profesional de RRHH.
Sin embargo, en el proceso de construcción de una estructura innovadora participan personas de
todos los sectores.

Después de todo, la innovación puede provenir de todos los actores del negocio, así como estar
dirigida a mejoras y optimizaciones internas y externas.

¿Cómo surgió la gestión de la innovación?


La gestión de la innovación, como concepto, es algo nuevo. Sin embargo, sus prácticas se han
utilizado en el mercado durante mucho tiempo. Según un artículo de Harvard Business Review, la
práctica ha revolucionado a las empresas durante los últimos 100 años.

El artículo de Gary Hamel, “El por qué,


el qué y el cómo de la innovación en la
gestión”, aborda el tema y destaca que
la gestión de la innovación ha sido
responsable de la evolución del
mercado hasta el momento. Sin
embargo, pocas empresas cuentan con
un proceso bien estructurado y
documentado de gestión de la
innovación continua: Prácticamente
todas las organizaciones del planeta
han estado trabajando
sistemáticamente en los últimos años para reinventar sus procesos comerciales para lograr
velocidad y eficiencia.

La conceptualización de la gestión de la innovación, sin embargo, no tardó en surgir de lo que se veía


hacer a las empresas a principios del siglo pasado.

En 1939, el economista Joseph Schumpeter publicó un estudio que hoy se encuentra en forma de
libro, llamado “Ciclos económicos: un análisis teórico, histórico y estadístico del proceso capitalista”.

En el artículo, el economista explica que la innovación es el principal motor de la economía


capitalista. Es necesario que la empresa crezca y aumente su nivel.
A partir de ahí, paulatinamente pasamos por varias revoluciones administrativas, industriales y
tecnológicas que reforzaron la necesidad de innovar.

Hoy, ¿te imaginas un negocio exitoso que no se base en la innovación? La respuesta nos dice algo:
gestionar la innovación hoy es fundamental para el futuro.

Innovación y desarrollo empresarial


A principios del siglo XX, General Electric (fundada por Thomas Edison, el inventor de la bombilla)
revolucionó la industria al establecer los primeros laboratorios de investigación de la industria. A
continuación, DuPont se convirtió en pionero del mercado de capitales al adoptar cálculos de
retorno de la inversión. Mientras tanto, Procter & Gamble nos presentó los primeros bienes de
consumo empaquetados.

La lista abarca más de cien años, desde la automatización computarizada hasta la transformación
digital. Sin embargo, el número de empresas también se ha multiplicado, creando un entorno para
una creación más rápida y una mayor densidad de productos y servicios. Así, la gestión de la
innovación surge como un proceso de sistematización del uso estratégico del desarrollo de
productos, servicios e ideas. En este sentido, el concepto implica administrar prácticas, métodos,
herramientas o incluso un departamento completo.

Cómo sistematizar la gestión de la innovación


Tratar la innovación como parte de la estrategia empresarial significa adoptarla como un mecanismo
capaz de crear valor para la empresa. Esto requiere que los gerentes sean capaces de identificar
oportunidades y cambiar la forma de trabajar de la organización para que sea capaz de lograr
resultados cada vez mejores. Para apoyar esta práctica, uno de los pilares de la gestión de la
innovación es el uso de una solución digital para procesar y aplicar las ideas desarrolladas, ya sea
mediante la recopilación de datos del sistema de gestión (ERP) o CRM, o por otros medios. Vale la
pena señalar que algunos cambios significativos deben ocurrir en la dinámica interna de la empresa,
comenzando por la mentalidad de los empleados. Poner en práctica una idea disruptiva es una cosa.
Sistematizar la innovación como instrumento de generación de valor es otra, y para ello se requiere
una cultura innovadora. En términos generales, los profesionales deben comprender los objetivos a
alcanzar y los medios para hacerlo. Para comprender los detalles de esta nueva dinámica, vea a
continuación algunas de las prácticas adoptadas por una gestión de la innovación en pleno apogeo:

*mapeo de oportunidades y amenazas;

*reformulación y revisión de procesos encaminados a reducir el retrabajo u optimizar la actividad;

*fomentar la creatividad;

*entrenamiento constante;

*coordinación y control de actividades;

*análisis y optimización del uso de recursos (humanos y tecnológicos);

*construcción y fortalecimiento de relaciones (internas y externas a la empresa);

*identificación y desarrollo del talento.


Estos son solo algunos ejemplos de formas de trabajar que dependen de una gestión eficiente de los
recursos disponibles y de la promoción de una cultura innovadora. Las prácticas pueden ir más allá,
según las exigencias y características de cada empresa.

Cabe mencionar, sin embargo, que es fundamental contar con una herramienta, como un buen ERP,
para gestionar estas actividades con el fin de mantenerlas alineadas con los objetivos del negocio.

La innovación impulsa el desarrollo


La gestión de la innovación sienta las bases de un desarrollo sujeto a control estratégico. Esto
significa promover la creación y uso de nuevos productos y servicios sin renunciar a la planificación y
previsibilidad de los resultados. Después de todo, innovar requiere inversión. Invertir, a su vez,
requiere que los objetivos sean analizados en términos de probabilidad de traer buenos resultados.

Y es que esta nueva forma de trabajar permite a las empresas acercarse a otros actores
(proveedores, clientes, socios estratégicos, etc.) para alinear sus objetivos y trabajar de forma
cooperativa. La innovación abierta es un buen ejemplo de ello: a través de la gestión de la
innovación, cada vez más empresas atraen a clientes y proveedores para que participen en el
desarrollo de ideas y productos.

En consecuencia, la empresa se vuelve más flexible, ágil y capaz de crear en función de las demandas
y oportunidades del mercado.

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