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El espacio urbano
Introducción
Pero esto solo no lo basta al urbanismo actual; habrá que definir con exactitud qué se entiende
por espacio urbano y qué importancia tiene tal espacio en el conjunto urbano. Una vez
determinada dicha definición, cabrá comprobar si tiene actualmente justificación en el campo
del urbanismo y su porqué.
Expondremos los conceptos fundamentales sobre las características estéticas del espacio
urbano, características que clasificaremos y sistematizaremos según sus diferentes apariencias.
Trataremos con ello, de distinguir claramente entre datos estéticos exactos y aquellos otros
emocionales y difusos. Cualquier análisis estético corre el peligro de fracasar a causa de
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planteamientos subjetivos sobre el estilo. En innumerables ocasiones he observado que, en las
discusiones sobre los puntos de vista y la experimentación de sensaciones en torno a este tema,
se mezclan una serie de factores socio-políticos e histórico-artísticos, que se citan en lugar de
datos estéticos. En cualquier caso, son indispensables o. cuando menos útiles, las definiciones de
estilo propias de la Historia del Arte, como por ejemplo: el plano de la ciudad barroca, la
arquitectura “revolucionaria”, etcétera.
Para un hombre creador, para el artista, este tipo de consideración puede ser totalmente distinto.
No siempre decide la aplicación de sus elementos estéticos a partir de unas hipótesis
interpretables sin ambigüedad. En este caso, su “libido” artística tiene una enorme importancia.
La contribución cultural de una época precede en baso a unas causalidades sumamente
complejas, lo que supondrá la gran dificultad del investigador de la Historia.
Con este ejemplo, nos hemos enfrentado directamente a una problemática muy compleja,
complejidad semejante para cada época histórica. Conviene acabar el análisis de este ejemplo,
antes de empezar con la sistematización escueta.
Cada época de la Historia del Arte sucede gradualmente a la anterior y utiliza elementos
funcionales y formales ya conocidos. Lo más consciente res-pecto a la historia es la sociedad, lo
más caprichoso y extenso es la utilización de elementos históricos de es-tilo. Esta trivialidad tiene
importancia en la medida en que justifica la utilización por parte del artista del tesoro de formas
de todos los tiempos universalmente conocidas, y esto tanto en el siglo XX como en el XVII.
No quiero favorecer aquí el eclecticismo sino simplemente prevenir contra una concepción en
extremo ingenua, como la que, por ejemplo, ha condicionado que el urbanismo romano se
presente como muy inferior al griego, lo que, desde una perspectiva histórica mínimamente
científica, es obviamente falso. Ocurre lo mismo, aún hoy día, con la arquitectura del siglo XIX.
Su “liderazgo” consistió en romper con la historia de una forma disimulada, y de hecho, supuso
un engaño artístico. Lo que sucedió, en realidad, fue que se rompió con la vieja idea de que el
arte —apoyado por las clases sociales dominantes— gozaba de una validez representativa y
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contribuía esencialmente a la creación del futuro, gracias a su alto grado de, desarrollo.
Podríamos decir que fue una revolución con efectos desencadenantes, pues la “Academie”
sobrevivió y se adaptó de inmediato a la misma concepción perturbada del arte que tenían los
jóvenes revolucionarios.
Me refiero a la época moderna en general y no a sus representantes más brillantes, los que
sobresalen de la “Epóque-imagen”. En lugar de comprometerse con las tendencias elitistas del
arte, aquella generación finisecular buscó nuevos modelo. Los encontró, en parte, en el arte
popular de todas las épocas y continentes, prácticamente desconocido hasta entonces.
La ruptura con el arte elitista tradicional coincidía cal la voluntad del artista (ya desde entes de
la revolución francesa) de emanciparse y liberarse del cliente de la clase dominante, liberándose,
así, de una dictadura cultural.
2. O bien, ¿tenía la clase dominante un concepto propio del arte y siendo contratante del artista,
le obligaba a aceptar sus ideas sobre las formas?
3. O bien, ¿cabe pensar en la existencia de épocas análogas tales que, basándose en diferentes
tradiciones culturales de países, e incluso continentes diferentes, llegaran (en el contexto de
semejantes situaciones socia-les) a unas mismas soluciones artísticas?
4. ¿Consisten las distintas épocas del arte en distintas fases del desarrollo de una misma tradición
cultural, en un mismo país y bajo unas mismas circunstancias sociales dando, por lo tanto,
soluciones artísticas totalmente distintas?
Con esta sucinta explicación de la problemática sólo quería prevenir contra las visiones globales
simplificadoras.
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Seguramente valdría la pena estudiar las razones de que en el siglo XVII se crearan los espacios
urbanos que nos sirven a nosotros para identificar dicha época. Y aún sería más interesante una
investigación sobre los motivos de la nivelación y el empobrecimiento del urbanismo en el siglo
XX.
La siguiente sistematización parte de valores neutralizados. Nombra las formas básicas del
espacio urbano en base a un determinado número de posibles variaciones y combinaciones. La
calidad estética de un espacio urbano depende de estructuras detalladas. Intentaré incluir tales
estructuras, siempre que presenten como característica la referencia a lo espacial.
La calle y la plaza son los dos elementos básicos. En relación con la categoría de «espacios
interiores», corresponden a los pasillos y habitaciones. Ambos conjuntos de formas espaciales
presentan las mismas características geométricas; se distinguen únicamente en las dimensiones
de sus desarrollos de pared y en la especificidad de sus características funcionales y de
circulación.
“Al igual que el urbanismo moderno nació para dar respuesta a los errores cometidos por las sociedades urbanas del siglo
XIX y lo hizo con vocación reparadora, seguramente hoy, a principios de este milenio, tendremos que empezar a pensar
en algo similar. La primera reparación del urbanismo del siglo XIX fue descongestionar, descontaminar el agua y elevar el
nivel higiénico de las primeras ciudades industriales. Esta actitud se manifestó con claridad, ya que en aquella época el
crecimiento urbanístico sin control era tan bárbaro y exagerado que la reacción resultaba evidente y clara. Estas
reparaciones llevaban además aparejadas unas tendencias políticas e ideológicas que postulaban un cambio. Engels
escribe dos obras: El problema de la vivienda y las grandes ciudades y La situación de la clase obrera en Inglaterra, y en
ambos libros, quedan claros los principios marxistas.
El problema básico de las ciudades de finales del siglo XIX e inicios del XX es, por un lado, la mala condición particular de
las viviendas (slurns, palabra inglesa que quiere decir «tugurio») y, por otro, la higiene de la ciudad en general (calles sin
adoquinar, ausencia de albañales, basuras...). Las viviendas no tienen ventilación adecuada y muchas de ellas están mal
orientadas. Los bellos y espectaculares panoramas de las ciudades barrocas del siglo XVIII se ven ensombrecidos por
distintas epidemias como consecuencia de la enorme contaminación. En algunas ciudades europeas aún existían las
últimas murallas medievales que; lógicamente, oprimían el tejido urbano interior; por lo tanto, antes de la aparición de los
ensanches que significaron ventilación, higiene y ampliación, las ciudades crecieron a base de <<remontas», es decir, del
crecimiento en altura de los edificios ya existentes. Se construían un par de nuevas plantas, ya que la estructura inicial lo
permitía, y así aquel tejido urbano cada vez se hacía más compacto. Esta enorme densidad, la inmigración y la ausencia
de higiene en los servicios públicos generó las caóticas ciudades antes mencionadas. A consecuencia de todo ello y
como reacción natural, los poderes públicos intervinieron dando lugar al urbanismo de los espacios verdes, la salud y la
higiene; el urbanismo «reparador». Como es natural, primeras actuaciones públicas van dirigidas a la vivienda, pero
también se diseñan programas de tipo social. Los ingleses son los primeros en iniciar este tipo de política. Paralelamente
a estas actuaciones de la Administración, grandes empresas industriales construyen viviendas para sus empleados,
cobrando parte de sus importes a través los salarios.
Resumiendo, las ciudades industriales provocaron reparaciones inmediatas que entendemos y sabemos explicar con todo
tipo de detalle. La pregunta que hoy nos hacemos es: ¿podremos reparar algún día los daños que la última fase de la era
industrial (finales del siglo 1) y la primera fase de la era de la información (inicios del XXI) están provocando en nuestro
planeta?”
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La plaza
“HABLEMOS DE PLAZAS: La plaza aparece en el momento en que se agrupan casas alrededor de un espacio libre. Este
importante espacio urbano es, seguramente, el primero que creó el hombre. La plaza tradicional invita a detenerse y a
reposar. En ella, los niños juegan alegres y es posible sentarse, tomar el sol y conversar. Practicar estas actividades en la
calle es más difícil porque es un espacio mucho más lineal y dinámico.
En otras épocas, la disposición de la plaza permitía también un fácil acceso para la defensa frente a las agresiones del
exterior. Y en numerosas ocasiones, precisamente por su forma, se convirtió en portadora de un contenido simbólico. Las
viviendas con patio interior (el atrio) recordaban la formación espacial que acabo de comentar. Sus habitaciones, al
igual que los edificios en la plaza, estaban concebidas como elementos aislados alrededor del mencionado atrio.
En la actualidad, las plazas de mercado, las destinadas a desfiles, las de ayuntamientos, iglesias, etc., que se han
mantenido como eran en la Edad Media, han perdido muchas de sus funciones y su carga simbólica original.
Junto con muchos alcaldes ilusionados con la evolución de sus municipios, también muchos arquitectos y urbanistas
lamentamos la pérdida de símbolos en nuestras ciudades; pero tenemos la esperanza de que ciertos planes urbanísticos,
así como muchas de las obras de arquitectura de gran dimensión artística que se están realizando en algunas de esas
plazas podrán, algún día, si no sustituir, al menos compensar aquellas pérdidas.
En la actualidad es muy difícil encontrar plazas modernas que puedan compararse a los espléndidos espacios de la
Grande Place de Bruselas, la Place Vendome de París, la Plaza Mayor de Madrid, la Plaza Real de Barcelona, la Piazza
Navona de Roma, la Plaza Mayor de Salamanca o la Plaza de las Monjas de Huelva. Todas estas plazas nos llegan a la
memoria como portadoras de una globalidad artística única, pero de algunas recordarnos más su arquitectura, como en
el caso de la Grande Place; de otras, en cambio, sus soportales y su luz (pensemos en las plazas de Salamanca y Barcelona
mencionadas); de muchas otras, sus esculturas, como las de la Piazza Navona; y no podemos olvidar los elementos
naturales, como la entrañable sombra de los árboles de la Plaza de las Monjas de Huelva.
A este tipo de espacios —tan útiles como simbólicos y que tanto nos seducen— habría que atribuirles nuevas funciones y
conseguir que gocen de una correcta situación dentro de la estructura urbana. En ellos deberían desempeñarse
actividades culturales, comerciales y lúdicas, para lo cual habría que ubicar en los edificios que los rodean oficinas
públicas de la Administración, locales para la juventud, espacios para exposiciones, salas de teatro y de conciertos, cafés,
tiendas, restaurantes y bares. Durante las noches serían espacios para la juventud, que siguiendo lo normativo podrían
reírse y beber de su litrona. Y en las plazas más populares y cercanas a las estaciones de autobuses y ferrocarriles habría
que construir modernas instalaciones donde se pudiesen practicar, tanto de día como de noche, actividades
tecnológicas propias del siglo XXI.
En la ciudad donde vivimos, absortos por nuestra actividad primor-tal que es el trabajo, sólo usamos estos espacios durante
los fines de semana y los días festivos. Sin embargo, en un mundo globalizado en el que todos somos viajeros y durante
algunos días del año hacernos de turistas en otras ciudades (donde andamos prácticamente todo el día), agradecemos
la existencia de estos espacios.
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Las plazas significan contraste y pausa; con ellas la ciudad sigue su camino y continúa respirando.”
La calle
Es el resultado del crecimiento en superficie de una localidad después de, haber rodeado
densamente la plaza central con casas. La calle organiza la distribución de terrenos y comunica
cada una de las parcelas. Tiene un carácter más utilitario que el de la plaza. La plaza, debido a
su amplitud, predispone, más que la calle, a detenerse. Mientras que la calle, dada su estrechez,
crea por sí sola un ambiente de tráfico y rapidez. En la calle, la arquitectura sólo se percibe de
forma casual. La planificación de los trazados de las calles, tal corno se conservan en nuestras
ciudades, respondía a funciones muy distintas. Se construyeron a escala del hombre o del caballo
o del carruaje. La calle no sirve para conducir el tráfico rodado; ahora bien, tanto hoy como ayer,
las calles pueden aprovecharse como espacio “visible” y de circulación. Sólo muy pocas veces
la calle aparece como espacio aislado e independiente, como, por ejemplo, en los pueblos
lineales. La mayoría de las veces forma parte de una estructura reticulada. La variedad de
espacios que resulta de dicha red es inagotable, como puede comprobarse fácilmente en
nuestras antiguas ciudades.
Las carreteras y los caminos del espacio rural que circundan la urbe penetran en ella y conectan con las calles
diseminadas por toda la ciudad. La calle es por excelencia un elemento urbano conector. Desde las calles captamos las
distintas perspectivas de la ciudad, su forma, sus colores, sus olores y sus ruidos y también comprobamos cómo cambian
de personalidad los diversos barrios que atravesamos. Paseando lentamente hacia el sur de Manhattan por Broadway,
uno además de conversar con su pareja Puede entender mejor la ciudad.
La calle es un espacio artificial porque se identifica como algo muy distinto del espacio natural; constituye el hueco del
espacio urbano y su subsuelo proporciona el lugar para los servicios de agua, gas, electricidad, red de alcantarillado... Su
variedad (estrechas, anchas, largas...) es infinita.
A lo largo del tiempo, el trazado de la calle ha ido cambiando. En la Edad Media los trazados de las calles seguían las
formas de los caminos para los pastos. La Rambla de las Flores de Barcelona se ubica encima del recorrido de un torrente
y Broadway, en Nueva York, todavía sigue el trazado de un antiguo camino que atravesaba toda la isla de Manhattan.
En el siglo XIX; aparte de los bulevares construidos sobre los paseos de ronda de las murallas y los crescents ingleses, apenas
se trazaban calles curvas. La avenida rectilínea ha sido siempre un símbolo de magnificencia urbana.
A partir del siglo XIX entendemos la calle en una triple versión: espacio que sirve para definir la forma urbana, espacio de
circulación y espacio para canalizar servicios. Los significados de la palabra calle denotan: espacio púbico, pavimento y
tránsito. Street significa calle en inglés y es una palabra que viene del latín estervere que quiere decir pavimentar. Road
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viene de ride, palabra del inglés antiguo que significa «pasar de un lugar a otro», o sea, igual que la palabra francesa rue
que significa trasladarse. Cuando en un plano analizamos el trazado de las calles de cualquier ciudad, enseguida se nos
presentan dos hechos: la lógica del trazado de calles en los tejidos modernos y la existencia de tejidos antiguos más
complejos con trazados que ponen de manifiesto los conflictos que han presidido su formación.
En función de las características específicas de cada calle pueden alejarse o acercarse determinadas partes de la
ciudad; según su tamaño generarán una circulación más rápida o más lenta. La calle puede ser un factor positivo si su
diseño contribuye a mejorar una determinada parte de la ciudad; pero si no es así, se puede convertir en su enemiga. En
Huelva, las calles Concepción y Las Bocas, la avenida Manuel Siurot y el Paseo Santa Fe, entre muchísimas otras, son
ejemplos de lo primero:
El elemento urbano que ha tenido más influencia sobre el crecimiento y la forma de las ciudades modernas ha sido sin
duda la calle. En general podernos decir que las redes viarias son la espina dorsal de la forma urbana e influyen de manera
decisiva en la calidad de vida de sus habitantes.
Las calles comerciales de nuestras ciudades, además de cumplir con los cometidos más generales —conexión y ocio—,
son muy importantes por su singularidad y su diversidad multicolor, pero no olvidemos que un exceso en su anchura
también puede ser perjudicial. Un ejemplo de adecuación es lo que se hizo en Barcelona durante las Olimpiadas del 92.
Se modificó un sinfín de calles y se crearon los dos cinturones. Sin embargo, en muchas ciudades, el desajuste existente
entre circulación exterior e interior es todavía una asignatura pendiente. En Barcelona, el actual Paseo de Gracia se ha
convertido desde las Olimpiadas de 1992 en una de las arterias comerciales más importantes de Europa, es para la ciudad
lo que la Quinta Avenida es para Nueva York o lo que el Fauburg Saint Honoré es para París. Los ciudadanos que lo
recorren tienen sus zonas predilectas en cada uno de sus lados. Normalmente, en las calles comerciales más estrechas
los dos lados son igual de interesantes ya que el peatón, con sus curiosas maniobras de zigzag, domina todos los
escaparates. Insistiendo con el Paseo de Gracia, yo diría que parte de su éxito radica en la superficie de las aceras
destinadas a peatones, que no solamente posibilitan una circulación cómoda sin ningún tipo de barrera arquitectónica,
sino que además están bien orientadas al sol y en ellas se pueden instalar bancos y farolas y plantar árboles.
En la acera -que es el espacio urbano a través del cual entramos en los espacios privados (oficinas, casas, tiendas...) —
circulamos y conversamos, y es el equivalente a lo que la calzada representa para los vehículos. Los que vivimos y
trabajamos en una ciudad mediterránea tradicional, cuando salimos de la oficina para tomar café en el bar de la
esquina, lo primero que pisamos es la acera de nuestra calle. La acera es en definitiva el primer elemento público con el
que nos topamos al salir de los espacios de orden particular.
La orientación es otro factor importante. Las calles orientadas en el norte-sur son más cómodas que las orientadas en el
eje este-oeste ya que en éstas, en determinadas épocas del año, por la tarde el sol nos deslumbra cuando su luz nos llega
de frente.
Cuando se interviene en calles ya existentes para optimizar su función y su forma, lo importante es valorar con rigor los
diferentes órdenes de actividad que querernos alcanzar en ellas, ya que sabremos diseñar adecuadamente las
dimensiones de las aceras y de las calzadas. Las medidas que adoptemos influirán en la velocidad de los coches y
potenciarán la calidad de vida de los peatones. Los que ya hace tiempo que nos movemos en ellas hemos visto calles
que en su día cumplían de maravilla con su cometido —fundamentalmente, las cercanas al Centro histórico— pero que,
al cabo de unos años, al evolucionar este Centro, han perdido su protagonismo en favor de otra calle más cercana. Este
hecho es consecuencia de los cambios en el área central. Recuerdo que la reconstrucción de los centros de algunas
ciudades alemanas que quedaron completamente destruidas a consecuencia de la guerra, se hizo de tal manera que
el espectador atento y noctámbulo puede observar que la nueva anchura de algunas de las calles, diseñadas para
lograr una mejor circulación de vehículos durante el día, provoca -sobre todo por la noche, cuando el número de coches
disminuye— la Sensación de vacío y soledad. El tejido inicial —el que existía antes de la guerra— era más adecuado ya
que al haber sido diseñado a escala de los peatones ofrecía ambientes mucho más cálidos y humanos.
Nuestras urbes van creciendo y muchas de sus zonas antiguas son rehabilitadas. Con las calles pasa lo mismo. En
Barcelona hemos cambiado varias veces los sentidos de circulación de los coches así como la anchura de algunas
aceras, y los resultados en general han sido positivos. Desgraciadamente, lo que ya no podemos hacer es ampliar las
calzadas de algunas áreas, sobre todo las de entrada a la ciudad.”
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FUNCIONES CARACTERÍSTICAS DE ESPACIOS URBANOS
Se podría concluir diciendo que se da una suerte de ritual social por el que se produce una
identidad perfecta entre el individuo y la colectividad. Nos interesan aquí, en primer lugar,
aquellas actividades ciudadanas que se realizan al aire libre: es decir, las actividades humanas
que transcurren fuera de la intimidad de la vivienda y que requieren un espacio urbano público,
como, por ejemplo, las actividades que se desarrollan para llegar al lugar de trabajo, para
comprar, para ofrecer mercancías, las diversiones, la recreación, el deporte, etc. La alfombra de
asfalto, básica para la circulación rodada, denominada aún la «calle», aunque ya no responda
al contenido que originalmente tenía el término. El transporte motorizado de personas y
mercancías constituye, sin embargo, una función urbana elemental, aunque no requiera un
entorno espacial. Dicho transporte supone una forma de movimiento cualitativamente diverso
del movimiento de un peatón o de un vehículo que circula a velocidad moderada, un carruaje,
por ejemplo. Hoy día, hay boulevares que aparentemente viven del “desfile” de coches apenas
entrevistos por un público sentado en las terrazas de los cafés en medio de una atmósfera
contaminada por los gases de los tubos de escape. Las descripciones del urbanismo finisecular
nos dan noticia de que en metrópolis como Paris, Roma o Berlín, la atmósfera sufría otro tipo de
contaminación: se hablaba, entonces, de excrementos de caballerías, de la fetidez do las aguas
residuales y basuras no retiradas. Se trata de un
problema de higiene urbana, tan antiguo como la
ciudad misma; la diferencia con la actualidad estriba
en que el CO puede asfixiar al hombre, lo que
difícilmente podían provocar las bostas de caballo.
Fig.4.5.Estructura urbana
El espacio de la plaza
Este tipo de espacio es el que mejor adecúa a la función residencial; en relación con la zona
privada equivale al patio, interior o al atrio. Las viviendas organizadas en torno a un patio interior
constituyen el tipo más antiguo de la casa ciudadana. A pesar de sus indiscutibles ventajas, este
tipo de construcción ha caído hoy día en descredito. Con harta frecuencia se malinterpreta
ideológicamente, bajo la temerosa consideración de que tales viviendas contribuyen a una
forzada convivencia.
No hay duda de que es este temor lo que ha provocado la desaparición de este tipo de
construcción y, sin embargo se puede constatar que, tras la desaparición del viejo concepto de
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“gran familia”, la idea de vivir en comunas gana progresivamente adeptos entre jóvenes; ello nos
hace pensar que muy probablemente, en un futuro próximo, concepciones del tipo “casa de
vecindad” alcanzarán una vigencia social y generarán sus propios, adecuados modelos de
construcción.
La plaza pública ha sufrido el mismo proceso. Las plazas de mercado, las destinadas a desfiles,
las de iglesias, de ayuntamientos, etc., tal como se han conservado desde la Edad Media, han
perdido sus funciones y su simbólico original. Con frecuencia su supervivencia se debe
únicamente a las iniciativas de los conservadores de monumentos nacionales.
Un ejemplo más: Desde la Edad Media hasta la Edad Moderna la casa de varias plantas con
patio interior servía de modelo para la construcción de castillos, palacios barrocos y renacentistas,
etc. De la misma forma, las manzanas de casas berlinesas del siglo XIX siguen el modelo de casa
con atrio, pero ni con mucho son palacios. Quien conozca la arquitectura de Palladio entenderá
a posteriori lo que quiero expresar con esta conclusión. Es obvio que las razones económicas no
jugaron el papel más importante. Si hubiera sido éste el caso, Palladio no habría pasado a la
Historia. Quiero decir que también, en el siglo XX se pueden construir edificios con patio Interior
sin tener que hacer referencias subrepticias a la arquitectura de los palacios del siglo XVI y a la
correspondiente clase social. No hay ningún motivo para que las formas de construcción, que a
generaciones anteriores les sirvieron para vivir y actuar, hoy no puedan ser modelos para
construcciones residenciales.
(Debo anotar aquí que mi crítica del modo de considerar aquella arquitectura se refiere
fundamentalmente al ambiente cultural alemán, en el que, por lo general, se manifiesta una
conciencia de la historia notablemente distorsionada.)
Los primeros cristianos no dudaron en adoptar la basílica (edificio del tipo Palacio de Justicia o
casa de comercio) como prototipo de su templo. Le Corbusier se inspiró el ello para su fila de
“redents” en les palacios barrocos.
No hay plazas modernas do carácter público que puedan compararse con la “Grande Place”
de Bruselas, la Place Stanislas de Nancy, la Piazza del Campo de Siena, la Place Vendóme y Place
des Vosqes de Paris, la Plaza Mayor de Madrid, la Plaza Real de Barcelona. etc.
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Habría, pues, que recrear este tipo do espacio, y cabria hacerlo, en primer lugar, si estuviese
destilado a desempeñar funciones razonables y, en segundo lugar, si gozase de una correcta
situación dentro de la estructura urbana y dispusiese de su correspondiente zona de influencia.
¿Qué funciones desempeña el espacio de la plaza?
Seguramente las actividades comerciales, como el mercado, pero sobre todo las de tipo cultural.
Será también el espacio destinado a la instalación de oficinas públicas de administración, salas
parroquiales, locales para la juventud, salas de teatro y de conciertos, cafés, bares, etc.
Tratándose de plazas centrales, cabe también la posibilidad de instalaciones donde se
desarrollen actividades a lo largo de las 24 horas del día.
En cualquier caso, no hay porqué excluir las viviendas de este tipo de espacios.
El espacio de calle
En los barrios destinados únicamente a viviendas el espacio de la calle es una zona pública de
movimiento y de juego, dispuesto de forma que todos puedan verlo. La vigente normativa
alemana sobre las distancias entre los edificios es tan constrictiva que para poder crear espacios
callejeros mínimamente atractivos no queda otro remedio que recurrir a ciertos trucos; por
ejemplo junto a los vados de los bomberos queda suficiente espacio como para crear pequeñas
zonas verdes.
El espacio callejero solo puede funcionar cuando está integrado en un sistema ordenado en base
a la calle sea un lugar en movimiento peatonal.
Este sistema puede ser perturbado debido a los siguientes errores en la planificación:
1. Cuando parte de los inmuebles y viviendas no tiene acceso desde la calle sino que éste se
encuentra en la fachada posterior de las casas. De este modo se limita sustancialmente la
actividad de la calle. Se produce una relación de
conflictividad entre el “espacio urbano interior y
'espacio urbano exterior”. Este aspecto del espacio
hace referencia a grado de carácter público que
presenta uno y otro espacio.
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4. Cuando no puede invertirse dinero en zonas verdes públicas, avenidas con árboles,
pavimentación y demás tipos de acondicionamientos varios destinados a prestar atractivo a
estos espacios.
5. Cuando se desprecia la calidad estética de las casas lindantes; cuando no se armonizan las
hileras do fachadas opuestas: cuando no se limitan los tramos de calles o cuando no se adecuan
y equilibran las escalas. Estas últimas juegan un papel estrictamente cultural en la causalidad
funcional del espacio de la calle y de la plaza. La realización de a función urbana “Poesía del
espacio”- debe recibir el mismo trato que cualquier función técnica. Desde un punto de vista
estrictamente objetivo la función poética del espacio es tan elemental como cualquier otra.
¿Puede imaginarse que el hombre deje de hacer música, de pintar, de danzar? Nadie se atreve
a responder positivamente a esa pregunta. Y sin embargo no parece que se considere el papel
de la arquitectura al mismo nivel. En general, suele decirse que “La arquitectura es algo sólido,
practico, útil. Muy probablemente se la considere destinada únicamente a crear una cálida
ambientación en los interiores y un cierto nivel de prestigio de exteriores. A todos los demás se le
pone la etiqueta de accesorio o decorativo y se considera que se puede prescindir de ello. Creo
firmemente que una época que desconoce la definición de arquitectura, en todo sentido,
padece una crisis cultural. El sentido trágico de una época semejante no puede expresarse con
palabras, la música moderna puede ser tu expresión adecuada.
Los problemas de la calle residencial, abordados aquí, se repiten en forma parecida en la calle
comercial. La separación entre peatones y circulación rodada amenaza con que la zona pea-
tonal quede aislada Se hace urgentemente necesario dar con soluciones; encaminadas a
proteger al peatón de las molestias producidas por el ruido y los gases del tráfico rodado,
evitando, al mismo tiempo, que las dos zonas queden muy separadas una de la otra. Se requiere
una superposición de ambas funciones, lo que supone un considerable esfuerzo técnico; es el
precio que debe pagar la sociedad motorizada. Este problema subsistirá aun cuando se
resuelvan las deficiencias técnicas y de construcción que actualmente presenta el automóvil
individual. Ahora mismo, la cantidad de vehículos que circulan y la velocidad con que lo hacen
es alarmante. Y parece que, debido al actual desarrollo, ninguno de estos factores puede
alterarse. Se hace imposible avanzar un pronóstico de los niveles de catástrofe a que llegará el
parque móvil y a qué soluciones habrá que recurrir para paliar el problema. Progresivamente se
abre paso la grave sospecha — grotesca sospecha— de que tras la pertinente transformación
del actual sistema del tráfico rodado, las gigantescas obras de viales permanecerán inútiles en
el paisaje.
Es decir, se tiende a la tesis de que ya no puede realizarse una modificación elemental a largo
plazo debido a las inversiones realizadas en el sector automóvil.
He tratado, con las líneas anteriores, de dar una idea sobre el abismo creado entre las inversiones
realizadas para satisfacer las necesidades de la utilización de máquinas(los automóviles= y las
destinadas a satisfacer necesidades de los seres vivos-los hombres concretamente- y que
tendremos que pagar un altísimo precio para la restauración del espacio urbano, cuando esta
sociedad trate de volver a vivir razonablemente en las ciudades.
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cada instante. Por lo menos esto es lo que desea el cliente y seguramente también el
comerciante. El casco antiguo de Berna nos ofrece un tipo de calle comercial de solución
espacial distinta; allí los transeúntes pueden contemplar los escaparates, estando protegidos
mediante arcadas contra las inclemencias del tiempo. Este tipo de calle comercial ha
conservado hasta hoy su atractivo sin que le haya reducido su capacidad funcional. El tráfico
rodado, a un nivel más bajo, molesta relativamente poco al peatón. Este espacio de calle puede
considerarse como ejemplar.
Lo mismo puede decirse de las calles tipo galería o pasajes acristalados, que fueron un invento
del siglo XIX. Curiosamente han pesado de moda. Ciertamente las fachadas al pasaje tenían
ventilación deficiente. Teniendo hoy día los edificios administrativos y comerciales un perfecto
acondicionamiento técnico, este tipo de construcción tal vez pueda volver a ganar actualidad.
En nuestras latitudes, la protección de una calle comercial contra el tiempo significa un confort
urbano, que merece se le tenga en cuenta. Ha desaparecido por completo la calle con arcadas,
que los romeros desarrollaron en las pérgolas, que se disponían alrededor del ágora griega. Los
restos de aquellas avenidas aún pueden verse en Palmyra, Perge, Apameia, Ephesus, Leptis
Magna, Tomgad, etcétera. En la historia del urbanismo, la aparición de este tipo de calle es, un
suceso fascinante. Las ciudades griegas coloniales, al ganar prosperidad bajo el dominio romano,
dieron lugar al nacimiento de la necesidad de acentuar la red uniforme y esquemática de los
viales, a las calles con orientación que, arquitectónicamente adquirieron mucho más valor. Tal
vez establecieron unas relaciones funcionales, que hoy en día no pueden reconstruirse con
exactitud. Pero en todo caso, no solo tenía un carácter representativo, sino que también lo
alcanzaron a nivel comercial, en contraposición a ágora, y fórum que estaban reservados sobre
todo para actos políticos y religiosos.
Desaparecido el Imperio Romano, estas características espaciales del urbanismo romano y griego
han sido olvidadas en Europa. Algunos tipos de construcción como el forum y la basílica, fueron
adoptados por la Edad Media, por ejemplo para los planos de sus claustros. El forum, como
espacio público, no ha vuelto a ser utilizado.
Ocurre de forma muy distinta en África del Norte y en Oriente Medio y, en parte, en España,
donde setos viejísimos tipos de espacias urbanos se conservar aun hasta fines del siglo pasado en
su forma original y con tradicionales métodos do construcción.
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TIPOLOGÍA DE ESPACIOS
URBANOS
En un capitulo posterior se
explicara con más amplitud la
importancia se las relaciones
de escalas en un espacio
exterior. Ellas no influyen en
orden de esta tipología.
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TIPO DE ESPACIOS Y SUS COMBINACIONES.
TIPOS DE ESPACIO
En resumen, el orden morfológico de
espacios urbanos es el siguiente:
Por último de los tres tipos de espacios y sus variaciones puede componerse cualquier número de
formas mixtas. El diferenciar la escala es de especial importancia para todas las formas del
espacio, al igual que es importante el efecto que causan las distintas arquitecturas del espacio
urbano.
El “teclado” que acaba de explicarse permite “repentizar” todos los procesos de creación.
Aparte de estos procedimientos “formales” actúan otros componentes sobre el espacio muy
importantes para su creación. Se trata de las leyes de construcción, lo que posibilita una
formación arquitectónica y sobre todo de la utilización o función del edificio, ya que sin ellas no
existiría una razón para elaborar formas arquitectónicas. El procedimiento lógico sería: Función,
construcción y en último lugar, la forma, como resultado de los dos primeros dos factores.
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COLECCIÓN MORFOLÓGICA DE ESPACIOS URBANOS
Fig.7
La colección de formas de espacio, que se presentan en este contexto, está ordenada sólo según
las características geométricas de las plantas que hacen referencia a los espacios, y que no
pretende ser completa. Tan sólo quiere ofrecer al urbanista la riqueza de formas espaciales que
la historia del urbanismo ha conservado; además quiere aconsejarle que aprenda algo de estos
modelos, para sus propios proyectos. Con esta colección de material, quiero convencer a los
teóricos y a los científicos de la arquitectura de que, en el futuro, la componente espacio deben
tenerla en mayor consideración y deberían incluirla con más exactitud en su modo de ver la
arquitectura y el urbanismo. Realmente se la ha despreciado de modo reprensible.
Fig. 8
BIBLIOGRAFÍA:
KRIER, Rob. EL espacio Urbano. Editorial GG, S.A. 1981. Capítulo 1. “Los Elementos tipológicos y morfológicos de la
Definición de Espacio Urbano”.
QUEROL PIERA, Jordi. Bienvenidos al Urbanismo. Ed. Viena. España 2003. “Calles, Plazas. Plazas Medievales, del
Renacimiento y Barroco”.
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VIALIDAD URBANA
ORDENANZA 1994-43 DEL PLAN REGULADOR DE ASUNCION
TITULO III
CAPITULO VII
Áreas Verdes
Art. 79º Definir como Áreas Verdes - Recreativas Públicas: a aquellas partes del territorio urbano,
caracterizado por ser de propiedad y uso público destinados al esparcimiento, recreación, al
encuentro social, al relax y a la práctica de deportes, equipados adecuadamente para el efecto.
Art. 80º Clasificar a las Áreas Verdes - Recreativas Públicas: según su umbral de uso en:
De uso diario: Ej.: plaza de barrio y paseos amenos.
De uso ocasional: Ej.: parques, jardines, complejos deportivos y balnearios.
Art. 81º Establecer como superficie mínima 1.500 m2. y máxima 21.000 m2. (2.1 hás.) para plazas.
Art. 82º Determinar como radio de acción máxima para plaza 700 m.
Art. 84º Las construcciones de carácter provisorio (Stand-Kioscos) se regirán por la Ordenanza
respectiva.
Art. 85º Establecer como radio de influencia de parques, jardines, complejos deportivos y
balnearios una dimensión de 1.800 m.
Art. 86º Permitir los siguientes usos e instalaciones en los Parques y Jardines:
Juegos infantiles.
Museos, bibliotecas.
Servicios higiénicos.
Planetario, acuario, zoológico, jardines botánicos.
Exposiciones, competencias de carácter deportivo o cultural.
Parrillas.
Construcciones de carácter provisorio para venta o exposición de libros, artesanía, cuadros,
flores, comidas, golosinas o cualquier otro rubro de actividad compatible con la función de
recreación.
Estacionamiento.
Área de camping y picnic.
Art. 87º Las construcciones de carácter provisorio (Stand, Kioscos) se regirán por la Ordenanza
respectiva.
PARAGRAFO UNICO:
Investigación, planificación y desarrollo de áreas potenciales.
Art. 88º Encomendar a la Intendencia Municipal la detectación de áreas potenciales para la
instalación de plazas en los barrios Obrero, Tacumbú, Roberto L. Pettit, Gral. Díaz, San Vicente,
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Pettirossi, Ciudad Nueva, Pinozá, Vista Alegre, Nazareth, Hipódromo, San Pablo, Terminal, Gral.
Caballero, Mburicaó, Recoleta, Tembetary, Mcal. López, Las Mercedes, Jara, Bella Vista, Virgen
del Huerto, Virgen de la Asunción, Santa Rosa, Villa Morra, Santo Domingo, Cañada Ybyray,
Tablada Nueva.
Art. 89º Encomendar a la Intendencia Municipal el estudio de utilización para parques, a modo
de cubrir las necesidades de los barrios citados precedentemente, de las siguientes áreas: zonas
aledañas al Arroyo Mburicaó, Salamanca, Ex-Aviación Civil, Hipódromo, Bañado Sur, Bañado
Norte y Banco San Miguel, zonas aledañas al Banco Central.
Art. 90º Encomendar a la Intendencia Municipal el estudio de recuperación de las plazas
ocupadas y la detectación de espacios urbanos potenciales para uso público.
TITULO IV
SERVICIOS DE INFRAESTRUCTURA
CAPITULO I
Red Vial
Art. 221º El sistema de la Red Vial Metropolitana se comprende del:
a) Sistema arterial Metropolitana.
b) Sistema arterial Municipal a ser definido por los Planes Reguladores de cada municipio
componente.
Art. 222º El sistema Arterial Metropolitana comprende aquellas vías definidas como tales en el Plan
Director de Asunción y su área Metropolitana, y que cumplen la función de penetración, contorno
e interconexión entre todos los municipios del área Metropolitana.
Art. 223º El sistema Arterial Municipal de Asunción comprende toda la trama vial de la ciudad y
está compuesto a su vez por:
Red Vial Principal.
1. De penetración.
2. De circunvalación.
3. De Interconectoras.
Red Vial Secundaria
1. Colectoras.
2. Paralelas.
Red Vial Terciaria
1. Locales.
2. Peatonales.
Art. 224º Definir como Red Vial Principal, a aquellas que permiten el acceso y salida al centro de
la ciudad, y que estén destinadas a proveer el movimiento de grandes volúmenes de tráfico entre
las diferentes zonas de la ciudad, así como a las principales vías de penetración metropolitana.
Art. 225º Definir como avenidas de penetración, a aquellas que permiten el acceso y salida al
Micro - centro y demás zonas de la ciudad.
Art. 226º Definir como avenida de Circunvalación a aquellas que permite la travesía de la ciudad
evitando internarse en ella, descongestionando las vías de penetración y ordenando el tráfico.
Estas vías deberán tener relación con los demás componentes del Sistema Arterial Principal y
Secundario Metropolitano.
Art. 227º Definir como avenidas interconectoras a aquellas vías destinadas a establecer una
comunicación directa entre las avenidas de penetración. Estas vías deberán tener relación con
los demás componentes del sistema arterial principal y secundario.
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Art. 228º Definir como Red Vial Secundaria, a las vías que cumplen la función primordial de dar
acceso y servir de apoyo a la Red Vial Principal, así como suministrar el acceso a las propiedades
colindantes.
Art. 229º Definir como calles colectoras, a aquellas cuyo fin es encauzar el tráfico rápido de una
zona urbana, conduciendo a las vías principales y al mismo tiempo servir a las propiedades
colindantes. Se incluyen dentro de las calles colectoras a aquellas calles paralelas a las avenidas
de penetración.
Art. 230º Definir como Red Vial Terciaria, a aquellas vías que sirven para dar acceso a las
propiedades colindantes, y no forman parte de la Red Vial Primaria y Secundaria, pudiendo ser
también peatonales.
Art. 231º Definir como calles locales, a aquellas vías que forman parte de la red vial terciaria, cuyo
fin es encauzar el tránsito de acceso a las propiedades colindantes.
Art. 232º Definir como calles peatonales, a aquellas vías cuyo fin principal es el uso para el tránsito
peatonal y en caso eventual permitir el acceso de vehículos.
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