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Demanda Marítima causas y efectos

Intervención de la corte internacional

ALUMNO
Sebastian Rodriguez Botello
GRADO
5º “A” secundaria
PROFESORA
Nieves Urquidi
UNIDAD EDUCATIVA
Don Bosco A El Prado
GESTION
2022
AGRADECIMIENTO Y DEDICATORIA

Agradezco primeramente a Dios por darme la vida, cuidarme y


darme salud, también agradezco a mis padres quienes me
brindan la educación que tengo, alimentación en especial a mi
papá Roberto por apoyarme incondicionalmente
Demanda Marítima causas y efectos, intervención de la corte
internacional

Introducción

Más de cien años han transcurrido desde que se inició el conflicto entre Chile y Bolivia y, pese a
algunos acercamientos durante el siglo pasado, todo indica que la resolución es difícil y que
hoy, más que nunca, nos encontramos lejos de un acuerdo que satisfaga a ambas partes.
Pareciera que los argumentos de Bolivia para obtener una salida soberana al Océano Pacífico
chocan siempre contra el mismo obstáculo: que ese territorio se perdió en una guerra y que
Bolivia es responsable -esto es, debe hacerse cargo- de las consecuencias que se derivan de ello.
Efecto de esto es la firma voluntaria entre Bolivia y Chile del Tratado de Paz y Amistad de
1904, en que la primera cede al segundo su única región costera. El Estado boliviano, actuando
de manera autónoma y en el ejercicio de su soberanía, habría entrado en un conflicto bélico que
perdió, y cuyo fin tuvo que negociar a costa de su integridad territorial. Por tanto, se argumenta,
no corresponde a Chile hoy compensar a Bolivia por los resultados de sus decisiones.

Como consecuencia de la guerra del Pacífico y la firma del Tratado de Paz de 20


de octubre de 1904, celebrado entre Chile y Bolivia, el país altiplánico perdió sus
400 km de costa y 120 000 km2 de superficie, y se convirtió, de esta manera, en un
país mediterráneo. Desde ese entonces, Bolivia ha realizado incansables esfuerzos por
encontrar una solución que le brinde una salida soberana al mar. El último gran paso
en este camino, dado por el gobierno de Evo Morales, ha sido la presentación el 24
de abril de 2013, de una demanda en contra de Chile ante el más alto tribunal, la
Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ).

Sin embargo, en esta demanda, Bolivia ha dejado su tradicional posición jurídica que
sustentaba la nulidad del Tratado de Paz de 1904 —que restablecía las relaciones de
paz con Chile y daba por concluido el régimen establecido por el Pacto de Tregua
de 1884—, por una posición novedosa como es solicitar a la Corte que declare que
«Chile tiene una obligación de negociar con Bolivia un acceso plenamente soberano
al océano Pacífico», obligación que, señala, Chile habría incumplido a la fecha.

En 2011 de iniciar un proceso judicial a Chile en la Corte Internacional de Justicia por la


demanda marítima, sobre las exportaciones e importaciones bolivianas hacia y desde Chile. Para
la realización de la estimación, se aplica el método de Control Sintético con un panel de datos
de 82 países, incluido Bolivia, entre 1991 y 2015. El panel incluye información
macroeconómica, comercial, cultural y geográfica para construir un contra factual; con el objeto
de utilizarlo en la comparación con Bolivia para encontrar el impacto del anuncio boliviano
sobre el flujo comercial bilateral boliviano-chileno. De esa manera se encontró que la medida
política fue contraproducente para las exportaciones bolivianas hacia Chile, reflejando una
reducción en las mismas. En cambio, no se encuentra un efecto claro de la medida sobre las
importaciones bolivianas desde Chile. A partir de los resultados hallados, y a la luz de la teoría
al respecto, se argumenta que la variable ‘riesgo' jugó un papel importante en la decisión de los
importadores chilenos de demandar bienes bolivianos, producto de las declaraciones de
autoridades chilenas luego del anuncio boliviano. Por otro lado, las declaraciones de autoridades
bolivianas mostrando certidumbre en el asunto causaron que los riesgos para los importadores
bolivianos no fueran tan altos.
1. Antecedentes históricos

Los conflictos por los límites marítimos entre Bolivia y Chile comenzaron en 1828, cuando la
Constitución chilena estableció que su territorio llegaba hasta el despoblado sector de Atacama,
disposición que terminó con la invasión del lugar en 1879.

En 1904, ambas naciones firmaron el Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Bolivia con el
cual ponían fin al conflicto,- conocido como Guerra del Pacífico- y en el que reconocían de
manera definitiva y permanente la soberanía chilena sobre Antofagasta. Por su parte, Chile
garantizaba el libre tránsito de bienes bolivianos libres impuestos, entre los puertos chilenos y
Bolivia, así como la construcción del Ferrocarril Arica-La Paz.

Sin embargo, el Gobierno boliviano ha denunciado en reiteradas ocasiones el incumplimiento


del Tratado debido que no se respeta en toda su extensión, lo cual considera injusto.

 1.1. Los primeros intentos de encontrar una solución a la mediterraneidad


de Bolivia

En el nuevo contexto formado luego de la guerra del Pacífico, Bolivia y Chile firma-
rían tres acuerdos el 18 de mayo de 1895: uno de paz y amistad, otro de comercio y un
tercero de importancia relevante para este tema, denominado Tratado Especial
para la Transferencia de Territorios, pues mediante este Chile se comprometía a
entregar a Bolivia las provincias peruanas cautivas de Tacna y Arica, si el plebiscito
que se iba a celebrar sobre el destino de ambas le era favorable, como rezan los
artículos siguientes:
- Artículo 1: Si a consecuencia del plebiscito que ha de tener lugar, en conformidad al
Tratado de Ancón, o en virtud de arreglos directos, adquiriese la República de Chile
dominio y soberanía permanente sobre los territorios de Tacna y Arica, se obliga a
transferirlos a la República de Bolivia, en la misma forma y con la misma extensión que
los adquiera.
- Artículo 3: A fin de realizar el propósito enunciado, el Gobierno de Chile se
compromete a empeñar todos sus esfuerzos, ya sea separadamente o conjuntamente con
Bolivia, para obtener en propiedad definitiva los territorios de Tacna y Arica.
Este intento de cesión indebido de Chile —Estado ocupante que no poseía título
jurídico alguno para realizar este ofrecimiento fue protestado por el Perú quien
reafirmó que nunca renunciaría a recuperar Tacna y Arica y que no las cedería a
ningún Estado.
Sin embargo, tanto el tratado de paz y amistad como el de transferencia de territorios
recibieron fuerte oposición del Congreso boliviano, fundamentalmente por la existencia
de una gran desconfianza en la firma de dos documentos separados, por lo que
no entraron en vigencia. El temor boliviano residía en la posibilidad de que Chile
le diera validez al primero en tanto este le otorgaba definitivamente el entonces
litoral boliviano, y más bien no al segundo, el cual se refería a la cesión por Chile
de las dos provincias peruanas.
Posteriormente, ambos países celebraron el Tratado de Paz del 20 de octubre de 1904,
por el cual Bolivia entregó a Chile su litoral a perpetuidad incluyendo los puertos de
Mejillones, Cobija, Tocopilla y Antofagasta, y en compensación recibió el pago de
300 000 libras esterlinas y la construcción del ferrocarril de Arica a La Paz. Asimismo,
Chile reconoció en favor de Bolivia «y a perpetuidad, el más amplio y libre derecho
de tránsito comercial por su territorio y puertos del Pacífico», así como el derecho de
construir agencias aduaneras en los puertos que designase Chile, señaló para tal efecto.
Desde la firma del tratado Bolivia ha intentado recuperar su acceso marítimo. A
diferencia de otras mermas territoriales que sufrió desde su independencia y durante los
siglos XIX y XX, esta fue la única que le quitó una cualidad. El conflicto con Paraguay
privó a Bolivia de parte del Chaco, pero siguió siendo un país chaqueño; el conflicto
con Brasil de parte de la Amazonía, pero siguió siendo un país amazónico. Con Chile,
sin embargo, la pérdida de territorio es distinta: al ceder la región del Litoral, Bolivia
pierde su cualidad de país marítimo, aunque el ethos de su pueblo siga considerándose
ligado al mar. Esto explica que los bolivianos busquen de manera permanente revertir
esa pérdida y mantengan viva una simbología asociada al mar y a la reivindicación de
un acceso soberano al Océano Pacífico.
 1.2. Las negociaciones entre Bolivia y Chile en el siglo XX

El no haber obtenido un resultado favorable ante la Sociedad de Naciones, no detuvo


a Bolivia en su empeño por encontrar una solución a su enclaustramiento, por lo que
realizó una serie de acciones para este fin, entre ellas diversas negociaciones directas
con Chile. No obstante, es menester recordar que por evidentes razones, a partir de
1929, el reparto de las provincias de Tacna y Arica dejó de ser parte de las
conversaciones entre estos dos países.
Así, la primera de estas negociaciones se llevó a cabo entre 1946 y 1952, las que se
iniciaron, exactamente, en la ceremonia de transmisión de mando al presidente chileno
Gabriel Gonzáles Videla, el 3 de noviembre de 1946; se extendieron por más
de tres años y medio, y se expresaron a través de sucesivas notas diplomáticas. En
efecto, mediante nota 529/21 del 1 de junio de 1950 (aunque entregada el día 20) al
canciller chileno, dirigida por el embajador boliviano en Santiago, Alberto Ostria
Gutiérrez, se solicitó: que los Gobiernos de Bolivia y Chile ingresen formalmente a una
negociación directa para satisfacer la fundamental necesidad boliviana de obtener una
salida propia y soberana al Océano Pacífico, resolviendo así el problema de la
mediterraneidad de Bolivia sobre bases que consulten las recíprocas conveniencias y los
verdaderos intereses de ambos pueblos.
En su respuesta contenida en la nota 9 del 20 de junio de 1950, el canciller chileno
Horacio Walker Larraín señaló:
En la presente oportunidad, tengo el honor de expresar a Vuestra Excelencia que mi
Gobierno será consecuente con esa posición y que, animado de un espíritu de fraternal
amistad hacia Bolivia, está llano a entrar formalmente en una negociación directa
destinada a buscar la fórmula que pueda hacer posible dar a Bolivia una salida propia
y soberana al Océano Pacífico, y a Chile obtener las compensaciones que no tengan
carácter territorial y que consulten efectivamente sus intereses.
Antes del segundo gran intento de negociación entre Bolivia y Chile, se producirían
algunos acercamientos que quedarían plasmados tanto en el memorándum entre-
gado en La Paz el 10 de abril de 1961, por el embajador de Chile Manuel Trucco
como en la proposición del coordinador de la Alianza para el Progreso, el portorriqueño
Teodoro Moscoso, en 1963.
Asimismo, se realizaron las negociaciones sucesivas durante los gobiernos chilenos
de Eduardo Frei (1964-1970) y Salvador Allende (1970-1973) —quien retomó la
posibilidad de desarrollar una planta petroquímica entre ambos países, pero sin
ningún resultado, esta vez debido a la gran oposición política interna que tuvieron
ambos, evidenciada por los golpes de Estado producidos en Chile y Bolivia,
encabezados por los generales Augusto Pinochet y Hugo Bánzer, respectivamente
La segunda negociación importante sobre la mediterraneidad de Bolivia se inició el
8 de febrero de 1975, en la zona fronteriza de Charaña, en la cual se reunieron los
presidentes de facto de Bolivia y Chile mencionados, a cuyo término firmaron el Acta
de Charaña, donde convinieron que: continúe el diálogo a diversos niveles para buscar
fórmulas de solución a los asuntos vitales que ambos países confrontan, como el
relativo a la situación de mediterraneidad que afecta a Bolivia, dentro de recíprocas
conveniencias y atendiendo a las aspiraciones de los pueblos boliviano y chileno.
Posteriormente, Chile aceptaría que Bolivia propusiera una fórmula para ser estudiada.
Fue así que el 26 de agosto de ese mismo año, Bolivia alcanzó una ayuda
memoria en la cual básicamente planteaba un corredor al norte de Arica hasta la línea
de la Concordia y un enclave situado al sur del territorio que el Perú perdió a partir
del Tratado de 1929 23. En diciembre de 1974, luego de cinco meses, Chile formuló
su respuesta, en la que aceptó ceder a Bolivia el corredor señalado, pero al mismo
tiempo descartó toda cesión al sur que pudiera afectar la continuidad territorial del
país y agregó la necesidad de que Bolivia compensase territorialmente a Chile con
una superficie equivalente.
Debemos señalar que tres días después de que Chile formulara su respuesta a Bolivia,
dirigió al Perú la nota 685, buscando con ello cumplir el artículo 1 del Protocolo
Complementario al Tratado de 1929. La nota fue revisada y respondida por el ministro
de Relaciones de Exteriores del Perú, José de la Puente Radbill, pero obtuvo una
negativa chilena que nuevamente fue respondida por este canciller de la siguiente
manera:
La verdad de las cosas es que la fórmula boliviano-chilena del corredor sometida en
consulta al Perú entraña una alteración sustancial de la geografía política que instituyó
el Tratado de 1929, pues dicha fórmula introduce en dicha área un nuevo soberano,
Bolivia, como limítrofe con el Perú. Ante tales cambios eventuales, que modificarían
para nuestro país el régimen fronterizo que por cerca de cincuenta años ha subsistido
bajo la vigencia del Tratado de 1929, lo menos que se puede esperar es que el Perú, a su
vez, y dentro de sus legítimas conveniencias, haga un planteamiento propio dentro de
las nuevas circunstancias emergentes
En noviembre de 1977, Pinochet dirigiría una carta al presidente Banzer a efectos de
reactivar las negociaciones pero este respondió que para avanzar en tal propósito era
necesario replantear las condiciones de la negociación, esto es, revaluar el tema del
canje
territorial. Sin embargo, nada de esto sucedió y así en marzo de 1978, Banzer resolvió
romper relaciones con Chile, ante la ola de críticas producidas en Bolivia opuestas a
cualquier canje territorial y la negativa chilena de dar una compensación territorial
La tercera negociación importante (conocida como la del «enfoque fresco») se llevó
a cabo entre el 21 y 23 de abril de 1987, entre los cancilleres de Bolivia y Chile,
Guillermo Bedregal y Jaime del Valle, respectivamente, en el Hotel Carrasco de la
ciudad de Montevideo, bajo los auspicios de la República Oriental del Uruguay y la
iniciativa del presidente boliviano Víctor Paz Estenssoro. Ambos cancilleres estuvieron
acompañados de delegaciones nacionales presididas por el embajador Gastón Illanes,
en el caso de Chile, y por René Soria Galvarro, en el caso de Bolivia. En este intento,
Bolivia presentó una primera propuesta donde se reiteraba como solución la cesión de
un corredor al norte de Arica; simultáneamente alcanzó una segunda en la que planteaba
tres posibilidades de cesión de un enclave sobre el litoral. Sin embargo, Chile
rechazó ambas propuestas al considerarlas inadmisibles, influyendo en esta decisión
eventos de política interna. Esto llevó a que en la mañana del martes 9 de junio, el
subsecretario general de la Cancillería chilena le entregara al cónsul general de Bolivia
en este país, Jorge Siles Salinas, la copia del texto de un comunicado en el que decían
encontrar inadmisible la propuesta boliviana. La actitud de Chile era muy distinta
a la que adoptó en 1975, lo que encuentra su explicación en la situación económica,
política y militar en la que se encontraba en ese momento (1987), cuando además ya
se había despejado el problema del canal del Beagle con Argentina
 1.3. Esfuerzos bolivianos en el ámbito multilateral regional

En la década de 1970, Bolivia decidió también plantear el tema de la mediterraneidad


sin renunciar, por supuesto, a su tratamiento bilateral como se ha visto ante
la Organización de Estados Americanos (OEA) y obtuvo así una primera resolución
del Consejo Permanente de dicha organización el 6 de agosto de 1975. Sin embargo,
sería en 1979, año del centenario de la guerra del Pacífico, cuando Bolivia sede
ese año de la Asamblea General obtendría la resolución AG 426, aprobada sin la
participación de Chile y considerada por los bolivianos como la más importante por
su contenido. Según esta, se declara que:
“Es de interés hemisférico permanente encontrar una solución equitativa por la cual
Bolivia obtenga acceso soberano y útil al Océano Pacífico”
Resuelve:
1. Recomendar a los Estados a los que este problema concierne directamente, que
inicien negociaciones encaminadas a dar a Bolivia una conexión territorial libre y
soberana con el Océano Pacífico. Tales negociaciones deberán tener en cuenta los
derechos e intereses de las partes involucradas y podrían considerar, entre otros
elementos, la inclusión de una zona portuaria de desarrollo multinacional integrado y,
asimismo, tener en cuenta el planteamiento boliviano de no incluir compensaciones
territoriales.
2. Continuar la consideración del tema «informe sobre el problema marítimo de
Bolivia» en el próximo período de sesiones de la Asamblea General
En los siguientes años, la Asamblea General de la OEA continuaría emitiendo
resoluciones sobre este tema, muchas de las cuales comenzarían a ser aprobadas por
consenso, incluyendo el voto de Chile. En 1989, se aprobaría una última resolución
cuyo contenido ha permitido a Bolivia mantener abierta la consideración del tema
en las sesiones ordinarias de la Asamblea General de la OEA, sin necesidad de tener
que someter a votación una resolución específica, como lo hizo en años anteriores.
En efecto, la resolución 989 aprobó:
Reafirmar la importancia que tiene la solución del problema marítimo de Bolivia
sobre bases que consulten recíprocas conveniencias y los derechos e intereses de las
Partes involucradas, para un mejor entendimiento, solidaridad e integración del
hemisferio, exhortando al diálogo de las Partes y dejando abierta la consideración del
tema para cualquiera de los próximos períodos ordinarios de sesiones de la Asamblea
General a requerimiento de las Partes involucradas
 1.4. El tratamiento bilateral a partir del año 2000
El tema de la mediterraneidad siguió siendo una constante en la política exterior de
Bolivia. Así, el 22 de febrero de 2000, en la ciudad portuguesa de Algarve, Chile
y Bolivia acordaron la denominada Agenda sin exclusiones, bajo la presidencia de
Eduardo Frei y Hugo Banzer. Según indicó el en ese entonces canciller boliviano
Javier Murillo, debía de dejarse en el siglo XX los criterios del siglo XIX, los cuales
habían regido hasta ese momento sus relaciones y que «no habían permitido una
apertura, una vecindad constructiva y cooperativa» entre estos dos Estados.
Luego, siguieron algunos intentos por volver a negociar el tema, como el que se realizó
en 2004 cuando a principios de agosto se reunieron los vicecancilleres de Bolivia,
Jorge Gumucio, y de Chile, Cristian Barros, en la ciudad de La Paz, sobre la base de
la Agenda sin exclusiones. El diálogo incluyó, entonces, el tema marítimo y el posible
envío de gas natural boliviano a Chile, que sufría una crisis energética derivada de la
que enfrentaba Argentina, su principal proveedor.
La agenda sería renovada y acotada, entre los presidentes Evo Morales y Michelle
Bachelet, a través de la llamada Agenda de trece puntos, suscrita en La Paz, el 1 de julio
de 2006, entre los vicecancilleres Mauricio Dorfler de Bolivia y, Alberto van Klaveren
de Chile. Esta nueva agenda incluía trece puntos: 1. Desarrollo de la confianza
mutua. 2. Integración fronteriza y cooperación aduanera. 3. Libre tránsito y habilitación
del puerto de Iquique. 4. Integración física con el ferrocarril Arica-La Paz. 5.
Complementación económica. 6. Tema marítimo. 7. El Silala y recursos hídricos. 8.
Instrumentos de lucha contra la pobreza. 9. Seguridad y defensa. 10. Cooperación
para el control del tráfico ilícito de drogas y precursores químicos. 11. Educación,
ciencia y tecnología. 12. Cultura. 13. Otros temas, como convenios en materia de
seguridad social, otorgación de visas a estudiantes chilenos en Bolivia y aporte en la
solución de problemas de género, entre otros aspectos sociales.
Lamentablemente, las conversaciones entre ambos países no arribaron a ningún
acuerdo específico. Como lo señala Correa:
“La posición de la presidenta Bachelet, muy proactiva durante los dos primeros años
de su administración, tendió hacia la cautela y, finalmente, a la posposición del diálogo
al finalizar su mandato”
Luego de seis años, el 14 de julio de 2010, en el último día de la 22 reunión del
Mecanismo Bilateral de Consultas Políticas de Bolivia y Chile, el vicecanciller chileno
Fernando Schmidt declaró la disposición de «analizar la demanda marítima
boliviana con propuestas factibles, concretas y útiles, en un clima de respeto, sin
ningún tipo de prejuicio». Pero, nuevamente, no hubo resultados concretos.
El paso del tiempo y la falta de acuerdos llevaron a Bolivia a una percepción negativa
respecto de la posición chilena sobre este tema. Así, el 23 de marzo de 2011, el
presidente Evo Morales anunció la creación de la Dirección General de Reivindicación
Marítima (Diremar), cuyo mandato sería preparar una demanda contra Chile en
instancias internacionales, denunciando la actitud chilena de no tener voluntad de
avanzar en el tema del mar.
Ante este hecho, el propio presidente de Chile, Sebastián Piñera, anunció que su
gobierno defendería con firmeza su soberanía. Por otro lado, al igual que cuando
Perú presentó su demanda ante el mismo organismo jurisdiccional, Chile a sustentado
que esta presentación es un acto inamistoso que perjudica el diálogo bilateral. En este
sentido, pareciera que Chile olvida la existencia de la obligación de los
Estados de solucionar pacíficamente sus controversias, obligación que en la actualidad
es considerada una norma de ius cogens en el derecho internacional, y que además
existe una libertad de elección de los medios, dentro de los cuales está efectivamente
la negociación pero también la vía judicial.

2. Reflexiones preliminares respecto del fallo de la CIJ del 24 de septiembre de 2015

La Corte Internacional de Justicia en su sentencia de 24 de septiembre de


2015 rechazó por 14 votos contra 2 la objeción preliminar presentada por
Chile. Por cierto no es el fallo que hubiésemos esperado. Sin embargo, efectuando un análisis
equilibrado del mismo, éste presenta una serie de elementos favorables a la posición sustentada
por Chile.
En primer lugar, cabe anotar que la Corte, al definir el objeto de la controversia, en la práctica
reconfiguró la demanda de Bolivia. En efecto, la Corte
distingue el asunto del acceso soberano al océano pacífico como objetivo final
de Bolivia al presentar su demanda, por una parte, de si Chile tiene una obligación de negociar
el acceso soberano de Bolivia al mar y si esa obligación
existe si la ha incumplido, por la otra (párrafo 32). Agrega, también, que la
demanda no pide a la Corte que ella juzgue y declare que Bolivia tiene un
derecho de acceso soberano al mar ni que se pronuncie sobre el estatuto jurídico del Tratado de
1904.
En segundo lugar, la Corte fija en términos acotados el asunto objeto de la
disputa. A este respecto señala que el objeto de la disputa es si Chile está
obligado a negociar de buena fe el acceso soberano de Bolivia al océano pacífico y si esa
obligación existe, si Chile la ha incumplido (Párrafo 34). Para
entender lo anterior agrega en el Párrafo 36 que las frases “acceso soberano”
y “negociar un acceso soberano” no deben entenderse como la expresión
de ninguna opinión por parte de la Corte sobre la existencia, naturaleza y
contenido de una supuesta obligación de negociar por parte de Chile. Y aquí
viene el párrafo clave del fallo del que tanto se ha hablado que es el párrafo
33 en su última frase que señala: “Incluso asumiendo arguyendo que la Corte
decidiera que existe esa obligación, no sería tarea de la Corte predeterminar
el resultado de cualquier negociación que tuviese lugar como consecuencia de
esa obligación”

La Corte no da más luces sobre esto ya que el fallo es muy escueto, pero entre una obligación de
comportamiento y una de resultado, podemos concluir
que lo que será objeto de la Litis en el fondo es si con los diálogos, conversaciones y
negociaciones entre los dos países que tuvieron lugar después
del tratado de 1904 se configuró o no una obligación de comportamiento de
negociar de buena fe con Bolivia, pero sin que se exija un cierto y determinado resultado como
sería el acceso soberano al mar solicitado como única
alternativa por Bolivia.

En Bolivia algunos personeros han afirmado que no es correcta nuestra interpretación del fallo
de la Corte ya que añaden lo que se va a discutir es la existencia de una obligación de negociar
con un resultado concreto y determinado, a saber, el acceso soberano de Bolivia al mar y lo que
no podría predeterminar la Corte serían las diversas fórmulas en que podría concretarse
dicho acceso soberano.
La verdad no es así. La Corte ha señalado muy claramente que no puede predeterminar el
resultado de una eventual negociación y tampoco pronunciarse
acerca del derecho de Bolivia a un acceso soberano al mar. Pero
si ello no fuese suficiente, cabe leer el párrafo 64 de la opinión separada del
Juez de la Corte Augusto Cancado Trindade que señala lo siguiente: “Afirmar
el deber de negociar no es lo mismo que afirmar el deber de negociar un
acuerdo o un resultado determinado. Lo primero no implica lo segundo. Este
es un asunto para la consideración de la etapa de los méritos. La Corte está
abocada aquí sólo a la primera, la alegada obligación de negociar”

Sobre el mismo tema la jueza Louise Arbour, que participó en la deliberación


de la Corte, señala que la Corte se concentra exclusivamente en la pretendida existencia de una
obligación de negociar cuya existencia debe por su-
puesto ser determinada en los méritos sin referirse al pretendido contenido
sustantivo y alcance de tal obligación (Número 24 de su voto disidente). Si
la Corte agrega encontrase en los méritos que Chile tiene una obligación
de ceder soberanía sobre parte de su territorio a Bolivia, bajo los términos a
ser negociados ello caería de lleno en el artículo VI del Pacto de Bogotá y la
Corte no tendría jurisdicción, ya que si una obligación de esa naturaleza fuera
considerada como existente inevitablemente requeriría de modificaciones al
Tratado de 1904, confirmándose que este asunto estaba regido por tal tratado
y, por lo tanto, excluido de la jurisdicción de la Corte y aquí agrega un párrafo clave para
entender la última frase del párrafo 33 del fallo de la Corte. Dice la Jueza Arbour:
“26. Estoy consciente de que la Corte puede haber en gran medida evitado
esa dificultad al caracterizar el objeto de la disputa como lo hizo en el párrafo
33 de la sentencia, que cito nuevamente: “Incluso asumiendo arguyendo que
la Corte decidiera que existe esa obligación, no sería tarea de la Corte predeterminar el resultado
de cualquier negociación que tuviese lugar como consecuencia de esa obligación”
En la primera ronda de alegatos orales, añade la Jueza Arbour, Bolivia utilizó
principalmente la expresión “obligación de negociar” aparentemente haciendo referencia a una
obligación de resultado ya que agregó que esa obligación era para alcanzar un acuerdo de
acceso soberano. El Profesor Akhaván, al final de la primera ronda, continúa relatando la Jueza
Arbour, volvió a la idea de una obligación de resultado, resaltando que Bolivia no estaba
requiriendo a la Corte que determine las modalidades específicas de ese acceso, sea este
un corredor, un enclave costero, una zona especial u otra solución práctica.
Bolivia sólo pide a la Corte que Chile honre su reiterado acuerdo de negociar
tal solución.

Fue sólo durante la segunda ronda de alegatos, prosigue exponiendo la Jueza


Arbour, que Bolivia introdujo cierta ambigüedad respecto de su posición en
relación a la naturaleza de la pretendida obligación de negociar con Chile,
sugiriendo que esa obligación no era “auto ejecutable” y podría no resultar
en sí misma en que Bolivia obtenga un acceso soberano al mar, sino que
simplemente constituía una obligación de entrar en negociaciones con el objetivo de alcanzar un
acuerdo de acceso soberano (Forteau). Bolivia rechazó
la afirmación de Chile en el sentido de que “Bolivia le está pidiendo a la Corte
que ordene a Chile renegociar para cambiar el acceso no soberano de Bolivia
a través de territorio chileno por un acceso soberano (Remiro Brotons). Finalmente los
abogados de Bolivia citaron el caso Gabcikovo Nagymaros en el
sentido que no es tarea de la Corte imponer un resultado para las negociaciones y corresponde a
las partes determinar una solución práctica (Akhaván).
Finalmente, señala la Jueza Arbour, al responder al juez Owada, Bolivia res-
pecto al significado de la frase “acceso soberano al mar” Bolivia señaló que
“En la medida en que el significado de ese concepto y su contenido específico
puedan ser definidos, es necesario determinar el entendimiento de las partes
en los sucesivos acuerdos que han celebrado. La existencia y contenido específico del acuerdo
entre las partes, Bolivia sostiene, que claramente no es un
asunto a ser determinado en una etapa preliminar del procedimiento, y debe
serlo, en cambio, en la etapa de méritos del procedimiento.”

Luego de leer todo lo expuesto por la Jueza Arbour en su voto, se puede especular sobre la
razón en virtud de la cual la Corte, luego de haber acotado de
esta forma el objeto de la disputa, opta por señalar que las disposiciones del
Tratado de Paz de 1904 no se refieren expresa ni implícitamente a la cuestión
relativa a la presunta obligación de Chile de negociar el acceso soberano de
Bolivia al Océano Pacifico y que, por lo tanto, en opinión de la Corte, los asuntos en disputa son
materias que no se encuentran “resueltos por arreglo de
las partes, o por laudo arbitral, o por sentencia de un tribunal internacional”
ni “regidos por acuerdos o tratados en vigencia en la fecha de la celebración
del Pacto de Bogotá” en el sentido que establece el Artículo VI del Pacto de
Bogotá.

En conclusión, la Corte no aceptó la solicitud de incompetencia formulada por


Chile y optó por delimitar el objeto de la controversia bajo una forma distinta
al acceso soberano de Bolivia al Océano Pacífico solicitado por Bolivia. Así,
concluyó que al no estar, entonces, en cuestión el Tratado de Paz y Amistad
de 1904, podría resolver que no eran aplicables la hipótesis previstas en el
Artículo VI del Pacto de Bogotá que excluyen la intervención de la Corte en
asuntos objeto de arreglo entre las partes o regidos por tratados vigentes al
30 de abril de 1948, como es el caso del Tratado de 1904.

3. La demanda boliviana

En este marco, el Estado Plurinacional de Bolivia sorprendió al dejar de lado su


posición tradicional de nulidad del Tratado de Paz de 1904 y presentar ante la CIJ,
el 24 de abril de 2013, una demanda sobre la obligación de negociar que tendría
Chile frente a este Estado, con el fin de llegar a un acuerdo para otorgarle un acceso
soberano al mar.

Considerando la investidura regular que detentan los integrantes de la Corte


Internacional de Justicia, es necesario desarrollar una sucinta distinción entre
lo que es jurisdicción y competencia; conceptos que expresados en los hechos, materializan un
tanto la irreverencia que motiva ésta exposición.

La jurisdicción está más enfocada en su Estatuto, absolutamente determinada en algo que es


esencial, esto es, la solución pacífica de controversias internacionales y, que no debe perderse
de vista.

En esta lógica, la competencia propiamente tal está mucho más aplicada y


detallada en el Reglamento de la Corte. En la distinción existe una divergencia, que alcanza
existencia normativa en el análisis acucioso de los artículos
del Reglamento.

Analizando el aspecto de la jurisdicción, es poco probable que la Corte argumente la


imposibilidad de resolver controversias presentadas por las partes.
Sin embargo, en este punto es necesario hacer una salvedad. Es cierto que
los actos unilaterales pueden ser discutidos. Constituyen un argumento serio
impuesto por Bolivia en busca de un objetivo, esto es, que exista una controversia, y en los
hechos ha existido en los últimos 130 años, siendo reconocida
en parte por Chile.

Precisamente, en catorce oportunidades Chile lo ha indirectamente reconocido; pues le apena la


situación, le complica lo que tiene Bolivia que no puede seguir así; le presentó proyectos,
propuso un corredor, una solución alternativa, propuso un tratado de cesión de territorios, más
una serie de otros ofrecimientos. Por lo tanto, el reconocimiento de la controversia también ha
estado presente, y es un compromiso por parte de Chile, que corre también, en las
últimas negociaciones que ha tenido con Bolivia, en uno de los 13 puntos, el
número seis de salida al mar.

Al reconocerse la existencia de una controversia, la Corte debería ser competente desde un


punto de vista jurisdiccional para precisar la realidad fáctica y
jurídica del conflicto que requiere una solución pacífica, acogiendo ésta solicitud, en
consideración a su función principal, solucionarlas.

¿POR QUÉ SE OBSERVAN DIVERGENCIAS EN LA DISTINCIÓN?


Porque la Corte siempre tendrá jurisdicción, considerando hechos precisos,
esto es así porque, además, de ser el principal Órgano Judicial de la Organización de las
Naciones Unidas, el Pacto de Bogotá “es uno de los tratados”
que le otorga esa investidura. Con limitaciones de fechas, pero no el único.
Lo hace el Estatuto.

Los problemas de jurisdicción, siguiendo el Estatuto, más bien se materializan


en algo muy determinado. La Corte Internacional de Justicia es heredera de
la Corte Permanente de Justicia Internacional constituida en el tiempo de la
Sociedad de Las Naciones, que cesó en sus funciones el año 1946, y en esta
lógica, la Jurisdicción de la nueva Corte se adapta gradualmente por esa vía.
La Jurisprudencia sigue siendo una de las Fuentes del Derecho Internacional .

 3.1. Competencia propiamente tal

Clarificada en el Reglamento, que permite considerar las llamadas declaraciones


preliminares o excepciones preliminares de todo tipo y de distinta naturaleza; por
ejemplo, se anotan algunas que son muy simples.
Las cuestiones incidentales, que pueden materializarse en objeciones preliminares, así,
el demandante puede señalar que es nulo el acuerdo existente
para la jurisdicción de la Corte, o puede indicar que es inadmisible, o puede
solicitar medidas provisionales que se pueden aplicar para prever situaciones
complejas, por ejemplo, el ataque de un país a otro, etc.
Finalmente, la incompetencia de la Corte puede ser perfectamente planteada,
como en la especie lo ha hecho Chile, de manera exacta y muy bien fundamentada.
 3.2. Competencia de la CIJ

Al presentarse la demanda, la competencia de la Corte no estaba en discusión. Ambos


países son parte del Tratado Americano de Soluciones Pacíficas (Pacto de Bogotá),
suscrito en la ciudad colombiana el 30 de abril de 1948, que señala lo siguiente:
ARTÍCULO XXXI. De conformidad con el inciso 2° del artículo 36 del Estatuto de
la Corte Internacional de Justicia, las Altas Partes Contratantes declaran que reconocen
respecto a cualquier otro Estado Americano como obligatoria ipso facto, sin necesidad
de ningún convenio especial mientras esté vigente el presente Tratado, la jurisdicción
de la expresada Corte en todas las controversias de orden jurídico que surjan entre ellas
y que versen sobre:

a) La interpretación de un Tratado.
b) Cualquier cuestión de Derecho Internacional.
c) La existencia de todo hecho que, si fuere establecido, constituiría la
violación de una obligación internacional.
d) La naturaleza o extensión de la reparación que ha de hacerse por el
quebrantamiento
de una obligación internacional.

Chile ratificó este instrumento el 21 de agosto de 1967, mientras que Bolivia lo


hizo recién el 14 de abril de 2011 y realizó el depósito el 9 de junio de ese mismo
año, fecha en la que también presentó una reserva excluyente frente al artículo VI,
que a la letra dice:

“Artículo VI: Tampoco podrán aplicarse dichos procedimientos a los asuntos ya


resueltos por arreglo de las partes, o por laudo arbitral, o por sentencia de un
tribunal internacional, o que se hallen regidos por acuerdos o tratados en vigencia
en la fecha de la celebración del presente Pacto.”

Era evidente que esta reserva se hacía en congruencia con su posición de que
existían problemas relacionados al Tratado de Paz de 1904, lo que Chile respondió
presentando, el 15 de junio de 2011, una nota titulada Objeción de la República de
Chile a la reserva formulada por el Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia al
momento de ratificar el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas o Pacto de
Bogotá, y en la que declaraba que, según el derecho internacional, la objeción
impedía la entrada en vigencia de este instrumento entre estos dos Estados 39. Por
su parte, Bolivia hizo lo propio presentando la nota OEA-MP-225-11 que contenía
la Aclaración a la objeción de la República de Chile a la reserva formulada por el
Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia al momento de ratificar el Tratado
Americano de Soluciones Pacíficas o «Pacto de Bogotá», en la que negaba los
efectos jurídicos señalados por el presidente Piñeira, es decir, la inexistencia del
tratado entre ambos Estados.

Como se sabe, tanto la aceptación de la reserva como la objeción a esta, crean una
nueva situación jurídica respecto al tratado original. En este sentido, es totalmente
válido que Chile haya presentado una objeción total a la reserva boliviana, que es
«aquella que establece como efecto jurídico la no entrada en vigor del tratado inter-
nacional respecto al autor de la reserva.
Con fecha 12 de diciembre de 2011, Chile envió la nota 389 a la Secretaría General
de la OEA, en donde reafirmaba lo dicho en su nota anterior, esto es, en la no
vigencia del Pacto de Bogotá entre este Estado y Bolivia, en respuesta a la
«aclaración» hecha por este último país.

Finalmente, el 10 de abril de 2013, catorce días antes de la presentación de la


demanda boliviana ante la CIJ, el país altiplánico presentó ante este mismo
organismo de la OEA, la nota MPB-OEA-ND-039-13, la que contiene el retiro de
la reserva al artículo VI del mencionado tratado 41. De esta manera, el Pacto de
Bogotá tomaba total vigencia entre Bolivia y Chile.

El lunes 1 de octubre la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya dictó su


sentencia en el caso: Obligación de Negociar Acceso al Océano Pacífico entre
Bolivia  y Chile. 

Con 12 votos contra tres la CIJ concluyó que no existe obligación por parte de
Chile de negociar una salida soberana al mar con Bolivia.

En marzo pasado los equipos de abogados de Bolivia y Chile culminaron su


presentación ante La Haya de sus alegatos orales en la demanda marítima boliviana
por una salida soberana al mar y quedaron a la espera del veredicto final.

 3.3. La respuesta de Chile ante la demanda

La defensa chilena alega que dichos ofrecimientos no llegaron en un acuerdo entre las
dos partes, por lo que no existe derecho alguno y la situación marítima de Bolivia se
mantiene con el Tratado de 1904. En ese sentido, Chile acusa a Bolivia de querer
desconocer el Tratado de Paz y Amistad de 1904 que la privó de su litoral en el
Pacífico.

Sin embargo, en ninguna parte de los reclamos bolivianos se pone en duda la validez o
vigencia de ese instrumento. Ni la fundamentación jurídica, ni siquiera la demanda
boliviana contiene elementos que den sustento al planteamiento chileno.

La defensa chilena alega que dichos ofrecimientos no llegaron en un acuerdo entre las
dos partes, por lo que no existe derecho alguno y la situación marítima de Bolivia se
mantiene con el Tratado de 1904. En ese sentido, Chile acusa a Bolivia de querer
desconocer el Tratado de Paz y Amistad de 1904 que la privó de su litoral en el
Pacífico.

Sin embargo, en ninguna parte de los reclamos bolivianos se pone en duda la validez o
vigencia de ese instrumento. Ni la fundamentación jurídica, ni siquiera la demanda
boliviana contiene elementos que den sustento al planteamiento chileno.

 3.4. El objeto de la controversia

En su demanda, Bolivia alega la existencia de una obligación internacional asumida


(bilateral y unilateralmente) por Chile, de negociar de buena fe con el primero, un
acuerdo que le permita un acceso soberano al océano Pacífico. Bolivia sostiene que
Chile no ha cumplido con esta obligación, por lo cual, solicita a la Corte declare el
incumplimiento y establezca el deber de Chile de negociar de buena fe y pronta-
mente con Bolivia una alternativa de acceso soberano al mar.
Específicamente, Bolivia señala los siguientes tratados y declaraciones unilaterales de
Chile como fundamento de su posición:

a) El Tratado (secreto) Especial para la Transferencia de Territorios de 1895 entre


Bolivia y Chile, mediante el cual el país sureño se comprometía a entregar a
Bolivia las provincias cautivas de Tacna y Arica, si el plebiscito que se iba a
celebrar sobre el destino de ambas le era favorable.

Sin embargo, en este caso, debemos acotar que el supuesto señalado en el


tratado nunca se cumplió, por lo cual este nunca entró en vigor.

b) El Acta Protocolizada secreta de 10 de enero de 1920, por la que Chile se


comprometía a entregar a Bolivia una salida al mar al norte de Arica,
asumiendo Bolivia el compromiso para que Tacna y Arica quedasen en poder
del primero.

En este punto debemos precisar que esta acta se basó en la misma condición
contenida en el tratado anterior, la que, como ya hemos señalado, nunca se
cumplió.

c) La nota 9 del 20 de junio de 1950, suscrita por el canciller chileno Walker


donde señaló que su país estaba «llano a entrar formalmente en una negociación
directa destinada a buscar la fórmula que pueda hacer posible dar a Bolivia una
salida propia y soberana al Océano Pacífico
d) La nota anterior es reafirmada con el mismo contenido en el memorándum que
la Embajada de Chile remite al Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia
el 10 de julio de 1961.
e) La nota del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile 686, de 19 de
diciembre de 1975, en la cual se señala que: «Chile estaría preparado para
negociar con Bolivia la cesión de una franja de tierra al norte de Arica hasta la
Línea de la Concordia».
f) La Resolución de la Asamblea General de la OEA 426, de 1979, según la cual:
Es de interés hemisférico permanente encontrar una solución equitativa por la
cual Bolivia obtenga acceso soberano y útil al Océano Pacífico.
Resuelve:
1. Recomendar a los Estados a los que este problema concierne directamente,
que inicien negociaciones encaminadas a dar a Bolivia una conexión territorial
libre y soberana con el Océano Pacífico.
g) El Acuerdo de Algarve de 22 de febrero de 2000, por el cual se pacta una
Agenda sin exclusiones.
h) La Agenda de trece puntos pactada el 1 de julio de 2006 en La Paz, cuyo
acápite 6 se refiere al tema marítimo.

Si bien es difícil llevar adelante un análisis jurídico de la demanda boliviana al no


contarse a la fecha con la memoria destinada a desarrollar los puntos señalados
en su demanda y ofrecer las pruebas pertinentes— ni con la contra memoria
chilena, creemos pertinente llevar a cabo ciertas reflexiones de carácter preliminar,
en el ánimo de esclarecer algunos puntos e invitar a reflexión en otros.

Un primer aspecto es que la demanda boliviana solicita a la CIJ determinar que


Chile está obligado a negociar una salida soberana al mar. Al respecto, debemos
tener presente lo señalado por el juez Moore en el Asunto Mavrommatis, cuando
dice: «las negociaciones son, en el terreno internacional y en el sentido del Derecho
Internacional, el método legal y regular de administración según el cual los
gobiernos, en el ejercicio de su incontestable poder, persiguen sus relaciones
mutuas y discuten, ajustan y solucionan sus diferencias»

En efecto, la negociación es un medio diplomático de solución de controversias que


tiende a facilitar el acuerdo entre las partes, pero sin carácter vinculante Esto quiere
decir que la obligación de negociar es sencillamente una obligación de medios, y
no de resultado, por lo cual las partes no tienen la obligación de llegar a una
solución concreta de la controversia. Como lo señaló la Corte Permanente de
Justicia Internacional (CPJI): «el compromiso de negociar no significa entenderse».
Así, aunque la CIJ aceptase que Chile está obligado a negociar, ello no resolvería el
fondo de la controversia que es darle el acceso soberano al mar a Bolivia, en tanto
no existiría obligación de llegar a ese resultado mediante la negociación, objeto en
sí de la demanda presentada por el país altiplánico.

En otras palabras, no llegamos a entender cuál es el propósito de la demanda


boliviana, en la medida que en el supuesto que Bolivia ganara el caso, ello no
resolvería su situación mediterránea, sino que tan solo obligaría a Chile a ingresar a
una nueva negociación, pero no garantizaría que este país le conceda un acceso
soberano. al mar.
Esto último nos lleva a un segundo tema y es en qué medida la Corte Internacional
de Justicia puede llevar adelante un proceso cuya petición no conduce en caso de
ser declarada fundada a la solución misma de la controversia. Sobre el particular,
este tribunal ya se ha pronunciado anteriormente, señalando que no es posible
recurrir a él cuando verifique que la sentencia será simplemente declarativa, esto es,
sin ningún efecto práctico; concretamente se ha negado a resolver el fondo del
asunto cuando ha considerado que el fallo tendría un mero efecto declarativo. El
tema aparece contemplado en la Sentencia de la Corte Internacional de Justicia, de
2 de diciembre de 1963, relativa al Asunto del Camerún Septentrional. Un tercer
tema está relacionado a los denominados actos unilaterales de los Estados (AUE),
que en la actualidad son indiscutiblemente fuente del derecho internacional, es
decir, normas generadoras de derecho. Al respecto, debemos tener en cuenta que no
todos los actos unilaterales son creadores de derecho como indicó la CIJ en 1973 en
el Asunto de los Ensayos Nucleares entre Francia y Australia-Nueva Zelandia, por
lo que Bolivia deberá probar que las declaraciones chilenas que presentan como
probatorios de un AUE son en realidad tales, para lo cual deberá establecer sus
elementos constitutivos: manifestación de voluntad autónoma, unilateral, con el
objetivo e intención de producir efectos jurídicos, cuya validez no dependa de otros
actos jurídicos, conforme al derecho internacional y que reúna ciertos requisitos de
capacidad (emanada por órgano competente),de forma (pública) y de fondo (la
declaración debe ser hecha con ánimo vinculante).
Finalmente, en la medida en que un acto unilateral es una reconocida fuente de
derecho internacional, produce inmediatamente la existencia de una obligación para
el Estado declarante y un derecho para el Estado receptor. Sin embargo, en el
presente caso, Bolivia no solo sostendría que las declaraciones unilaterales chilenas
han creado a su favor el derecho de exigir a Chile una negociación, sino también
afirma que tales declaraciones han creado un «derecho expectantico» a su favor,
concretamente, la expectativa de tener acceso soberano al océano Pacífico. Este es
un punto interesante que tendrá que ser resuelto por la Corte, es decir, determinar si
el AUE puede generar no solo derechos en favor del destinatario de la declaración,
sino también «derechos expectanticos».

 3.5. Fechas claves de la demanda marítima


- El 24 de abril de 2013, Bolivia presentó la demanda contra Chile ante la Corte
Internacional de Justicia para que ese alto tribunal de las Naciones Unidas
determine la obligación de negociar una salida soberana a las costas del Pacífico,
sobre la base de los compromisos que realizó desde 1904.

- En septiembre de 2015, el Tribunal de La Haya rechazó la petición chilena


para declararse incompetente.

- Chile presentó en julio de 2016 su respuesta a los argumentos que ofreció la


nación andina. Seguidamente la CIJ citó a ambas partes para abrir una nueva
ronda de argumentos escritos.

- La segunda ronda de argumentos escritos inició el 21 de marzo de 2017. El


Estado Plurinacional presentó la réplica con nuevos argumentos económicos,
históricos y jurídicos, para demostrar los compromisos incumplidos por la
vecina nación. El 21 de septiembre Chile entregó su dúplica, elemento que cerró
la fase escrita y dio paso a los argumentos orales.

- El equipo jurídico boliviano presentó su alegato oral en la Corte Internacional


de Justicia (CIJ) el 19 y 20 de marzo de 2018. Luego, el 22 y 23 fue el turno de
Chile. El lunes 26 de marzo nuevamente intervino Bolivia y Chile culminó la
fase oral el 28.

- El veredicto final se conoció el 1 de octubre de 2018. La Haya falló a favor de


Chile.

4. La Corte Actual

El 23 de marzo se conmemoraron 137 años de la pérdida al acceso marítimo de Bolivia. La


caída de los 144 defensores el Puente Topáter, en la Batalle de Calama, marcó esta fecha. En La
Paz se llevaron a cabo una serie de actos cívicos donde participaron autoridades, funcionarios
públicos, colegios; entre banderas tricolor y trajes oscuros el sentimiento de reivindicación
marítima se convirtió en una sola voz al grito de ¡Mar para Bolivia! En este acto de
conmemoración, el Presidente Evo Morales hizo un recuento de los avances hasta ahora
logrados en la Corte Internacional de Justicia, las aspiraciones del país, y mencionó que existen
otros temas pendientes, por ejemplo el uso de la aguas del Río Silala.

La Corte Internacional de Justicia ha cambiado y evolucionado, tal como ha


evolucionado el derecho. En dos aspectos fundamentales:
La Comisión de Derecho Internacional, que es la que está mandatada por la
Asamblea General de Naciones Unidas para la creación y codificación del Derecho
Internacional, está en un momento extremadamente difícil. Lo ha dicho
el Sr. Edmundo Vargas Carreño, un gran profesor que la presidió por años.
Esta crisis que afecta a la CDI se ha reflejado en un aspecto: hace tiempo que
no hay ningún Tratado Universal que la Comisión haya logrado adoptar; hay
algunos pendientes, pero sus avances están limitados.
Esta situación se explica porque las partes están en desacuerdo, no hay una
voluntad política, no hay una idea de codificación generalizada del Derecho
Internacional, tal como se venía observando a lo largo de la historia y del
tiempo. Esto revela una crisis del Derecho Internacional y no hay que eludir
el punto. La crisis del Derecho Internacional es tal que no la asimilan de igual
forma todas las naciones, por ende, los países están ejecutando una revisión
e intentan elaborar un nuevo Derecho, menos acorde a las normas clásicas,
sino ahora más con los principios de equidad, justicia, proporcionalidad; en
esencia, es lo que la Corte ha venido haciendo en las últimas sentencias.
Así, es posible recordar algunas decisiones trascendentes que deben ser leí-
das y comprendidas con sigilo. Por ejemplo, el reciente fallo de la controversia
sobre el límite marítimo con Perú. ¿Fue adoptado exactamente por Derecho
Internacional clásico tradicional? La respuesta es negativa. ¿Son Tratados que
tenía Chile en el entendido de que habían sido absolutamente delimitantes
del mar? La respuesta es negativa. El fallo consideró una práctica pesquera
tácita. Con claridad resolvieron negativamente casi todo. Pero las razones son
otras. El resultado si coincidió con el paralelo, aunque cortado en la milla 80,
y, además, que partía del Hito número uno. En términos precisos, le concedieron a Perú parte de
nuestra ZEE y de la altamar por justicia, por equidistancia, es decir, se la otorgaron según una
evolución moderna del derecho
del mar, lo que permite pensar, siempre en la línea especulativa, que la Corte
ha evolucionado hacia soluciones equitativas, (párrafo 184 de la Sentencia).
Además hay un detalle, y esto lo sé por una experiencia muy propia, me disculpa quien lo dijo,
pues fue el Juez Mohammed Bedjaoui, que había sido
Presidente de la Corte, y Representante de Argelia en el Comité de Asuntos
Jurídicos de la UNESCO, que por largos años presidí, sucediéndome posterior-
mente en el cargo, me dijo con todas sus letras lo siguiente: El Derecho Inter-
nacional que nosotros, la mayoría de los países, los 193 actuales que venían
de los 50 originales, lo heredamos sin participar en su creación. Esto debe ser
modificado, teniendo presente que subsiste un derecho sin ser todavía considerado; como los
distintos sistemas jurídicos del mundo y las grandes civilizaciones según la Carta, representados
en la Corte, de suerte que este derecho está en una transición, en un momento distinto, para
algunos es crisis, paraotros un derecho nuevo. Es posible dar distintas interpretaciones a lo
dicho.
Si se observa que hay un derecho en que se busca corregir irregularidades
o injusticias que pueden haberse presentado en situaciones anteriores, es
posible pensar que, siguiendo esta línea argumental, la Corte puede tomar
tres decisiones.

La primera, concluir que Chile tiene la razón. En tal caso, Bolivia debe llevar-
se la Memoria y hacer lo que estime pertinente con ella, en atención a que
la Corte es incompetente. De ser así, la Corte falta a su deber primordial de
conocer la causa y solucionar pacíficamente la controversia.
Segunda alternativa: la Corte es absolutamente competente. Bolivia tiene la
razón, Chile debe proseguir con el juicio principal.
Tercera alternativa: Es probable que cuando la Corte estudie la complejidad
del caso decida analizar el asunto de fondo. De ser así, la Corte proseguirá
con el juicio, a fin de que se le presenten todas las argumentaciones. En esta
misma lógica, resolverá preliminarmente que es competente.

 4.1. Modificaciones y Renovación de la Corte

La Corte en los últimos fallos ha demostrado una tendencia de modificación


y renovación, y en los hechos, se renueva este año. Hay cinco jueces que
se deben elegir. Para uno de estos puestos aspira la candidata de Argentina
Susana Ruiz Cerutti. Además, está el candidato de Jamaica, el Sr. Patrick
Lipton Robinson; ambos candidatos del Grupo Latinoamericano y del Cari-
be, buscan reemplazar al juez Mexicano. El otro juez es el brasilero Antonio
Cançado Trindade que continuará en el cargo. Cabe destacar que en las votaciones de la
controversia contra Perú los dos jueces latinoamericanos fallaron sistemáticamente en
contra de Chile. Es un antecedente que se debe tener en consideración.

Finalmente, se debe reiterar que algunas materias están en evolución total.


Por ejemplo, todo lo electrónico es una realidad absolutamente nueva. Asimismo, el
medio ambiente, es una nueva preocupación y la Corte ha creado
una sala especial dedicada al tema.

En otras palabras, la Corte Internacional de Justicia está preocupada de modernizarse.


En esta perspectiva es necesario plantearse ¿cómo se adquirieron
los territorios en disputa por Chile? con todas las justificaciones que correspondan para
el derecho de la época. Pues esa justificación del siglo XIX, perfectamente válida,
reflejada en el Tratado de 1904 y en el pacto de Tregua, hoy en día no la aceptaría Corte
alguna.
Si se razona en ésta línea, una Corte que conoce de controversias para ser
solucionadas requiere de un derecho nuevo, que apunte hacia otros horizontes, una
Corte que asimile antecedentes y situaciones fácticas que puedan ser
corregidas; dando énfasis al moderno Derecho Internacional actual ¿se va a
restar de ésta postura por una excepción preliminar?. Son válidas y legítimas
las dudas razonables al respecto.

La Corte se declaró competente, como se anticipó en esta ponencia. Desechó


el Pacto de Bogotá y se basó en su Estatuto. Determinó el objeto del pleito: si
Chile ha faltado o no a la obligación de negociar de buena fe un acceso soberano al
Océano Pacífico a Bolivia, materia no prevista en el Tratado de 1904.
Chile presentará su Contra memoria al 25 de julio de 2016.

 4.2. Los casos de Bolivia: ante La Haya y la opinión pública

El alcance de esta contienda como la plantea Bolivia ante la opinión pública


internacional y doméstica es el de una “causa nacional”, vinculándola a la
propia “identidad nacional”. Basta escuchar las palabras del Vicepresidente de
Bolivia que tantas veces ha hablado sobre “la sangre del último boliviano” o
sobre “la necesidad de prolongar el mandato de Evo Morales porque si no, no
habrá salida al mar” etc. Es decir, se trataría de un compromiso que va más
allá de colocar el tema como un problema a resolver por los medios pacíficos
de solución de controversias a través de la Corte.
Se pone un acento muy fuerte en esta “causa nacional”, imagen que hemos
podido ver también corroborada durante estos días en los reportajes que ha
exhibido la televisión chilena con jóvenes bolivianos sobre su visión del mundo. Es
interesante contrastar esta visión con la proyectada en Bolivia durante
la transmisión internacional de los alegatos en La Haya, que fue parcial y
limitada sólo a la presentación de los abogados de Bolivia. La ciudadanía de
ese país, así, recibe con gran intensidad el “caso ante la opinión pública”, sin
disponer de los antecedentes completos del “caso ante la Corte”. Como resultado se
escuchan juicios tan contradictorios como “que los tratados tienen
una duración y después pueden ser reemplazados” que ha formulado el Presi-
dente de Bolivia a la opinión pública y, por otro lado, la reafirmación repetida de los
representantes de Bolivia ante la Corte, afirmando el pleno respeto
al Tratado de 1904 que tendría ese país. Es decir, se proyectan diferencias
substantivas entre lo que Bolivia pide en La Haya y lo que su Gobierno dice a
su opinión pública.

 4.3. El litigio por el Silala


El conflicto con Chile en torno a las aguas del Río Silala resurge a partir del anuncio de
Evo Morales de que Bolivia está estudiando “alternativas jurídicas” para demandar,
frente a organismos internacionales, el uso “ilegal” de estas aguas por parte de Chile. Se
trata de un conflicto derivado de la concesión de una vertiente del Rio Silala a la
empresa chilena Bolivian Antofagasta Railway, en 1908. El gobierno boliviano aduce
que durante décadas, empresas chilenas han desviado el cauce natural de esas aguas con
destino a Chile, y que ello afecta los intereses de la nación, ya que éste no es un río de
aguas internacionales.

Existe un ítem sobre la soberanía boliviana sobre estas aguas en la “Agenda de los 13
puntos” acordada en el año 2007 entre Morales y la presidenta de Chile, Michelle
Bachelet. El objetivo de esta agenda era fortalecer la relación bilateral intentando
reconstruir la confianza mutua. Entre los puntos a tratar se encontraban: seguridad y
defensa; libre tránsito; complementación económica; tema marítimo y en su punto siete:
“Silalá y Recursos hídricos” donde se acordaba una III Reunión del Grupo de Trabajo
sobre el tema  para antes de finales de ese año en La Paz. Esta agenda quedó sin efecto
cuando Bolivia, en 2013, demandó a Chile frente a la Corte Internacional de Justicia de
la Haya por el conflicto derivado del reclamo marítimo, aunque es importante resaltar
que las relaciones diplomáticas entre ambos países están interrumpidas desde el año
1978 por el mismo motivo.

Para Evo Morales, acudir nuevamente  a la Haya ante esta  diferencia significa resolver
el conflicto pacíficamente para delimitar la soberanía del país andino: “Como Chile no
quiere resolver (un acuerdo) sobre las aguas del Silala en el departamento de Potosí,
hemos decidido,  como un país pacifista, que vamos a acudir a (la Corte Internacional
de Justicia) La Haya para que Chile respete nuestra agua del Silala del departamento de
Potosí”. Por su parte el gobierno Chileno, por intermedio de Heraldo Muñoz, Ministro
de Relaciones Exteriores, insistió públicamente que el Río Silala desde  el “Tratado de
Paz  y Amistad” de 1904 es considerado un río internacional, aunque existe
documentación que prueba que en 1908 Chile solicitó un permiso a Prefectura de Potosí
para poseer una concesión de las aguas del Silala para mantenimiento de las
locomotoras.

 4.4. El conflicto marítimo

El canciller chileno ha afirmado la postura de su país respecto de la solución del


conflicto en torno al Silala y la salida al mar: “Chile no acepta amenazas ni diálogo con
condiciones, y quiero recordar que Chile también puede iniciar acciones judiciales
contra Bolivia en las instancias internacionales”. Lo que en estos momentos se está
discutiendo por el lado chileno es si quedarse o retirarse del Pacto de Bogotá, que fue
firmado por veintiún naciones americanas en el año 1948, y es el que habilita con
jurisdicción a la Corte Internacional de Justicia (ICJ) para resolver las controversias
entre los países miembros. Este punto es importante porque en el mes de Septiembre del
año pasado, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya sí se declaró competente
para tratar la histórica demanda de Bolivia contra Chile por obtener acceso al océano
Pacífico.

Bolivia tiene varios intereses en conseguir una salida soberana al mar pero, el más
fundamental es evitar las restricciones en el libre tránsito que incluyen:

a) Puertos privatizados.
b) Las cargas bolivianas  no cuentan con autonomía ya que deben ser
constantemente revisadas y restringidas según criterios chilenos.
c) Monopolio de servicio portuario Chile privatizó sus puertos en Antofagasta y
Arica a las mismas empresas, limitando la capacidad de elección entre otras
empresas con precios más accesibles.
d) Cobro por almacenaje de cargas peligrosas.
e) Cobro de impuestos a todos los servicios aplicados a la carga boliviana en
tránsito, siendo que Chile  concede a otros países exenciones impositivas.
f) Incremento de costos por la habilitación de sitios extra-portuarios, esto es, los
depósitos portuarios para mercancía boliviana se encuentran alejados de los
puertos y, por tanto, se incrementa el gasto de transporte.

En efecto, la exportación boliviana es más costosa que la exportación chilena o peruana


en más de un 50%. No está de más agregar que Jeffrey Sachs estimó que un país
enclaustrado pierde 0.7% de crecimiento económico anual. Asimismo, el ex Presidente
de la Cámara de Comercio de Bolivia afirmó, en 2003, que el PIB per cápita tras un
acuerdo con Chile lograría ascender a 9.500 dólares de los 2.232 actuales, es decir, una
diferencia de 7.300 dólares.

La relación entre ambos países es de una tensa calma, que queda expresada cuando
comparten espacios políticos como sucedió en el último encuentro de CELAC, en enero
de este año, cuando el presidente Evo Morales responsabilizó a Chile de obstaculizar la
designación de Bolivia a la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados de
Latinoamérica  y el Caribe (CELAC) para el año 2017. Sin embargo, ante la falta de
diálogo bilateral Bolivia, una vez más, decide resolver los conflictos marítimos con el
país  vecino en un espacio pertinente, de forma pacífica enmarcado en el plano
internacional. En caso de que esta segunda demanda boliviana ante la CIJ prospere,
Chile ya confirmó que contrademandará al país andino.

5. Los pasos siguientes a la demanda

A los seis días de presentada la demanda, esta fue admitida por la CIJ, e inmediata-
mente este organismo la dio a conocer a Chile, iniciándose así el proceso judicial.
Posteriormente, las partes fueron convocadas por el secretario de la Corte, Philippe
Couvreur, para reunirse a puertas cerradas en el Palacio de la Paz, el 12 de junio de
2013, con el objetivo de informarles los plazos de la fase escrita. Así, siguiendo el
orden de la Corte, se le concedió a Bolivia once meses para elaborar la memoria de
demanda contra Chile (17 de abril de 2014), mientras que a este último se le fijó la
fecha del 18 de febrero de 2015 para introducir su contra memoria. Pasada esta etapa,
se darán las fechas de la fase oral.

Como se puede observar, nos encontramos aún en una fase preliminar del proceso
cuya solución no solo será de interés de las partes, sino también de los académicos y
especialistas en derecho internacional, en la medida que el caso involucrará la adopción
de criterios sobre algunos aspectos poco desarrollados de esta disciplina.

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