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Para algunos parece una función incongruente: al fin y al cabo, ¿cómo domar y sistematizar algo
que, estando estructurado, no tiene nada? Bueno, ese es el desafío detrás de la gestión de la
innovación.
Pues bien, en la práctica, la gestión de la innovación suele estar a cargo de un profesional de RRHH.
Sin embargo, en el proceso de construcción de una estructura innovadora participan personas de
todos los sectores.
Después de todo, la innovación puede provenir de todos los actores del negocio, así como estar
dirigida a mejoras y optimizaciones internas y externas.
En 1939, el economista Joseph Schumpeter publicó un estudio que hoy se encuentra en forma de
libro, llamado “Ciclos económicos: un análisis teórico, histórico y estadístico del proceso capitalista”.
Hoy, ¿te imaginas un negocio exitoso que no se base en la innovación? La respuesta nos dice algo:
gestionar la innovación hoy es fundamental para el futuro.
La lista abarca más de cien años, desde la automatización computarizada hasta la transformación
digital. Sin embargo, el número de empresas también se ha multiplicado, creando un entorno para
una creación más rápida y una mayor densidad de productos y servicios. Así, la gestión de la
innovación surge como un proceso de sistematización del uso estratégico del desarrollo de
productos, servicios e ideas. En este sentido, el concepto implica administrar prácticas, métodos,
herramientas o incluso un departamento completo.
*fomentar la creatividad;
*entrenamiento constante;
Cabe mencionar, sin embargo, que es fundamental contar con una herramienta, como un buen ERP,
para gestionar estas actividades con el fin de mantenerlas alineadas con los objetivos del negocio.
Y es que esta nueva forma de trabajar permite a las empresas acercarse a otros actores
(proveedores, clientes, socios estratégicos, etc.) para alinear sus objetivos y trabajar de forma
cooperativa. La innovación abierta es un buen ejemplo de ello: a través de la gestión de la
innovación, cada vez más empresas atraen a clientes y proveedores para que participen en el
desarrollo de ideas y productos.
En consecuencia, la empresa se vuelve más flexible, ágil y capaz de crear en función de las demandas
y oportunidades del mercado.