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La arquitectura

del poder

Teorías de la arquitectura 1 I
ELI SANDOVAL REYNA

ALUMNA: FERNANDA YARETZI TORREBLANCA ARMENTA


La arquitectura del poder
La arquitectura es la más perdurable y visible de las artes: a diferencia
de la pintura, la danza o el cine, que requieren acudir a un lugar
específico para su disfrute, la arquitectura brota en nuestra ciudad, se
adueña del paisaje, se nos impone como piedra de toque que hay que
recorrer sí o sí, un hito en el horizonte.
Por ello es lógico que los dirigentes traten de dejar su huella en la ciudad
para reconvertirla en el objeto de sus designios, pero también con el
convencimiento de que sus intervenciones dejarán huella.

La arquitectura del poder es una serie de capítulos centrados en una


época concreta o en un tipo de edificio. Cada capítulo repasa las vidas
de arquitectos con un estilo entre periodístico y psicológico que describe
a los políticos implicados, los arquitectos que se alían con ellos y la
situación que sucede.

Los capítulos son amenos, pero carecen de un hilo común o una tesis
que se vaya demostrando a lo largo del libro, más allá de la obviedad
de las relaciones entre arquitectos y poder. Se pierde, creemos, la
oportunidad de reflexionar sobre la configuración de la ciudad actual a
merced del poder del urbanismo, el racionalismo o el capitalismo.

El libro parte de una premisa fundamental: la arquitectura ha sido


históricamente usada como un instrumento de propaganda política y
como símbolo de la imposición de los poderosos. Y, de forma
subyacente, una hipótesis igual de central: el arquitecto necesita estar
cerca del poder porque en los círculos del poder está el dinero con el
que poder realizar sus sueños arquitectónicos.
El capítulo 2 ( La larga marcha hacia el escritorio del dirigente ) es un
impactante relato, por ejemplo, de las relaciones entre Adolf
Hitler y Albert Speer , el arquitecto oficial del III Reich, el arquitecto
coreógrafo de los grandes usos militares que alucinaron a la población
alemana y compungieron al mundo en la primera mitad del siglo pasado.
El capítulo 3 (Paisajes del poder) está dedicado, como no podía ser de
otra forma, a Stalin, otro personaje fundamental de la historia del siglo
pasado y que también entendió la construcción del espacio como una
forma de representación de su poder y como una forma de ejercer ese
mismo poder. Aquí el relato del libro se centra en los planes del dictador
de convertir la Catedral de Cristo el Salvador en el Palacio de los
Soviets , un edificio que reflejaría el poder del pueblo organizado y la
superioridad de Stalin como líder supremo del pueblo. Para ello, llegó a
convocar un concurso internacional de arquitectos en el que participaron
las firmas más importantes del momento; nombres como Le Corbusier
o Gropius presentaron sus proyectos, resultando finalmente ganador el
proyecto presentado por Boris Iofan.
A partir de aquí, el resto de capítulos amplían la información y la
sucesión de anécdotas, que incluyen también a líderes democráticos de
países democráticos, porque todos los poderosos, de una u otra forma,
acaban cayendo en la tentación de ver plasmados en maquetas y
después en la realidad sus sueños de posteridad. Es en estos capítulos
donde aparecen nombres más actuales de la arquitectura
como Santiago Calatrava o Frank Gehry y hay sitio para el efecto
Guggenheim o el síndrome de los rascacielos.
El libro no solo es interesante para arquitectos, sino para el público en
general, pues es la sociedad la que finalmente “vive” estos proyectos,
en los casos citados, siempre para dar gusto a su majestad, el
Rockefeller Center, las Torres Gemelas, la ciudad de la cultura en
Santiago de Compostela, el EUR en Roma, todos proyectos pensados
y encargados para que sus mecenas sean recordados a través de la
historia.

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