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Martes 8 de Marzo 2016

Documento 1

MISIONOLOGÍA1

I. El término “Misionología”
Antes de llamarse “misionología” el estudio de las misiones, como ciencia autónoma, ha ostentado
varios nombres. Por ejemplo, Gustav Warneck, un misionólogo protestante, la llamaba Missionslehre,
teoría de las misiones, concepto aún ahora en uso para describir el curso de misionología en algunas
universidades. Warneck tituló su obra de tres tomos”Missionslehre”.
La Misionología (o misiología del latín “missio”=envío y del griego “logos”=ciencia, es decir
“ciencia de las misiones”) es “la especialización científica consagrada a la actividad misionera,
con relación a sus doctrinas, a sus normas, a su historia, a su desarrollo actual y a su práctica”.
Surge en el siglo XVI como ciencia misionera dedicada al estudio sistemático del Servicio
Ministerial eclesial para la conversión de los infieles, distinto del Servicio Ministerial Pastoral para los
creyentes. Los primeros en desarrollar esta “ciencia misionera” fueron los protestantes. El pionero de
los estudios científicos de la misión fue el protestante holandés Adriano Saravia, si bien muchos
reconocen como padre de la misionología moderna al alemán (también protestante) Gustavo Warnech
(siglo XIX).
Mucho después, ya en el siglo XX comienza el esfuerzo católico de investigación científica
misionera. Dos grandes personalidades, el Padre Robert Streit (alemán, 1875-1930) y el abad Joseph
Schmidlin (alemán, 1876-1944) se disputan el honor de ser los iniciadores y fundadores de la
misionología católica.
El pionero misionólogo católico Josef Schmidlin llamó la disciplina “Missionswissenchaft - Ciencia
de las Misiones”, nombre que llevará luego la facultad de misionología de la universidad de Münster –
Departamento de la ciencia de las misiones. Los autores posteriores debían elaborar su trabajo a partir
de las conceptos ofrecidos por de Warneck y Schmidlin.2
Durante el siglo XX, el tema de la misión en la reflexión teológica católica cobró una
importancia tal, que no hubo papa que no escribiese una encíclica referida al tema.
En época contemporánea “misionología” es generalmente el término preferido para esta disciplina.
Contiene el significado originario griego y latino de la palabra ciencia de las misiones (estudio de las
misiones). Se trata del estudio científico de la dimensión misionera de la fe cristiana que se constituye
por el Gran Mandato (según Matero 28,18-20).
Es una disciplina teológica que entraña un estudio sistemático y científico, es decir, la elaboración
del concepto de la Iglesia como misionera por naturaleza (AG 2). Además, la disciplina examina
científica y críticamente las actividades por medio de las cuales la Iglesia realiza su misión o su labor
de evangelización y de implantación de la Iglesia en los diversos pueblos (AG 6,9). En términos
técnicos, la misionología es aquella rama de la teología que estudia las acciones salvadoras del Padre,
del Hijo y del Espíritu en todo el mundo para establecer el reino de Dios. Estudia el mandato divino
dado a la Iglesia, el de llevar el mensaje evangélico a todo el mundo. Con la ayuda del Espíritu Santo,
en palabra y obra la Iglesia está encargada de llevar el evangelio y el plan de salvación a toda la
humanidad.

1
Francis Anekwe Oborji
2
Cf. J. VERKUYL, Contemporary Missiology An Introduction, Grand Rapids 1987, p1; J. A. B. JONGENEEL, Philosophy Science &
Theology of Mission in the l9th & 2Oth Centuries, 2 Vols Frankfurt 1995, p. 15ss.

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Lo significativo de la misionología es que frecuentemente se ve definida en el contexto de la


pregunta: “¿Qué es la misión?” En tal situación, la misionología es una disciplina teológica que intenta
demostrar que “todas las generaciones del mundo” son objeto del plan salvífico de Dios en Cristo
Jesús. Quiere demostrar que esta dimensión de la fe cristiana no es una opción adicional. El
cristianismo es misionero en su esencia y proclamar el mensaje de salvación en Cristo hasta los
confines de la tierra es la naturaleza intrínseca de la Iglesia. Obviar esta misión significa que la Iglesia
viene a menos frente a su misma razón de ser. Más aún, esto no significa que la misionología como
disciplina es una empresa “neutral” y “desinteresada”. Ella desea, más bien, mirar al mundo partiendo
de la prospectiva de su empeño de cara a la fe cristiana. Este tipo de acercamiento implica, por tanto,
someter toda manifestación de la actividad misionera de la Iglesia a un examen crítico, a un serio
análisis y a una evaluación concienzuda para bien de la misión cristiana misma3.
Hemos de distinguir entre “misión” (en singular) y “misiones” (en plural) ya que la misionología se
define en el contexto de estos términos. El primero [“misión” (en singular)] se refiere primordialmente
a la Missio Dei (la misión de Dios), vale decir, a la intervención divina en favor de toda la humanidad
de todos los tiempos y del mundo entero (AG 2). Es la auto-revelación de Dios como Aquel que ama al
mundo, es el involucrarse de Dios con en el mundo y con el mundo. La Iglesia tiene el privilegio de
participación – como sacramento e instrumento – llevando a la realización el plan de salvación de Dios
entre los hombres. La Missio Dei proclama la Buena Nueva que Dios es un Dios-para-los-hombres.
Las misiones (missiones Ecclesiae – las acciones misioneras de la Iglesia) se refieren a aquellas
empresas específicas por medio de las cuales los heraldos del evangelio son enviados por la Iglesia a
todo el mundo para llevar a la práctica la tarea de predicar (evangelización) e implantar a la Iglesia
entre los pueblos y grupos que no creen aún en Cristo (AG 6). Para utilizar las palabras de David
Boschio “las misiones” se refieren a formas particulares de participación en la Missio Dei y están
relacionadas con tiempos, lugares y necesidades específicas 4.
Es más, la misionología se interesa no sólo de la missio ad extra sino también de la missio ad intra.
Su campo operativo abarca el espectro entero de la misión cristiana, las tres situaciones concretas en las
que la Iglesia realiza su variada actividad de evangelización: 1) la misión ad gentes; 2) la pastoral; 3) la
nueva evangelización, etc. (cfr. Rm 33)5.
II. El objeto de la misionología
El problema fundamental consiste en establecer cuál debería considerarse el objeto de la
misionología6. Ninguno de los modelos anteriormente descritos ha podido resolver este problema. Es
vedad, no se trataba de decir qué sería la “misionología” sino qué cosa es la “misión” (como hemos
tenido la oportunidad de demostrar anteriormente), es decir, cuál es el objeto de la misionología.
III. Funciones de la misionología
Otro paso adelante (en este momento es una de las mayores preocupaciones) ha sido el debate de lo
que compete a la misionología y cuáles sean sus tareas. Se ha sacado varias conclusiones respecto a su
posición, es decir, su función entre las varias disciplinas teológicas, bajo la forma de breves propuestas.
Las mencionaremos brevemente con la esperanza que esto pueda servir para permitirnos de superar el
dilema y la ambivalencia mencionada en los presentes debates.

3
Cf. D. J. BOSCH, Transforming Mission: Paradigm Shifts in Theology of Mission, Maryknoll, New York 1993, p. 9.
4
Cf. Bosch, Transforming Mission, p. 10.
5
Cf. A. BELLAGAMBA, The Mission of the Church: A Commentary & Reflection on the Encyclical Redemptoris Missio, Nairobi 1993, p. 40ss.
6
Cf. BOSCH, Transforming Mission, p. 492.

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Según David J. Bosch la misionología tiene una doble tarea: una respecto a la teología y otra
respecto a la praxis (actividad) misionera7. Esto se explica mejor si seguimos el modo con el cual Karl
Müller encara el argumento cuando dice que la misionología tiene una función 1) De cara a la fe. 1) De
cara a las disciplinas teológicas. 3) De cara a la praxis misionera8.
1) De cara a la fe
Por cuanto concierne la primera (empeñada de cara a la fe), la misionología como disciplina
teológica debe hacer de la “dimensión” misionera su argumento más importante y hace de ella el
criterio y la medida de toda su obra: “La misión como preocupación de Dios mismo”, puesta en marcha
por Él y guiada por Él sólo hacia la plenitud en el reino escatológico. Esta dimensión significa que Dios
quiere la salvación del mundo y que es Dios que lleva a la salvación haciendo de su Hijo el Kyrios.
Esto constituye también la “intención” misionera: lo que significa que Dios lleva adelante la salvación
en el mundo por medio del testimonio del señorío de Cristo proclamado y, por tanto, realizada de parte
de los seres humanos. Es absolutamente necesario que la misionología no se quede exclusivamente
ocupado de la mutua relación sino que constantemente también busque tanto la dimensión cuanto la
intención. La misionología ha de evitar de ser una teoría confinada solamente a los especialistas
sin tener preocupación por la fe o, peor aún, sin atender a la situación concreta y a la realidad de
los fieles9
En este aspecto la misionología como disciplina teológica debe alcanzar una referencia dimensional
a la missio Dei en todo el “ámbito de la teología”, y esto más allá de los límites de la misión operativa
en el sentido tradicional. Por tanto, no puede referirse al factor misionero como si fuese una especie de
“disciplina arcana (oculta)” reservada a sí misma.
Pero, al mismo tiempo no puede intentar de convertir toda la teología en “misionología” y
presentarse como una disciplina autorizada a integrarlo todo sin ser capaz de poder hacerlo. Sólo en el
compartir con las otras disciplinas teológicas la misionología puede esperar de encontrar su lugar
propio. En la práctica esto significa que como disciplina teológica tiene que ser siempre
consciente que la “dependencia de las demás disciplinas teológicas” y valerse de sus ayudas. Por
ejemplo, la misionología debe permitir de ser enriquecida de parte del estudio de la exégesis bíblica, de
la historia de la Iglesia, de la teología pastoral, de la liturgia, etc. Lo que importa es que la misionología
busque el compartir con las demás disciplinas; y esto debe darse especialmente en todas las funciones
interdisciplinarias. Solamente de esta manera la misionología tendrá la posibilidad de interrogar a las
demás disciplinas para ver si y de qué modo pueden ajustar su empeño específico a la dimensión de la
intención misionera10
2) De cara a las disciplinas teológicas
Esto nos lleva a la segunda responsabilidad crítica de la misionología en el contexto de las
disciplinas teológicas mismas. También aquí la misionología tiene una función crítica para promover
continuamente que la teología ha de ser una theologia viatorum, es decir, en su reflexión sobre la fe la
teología debe acompañar el evangelio en su itinerario a través de las naciones y a través de los
tiempos11.

7
Cf. BOSCH, Trasforming Mission, pp. 496-498.
8
Cf. MULLER, Mission Theology, p. 16
9
Cf. H. W. GENSICHEN, Glaube fur die 'Welt: Theologische Aspekte der Mission, Gutersloh1971, p. 80; BOSCH, Transforming Mission, p.
25ss.
10
Cf. BOSCH, Transforming Mission, p. 30.
11
Cf. JANSEN-SCHOONHOVEN, Variaties op het thema "lending, Kok 1974, p. 14.

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En este papel la misionología actúa como punzón en el ámbito de la teología suscitando


inquietudes y refutando toda autocomplacencia, oponiéndose a todo impulso eclesiástico de
autoconservación, a todo deseo de permanecer en el status quo, a toda tendencia de provincialismo o de
concentrarse sólo en el propio campanario, a toda fragmentación de la humanidad en bloques
regionales o ideológicos o pertenecientes al imperialismo cultural, a toda exaltación de la
autosuficiencia del individuo de cara a otros o de cara a otras partes de la creación12.
De hecho, en toda época ha sido tarea de la misionología de profundizar a nivel científico y crítico
los presupuestos, los motivos, las estructuras, los métodos, los esquemas de colaboración y el liderazgo
que confiere la Iglesia a su enviado. Además, la misionología debe examinar todo otro tipo de
actividad humana que combate los varios males para averiguar si corresponde a los criterios y a
las metas del reino de Dios que al mismo tiempo es ya el aquí y ahora del devenir 13.
3) De cara a la praxis misionera
La tercera gran tarea de la misionología es convertir el quehacer de la práctica misionera el objeto de
su empeño científico – no manteniéndose a una cauta instancia como espectador sino con un espíritu de
corresponsabilidad y de servicio a la Iglesia de Cristo14. La reflexión misionológica es, por tanto, un
elemento vital de la misión cristiana, ayuda a reforzarla y a purificarla15. La misión es una realidad
inter-subjetiva en la cual los misionólogos, los misioneros y el pueblo son compañeros. Esta realidad
de la praxis (acción) misionera se pone en tensión creativa de cara al origen de LA MISIÓN, el
TEXTO BÍBLICO y LA HISTORIA DE LA IGLESIA involucrada en la misión y ninguno de estos
elementos debe considerarse como oposición o competencia con el otro en la tarea misional. Al
contrario, “fe y misión histórica-concreta, teoría y práctica se determinan la una a la otra y dependen
una de la otra”16. Con todo, en esta tarea crucial – le guste a la misión institucional o no, la primera
función de la misionología es aquella de observar con ojos crítico la labor de la operación de la misión
de la Iglesia. En este aspecto, entre las disciplinas teológicas la misionología tiene la tarea de
desarrollar nuevos aspectos de la responsabilidad cristiana a nivel mundial en los cuales participan
también otros sujetos. Existen temas actuales que proveen ejemplos excelentes respecto a los cuales
la teología tradicional y la formación teológica no se enteran suficientemente aunque si a nivel de
base de la Iglesia están hoy por hoy cobrando un interés cada vez mayor17:
 las teologías contextuales emergentes en el tercer mundo
 el diálogo con las otras religiones y culturas
 la responsabilidad de la Iglesia para el desarrollo a nivel mundial
 la globalización
 los medios modernos de comunicación masiva
 las ideologías, etc.

12
Cf. BOSCH, Transforming Mission, p. 496.
13
Cf. VERKUYL , Contemporary Missiology, p. 5.
14
Cf. K. EARTH, Die Theologie und die Mission in der Gegenwart, in "Theologische Fragen
und Antworten", 3 (1957), p. 112ss.
15
Cf. E. CASTRO, Liberation, Development, and Evangelism: Must We Choose in Mission? in: «Occasional Bulletin of Missionary
Research*, 2 (1978), p. 87.
16
L. Rum, Mission — Gegenstand der praktischen Theologie oder Frage an die Gesamttheo-logie?, in, Praktische Theologie heute, F. KLOSTERMANN & R. ZERFASS
edd., Munich 1974, p.
240.
17
Cf. MOLLER, Mission Theology, pp. 24-27.

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Esto no quiere decir que la misionología debe hacer de estos (o de uno de estos) el tema de su
monopolio. Sin embargo, ha de estar atenta para que cada uno de estos temas goce de
reconocimiento de las demás disciplinas teológicas.

IV. La Misión en la reflexión teológica de la Iglesia


La misión como tema de la reflexión teológica no ha tenido especial relieve en la historia de la
teología. En los primeros XV siglos de la reflexión teológica de la Iglesia no vamos a encontrar
mayores referencias a la misión de la Iglesia ni a su naturaleza misionera.
Lo que sí existe desde el comienzo de la Iglesia es el hecho eclesial de la misión: un movimiento de
gente que encuentra en Jesús resucitado la experiencia de una salvación que no se hallaba en ningún
otro lado y que comparten esta experiencia salvífica con los demás.

Los términos “Misión” y “Evangelización”


Los términos “misión” y “evangelización”, son términos relativamente modernos. Ninguno de ellos
aparece en las Sagradas Escrituras, ni siquiera en los primeros quince siglos de la historia de la Iglesia
(por lo menos con el significado actual).

a) Misión
El término “misión” proviene del verbo latino “mittere” que significa enviar. De aquí que la palabra
misión lleva consigo las ideas de “envío”, “delegación”, “encargo recibido”. También lo podemos
relacionar con su equivalente griego “apostello”, del cual deriva la palabra apóstol. Esta idea de
“enviado” sí está presente en el Antiguo Testamento para referirse a los que Dios elige y envía (para
esto se utilizaba el término hebreo “saliah”). Este “envío” no se entiende en el sentido geográfico,
aunque tampoco lo excluye, sino en el sentido teológico.
En la teología medieval aparece el término “misión” en la reflexión teológica acerca de la Trinidad:
el Padre “envía” al Hijo; el Padre y el Hijo “envían” al Espíritu Santo.
A partir del siglo XVI, el término “misión” se utiliza para indicar la tarea de la Iglesia desarrollada
en la evangelización de América, aunque entendiéndola como una actividad de tipo institucional
promovida por el papado.
Hasta entonces, la labor evangelizadora de la Iglesia se explicaba con términos como predicación
apostólica, predicación del Evangelio, propagación de la fe, conversión de los gentiles, conversión de
los infieles, etc. Los encargados de realizar esta tarea recibían el nombre de “Obreros o Ministros
Santos del Evangelio”, “Encargados de convertir a los infieles”. Los protestantes los llamaban
“Plantadores de Iglesias”

b) Evangelización
El término “evangelización” proviene del griego “eu-angello” que significa “buena noticia”. Pone
de relieve lo que hace la Iglesia a través de sus enviados: servir al Evangelio, mostrar la presencia del
Reino de Dios y proclamar la Buena Nueva.
Este término es mucho más nuevo que misión. Fue utilizado por los protestantes mucho antes que
nosotros bajo la forma de “evangelismo” y adoptado por nuestra Iglesia como “evangelización” en el
siglo XX, popularizándose su uso luego del Concilio Vaticano II.

La palabra Misión: pone más de relieve el acto del “envío” de gran


En resumen resonancia bíblica.
Mientras que Evangelización pone más de relieve lo que se hace: servir al
Evangelio

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V. Documentos del magisterio y contenidos doctrinales comparados

En los documentos del Magisterio encontramos una recopilación de todos los datos básicos para una
teología sobre la misión.

A) Encíclicas anteriores al Concilio Vaticano II


Las encíclicas anteriores al concilio Vaticano II fueron un elemento decisivo del despertar misionero
del siglo XX.
1. Documentos misioneros de los Papas del siglo XIX
Prae nobis (Gregorio XVI, 1840), Sobre las Misiones y la Obra de la Propagación de la Fe.
Quanto conficiamur [Cuánto daño realizamos] (Pío IX, 1863), Sobre la Iglesia y las misiones
Sancta Dei civitas [La ciudad santa de Dios] (León XIII, 1880), Sobre las sociedades misioneras
Catholicae Ecclesiae (León XIII, 1890) Sobre la esclavitud, la propagación de la fe en África y la
colecta misional de Epifanía

2. Documentos misioneros de los Papas del siglo XX


Las encíclicas pontificias y exhortaciones apostólicas sobre el tema misionero, ya mucho antes del
concilio Vaticano II, han sido determinantes para poder llamar al siglo XX el siglo del nuevo despertar
misionero de la Iglesia:
Maximum illud (la más grande obra). (Benedicto XV, 1919). Sobre la propagación de la fe
católica en el mundo entero. El primer documento moderno que habla de la misión, en la cual
señala que lo máximo que hay que hacer es la misión.
Rerum Ecclesiae (Pío XI, 1926). Sobre la acción misionera. En la que afirma que la Iglesia no
tiene otra razón para existir que la de hacer partícipes de la Redención de Cristo a los hombres.
Saeculo exeunte (Pío XII, 1940). El Papa honra a Portugal en la celebración de su 800 aniversario
Evangelii praecones [Heraldos del Evangelio] (Pío XII, 1951), Sobre el modo de promover la
obra misional. Y en 1957 “Princeps Pastorum” (el príncipe de los Apóstoles), también referidas
al apostolado misionero.
Fidei donum (Pío XII, 1957), Sobre las misiones, especialmente en África.
Princeps Pastorum [Príncipe de los pastores] (Juan XXIII, 1959). Sobre el apostolado misionero.

Los documentos magisteriales preconciliares sobre la misión o "las misiones", se ciñen a la primera
evangelización, dejando entender una evolución armónica y homogénea sobre temas que se van
profundizando gradualmente buscando un mayor equilibrio: mandato misionero de Cristo, llamada a la
conversión y a la fe, implantación de la Iglesia, responsabilidad entre Iglesias hermanas, etc. Muchos
temas del concilio Vaticano II ya se encuentran esbozados en estos documentos preconciliares.

B) Documentos conciliares del Vaticano II


El decreto conciliar Ad Gentes debe encuadrarse en el contexto de todos los demás documentos
conciliares, especialmente teniendo en cuenta las cuatro Constituciones: Lumen Gentium, Dei
Verbum, Sacrosantum Concilium, Gaudium et Spes.

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La idea principal, de profundo significado y trascendencia misionera, que puede armonizar todos los
documentos, es la de "Iglesia sacramento", que en su dimensión misionera "ad gentes", se completa
así: "Iglesia sacramento universal de salvación" (LG 48; AG 1).1
La Iglesia que describe el concilio Vaticano II es "sacramento", en el sentido de ser signo transparente
y portador de Cristo para toda la humanidad. Afrontan unas realidades nuevas en el campo de la
evangelización, profundizando en la naturaleza misionera de la Iglesia como "sacramento universal
de salvación".
En 1965 en el marco del Concilio Vaticano II se publica el decreto conciliar Ad Gentes, que abriría una
nueva época en la reflexión misionológica, constituyendo un compendio de la teología misionera
actual. Aclaran conceptos misionológicas y abren nuevos horizontes a la misión eclesial.

C) Documentos misioneros del postconcilio


Son tres los documentos postconciliares específicamente misioneros:
1. Evangelii nuntiandi (Pablo VI). En 1975. (El anuncio del Evangelio).
2. Redemptoris Missio” (la misión del Redentor), En 1990, Juan Pablo II redactaría su carta encíclica
“que recogerá todo el fruto de la reflexión misionológica de sus predecesores.
3. Slavorum Apostoli (Juan Pablo II). Se publicó para celebrar el 11º centenario de la muerte de San
Cirilo, quien junto con San Metodio había sido declarado copatrono de Europa en 1980 (como San
Benito lo era desde 1964).
 Código de Derecho Canónico (1983). Cánones 756-792.
Estos contenidos misionológicos, especialmente de los documentos magisteriales conciliares y
postconciliares, han sido recogidos sintéticamente a nivel jurídico en el nuevo Código de Derecho
Canónico (1983).
El apartado sobre "la acción misionera de la Iglesia" (lib. III, tít. II), después de presentar la
naturaleza misionera de la misma Iglesia, señala y traza normas sobre la responsabilidad de la jerarquía
y de cada miembro del Pueblo de Dios,
 Catecismo de la Iglesia Católica
El Catecismo de la Iglesia Católica recoge la doctrina misionera de la Iglesia, con su base bíblica,
magisterial y teológica, y con orientación catequética.
D) En la actualidad
Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, (24 de noviembre de 2013, al clausurar el Año de la Fe).
El Papa Francisco presentó la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio),
dirigida “a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa
alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años” (EG 1).
Un himno a la alegría de la fe. El Papa Francisco recoge la riqueza de los trabajos sinodales. Voz de los
cinco continentes. “La nueva evangelización para la transmisión de la fe” celebrado en octubre 2012.
En este documento, Francisco ofrece una visión motivadora e interpelante acerca del espíritu
misionero y evangelizador de la Iglesia, a partir de una transformación misionera en la que no rehúye
un análisis de la sociedad actual y ofrece claves para el anuncio evangélico en el mundo actual.
En este anuncio se hace especial hincapié en dos cuestiones sociales, como son “la inclusión social
de los pobres” y “la paz y el diálogo social”, para incluir como colofón (conclusión) la influencia del
Espíritu Santo en el anuncio misionero y el ejemplo de la Virgen María como “Madre de la Iglesia
evangelizadora”.

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