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Capítulo Primero

LA SOCIEDAD ANONIMA

1. Introducción

La actividad económica, para ser eficiente y poder adaptarse a los imperativos de


producción masiva y demanda en gran escala, necesita adoptar una organización
determinada, que no es otra que la empresa, entendida ésta como organización de
los factores de la producción (capital y trabajo) destinada a la producción o a la
intermediación de bienes y servicios para el mercado con el fin de generar
ganancias.

La empresa económicamente organizada requiere, a su turno, una organización,


revestimiento o estructura jurídica que le permita cumplir con la función que está
llamada a desarrollar. Corresponde al Derecho mercantil proporcionar las diversas
formas o ropajes jurídicos que la empresa puede adoptar para su funcionamiento,
de acuerdo con su naturaleza y con su importancia económica.

Cuando se trata de una persona que ejerce la actividad constitutiva de empresa, el


derecho comercial se encarga de establecer un estatuto jurídico al cual está sujeto el
empresario individual. Este estatuto jurídico contiene los derechos, deberes y
obligaciones que le corresponden por su carácter de tal.

Pero si se trata, por el contrario, de un grupo de personas que desarrollan la


actividad mercantil bajo la forma de empresa, diversas posibilidades de estructura
jurídica le son ofrecidas por esta disciplina. Podrán organizarse jurídicamente
constituyendo una simple comunidad o sociedad de hecho, formar una sociedad de
personas de responsabilidad limitada, una cooperativa o una sociedad de capitales.

Como se ha señalado, una parte del derecho mercantil, el derecho de sociedades,


responde al imperativo de proporcionar los mecanismos jurídicos para encauzar la
actividad mercantil constitutiva de empresa.

El fenómeno de la unión de personas para el ejercicio de actividades mercantiles a


través de la constitución de sociedades es cada vez más relevante. La importancia
que tiene el Derecho de sociedades dentro del Derecho Mercantil es creciente, pues
son cada vez más empresarios sociales en lugar de empresarios individuales los que
ejercitan la actividad empresarial.

Esta realidad es aún más significativa cuando se trata de grandes empresas cuyas
dimensiones y exigencias financieras o de organización hacen difícil que su
titularidad esté en manos de personas físicas. Las sociedades mercantiles
adquieren un extraordinario peso como un instrumento que resalta el más
apropiado para la actividad económica, al tiempo que sirve para facilitar la
concentración empresarial y del poder económico a través de la constitución de
grupos y de uniones de empresas.

La sociedad tiene su origen en un acto jurídico, normalmente un contrato, que dará


vida a un ente al que, una vez cumplidos los requisitos exigidos, el Ordenamiento le
reconoce personalidad jurídica. De ahí el doble aspecto contractual e institucional
de la sociedad. La posibilidad de constituir sociedades mercantiles de un solo socio
pone de relieve la importancia del aspecto institucional. Lo que importa es que la
sociedad mercantil, como ente o institución, con independencia de su origen,
contractual o no, se presenta como un instrumento de derecho privado, útil para la
organización de la empresa y para facilitar el logro de diferentes fines.

Más el origen de la sociedad no siempre tiene naturaleza contractual. El acto


fundacional de una sociedad que se constituye con un solo socio, por hipótesis, no
es contractual. Se trata de un negocio unilateral que, igual que el contrato, tiene por
principal función la de dar vida a un ente y dotarlo de la adecuada estructura y
organización. En este caso, el acto de constitución de la sociedad tendrá que
cumplir los requisitos esenciales del acto jurídico. Son los que veremos más
adelante, referidos al contrato con la diferencia de que, al faltar la pluralidad, no
cabe hablar de concurrencia de declaraciones de voluntad.

La posibilidad de constituir sociedades con un solo socio se admite, en la


legislación comparada, en las anónimas y limitadas. En nuestro Ordenamiento, la
Ley N° 20.190, que modificó el Libro II, Título VII del Código de Comercio,
incorporó la “sociedad por acciones” que puede constituirse por un solo accionista.

2. Antecedentes y evolución histórica

La sociedad anónima se desarrolló sobre todo durante los siglos XIX y XX como
vehículo del progreso e instrumento apropiado para las grandes obras públicas y
empresas industriales o comerciales, hasta adquirir una importancia muy superior
a la de cualquier otra forma social, que hoy conserva por muchas razones, a pesar
de que sea mucho mayor el número de sociedades limitadas que se constituyen. La
razón del éxito de la sociedad anónima radica en los dos grandes rasgos que la
caracterizan: a) la división del capital en acciones que son fácilmente transmisibles
y permiten la división del riesgo; y b) la no responsabilidad de los socios por las
deudas de la sociedad. Estos rasgos significan que la sociedad anónima tiene un
régimen privilegiado que la convierte en un instrumento que puede ser peligroso, lo
que aumenta la necesidad, advertida constantemente durante su evolución, de su
sometimiento a una disciplina adecuada.

Aunque existen instituciones más antiguas –en la época romana y en la Edad


Media- en las que se encuentran rasgos, como la limitación de responsabilidad,
característicos de la sociedad anónima, su origen se suele situar en las compañías
coloniales que se constituyen a partir del siglo XVII porque en ellas aparece ya el
dato de la división del capital en acciones y de la limitación de responsabilidad, si
bien como una solución práctica y no como principio jurídico, que no será afirmado
hasta la codificación.

Estas compañías fueron creadas en Europa, como se dijo, en el siglo XVII, para el
comercio con las Indias orientales y occidentales. La expansión del comercio por
nuevas rutas y “mundos” obligó a formar sociedades con el capital dividido en
pequeñas partes alícuotas, denominadas acciones, como medio de facilitar la
reunión de los fuertes capitales necesarios para llevar a cabo esas empresas,
atrayendo hacia ellas pequeños capitales privados y repartiendo entre muchos
partícipes los ingentes riesgos del comercio colonial. Así, se constituyó La
Compañía Holandesa de las Indias Orientales en 1602, que se señala como el
primer ejemplo de sociedad anónima, y tenía su capital dividido en acciones, luego
se forma la Compañía de las Indias Occidentales en 1612 y en Inglaterra la
Compañía de las Indias Occidentales en 1621, posteriormente se crean en Francia y
en otros países europeos.

Pero esas compañías tenían un carácter muy diverso a las sociedades anónimas
actuales. Ellas eran creadas por decreto real (Charte Royale) y eran instituciones de
derecho público, cuya personalidad jurídica se obtenía precisamente de dicha
autorización gubernamental que les concedía unos derechos monopólicos para
determinadas explotaciones comerciales.

Este primer período se caracteriza porque la autorización de existencia la otorga el


monarca soberano, conocido como sistema regalista, en el cual se reserva una parte
de las utilidades para el Estado y se concede monopolio en el giro de negocios a la
sociedad anónima titular

Tras la Revolución francesa y producto del liberalismo, la sociedad anónima se va a


convertir en instrumento de la economía privada. El Código de comercio francés de
1807 reconoce el poder a la voluntad libre de los constituyentes para formar
sociedades anónimas, separada de la voluntad del Estado, pero regulada por la
soberanía de la ley; consolida la limitación de responsabilidad pero somete en
consecuencia a la sociedad a un control público consistente en la necesaria
autorización administrativa.

En el Código español de 1829 el sistema es más flexible, pues sólo se exige la


autorización de los Tribunales de comercio. El Código de 1885 suprime la
necesidad de la autorización e inspirado por principios liberales y democráticos,
regula la sociedad anónima con normas escasas y de carácter dispositivo, ya que la
contempla como una institución privada y contractual que debe ser regida por la
voluntad de los socios, olvidando que existen intereses que merecen ser tutelados
como compensación por el privilegio de la no responsabilidad.

3. Evolución del derecho sobre sociedades anónimas en Chile.


En nuestro país, las sociedades anónimas nacieron a la vida jurídica como
sociedades solemnes. Tanto la Ley publicada el 11 de noviembre de 1854, en el
periódico denominado ”El Monitor Araucano”, primera ley sobre sociedades
anónimas, como el Código de Comercio de 1865 exigían como solemnidades de la
sociedad anónima escritura pública, inscripción en el Registro de Comercio y otros
trámites de publicidad (publicación del decreto de autorización en un periódico del
departamento). Adicionalmente se requería la dictación de dos decretos del
Presidente de la República: el de autorización de existencia y aquel sobre
declaración de estar la sociedad legalmente instalada, que permitía el
funcionamiento de la sociedad.

Con la dictación de la actual Ley 18.046, se suprimió la autorización del Presidente


de la República. La fiscalización de las sociedades se entregó a un organismo estatal
autónomo y especial para las sociedades anónimas. Dicho organismo se denomina
Superintendencia de Valores y Seguros (SVS). La fiscalización sólo abarca a
aquellas sociedades que hacen oferta pública de sus valores o que tienen un
número considerable de accionistas, llamadas sociedades anónimas abiertas.
Ciertas sociedades que se considera que tienen importancia social para su giro,
tales como los bancos, compañías de seguros, administradoras de fondos de
pensiones, etc., cuentan con superintendencias especiales.

La fiscalización de la SVS se enfoca en dos aspectos fundamentales. Por un lado el


control de legalidad que abarca no solo la vigilancia en el acatamiento a la ley, sino
también de las demás normas que rigen a las sociedades anónimas, sean ellas
estatutarias, reglamentarias u otras disposiciones obligatorias.

De otro lado, se pretende obtener la llamada “transparencia”, esto es, que los libros
y antecedentes sociales arrojen resultados reales que reflejen la verdadera
situación de la sociedad y que esta debe dar a conocer a sus accionistas y al público
en general. Tratándose de sociedades abiertas, las informaciones también se
refieren a aspectos esenciales. Todo lo anterior con el fin que accionistas, terceros
interesados, como los acreedores y contratantes de la sociedad, y el público en
general cuenten con los antecedentes más confiables posibles para que al tiempo de
tomar decisiones que dependan del estado patrimonial de una sociedad anónima,
lo hagan con conocimiento real de la situación de la sociedad.

También puede anotarse como una característica de la actual legislación, a


diferencia de la anterior, que ella posibilita el reclamo jurisdiccional frente a
decisiones y sanciones que pueda aplicar el organismo contralor.

Se nota en la nueva legislación clara inspiración proveniente del derecho


norteamericano, tales como la distinción entre sociedades abiertas y cerradas,
acciones sin valor nominal y necesidad de fijar el valor de colocación de acción en
aumento de capital de la sociedad anónima, fijación que puede ser en un valor
superior o inferior al valor nominal, al valor libro o al de cotización bursátil.
Además, cabe destacar que la nueva legislación trata tópicos modernos, tales como
la transformación, fusión y división de sociedades, las filiales y coligadas, los
grupos económicos y otras materias.

La última modificación se encuentra contenida en la Ley 20.382, de 20 de octubre


de 2009, que perfecciona la normativa que regula los gobiernos corporativos de las
empresas. Esta ley introduce diversas modificaciones al Código de Comercio; Ley
18.045 sobre Mercado de Valores y a la ley 18.046, sobre sociedades anónimas.

4. Normativa aplicable.

 Normas constitucionales.

La Constitución Política de la República dentro de las garantías constitucionales


establecidas en el artículo 19°, en el número 15, consagra “El derecho a
asociarse sin permiso previo”. Indudablemente, que dentro del concepto de
asociarse, está la idea de asociarse de algún modo que sea jurídicamente aceptable,
de acuerdo con nuestra normativa legal. Y una de las fórmulas jurídicamente
aceptables es la sociedad anónima.

Es importante destacar que en este precepto surge, con rango constitucional, la


primera limitación del quehacer de toda sociedad anónima, en el sentido que no
puede tener por objeto aquellos que vayan en contra de la moral, el orden público
y la seguridad del Estado.

En seguida tenemos, dentro de la misma Constitución, el artículo 19 N° 21, que


consagra como garantía constitucional “El derecho a desarrollar cualquier
actividad económica. Es obvio que las sociedades anónimas constituyen una de
las maneras de poder organizarse para desarrollar una determinada actividad
económica.

También, por disposición constitucional este tipo de organizaciones tienen


limitaciones en su quehacer y que son, igualmente, la moral, el orden público y la
seguridad nacional, y deben, a su vez, respetar las normas legales que las rigen.

Por consiguiente, lo primero que tenemos en el tratamiento legal es el marco


constitucional. En este sentido, como se dijo, las sociedades anónimas, deben
organizarse conforme a lo que las leyes señalen y para determinar precisamente el
ámbito de su responsabilidad civil, penal y administrativa, la primera limitación
que tienen en su quehacer, es no proponer ni realizar objetivos, ni fines, ni
actividades que vayan contra la moral, el orden público y la seguridad
nacional.

 Ley sobre Sociedades Anónimas.


Sin perjuicio de la preeminencia de normas Constitucionales, como el derecho de
asociación y el libre ejercicio de la libertad en materia económica, que acabamos de
ver, la normativa legal aplicable a la generalidad de las sociedades anónimas está
contenida en la Ley 18.046, sobre sociedades anónimas, publicada en el Diario
Oficial de 22 de octubre de 1981, sin perjuicio de las disposiciones aplicables a las
sociedades especiales, tales como bancos, compañías de seguros o administradoras
de fondos mutuos, que se rigen por leyes especiales y supletoriamente por las
disposiciones de la Ley 18.046.

Esta ley fue modificada últimamente por la Ley N° 20.382, de 20 de octubre de


2009, que perfecciona la normativa que regula los gobiernos corporativos de las
empresas.

 Código de Comercio.

Normas generales sobre obligaciones y contratos mercantiles contenidos en los


Libros I y II del Código de Comercio, pues la sociedad anónima es siempre
mercantil, acorde a lo que prescriben los artículos 2064 del Código Civil y artículo
1° inciso 2° de la Ley 18.046. Eso sí, no se aplican a la anónima supletoriamente las
normas de la sociedad colectiva comercial y de otros tipos de sociedades tratadas
en el Código Civil, Código de Comercio y otras leyes.

 Reglamento de Sociedades anónimas, DS 702 de 2011, Hacienda,


publicado en el Diario Oficial de 6 de julio de 2012

Este Reglamento es aplicable a las sociedades anónimas regidas por la Ley 18.046 y
aquellas a las cuales en forma supletoria se les apliquen las disposiciones de dicha
ley, en la medida que no se oponga a la legislación especial que las rige (art.1º).

 Ley N° 18.045 sobre Mercado de Capitales.

La Ley de Mercado de Capitales regula diversas materias que son propias de las
sociedades anónimas, como por ejemplo: todo lo relacionado con el Registro de
Valores; emisión de títulos de crédito de deuda a corto y a largo plazo, información
privilegiada, de los grupos controladores y de las personas relacionadas, etc.

Esta ley también fue modificada por la Ley N° 20.382, de 20 de octubre de 2009.

Capítulo Segundo

CONCEPTO, CARACTERES Y CLASES DE LA SOCIEDAD


ANÓNIMA.

1.- CONCEPTO
Básicamente esta sociedad suele definirse como “una asociación de capitales”, lo
que pone de relieve el elemento económico y subalterniza el elemento humano.
Aquí el vinculo societario no está fundado en la affectio societatis, ni siquiera en las
razones de interés personal que pueden llevar a una persona a unirse a otras para
emprender una empresa económica, sino que la relación social se establece por la
posesión de “acciones”, esto es, por porciones de capital. Es la posesión de acciones
la que determina el vínculo, otorga derechos patrimoniales (dividendos) y
políticos (votar).

El concepto de sociedad anónima se concentra en la existencia de un capital


dividido en acciones – en algunos países este tipo social se designa, precisamente,
como sociedad por acciones – y es la regla fundamental en virtud de la cual los
socios no responden de las deudas de la sociedad. Son los dos rasgos principales del
concepto de sociedad anónima.

En nuestro derecho la sociedad anónima está definida en el artículo 1° de la Ley


18.046, en los siguientes términos:

“Artículo 1°. La sociedad anónima es una persona jurídica formada


por la reunión de un fondo común, suministrado por accionistas
responsables solo por sus respectivos aportes y administrada por un
directorio integrado por miembros esencialmente revocables.
La sociedad anónima es siempre mercantil, aun cuando se forme para
la realización de negocios de carácter civil”.

El artículo 2061, inc.3°, del Código Civil, la define en idénticos términos al


transcrito.

2. CARACTERISTICAS.

De la norma transcrita, relacionada con otros preceptos legales, pueden obtenerse


los siguientes caracteres de la sociedad anónima chilena:

a) La sociedad anónima es una persona jurídica de derecho privado.


La declaración de la que la S.A. es una persona jurídica, de naturaleza de derecho
privado, es una reiteración del principio por el Código Civil en su artículo 2053,
inciso segundo, que señala:

“La sociedad forma una persona jurídica, distinta de los socios individualmente
considerados”.

(Persona jurídica una persona ficticia, capaz de ejercer derechos y contraer


obligaciones civiles, y de ser representada judicial y extrajudicialmente, art.545
C.C.).
Es interesante que la ley reconozca a la voluntad colectiva, y recientemente a la
voluntad individual con la creación de la sociedad por acciones (SPA) el poder de
formar por la vía de la sociedad una persona jurídica. En este sentido, la sociedad
anónima en su fundación es una convención o contrato de asociación o asociativo,
ya que deben concurrir dos o más accionistas que otorguen su estatuto social. Pero,
el hecho de que el legislador asigne personalidad jurídica a la sociedad, escapa a la
teoría a la contractualista de la sociedad para ubicarla más cerca de la teoría de la
institución, entendida la sociedad como un agente intermedio entre el Estado y la
persona natural, dotada de órganos coordinados para la consecución de fines
comunes de los accionistas, que es la obtención de utilidades.

b) La sociedad anónima no cuenta con voluntad directa, sino que su


voluntad nace de los órganos societarios.

La sociedad anónima, en tanto persona ficticia, cuenta con una voluntad, otorgada
por el órgano de administración denominado directorio y por los acuerdos de las
juntas generales de accionistas. Ahí se encuentra radicada y nace en sentido
estricto la voluntad de la sociedad anónima. Sólo el órgano societario directorio la
puede administrar por mandato legal mediante los llamados “acuerdos”. Hay,
además, ciertas potestades que corresponden a las juntas de accionistas, se trata
del poder constituyente o soberano y no de administración o gestión de dirección
como el que compete al directorio.

c) Es una sociedad de capital. Ello significa que la persona del socio y las
vicisitudes que ellos puedan sufrir como muerte, incapacidad, quiebra, etc. no
tienen directamente influencia jurídica en la existencia de la sociedad anónima.

d) Los socios no responden de las obligaciones sociales. Solo tienen


responsabilidad en el cumplimiento de sus respectivas obligaciones de aportar lo
que hubieren convenido.

e) Sistema de administración rígido. La administración de la sociedad


anónima está sujeta por la ley a un sistema que en sus aspectos fundamentales no
puede ser alterado por las partes en sus estatutos. Este sistema consiste en que la
administración está radicada en un órgano colegiado denominado “directorio”
compuesto de personas que pueden ser removidas de sus cargos.

f) La sociedad anónima es solemne. Su constitución y reforma requiere de


escritura pública, inscripciones en el Registro de Comercio y publicaciones en el
Diario Oficial. Salvo las sociedades anónimas especiales, como bancos, compañías
de seguros y otras, requieren autorización de entes públicos para su existencia legal
y modificaciones.

g) La sociedad anónima es una sociedad por acciones. Ello significa que el


capital de esas compañías está acreditado en títulos valores, transferibles, que se
llaman acciones.
h) En cuanto a fiscalización, la sociedad anónima siempre tiene una
fiscalización, al menos interna, mediante inspectores de cuentas, y la sociedad
anónima abierta está sujeta a una fiscalización interna más estricta, mediante
auditores externos independientes, y además están sometida a la fiscalización
externa de la Superintendencia de Valores y Seguros.

i) La sociedad anónima es siempre mercantil, aún cuando se forme


para negocios de carácter civil.

La LSA adopta el criterio de la mercantilidad por la forma al establecer el inciso


segundo del artículo 1° y el artículo 2064 del Código Civil que la sociedad anónima,
cualquiera sea su objeto, tendrá carácter mercantil. Interesa precisar el alcance de
estas normas. Es indudable que en virtud de la normativa en examen, una sociedad
anónima, en términos generales, debe ser considerada comerciante para todos los
efectos en que la ley considera tal calidad. Se le aplicarán entonces las obligaciones
que para los comerciantes establecen el Código de Comercio, la Ley de Quiebras y
la legislación tributaria.

¿Todo acto de una sociedad anónima es mercantil?

Pensamos que no es así. Los comerciantes, no obstante su calidad de tales, pueden


realizar actos no comerciales. Pero es indudable que en virtud de la norma en
examen, una sociedad anónima, en términos generales, debe ser considerada
comerciante para todos los efectos en que la ley considera tal calidad. De este
modo, en relación a los actos y contratos que esa sociedad celebre o en que
intervenga, al igual que con aquellos vinculados con el surgimiento de la misma,
como acontece con el acto jurídico fundacional de toda sociedad, forzosamente
habrá que concluir, que por aplicación del principio de la accesoriedad tales actos
deben ser considerados como “actos de comercio”. En otros términos, la sociedad
anónima comercializará esos actos y contratos, particularmente aquellos realizados
en su giro. Sostener lo contrario, llegaríamos a la conclusión que la norma en
examen no produciría ningún efecto legal.

3. CLASIFICACIONES DE LAS SOCIEDADES ANÓNIMAS

El artículo 2° de la Ley 18.046, clasifica las sociedades anónimas en abiertas,


cerradas y especiales.

Las sociedades anónimas pueden ser de tres clases: abiertas, especiales o


cerradas.

Son sociedades anónimas abiertas aquéllas que inscriban voluntariamente o


por obligación legal sus acciones en el Registro de Valores.

La sociedad que por obligación legal deba inscribir sus acciones en el Registro de
Valores o que deba hacerlo en virtud de un acuerdo adoptado al momento de la
constitución de la sociedad o en junta extraordinaria de accionistas, deberá
solicitar la inscripción dentro de los 60 días siguientes a la fecha en que rige la
obligación legal o a la fecha en que se adoptó el acuerdo (art. 3 Reglamento).

Mientras la inscripción de sus acciones no sea cancelada, la sociedad mantendrá su


calidad de sociedad anónima abierta.

Son sociedades anónimas especiales las indicadas en el Título XIII de esta ley.
Estas son las compañías aseguradoras y reaseguradotas, las sociedades anónimas
administradoras de fondos mutuos, las bolsas de valores y otras sociedades que la
ley expresamente someta a los trámites establecidos en la ley para tal efecto (v.gr.
bancos, sociedades secutitizadoras, A:F.P. etc.)

Son sociedades anónimas cerradas las que no califican como abiertas o


especiales.

Las sociedades anónimas abiertas y las sociedades anónimas


especiales, quedarán sometidas a la fiscalización de la
Superintendencia de Valores y Seguros, en adelante la
Superintendencia. En este último caso, quedarán además sometidas a la
primera, en lo que corresponda, cuando emitieren valores.

Las sociedades anónimas que dejen de cumplir las condiciones para estar obligadas
a inscribir sus acciones en el Registro de Valores, continuarán afectas a las normas
que rigen a las sociedades anónimas abiertas, mientras la junta extraordinaria de
accionistas no acordare lo contrario por los dos tercios de las acciones con derecho
a voto. En este caso, el accionista ausente o disidente tendrá derecho a
retiro.

Cada vez que las leyes establezcan como requisito que una sociedad se someta a las
normas de las sociedades anónimas abiertas o que dichas normas le sean
aplicables, o se haga referencia a las sociedades sometidas a la fiscalización, al
control o a la vigilancia de la Superintendencia, o se empleen otras expresiones
análogas, se entenderá, salvo mención expresa en contrario, que la remisión se
refiere exclusivamente a las normas aplicables a las sociedades anónimas abiertas
en cuanto a las obligaciones de información y publicidad para con los accionistas, la
Superintendencia y el público en general.

En todo lo demás, esas sociedades se regirán por las disposiciones de las sociedades
anónimas cerradas y no estarán obligadas a inscribirse en el Registro de Valores,
salvo que fueren emisores de valores de oferta pública.

Las sociedades anónimas a que se refiere este inciso, que no fueren abiertas, una
vez que cesare la condición o actividad en cuya virtud la ley las sometió al control
de la Superintendencia, podrán solicitar a ésta la exclusión de sus registros y
fiscalización, acreditando dicha circunstancia.
Las disposiciones de la presente ley primarán sobre las de los estatutos de las
sociedades que dejen de ser cerradas, por haber cumplido con algunos de los
requisitos establecidos en el inciso segundo del presente artículo. Lo anterior es sin
perjuicio de la obligación de estas sociedades de adecuar sus estatutos a las normas
de la presente ley, conjuntamente con la primera modificación que en ellos se
introduzca.

Esta clasificación proviene de la legislación norteamericana y era desconocida en


nuestro país hasta la dictación de las leyes 18.045 y 18.046. En el derecho
comparado las sociedades anónimas abiertas o públicas son aquellas están
destinadas a captar la inversión privada por medio de la oferta pública de título-
valor que ellas emitan.

En general, a las sociedades abiertas se les aplican normas más estrictas que a las
cerradas, que tienden a proteger los derechos del público y del pequeño
inversionista. Antes de la modificación de la ley, el criterio para distinguir entre
sociedades anónimas abiertas y cerradas, estaba dado por el número de accionistas
(con más 500 o más accionistas o en las que, a lo menos, el 10% de su capital
suscrito pertenece a un mínimo de 100 accionistas)

El artículo 1° de la Ley 18.045, sobre mercado de valores, dispone que queda


sometidas a esta ley la oferta pública de valores y sus respectivos mercados e
intermediarios, los que comprenden, entre otros, las bolsas de valores, los
corredores de bolsa y los agentes de valores; las sociedades anónimas abiertas

Se entiende por valores cualesquiera títulos transferibles incluyendo acciones,


opciones a la compra y venta de acciones, bonos, debentures, cuotas de fondo
mutuos, planes de ahorro, efectos de comercio y, en general, todo título de crédito o
inversión (artículo 3° LMV).

Se entiende por oferta pública de valores la dirigida al público en general o a


ciertos sectores o a grupos específicos de éste (art.4° LMV).

Según el artículo 4° Bis)


LMV, en los mercados de valores se entenderá por:

 Mercado secundario formal: aquél en que los compradores y


vendedores están simultáneamente y públicamente participando en forma
directa o a través de un agente de valores o corredor de bolsa en la
determinación de los precios de los títulos que se transan en él, siempre que
diariamente se publiquen el volumen y el precio de las transacciones
efectuadas y cumpla con los requisitos relativos a número de participantes,
reglamentación interna y aquellos tendientes a garantizar la transparencia
de las transacciones que se efectúan en él, que establezca la
Superintendencia mediante norma de carácter general;
 Accionista minoritario: toda persona que por sí sola o en conjunto con
otras con las que tenga acuerdo de actuación conjunta, posea menos del 10%
de las acciones con derecho a voto de una sociedad, siempre que dicho
porcentaje no le permita designar un director.

 Inversionistas institucionales: a los bancos, sociedades financieras,


compañías de seguros, entidades nacionales de reaseguro y administradoras
de fondos autorizados por ley. También tendrán este carácter, las entidades
que señale la Superintendencia mediante una norma de carácter general,
siempre que se cumplan las siguientes condiciones copulativas: a) que el
giro principal de las entidades sea la realización de inversiones financieras o
en activos financieros, con fondos de terceros; y b) que el volumen de
transacciones, naturaleza de sus activos u otras características, permita
calificar de relevante su participación en el mercado.

Registro de Valores (art. LMV)

La Superintendencia llevará un Registro de Valores el cual estará a disposición del


público. En el Registro de Valores se deberán inscribir:

a) Los emisores de valores de oferta pública;


b) Los valores que sean objeto de oferta pública;
c) Las acciones de las sociedades anónimas que tengan 500 o más accionistas o, a
lo menos, el 10% de su capital suscrito pertenezca a un mínimo de 100 accionistas,
excluidos los que individualmente o a través de otras personas naturales o
jurídicas, excedan dicho porcentaje (la inscripción debe hacerse dentro de los 60
días de haber ocurrido el hecho), y

d) Las acciones emitidas por sociedades anónimas que voluntariamente así lo


soliciten o que por obligación legal deban registrarlas.

Sólo podrá hacerse oferta pública de valores cuando éstos y su emisor, hayan sido
inscritos en el Registro de Valores.

La inscripción en el Registro de Valores obliga al emisor a divulgar en forma veraz,


suficiente y oportuna toda información esencial respecto de sí mismo, de los
valores ofrecidos y de la oferta. Se entiende por información esencial aquella que
un hombre juicioso consideraría importante para sus decisiones sobre inversión.

4. DIFERENCIAS FUNDAMENTALES ENTRE LAS NORMAS QUE


RIGEN UNA SOCIEDAD ANÓNIMA ABIERTA Y UNA CERRADA SON
LAS SIGUIENTES

 Fiscalización por un órgano administrativo del Estado.


Las sociedades anónimas abiertas son fiscalizadas por la Superintendencia de
Valores y Seguros, que es un organismo autónomo del Estado. Las cerradas, sólo
cuando los estatutos se contemple una disposición que, en forma voluntaria, se
acuerde someter a la fiscalización de dicho organismo.

 Número mínimo de directores.

Conforme lo dispone el inciso tercero del artículo 31, la administración de la


sociedad anónima la ejerce un directorio elegido por la junta de accionistas. Los
estatutos deben establecer un número invariable de directores.

El directorio de las sociedades anónimas cerradas no podrá estar integrado por


menos de 3 directores y el de las sociedades anónimas abiertas por menos de 5, y si
en los estatutos nada se dijera, se estará a estos mínimos. Con ello se asegura un
funcionamiento armónico del Directorio.

Sin embargo, en el caso de la sociedad anónima abierta con patrimonio bursátil


igual o superior a 1.500.000 unidades de fomento y a lo menos un 12,5% de sus
acciones emitidas con derecho a voto, se encuentren en poder de accionistas que
individualmente controlen o posean menos del 10% de tales acciones, el número
mínimo de miembros del Directorio es de 7 miembros y designar al menos un
director independiente. Además, deben formar un “Comité de Directores”, que
se integra con tres directores, según lo establece el artículo 50 bis).

 Libre cesibilidad de las acciones.

Uno de los principios que informan nuestra LSA es el llamado “principio de libre
cesibilidad de las acciones”, conforme al cual se pueden transar las acciones como
título valor negociable, lo que asegura un mercado dinámico y libre, especialmente
para la sociedad anónima abierta.

La sociedad anónima se encuentra regida por el principio de la libre cesibilidad de


las acciones, de manera tal que los estatutos de la sociedad anónima abierta no
pueden contener disposiciones que limiten o condicionen la libre cesibilidad de las
acciones, este principio es absoluto respecto de la anónima abierta; en cambio en la
cerrada se pueden establecer cláusulas en su estatuto que limiten o condicionen la
libre cesibilidad de las acciones manteniéndose en un mercado “protegido” o
“cerrado”, así lo establece el artículo 14 de la LSA.

Artículo 14: “Los estatutos de las sociedades anónimas abiertas no podrán incluir
limitaciones a la libre disposición de las acciones.

Los pactos particulares entre accionistas relativos a la cesión de acciones,


deberán ser depositados en la compañía a disposición de los demás accionistas y
terceros interesados, y se hará referencia a ellos en el Registro de Accionistas. Si
así no se hiciere, tales pactos serán inoponibles a la sociedad a terceros. Tales
pactos no afectarán la obligación de la sociedad de inscribir sin más trámites los
traspasos que se le presenten, de conformidad a lo establecido en el artículo 12”

El artículo 12 se refiere a que a la sociedad “no le corresponde pronunciarse sobre


la transferencia de acciones y está obligada a inscribir sin más trámite los traspasos
que se le presenten, siempre que éstos se ajusten a las formalidades mínimas que
precise el Reglamento”.

Es decir, si se cumple con las formalidades establecida en el artículo 15 del


Reglamento que prescribe que toda cesión de acciones deberá celebrarse por
escritura privada firmada por el cedente y el cesionario ante dos testigos mayores
de edad o ante corredor de bolsa o ante notario público o por escritura pública, la
sociedad está obligada a inscribir sin más trámite los traspasos que se le presenten.

El artículo 14° establece un principio rector que consiste en la libre cesibilidad de


las acciones, sin perjuicio de que existan pactos entre accionistas que restrinjan
esta libertad, para mantener ciertos equilibrios temporales en la propiedad
accionaria.

El principio de la libre cesibilidad de las acciones para las abiertas, se encuentra


“reforzado” con la regla del artículo 137 de la ley, que da primacía al citado artículo
14 respecto de cualquier norma estatutaria.

Artículo 137: “Las disposiciones de esta ley primarán sobre cualquiera norma de
lo estatutos sociales que le fuere contraria”.

Si los pactos especiales entre los accionistas, que establezcan reglas especiales en
cuanto a la cesión de acciones, tiene que estar registrado en la sociedad y hacerse
referencia a ellos en el Registro de Accionistas de la sociedad, bajo la sanción de
tenerlos por no escritos.

 En materia de auditorías contables.

Otro principio que informa las sociedades anónimas es el relativo a su obligación


de confeccionar balance de su ejercicio al 31 de diciembre de cada año o a la fecha
que determinen los estatutos (art.73), en el que debe reflejar el estado patrimonial.

La existencia de balance contable es una garantía para los accionistas, quienes


tienen la competencia de aprobarlos o rechazarlos y que son la expresión de la
gestión del Directorio, conforme lo establece el artículo 56 N° 1 de la ley.

a.- En las sociedades anónimas cerradas, los estados financieros y balance de


la sociedad deben ser auditados o examinados e informados anualmente por
inspectores de cuentas o auditores externos independientes, salvo que los estatutos
eximan de esta obligación a la sociedad o establezcan un mecanismo diverso de
control, o bien, que la administración no sea fiscalizada, ni su balance y estados
financieros examinados, salvo por los accionistas
El artículo 95 del Reglamento señala: “Las personas naturales que se desempeñen
como inspectores de cuentas y auditores externos, deberán ser mayores de edad,
libres administradores de sus bienes y que no haber sido condenados por delitos
que merezcan pena aflictiva. Lo anterior es sin perjuicio de los requisitos
adicionales que puedan establecerse en los estatutos sociales”.

El Reglamento establece en el art. 90 que: “Los estatutos de las sociedades


anónimas cerradas no sujetas a fiscalización por parte de la Superintendencia,
podrán contener el sistema de fiscalización de la administración que los
accionistas estimen conveniente, pudiendo incluso establecer que la
administración no será fiscalizada ni su contabilidad, libros y registros
examinados, salvo por los accionistas…”.

La sociedad anónima abierta debe designar para auditar sus estados financieros y
balance a una empresa de auditoría externa regida por el Título XXVIII de la Ley
18.045.

Los auditores externos en las abiertas deben revisar el balance, memoria y estados
financieros de la sociedad y deben emitir un informe a la Junta Ordinaria de
Accionistas, respecto de estos instrumentos contables. Estos auditores, como se
dijo, son designados por la junta ordinaria de accionistas.

Los inspectores de cuentas revisan los libros de contabilidad, y estos que también
son elegidos por la junta ordinaria, no pueden ser directores, liquidadores, gerentes
o trabajadores de la sociedad.

 Obligación de repartir dividendos.

Artículo 79: “Salvo acuerdo diferente adoptado en la junta respectiva, por la


unanimidad de las acciones emitidas, las sociedades anónimas abiertas deberán
distribuir anualmente como dividendo en dinero a sus accionistas, a prorrata de
sus acciones o en la proporción que establezcan en sus estatutos si hubieren
acciones preferidas, a lo menos el 30% de las utilidades líquidas de cada ejercicio.
En las sociedades anónimas cerradas, se estará a lo que determinen los estatutos
y si éstos nada dijeren, se le aplicará la norma precedente”.

La ley establece en el artículo 79 el llamado “dividendo mínimo” u


“obligatorio”, que corresponde al 30% de la utilidad líquida. Sólo procede
cuando la sociedad ha obtenido utilidades y hubiere descontado las pérdidas de
ejercicio anteriores, si las hubiere, y debe ser pagado en dinero.

Se trata de una norma protectora para los accionistas minoritarios, ya que se exige
unanimidad de las acciones con derecho a voto para acordar una regla de reparto
distinta a la señalada.
La parte que no se destine a pago de dividendo, esto es el 70% restante, se debe
destinar a formar un fondo para pago de futuros dividendos o bien, para provocar
un aumento de capital social, por la vía de las “acciones liberadas de pago” o
“crías”, según establece el artículo 80 de la ley.

 Causales de disolución.

Artículo 103: “La sociedad anónima se disuelve:


1) Por el vencimiento del plazo de duración, si lo hubiere;
2) Por reunirse, por un período ininterrumpido que exceda de 10 días, todas las
acciones en mano de una sola persona;
3) Por acuerdo de junta extraordinaria de accionistas;
4) Por revocación de la autorización de existencia de conformidad con lo que
disponga la ley;
5) Por sentencia judicial ejecutoriada en el caso de las sociedades anónimas
cerradas, y
6) Por las demás causales que contemplan los estatutos”.

Las causales de los números 1), 2) y 3) son aplicables a ambos tipos de sociedades
anónimas.

La causal del número 4), “Por revocación de la autorización de existencia de


conformidad con lo que disponga la ley”, sólo se aplica a las sociedades anónimas
que se encuentran sujetas a régimen de autorización de existencia, que son aquellas
señaladas en el artículo 126, sociedades administradoras de fondos mutuos, de
fondos de pensiones provisionales, compañía de seguro y de reaseguro, entre otras.

Respecto de la causal del número 5), se aplica sólo a las sociedades anónimas
cerradas cuando una sentencia judicial disponga su disolución, cuando ha sido
solicitada por accionistas que representen al menos el 20% de las acciones
emitidas.

EL CAPITAL SOCIAL Y DE LAS ACCIONES

Nos referiremos en primer lugar a la normativa sobre el capital de la sociedad, para


luego referirnos a las que tratan preferentemente de las acciones.

1. DEL CAPITAL SOCIAL

A. Capital dividido en acciones

El capital de una sociedad es un elemento “necesario” para que exista tal sociedad.
Porque el capital social es el resultado de lo que los socios “ponen en común”,
según la expresión de los artículos 2053 y 2055 del Código Civil.
El capital de la sociedad anónima es el “fondo común” suministrado por los
accionistas, dividido en títulos negociables denominados acciones, todos de igual
valor. Dicha división constituye una mención necesaria que deben contener los
estatutos de la compañía bajo sanción de nulidad.

El capital de la sociedad deberá ser fijado de manera precisa en los estatutos y sólo
podrá ser aumentado o disminuido por reforma de los mismos (art.10, inciso 1°).

El capital social estará dividido en acciones de igual valor. Si el capital estuviere


dividido en acciones de distintas series, las acciones de una misma serie deberán
tener igual valor (Artículo 11, inciso 1°).

En caso de existir distintas series de acciones, todos los títulos de una misma serie
deberán tener igual valor.

La sociedades de capitales ofrecen la ventaja de la limitación del riesgo al monto de


la aportación y los socios o accionistas son responsables tan sólo del pago de sus
acciones.

Las consecuencias más importantes del imperativo legal de la división del capital
en acciones, consiste en que los derechos o cuotas sociales que corresponden al
socio en este tipo de compañías, que más propiamente se denomina accionista,
deben estar representados en un título-valor o título de crédito, la acción, que es
cesible. Además la cesión o transferencia de acciones en cuanto importan cambios
en la persona del accionista, no afecta la existencia legal de la compañía.

La ley de sociedades anónimas no exige para las sociedades anónimas abiertas o


cerradas un capital mínimo. Sin embargo, exige claramente que el capital sea fijado
de manera precisa en los estatutos y que sólo puede ser aumentado o disminuido
por reforma de los mismos.

B. Principio de la efectividad del capital

Atendida la circunstancia que en la sociedad anónima el accionista sólo responde


del pago de sus acciones y no por las deudas sociales, el principio de la efectividad
persigue que el capital sea real, porque constituye el derecho de prenda general
para los acreedores de la compañía. Este principio tiene las siguientes
manifestaciones en la legislación de sociedades anónimas.

1) Los aportes no consistentes en dinero deben ser avaluados por peritos, salvo
acuerdo unánime en contrario de las acciones emitidas. En los casos de aumento de
capital, la junta debe además probar los aportes y su estimación. Si los aportes no
dinerarios son valorados por peritos, no hay riesgo de sobreavalúo o
infravaloración de los mismos.

El cumplimiento de esta exigencia, vale decir, si los aportes no dinerarios no son


valorados por peritos, no podrá hacerse valer pasados dos años contados desde la
fecha de la escritura, en la cual conste el respetivo aporte. El cumplimiento de tales
formalidades efectuado con posterioridad a la escritura de aporte, sanea la nulidad.

2) Se prohíbe la creación de acciones de industria y de organización. La limitación


está contenida en el artículo 13 de la LSA y está destinada a garantizar que todas las
acciones de la sociedad sean de capital, que correspondan a una parte de él y
representen un valor real pagado. Esto constituye al mismo tiempo una limitación
legal para las acciones preferidas, porque el privilegio no puede corresponder a un
aporte de industria ni de organización.

Declaración: Cada vez que se produzca una disminución de capital de pleno


derecho, el directorio o el gerente general de la sociedad deberá dejar constancia de
ella, por escritura pública, anotada al margen de la inscripción social, dentro de los
60 días siguientes a la ocurrencia del hecho que la motiva (art. 56 del Reglamento).

3) Al constituirse la sociedad el capital inicial debe quedar totalmente suscrito y


pagado en un plazo no superior a tres años. En caso que así no ocurriere, al expirar
el término de tres años, el capital queda reducido al monto efectivamente suscrito y
pagado.

C. El capital como parte integrante del estatuto. Aumento o


disminución del capital

Como consecuencia de que el capital de la anónima es un elemento que debe


contenerse en los estatutos sociales, se infiere que no puede ser variado sino por
reforma de ellos. Debe señalarse que la calidad de cláusula estatutaria que tiene el
capital es una exigencia general para toda sociedad comercial, salvo la cooperativa.

En toda sociedad es importante el monto del capital, tanto para la sociedad como
para sus accionistas y terceros, especialmente acreedores. Por tal motivo es
plenamente justificado, especialmente en la anónima, típica sociedad de capital,
que se exija reforma de estatutos para su variación.

c.1) Aumentos de capital.

El aumento de capital constituye una reforma de estatutos que sólo puede ser
acordada en junta extraordinaria de accionistas, celebrada ante notario (art. 57 N°
2), por la mayoría prevista en el pacto social. Tratándose de sociedades anónimas
cerradas, este acuerdo debe adoptarse por mayoría absoluta de las acciones
emitidas con derecho a voto (art.67). Debe además cumplirse con las formalidades
de publicidad de toda reforma de estatutos (el acta de reducción a escritura pública,
de la cual se elabora un extracto para inscribir y publicar).

Los acuerdos de la junta extraordinaria de accionistas relativos a aumentos de


capital, no pueden establecer un plazo superior a tres años, contado de la fecha de
los mismos, para la emisión, la suscripción y pago de las acciones respectivas,
cualquiera sea la forma de su entero. Transcurrido este término, el aumento queda
reducido a la cantidad efectivamente pagada, salvo que estuviere pendiente una
emisión de bonos convertibles en acciones y por la cantidad de acciones necesarias
para cumplir con la acción (art. 24). Las que pueden permanecer sin ser suscritas ni
pagadas para tales efectos.

Formas de realizar el aumento de capital. La sociedad anónima dispone de los


siguientes mecanismos para llevar a efecto una decisión sobre aumento de capital:

1) Emisión de nuevas acciones de pago que se ofrecerá al precio que determine


libremente la junta de accionistas. Este mayor valor debe capitalizarse y el eventual
menor valor cargarse a pérdidas, en sus respectivos casos.

Las opciones para suscribir acciones de aumentos de capital deben ser ofrecidas, al
menos por una vez, preferentemente a los accionistas a prorrata de las acciones que
posean. Este derecho de preferencia debe ejercerse o transferirse dentro del plazo
de 30 días contados desde que se publique la opción (art. 25). El derecho es
asimismo renunciable.

Si la opción no se ejercita o transfiere, se pueden ofrecer libremente las acciones a


otras personas, y el hecho de adquirirlas implica la aceptación de los estatutos
sociales y de los acuerdos de las juntas de accionistas, debiendo constar por escrito
la suscripción, para la cual un instrumento privado es suficiente, por cuanto la ley
no exige el otorgamiento de escritura pública.

2) La capitalización total o parcial de la parte de utilidades que no se distribuyen


como dividendos mínimos obligatorios o adicionales, por medio de las acciones
liberadas de pago o crías o por el aumento del valor nominal de las acciones.

Las acciones liberadas que se emiten se distribuyen entre los accionistas a prorrata
de las acciones suscritas en el respectivo registro, el quinto día hábil anterior a la
fecha del reparto (art. 80).

3) Capitalización del fondo de revalorización del capital propio y los demás fondos
susceptibles de ser capitalizados.

c.2) Disminución del capital.

Para lograr disminuir el capital de una sociedad anónima se requiere de una


reforma de estatutos, acordada en junta extraordinaria de accionistas, celebrada
con la presencia de un notario, por el voto conforme de los dos tercios de las
acciones emitidas con derecho a voto y con las formalidades de publicidad
atingente a la reforma (acta reducida a escritura pública y publicación e inscripción
de su extracto).
Formas de realizar la disminución de capital. Para logar la disminución del capital
social pueden utilizarse los siguientes mecanismos:

1) La disminución del valor nominal de las acciones, devolviendo la diferencia


al accionista.

2) En el caso que las acciones no estuvieren totalmente pagadas, liberando al


accionista de la obligación de pagar total o parcialmente el saldo y
disminuyendo su valor nominal.

3) Mediando la compra por la sociedad de acciones de su propia emisión, con


los requisitos exigidos en el artículo 27, esto es:

i) cuando resulte del ejercicio del derecho de retiro del accionista


disidente (art.69).
ii) Cuando resulte de la fusión con otra sociedad que sea accionista
de la sociedad absorbente.
iii) Para cumplir la reforma de disminución cuando la cotización de
acciones en el mercado fuere inferior al valor de rescate que
proporcionalmente corresponda pagar a los accionistas.

Esta materia se tratará en detalle más adelante.

La disminución de capital no solo es una cuestión de interés para los accionistas y


la sociedad, sino que también de terceros.

Sobre el particular y para la protección de todos los intereses involucrados, nuestra


legislación estima suficiente lo establecido en los artículos 28, 29 y 67 N° 5 de LSA.
Estos preceptos prescriben, por una parte, a título de disposición de orden público,
que la disminución de capital solo puede acordarse por la junta extraordinaria de
accionistas con el quórum mínimo de los 2/3 de las acciones emitidas, con derecho
a voto.

Por otro lado, la ley exige el transcurso del plazo de 30 días contados desde la
publicación del extracto de la reforma que acuerda una disminución de capital para
hacerla efectiva mediante el reparto o devolución del capital o compra de sus
propias acciones. Este plazo se otorga para dar tiempo a terceros o a los accionistas
minoritarios para ejercer los derechos que puedan corresponderles. Estos derechos
respecto de terceros acreedores podrían consistir en atacar el acto vía de las
revocatorias, si fuere perjudicial a sus legítimos derechos.

También establece la ley que prefieren, en caso de quiebra de la sociedad, los


derechos de los demás acreedores respecto de aquellos de los accionistas derivados
de una disminución de capital y permite a los acreedores sociales instar a su
revocación como nulidad de derecho en los términos previstos en el artículo 76 de
la Ley de Quiebras.
Por su parte, el art.69 inciso final del Código Tributario, señala que no pueden
efectuarse disminuciones de capital en las sociedades sin autorización previa del
Servicio de Impuestos Internos. Se entiende que esta norma, aplicable a toda
sociedad, se refiere a “efectuar” la disminución y no a acordarla. De otro lado,
creemos que el Servicio está obligado a darla, sin perjuicio de su derecho a liquidar
o cobrar impuestos debidos. Además, la infracción de tal norma no acarrea efectos
civiles acorde con lo previsto en el artículo 4° del Código Tributario.

D. Principio de la conservación del capital. Revalorización automática


del capital social y de las acciones con valor nominal

Mediante este principio se pretende que el capital social mantenga el valor que
tenía al tiempo de la constitución de la sociedad. Las siguientes medidas
legislativas lo consagran:

1) Según el art.10 en sus incisos 2° y 3°, el capital se ajusta al resultado del ejercicio,
automáticamente, incorporando la revalorización del capital propio y del valor
nominal de las acciones.

Nuestra legislación tributaria ha establecido un sistema de valorización del capital


propio en el artículo 41 de la Ley de la Renta.

2) Se establece que los saldos insolutos de las acciones suscritas y no pagadas sea
reajustarán en la misma proporción en que varíe la unidad de fomento (art. 16 inc.
1°).

3) Se prohíbe a la sociedad adquirir sus propias acciones, salvo los casos


excepcionales señalados en el artículo 27 (resulte del derecho a retiro; en el caso de
fusión, etc). La adquisición de acciones por la propia sociedad significa una
disminución del capital social que sólo puede tolerarse en casos excepcionales en
virtud del principio que informa el capital social.

4) Se reglamenta en forma estricta la posibilidad de realizar una disminución del


capital social, sólo en los casos y con los requisitos que la ley autoriza, incluso
imponiéndoles obligaciones concernientes a la publicidad de esta medida (art. 28)

5) Se establece que es obligatorio sacar los dividendos de las utilidades líquidas del
ejercicio, previa absorción de las pérdidas si las hubiere (art.78).

E. Igualdad de las acciones y series de acciones

El art. 11 inciso primero expresa: “El capital social estará dividido en acciones de
igual valor. Si el capital social estuviere dividido en acciones de distintas series las
acciones de una misma serie deberán tener igual valor”. Por ejemplo, acciones
“Serie A”, valor $ 100; acciones “Serie B”, valor $ 200.
De otro lado, el art. 20 de la misma ley admite la existencia de acciones preferentes.
Dice la norma “Las acciones pueden ser ordinarias o preferidas. Las preferencias
deben constar en los estatutos sociales y en los títulos de las acciones deberá
hacerse referencia a ellas”.

F. Plazos para enterar el capital

Se refieren a esta materia los artículos 4° N° 5, 11 inciso 2° y 24 de la LSA.

De acuerdo con dichas normas, se hace necesario distinguir entre los enteros de
capital acordados en la constitución de la sociedad de aquellos que resultan de una
reforma de estatutos.

El art. 11, inciso segundo, de la LSA, sólo exige que el capital inicial debe quedar
totalmente suscrito y pagado en un plazo no superior a tres años. Agrega que, si así
no ocurriere, al vencimiento de dicho plazo el capital social quedará reducido al
monto efectivamente suscrito y pagado.

La normativa actual, a diferencia de la anterior, no exige que una parte del capital
esté suscrita y pagada al momento de constituirse una sociedad anónima.

La no indicación del plazo para enterar los aportes es la escritura de constitución de


la sociedad no acarrearía la nulidad de ésta, no obstante lo prescrito en el artículo
4°, N° 5, en relación con el artículo 6°, inc.2°, ambos de la LSA, por la disposición
supletoria que establece un plazo de tres años, que contempla el art. 11 inc.2° de la
misma ley. En consecuencia, no hay nulidad, sino la sanción prevista por la ley para
tal evento, es la reducción de pleno derecho del capital, que además debe
publicarse en la forma prevista en el artículo 33 del Reglamento.

G. Aumentos de capital acordados en juntas de accionistas

En cuanto a aumentos de capital acordados en reforma de estatutos, el art. 24


establece:

“Los acuerdos de las juntas de accionistas sobre aumentos de capital no podrán


establecer un plazo superior a tres años, contado desde la fecha de los mismos, para
la emisión, suscripción y pago de las acciones respectivas, cualquiera sea la forma
de su entero. Vencido el plazo establecido por la junta de accionistas sin que se
haya enterado el amento de capital, el directorio deberá proceder al cobro de los
montos adeudados, si no hubiere entablado antes las acciones correspondientes,
salvo que dicha junta lo hubiere autorizado por dos tercios de las acciones emitidas
para abstenerse del cobro, caso en el cual el capital quedará reducido a la cantidad
efectivamente pagada. Agotadas las acciones de cobro, el directorio deberá
proponer a la junta de accionistas la aprobación, por mayoría simple, del castigo
del saldo insoluto y la reducción del capital a la cantidad efectivamente recuperada.
El inciso 2° de la misma disposición legal establece una excepción a esta regla
tratándose de sociedades que tengan emitidos bonos convertibles en acciones, al
señalar: “No obstante lo dispuesto en el inciso primero precedente, mientas
estuviere pendiente una emisión de bonos convertibles en acciones, deberá
permanecer vigente un margen no suscrito del aumento de capital por la cantidad
de acciones que sea necesaria para cumplir con la opción, cuando ésta sea exigible
conforme a las condiciones de la emisión de bonos”..

Existen diferencias de redacción de la ley tratándose de los plazos para enterar el


capital estipulado en la escritura de constitución de la sociedad con respecto de
aquellos acordados en aumentos de capital que se contengan en una modificación.

En el primer caso no hay una norma imperativa que obligue al entero en el plazo
de tres años, sino se establece que si no está suscrito y pagado el capital, opera la
reducción de pleno derecho del mismo.

En los aumentos de capital la ley no permite acuerdos que otorguen un plazo mayor
de 3 años contado desde la fecha de la junta que lo acordó: “cualquiera sea la forma
de su entero”. De otro lado, la sanción en caso de infracción de esta norma sobre
aumento de capital consiste en la facultad del directorio de proceder a los cobros de
los saldos adeudados, salvo que la junta hubiere autorizados por los 2/3 de las
acciones emitidas para abstenerse del cobro, caso en el cual el capital queda
reducido de pleno derecho.

H. Diversas clases de capital y su formación

El capital social puede recibir los siguientes calificativos atendiendo a los criterios
que se señalan a continuación:

H.1) Capital inicial o nominal. Es el que se estipula en los estatutos, sea


en el acto fundacional o en sus modificaciones posteriores. Es aquel que la
sociedad está autorizada para colocar, sea en sus propios accionistas o en el
público. Si se hace oferta pública del mismo habrá que cumplir las
disposiciones de la Ley 18.045 sobre Mercado de Valores.
H.2.) Capital suscrito. Es aquel que ha colocado la sociedad entre los
accionistas, o aquel que los accionistas se han comprometido a integrar. El
accionista suscribe una parte del capital social representado por un número
determinado de acciones.

H.3.) Capital pagado. Es aquel que efectivamente los accionistas han


“pagado” a la sociedad, es decir, aquel que ha ingresado efectivamente a la
sociedad, sea en dinero o en bienes.

El capital social se forma por la suma de los aportes, sean éstos en dinero o con
otros bienes. Se entiende que, en silencio del pacto social, las acciones se pagan en
dinero. La ley establece una responsabilidad solidaria del gerente y directores que
aceptan una forma distinta de pago, por el valor de colocación de las acciones
pagadas en otra forma (art.15 inciso 3°).

Cuando las acciones no se paguen en dinero, sino con otros bienes, es necesario que
éstos se tasen por peritos. En los aumentos de capital se requiere, además, que la
junta extraordinaria de accionistas, celebrada con la presencia de un notario,
apruebe dichos aportes y su tasación a lo menos por los dos tercios de las acciones
emitidas para prescindir de esa tasación (art.15 inc. Final, 67 inc.2°). Será necesario
también cumplir con las formalidades de tradición correspondientes a la naturaleza
de cada uno de esos bienes.

Los accionistas deben pagar el valor de sus acciones en un plazo no superior a tres
años contado desde la fecha de la escritura social o desde la fecha de los acuerdos
de juntas de accionistas que aprueben los aumentos, en su caso (Art. 11, inc. 2° y
24). Si el pago no se hace dentro de dicho plazo, el capital o su aumento quedan
reducidos a las sumas efectivamente suscritas y pagadas. Esta última norma es una
manifestación del principio de efectividad del capital social.

El pago diferido se efectúa mediante el empleo de unidades de fomento, lo que


implica de por sí un sistema de reajustabilidad destinado a preservar la
conservación del capital. Si el valor de las acciones se expresa en moneda
extranjera, sus saldos insolutos se pagan en ella o en moneda nacional al cambio
oficial vigente al momento del pago; de no haber cambio oficial, se estará a lo que
disponga el estatuto o contrato social (art. 16).

Los pagos parciales del saldo insoluto de las acciones suscritas y no pagas, se
abonarán a las respectivas acciones impagas de acuerdo a su antigüedad de
emisión, de una en una, hasta completar el pago de la totalidad de ellas (art.16,
inciso 3°).

En el caso de que se transfieran acciones suscritas y no pagadas, el cedente


responde solidariamente con el cesionario del pago de su valor, debiendo constar
en el título las condiciones de pago de la acción.

Una las principales diferencias entre las acciones suscritas y pagadas la establece el
inciso 3° del art.16 de la L.S.A. en cuanto, por regla general, las acciones suscritas y
no pagadas gozan de iguales derechos que las pagadas íntegramente, salvo en
cuanto a la participación que le corresponda en los beneficios sociales y
devoluciones de capital en que concurren en proporción a la parte pagada. La
norma permite a los estatutos establecer reglas diferentes.

Formar de compeler al accionista a pagar su acción. En el evento que el asociado no


cumpla la obligación fundamental de enterar su aporte pagando el valor de su
acción, la sociedad puede disponer de los siguientes medios:
- Vender enana bolsa de valores, por cuenta y riesgo del moroso, el número de
acciones necesarias para pagarse de los saldos insolutos y los gastos, reduciendo su
título a las acciones que le restan;

- Aplicar las demás medidas y arbitrios que puedan contener los estatutos sociales
(art. 17);

- Puede demandar judicialmente el cumplimiento de la obligación de enterar el


aporte estipulado, que está contenida en la escritura pública por el cual se
perfecciona el acto fundacional, valiéndose de las reglas del título ejecutivo.

- Los pagos parciales se abonarán a las acciones impagas

I. Adquisición por la sociedad anónima cerrada de sus propias


acciones

La adquisición por una sociedad de sus propias acciones ha sido mirada con recelo
por las legislaciones, porque es un arbitrio que permite a una mayoría acrecentar
su control de la compañía con cargo a recursos sociales que también tienen derecho
la minoría.

Esta materia se encuentra tratada en los artículos 27; 27A; 27B; 27C; y 27D, que
fueron agregados por la Ley 19.705 de 20 de diciembre de 2000.

Los casos en que la ley permite las adquisiciones de acciones de su propia emisión
son los siguientes:

 ARTICULO 27:

Las sociedades anónimas sólo podrán adquirir y poseer acciones de su propia


emisión cuando la adquisición resulte:

1. Cuando se originen por el ejercicio del derecho de retiro que le puede


corresponderle a un accionista de conformidad a lo señalado en el artículo 69. No
se trata en la especie de una facultad de la compañía, que puede o no ejercer, sino
de una obligación de ésta, que la normativa vigente impone fijando el precio y
demás condiciones de la adquisición.

2. Si la adquisición resulta de la fusión con otra sociedad, que sea accionista de la


absorbente. Estrictamente no se trata de la adquisición de acciones, sino de un
patrimonio, que comprende acciones de la adquirente.

3. Cuando la adquisición “permita cumplir una reforma de estatutos de


disminución de capital, cuando la cotización de las acciones en el mercado fuere
inferior al valor de rescate que proporcionalmente corresponda pagar a los
accionistas” .
En una disminución de capital, debe determinarse la forma, plazo y valor de las
acciones comprendidas en ella. Si el valor de mercado de las acciones es inferior a
aquel determinado en la disminución del capital, la ley permite a la compañía
adquirir tales acciones a su valor de mercado, pero, indudablemente, no obliga a los
accionistas a renunciar al mayor valor.
En este caso que estamos examinando, La adquisición de las acciones significa su
expiración, pues se parte del supuesto que se ha disminuido el capital. No pueden
entonces dichas acciones volver al mercado.

4. Cuando permita cumplir un acuerdo de la junta extraordinaria de accionistas


para la adquisición de acciones de su propia emisión, en las condiciones
establecidas en los artículos 27 a 27 D.

Los artículos 27 a 27 D establecen los requisitos que deben cumplir las sociedades
anónimas cuyas acciones tengan transacción bursátil para adquirir y poseer
acciones de su propia emisión y la adquisición de acciones por parte de los bancos.

No se computan para la constitución de quórum

Por último, el inciso segundo del artículo 27 expresa: “Mientras las acciones sean
de la propiedad de la sociedad no se computarán para la constitución del quórum
en las asambleas de accionistas y no tendrán derecho a voto, dividendo o
preferencia en la suscripción de aumentos de capital”.

Mediante la normativa que establece este precepto, se pretende evitar que la


mayoría use en su favor las acciones adquiridas por la propia compañía.

Plazo de enajenación.

La compañía tiene el plazo de 1 año para enajenarlas en la bolsa y si así no lo


hiciere, el capital queda disminuido de pleno derecho.

Para la enajenación de las acciones deberá cumplirse con la oferta preferente a los
accionistas a que se refiere el art. 25.

 ARTICULOS 27 A a 27D.

Se establecen los requisitos para la adquisición por la sociedad


anónima abierta y bancos de sus propias acciones.

Las sociedades anónimas cuyas acciones tengan transacción bursátil podrán


adquirir y poseer acciones de su propia emisión, bajo las siguientes condiciones
copulativas:
a) Que sea acordado por junta extraordinaria de accionistas por las dos terceras
partes de las acciones emitidas con derecho a voto;

b) La adquisición sólo podrá hacerse hasta por el monto de las utilidades retenidas,
y

c) Si la sociedad tuviere series de acciones, la oferta de adquisición deberá hacerse


en proporción al número de acciones de cada serie, que tenga transacción bursátil.

Las juntas de accionistas citadas para considerar la adquisición de acciones de su


propia emisión, deberán pronunciarse sobre el monto o porcentaje máximo a
adquirir, el objetivo y la duración del programa, el que no podrá superior a cinco
años, así como del precio mínimo y máximo a pagar por las acciones respetivas,
materias sobre las cuales el directorio de la sociedad deberá dar información
amplia y detallada. En todo caso, la junta podrá delegar en el directorio la fijación
del precio de adquisición.

El monto máximo de acciones que la sociedad podrá mantener en cartera no puede


exceder al 5% de sus acciones suscritas y pagadas. Los excesos producidos deberán
ser enajenados en el término de 90 días, contado desde la fecha de adquisición que
hubiere dado origen al exceso.

Las acciones que se adquieran deben estar pagadas y libre de todo gravamen o
prohibición.

La adquisición de acciones de propia emisión deberán llevarse a cabo en bolsas de


valores o a través de una Oferta Pública de Adquisición de Acciones (OPA).

Las acciones adquiridas deberán ser enajenadas por la sociedad dentro del plazo
máximo de 24 meses a contar de la adquisición, y sí así no se hiciere, el capital
quedará disminuido de pleno derecho. Al momento de enajenarlas, la sociedad
deberá realizar una oferta preferente a los accionistas en los términos referidos en
el artículo 25.

Sin embargo, no será obligatoria esa oferta cuando se trate de cumplir un programa
o plan de compensación a trabajadores de la sociedad.

J. Bienes susceptibles de aportarse a una sociedad anónima

Las normas atingentes al tema están contenidas en los artículos 13, 15 y 67 N° 6 de


la LSA.

En general pueden aportarse a una sociedad anónima los mismos bienes que a
cualquier otro tipo social. Las normas aplicables a este tipo social son las
siguientes:
J.1. El art. 13 prohíbe la creación de acciones de industria y de
organización. Por aportes de industria debemos entender todo aporte
consistente en trabajo personal pasado, presente o futuro, pues la prohibición legal
no distingue. Las labores de organización son un tipo de aporte de trabajo que
el legislador señala en forma expresa para que no quepa duda sobre el particular.
Lo anterior no impide el aporte proveniente de trabajo personal “cosificado”, como
aquel reflejado en planos, know how o procedimientos industriales o comerciales.
En tales eventos, se aporta no la obligación de efectuar una labor, sino el resultado
de ella.

Tanto las acciones que corresponden a aportes de industria o trabajo personal,


como a labores de organización de una sociedad, como también el avalúo de
aportes no dinerarios, representan un peligro para futuros accionistas o para los
accionistas minoritarios si hubiere una sobrevaluación de ellas efectuada por
accionistas fundadores o por acuerdo de mayoría.

La legislación anterior a la dictación de la Ley 18.046 permitía tales aportes, pero si


ellos se estipulaban en la escritura de constitución de la sociedad se establecía
prohibición de enajenar tales acciones por un lapso de dos años.

La ley optó por otro sistema. Prohibió absolutamente las acciones de industria y
organización y con respecto a los aportes no dinerarios, optó por las normas que
analizaremos en el punto siguiente.

J.2. En cuanto a los aportes no dinerarios, la ley dispone que salvo acuerdo
unánime de las acciones emitidas ellos deben ser estimados por perito y aprobados
en junta extraordinaria de accionistas contando con el quórum mínimo de 2/3 de
las acciones emitidas que puede ser mayor si una norma estatutaria así lo establece
(Artículos 15 inciso final y 67 N° 6).

Si tales aportes se realizan en la constitución de la compañía, la evaluación por


unanimidad debe estar contenida en la escritura social (art.4°, N°5 en relación con
el inciso final del art.15).

La ley 19.499 agregó como inciso final del artículo 15, la regla de que si no se
cumple con los requisitos relativos a los aportes no dinerarios, de aprobación por
acuerdo unánime, de estimación por peritos y aprobación por la junta de
accionistas de los aportes y evaluaciones, puede cumplirse en cualquier momento
con tales formalidades, con posterioridad a la escritura de aporte, caducando la
acción pasados dos años – prescripción de corto tiempo- contados de la fecha
de la escritura en la cual consta el respectivo aporte, pues la ley no efectúa
distinciones.

Lo que dispone la norma es que si no se cumple con este requisito, esto es,
aprobación por acuerdo unánime, de estimación de peritos y aprobación de la
junta, tales requisitos pueden cumplirse en cualquier momento con posterioridad a
la escritura de aporte, caducando la acción pasados dos años contados desde la
fecha de la escritura en la cual consta el respectivo aporte. ¿Qué acción caduca?
Pareciera que sería la acción tendiente a hacer valer la responsabilidad de los
directores y el gerente.

J.3. Las acciones podrán pagarse en dinero efectivo o con otros bienes
(art.15)

En el silencio de los estatutos, se entenderá que el valor de las acciones de pago


debe ser enterado en dinero efectivo.

Los directores y el gerente que aceptaren una forma de pago de acciones distinta de
la establecida, serán solidariamente responsables del valor de colocación de las
acciones pagadas en otra forma.

K. Entero de aportes. Contrato de suscripción de acciones. Valor de


colocación

Según el art. 33 del Reglamento, la suscripción de acciones efectuada con


posterioridad a la constitución de la sociedad, deberá constar en instrumento
público o privado firmado por las partes en el que se exprese el número de acciones
que se suscriben, la serie a que pertenezcan, en su caso, la fecha de entrega de los
títulos respectivos y el valor y la forma de pago de la suscripción.

En una compraventa, el entero o pago del precio, es el cumplimiento de la


obligación principal del comprador. El entero de los aportes por los socios de una
sociedad de personas es también el cumplimiento de un socio con la sociedad y con
los demás socios, de su obligación fundamental de poner algo en común, que se
traduce en la transferencia de la cosa aportada a la sociedad. En los casos de
compraventa y sociedades de personas, que hemos citado, el entero o
cumplimiento de la prestación está íntimamente vinculado con el contrato
principal, de manera tal que su no cumplimiento puede dar origen a la extinción de
la relación jurídica mediante su resolución o disolución en su caso.

En los aportes a sociedades de personas, el valor en el cual están estimados los


aportes, forma parte del capital o fondo común, y representa la cuota o parte del
socio en la sociedad y sus valores son equivalentes, sin perjuicio de las
revalorizaciones de capital. Además cabe recordar que los enteros de capital
pueden efectuarse en la escritura de constitución de la sociedad, en reforma de ella
o mediante un acto separado y que dicho entero no es solemne, sin perjuicio de
tener tal calidad la estipulación que contiene la obligación de aportar y de la
necesidad de cumplir solemnidades si la ley o exige para la transferencia o
tradición de la cosa aportada.

Esta situación referida es diferente en las sociedades de capital especialmente en la


anónima. La obligación de enterar el aporte, de alguna manera se ha
independizado del contrato social.
Se considera que se celebra un contrato entre la anónima o sociedad emisora de las
acciones y el suscriptor, nuevo o antiguo accionista, que se denomina “contrato
de suscripción de acciones”. En este contrato no son parte los otros
accionistas. En virtud de él, la sociedad se obliga a emitir los títulos de acciones
respectivos y el suscriptor a pagarlas en determinado plazo. El no cumplimiento de
las obligaciones del suscriptor, no permite accionar de disolución de la sociedad
emisora. Sólo otorga el derecho para exigir su cumplimiento u otras acciones o
derechos con las limitantes que más adelante veremos. Además, por regla general,
el entero de aportes mediante el contrato de suscripción se celebra por instrumento
separado, salvo respecto de aportes que se pagan en la misma constitución de la
sociedad. No deben insertarse o contenerse en una junta de accionistas que acuerde
aumento de capital, por no ser un acto propio de la junta que refleja la voluntad
colectiva de los accionistas, sino un acto de un tercero o un accionista de la
sociedad.

Se refieren al contrato de suscripción de acciones el art.12, inc. 1° de la LSA y el


art.33 del Reglamento. El valor de colocación de las acciones está tratado en el
art.26 de la LSA y en los artículo 35 a 37 de su Reglamento.

El artículo 12 de la LSA, exige que el contrato de suscripción de acciones conste por


escrito y cumpla con las condiciones que fije el Reglamento, en su art.33 ya
transcrito.

De lo anterior se colige, que según la LSA, el contrato de suscripción de acciones es


aquel contrato solemne que debe constar por instrumento público o privado en
virtud del cual una sociedad anónima emite o se obliga a emitir un determinado
número de acciones de pago y el suscriptor paga o se obliga a pagar dichas
acciones.

Desde el momento en que se celebra el contrato de suscripción queda el suscriptor


como accionista, siendo de cargo de la sociedad la inscripción en el registro de
accionistas.

En cuanto al valor de colocación de la acción de pago, que representa el precio del


contrato de suscripción, debe ser fijado libremente por la junta de accionistas
(art.26 L.S.A.). En el evento que la acción tenga valor bursátil, el gerente deberá
informar debidamente a la junta acerca de este valor, y en todo caso el valor libro
de la acción, para que la junta considere esta información al fijar el valor de
colocación.

La normativa también se preocupa del destino que debe darse a los fondos
provenientes de la colocación de acciones de pago.

El mayor valor que se obtenga en la colocación de acciones de pago por sobre el


valor que resulte de dividir el capital a entrar por el número de acciones emitidas,
aumentará el capital de la sociedad y no podrá ser distribuido como dividendo
entre los accionistas. Si por el contrario, se produjere un menor valor, éste
constituirá una disminución del capital a enterar. Estas diferencias deberán
reconocerse en la próxima modificación que rehaga al capital social (artículo 26
inc.2° LSA).

El inciso primero del art.16 de la LSA establece que se reajustarán en unidades de


fomento los saldos de acciones suscritas y no pagadas en moneda nacional.
Si el valor de las acciones estuviere expresado en moneda extranjera, los saldos
insolutos se pagarán en dicha moneda o en moneda nacional al valor oficial de
cambio que ella tuviere a la fecha de pago. Si no existiere valor oficial de cambio se
estará a lo que disponga el estatuto social.

Los pagos parciales del saldo insoluto de las acciones suscritas y no pagadas, se
abonarán a las respectivas acciones impagas de acuerdo a su antigüedad de
emisión, de una en una hasta completar el pago de la totalidad de ellas (art. 16,
inciso final).

L. Derecho de suscripción preferente

Esta materia se encuentra regulada en los artículos 24 a 27 inciso final de la LSA y


24 a 28 del Reglamento, que reconocen el derecho de cada accionista a suscribir y
pagar acciones, a prorrata de las que posean, si existen acciones de pago por
suscribir, provenientes de aumentos de capital y en el caso de enajenación por la
sociedad de sus propias acciones cuando está permitida tal adquisición y no se
extinguen las acciones por la adquisición. Este derecho se extiende a la percepción
de acciones liberadas y a la suscripción de debentures convertibles en acciones.

En las situaciones descritas, la ley prescribe que al menos una vez que dichos
valores o acciones deben ser ofrecidos para su suscripción a todos los accionistas a
prorrata de sus acciones. Esta norma es indudablemente de orden público. En caso
de infracción de ella por los estatutos, primará sobre la norma estatutaria la ley,
según lo previene el art.137 de la LSA. Si la infracción a la norma en comento no se
cometiera en los estatutos, sino que de hecho algún órgano social no la respetara y
colocara acciones mediante suscripción o venta desconociendo el derecho de
suscripción preferente de algún accionista, pensamos que en tales casos el
accionista afectado, además de su derecho de ser indemnizado de los perjuicios,
tiene el derecho que le otorga la ley contra la sociedad para exigir su cumplimiento,
sin perjuicio de la nulidad de la suscripción o venta de acciones realizada en
contravención a la ley.

Plazo para ejercer el derecho preferente. El derecho de suscripción


preferente debe ejercerse o transferirse dentro del plazo de 30 días contado desde
que se publique la opción en la forma y condiciones que determine el Reglamento.

El inciso 1° del art.24 del Reglamento prescribe que las opciones para suscribir
acciones de aumentos de capital de la sociedad o de cualquiera otros valores
convertibles en acciones o que confieran derechos futuros sobre estas acciones,
deberán ser ofrecidas, a lo menos por una vez, preferentemente a los accionistas a
prorrata de las acciones que posean inscritas a su nombre a la medianoche del
quinto día hábil anterior a la fecha de inicio del periodo de suscripción preferente.

Dados los términos de las disposiciones transcritas, podemos concluir que este
derecho puede renunciarse aun antes del transcurso del plazo de 30 días.

Los accionistas con derecho preferente a suscribir acciones o los cesionarios de las
opciones, deberán manifestar por escrito a la sociedad, su intención de suscribirlas
dentro del plazo de 30 días contados desde la fecha de publicación del aviso. Si
nada expresan dentro de dicho plazo se entenderá que renuncian a este derecho.

La transferencia del derecho de suscripciones preferente (opciones) se hace con las


mismas formalidades que la cesión de acciones (se encuentran indicadas en el
art.15 del Reglamento).

Los artículos 30 y 31 del Reglamento precisan detalles operatorios sobre la materia.

2. DE LAS ACCIONES

A. Concepto y aspectos generales

Una de las características más trascendentes de la sociedad anónima es que su


capital se encuentra dividido en acciones y que éstas se pueden transar en el
mercado. Ello ha ocasionado que la sociedad anónima sea la figura societaria
preferida en el mundo capitalista, lo que se refleja en que el mayor número de
empresas de cierta importancia económica estén organizadas como sociedades
anónimas.

Gran parte de la doctrina considera que el término “acción” en el Derecho


Societario comprende tres conceptos, los que resumidamente pueden expresarse de
la siguiente manera: a) la acción concebida como un documento. La acción es un
título-valor o un título de crédito representativo de los derechos de los accionistas.
b) La acción como una parte alícuota del capital social. Tiene tal carácter porque la
acción versa sobre una parte o cuota del capital de una sociedad anónima. c) La
acción como conjunto de derechos patrimoniales e institucionales que otorga a a su
titular.

Se han suscitado en la doctrina grandes discusiones en cuanto a las diferencias que


presenta la acción en las sociedades por acciones respecto de las cuotas
correspondientes a derechos de socios en otras compañías. Ascarelli sobre el
particular expresa: “El criterio distintivo más fundado entre cuota y acción a mi me
parece aquel que se refiere a la existencia o no de un título de crédito”.
La generalidad de la doctrina atribuye a la acción la calidad de un título de crédito,
de aquellos llamados de participación o títulos corporativos o sociales,
esencialmente cesible, negociable e incluso susceptible de transacción bursátil.

En nuestro derecho en la actualidad las acciones sólo pueden ser nominativas,


como lo señala el artículo 12 de la LSA, respecto de las anónimas, y el art. 494 del
Código de Comercio en relación con las en comanditas por acciones.

La eliminación de las acciones a la orden y al portador refleja una tendencia


generalizada en el derecho comparado. También se ha generalizado la norma que
considera esencial para la transferencia de acciones la práctica de la inscripción en
el registro de accionistas.

El artículo 14 del Reglamento establece que los estatutos de las sociedades


anónimas cerradas podrán establecer que la sociedad no estará obligada a imprimir
láminas físicas de los títulos de acciones, sino que a llevar únicamente un sistema
de anotaciones en cuenta en el Registro de Accionistas, siempre que se resguarden
debidamente los derechos de los accionistas.

B. Requisitos de los títulos de acción

El artículo 12 de la LSA establece que las acciones serán nominativas y su


suscripción deberá constar por escrito en la forma que determine el Reglamento.
La transferencia se hará de conformidad a dicho Reglamento, el cual determinará,
además, las menciones que deben contener los títulos y la manera como se
reemplazarán aquellos perdidos o extraviados.

Se refieren a estos temas los arts. 11 a 14 del Reglamento.

El art.11 del Reglamento expresa que los títulos de acciones llevarán el nombre del
titular, su rol único tributario o cédula de identidad, si la tuviere, el nombre y
domicilio de la sociedad y su RUT, la fecha de la escritura de constitución y notaría
en que se haya otorgado, la indicación de la inscripción de la sociedad en el
Registro de Comercio correspondiente y su publicación en el Diario Oficial, el
número de acciones que el título represente, la serie a que pertenezcan, una
referencia a las preferencias que otorgan y si las acciones tienen o no valor
nominal. Si los estatutos de la sociedad incluyen limitaciones a la libre disposición
de las acciones, los títulos también deberán hacer referencia a ellas. Igualmente
deberán constar en el título las condiciones de pago de la acción si se tratare de
acciones que no estuvieren pagadas íntegramente.

Cuando la sociedad no haya sido constituida como sociedad anónima, a las


referencias antes indicadas a su constitución se deberán agregar las referencias
correspondientes a la escritura de transformación en sociedad anónima. Iguales
referencias deberán hacerse en caso de fusión o de división.
En el caso de sociedades anónimas especiales se expresará además en el título la
fecha y número de la resolución de autorización de existencia correspondiente, la
indicación de su inscripción en el Registro de Comercio y publicación en el Diario
Oficial.

El inciso final del artículo 12 de la LSA por su parte prescribe:

“La Superintendencia podrá autorizar a las sociedades anónimas abiertas,


para establecer sistemas que sustituyan la obligación de emitir título o que
simplifiquen en casos calificados la forma de efectuar las transferencia de
acciones, siempre que dichos sistemas resguarden debidamente los derechos de
los accionistas”.

Lo anterior es demostrativo de que para nuestra legislación no es siempre


necesario el título de una acción.

Tratándose de sociedades anónimas cerradas, los estatutos podrán establecer que


la sociedad no estará obligada a imprimir láminas físicas de los títulos de acciones,
sino que a llevar únicamente un sistema de anotaciones en cuenta en el Registro de
Accionistas, siempre que se resguarden debidamente los derechos de los
accionistas (art. 14 del Reglamento).

En tal caso los accionistas tendrán derecho a obtener de la sociedad un certificado


que acredite la cantidad de acciones inscritas a su nombre en el Registro de
Accionistas de la sociedad. Estos certificados serán nominativos, intransferibles y
no negociables y deberán indicar la fecha de su otorgamiento.

Para los efectos de las formalidades necesarias para la constitución de prenda u


otro derecho real sobre las acciones de la sociedad, el certificado reemplazará al
título representativo de las acciones de que se trate.

Cuando se transfieren acciones, corresponde canjear títulos o reemplazar títulos


deteriorados o parcialmente destruidos, deben inutilizarse los títulos anteriores
antes de procederse a la emisión de los nuevos.

Art. 12 del Reglamento: “Los títulos inutilizados y el talón correspondiente


llevarán estampada en forma visible la palabra “Inutilizado” y en respaldo del
talón se anotará el número de los títulos con que se les haya reemplazado.

El título inutilizado se pegará al talón respectivo. Cuando se haya transferido una


parte de las acciones a que se refiere el título, se inutilizará éste y se emitirán
nuevos títulos. No se emitirá un nuevo título sin haberse inutilizado el anterior, o
sin que éste se haya declarado extraviado, previo los trámites establecidos en el
artículo siguiente. Este procedimiento se aplicará cuando por cualquier motivo
hubiere canje de títulos”.
C. Extravío, hurto, robo o inutilización de las acciones

En cuanto al procedimiento de reconstitución de los títulos perdidos o extraviados,


el art. 13 del Reglamento dispone:

“Acreditado el extravío, hurto, robo o inutilización de un título u otro accidente


semejante, la persona a cuyo nombre figuren inscritas las acciones podrá pedir
uno nuevo, previa publicación de un aviso en un diario de amplia circulación
nacional, en que se comunicará al publico que queda sin efecto el título primitivo.

En las sociedades anónimas abiertas el interesado deberá, además, remitir a las


bolsas de valores un ejemplar del diario en que se haya efectuado la publicación,
a fin de que éstas dejen constancia de ello en el registro público que deberán
llevar al efecto.

En el Registro de Accionistas de la sociedad y en el nuevo título que se expida se


dejará constancia del cumplimiento de las obligaciones que para el interesado se
consignan en el inciso precedente.

La sociedad expedirá el nuevo título después de transcurridos cinco días desde la


publicación del aviso”.

D. Clases de acciones

Las clasificaciones de acciones que reconoce nuestra ley son de acciones pagadas y
suscritas no pagadas, acciones ordinarias y preferentes, acciones con o sin valor
nominal, acciones con o sin derecho a voto, acciones de pago o acciones liberadas o
crías.

D.1) Acciones suscritas y acciones pagadas.

Las acciones suscritas, son aquellas en que el accionista contrae a través del
contrato de suscripción o en la escritura de constitución, la obligación de pagarla
en dinero efectivo o en otros bienes – antes se llamaban promesa de acción-. Las
acciones pagadas son las que se enteran con aportes en dinero u otros bienes por
el suscriptor.

Una de las principales diferencias entre las acciones suscritas y pagadas la


establece el inc.3° del art.16 de la LSA en cuanto por regla general las acciones
suscritas y no pagadas gozan de iguales derechos que las pagadas íntegramente,
salvo en cuanto a la participación que les corresponda en los beneficios sociales y
devoluciones de capital en que concurren en proporción a la parte pagada. No
obstante, los dispuesto por la ley, en los estatutos sociales se podrá estipular una
norma diferente.
D.2) Series de Acciones: ordinarias y preferidas (art. 20 LSA)

Las acciones pueden ser ordinarias o preferidas. El estatuto social deberá


establecer en forma precisa las obligaciones, preferencias o derechos especiales que
afecten o de que gocen una o más series de acciones y su plazo de vigencia.

Las acciones ordinarias o comunes son aquellas respecto de las cuales rige
plenamente el principio de la igualdad. Cada acción ordinaria con respecto de otra
debe ser idéntica en cuanto a los derechos y obligaciones que otorgan a su titular.

Las acciones llamadas preferidas, son aquellas en las que precisamente se rompe
el principio de igualdad, porque la serie preferente tiene mayores derechos que la
serie ordinaria u otras series preferentes. Sin embargo, dentro de cada serie de
preferentes, sigue rigiendo el principio de la igualdad. Las preferencias deben
constar en los estatutos sociales y en título de las acciones deberá hacerse
referencia a ellas.

Las razones que se han dado para justificar la existencia de las acciones preferidas
son varias.

La primera razón se encuentra en la diferencia entre antiguos y nuevos accionistas.


En efecto, puede existir el propósito de conceder unos derechos preferentes a los
accionistas antiguos debido a la situación de prosperidad de la compañía que ellos
han contribuido a generar y en la mira de su expansión.

Por un lado, la necesidad económica de obtener recursos para la sociedad,


otorgándoles derechos especiales a quienes estén dispuestos en un momento
determinado y difícil a aportar los fondos necesarios. También se ha empleado el
sistema de series preferentes en las sociedades de economía mixta para otorgar
mayores derechos al sector público que participa en ellas.

Algunos autores, estiman que la existencia de acciones privilegiadas, presentan la


desventaja de crear intereses opuestos entre las acciones privilegiadas y ordinarias,
llegando estas últimas a convertirse en verdaderas parias de la sociedad, cuando
las emisiones de las primeras son excesivas o confieren derechos excesivos.

En nuestro derecho la materia está tratada en los artículos 4°, N° 5, inciso 3°; 20 y
4°, 67 inciso final y 69 N°4 de la LSA, que pasamos a examinar:

1. Carácter estatutario de las preferencias. De conformidad a lo previsto en


los arts. 4° N° 5 y 20 inciso 2°, de la LSA, las preferencias de acciones deberán
constar en los estatutos y en los títulos de las acciones deberá hacerse referencia a
ellas. Por ende, si se contienen en la escritura de constitución de la sociedad,
requieren de la voluntad de la unanimidad de los accionistas fundadores.

Las reformas de estatutos que tengan por objeto la creación de preferencias deben
ser aprobadas por el voto conforme de los 2/3 de la serie o series afectadas (artículo
67, inciso final). La decisión debe tomarse en juntas extraordinarias de accionistas,
con asistencia de notario y las formalidades ya estudiadas.

Para la modificación o supresión de las preferencias se requiere como quórum


mínimo para tomar acuerdos los 2/3 de las acciones preferidas, cuyos derechos
pretende sean eliminados o modificados, ya que ellas son las acciones afectadas. En
este último caso, por tratarse de una reforma de estatutos, además del quórum
especial de las acciones afectadas es necesario que concurran el quórum normal de
las demás acciones de la sociedad, que serán las ordinarias y otras series de
acciones preferentes no afectadas por la modificación o supresión que se pretende
acordar en junta de accionistas. Además, en caso de reducción de preferencias, el
accionista afectado tiene derecho al retiro, de conformidad a lo previsto en el
artículo 4° del artículo 69 de la LSA.

2. Temporalidad de las preferencias. No podrá estipularse preferencias sin


precisar el plazo de su vigencia. Los estatutos de las sociedades anónimas abiertas
podrán contener preferencias que otorguen a una serie de acciones preeminencia
en el control de la sociedad, por un plazo máximo de cinco años, pudiendo
prorrogarse por acuerdo de la junta extraordinaria de accionistas (Artículo 20).

Esta disposición es de orden público. Se excluye, entonces, la posibilidad de


establecer mediante condiciones el tiempo que ellas deben durar. La ley no ha
señalado el plazo máximo de vigencia. No obstante, esta falta expresa de limitación
en el tiempo, se estima que el plazo no puede exceder de aquel que consideradas las
circunstancias del caso, tales como el monto de la inversión que efectúan los
accionistas preferentes, su necesidad para la compañía y otras circunstancias, no
signifique que de hecho las preferencias puedan considerarse perpetuas.

3. El privilegio no puede consistir en el otorgamiento de dividendos que


no provengan de utilidades. Se prohíbe que se otorguen preferencias que
consistan en el otorgamiento de dividendos que no provengan de utilidades del
ejercicio o utilidades retenidas y de sus respectivas revalorizaciones. La verdad es
que se trata de una norma aclaratoria. Puede establecerse como preferencias de que
los titulares de ellas sean pagados de dividendos con antelación a los demás.

Los estatutos de las sociedades anónimas abiertas podrán contener preferencias


que otorguen a una serie de acciones preeminencia en el control de la sociedad, por
el plazo máximo de cinco años, pudiendo prorrogarse por acuerdo de la junta
extraordinaria de accionistas.

Sobre preferencias en relación con el derecho a voto, el art. 21 de la LSA prohíbe


terminantemente las acciones con voto múltiple, salvo el caso que permite el art.66
en lo relativo a distribuir el voto en elecciones que deben realizar en juntas de
accionistas.

Existen múltiples formas para establecer preferencias, tales como acciones con
dividendo simplemente prioritario; acciones con derecho a un dividendo fijo,
siempre que haya utilidad; acciones que ganan preferentemente un primer
dividendo, igualándose después a las ordinarias; acciones con dividendo mayor a
los que corresponden según valor nominal o número de acciones, derecho de
reembolsarse preferentemente a las ordinarias en caso de liquidación de la
sociedad; derecho a elegir a un número determinado de directores (control), etc.

D.3) Acciones con derecho a voto normal y acciones sin derecho a voto
o con derecho a voto limitado.

D.3.1) Acciones con derecho a voto.- Cada accionista dispondrá de un voto


por cada acción que posea o represente. Sin embargo, los estatutos podrán
contemplar series de acciones preferentes sin derecho a voto o con derecho a voto
limitado. (art. 21, inciso 1°). En las elecciones que se efectúen en las juntas, los
accionistas podrán acumular sus votos a favor de una sola persona, o distribuirlos
en la forma que estimen conveniente.

“En los casos en que existan series de acciones preferentes sin derecho a voto o
con derecho a voto limitado, tales acciones adquirirán pleno derecho a voto
cuando la sociedad no haya cumplido con las preferencias otorgadas a favor de
éstas, y conservarán tal derecho mientras no se haya dado total cumplimiento a
dichas preferencias. En caso de duda, en las sociedades anónimas abiertas, la
adquisición de pleno derecho a voto será resuelta administrativamente por la SVS
con audiencia del reclamante y de la sociedad y en las cerradas, por el árbitro o
la justicia ordinaria en su caso, en procedimiento sumario de única instancia y
sin ulterior recurso” (art. 21, inciso final).

No se permiten acciones ordinarias sin derecho a voto o con derecho a voto


múltiple.

D.3.2) Acciones sin derecho a voto o con derecho a voto limitada. El art.
21 de la LSA permite por excepción acciones preferentes que no cuenten con
derecho a voto en las juntas de accionistas o que sólo cuenten con un voto limitado.
Además el inciso 3° de la misma norma reintegra a la acción su derecho a voto
cuando la sociedad no ha dado cumplimiento a sus obligaciones con las acciones
preferentes. Dicho reintegro perdura por mientras dure el incumplimiento. Decide
en caso de dudas, tratándose de sociedades anónimas abiertas, la Superintendencia
de Valores y Seguros, y en los demás casos el árbitro o la justicia ordinaria en su
caso.

La circunstancia de que la acción no otorgue derecho a voto o lo confiera en forma


limitada para ciertas materias, se compensa con derechos preferentes en el orden
pecuniario. Esta tendencia viene imponiéndose en el derecho comparado (Francia,
Alemania, Italia y en América Latina en Brasil).
Los titulares de acciones de una serie sin derecho a voto podrán participar en las
juntas de accionistas con derecho a voz (art. 58 del Reglamento).
D.3.3) Acciones con y sin valor nominal.

El valor nominal de la acción es aquel que resulta de dividir el monto nominal


del capital social por el número de acciones y que figura como tal en los estatutos.
Se trata de un valor ficticio por definición, pues no tiene sustento un valor o precio
real. En efecto la base para calcularlo es el capital nominal. Este sólo representa un
valor histórico, el monto de aportes. El capital social no es representativo de un
valor patrimonial contable, ni de un valor comercial relacionado con los activos
sociales y tampoco su monto considera los pasivos exigibles que pueda tener la
sociedad. El valor nominal de la acción no equivale a su valor libro y menos aún a
su valor comercial o de transacción bursátil. Lo que interesa al Derecho Societario
no es determinar un valor nominal de la acción, sino tener reglas que posibiliten
determinar la proporción que corresponde a cada acción en el capital social para
determinar los derechos de cada accionista en los dividendos, en cuanto a su
derecho a voto y demás atribuciones que dependen del número de acciones que
posea un accionista, cualquiera sea su valor nominal.

Por los fundamentos indicados, algunas legislaciones siguiendo la tendencia


norteamericana han suprimido la exigencia de que las acciones tengan un valor
nominal. En Chile, en cambio, se permiten ambos sistemas, o sea, que las acciones
pueden tener o no valor nominal (art.4°, N°4° L.S.A.).

Las acciones sin valor nominal, resulta de la división del patrimonio de la


sociedad por el número de acciones emitidas por ésta.

D.3.4) Acciones de pago y liberadas de pago.-

Las llamadas acciones “liberadas de pago” o “crías”, en realidad no tienen el


carácter de gratuitas para el accionista. No están efectivamente liberadas de pago,
pues ellas se pagan con fondos sociales provenientes de utilidades del ejercicio o
anteriores, llamadas retenidas, sobre las cuales tienen derecho los accionistas. Las
acciones de pago propiamente tales se enteran a la sociedad anónima con aportes
en dinero u otros bienes por el suscriptor.

El artículo 19 del Reglamento expresa:

“La junta de accionistas de las sociedades anónimas cerradas deberá acordar en


los aumentos de capital que previo a la emisión de acciones de pago, la sociedad
capitalice todas las reservas sociales provenientes de utilidades y
revalorizaciones legales existentes a la fecha del último balance, a través de la
emisión der acciones liberadas de pago. Salvo que la unanimidad de las acciones
emitidas con derecho a voto apruebe que no se efectúe la capitalización o que ésta
se realice sin la emisión de acciones liberadas de pago.

El artículo 80 de la LSA, en relación con el inciso 1° del art.25 de la misma ley,


permite emitir acciones liberadas con cargo a utilidades sean del ejercicio o
retenidas, para ser repartidas a los accionistas a prorrata de las acciones inscritas al
quinto día anterior a la fecha del reparto. Evidentemente que también, en estos
casos, debe haberse acordado con anterioridad o simultáneamente un aumento de
capital.

D.3.5) Acciones no permitidas por nuestra legislación.-

No caben en nuestra legislación las acciones al portador, las a la orden y las


acciones de industria y de organización. El artículo 13 señala “Se prohíbe la
creación de acciones de industria y de organización”

En otras legislaciones se reconocen las “acciones de goce” o “partes beneficiadas”,


que no otorgan derechos sobre el capital, pero sí a una parte de las utilidades
futuras, por tiempo limitado o ilimitado.

E) Transferencia de las acciones

La característica fundamental de las sociedades anónimas es que su capital está


dividido en partes alícuotas representadas en títulos esencialmente negociables. La
cesibilidad de la acción como título de participación social es uno de los rasgos más
característicos, y su supresión o limitación atenta contra la esencia misma de este
tipo societario, salvo cuando el legislador limita expresamente esas restricciones.

Como tuvimos ocasión de verlo, en la legislación vigente, los estatutos de


sociedades anónimas abiertas no pueden contener cláusulas que limiten la libre
cesibilidad de las acciones. A contrario sensu, debemos entender que tal limitación
no rige para las sociedades anónimas cerradas; en estas últimas se advierte un
carácter “familiar” acentuado, por lo que no tiene mayor relevancia la existencia de
tales restricciones, con tal que en definitiva no signifiquen que el accionista quede
convertido en prisionero de su título.

Asimismo, también vimos que se faculta a los accionistas para estipular pactos
particulares relativos a la cesión de acciones, los que deben ser depositados en la
compañía a disposición de los demás accionistas y terceros interesados y se hace
referencia a ellos en el Registro de Accionistas. Si no se hiciere tales pactos se
tienen por no escritos.

La transferencia de las acciones se hará de acuerdo al Reglamento (artículos 38 a


45).

Artículo 38: “Toda cesión de acciones se celebrará por instrumento privado


firmado por el cedente y el cesionario ante dos testigos mayores de edad o ante
corredor de bolsa o ante notario público.
También podrá hacerse por escritura pública suscrita por el cedente y el
cesionario”.

De acuerdo con la norma citada, la transferencia de acciones debe celebrarse entre


el cedente y cesionario una escritura pública o privada, firmada por ambos. Sí se
celebra por instrumento privado, las firmas de las partes deben estar autorizadas
por notario o por corredor de bolsa o por dos testigos mayores de edad.

El documento en que se materializa la cesión se denomina “traspaso”. En éste


debe singularizarse las acciones transferidas mediante el nombre de la sociedad
emisora y el número de las acciones transferidas. Si se han emitido los títulos de las
acciones que se transfieren, es preciso además indicar su enumeración. De lo
contrario es necesario indicar que se trata de acciones cuyos títulos no se han
emitido. También debe indicar el precio y plazo para el pago.

En los formularios de los traspasos en boga figuran otras menciones que no son
obligatorias pero sí convenientes, tales como datos sobre individualización del
adquirente y un facsímil de su firma e indicación de su RUT para anotarlo en el
Registro de Accionistas.

Artículo 41: “La cesión de las acciones producirá efecto entre las partes desde su
celebración y respecto de la sociedad y de terceros, desde el momento de la
inscripción del nuevo titular en el Registro de Accionistas. La sociedad practicará
la inscripción en el momento que tome conocimiento de la cesión.

Como aparece del texto transcrito, para proceder a la inscripción se requiere


presentar a la sociedad el traspaso y el título de las acciones cedidas. Si no se han
emitido los títulos, en ese caso no es necesario entregarlo a la sociedad para su
canje.

Los efectos respecto de terceros tienen importancia fundamentalmente para los


casos de quiebra del cedente, embargos y constitución de gravámenes o
prohibiciones convencionales o judiciales.

Señala el artículo 40 dispone que a la sociedad no le corresponde pronunciarse


sobre la transferencia de acciones y está obligada a inscribir sin más trámite los
traspasos que se le presenten, a menos que éstos no se ajusten a las formalidades
que establece el Reglamento.

En las sociedades abiertas la SVS resolverá administrativamente, con audiencia


de las partes interesadas, las dificultades que se produzcan con motivo de la
tramitación e inscripción de un traspaso de acciones”.

La ley priva a la sociedad de la posibilidad de rechazar traspasos invocando razones


que importarían calificación sobre la persona del adquirente u otras
consideraciones subjetivas.
Si se trata de una sociedad anónima cerrada, cuyos estatutos contienen
restricciones válidas a la transferencia de acciones y en un traspaso no se respetan
tales restricciones, opinamos que en tal evento la compañía debe rechazar el
traspaso, pues los estatutos constituyen la ley interna de la sociedad, que ésta debe
respetar.

Las controversias que puede dar origen al rechazo de la inscripción de acciones, en


las sociedades anónimas abiertas, las resuelve administrativamente la SVS. De la
resolución de la Superintendencia puede reclamarse ante la justicia ordinaria. Si es
una cerrada, estas cuestiones debe resolverlas la justicia ordinaria.

Estas materias no pueden ser resueltas por el tribunal arbitral establecido en los
estatutos, por cuanto el adquirente de las acciones cuyo traspaso ha sido rechazado
aún no es accionista.

Registro de Accionistas. Dispone el artículo. 7º del Reglamente que la sociedad


anónima deberá llevar un Registro de Accionistas en el que anotará, a lo
menos, el nombre, domicilio y cédula nacional de identidad o rol único tributario
de cada accionista, si lo tuviere, la serie, si la hubiere, y el número de acciones de
que sea titular, la fecha en que éstas se hayan inscrito a su nombre y, tratándose de
acciones suscritas y no pagadas, la forma y oportunidades de pago de ellas.

Igualmente, en el Registro deberá inscribirse la constitución de gravámenes y de


derechos reales distintos al de dominio y hacerse referencia a los pactos
particulares relativos a cesión de acciones.
En caso que algún accionista transfiera todfo o parte de sus acciones deberá
anotarse en el Registro esta circunstancia.

La apertura del Registro de Accionistas se efectuará al día del otorgamiento de la


escritura de constitución.

Según el artículo 10º del Reglamento, el Registro de Accionistas podrá llevarse por
cualquier medio, siempre que éste ofrezca seguridad de que no podrán haber
intercalaciones, supresiones u otra alteración que pueda afectar su fidelidad.

Cada vez que sea necesario determinar a qué accionistas corresponderá un


determinado derecho social, se considerarán aquellos que se encuentren inscritos
en el Registro de Accionistas a la medianoche del quinto día hábil anterior a aquél
desde el cual pueda ejercerse el derecho.

En el caso de las sociedades anónimas cerradas para los efectos de participar en las
juntas de accionistas, se considerará a aquellos que figuren inscritos en el Registro
de Accionistas al inicio de la respectiva sesión.

Las sociedades anónimas abiertas deberán anunciar a los menos por un aviso que
se publicará en forma destacada en el diario en que deban realizarse las citaciones a
juntas de accionistas, el día desde el cual puedan ejercerse los derechos,
publicación que deberá hacerse con no menos de 5 días hábiles ni más de 20 días
hábiles de anticipación al día desde el cual puede ejercerse el derecho.

F. Limitaciones a la transferencia de las acciones

Se discutió largamente en tiempos pasados y en Chile antes de la dictación de la


Ley 18.046 sobre la legalidad de disposiciones estatutarias que establecieran
limitaciones a la libre cesibilidad de las acciones de una sociedad anónima, sea que
ellas estuvieren contenidas en los estatutos o en otros instrumentos (pactos de
accionistas).

El artículo 14 de la LSA zanjó la discusión en los siguientes términos:

“Los estatutos de las sociedades anónimas abiertas no podrán incluir


limitaciones a la libre disposición de las acciones.

Los pactos particulares entre accionistas relativos a cesión de acciones, deberán


ser depositados en la compañía a disposición de los demás accionistas y terceros
interesados, y se hará referencia a ellos en el Registro de Accionistas. Si así no se
hiciere, tales pactos serán inoponibles a la sociedad y a terceros. Tales pactos no
afectarán la obligación de la sociedad de inscribir sin más trámites los traspasos
que se le presenten, de conformidad a lo establecido en el artículo 12”.

De acuerdo con los términos del precepto transcrito, en general las restricciones
estatutarias están permitidas sólo en las sociedades anónimas cerradas y
prohibidas en las abiertas. Las restricciones convencionales están permitidas en
ambos subtipos sociales, pero se exige el depósito de dichos pactos en la sociedad,
para que queden a disposición de los demás accionistas y de terceros interesados y
hacer referencia de ellos en el Registro de Accionistas, bajo sanción de ser
inoponibles a la sociedad y a terceros.

G. Los pactos de accionistas

Los pactos entre accionistas de caracteres amplios y permanentes fueron


generalmente considerados en el pasado como ilícitos. Afortunadamente en
nuestro ordenamiento jurídico no puede plantearse esa duda, ya que tales pactos,
al menos los dos de mayor relevancia, están expresamente reconocidos por la ley.

Así, como vimos, el art.14 inciso segundo de la LSA consagra los pactos sobre
limitación a la libre cesión de acciones.

Por su parte, la Ley N° 18.045, sobre Mercado de Valores, en su Título XV,


reconoce y define a los pactos o acuerdos de actuación conjunta, entre ellos
indudablemente los convenios o acuerdos para votar en un determinado sentido en
la gestión de la sociedad u obtener el control de la misma 1.
1
Artículo 98.‐ Acuerdo de actuación conjunta es la convención entre dos o más personas que
Nunca debe perderse de vista la radical diferencia que media entre los pactos
celebrados por los accionistas de una sociedad y los estatutos que rigen a esta
última, pues dicha distinción es el criterio orientador para resolver muchas
confusiones que suelen presentarse.

Podemos afirmar que las diferencias son las siguientes:

1) Los pactos, como genuinos contratos, tienen fuerza obligatoria solo entre
quienes lo celebraron y, por ende, entre quienes lo consintieron, por aplicación del
principio del efecto relativo de los contratos.

Los estatutos por el contrario constituyen un típico acto jurídico de aquellos que la
doctrina denomina colectivos, que obligan a todos los accionistas actuales o futuros
sin importar si de hecho están de acuerdo o no con su contenido, tal como lo
consagra el artículo 22, al expresar que: “La adquisición de acciones de una
sociedad implica la aceptación de los estatutos sociales, de los acuerdos
adoptados en las juntas de accionistas, y de pagar las cuotas insolutas en el caso
que las acciones adquiridas no estén pagadas en su totalidad”.

2) Los estatutos regulan las relaciones entre sociedad y accionistas; los pactos rigen
respecto de vínculos que relacionan a los accionistas entre sí. Los primeros tocan
asuntos que por su naturaleza pueden imponerse a todos los accionistas, mientras
que los segundos tocan asuntos que por su naturaleza no es necesario imponer a
todos los accionistas;

3) Los estatutos deben preocuparse por el “interés social”, a diferencia de los


pactos, que pretenden amparar el interés particular del respectivo grupo de
accionistas que lo celebraron; los primeros se refieren a cuestiones que por su
naturaleza son permanentes, por ejemplo, la organización y funcionamiento de la
sociedad y que, por lo tanto, pueden imponerse a los accionistas futuros, en

participan simultáneamente en la propiedad de una sociedad, directamente o a través de otras personas


naturales o jurídicas controladas, mediante la cual se comprometen a participar con idéntico interés en
la gestión de la sociedad u obtener el control de la misma.
Se presumirá que existe tal acuerdo entre las siguientes personas: entre representantes y
representados, entre una persona y su cónyuge o sus parientes hasta el segundo grado de
consanguinidad o afinidad, entre entidades pertenecientes a un mismo grupo empresarial, y entre una
sociedad y su controlador o cada uno de sus miembros.
La Superintendencia podrá calificar si entre dos o más personas existe acuerdo de actuación
conjunta considerando entre otras circunstancias, el número de empresas en cuya propiedad participan
simultáneamente, la frecuencia de votación coincidente en la elección de directores o designación de
administradores y en los acuerdos de las juntas extraordinarias de accionistas.
Si en una sociedad hubiere como socios o accionistas, personas jurídicas extranjeras de cuya
propiedad no haya información suficiente, se presumirá que tienen acuerdo de actuación conjunta con
37
el otro socio o accionista, o grupo de ellos con acuerdo de actuación conjunta, que tenga la mayor
participación en la propiedad de la sociedad.
circunstancia que los segundos se refieren a cuestiones que por su naturaleza solo
pueden imponerse a quienes las hayan consentido.

Las restricciones convencionales más comunes pueden consistir en:

a) Otorgar derecho preferente de adquisición a otros accionistas,


llamadas cláusulas de “tanteo”; requerirse previa a la inscripción del traspaso
autorización de algún órgano o ente para constatar si se cumplen determinadas
condiciones preestablecidas sobre precio y calidad del adquirente. También se han
contemplado cláusulas que obligan a enajenar.

La cláusula de tanteo admite tres grandes modalidades. a) Una consiste en que


antes de ofrecer la venta a terceros, se reconozca derecho a ella a los otros
accionistas mejorando la oferta de un tercero. b) El otro sistema es al revés. Para
poder ofrecer en venta acciones a terceros, el accionista que pretende enajenar
debe previamente ofrecer vender las acciones a sus consocios accionistas. Si éstos
no desean comprar, puede vender libremente. Si, por el contrario, hay interés en
comprar, pero no hay acuerdo en el precio, el que desea vender puede enajenar a
terceros, pero en precio superior al ofrecido por los otros accionistas. c) Otro
sistema consiste en que si un grupo de accionistas desea vender y otro comprar, y
no hay acuerdo en el precio, por sorteo se determina quién fija el precio de las
acciones, teniendo derecho la otra parte a comprar o vender en dicho precio.

La autorización previa de un órgano o ente que debe otorgarse antes de la


transferencia, para comprobar si se cumplen los requisitos previstos por los
estatutos para enajenar, se aplica en general a los casos, que para ser accionista de
una determinada sociedad los estatutos han previsto la exigencia de nacionalidad,
profesión o giro u otras calidades.

La obligación de vender a los accionistas o a la sociedad prevista en los estatutos a


veces se pacta para los casos de fallecimiento de accionistas.

G.1) Requisitos para que tengan validez los pactos:

En general para que tengan validez restricciones a la facultad de enajenar acciones,


sea en los estatutos, en las sociedades anónimas cerradas o en pacto separado, en
cualquier clase de sociedad anónima se requiere:

a) Que se trate de restricciones, pero no de la supresión del derecho. No es lícito


establecer una restricción que requiera el cumplimiento de condiciones imposibles
de cumplir en la práctica. No puede afectarse la esencia del derecho de transferir.
Sólo puede restringirse tal derecho.

b) La estipulación debe cumplir con las normas generales sobre objeto o causa
lícita y en especial no puede afectar derechos adquiridos de los accionistas. Por tal
motivo, por la vía de una modificación de estatutos no pueden establecerse
restricciones a la facultad de transferir las acciones, sin el consentimiento de la
unanimidad de las acciones emitidas, tratándose de sociedades anónimas cerradas.

Los efectos que acarrea la violación a restricciones estatutarias o meramente


convencionales son diversos. Si se incumplen restricciones estatutarias, como la
sociedad debe respetar sus propios estatutos, no debe cursar el traspaso contrario a
ellos, mientras que las restricciones meramente convencionales sólo originan
obligaciones personales de no enajenar, cuya infracción genera la obligación de
indemnización de perjuicios, pero no afecta a la validez de las enajenaciones
realizadas. Lo anterior es sin perjuicio del establecimiento de penas o multas y del
otorgamiento de garantías, aun la prenda de acciones, para caucionar el
cumplimiento de las restricciones a la enajenación que puede establecerse de
acuerdo a las normas generales.

H. La transmisibilidad de las acciones

Las acciones como títulos de crédito pertenecientes a la categoría de los valores


mobiliarios o títulos de participación social son transmisibles.

Los herederos o legatarios del accionista fallecido deben registrarlas a su nombre


dentro de los 5 años después de la muerte del causante. Si así no ocurriere, la
sociedad, previo los trámites establecidos en el Reglamento, puede enajenar las
acciones en remate en bolsa. El dinero que se obtenga de esa venta permanecerá a
disposición de los herederos y legatarios por el término de 5 años para entregárselo
reajustado y con los intereses corrientes para operaciones reajustables. Pasado este
plazo, este dinero se entrega a los Cuerpos de Bomberos.

Al asignatario o adjudicatario se le hace la transmisión de la acción inscribiéndola a


su nombre en el Registro con el mérito de la exhibición del testamento inscrito, si
lo hubiere, de la resolución que concede la posesión efectiva de la herencia y del
respectivo acto de adjudicación, en su caso, acreditando el pago del impuesto a la
herencia.

Las acciones que pertenezcan a una comunidad hereditaria, al igual que cualquiera
otra comunidad sobre acciones, obligan a los codueños a designar un representante
común para actuar ante la sociedad.

Sin perjuicio de lo señalado precedentemente, los titulares de acciones de una


sociedad anónima que durante 10 años continuados no concurran a las juntas de
accionistas ni cobren los dividendos a que tengan derecho, dejarán de ser
considerados accionistas para los efectos de considerar sociedad anónima abierta
que deban inscribirse en el Registro de Valores (500 o más accionistas o el 10%
pertenezca al menos a 100 accionistas) y para los efectos del nombramiento de
directores independientes. En cualquier tiempo que dichos titulares o sus sucesores
concurran a una junta de accionistas o cobren dividendos, volverán a ser
considerados accionistas con derecho a voto para los fines señalados.

I. Constitución de gravámenes y de derechos reales sobre acciones

De conformidad con lo previsto en el artículo 23, la constitución de gravámenes y


de derechos reales distintos del dominio sobre las acciones de una sociedad, no le
serán oponibles a ésta, a menos que se le hubiere notificado por ministro de fe, el
cual deberá inscribir el derecho o gravamen en el Registro de Accionistas.

Los gravámenes que puedan afectar a acciones de sociedades anónimas son el


usufructo, el fideicomiso, la prenda, el embargo y las medidas
precautorias y prohibiciones voluntarias de enajenar. Las prohibiciones
voluntarias de enajenar sólo producen, en caso de infracción, el mismo efecto que
la violación de cualquier otro acto o contrato, obligan al pago de una
indemnización, pero no invalidan la enajenación.

El embargo sobre acciones no priva a su dueño del pleno ejercicio de los derechos
sociales, excepto el de la libre cesión de las mismas que queda sujeta a las
restricciones establecidas en la ley común.

En los casos de usufructo, las acciones se inscribirán en el Registro de Accionistas a


nombre del nudo propietario y del usufructuario, expresándose la existencia,
modalidades y plazos del usufructo. Salvo disposición expresa en contrario de la ley
o de la convención, el nudo propietario y el usufructuario deberán actuar de
consuno frente a la sociedad. No puede desconocerse la finalidad práctica de esta
disposición en orden a evitar dificultades respecto de los derechos que emanan de
una acción dada en usufructo respecto del funcionamiento de la sociedad, pero es
curioso que obligue a actuar de consuno a personas que tienen o pueden tener
intereses divergentes respecto de la marcha de la compañía en razón de los
derechos que cada uno de ellos tiene respecto de la acción.

En el caso de haber comunidad sobre una o varias acciones, los codueños están
obligados a designar un apoderado común para actuar ante la sociedad.

En cuanto al gravamen se puede constituir prenda sin desplazamiento sobre


acciones de sociedades anónimas, de conformidad con lo prescrito en la ley N°
20.190.

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