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Maestría en Gobierno Políticas Públicas y Desarrollo Territorial

Medio Ambiente, Ruralidad y Territorio

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Fase 4: Presentación de la propuesta

Estudiante

Miguel de los Santos Lemos Lemos

Código: 18.124.065

Directora

Marisabel García

Universidad Nacional Abierta y a Distancia – UNAD

Escuela de Ciencias Jurídicas y Políticas

Diciembre 14 de 2020
Hacienda Las Pavas: La Organización Y Resistencia De La Comunidad
Como Alternativa En La Solución De Conflictos

A modo de contextualización, el conflicto de la hacienda las Pavas se intensificó con la llegada de


los monocultivos de la palma aceitera para la producción de agro-combustibles por parte de la
empresa San Isidro S.A., trayendo con si una situación de «injusticia ambiental» la cual se
“manifiesta principalmente en dos aspectos: desigualdad en la protección ambiental y desigualdad
en el acceso a los recursos ambientales” (Gutiérrez, A., 2014).esto no solo afecto la economía
alimentaria local y los método de agricultura tradicional de los campesinos cuyo fin es el de poder
hacer usufructo de sus tierras y recursos para vivir y sobrevivir, sino que reintensificó la violencia
en el territorio haciendo más complejo el conflicto socio ambiental que se vivió en la época del
paramilitarismo, además también acarreo múltiples daños ambientales, transformaciones del
entorno y rupturas del tejido social menoscabando la soberanía de las familias locales, cuya
respuesta hasta la fecha es la de organizarse y resistir.

Tal como lo presenta Gutiérrez, A. (2014)

Los sujetos que protagonizan los conflictos ambientales usualmente no están en igualdad
de condiciones. Existe un desbalance de fuerzas, que por lo general es naturalizado; esto
hace prácticamente imposible que haya una negociación justa entre actores entre los
cuales existen abismales diferencias de poder. (p. 121)

En el caso de Colombia, el gobierno ha promovido la producción y el consumo del agro-


combustible basado en varios supuestos beneficios como el de contar con mayor autosuficiencia
energética, dinamizar el campo y mitigar el cambio climático. Para lo cual según Espinosa-
Manrique, M. y Cuvi N. (2016) “Se ha elaborado un marco normativo que incluye leyes, decretos y
resoluciones cuyo propósito es el de configurar una política orientada al impulso de la producción,
comercialización y consumo de estos combustibles” (…) con incentivos tributarios y “medidas que
apuntan a establecer porcentajes de mezcla obligatorios de etanol con gasolina y biodiesel con
diésel”; es de resaltar que en la “implementación de estas normas no se ha considerado la capacidad
de los territorios de soportar esas actividades; los conflictos ecológicos distributivos por el acceso a
los recursos naturales, la falta de aceptación de los costos ambientales de los monocultivos”
(Espinosa-Manrique, M. & Cuvi, N., 2016)

Por consiguiente, los diferentes conflictos socio-ambientales que se presentan a lo largo del
territorio colombiano como es el caso de la hacienda Las Pavas en Bolívar, son solo la punta del
iceberg, de lo que es o en lo que radica el verdadero problema, tal como lo expresa Gutiérrez, A.
(2014)

Lo que se ha llamado “resolución negociada de conflictos” por lo general, busca eliminar


el conflicto pero no el problema y no reconoce las diferencias reales entre actores y
proyectos sociopolíticos y territoriales que deberían ser discutidos en la esfera pública. (p.
121)
Desde esta perspectiva y en este contexto es un desafío para las comunidades campesinas y
lugareñas el hacer valer su derecho a la territorialidad y protección de los recursos naturales de la
región, ante esto solo les queda organizarse y resistir como la mejor solución al conflicto.

Una forma de organizarse y resistir ante la «Injusticia Ambiental» lo ejemplifican los postulados del
paradigma del «Ecologismo de los Pobres», movimiento social que lucha y defiende el territorio de
las acciones que afectan a la naturaleza y por ende a sus condiciones de vida.

Una de las estrategias con la que ha podido resistir los campesinos de la Hacienda Las Pavas a las
políticas expansionistas de los monocultivos de la palma de aceite, la sustentan en la “soberanía
alimentaria de las comunidades, que es entendida como una estrategia de las organizaciones
campesinas para confrontar el modelo de agricultura industrial e impulsar un paradigma agrario
sustentable”. (Espinosa-Manrique, M. & Cuvi, N., 2016)

Según Espinosa-Manrique, M. y Cuvi, N. (2016) citando a Leff y Escobar

Las experiencias de Las Pavas y de otros movimientos sociales demuestran la existencia o


emergencia de racionalidades productivas que se oponen tanto a estrategias nuevas como
a maniobras tradicionales de apropiación de la naturaleza, que son promovidas desde la
perspectiva de la racionalidad económica. En ese sentido, muchas comunidades proponen
la construcción de una racionalidad distinta a la económica: una racionalidad ambiental
que reconozca la heterogeneidad de saberes y valores, y la diversidad biológica y cultural,
así como la autonomía de las comunidades para pensar y construir su propio futuro. Esas
expresiones defienden las prácticas, saberes y valores locales, y formulan propuestas
encaminadas hacia la construcción colectiva de alternativas de organización social,
económica y cultural, que permitan imaginar otras formas de ser, actuar y pensar. (p, 87)

Otro ejemplo de como a través de la organización y la resistencia pueden las comunidades


lugareñas solucionar sus conflictos lo dan los seringueiros en el Brasil, quienes ante unos “fuertes
cambios en la tenencia de las tierras, apropiadas y privatizadas masivamente por los ganaderos, en
perjuicio de las poblaciones locales y sus formas de uso tradicionales”. (…) “recurrieron a una
forma original de protesta y resistencia pacífica que fue conocida como «empate». Toda la
comunidad se tomaban de la mano de frente a los madereros y sus motosierras, para impedir la tala
de árboles, fuente de su sustento”. (Gutiérrez, A., 2014)

Tal fue el impacto provocado que se “conformaron varios sindicatos y en 1987, junto con
organizaciones de pueblos indígenas amazónicos, dieron nacimiento a la Alianza de Pueblos del
Bosque. Desde este espacio, se buscó defender los bosques y los derechos territoriales de sus
habitantes”. (Gutiérrez, A., 2014)

Según Gutiérrez, A. (2014) citando a Martínez:

Trabajaron, con cierto éxito, no sólo en la demarcación de los territorios indígenas


tradicionales para que estos sean excluidos de la privatización y los cerramientos; sino en
la creación de nuevas formas de posesión comunitaria, llamadas «Reservas Extractivitas».
En las que los seringueiros pueden producir y cosechar lo que necesitan para el sustento y
el mercado, sin poner en riesgo los ritmos de regeneración del bosque, como siempre lo
han hecho. (p, 123)
De este modo se puede concluir que a través de la organización y la resistencia, trazada por
estrategias pacíficas, las comunidades lugareñas pueden defender y salir airosas en la protección de
su territorio, soberanía y medio ambiente.

Bibliografía

Espinosa-Manrique, M. & Cuvi, N. (2016). Las Pavas: dinámicas de un conflicto socio-ambiental


relacionado con los agro-combustibles en Colombia. Obtenido de
file:///C:/Users/ASUS/Downloads/Documents/15894-Texto%20del%20art%C3%ADculo-
64751-1-10-20161130.pdf

Gutiérrez, A. (2014). En el camino de la justicia ambiental: estableciendo vínculos entre medio


ambiente y justicia social. Revista de Ciencias Sociales. Obtenido de IV, 146, p. 113 – 125:
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15340989008

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