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ALUMNO
Sebastian Rodriguez Botello
GRADO
5º “A” secundaria
PROFESORA
Nieves Urquidi
UNIDAD EDUCATIVA
Don Bosco A El Prado
GESTION
2022
AGRADECIMIENTO Y DEDICATORIA
Introducción
Más de cien años han transcurrido desde que se inició el conflicto entre Chile y Bolivia y, pese a
algunos acercamientos durante el siglo pasado, todo indica que la resolución es difícil y que
hoy, más que nunca, nos encontramos lejos de un acuerdo que satisfaga a ambas partes.
Pareciera que los argumentos de Bolivia para obtener una salida soberana al Océano Pacífico
chocan siempre contra el mismo obstáculo: que ese territorio se perdió en una guerra y que
Bolivia es responsable -esto es, debe hacerse cargo- de las consecuencias que se derivan de ello.
Efecto de esto es la firma voluntaria entre Bolivia y Chile del Tratado de Paz y Amistad de
1904, en que la primera cede al segundo su única región costera. El Estado boliviano, actuando
de manera autónoma y en el ejercicio de su soberanía, habría entrado en un conflicto bélico que
perdió, y cuyo fin tuvo que negociar a costa de su integridad territorial. Por tanto, se argumenta,
no corresponde a Chile hoy compensar a Bolivia por los resultados de sus decisiones.
Sin embargo, en esta demanda, Bolivia ha dejado su tradicional posición jurídica que
sustentaba la nulidad del Tratado de Paz de 1904 —que restablecía las relaciones de
paz con Chile y daba por concluido el régimen establecido por el Pacto de Tregua
de 1884—, por una posición novedosa como es solicitar a la Corte que declare que
«Chile tiene una obligación de negociar con Bolivia un acceso plenamente soberano
al océano Pacífico», obligación que, señala, Chile habría incumplido a la fecha.
Los conflictos por los límites marítimos entre Bolivia y Chile comenzaron en 1828, cuando la
Constitución chilena estableció que su territorio llegaba hasta el despoblado sector de Atacama,
disposición que terminó con la invasión del lugar en 1879.
En 1904, ambas naciones firmaron el Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Bolivia con el
cual ponían fin al conflicto,- conocido como Guerra del Pacífico- y en el que reconocían de
manera definitiva y permanente la soberanía chilena sobre Antofagasta. Por su parte, Chile
garantizaba el libre tránsito de bienes bolivianos libres impuestos, entre los puertos chilenos y
Bolivia, así como la construcción del Ferrocarril Arica-La Paz.
En el nuevo contexto formado luego de la guerra del Pacífico, Bolivia y Chile firma-
rían tres acuerdos el 18 de mayo de 1895: uno de paz y amistad, otro de comercio y un
tercero de importancia relevante para este tema, denominado Tratado Especial
para la Transferencia de Territorios, pues mediante este Chile se comprometía a
entregar a Bolivia las provincias peruanas cautivas de Tacna y Arica, si el plebiscito
que se iba a celebrar sobre el destino de ambas le era favorable, como rezan los
artículos siguientes:
- Artículo 1: Si a consecuencia del plebiscito que ha de tener lugar, en conformidad al
Tratado de Ancón, o en virtud de arreglos directos, adquiriese la República de Chile
dominio y soberanía permanente sobre los territorios de Tacna y Arica, se obliga a
transferirlos a la República de Bolivia, en la misma forma y con la misma extensión que
los adquiera.
- Artículo 3: A fin de realizar el propósito enunciado, el Gobierno de Chile se
compromete a empeñar todos sus esfuerzos, ya sea separadamente o conjuntamente con
Bolivia, para obtener en propiedad definitiva los territorios de Tacna y Arica.
Este intento de cesión indebido de Chile —Estado ocupante que no poseía título
jurídico alguno para realizar este ofrecimiento fue protestado por el Perú quien
reafirmó que nunca renunciaría a recuperar Tacna y Arica y que no las cedería a
ningún Estado.
Sin embargo, tanto el tratado de paz y amistad como el de transferencia de territorios
recibieron fuerte oposición del Congreso boliviano, fundamentalmente por la existencia
de una gran desconfianza en la firma de dos documentos separados, por lo que
no entraron en vigencia. El temor boliviano residía en la posibilidad de que Chile
le diera validez al primero en tanto este le otorgaba definitivamente el entonces
litoral boliviano, y más bien no al segundo, el cual se refería a la cesión por Chile
de las dos provincias peruanas.
Posteriormente, ambos países celebraron el Tratado de Paz del 20 de octubre de 1904,
por el cual Bolivia entregó a Chile su litoral a perpetuidad incluyendo los puertos de
Mejillones, Cobija, Tocopilla y Antofagasta, y en compensación recibió el pago de
300 000 libras esterlinas y la construcción del ferrocarril de Arica a La Paz. Asimismo,
Chile reconoció en favor de Bolivia «y a perpetuidad, el más amplio y libre derecho
de tránsito comercial por su territorio y puertos del Pacífico», así como el derecho de
construir agencias aduaneras en los puertos que designase Chile, señaló para tal efecto.
Desde la firma del tratado Bolivia ha intentado recuperar su acceso marítimo. A
diferencia de otras mermas territoriales que sufrió desde su independencia y durante los
siglos XIX y XX, esta fue la única que le quitó una cualidad. El conflicto con Paraguay
privó a Bolivia de parte del Chaco, pero siguió siendo un país chaqueño; el conflicto
con Brasil de parte de la Amazonía, pero siguió siendo un país amazónico. Con Chile,
sin embargo, la pérdida de territorio es distinta: al ceder la región del Litoral, Bolivia
pierde su cualidad de país marítimo, aunque el ethos de su pueblo siga considerándose
ligado al mar. Esto explica que los bolivianos busquen de manera permanente revertir
esa pérdida y mantengan viva una simbología asociada al mar y a la reivindicación de
un acceso soberano al Océano Pacífico.
1.2. Las negociaciones entre Bolivia y Chile en el siglo XX
La Corte no da más luces sobre esto ya que el fallo es muy escueto, pero entre una obligación de
comportamiento y una de resultado, podemos concluir
que lo que será objeto de la Litis en el fondo es si con los diálogos, conversaciones y
negociaciones entre los dos países que tuvieron lugar después
del tratado de 1904 se configuró o no una obligación de comportamiento de
negociar de buena fe con Bolivia, pero sin que se exija un cierto y determinado resultado como
sería el acceso soberano al mar solicitado como única
alternativa por Bolivia.
En Bolivia algunos personeros han afirmado que no es correcta nuestra interpretación del fallo
de la Corte ya que añaden lo que se va a discutir es la existencia de una obligación de negociar
con un resultado concreto y determinado, a saber, el acceso soberano de Bolivia al mar y lo que
no podría predeterminar la Corte serían las diversas fórmulas en que podría concretarse
dicho acceso soberano.
La verdad no es así. La Corte ha señalado muy claramente que no puede predeterminar el
resultado de una eventual negociación y tampoco pronunciarse
acerca del derecho de Bolivia a un acceso soberano al mar. Pero
si ello no fuese suficiente, cabe leer el párrafo 64 de la opinión separada del
Juez de la Corte Augusto Cancado Trindade que señala lo siguiente: “Afirmar
el deber de negociar no es lo mismo que afirmar el deber de negociar un
acuerdo o un resultado determinado. Lo primero no implica lo segundo. Este
es un asunto para la consideración de la etapa de los méritos. La Corte está
abocada aquí sólo a la primera, la alegada obligación de negociar”
Luego de leer todo lo expuesto por la Jueza Arbour en su voto, se puede especular sobre la
razón en virtud de la cual la Corte, luego de haber acotado de
esta forma el objeto de la disputa, opta por señalar que las disposiciones del
Tratado de Paz de 1904 no se refieren expresa ni implícitamente a la cuestión
relativa a la presunta obligación de Chile de negociar el acceso soberano de
Bolivia al Océano Pacifico y que, por lo tanto, en opinión de la Corte, los asuntos en disputa son
materias que no se encuentran “resueltos por arreglo de
las partes, o por laudo arbitral, o por sentencia de un tribunal internacional”
ni “regidos por acuerdos o tratados en vigencia en la fecha de la celebración
del Pacto de Bogotá” en el sentido que establece el Artículo VI del Pacto de
Bogotá.
3. La demanda boliviana
a) La interpretación de un Tratado.
b) Cualquier cuestión de Derecho Internacional.
c) La existencia de todo hecho que, si fuere establecido, constituiría la
violación de una obligación internacional.
d) La naturaleza o extensión de la reparación que ha de hacerse por el
quebrantamiento
de una obligación internacional.
Era evidente que esta reserva se hacía en congruencia con su posición de que
existían problemas relacionados al Tratado de Paz de 1904, lo que Chile respondió
presentando, el 15 de junio de 2011, una nota titulada Objeción de la República de
Chile a la reserva formulada por el Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia al
momento de ratificar el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas o Pacto de
Bogotá, y en la que declaraba que, según el derecho internacional, la objeción
impedía la entrada en vigencia de este instrumento entre estos dos Estados 39. Por
su parte, Bolivia hizo lo propio presentando la nota OEA-MP-225-11 que contenía
la Aclaración a la objeción de la República de Chile a la reserva formulada por el
Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia al momento de ratificar el Tratado
Americano de Soluciones Pacíficas o «Pacto de Bogotá», en la que negaba los
efectos jurídicos señalados por el presidente Piñeira, es decir, la inexistencia del
tratado entre ambos Estados.
Como se sabe, tanto la aceptación de la reserva como la objeción a esta, crean una
nueva situación jurídica respecto al tratado original. En este sentido, es totalmente
válido que Chile haya presentado una objeción total a la reserva boliviana, que es
«aquella que establece como efecto jurídico la no entrada en vigor del tratado inter-
nacional respecto al autor de la reserva.
Con fecha 12 de diciembre de 2011, Chile envió la nota 389 a la Secretaría General
de la OEA, en donde reafirmaba lo dicho en su nota anterior, esto es, en la no
vigencia del Pacto de Bogotá entre este Estado y Bolivia, en respuesta a la
«aclaración» hecha por este último país.
Con 12 votos contra tres la CIJ concluyó que no existe obligación por parte de
Chile de negociar una salida soberana al mar con Bolivia.
La defensa chilena alega que dichos ofrecimientos no llegaron en un acuerdo entre las
dos partes, por lo que no existe derecho alguno y la situación marítima de Bolivia se
mantiene con el Tratado de 1904. En ese sentido, Chile acusa a Bolivia de querer
desconocer el Tratado de Paz y Amistad de 1904 que la privó de su litoral en el
Pacífico.
Sin embargo, en ninguna parte de los reclamos bolivianos se pone en duda la validez o
vigencia de ese instrumento. Ni la fundamentación jurídica, ni siquiera la demanda
boliviana contiene elementos que den sustento al planteamiento chileno.
La defensa chilena alega que dichos ofrecimientos no llegaron en un acuerdo entre las
dos partes, por lo que no existe derecho alguno y la situación marítima de Bolivia se
mantiene con el Tratado de 1904. En ese sentido, Chile acusa a Bolivia de querer
desconocer el Tratado de Paz y Amistad de 1904 que la privó de su litoral en el
Pacífico.
Sin embargo, en ninguna parte de los reclamos bolivianos se pone en duda la validez o
vigencia de ese instrumento. Ni la fundamentación jurídica, ni siquiera la demanda
boliviana contiene elementos que den sustento al planteamiento chileno.
En este punto debemos precisar que esta acta se basó en la misma condición
contenida en el tratado anterior, la que, como ya hemos señalado, nunca se
cumplió.
4. La Corte Actual
La primera, concluir que Chile tiene la razón. En tal caso, Bolivia debe llevar-
se la Memoria y hacer lo que estime pertinente con ella, en atención a que
la Corte es incompetente. De ser así, la Corte falta a su deber primordial de
conocer la causa y solucionar pacíficamente la controversia.
Segunda alternativa: la Corte es absolutamente competente. Bolivia tiene la
razón, Chile debe proseguir con el juicio principal.
Tercera alternativa: Es probable que cuando la Corte estudie la complejidad
del caso decida analizar el asunto de fondo. De ser así, la Corte proseguirá
con el juicio, a fin de que se le presenten todas las argumentaciones. En esta
misma lógica, resolverá preliminarmente que es competente.
Existe un ítem sobre la soberanía boliviana sobre estas aguas en la “Agenda de los 13
puntos” acordada en el año 2007 entre Morales y la presidenta de Chile, Michelle
Bachelet. El objetivo de esta agenda era fortalecer la relación bilateral intentando
reconstruir la confianza mutua. Entre los puntos a tratar se encontraban: seguridad y
defensa; libre tránsito; complementación económica; tema marítimo y en su punto siete:
“Silalá y Recursos hídricos” donde se acordaba una III Reunión del Grupo de Trabajo
sobre el tema para antes de finales de ese año en La Paz. Esta agenda quedó sin efecto
cuando Bolivia, en 2013, demandó a Chile frente a la Corte Internacional de Justicia de
la Haya por el conflicto derivado del reclamo marítimo, aunque es importante resaltar
que las relaciones diplomáticas entre ambos países están interrumpidas desde el año
1978 por el mismo motivo.
Para Evo Morales, acudir nuevamente a la Haya ante esta diferencia significa resolver
el conflicto pacíficamente para delimitar la soberanía del país andino: “Como Chile no
quiere resolver (un acuerdo) sobre las aguas del Silala en el departamento de Potosí,
hemos decidido, como un país pacifista, que vamos a acudir a (la Corte Internacional
de Justicia) La Haya para que Chile respete nuestra agua del Silala del departamento de
Potosí”. Por su parte el gobierno Chileno, por intermedio de Heraldo Muñoz, Ministro
de Relaciones Exteriores, insistió públicamente que el Río Silala desde el “Tratado de
Paz y Amistad” de 1904 es considerado un río internacional, aunque existe
documentación que prueba que en 1908 Chile solicitó un permiso a Prefectura de Potosí
para poseer una concesión de las aguas del Silala para mantenimiento de las
locomotoras.
Bolivia tiene varios intereses en conseguir una salida soberana al mar pero, el más
fundamental es evitar las restricciones en el libre tránsito que incluyen:
a) Puertos privatizados.
b) Las cargas bolivianas no cuentan con autonomía ya que deben ser
constantemente revisadas y restringidas según criterios chilenos.
c) Monopolio de servicio portuario Chile privatizó sus puertos en Antofagasta y
Arica a las mismas empresas, limitando la capacidad de elección entre otras
empresas con precios más accesibles.
d) Cobro por almacenaje de cargas peligrosas.
e) Cobro de impuestos a todos los servicios aplicados a la carga boliviana en
tránsito, siendo que Chile concede a otros países exenciones impositivas.
f) Incremento de costos por la habilitación de sitios extra-portuarios, esto es, los
depósitos portuarios para mercancía boliviana se encuentran alejados de los
puertos y, por tanto, se incrementa el gasto de transporte.
La relación entre ambos países es de una tensa calma, que queda expresada cuando
comparten espacios políticos como sucedió en el último encuentro de CELAC, en enero
de este año, cuando el presidente Evo Morales responsabilizó a Chile de obstaculizar la
designación de Bolivia a la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados de
Latinoamérica y el Caribe (CELAC) para el año 2017. Sin embargo, ante la falta de
diálogo bilateral Bolivia, una vez más, decide resolver los conflictos marítimos con el
país vecino en un espacio pertinente, de forma pacífica enmarcado en el plano
internacional. En caso de que esta segunda demanda boliviana ante la CIJ prospere,
Chile ya confirmó que contrademandará al país andino.
A los seis días de presentada la demanda, esta fue admitida por la CIJ, e inmediata-
mente este organismo la dio a conocer a Chile, iniciándose así el proceso judicial.
Posteriormente, las partes fueron convocadas por el secretario de la Corte, Philippe
Couvreur, para reunirse a puertas cerradas en el Palacio de la Paz, el 12 de junio de
2013, con el objetivo de informarles los plazos de la fase escrita. Así, siguiendo el
orden de la Corte, se le concedió a Bolivia once meses para elaborar la memoria de
demanda contra Chile (17 de abril de 2014), mientras que a este último se le fijó la
fecha del 18 de febrero de 2015 para introducir su contra memoria. Pasada esta etapa,
se darán las fechas de la fase oral.
Como se puede observar, nos encontramos aún en una fase preliminar del proceso
cuya solución no solo será de interés de las partes, sino también de los académicos y
especialistas en derecho internacional, en la medida que el caso involucrará la adopción
de criterios sobre algunos aspectos poco desarrollados de esta disciplina.