De acuerdo con sus características formales y su temática, los cuentos pueden
clasificarse en diversos subgéneros, entre los que se encuentran:
Cuentos maravillosos. Los personajes que participan de la trama
tienen cualidades fantásticas, como hadas, brujas, duendes, gnomos, elfos, etc. Predomina la magia y los sucesos sobrenaturales, y suelen estar ambientados en un mundo fantástico que el lector acepta sin cuestionarlo. Por lo general, están destinados a los niños. Por ejemplo: Caperucita roja, Pinocho, La sirenita. Cuentos fantásticos. En estas historias se narran acciones comunes y cotidianas que, de repente, son interrumpidas por un elemento inexplicable que rompe con las leyes de la naturaleza. En ellos, lo fantástico es percibido como natural por los personajes. Por lo general, suelen tener un final que deja en una situación de ambigüedad al lector. Por ejemplo: Casa tomada, El Aleph. Cuentos realistas. Se valen de elementos de la vida real, por lo que sus historias resultan creíbles, posibles en el mundo de los lectores (lo que no significa que sean verdaderas). No se incluyen eventos mágicos ni fantásticos, así como tampoco personajes que puedan salirse de la realidad (como brujas, hadas o fantasmas). Su ubicación temporal y espacial también suelen ser verosímiles. Por ejemplo: Conejo, El matadero. Cuentos de terror. Su intención es generar miedo o inquietud en los lectores, y esto se logra creando una cierta atmósfera o narrando una historia que provoque espanto. Algunas de las temáticas que se encuentran en este tipo de cuentos son crímenes horrorosos, fantasmas o casas malditas. Muchos cuentos realistas o fantásticos también pueden ser de terror. Por ejemplo: El gato negro, El guardavías. Cuentos de ciencia ficción. Se desarrollan en un futuro cercano o distante, en los que la ciencia y la tecnología son diferentes a las que conoce el lector (más desarrolladas) y permiten la indagación de situaciones utópicas o distópicas. Las temáticas suelen incluir robots, exploraciones espaciales, viajes en el tiempo, vida extraterrestre, apocalipsis, entre otras. Por ejemplo: El cohete, No tengo boca y debo gritar. Cuentos policiales. Las historias giran alrededor de un crimen y de la investigación que se desarrolla para hallar al responsable. La narración se concentra en contar los procedimientos a partir de los cuales el detective logra encontrar al culpable y entender el móvil del crimen. Por lo general, hay varios sospechosos, pero el criminal suele ser un personaje inesperado para el lector. Existen dos tipos de cuentos policiales: Policiales clásicos. Un detective es el encargado de dilucidar el misterio que, en un primer momento, parece imposible de resolver. Para ello, se valen del pensamiento racional y de la observación de los detalles, que funcionan como evidencia. Por ejemplo: La carta robada. Policiales negros. Los personajes son más complejos que en los policiales clásicos y la distinción entre héroes y villanos no es tan clara, puesto que suelen desarrollarse en una sociedad en decadencia, en la que quedan expuestas las peores miserias de las personas. Por ejemplo: Sombra en la noche.
Por otro lado, según su autoría y su transmisión, se pueden distinguir dos tipos de cuentos:
Cuentos populares. Son narraciones anónimas que se transmiten de
generación en generación de forma oral (aunque en algunos casos pasan a ser escritos), y pueden tener más de una versión. Por ejemplo: Los tres cerditos. Cuentos de autor. Son narraciones que están atribuidas a un autor, que generalmente se transmiten de forma escrita, y que tienen una sola versión. Por ejemplo: La casa de Asterión, de Jorge Luis Borges.
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Elementos del cuento
En la mayoría de los cuentos, se pueden distinguir los siguientes elementos:
Narrador. Es quien cuenta la historia, y puede ser parte de ella o no,
dependiendo de si es testigo, protagonista u omnisciente. Así, puede referir los hechos desde una posición más objetiva o subjetiva. Personajes. Son los que llevan adelante la trama. Por lo general, hay un protagonista, y también puede haber personajes secundarios que lo acompañan en su recorrido, aunque en el caso de los cuentos la cantidad suele ser acotada. Además, en muchos relatos hay un antagonista, es decir, un personaje cuyos intereses se oponen a los del protagonista. Tiempo y lugar determinados. El tiempo del relato puede ser presente, pasado o futuro, y la historia puede abarcar minutos, meses, años o siglos. A su vez, los lugares en los cuentos suelen ser acotados, y según su importancia pueden estar más o menos descriptos en la narración.