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ESCUELA NORMAL SUPERIOR SARMIENTO

4° AÑO CICLO ORIENTADO


Área curricular: LENGUA y LITERATURA

ESCUELA NORMAL SUPERIOR SARMIENTO


Profesores: Atencio, Cecilia; Leal, Denis; Luna, Andrés; Sánchez, Alejandra; Sánchez, Noelia
4° AÑO CICLO ORIENTADO
Turno mañana
Área curricular: LENGUA
GUÍA PEDAGÓGICA -NIVEL SECUNDARIO-

Título de la propuesta: “Transtextualidad, la palabra a través del tiempo ”

Contenido seleccionado:

Fragmentos de la Odisea, mitos griegos y textos contemporáneos: la interconexión de la palabra


como huella temporal. Aventuras del héroe clásico desde la perspectiva contemporánea.
Desarrollo de actividades

Los escritores obtienen inspiración de muchas fuentes y los mitos no son la excepción. De
hecho, fueron escritores quienes pusieron en papel los mitos que aún hoy leemos como
literatura, en una época en la que los relatos míticos solo circulaban de forma oral.
Desde la antigüedad, los mitos han sido materia narrativa de los escritores, pero ha sido en
gran parte el siglo XX el que le ha dado una vuelta de tuerca a los mitos, contándolos desde
otro punto de vista y con otros recursos

Transtextualidad
Los textos pueden relacionarse entre sí de varias maneras. Hay autores como Mijaíl Bajtín
(entre otros) que consideran que todos los textos son respuestas a otros textos, es decir que no
hay texto que esté encerrado sobre sí mismo.
En la literatura esta relación se denomina transtextualidad.
Teseo, Minotauro y Ariadna
Dos veces Atenas había entregado el terrible tributo y la fecha se acercaba nuevamente. Hacía
veintisiete años que el monstruo de Creta se alimentaba con carne de jóvenes atenienses. El
pueblo comenzaba a murmurar contra el rey. Los hombres hubieran preferido morir luchando
antes que entregar a sus hijos. ¿Y por qué el rey no destinaba a su propio hijo al Minotauro? —
Iré a Creta —dijo entonces Teseo—. Y mataré al Minotauro. Egeo trató por todos los medios
posibles de disuadir a su único hijo. Pero Teseo sentía que esa era su obligación y su misión, y
no se dejó convencer. Como siempre, el barco que llevaba la triste carga de catorce jóvenes para
alimento del horror partió con velas negras. Pero el padre de Teseo hizo cargar velas blancas,

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porque si su hijo lograba el triunfo, quería saberlo cuanto antes, sin esperar a que el barco tocara
puerto. En Creta, los jóvenes fueron recibidos con banquetes y festejos. Las víctimas del sacrificio
debían ser honradas y era fácil hacerlo con alegría cuando no se trataba de parientes ni amigos.
Teseo se destacaba entre los demás por su altura, su porte, su gentileza y su buen humor, que
contrastaba con la actitud temerosa y afligida de los otros. Una de las hijas del rey Minos, la rubia
princesa Ariadna, se enamoró perdidamente de él. —No temas —le decía Teseo, viendo las
lágrimas correr por la cara de Ariadna, que lo visitaba en secreto—. Luché contra criminales más
feroces que el Minotauro y los vencí. Pero Ariadna sabía que el monstruo no era el único desafío
que esperaba a Teseo. Aunque lograra matarlo, ¿cómo podría salir de ese palacio maldito,
inventado para perder a sus ocupantes? Había una sola persona en Creta capaz de ayudarla:
Dédalo, el constructor del laberinto.
La ciudad griega de Atenas fue condenada a pagar un tributo al rey Minos de la isla de Creta, que
consistía en siete doncellas y siete jóvenes que eran entregados para ser devorados por el
Minotauro, monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro que habitaba en un laberinto. Teseo,
hijo de Egeo, rey de Atenas, se ofreció como parte del sacrificio con la intención de matar al
monstruo.
Una noche, justo antes de la consumación del sacrificio, Ariadna puso en la mano de Teseo un
ovillo de hilo. El joven la miró desconcertado. —Lo atarás a la entrada del laberinto —dijo ella. Y
Teseo comprendió. —Pero debes prometer que me llevarás contigo a Atenas —le rogó Ariadna—
. Mi padre me matará si sabe que te ayudé a escapar. Al día siguiente, los catorce jóvenes
atenienses entraron al laberinto. Empujados por las lanzas de los soldados, se vieron obligados
a avanzar hasta perderse en los infinitos corredores. Pero no se separaron. Y Teseo iba adelante.
Sin que nadie lo notara, iba soltando el hilo del ovillo que le había dado Ariadna. Pronto
escucharon una respiración estruendosa y poco después un mugido gigantesco, estremecedor,
como el rugido de una fiera. El Minotauro apareció ante ellos, en todo su horror, hambriento y
feroz. La lucha fue breve. El Minotauro arremetía con toda su fuerza animal, pero manejaba con
torpeza su cuerpo de humano. Y Teseo luchaba con su enorme fuerza, pero también con su
inteligencia. Cuando consiguió matar al Minotauro, los jóvenes atenienses lo rodearon,
desconsolados. — ¿Y ahora? ¡Moriremos de hambre y sed, perdidos en el laberinto! ¿No hubiera
sido mejor que nos matara el Minotauro? —se decían. Pero Teseo no tuvo más que caminar
directamente hacia la salida, guiándose por el hilo que Ariadna le había entregado. Así salieron

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al exterior. Era de noche. Ariadna los estaba esperando a la salida del laberinto y se abrazó a
Teseo con pasión, con inmensa alegría.

Shua, A. M. (2012). Teseo, Minotauro y Ariadna. En Dioses y héroes de la mitología griega.


México, D. F.: Alfaguara. (Fragmento)
La casa de Asterión

Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión.


Apolodoro: Biblioteca, III,I

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones
(que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero
también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito)1 están abiertas día y noche a los
hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni
el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa
como no hay otra en la faz de la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una
parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie
ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré
que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche
volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y
aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un niño
y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se
prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras.
Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme
con el vulgo; aunque mi modestia lo quiera.
El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres;
como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y
triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he
retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo
aprendiera a leer. A veces lo deploro porque las noches y los días son largos.
Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las
galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la

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vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta
ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la
respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día
cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que
viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos
a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la
canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya veras cómo el sótano se bifurca.
A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la
casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero,
un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del
tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un
aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las
Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son
catorce (son infinitos) los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos
cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión.
Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus
pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La
ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde
cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes
son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que, alguna vez llegaría mi
redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se
levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus
pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?,
me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será
como yo?
El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.
Jorge Luis Borges

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1.a) La relación que tiene este cuento con el mito del minotauro es la transtextualidad. Justifica
con la opción correcta:
o El cuento de Borges solo adquiere sentido completo cuando se conoce el mito.
o El cuento de Borges es una reversión del mito desde otro punto de vista.
o Las dos anteriores son correctas.
1.b) Realiza un cuadro comparativo entre ambos textos y completa extrayendo cinco fragmentos
que coincidan o difieran entre ambos relatos.

2) Relee en el canto X de La Odisea la historia de Circe, en el XII las Sirenas y resuelve las
siguientes preguntas sobre “A Circe” de Julio Torri
2.a) ¿De quién es la voz narradora del texto y con qué otra historia de la Odisea se relaciona?
2.b) Explica la idea que cierra el texto de Torri. ¿Coincide con la historia original de Homero?
2.c) Proponga cinco preguntas que permitan analizar el texto de Torri

A CIRCE
¡Circe, diosa venerable! He seguido puntualmente tus avisos. Mas no me hice amarrar al mástil
cuando divisamos la isla de las sirenas, porque iba resuelto a perderme. En medio del mar
silencioso estaba la pradera fatal. Parecía un cargamento de violetas errante por las aguas.
¡Circe, noble diosa de los hermosos cabellos! Mi destino es cruel. Como iba resuelto a perderme,
las sirenas no cantaron para mí.
Julio Torri
3) Actividad de cierre: lea el texto de Augusto Monterroso y elabore una interpretación mediante
una crónica o noticia relacionándola con el personaje de la Odisea

La tela de Penélope o quién engaña a quién

Hace muchos años vivía en Grecia un hombre llamado Ulises (quien a pesar de ser bastante
sabio era muy astuto), casado con Penélope, mujer bella y singularmente dotada cuyo único
defecto era su desmedida afición a tejer, costumbre gracias a la cual pudo pasar sola largas
temporadas.
Dice la leyenda que en cada ocasión en que Ulises con su astucia observaba que a pesar de sus
prohibiciones ella se disponía una vez más a iniciar uno de sus interminables tejidos, se le podía

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ver por las noches preparando a hurtadillas sus botas y una buena barca, hasta que sin decirle
nada se iba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.
De esta manera ella conseguía mantenerlo alejado mientras coqueteaba con sus pretendientes,
haciéndoles creer que tejía mientras Ulises viajaba y no que Ulises viajaba mientras ella tejía,
como pudo haber imaginado Homero, que, como se sabe, a veces dormía y no se daba cuenta
de nada.
Augusto Monterroso

Correos de docentes de 4to año para consulta y envío de guías

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Noelia Sánchez 4º 6ª noecasanchez@gmail.com

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Directivo a cargo: Rectora Licenciada María Dora Pastor

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