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El autor cuenta cómo antes de internet se enviaban tarjetas postales impresas con imágenes y un texto escrito al dorso para comunicarse a distancia, un proceso que tomaba mucho tiempo a medida que la tarjeta era entregada de cartero en cartero. Explica esto a su nieta que no puede creer que antes no se podían enviar fotos instantáneamente como ahora con dispositivos móviles.
El autor cuenta cómo antes de internet se enviaban tarjetas postales impresas con imágenes y un texto escrito al dorso para comunicarse a distancia, un proceso que tomaba mucho tiempo a medida que la tarjeta era entregada de cartero en cartero. Explica esto a su nieta que no puede creer que antes no se podían enviar fotos instantáneamente como ahora con dispositivos móviles.
El autor cuenta cómo antes de internet se enviaban tarjetas postales impresas con imágenes y un texto escrito al dorso para comunicarse a distancia, un proceso que tomaba mucho tiempo a medida que la tarjeta era entregada de cartero en cartero. Explica esto a su nieta que no puede creer que antes no se podían enviar fotos instantáneamente como ahora con dispositivos móviles.
Mi nieta me pregunta cómo hacíamos (los viejos) para enviar emails antes de que existiese
internet. He contestado que a su edad nosotros no disponíamos de correo electrónico
propiamente, pero que lo suplíamos con otros sistemas. Por ejemplo nos valíamos de una cosa que llamábamos «tarjetas postales». Un fotógrafo sacaba una foto de un paisaje o de un monumento, revelaba la película y ampliaba el negativo seleccionado. Luego un editor la imprimía y la comercializaba. Los usuarios comprábamos esa postal en un kiosco, eligiendo la imagen que más se ajustaba al contenido que deseábamos transmitir, y escribíamos un texto en el dorso. Luego nos procurábamos un sello en una oficina de Correos y la echábamos en un buzón. Un cartero se la pasaba a otro cartero, y éste a otro y así sucesivamente, hasta que se entregaba en la dirección del destinatario. El lapso de tiempo y el esfuerzo requerido se dilataban inconmensurablemente. Pero mi nieta me escuchaba con incredulidad, convencida de que le estaba tomando el pelo. Ella dispone de una tableta rudimentaria, saca fotos y acto seguido las envía a quien quiere, que las recibe al momento. Todo en un pispás y sin ningún esfuerzo. Y lo más importante: confeccionando el contenido visual –la foto–exactamente a medida del mensaje que desea transmitir.
Se convierten en metáforas recurrentes de la realidad representada como información
La producción de contenidos y su publicación ahora se consideran un derecho para cualquier
persona con acceso a la tecnología, al mismo tiempo que se ignoran los filtros convencionales del proceso editorial. Una vez inmersos en los medios, a pesar de todas su imágenes, sonidos y palabras, ¿cómo conocer los efectos que estos tienen sobre nosotros?
En la sociedad del espectáculo: “el espectáculo no es un conjunto de imágenes sino una relación social entre las personas mediatizadas por las imágenes”.