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Precedente (sentencia)
CONSIDERANDO:
El Segundo Tribunal Colegiado del Quinto Circuito, al fallar el amparo directo 275/97 penal,
promovido por Jorge Alberto Valenzuela Leyva, con fecha veintidós de mayo de mil novecientos
noventa y siete, en lo conducente consideró:
El Segundo Tribunal Colegiado del Décimo Cuarto Circuito, al fallar el amparo directo 375/96,
promovido por Míriam Martínez Ortiz, con fecha diez de octubre de mil novecientos noventa y seis,
en lo conducente consideró:
"QUINTO.-Supliendo la deficiencia de la queja, en términos del artículo 76 bis, fracción II, de la ley
reglamentaria del juicio de garantías, lo cual es permisible por la naturaleza penal del asunto, este
Tribunal Colegiado estima procedente conceder a la quejosa el amparo y protección de la Justicia
Federal que solicita, en atención a las consideraciones siguientes.-Las constancias del sumario
evidencian que contra dicha quejosa se instruyó una causa criminal, por la comisión del delito de
peculado a que se refiere el numeral 223, fracción I, del Código Penal Federal, considerándose en
la sentencia definitiva de segundo grado, que es materia del presente amparo, que en el caso
concreto se acreditaron debidamente los elementos constitutivos del referido ilícito penal, así como
la plena responsabilidad de la encauzada en su comisión, razón por la cual dicha quejosa fue
condenada a extinguir una pena de cinco meses dieciocho días de prisión y al pago de una sanción
pecuniaria.-No es ocioso agregar que los hechos materia de la acusación, y que le fueron
imputados a la peticionaria de garantías, básicamente se hicieron consistir en que ésta laboraba
para el organismo público descentralizado cuya denominación es ‘Comisión para la Regularización
de la Tenencia de la Tierra’ (Corett), Delegación Yucatán, encontrándose adscrita al área de
contrataciones, en donde desempeña específicamente el cargo de ‘cajera’, que al practicarse
auditoría en la señalada delegación, se detectaron irregularidades en su trabajo, pues de dicho
examen se desprendió, que la ahora quejosa alteró comprobantes de pago en lo que refiere a los
intereses moratorios y bonificaciones, reportando ingresos menores a los captados, lo que dio lugar
a que dispusiera para su provecho personal de la cantidad de N$4,523.50. Asimismo, cabe indicar,
que el Magistrado del tribunal responsable, al emprender el estudio de los agravios formulados en la
alzada, los desestima en términos generales, al llegar a la conclusión de que con los elementos
recabados en la indagatoria, se demuestra palmariamente la culpabilidad de la acusada en la
comisión del citado injusto patrimonial, extremo que según dicho resolutor se evidenció
principalmente con la documentación relativa a los comprobantes de pago, en donde se advierte la
firma del cajero receptor; y también, con la copia del acta administrativa suscrita por la amparista, a
través de la cual admite, en su calidad de servidora pública, haber dispuesto de la suma ya
indicada, alterando para ello los comprobantes de pago, en lo que toca concretamente a los
intereses moratorios y bonificaciones, circunstancia que dio pie a que se modifique la sentencia
apelada, y por ende a que se ratifique la pena privativa de la libertad correspondiente.-Vistas y
examinadas las constancias de autos, este tribunal considera, que la sentencia reclamada resulta
violatoria de garantías, dado que la conducta desplegada por la que pide el amparo, no es
constitutiva del delito de peculado que dio margen a la condena, de ahí que sea procedente
obsequiar la protección constitucional que insta, aunque en esa tesitura deba suplirse la deficiencia
de la queja.-En efecto, el artículo 223, fracción I, del Código Penal Federal, contiene la siguiente
hipótesis: ‘Comete el delito de peculado: I. Todo servidor público que para usos propios o ajenos
distraiga de su objeto dinero, valores, fincas o cualquier otra cosa perteneciente al Estado, al
organismo descentralizado o un particular, si por razón de su cargo los hubiere recibido en
administración, en depósito o por otra causa.’.-De esta descripción típica se infiere, que los
elementos constitutivos del peculado en cuestión, en puridad, son los siguientes: a) que un servidor
Esta Suprema Corte de Justicia de la Nación considera que para que exista materia a dilucidar
respecto a un criterio que prevalezca debe existir cuando menos formalmente, una oposición de
criterios jurídicos en los que se controvierta la misma cuestión; es decir que para que surta su
procedencia, la contradicción denunciada debe referirse a las consideraciones, razonamientos o
interpretaciones jurídicas, vertidas dentro de la parte considerativa de las sentencias respectivas.
c) Que los distintos criterios provengan del examen de los mismos elementos.
Al respecto es aplicable la tesis jurisprudencial de la anterior Cuarta Sala de esta Suprema Corte de
Justicia de la Nación que aparece publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación,
Tomo 58, correspondiente a octubre de 1992, página 22, que dice:
En el caso en estudio el Segundo Tribunal Colegiado del Quinto Circuito, al resolver el amparo
directo 275/97, promovido por Jorge Alberto Valenzuela Leyva, estimó que las personas que
presten sus servicios como cajeros, al disponer de las cantidades que reciben en pago de los
deudores del organismo descentralizado a quien prestan sus servicios, cometen el delito de
peculado, pues distraen de su objeto para usos propios o ajenos dinero que por razón de su cargo
lo hubiesen recibido en administración, depósito o por otra causa, considerando que es inexacto
que el tipo penal requiera que esa otra causa a la que se refiere sea semejante o análoga a la
administración o depósito y más aún, tampoco se infiere que tal recepción deba ser en forma
permanente y no precaria.
En cambio el Segundo Tribunal Colegiado del Décimo Cuarto Circuito al resolver el amparo directo
375/96, sostuvo que los referidos cajeros tienen la posesión precaria del dinero que les ha sido
entregado en razón de sus funciones, por lo que si disponen del mismo no cometen el delito de
peculado, puesto que para configurarse el tipo se requiere que el sujeto activo tenga a su merced
por virtud de un acto jurídico, no sólo la tenencia material de dichos bienes, sino potestad sobre los
mismos, de lo que se infiere que esa otra causa a que se refiere el artículo 223, fracción I, del
Código Penal Federal, debe ser análoga a la administración o depósito.
Así las cosas, esta Primera Sala considera que sí existe la contradicción de tesis denunciada, por
las siguientes razones:
1. Los dos Tribunales Colegiados mencionados examinaron el mismo tópico referente a si los
cajeros como servidores públicos pueden constituirse como sujetos activos del delito de peculado.
2. Ambos órganos colegiados adoptaron criterios jurídicos discrepantes ya que mientras que por
una parte el primer órgano colegiado sostiene que los cajeros en su calidad de servidores públicos,
al disponer de las cantidades que tienen a su alcance material cometen el delito de peculado, por la
otra parte argumenta el Segundo Tribunal Colegiado del Décimo Cuarto Circuito que no se
configura dicho delito porque la posesión que tienen las personas que prestan su servicio como
cajeros, es solamente precaria y para que se configure el ilícito en cuestión se requiere que la
posesión sea derivada, pues deben tener una cierta potestad sobre el dinero que reciben, y no sólo
su detentación momentánea.
4. Los diferentes criterios provienen del examen de los mismos elementos, dado que los dos
tribunales sostuvieron su criterio atendiendo a lo dispuesto por el artículo 223, fracción I, del Código
Penal Federal.
Ahora bien, debe señalarse que no impide la resolución de esta contradicción de criterios, el que
éstos se contengan respectivamente, en sólo una ejecutoria dictada en amparo directo y que, en el
Sirve de apoyo a lo anterior la tesis sustentada por el Tribunal Pleno, visible en la página 69 del
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo II, correspondiente al mes de agosto de mil
novecientos noventa y cinco, que expresa:
Asimismo es aplicable el criterio sustentado en la tesis 2a. VIII/93, publicada en la página 41, del
Tomo XII, diciembre, Octava Época, del Semanario Judicial de la Federación, que a la letra dice:
CUARTO.-Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación considera que debe
prevalecer con carácter de jurisprudencia el criterio que se define en esta resolución, atento a las
siguientes consideraciones:
Antes de dilucidar la presente contradicción debe señalarse que el referido artículo 223, fracción I,
del Código Penal Federal dispone:
"I. Todo servidor público que para usos propios o ajenos distraiga de su objeto dinero, valores,
fincas o cualquier otra cosa perteneciente al Estado, al organismo descentralizado o a un particular,
si por razón de su cargo los hubiere recibido en administración, en depósito o por otra causa."
De lo anterior podemos concluir que los elementos constitutivos del delito de peculado son:
b) Que éste distraiga de su objeto, para uso propio o ajeno, dinero, valores, fincas o cualquier otra
cosa perteneciente al Estado, al organismo descentralizado o a un particular; y
c) Que ese dinero, valores, fincas o cualquier otra cosa, los hubiera recibido, por razón de su cargo,
en administración, depósito o por otra causa.
En este orden de ideas el presente estudio debe versar sobre el elemento constitutivo del delito
señalado en último lugar, ya que es sobre el tratamiento a este tópico donde difieren los Tribunales
Colegiados citados, principalmente en la interpretación y alcance que debe concederse a la
expresión "otra causa" utilizada en la redacción del tipo penal en estudio. Por tanto, debe precisarse
si para la actualización de este tipo penal basta que se transmita al servidor público la tenencia
material de los bienes o se requiere que éste ejerza sobre aquéllos una potestad autónoma.
Por tanto, es necesario determinar que la figura típica exige que se distraiga de su objeto dinero,
valores, fincas u otras cosas pertenecientes al Estado, al organismo descentralizado o a un
particular, debiendo especificarse que por distraer debe entenderse, cambiar la finalidad jurídica del
bien confiado, por lo que para que dicha distracción surja se requiere que el servidor público reciba
los bienes mediante alguna causa que implique guarda, conservación o custodia, es decir que para
que el servidor público pueda distraer de su objeto los bienes que recibe, cambiando la finalidad
jurídica a la que están destinados, es necesario que ejerza sobre ellos una posesión autónoma con
cierta potestad de hecho y no sólo su simple posesión momentánea. En este sentido se ha
manifestado ya la anterior Primera Sala de esta Suprema Corte, en la tesis aislada perteneciente a
la Quinta Época, y que aparece publicada en el Semanario Judicial de la Federación, Tomo CXXXI,
página 162, y que a la letra dice:
De la anterior tesis se deriva que este órgano colegiado ha reconocido que para que se configure el
delito de peculado se requiere que el sujeto activo reciba para su cuidado los bienes que distrae de
su objeto, y que éstos estén dentro de su esfera material, lo que supone que los recibe con cierta
posesión autónoma.
Esto es, de acuerdo al bien jurídico que se tutela (que en el caso en específico recae en el interés
que tiene la administración pública de que los bienes que constituyen su patrimonio y cuyo manejo
tienen a su cargo servidores públicos, no se los apropien éstos con fines personales), para que se
dé la distracción de los bienes a que se refiere el tipo penal de peculado, es indispensable que el
servidor público ejerza sobre ellos potestad autónoma, la cual deriva en que tenga facultades para
su libre disposición, para que así esté en aptitud de cuidarlos, manejarlos y en dado caso
malversarlos.
Lo anterior se traduce en que no cualquier posesión da lugar al delito de peculado, sino sólo cuando
el servidor público tiene a su merced la cosa, pues ésta se encuentra dentro de su esfera material,
con la posibilidad de disponer de ella fuera de la esfera de vigilancia del Estado, resultando
indispensable que el sujeto activo tenga la posesión de la cosa de manera legal y autónoma y que
en consecuencia, ésta haya salido de la esfera legal de custodia de su dueño, situación que no
sucede en el caso de los cajeros, quienes ejercen sobre las cantidades que reciben, una posesión
precaria, ya que las tienen con motivo de la naturaleza del cargo que desempeñan pero no se les
encomiendan en administración, guarda o tutela.
Debemos entonces establecer que el delito de peculado existe porque el sujeto activo tiene
facultades de dominio sobre los bienes, facultades que derivan de la confianza impuesta por la ley
como indispensable al cargo público ejercido por el sujeto activo, en razón de que para poder
distraer estos bienes de su objeto es necesario ejercer sobre ellos una potestad que permita la
autónoma capacidad de disposición material, pues de lo contrario sería imposible malversarlos del
fin al que se destinan, y para el cual le fueron entregados.
Así las cosas, los cajeros tienen a su alcance el dinero que cobran con motivo de la relación de
trabajo que los une al Estado o al organismo descentralizado, y poseen el numerario como
consecuencia de la naturaleza de su empleo; sin embargo, aun cuando tienen acceso a las
cantidades que reciben, sólo lo es por un tiempo demasiado limitado que generalmente coincide con
su jornada de trabajo, y además, carecen de potestad autónoma sobre ese numerario, es decir, no
tienen la posibilidad de libre disposición sobre el bien con la que debe contar el funcionario público
como sujeto activo del delito de peculado.
Así, si el cajero dispone del numerario que recibe por razón de su cargo, se configuraría otro delito
no así el de peculado, pues como ya se ha señalado para ello se requiere que se transmita la
posesión derivada del bien a un servidor público y entonces éste pueda distraerlo del fin al que está
determinado, por tener facultades para su cuidado y manejo, lo que no sucede en este asunto, si se
toma en consideración que el cajero recibe el numerario de un tercero, con la obligación de
entregarlo a quien pueda disponer de él, ejerciendo entonces tan sólo una posesión momentánea
ya que el numerario nunca se introduce en la esfera legal del cajero, pues no se le otorga un poder
jurídico sobre él.
Por tanto la expresión "otra causa" utilizada en el tipo penal en estudio para referirse a la forma en
que el servidor público debe recibir los bienes, además del depósito y la administración, atendiendo
al bien jurídico que se tutela y a la redacción utilizada en el Código Penal Federal, debe entenderse
como análoga o semejante a la administración o depósito, es decir esa otra causa debe derivar en
Debe además precisarse que, a pesar de lo señalado por el Segundo Tribunal Colegiado del Quinto
Circuito al considerar que esa otra causa a que hace referencia el tipo penal en estudio no debe
considerarse como análoga o semejante a la administración o depósito ya que de la ley no se
desprende este sentido, esta Primera Sala estima que en el caso de que el legislador hubiese
querido otorgar a dicha expresión un sentido tan amplio como el que le pretende conceder el
referido tribunal, resultaría innecesario el elemento constitutivo del delito consistente en que el
servidor público debe recibir el dinero, valores, fincas u otras cosas en administración o depósito,
sino que hubiera bastado señalar que comete el delito de peculado el servidor público que distraiga
de su objeto dinero, valores, fincas u otras cosas que reciban en razón de su cargo, resultando inútil
precisar la calidad en que se reciben esos bienes.
En este orden de ideas, debemos considerar que al señalarse en el tipo penal la necesidad de que,
para actualizarse este ilícito, es necesario que el servidor público reciba los bienes en
administración, depósito u otra causa, la cual debe considerarse como análoga a las anteriores, se
pretende sancionar a aquellos servidores públicos de mayor jerarquía que tienen y ejercen sobre los
bienes que reciben, cierto poder jurídico que les permite con autonomía la guarda, manejo o
administración de ellos, que para tales efectos le fueron confiados, teniendo entonces la posibilidad
de distraerlos de su objeto violando la finalidad jurídica de la tenencia derivada que se les transmite
y la confianza en ellos depositados con razón de su cargo.
Además, se estima conveniente señalar que el peculado guarda similitud con el abuso de confianza,
pues la previa tenencia de la cosa en este delito hace posible la disposición ilícita de la misma, así,
el agente de ambos delitos realiza la acción de distraer de su objeto los bienes bajo su custodia,
administración, o que se encuentran bajo su poder o potestad autónoma de disposición, por otra
causa semejante a las anteriores. En consecuencia puede señalarse que, tanto en el peculado
como en el abuso de confianza, el sujeto activo tiene la posesión de los bienes, no en el sentido del
derecho civil, sino en el de relación inmediata con ellos. La posesión en el peculado consiste no sólo
en la autónoma capacidad de disposición material de la cosa, sino también en la potestad jurídica
sobre la misma, aunque no exista la tenencia material de ella.
La posesión en el delito de peculado debe entenderse como un poder autónomo sobre los bienes,
sin ejecución a otra potestad para disponer de ellos, pues el sujeto activo sólo puede ser el
funcionario público a quien le haya sido confiada por razón de su cargo la administración,
percepción o custodia de caudales o efectos. Así, el objeto sobre el cual recae el delito debe serlo el
caudal o efectos cuya administración, percepción o custodia le haya sido confiada al servidor
público en razón del cargo y no basta la simple tenencia de esas cosas, ya que se requiere la
facultad de disponer de ella, lo que implica cierta facultad otorgada al funcionario a causa de su
función, para disponer de los bienes.
En consecuencia, debe prevalecer con carácter de jurisprudencia el criterio sustentado por esta
Primera Sala, en los siguientes términos:
PRIMERO.-Sí existe contradicción entre los criterios sustentados por el Segundo Tribunal Colegiado
del Quinto Circuito y Segundo Tribunal Colegiado del Décimo Cuarto Circuito al resolver los asuntos
anteriormente identificados.
SEGUNDO.-Debe prevalecer con carácter de jurisprudencia, el criterio sustentado por esta Primera
Sala, que aparece en la parte final del último considerando de esta ejecutoria.
Así lo resolvió la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por unanimidad de
cinco votos de los señores Ministros: Juventino V. Castro y Castro, José de Jesús Gudiño Pelayo,
Juan N. Silva Meza, Olga Sánchez Cordero de García Villegas (ponente) y presidente Humberto
Román Palacios, en los puntos resolutivos primero y tercero y por mayoría de tres votos de los
señores Ministros Gudiño Pelayo, Silva Meza y Sánchez Cordero de García Villegas en relación con
el segundo punto resolutivo que se refiere al sentido adoptado en esta contradicción de tesis, en
contra de los votos emitidos por los señores Ministros Castro y Castro y Román Palacios, quienes
expresaron que formularían voto por minoría.