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EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS TÍTULOS VALORES

1.1 LA ANTIGÜEDAD

Para abordar la evolución de los títulos valores, es necesario cuestionarnos la


evolución del derecho mercantil, es decir, cómo operaba la satisfacción de las necesidades
elementales y apremiantes del hombre desde el inicio de la humanidad.

Prehistóricamente (Era del Paleolítico, entre los 9.000 y 6.000 años A. C), el
hombre se limitó a tomar lo que le ofrecía la naturaleza, hierbas, frutos, peces, etc., y así
satisfacía sus necesidades para la elemental subsistencia.

Con el crecimiento de la población, entendió que debía proveer más y de manera


artificial, razón por la cual fue generando iniciativas nacidas de la observación del
comportamiento de la naturaleza, y fue así como tuvo los primeros inicios en la agricultura
y la caza, lo cual tuvo incidencia en su estilo de vida, en muchos centros se desvaneció el
carácter nómada de las tribus o grupos, y se tornaron más sedentarios, motivados en gran
parte por la expectativa de su producción agrícola, la cual debía ser vigilada y cuidada, y la
domesticación de algunos animales que finalmente fueron a formar sus propios ganados.

Esta evolución permitió ahondar en la forma como se ubicaron en la incipiente


historia de la humanidad, por ejemplo, podemos analizar lo ocurrido en Mesopotamia
(5.000 años A. C.), y tenemos que se partía de la necesidad inmediata de satisfacción, era
menester encontrar la manera de subsistir, razón por la cual la primera etapa se centra en
producir lo necesario y apenas suficiente, pues las mismas circunstancias del momento
histórico no permitían la conservación de productos para momentos posteriores. De ahí que
la caza fue de las primeras actividades del hombre para garantizar su subsistencia.

Cuando el hombre identificó que no todo lo que producía, lo consumía en forma


inmediata, pensó en el intercambio con otros individuos y aún con otros grupos sociales, y
aparece entonces el trueque, buscando con ello que lo sobrante fuera del interés de otros,
mientras que esos otros pudieran proveerlo de algunos productos que no tenía y que
requería como complemento para la subsistencia.

Con esa idea del intercambio, en sus comienzos se descartaba el ánimo de lucro,
distintivo que gobierna los actos mercantiles en la actualidad, dejando claro que su móvil
solo estaba en la satisfacción de necesidades propias a partir de excedentes de lo que ya
tenía como suficiente.

Como lo esboza, en su obra, el jurista mexicano Dávalos Mejía (2017), “…se


suscitó el inconveniente de que la enfrenar alguna necesidad no había sobrantes para
intercambiarlos o, si se tenían, nadie poseía los excedentes que pudieran satisfacerla” (pág.
6) 

Consecuencia de este escenario, y ante la dinámica de la época incipiente de la


organización de los grupos sociales surgidos, siguieron otras operaciones mercantiles, que
fueron desde el ejercicio de la violencia para adquirir lo faltante, hasta la compraventa bajo
sus dos modalidades, no monetaria o la monetaria, esta última también acusó la falta de
dinero, para que se abriera paso la compraventa crédito.

Es necesario entonces la comprensión de estas últimas etapas, en su concepto


básico:

Etapa de la compraventa sin moneda: se fundó en la equivalencia del valor de los


bienes, también llamada la de los bienes con valor común, según la cual no solo se trataba
de un requerimiento o utilidad común de los productos, sino también, del mismo valor, es
decir, su equivalencia ajustada. En la actualidad podemos ilustrar este concepto con el valor
de las monedas, en Colombia, por ejemplo, cuando hablamos de divisas extranjeras, dólar o
euro, nos acogemos a la TMR (tasa representativa del mercado), según la cual, el valor de
una u otra moneda, será el mismo para quien quiera llevar a cabo operaciones en ese tipo de
moneda.

Para la época, y como corresponde explicar en este párrafo, no había moneda, de tal
manera que los productos destinados a este intercambio, debían ser fáciles de almacenar,
asignarles valor y así mismo llevarlos de un lugar a otro, tal era el caso de los metales, las
vasijas y artículos fabricados por los primitivos, los esclavos, el ganado, los productos
agrícolas no perecederos, las incipientes herramientas.

Para la negociación en estos términos, era necesario el acuerdo entre los


intervinientes, en cuanto a las cantidades de uno y otro producto, objeto del intercambio,
cosa que en muchos casos se tornaba injusto, pues no era lo mismo un trabajo artesanal en
la elaboración de vasijas y artículos de diferentes materiales, que una cantidad de
alimentos, por demás perecederos y que no requerían del esfuerzo y trabajo para su
obtención, como si implicaba para el artesano, lograr la obra que era utilizada en el
intercambio.

Etapa de la compraventa con moneda: En esta etapa se hace necesario auscultar el


origen de la moneda, y es así como se tiene noticias de que las primeras formas semejantes
a la moneda, se ubican en China 1.100 años antes de Cristo, donde se encontraron
herramientas pequeñas, fabricadas en metal, con las cuales se pagaban otros productos o
artículos.
Sin embargo, y con cierto grado de certeza aportada por los historiadores, se tiene
que el origen más claro de la moneda se remonta hacia el año 680 A. C., en Lidia, territorio
que fuera adquirido e incorporado al imperio persa por Ciro el Grande, fundador de dicho
imperio. Allí aparecieron las primeras representaciones de monedas, que tenían como
distintivo su peso y sus dimensiones.

A partir de ese momento histórico, las monedas fueron apareciendo en los diferentes
lugares del mundo civilizado en ese entonces, extendiéndose inicialmente desde Persia y
luego avanzó hasta Grecia. Cada lugar era identificado aún por su moneda, pues eran
acuñadas con diferentes símbolos sobre diferentes metales (inicialmente oro y plata), y con
diferentes tamaños. Sin duda alguna, la historia reporta que la primera moneda universal,
fue el dracma, por ser la de mayor valor intrínsico.

Puede concluirse entonces, que hoy como ayer, los metales permiten fijar el precio
de las cosas a través de la unidad monetaria.

Fue así entonces como el rápido desarrollo del comercio hizo de la moneda un
elemento esencial, que permitía ser cambiado por cualquier cosa que se pretendiera
comercializar.

La evolución de la actividad mercantil permitía que cada etapa, una vez apropiada
por los pueblos y forjadora de un sin número de actividades, diera paso a la siguientes,
originada en el avance y el perfeccionamiento de los mercados, y se tiene que hasta aquí, se
trataba de un intercambio inmediato, bien fuera por bienes equivalentes o por moneda; pero
aparece la etapa en la que los bienes eran entregados en el mismo lugar y en el mismo
momento, y no así el pago, dando paso a la compraventa a crédito.

Su origen se da por diferentes razones, una de ellas la confianza depositada en el


comprador (credere), acerca de su cumplimiento estricto; otra de ellas, la aparición de la
piratería, que hacía nacer el temor a la pérdida de la moneda y de los bienes, y una tercera,
de plena vigencia en la actualidad, era que a través del crédito suponía un incremento en las
ventas, toda vez que el comprador no tendría que hacer el pago en forma inmediata.

Es en eta etapa donde aparecen los títulos valores, que como veremos en este mismo
capítulo, tuvieron su aplicación, uso y negociación de diferentes maneras.

Hoy, como ayer, los títulos valores han sido la respuesta a las necesidades del
hombre de una mayor seguridad en su tráfico comercial, más agilidad en sus transacciones
y la ayuda de medios que le hagan más eficientes y seguras sus operaciones. En los inicios
de la actividad comercial no se concebía el dinamismo de las actividades mercantiles ni la
multitud de títulos valores que conocemos. Sus primeras manifestaciones se dieron con la
letra de cambio y con el cheque.
Más que la historia de los títulos valores, se hace un recuento rápido de la evolución
del derecho mercantil y sus diferentes instituciones.

1.1.1 Babilonia

En los inicios de la actividad mercantil, específicamente en Babilonia, aparece la


institución de los banqueros. Allí los templos cumplían funciones políticas, religiosas y
económicas (Ravasa Moreno, 2006, pág. 23), según lo preceptuado en el Código de
Hammurabi (1792 - 1750 a. C.). Esa normativa establecía diferencias en el cobro de
intereses: con tasas anuales de 33 % para contratos civiles; 20 % para contratos comerciales
o mercantiles, y 12 % anual para préstamos especiales. De ahí que, en sus funciones
económicas, los templos fueran considerados montes de piedad, por su orientación
eminentemente social, que estaba dirigida a otorgar préstamos a personas de condiciones
especiales, como aquellas que, siendo prisioneros de guerra o esclavos, buscaban comprar
su libertad; en esos eventos llegaron hasta a eximirlos del pago de intereses. Hoy día la
situación es completamente diferente, pues los negocios mercantiles son los más gravosos
en materia de rendimiento del dinero, precisamente por ser esa la razón de su actividad, y se
proyectan incentivos en tasas de interés más bajas, pero como medio de competencia entre
los establecimientos bancarios.

1.1.2 Grecia

En Grecia aparece la figura de los cambistas, quienes tenían como principales


actividades el cambio de monedas o lingotes, y el préstamo de dinero. A los cambistas se
les conocía como “trapecitas”, del antiguo griego “trapeza” o mesa de trabajo, detrás de la
cual se ubicaban los comerciantes en sus transacciones.

Con el nombre de cambistas, se designaba a las personas particulares, templos,


sociedades y aún ciudades. En esas actividades se tenía como retribución el pago de
comisión que consistía en un recargo al efectuar el cambio o en el cobro de intereses,
dependiendo del momento sociopolítico que se viviera cuando era otorgado el crédito; fue
así como diferenciaron la tasa entre tiempo de guerra y tiempo de paz, imponiendo al
primero más del doble de la tasa del tiempo de paz.

Históricamente, a Grecia se le reconoce como pionero de la contabilidad; fue allí


donde primero llevaron el sistema de anotación en cuenta, debido a que por la gran
actividad mercantil y de la agricultura, se hizo necesario un sistema contable; fue así como
surgieron las primeras manifestaciones de asientos contables, como respuesta a la necesidad
de los comerciantes de llevar un registro de sus transacciones y poder conocer en un
momento determinado cuál había sido el comportamiento de las mismas y cuáles sus
resultados, práctica que posteriormente fue adoptada en Roma, donde se hizo costumbre
llevar un libro de caja “Codex accepti er expensi” y un libro diario llamado “adversaria
(Garrigues, 1987, pág. 3).

1.1.3 Persia

En Persia aparece el concepto de “garantía real”, y al préstamo con interés le


introducen una nueva modalidad, que consistía en tomar las tierras para su explotación y a
los esclavos para su servicio, con la contraprestación de que, al vencimiento del plazo, si el
dinero no era devuelto, el prestamista se hacía dueño de las tierras o de los esclavos dados
en garantía, con el inconveniente de no poder establecer, en forma precisa, la equivalencia
entre una prestación y otra.

Los persas fueron los primeros en entender el tema de la inflación y trataron de


contrarrestar sus efectos aplicando escalas de interés con ese fin; empezaron por tasas del
10 %, hasta el 50 % como una forma de contrarrestar la pérdida del poder adquisitivo del
dinero que conocemos en nuestros días, como concepto de inflación.

Igualmente, se les reconoce haber diseñado la modalidad de crédito que hoy


conocemos como “préstamos de libre inversión”, según el cual, quien era beneficiario del
mismo le podría dar cualquier destinación y, en consecuencia, lo otorgaban para cualquier
negocio existente en el momento histórico.

1.1.4 Egipto

En el siglo III a. C., año 331, Alejandro Magno fundó la ciudad que luego llevaría
su nombre, “Alejandría”, ubicada al norte de Egipto, sobre el delta del río Nilo, evento que
dio pie a una gran intensificación mercantil, y mucho más cuando fue construido el dique
que uniría la isla de Faro con la ciudad naciente, dotándola de un amplio puerto por el que
ingresaba toda clase de productos, desde oro hasta algodón y telas, auge que impulsó la
actividad bancaria, no solo en sus operaciones sino en el concepto de servicio, y fue así
como lo perfeccionaron y lo complementaron con elementos como la publicidad, el servicio
a los clientes y, especialmente, con los horarios extendidos que conocemos hoy, pues
atendían al público las 24 horas del día, dado el alto tráfico mercantil del río Nilo con su
correspondiente afluencia de extranjeros.

1.1.5 Roma

Dado el tamaño del imperio y las necesidades mercantiles en la cuenca del


Mediterráneo, los romanos desarrollaron el concepto de sociedades, determinadas por lo
que hoy conocemos como la especificidad del objeto social, y fue así como implementaron
diferentes tipos societarios, según la actividad a desarrollar, en las cuales varias personas
aportaban valores para la realización de diferentes operaciones que iban desde la
comercialización de esclavos, trigo, aceite y vino, todas ellas ejecutadas por artesanos y
mercaderes, hasta la especializada actividad de los banqueros, que iniciaron sus
operaciones como las llamadas “societatis vectigalium publicorum” (Garrigues, 1987, pág.
105), conformadas por personas que se dedicaban al cambio de moneda y al préstamo de
dinero con interés, que fueron evolucionando y dando origen a los tipos societarios que hoy
conocemos. Como se verá, posteriormente, en la Edad Media estas actividades se
perfeccionan bajo la figura de la commenda que incluía la participación de un capitalista
(commendator) y un negociante (tractator), a quien le entregaban mercancías para la venta
o dinero para la adquisición de otras, figura que en la actualidad corresponde a cuentas en
participación o a la sociedad en comandita.

A pesar de su intensa actividad mercantil, la gran demanda de su creciente


población y la llegada de bienes desde sus colonias, no fueron los romanos quienes
lideraron el derecho comercial, pues sus juristas se abstuvieron de regular tal actividad al
considerar como fundamental solo la agricultura, y como vil, la actividad comercial, que se
practicaba por hombres osados y ávidos de riquezas que les implicaban peligros y muchas
desventajas (García - Muñoz, 2008, pág. 8). Ante tal desprecio por la actividad mercantil,
los juristas romanos optaron, en cambio, por adaptar, de manera excepcional, algunas
normas civiles para poder aplicarlas en asuntos mercantiles.

Es importante recordar que el comercio lo llevaban a cabo los esclavos y los


extranjeros, no considerados estos últimos como iguales a los romanos, y por ello siempre
estuvieron en posición de subordinación.

1.1.6 Pueblo Judío

Acaecida la muerte de Jesucristo, la persecución a los cristianos se mantuvo hasta el


año 313 d. C. cuando el emperador Constantino promulgó el “Edicto de Milán” , que hoy es
considerado como antecedente de la libertad de cultos que mantienen las constituciones de
estirpe democrática, en virtud del cual cesaba la persecución a quienes profesaban la
religión cristiana y les permitía realizar sus cultos; adicionalmente, se devolvieron los
bienes eclesiásticos, se reconoció el clero de los cristianos y aun se les dio participación en
la administración del imperio.

A partir de ese momento la convivencia de cristianos y judíos complicó la situación


de los segundos, quienes fueron calificados de “deicidas” (asesinos de Dios).

Ese calificativo hacía patente el desprecio profesado a los judíos por considerarlos
indignos y miserables, lo cual les generó la negativa social a desempeñar cualquier
actividad que les reportara sustento: no podían dedicarse a la agricultura ni crear empresas
ni ocupar cargos públicos; solo se les permitía ocuparse del préstamo de dinero, actividad
que, al ejercerla, les reportaba calificativos de agiotistas, aunque en muchas ocasiones no lo
eran, inclusive, les generaba pérdida de dineros que no les eran devueltos y, además, por la
condición social referida no tenían ninguna protección legal (Ravasa Moreno, 2006, pág.
23).

La actividad de la banca así concebida estuvo casi exclusivamente en manos de los


judíos durante la Edad Media, que como ha sido identificado históricamente, fue el período
de la humanidad, enmarcado por la caída del Imperio romano en el siglo V y por el
descubrimiento de América en el siglo XV (1492).

1.2 LA EDAD MEDIA

La Edad Media es el período histórico en la historia de la humanidad que tiene


como extremos los siglos V y XV, y según los historiadores, coinciden en afirmar que esos
extremos son la caída del Imperio Romano de Occidente como su inició y la caída de
Constantinopla (1.453) como su culminación, coincidiendo otros en que su finalización se
da con el descubrimiento de América en 1492.

1.2.1 El Islamismo

El islamismo es la religión fundada por Mahoma. La filosofía de Mahoma está


recogida en el Corán, que compendia temas religiosos, políticos y jurídicos. Islam significa
“sumisión a Dios”.

Con la expansión del islamismo y su llegada a Europa, se genera el enfrentamiento


entre cristianos y musulmanes, nombre este último dado a los seguidores del islam, quienes
asumen que deben aniquilar a los cristianos con el propósito de apoderase del
Mediterráneo.

Con esta situación, Europa cristiana pierde seguridad para moverse por los
corredores que le permitían desarrollar el comercio; los cristianos, entonces, se ven
obligados a dejar de lado la actividad intensa del comercio, y volver a la actividad agrícola
como fuente de subsistencia y única forma de acceder a la riqueza. Con la invasión
musulmana, entonces, se frena para Europa lo que era una creciente actividad comercial.

1.2.2 El Feudalismo

La reactivación de la actividad agrícola dio pie al nacimiento del feudalismo. Todos


los ciudadanos, sin distinción, vivían directa o indirectamente de la tierra, como medio para
mejorar la productividad y garantizar el autoabastecimiento. Se recurrió entonces a la
parcelación de los latifundios (extensiones de tierra pertenecientes a un solo dueño) en
feudos, porciones de tierra que eran entregadas por el señor a los arrendatarios, militares,
esclavos, libertos y colonos, a cambio de bienes en especie y otras prestaciones; este
sistema se mantuvo entre el siglo V y el X, momento en el cual bajó la productividad, como
consecuencias de las limitaciones que tenían los mercaderes y los artesanos, y
contradictoriamente se disparó el crecimiento de la población. Con el arrendamiento de los
pequeños feudos, se incentivó la productividad, pues quienes tomaban tierra en
arrendamiento tenían, además de su propio interés, la obligación de rendir cuentas al señor
feudal.

1.2.3 Las Cruzadas

Las Cruzadas fueron expediciones militares llevadas a cabo por la Europa cristiana,
e impulsadas por el papado entre los siglos XI y XIII. Su objetivo era rescatar los Santos
Lugares que habían caído en manos de los musulmanes, y socorrer a los cristianos de
Oriente. Estas guerras se libraron entre los Estados cristianos de Europa y los musulmanes
de Asia Menor y el Mediterráneo, y tuvieron repercusiones religiosas, políticas, económicas
y sociales, pues, aunque inicialmente se pretendió recuperar a Jerusalén, también se
reactivó la actividad mercantil en el Mediterráneo, con la aparición de una nueva clase de
individuos: los comerciantes. Hoy llamados empresarios, estos nuevos comerciantes eran
hombres desprovistos de tierras que, de alguna manera, vivían al margen de la sociedad
(García - Muñoz, 2008, pág. 21); como no tenían tierra se convirtieron en comerciantes,
vendedores itinerantes que no tenían sitio fijo para asentarse. La figura empresarial se
consolida cuando en puertos y ferias confluyen los mercaderes y los artesanos, aportando
cada uno sus fortalezas, en comercialización, los primeros, y en la producción, los
segundos.

Por esta época se prohíbe el cobro de intereses (que se sostuvo desde la


Antigüedad), debido a la influencia de la Iglesia que tiene plena identificación con el
pensamiento de Aristóteles para quien el dinero es estéril y, por lo tanto, no se justifica el
interés. La Iglesia siempre ve mal a los comerciantes. “Del extraño podrás exigir interés,
mas, de tu hermano no lo exigirás…” (Deuteronomio 23, 20). “Cuando prestares dinero a
uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portarás con él como logrero, ni le
impondrás usura” (Éxodo 22, 25).

1.2.4 Las ferias y el cambio de moneda

Con la reactivación del comercio, como consecuencia de las Cruzadas, se


organizaron los centros económicos, especialmente en el Mediterráneo, donde confluían
mercaderes y artesanos, organizando las ciudades en grandes concentraciones periódicas
acordadas por ellos mismos y en diferentes ciudades, fenómeno que se conoció como
“Ferias” y que hoy conserva su significado; era común, en estas reuniones, la concurrencia
de muchos tipos de monedas, dependiendo de las regiones que se hacían presentes y,
asimismo, eran su nombre, el peso y la calidad del metal de fabricación.

1.2.5 Operaciones de cambio


En el período comprendido entre los siglos X y XV –Baja Edad Media–, la
coyuntura económica que significó la reactivación de la actividad mercantil revivió el
cambio de moneda a través de comerciantes dedicados específicamente a ello y que se
conocieron como CAMPSORES, y quienes tenían el cobro de una comisión, como fuente
lucrativa de su actividad.

Esta modalidad de cambio, también conocida como el cambio manual, se


caracterizó por que se realizaba en el mismo sitio y de manera simultánea, es decir, no
implicaba desplazamiento del interesado, ni el transcurso del tiempo en la operación. Para
el ejercicio de su actividad, los campsores se ubicaban en mesas alargadas, en sitios de fácil
acceso para los comerciantes, al estilo de los vendedores ambulantes actuales, provistos de
elementos indispensables para la operación: ácidos para el análisis del metal, balanzas para
la verificación del peso, y, por supuesto, las equivalencias en monedas para los cambios
solicitados. Por la disposición física y de lugar para el ejercicio de su actividad, merecieron
el nombre de “banqueros”.

La actividad de cambio descrita en el párrafo anterior se perfecciona y adopta una


nueva modalidad, CAMBIO TRAYECTICIO que, a diferencia del manual, se caracteriza
en que se lleva a cabo entre dos sitios distintos; en consecuencia, era necesario el transcurrir
de un tiempo prudencial para la operación; esta modalidad se erige en el antecedente
histórico de la función económica que hoy conocemos, propia de los títulos valores.

Estos campsores, en razón de su actividad, se especializaron en la seguridad del


dinero que recibían y así proyectaron ese mensaje al público, que finalmente fue seducido y
optó por entregar su dinero a estos banqueros con fines, especialmente, de custodia,
obteniendo, a cambio del dinero entregado, recibos de depósitos, emitidos por los
banqueros y que circulaban como billetes.

1.2.6 El crédito

Como se anunció en la introducción a la evolución de los títulos valores, la


operación de cambio de moneda se considera como el origen del crédito, no solo en la
compraventa a crédito, donde la entrega de los productos era inmediata, pero no así el pago
por parte del comprador, también se manifestó cuando los depositantes no reclamaban
inmediatamente su dinero; le daban, en cambio, la posibilidad al banquero de prestarlo a
interés, y es ahí donde se encuentra el antecedente histórico del que hoy se reconoce como
el negocio principal de los bancos: depósitos irregulares de dinero, esto es, “recibir
depósitos monetarios de sus clientes, en propiedad, con la posibilidad de disponer de los
mismos y obtener de su colocación el lucro indispensable para pagar la remuneración que
originen y los costos de su administración” (Rodríguez Azuero, 2004, pág. 292).
En la época que se referencia, se presentaron situaciones para los banqueros en las
cuales les era imposible devolver el dinero depositado por sus clientes, debido al
incumplimiento de sus acreedores. Esta circunstancia era puesta en conocimiento del
público, en la plaza principal: el ritual consistía en esgrimir un hacha con la cual se rompía
el banco o la mesa en la cual se llevaban a cabo las operaciones, como señal inequívoca de
la situación de insolvencia. De ahí la expresión “banca rota” o “quiebra”. En la actualidad
se habla de cesación de pagos, proceso de reorganización o liquidación obligatoria.

La actividad de crédito adquirió diversas categorías, dependiendo de quién la


desarrollaba: campsores, si se trataba de personas naturales; banqueros, cuando estaba a
cargo de familias, y Bancos, cuando la actividad se desarrollaba bajo la figura corporativa
de una sociedad.

1.2.7 Letra de cambio

A pesar de que se ha considerado que su primera manifestación son las tablillas de


barro halladas en Babilonia, y que contenían inscripciones sobre obligaciones de pago, fue
el contrato de cambio trayecticio, que se explica a continuación, el antecedente más
completo de este título valor.

Durante la Edad Media, paralelo a la reactivación del comercio, la aparición de las


ferias, la diversidad de monedas y la incursión de los banqueros, se incrementaron los
peligros en los caminos y en el tráfico marítimo, debido a asaltantes que por allí asechaban;
esta situación tuvo como respuesta que los banqueros hicieran acuerdos con otros
campsores residentes en diferentes lugares, pero pertenecientes a destinos comunes en el
tráfico mercantil, dando lugar a lo que hoy se conoce como corresponsales, referenciados
en el cheque viajero (artículo 746 a 750 del C. Co.), con el fin de garantizar el pago de un
dinero, en un lugar distante, no obstante haber sido depositado en otro. Esta operación se
complementó con crédito otorgado a mercaderes que lo necesitaban.

La operación se conoce como cambio trayecticio: cambio porque se cambiaban


monedas por otras, teniendo en cuenta la diferencia de valores entre unas y otras; y
trayecticio porque el cambio no se realizaba en el mismo sitio, ni simultáneamente, sino
que implicaba un desplazamiento, un trayecto, realizar un viaje y un lapso de tiempo para la
ejecución de la transacción; se hablaba entonces de comarcas, no siempre con distancias
cortas, a veces, considerables, y de esa ubicación dependía el costo del contrato.

A través de esta figura, que alcanzó gran desarrollo en la baja Edad Media, el
banquero de un lugar escribía una carta al banquero del lugar de destino, explicándole la
operación, y en términos rogatorios, solicitaba que hiciera el pago a la persona portadora de
la carta, escrito este que se conoció como la letra medieval.
El cimiento de esta actividad mercantil era la honorabilidad y el buen crédito del
cambista, que dio paso a lo que actualmente se valora como la fama comercial en nuestros
días.

1.2.8 La carta notarial

Inicialmente estas cartas tenían carácter notarial, pues se trataba de un


reconocimiento por parte del banquero, de haber recibido dinero, con la promesa de
devolverlo en la plaza mercantil determinada por el depositante (Garrigues, 1987, pág.
130), lo que constituye el antecedente económico y jurídico de la letra de cambio que
conocemos hoy.

1.2.9 La carta personal

Los banqueros y demás comerciantes, que ya sabían leer y escribir, prescindieron


del trámite notarial o escribano, y ellos mismos elaboraban una carta privada dirigida al
corresponsal mandatario para que efectuara el pago a su remitente, generalmente quien
portaba el documento, y cuando este aceptaba, se comprometía personalmente. Así, la carta
personal se convirtió en el auténtico antecedente de la estructura jurídica de la letra de
cambio, como es conocida en la actualidad.

El concepto de letra de cambio se explica así: letra, porque era una misiva o carta, y
de cambio, porque la operación inicial era la de cambio trayecticio. Hay que advertir de que
letra de cambio y cambio trayecticio no son sinónimos, que se deben diferenciar ambas
instituciones: la letra de cambio era el documento probatorio de la existencia del contrato
de cambio trayecticio. Si revisamos el nombre del título valor en la legislación colombiana
actual, encontramos que no corresponde plenamente, pues no es letra, porque no se trata de
una misiva; más bien se trata, en la mayoría de los casos, de un formato o una orden de
pago elaborada por o bajo la orientación del creador, y no es de cambio, porque su origen
está en servir de soporte para el otorgamiento de un crédito y no en un medio de pago,
aunque la misma regulación admita su utilización para satisfacción de obligaciones, en
virtud de su función económica.

1.2.10 El cheque

El origen del cheque, como lo conocemos hoy, se remonta al XIV, y nació como
respuesta a la desconfianza que se generó por la quiebra de muy importantes bancos
privados en Europa. En efecto, a partir del año 1300, son los Estados quienes se atribuyen
la función de garantía para los clientes y crean los primeros bancos centrales o de la nación,
hoy conocidos como la banca central en cada país. Con ello establecieron, casi como
obligación, que los comerciantes abrieran sus cuentas en los bancos recién creados. Los
primeros bancos estatales aparecieron en Italia: Banco Plaza de Rialto, y nacionalización
del Banco San Ambrosio de Milán; posteriormente aparecieron otros bancos estatales en
Inglaterra, Suecia y Holanda.

Las formas de pago mediante cheque fueron evolucionando hasta llegar a la forma
utilizada actualmente.

En los siglos XV y XVI, y dado el avance en el tráfico mercantil, se diferenciaron


las formas de utilización del cheque como medio de pago: (i) cuando ambas partes tenían
cuenta en el mismo banco se denominaba acuerdo de transferencia, esto es, mediante
acuerdo entre las partes, solicitaban al banco que tomara el importe del pago de una cuenta
y lo pusiera a disposición del acreedor, lo que constituye una manifestación actual del
cheque para abono en cuenta; (ii) mandato de transferencia, esto es, simplificación del
procedimiento anterior en virtud del cual, quien debía efectuar el pago ordenaba al banco
depositario que realizara el asiento contable de transferencia de fondos en la cuenta del
acreedor.

Cuando el negocio se surtía entre personas, donde una de ellas no era comerciante y,
por lo tanto, ese no comerciante no estaba obligada a tener cuenta en el banco, los bancos
debieron entregar formularios especiales que le permitieran al depositante emitir órdenes de
pago a favor del beneficiario; ese formulario se conoció como “Cedule de cartulario”,
verdadero antecedente del cheque; el primero en emitirlos fue el Banco de San Ambrosio
en Milán.

1.3 LA EDAD MODERNA

Como se concibe actualmente, el cheque tuvo sus más claros antecedentes en la


legislación holandesa de 1839, que los denominó como “Papel de caja”; posteriormente se
adhirieron la legislación francesa, la belga y la inglesa. Esta última, en el año de 1882,
acuñó el nombre de “letra de cambio a la vista girada sobre un banquero”. La influencia
inglesa en la utilización del cheque ha sido de gran impacto en nuestra legislación, y fue así
como ese concepto fue adoptado mediante la Ley 46 de 1923 (introductoria de la Ley de
Instrumentos Negociables de New York) (Ravasa Moreno, 2006, pág. 53).

1.4 EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS TÍTULOS VALORES EN COLOMBIA

En materia de títulos valores, la primera legislación aplicada fue la contenida en las


ordenanzas de Bilbao, conocidas por primera vez en 1494 durante el reinado de Fernando e
Isabel, los Reyes Católicos, y reformadas en varias oportunidades hasta 1737, cuando se
identificaron como las Nuevas Ordenanzas de Bilbao; estas reformas estaban presionadas
por la evolución misma de la civilización y la proliferación de actos mercantiles que así lo
exigían.
El primer concepto de significación en estas ordenanzas fue la solidaridad entre los
firmantes de los títulos valores.

Las ordenanzas de Bilbao estuvieron vigentes en Colombia hasta 1853 cuando se


expide el primer Código de Comercio, inspirado en el Código de Comercio español de
1829, que sirvió de puente para que a nuestra patria llegara el Código francés de 1807.

Con la revuelta ocasionada por el gobernador del Estado del Cauca, Tomás Cipriano
de Mosquera, se da paso a al sistema federalista, contenido en la Constitución de 1863
conocida como la Constitución de Rionegro, y cada Estado debía adoptar su propia
legislación.

Se destacó el Código Terrestre del Estado soberano de Panamá de 1869, cuya base
fue el Código de Comercio de Chile de 1865, redactado bajo la dirección de José Gabriel
Ocampo, cuerpo legislativo este que, a su vez, tuvo como fuentes el código francés de
Napoleón de 1807, español de 1829, y las ordenanzas de Bilbao.

La guerra civil de 1885, acaecida en los Estados Unidos de Colombia, tuvo como
consecuencias el fin de la Constitución de 1863, el regreso al sistema centralista que se
plasmó en la Constitución de 1886, y la adopción del Código de Comercio estrella, el de
Panamá, que se convirtió en el segundo Código de Comercio de nuestro país. A pesar de su
buena composición, no se desarrolló el tema del cheque y debió promulgarse la Ley 75 de
1916, que reguló el tema.

1.4.1 Misión Kemmerer

Durante el mandato del presidente Pedro Nel Ospina, en el período comprendido


entre los años 1922 y 1926, y con el beneplácito del Congreso de la República, fue
contratada, y efectivamente llegó al país, una misión norteamericana para asesorar al
Estado en asuntos económicos, financieros y tributarios, dirigida por Edwin Walter
Kemmerer (1875 - 1945), conocido como el “Money doctor”, profesor de Economía de
diferentes universidades en Estados Unidos, conocedor de la figura de la inflación como
nadie en ese momento, gran estudioso de la política monetaria, lo que le sirvió para ser
requerido por varios países para que los asesorara en materia financiera, asesoría que tuvo
importante injerencia en i) asuntos financieros, (ii) comercio exterior y aspectos
cambiarios, que generaran confianza entre los inversionistas, y (iii) asesoría en el sector
financiero.

Esa Misión Kemmerer tuvo impacto en diferentes países como Colombia, Perú,
México, Guatemala, Ecuador, Chile y Filipinas, país este último en donde primero prestó su
asesoría. De América Latina estuvo primero en México y luego en Guatemala (1917 y
1919, respectivamente).
En esa primera década del siglo XX, Colombia tenía la base de su economía en el
cultivo del café y su exportación, lo cual le generaba importantes ingresos, a la vez que
estaba recibiendo buenos ingresos por renta. Esta comisión tiene especial importancia para
el país, en tanto que trajo la Ley de Instrumentos Negociables de Nueva York de 1896, que
posteriormente fue incorporada a nuestro ordenamiento mediante la Ley 46 de 1923, con
una vigencia de aproximadamente 40 años, hasta la promulgación de nuestro actual estatuto
mercantil, el Decreto 410 de marzo 26 de 1971, que entró en vigencia el 1 de enero de
1972.

1.4.1.1 Aspectos positivos de la Misión Kemmerer

– Creación del Banco de la República en 1923, mediante la Ley 25 de ese año.


– Organización del sistema bancario, Ley 45 de 1923.
– La regulación introducida se considera el primer cuerpo normativo organizado.
– Introdujo principios inspiradores del derecho anglosajón y alemán, en materia
de títulos valores.

1.4.1.2 Aspectos criticados a la Misión Kemmerer

– Dificultades propias de la integración de dos sistemas jurídicos: romanista y


anglosajón.
– En razón de la época, se presentaron errores en la traducción del inglés al
español.
– Falta de técnica jurídica, en razón de los errores de traducción.

1.4.2 Proyecto INTAL

El movimiento integracionista de la región estuvo precedido por la acción de la


CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), la creación de la ALALC
(Asociación Latinoamericana de Libre Comercio), pero fue el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) la entidad que lideró la creación de una institución que conciliara las
diferencias en los regímenes políticos y democráticos, el desarrollo institucional, los niveles
tecnológicos, los sistemas empresariales que eran diferentes entre los países de la región y
con relación a la comunidad europea, y fue así como en diciembre 3 de 1964, mediante
Resolución del Directorio Ejecutivo del BID, nació el INSTITUTO PARA LA
INTEGRACIÓN DE AMÉRICA LATINA “INTAL”, aunque sus actividades en pleno se
inauguraron en agosto 25 de 1965, sostenido con aportes del BID y de los países miembros.
Su propósito principal fue impulsar el desarrollo económico de los países de la región, en
forma individual y como ente colectivo.

En cumplimiento de su propósito, se planteó la unificación de las legislaciones de la


región, en materia de títulos valores, y fue así como el Parlamento Latinoamericano
encomendó tal tarea al “INTAL”, organismo especializado del BID, bajo la dirección del
jurista mejicano Raúl Cervantes Ahumada.

Este proyecto ya era de todo el interés del Instituto Centroamericano de Derecho


Comparado, donde se había presentado un trabajo similar para los países miembros del
Mercado Común Centroamericano.

Efectivamente el trabajo encomendado al INTAL se llevó a cabo y fue presentado al


Congreso de Juristas Latinoamericano, reunido en Buenos Aires, en octubre de 1966, donde
actuaron, como veedores y analistas, profesores de varios países latinoamericanos y
representantes de los bancos centrales de los países de la región, invitados especialmente
para este evento. Luego de cuidadosa revisión, el texto fue aprobado con el nombre de
Proyecto Uniforme de Títulos Valores para América Latina, más conocido como
PROYECTO INTAL, para que fuera implementado completamente en los distintos países
de la región.

El Gobierno colombiano ya había presentado un proyecto de Código de Comercio


ante el Senado en el año 1958 y, con ocasión del PROYECTO INTAL, nombró una
comisión revisora que contó con la participación de juristas como Efrén Ossa, José Gabino
Pinzón, Víctor Cock, Álvaro Pérez Vives, Gabriel Escobar Sanín, comisión que se dividió
en dos posiciones: una que pretendía la actualización y adaptación de la Ley 46 de 1923, y
la otra, con ideas de renovación, que pretendía un nuevo sistema legislativo común a la
región y, por lo tanto, defendía el PROYECTO INTAL. Esas diferencias se evidenciaron en
puntos sobre títulos valores que aún en nuestros días son objeto de discusión.

Colombia fue el primer país en adoptar el Proyecto IINTAL. El Decreto 410 de


marzo 27 de 1971 que entró en vigencia en enero de 1972 recoge esa unificación.

El proyecto INTAL adoptado por Colombia, y contenido en el libro III, título III,
del Código de Comercio, ha sufrido reformas importantes, entre ellas, la Ley 964 de 2005
sobre mercado de valores, y la Ley 1231 de 2008 sobre factura que se apartaron de la teoría
general de los títulos valores, además del Decreto 2555 de julio 15 de 2010 sobre mercado
de inversiones.

1.4.3 UNCITRAL

El 17 de diciembre de 1966 la Asamblea General de las Naciones Unidas creó la


comisión de las Naciones Unidas para Derecho Mercantil Internacional “UNCITRAL”,
comisión que aprobó el proyecto sobre letras de cambio y pagarés internacionales, en 1987,
y dejó obsoleto el PROYECTO INTAL en materia de letras y pagarés, porque este tiene
vocación regional, mientras que UNCITRAL es universal. UNCITRAL se puede aplicar en
Colombia de acuerdo con el artículo 7 del Código de Comercio (Ravasa Moreno, 2006,
pág. 75).

Este proyecto fue redactado en árabe, chino, español, francés, inglés y ruso.
Oportuno es mencionar que cuando se aborda el tema de los títulos valores, según las
normas de Uncitral, necesariamente se debe remitir a los conceptos del derecho
internacional privado, según las citas que hace el jurista José Luis Marín Fuentes en su obra
Derecho internacional privado (Marín Fuentes, 2014, pág. 27):

– Es la rama del derecho público que tiene por objeto fijar la nacionalidad de los
individuos, determinar los derechos de que gozan los extranjeros, resolver los conflictos de
leyes referentes al nacimiento o a la extinción de los derechos y asegurar, por último, el
respeto de estos derechos.

– El derecho internacional, como el derecho nacional, tiene en cuenta dos


elementos: el individual y el social, el individuo y el Estado. El derecho internacional
privado regula las relaciones de los individuos de un Estado con los de otros o con los
Estados extranjeros.

– Es aquel sector del ordenamiento jurídico de cada Estado que se ocupa de la


regulación jurídica de las situaciones privadas internacionales. La función del derecho
internacional privado es proporcionar soluciones a tales situaciones con arreglo a los
criterios de justicia propios de la legislación estatal.

En consecuencia, se tendrá en cuenta la normativa que en la materia se haya


promulgado en Colombia, así:

– La Ley 33 de diciembre 30 de 1992, aprobatoria del “Tratado del Derecho Civil


Internacional y el Tratado de Derecho Comercial Internacional” firmado en Montevideo el
12 de febrero de 1989, en especial el título IX “De las letras de cambio”.

– Ley 42 de septiembre 17 de 1986, aprobatoria de la “Convención Interamericana


sobre cumplimiento de medidas cautelares”, celebrada en Montevideo en mayo de 1979.

– Ley 527 de agosto 18 de 1999, por medio de la cual se adoptó la Ley Modelo de
Comercio electrónico de UNCITRAL y a través de la cual se define y reglamenta el acceso
y uso de los mensajes de datos, del comercio electrónico y de las firmas digitales.

– Decreto 2364 de noviembre 22 de 2012, por medio del cual se reglamenta el


artículo 7.° de la Ley 527 de 1999, sobre la firma electrónica y se dictan otras
disposiciones.
- Decreto Nacional 333 de febrero 19 de 2014, que establece el régimen de
acreditación de las entidades de certificación, en desarrollo de lo previsto en el artículo 160
del Decreto-ley 19 de 2012.

Esta normativa recoge instituciones de uso permanente en la actualidad como es la


Compraventa internacional: como resultado de la globalización, donde los estados ya no
tienen un comercio doméstico, le apuestan a la participación en el mercado global, donde
podrán ofrecer sus productos y acceder a aquellos que requieren para su dinámica interna.

Para el efecto y ante esta dinámica del comercio, existen los tratados, que
básicamente son de dos clases: los que rigen las relaciones mercantiles de dos o más países
(también llamados tratados de comercio, o de libre comercio como se les conoce en
Colombia), y los que involucran a varios estados firmantes, según los cuales se obligan a
adecuar sus normas internas con el fin de dar a los instrumentos utilizados en el tratado
(títulos valores y contratos), igual tratamiento en el ámbito nacional, es decir, se busca
uniformar legislaciones para hacer más dinámica y efectivo el comercio entre esos estados
suscriptores.

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