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1.1 LA ANTIGÜEDAD
Prehistóricamente (Era del Paleolítico, entre los 9.000 y 6.000 años A. C), el
hombre se limitó a tomar lo que le ofrecía la naturaleza, hierbas, frutos, peces, etc., y así
satisfacía sus necesidades para la elemental subsistencia.
Con esa idea del intercambio, en sus comienzos se descartaba el ánimo de lucro,
distintivo que gobierna los actos mercantiles en la actualidad, dejando claro que su móvil
solo estaba en la satisfacción de necesidades propias a partir de excedentes de lo que ya
tenía como suficiente.
Para la época, y como corresponde explicar en este párrafo, no había moneda, de tal
manera que los productos destinados a este intercambio, debían ser fáciles de almacenar,
asignarles valor y así mismo llevarlos de un lugar a otro, tal era el caso de los metales, las
vasijas y artículos fabricados por los primitivos, los esclavos, el ganado, los productos
agrícolas no perecederos, las incipientes herramientas.
A partir de ese momento histórico, las monedas fueron apareciendo en los diferentes
lugares del mundo civilizado en ese entonces, extendiéndose inicialmente desde Persia y
luego avanzó hasta Grecia. Cada lugar era identificado aún por su moneda, pues eran
acuñadas con diferentes símbolos sobre diferentes metales (inicialmente oro y plata), y con
diferentes tamaños. Sin duda alguna, la historia reporta que la primera moneda universal,
fue el dracma, por ser la de mayor valor intrínsico.
Puede concluirse entonces, que hoy como ayer, los metales permiten fijar el precio
de las cosas a través de la unidad monetaria.
Fue así entonces como el rápido desarrollo del comercio hizo de la moneda un
elemento esencial, que permitía ser cambiado por cualquier cosa que se pretendiera
comercializar.
La evolución de la actividad mercantil permitía que cada etapa, una vez apropiada
por los pueblos y forjadora de un sin número de actividades, diera paso a la siguientes,
originada en el avance y el perfeccionamiento de los mercados, y se tiene que hasta aquí, se
trataba de un intercambio inmediato, bien fuera por bienes equivalentes o por moneda; pero
aparece la etapa en la que los bienes eran entregados en el mismo lugar y en el mismo
momento, y no así el pago, dando paso a la compraventa a crédito.
Es en eta etapa donde aparecen los títulos valores, que como veremos en este mismo
capítulo, tuvieron su aplicación, uso y negociación de diferentes maneras.
Hoy, como ayer, los títulos valores han sido la respuesta a las necesidades del
hombre de una mayor seguridad en su tráfico comercial, más agilidad en sus transacciones
y la ayuda de medios que le hagan más eficientes y seguras sus operaciones. En los inicios
de la actividad comercial no se concebía el dinamismo de las actividades mercantiles ni la
multitud de títulos valores que conocemos. Sus primeras manifestaciones se dieron con la
letra de cambio y con el cheque.
Más que la historia de los títulos valores, se hace un recuento rápido de la evolución
del derecho mercantil y sus diferentes instituciones.
1.1.1 Babilonia
1.1.2 Grecia
1.1.3 Persia
1.1.4 Egipto
En el siglo III a. C., año 331, Alejandro Magno fundó la ciudad que luego llevaría
su nombre, “Alejandría”, ubicada al norte de Egipto, sobre el delta del río Nilo, evento que
dio pie a una gran intensificación mercantil, y mucho más cuando fue construido el dique
que uniría la isla de Faro con la ciudad naciente, dotándola de un amplio puerto por el que
ingresaba toda clase de productos, desde oro hasta algodón y telas, auge que impulsó la
actividad bancaria, no solo en sus operaciones sino en el concepto de servicio, y fue así
como lo perfeccionaron y lo complementaron con elementos como la publicidad, el servicio
a los clientes y, especialmente, con los horarios extendidos que conocemos hoy, pues
atendían al público las 24 horas del día, dado el alto tráfico mercantil del río Nilo con su
correspondiente afluencia de extranjeros.
1.1.5 Roma
Ese calificativo hacía patente el desprecio profesado a los judíos por considerarlos
indignos y miserables, lo cual les generó la negativa social a desempeñar cualquier
actividad que les reportara sustento: no podían dedicarse a la agricultura ni crear empresas
ni ocupar cargos públicos; solo se les permitía ocuparse del préstamo de dinero, actividad
que, al ejercerla, les reportaba calificativos de agiotistas, aunque en muchas ocasiones no lo
eran, inclusive, les generaba pérdida de dineros que no les eran devueltos y, además, por la
condición social referida no tenían ninguna protección legal (Ravasa Moreno, 2006, pág.
23).
1.2.1 El Islamismo
Con esta situación, Europa cristiana pierde seguridad para moverse por los
corredores que le permitían desarrollar el comercio; los cristianos, entonces, se ven
obligados a dejar de lado la actividad intensa del comercio, y volver a la actividad agrícola
como fuente de subsistencia y única forma de acceder a la riqueza. Con la invasión
musulmana, entonces, se frena para Europa lo que era una creciente actividad comercial.
1.2.2 El Feudalismo
Las Cruzadas fueron expediciones militares llevadas a cabo por la Europa cristiana,
e impulsadas por el papado entre los siglos XI y XIII. Su objetivo era rescatar los Santos
Lugares que habían caído en manos de los musulmanes, y socorrer a los cristianos de
Oriente. Estas guerras se libraron entre los Estados cristianos de Europa y los musulmanes
de Asia Menor y el Mediterráneo, y tuvieron repercusiones religiosas, políticas, económicas
y sociales, pues, aunque inicialmente se pretendió recuperar a Jerusalén, también se
reactivó la actividad mercantil en el Mediterráneo, con la aparición de una nueva clase de
individuos: los comerciantes. Hoy llamados empresarios, estos nuevos comerciantes eran
hombres desprovistos de tierras que, de alguna manera, vivían al margen de la sociedad
(García - Muñoz, 2008, pág. 21); como no tenían tierra se convirtieron en comerciantes,
vendedores itinerantes que no tenían sitio fijo para asentarse. La figura empresarial se
consolida cuando en puertos y ferias confluyen los mercaderes y los artesanos, aportando
cada uno sus fortalezas, en comercialización, los primeros, y en la producción, los
segundos.
1.2.6 El crédito
A través de esta figura, que alcanzó gran desarrollo en la baja Edad Media, el
banquero de un lugar escribía una carta al banquero del lugar de destino, explicándole la
operación, y en términos rogatorios, solicitaba que hiciera el pago a la persona portadora de
la carta, escrito este que se conoció como la letra medieval.
El cimiento de esta actividad mercantil era la honorabilidad y el buen crédito del
cambista, que dio paso a lo que actualmente se valora como la fama comercial en nuestros
días.
El concepto de letra de cambio se explica así: letra, porque era una misiva o carta, y
de cambio, porque la operación inicial era la de cambio trayecticio. Hay que advertir de que
letra de cambio y cambio trayecticio no son sinónimos, que se deben diferenciar ambas
instituciones: la letra de cambio era el documento probatorio de la existencia del contrato
de cambio trayecticio. Si revisamos el nombre del título valor en la legislación colombiana
actual, encontramos que no corresponde plenamente, pues no es letra, porque no se trata de
una misiva; más bien se trata, en la mayoría de los casos, de un formato o una orden de
pago elaborada por o bajo la orientación del creador, y no es de cambio, porque su origen
está en servir de soporte para el otorgamiento de un crédito y no en un medio de pago,
aunque la misma regulación admita su utilización para satisfacción de obligaciones, en
virtud de su función económica.
1.2.10 El cheque
El origen del cheque, como lo conocemos hoy, se remonta al XIV, y nació como
respuesta a la desconfianza que se generó por la quiebra de muy importantes bancos
privados en Europa. En efecto, a partir del año 1300, son los Estados quienes se atribuyen
la función de garantía para los clientes y crean los primeros bancos centrales o de la nación,
hoy conocidos como la banca central en cada país. Con ello establecieron, casi como
obligación, que los comerciantes abrieran sus cuentas en los bancos recién creados. Los
primeros bancos estatales aparecieron en Italia: Banco Plaza de Rialto, y nacionalización
del Banco San Ambrosio de Milán; posteriormente aparecieron otros bancos estatales en
Inglaterra, Suecia y Holanda.
Las formas de pago mediante cheque fueron evolucionando hasta llegar a la forma
utilizada actualmente.
Cuando el negocio se surtía entre personas, donde una de ellas no era comerciante y,
por lo tanto, ese no comerciante no estaba obligada a tener cuenta en el banco, los bancos
debieron entregar formularios especiales que le permitieran al depositante emitir órdenes de
pago a favor del beneficiario; ese formulario se conoció como “Cedule de cartulario”,
verdadero antecedente del cheque; el primero en emitirlos fue el Banco de San Ambrosio
en Milán.
Con la revuelta ocasionada por el gobernador del Estado del Cauca, Tomás Cipriano
de Mosquera, se da paso a al sistema federalista, contenido en la Constitución de 1863
conocida como la Constitución de Rionegro, y cada Estado debía adoptar su propia
legislación.
Se destacó el Código Terrestre del Estado soberano de Panamá de 1869, cuya base
fue el Código de Comercio de Chile de 1865, redactado bajo la dirección de José Gabriel
Ocampo, cuerpo legislativo este que, a su vez, tuvo como fuentes el código francés de
Napoleón de 1807, español de 1829, y las ordenanzas de Bilbao.
La guerra civil de 1885, acaecida en los Estados Unidos de Colombia, tuvo como
consecuencias el fin de la Constitución de 1863, el regreso al sistema centralista que se
plasmó en la Constitución de 1886, y la adopción del Código de Comercio estrella, el de
Panamá, que se convirtió en el segundo Código de Comercio de nuestro país. A pesar de su
buena composición, no se desarrolló el tema del cheque y debió promulgarse la Ley 75 de
1916, que reguló el tema.
Esa Misión Kemmerer tuvo impacto en diferentes países como Colombia, Perú,
México, Guatemala, Ecuador, Chile y Filipinas, país este último en donde primero prestó su
asesoría. De América Latina estuvo primero en México y luego en Guatemala (1917 y
1919, respectivamente).
En esa primera década del siglo XX, Colombia tenía la base de su economía en el
cultivo del café y su exportación, lo cual le generaba importantes ingresos, a la vez que
estaba recibiendo buenos ingresos por renta. Esta comisión tiene especial importancia para
el país, en tanto que trajo la Ley de Instrumentos Negociables de Nueva York de 1896, que
posteriormente fue incorporada a nuestro ordenamiento mediante la Ley 46 de 1923, con
una vigencia de aproximadamente 40 años, hasta la promulgación de nuestro actual estatuto
mercantil, el Decreto 410 de marzo 26 de 1971, que entró en vigencia el 1 de enero de
1972.
El proyecto INTAL adoptado por Colombia, y contenido en el libro III, título III,
del Código de Comercio, ha sufrido reformas importantes, entre ellas, la Ley 964 de 2005
sobre mercado de valores, y la Ley 1231 de 2008 sobre factura que se apartaron de la teoría
general de los títulos valores, además del Decreto 2555 de julio 15 de 2010 sobre mercado
de inversiones.
1.4.3 UNCITRAL
Este proyecto fue redactado en árabe, chino, español, francés, inglés y ruso.
Oportuno es mencionar que cuando se aborda el tema de los títulos valores, según las
normas de Uncitral, necesariamente se debe remitir a los conceptos del derecho
internacional privado, según las citas que hace el jurista José Luis Marín Fuentes en su obra
Derecho internacional privado (Marín Fuentes, 2014, pág. 27):
– Es la rama del derecho público que tiene por objeto fijar la nacionalidad de los
individuos, determinar los derechos de que gozan los extranjeros, resolver los conflictos de
leyes referentes al nacimiento o a la extinción de los derechos y asegurar, por último, el
respeto de estos derechos.
– Ley 527 de agosto 18 de 1999, por medio de la cual se adoptó la Ley Modelo de
Comercio electrónico de UNCITRAL y a través de la cual se define y reglamenta el acceso
y uso de los mensajes de datos, del comercio electrónico y de las firmas digitales.
Para el efecto y ante esta dinámica del comercio, existen los tratados, que
básicamente son de dos clases: los que rigen las relaciones mercantiles de dos o más países
(también llamados tratados de comercio, o de libre comercio como se les conoce en
Colombia), y los que involucran a varios estados firmantes, según los cuales se obligan a
adecuar sus normas internas con el fin de dar a los instrumentos utilizados en el tratado
(títulos valores y contratos), igual tratamiento en el ámbito nacional, es decir, se busca
uniformar legislaciones para hacer más dinámica y efectivo el comercio entre esos estados
suscriptores.