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Desarrollo económico vs conservación ambiental

Análisis del caso de la zona de Barú (Cartagena de Indias)

Autora: Marlene Camargo Salcedo*


Tutor: Jorge Alvis
Ciudad: Cartagena

RESUMEN

A partir del análisis del contexto del territorio de la Península de Barú en Cartagena
de Indias y su repercusión frente al desarrollo sostenible a nivel local, se efectuó una
caracterización económica de la península, se analizaron los vínculos entre la economía y el
desarrollo sostenible en este territorio, se presentaron algunas recomendaciones que faciliten
avanzar hacia un mejor bienestar para sus habitantes. Para ello, se realizó una revisión
bibliográfica sobre condiciones socioambientales y económicas del entorno de la península,
encontrándose que las actuaciones antrópicas han generado impactos ambientales negativos,
siendo el turismo financiado por grandes emporios financieros la causa principal del deterioro
ambiental. A esto se agregan las condiciones de pobreza de los habitantes nativos de la
península, su baja calidad de vida y sus litigios con el estado por la posesión de la tierra y
con grandes emporios financieros. Estos hallazgos, posibilitaron plantear algunas
recomendaciones en favor de la conservación ambiental que, sin soslayar el desarrollo
económico, aporten a mejorar la relación sociedad-medioambiente, para aumentar la calidad
de vida de los nativos.

PALABRAS CLAVES

Medioambiente, deterioro ambiental, estrategias de conservación, desarrollo


sostenible.

*Articulo presentado como requisito de aprobación del Seminario de Opción de Grado: Cultura y Desarrollo
Sostenible en el Gran Caribe. Universidad Tecnológica de Bolívar, diciembre de 2020

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ABSTRACT

From the analysis of the context of the territory of the Barú Peninsula in Cartagena
de Indias and its impact on sustainable development at the local level, an economic
characterization of the peninsula was carried out, the links between the economy and
sustainable development in this territory were analyzed, some recommendations were
presented that facilitate progress towards better well-being for its inhabitants. To this end, a
bibliographic review was carried out on socio-environmental and economic conditions of the
peninsula environment, finding that anthropic actions have generated negative environmental
impacts, with tourism financed by large financial emporiums being the main cause of
environmental deterioration. Added to this are the poverty conditions of the native inhabitants
of the peninsula, their low quality of life and their litigation with the state over land ownership
and with large financial emporiums. These findings made it possible to make some
recommendations for environmental conservation that, without bypassing economic
development, contribute to improving the society-environment relationship, in order to
increase the quality of life of the natives.

KEYWORDS

Environment, environmental deterioration, conservation strategies, sustainable


development

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INTRODUCCIÓN

Este artículo tuvo como objetivo analizar el contexto del territorio de la Península de
Barú en Cartagena de Indias y sus implicaciones con el desarrollo sostenible a nivel local.
Para ello, se realizó una caracterización económica del territorio, se analizaron los vínculos
entre la economía y el desarrollo sostenible en el área de estudio y se plantearon algunas
recomendaciones que posibiliten avanzar en un mejor bienestar para sus habitantes
La colisión entre el desarrollo económico y el medio ambiente, tiene tantas
manifestaciones como efectos para el futuro de la humanidad. Al estar centrado en la
productividad y, por ende, en la cultura de la obsolescencia, el ser humano aprovecha los
recursos naturales, los pone a disposición de avanzadas tecnologías que las devuelve en
artefactos de vida limitada, en un ciclo de comprar, usar y tira (EcoInventos, 2020)
Concepción a la cual se opone el desarrollo sostenible, entendido como el desarrollo
que es capaz de “satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los recursos y
posibilidades de las futuras generaciones.” Este se encuentra relacionado con el respeto de
todas las formas de vida, la reafirmación de valores y acciones que contribuyen para la
transformación humana y social para la preservación ecológica. Se caracteriza por ser un
proceso que estimula la formación de sociedades socialmente justas y ecológicamente
equilibradas, donde reconoce relaciones de interdependencia y diversidad, lo cual implica
responsabilidad individual y colectiva a nivel local, nacional y planetario. (Gómez Gutiérrez,
2015, págs. 91-93)
En ese contexto, el artículo aborda el caso de la Península de Barú, un territorio
ubicado en la zona rural de Cartagena de Indias, su población está compuesta de manera
representativa por afrocolombianos, que desde el siglo XVI pobló el territorio y que hoy
pretende recuperar la propiedad colectiva de sus predios lo cual ha ocasionado largos litigios
con el Estado colombiano e intereses particulares. (Consejo comunitario B20, 2017)
La península de Barú está localizada en la costa Caribe colombiana, en la región
suroeste del Distrito de Cartagena, Departamento de Bolívar, con una extensión de 7500
hectáreas, separada del continente por los caños de Guayaran, el Estero, Bocanueva y el
Canal del Dique, una longitud de 35 km y aproximadamente 12 km de ancho. (Carreño
Jiménez, 2017, pág. 52)
En su territorio se encuentran los corregimientos de Ararca, Santa Ana, y Barú y otras
comunidades como Bahíre, la Ciénaga de Barú, Cocón, Portonao, Polonia y Estancia Vieja,
originados casi todos en las primitivas estancias y haciendas de la isla, entre ellas Polonia,
que ya figuraba en los mapas del siglo XVI. (Martínez B. & Flórez B., 2010)
Localizado al interior de un estuario resguardado por manglares, aledaño a la región
de las lagunas costeras, los ecosistemas más productivos de la biósfera, el manglar ha estado
presente en la historia del pueblo de Barú desde épocas remotas, dado su significado en los
flujos de población y huida hacia los antiguos palenques y arrochelas. (INVEMAR., 2012.)

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La blancura de sus arenas ha sido un motivo para constituir las playas de Barú como
un gran atractivo turístico, razón por la cual allí hacen presencia gran cantidad de turistas y
lanchas que generalmente exceden lo que puede soportar la península, ocasionando
afectaciones al ambiente como son: aumento en la compactación del suelo por pisadas,
mortandad de plantas marinas, excesiva presencia de desechos sólidos y líquidos, alta
contaminación visual y auditiva, incremento del caos en las actividades náuticas, entre otros.
Así mismo existen disturbios en la fauna local, producto del deterioro de zonas naturales para
el anidamiento de tortugas, igualmente existe gran contaminación por desechos orgánicos,
representados en residuos sólidos suspendidos, originados en procesos antropogénicos.
(Observatorio Ambiental, 2018)
Los impactos generados por el turismo sin control, requieren de atención para
proponer estrategias en favor de un turismo armónico con el entorno de la península, bajo los
preceptos del desarrollo sostenible. En este artículo se realizó una revisión bibliográfica
tomando como fueNtes secundarias el acervo de las entidades que ejercen funciones
ambientales en el orden local, regional y nacional, revisión en bibliotecas, sitios de consulta
de reconocida calidad y credibilidad, así como textos que forman parte del repositorio de la
Universidad Tecnológica de Bolívar y la Universidad Javeriana, y fundaciones cuyo objeto
social se focaliza en estas áreas.
El artículo presenta inicialmente unas referencias teóricas a manera de antecedentes
sobre el tema, donde se exponen concepciones sobre la relación entre desarrollo y
conservación del medio ambiente, en razón de los impactos que esta genera afectando a los
individuos y las comunidades Seguidamente se describe el diseño metodológico descriptivo,
en un contexto definido, que permite enumerar las características de la península de Barú,
para comprenderlo y construir nuevo conocimiento desde el análisis de los factores adversos
que incidieron en la transformación socioambiental de la península, a fin de proponer
estrategias para la conservación del medio ambiente y mitigar los impactos negativos y
revertir tales acciones en favor del desarrollo sostenible. Estos resultados se acompañan en
la formulación de conclusiones y recomendaciones donde se plasma la propuesta.

REFERENCIAS TEÓRICAS

El marco general de referencia del artículo son los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ODS), establecidos por la ONU en la Agenda 2030. Se han definido 17 objetivos, entre los
cuales se resaltan el objetivo 11 y 14 por considerarlos coherentes con el tema que aquí se
desarrolla.
El objetivo No 11 garantiza acceso a viviendas y servicios básicos, mejora el
transporte público, ampliar la planificación y la gestión participativa, integrada y sostenible
de los asentamientos humanos, redoblar esfuerzos para protección del patrimonio cultural y
natural. Reducción del impacto ambiental negativo con especial atención a la calidad del
aire y la gestión de desechos de todo tipo. Proporcionar acceso a zonas verdes y espacios
públicos, seguros, inclusivos y accesibles. Apoyar los vínculos económicos, sociales y
ambientales positivos entre las zonas urbanas, periurbanas y rurales mediante la planificación
del desarrollo nacional y regional, adoptando políticas y planes integrados para promover la

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inclusión, el uso eficiente de recursos, mitigación del cambio climático, la resiliencia ante los
desastres, la gestión integral de los riesgos de desastre a todos los niveles. (ONU, 2015)
En su objetivo 14, busca reducir la contaminación marina producida por acciones
realizadas en tierra, detritos marinos y polución por nutrientes. Proteger los ecosistemas
marinos y costeros evitando efectos nocivos y tomando medidas para restablecer la salud y
productividad de los océanos, reglamentando la explotación pesquera y acabando la pesca
excesiva, ilegal, no reglamentada y destructiva. Constituir como áreas protegidas al menos
10% de las zonas costeras y marinas, atendiendo a las leyes nacionales y al derecho
internacional. Incentivar el uso sostenible de recursos marinos, la pesca, la acuicultura y el
turismo, mejorando la salud de los océanos y la biodiversidad marina. Facilitar el acceso de
pescadores artesanales a los recursos marinos y mercados. Mejorar la conservación y el uso
sostenible de los océanos y sus recursos, atendiendo al derecho internacional. (ONU, 2015)
La sostenibilidad impulsa comportamientos relacionados con acciones favorables a
los recursos y su utilización, a actuaciones que lleven a los humanos a ser menos
depredadores, aprender a emplear tecnologías limpias, menos contaminantes y más
adecuadas al bienestar de la sociedad y fortalecer la cultura política comprometida y
responsable por cuenta de políticos y actores clave de la gestión pública y privada.
Igualmente busca realizar generar actitudes y conductas fundamentadas en la ética y
en que el Estado y las organizaciones públicas dispongan de medios legítimos y participativos
con el propósito de frenar el uso impropio de los recursos y hacer posible la participación
ciudadana para la salvaguarda de los bienes sociales, culturales, económicos y naturales que
constituyen el tesoro socio-histórico y cultural de las personas y del medio ambiente
(Fernández & Gutiérrez, 2013)
La sostenibilidad también debe observarse desde la preocupación que acompaña a la
humanidad por la pérdida de biodiversidad, que surge por estar presenciando la extinción que
se ha establecido en genuinos cataclismos, en otros términos, inquieta que se esté generando
una tragedia que empuje a la extinción de la humanidad (Diamond, 2006). Es necesario
resolver los problemas como la masiva urbanización, la contaminación en sus diversas
formas e ilimitada, utilización intensiva de recursos, entrada de especies extrañas y
depredadoras, que degradan el planeta, para resguardar la biodiversidad y frenar la pérdida
de especies, con planes de acción enfocados a proteger los hábitats y las diferentes especies
de fauna y flora. (Duarte Santos, 2007)
Para el caso específico de Colombia, algunos autores como Ramírez y otros (2009)
han medido la capacidad adaptativa de pescadores localizados en zonas de influencia de Área
Marina Protegida –AMP- utilizando la propuesta de integrar la interacción entre
componentes socio-ecológicos y socioeconómicos. Maldonado y otros (2013) proponen
como fruto de una revisión literaria, el Índice de Capacidad de Adaptación (ICA), que capta
diversas características de la capacidad de adaptación de una comunidad que muestra
estrategias, capacidades y activos aprovechables para afrontar cambios o alteraciones,
cuando se crea una AMP.
El índice de Maldonado está constituido por tres dimensiones:
a. La dimensión socioeconómica, mide condiciones sociales y económicas de la
comunidad producto de su relación con el entorno;

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b. La dimensión institucional, que evidencia instituciones, formales e
informales, que existen en la comunidad y su influencia en el sistema ecológico;
c. La dimensión socio-ecológica, que muestra relaciones existentes entre la
comunidad y el medio ambiente de su entorno.
Por ley en las áreas protegidas marinas AMP, solo están permitidas actividades que
busquen la conservación o restauración, así que se excluyen dinámicas de explotación
agropecuaria o pesquera. Pero la existencia de comunidades al interior de la AMP cuestiona
esta prohibición, pues no solo es el turismo convencional, también la pesca artesanal son
actividades que ejercen presión sobre los recursos, ya que los medios no autorizados para
pescar dañan el ecosistema, arrecifes de coral, praderas marinas y manglares sin olvidar que
las comunidades no tiene otras alternativas para generar ingresos (Funbap, 2005.) (Funbap,
2005)
Todas estas acciones favorables tendientes a constituir una relación armónica con la
naturaleza, a evitar el deterioro ambiental, la baja calidad de vida y toda forma de exclusión,
son expresados de manera persistente a lo largo de los ODS, son la réplica forzosa a un
modelo tradicional de desarrollo, en el cual lo económico, entendido como un incremento
sostenido y estable del capital, direccionaba el proceso social, obligando a dar un paso en
favor de un proceso acumulativo de capital.
Este modelo debe ser administrado por valores nuevos, poco reconocidos antes:
conservación de la naturaleza, sostenibilidad ecológica, solidaridad y gobernabilidad global,
un cambio profundo no sólo en los valores que orientan el proceso de cambio material, donde
el medio natural y sus leyes se transforman en el principio que debe refinar la acumulación
de capital y la innovación como también el avance y el enlace del sistema institucional.
Conocer y valorar el entorno y sus códigos deben orientar la transformación cultural que
asiste a toda transformación socio-económica extensa y a largo plazo. Pero como el medio
natural no es un actor social, su poder para imponer el desarrollo económico sólo puede darse
si existe un compromiso institucional y una acción social. (Tomás Carpi, 2008, pág. 87)
El cambio de sistema no sucede por inercia, la trasformación institucional conlleva a
cambios en las leyes, reglas y acciones que controlan y regulan, así como los que diseñan y
gestionan el proceso económico. El cambio institucional, será efectivo según a solidez del
social, para suscitar nuevas relaciones de poder para superar resistencias, sino también para
lograr su aceptación colectiva, para hacer efectiva la normatividad y presionar el proceso
productivo por medio de la demanda. Entonces surgen, por su importancia, la concientización
medioambiental y social, la transformación de valores, principios y las valoraciones y la
acción asociativa, requiriendo nuevos mecanismos de socialización y el fortalecimiento de la
sociedad civil, (Tomás Carpi, 2008, págs. 87-90)
A las anteriores es necesario agregar la necesidad de actuar a escala local, pues el
desarrollo sostenible como quedó expresado no es alcanzable en el corto plazo; es todo un
proceso de cambio que se comienza en la trasformación del desarrollo actual y la nueva
propuesta se consolida y se acerca al camino correcto. Es así como al irse consolidando el
concepto de desarrollo sostenible, surgen expresiones como el turismo sostenible,
inicialmente como opositor del turismo masificado y posteriormente como la mejor opción
para cualquier expresión existente del turismo.

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Linares y Morales (2014, pág. 257) citando a la Organización Mundial de Turismo
(OMT), con fundamento en el informe Brundtland, esta conceptúa que turismo sostenible
como el que

atiende a las necesidades de los turistas actuales y de las regiones


receptoras y al mismo tiempo protege y fomenta las oportunidades para el
futuro. Se basa además en el respeto a la cultura nacional y sus expresiones
territoriales y en la integración de las poblaciones locales al desarrollo de sus
actividades, contribuyendo así a la elevación de la calidad de la vida de los
seres humanos.

En el año 1995 se realiza en la 1a Conferencia Mundial para el Turismo Sostenible,


bajo el patrocinio de la ONU y la OMT, su mayor logro fue la Promulgación de la Carta del
Turismo Sostenible, sus principios consolidan la sostenibilidad para una estrategia turística
mundial. Es así como fue uno de los primeros espacios en donde se comenzó a aplicar el
paradigma del desarrollo sostenible, y surge como opción para promoverlo si se organiza con
la participación de la comunidad, escuchando sus demandas y devolviendo los beneficios que
el turismo genera, de allí que es la primera actividad económica de muchos países, la
actividad de mayor crecimiento, de más rápido ingreso de divisas y generación de empleo.
Para Linares y Morales (2014) el turismo incide trasversalmente en otros sectores de
la economía, pues ya sea en forma directa o indirecta, es fuente de empleo, provoca
inversiones en infraestructuras en beneficio de los residentes. Genera ingresos a través de
impuestos para la administración pública. No cabe duda que el turismo es punto de
convergencia de relaciones internacionales, conocimiento de nuevas culturas y creencias.
Sin embargo, el modelo de turismo sostenible será objeto de una complicada
concertación dado que intervienen actores, agentes, sectores y fuerzas cuya interactividad
ocurre dentro de un territorio definido, su objetivo es dinamizar un proyecto común
conjugando crecimiento económico, equidad, cambio social y cultural, sostenibilidad
ecológica, viabilidad económica, enfoque de género y la calidad de vida de quienes viven en
ese territorio o localidad.
Cuando el turismo se hizo masivo, se estima que turismo y desarrollo van juntos, y se
hacen sinónimos los términos desarrollo turístico y desarrollo regional. La razón está en que
el turismo y la generación de oportunidades, en un país o en una región, van de la mano por
ser una industria generadora de ingresos, empleo, divisas y de fenómenos socio-culturales de
suma relevancia. (Gutiérrez C. & Gancedo G., 2002).
De allí que el turismo sea gestor de desarrollo económico, modernizador de
infraestructuras, dinamizador de actividades productivas, fortalecedor de recursos propios y
de la balanza de pago nacionales. Pero el turismo requiere ser acompañado por otros sectores
productivos como la agricultura, la construcción, la fabricación, y el sector estatal y privado
para poder generar los bienes y servicios que exigen los turistas. (Buades, Cañada , & Gascón,
2012)
Las contribuciones que genera el turismo vienen de los gastos hechos por los turistas
en el destino y las inversiones en infraestructura y equipamiento. Cuando se inicia un

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proyecto turístico las inversiones iniciales están dirigidas a alojamiento y otros servicios,
estímulo a la construcción y actividades derivadas. Pero si el destino turístico se fortalece se
generan ingresos cuyo mayor rubro se origina en los gastos de consumo, que se revierte en
el mismo lugar y tiene efecto expansivo a otros sectores (Varisco, 2004)
Hoy existen modelo que permiten analizar el desarrollo local a partir del
comportamiento del sector turístico, también existen técnicas que facilitan el análisis de la
relación entre el desarrollo del turismo sostenible y el desarrollo local.

METODOLOGÍA

El artículo se ha desarrollado bajo la idea de situar, desde una perspectiva social, el


conocimiento de la realidad para intervenir en su transformación. El artículo es producto de
la revisión de carácter bibliográfico y descriptivo específicamente sobre el tema del
desarrollo económico y sus efectos sobre la conservación medio ambiental, en el entorno de
la península de Barú.
El propósito condujo a revisar información sobre el concepto de desarrollo tradicional
centrado en la productividad y el economicismo, para contrastar con el desarrollo sostenible
tomado como referentes los Objetivos del Desarrollo Sostenible, en sus objetivos 11 y 14 por
considerarlos coherentes con el propósito del artículo. Seguidamente se establecieron las
condiciones esenciales para implantar el modelo del desarrollo sostenible que exige
transformaciones de orden institucional y social teniendo como escenario lo local.
Una vez establecidos estos elementos se demostró que el desarrollo sostenible ha
tomado variadas expresiones y una de ellas es el turismo sostenible, entendido como el
turismo centrado en las personas, ligado íntimamente al desarrollo local, siendo un sector de
amplia repercusión económica como generador de empleo, nuevas oportunidades laborales,
mejoramiento de estructuras, generación de divisas y lugar de encuentro de otras culturas.
Con estos referentes se realizó una descripción de la situación ambiental de del objeto
de estudio, la Península de Barú, mediante una revisión bibliográfica sobre los factores
socioambientales, información pertinente generada por instituciones sobre los ecosistemas
marinos y costeros; entre ellas el Invemar, Cardique, Carsucre, Coralina, Corpamag,
Corpoguajira, Corpourabá, Cra, Cvs, Minads, Parques Naturales, instituciones y programas
que investigan, aportan conocimientos y ejecuta monitoreo en el archipiélago, declarado área
de protección marina, por lo cual goza de acciones benéficas para los habitantes y su
ecosistema, con propósito de conservación frente la arremetida de prácticas no armónicas
con el entorno natural.
De otra parte y en razón de ser un lugar de gran valor histórico, ecológico, estratégico
y turístico, la península de Barú ha sido objeto de investigaciones de tesis de pregrado y
postgrado y publicaciones científicas que pretenden identificar los factores socioeconómico
que inciden en su territorio
Para establecer los factores sociales que han impactado y han incidido en la
transformación de la península de Barú, caracterizado por ser un sistema complejo adaptativo
de humanos con la naturaleza, en donde intervienen unos elementos sociales y ambientales

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que están intrínsecamente conectados (Berkes & Folke, 1998) se realizaron las siguientes
actividades:
Para proceder a proponer estrategias para mitigar el impacto del desarrollo sobre la
conservación del entorno de la península de Barú, y que puedan aportar en favor del
desarrollo sostenible en su relación con el entorno del área marina protegida, se establecieron
tres dimensiones: Social, económica y entorno natural, . Luego de la recopilación de
información primaria y secundaria en las etapas 1 y 2, se realizaron las siguientes actividades:
se categorizaron por temática las condiciones socioambientales de la población de la
península de Barú, se describen las relaciones naturales y socioambientales, el desarrollo del
sector turístico y cultural, sus manifestaciones, comercialización y resultado como fuente de
ingresos prioritarios de la población y su impacto sobre el medio ambiente.
Las estrategias a manera de conclusiones y recomendación inciden sobre tres
aspectos, fortalecimiento a la población nativa, satisfacción de necesidades de formación a
la población a fin de capacitarlos para prestar servicio al sector turístico y finalmente
fortalecimiento de actividades de turismo sostenible.

EL CONTEXTO DEL TERRITORIO ESTUDIADO

En esta parte del artículo, se hace una caracterización del contexto del territorio,
presentando el conflicto entre el desarrollo económico y la conservación del medioambiente
en la península de Barú.
La península de Barú está ubicada en la Costa Caribe Colombiana, aledaña a
Cartagena de Indias, hace parte del complejo insular de las Islas del Rosario, territorio
habitado por comunidades de raza negra, afrodescendientes, cuyos ancestros arribaron a
Colombia en la época de la colonización española.
En la península de Barú se encuentran tres poblaciones, Santa Ana, Ararca y Barú,
con una población de 8100 habitantes, que desagregada muestra a Barú con 1944, Santa Ana
con 3.056 y Ararca con 958 habitantes. De acuerdo con las estadísticas del Dane, el total de
su población es de 5.800 habitantes y según la Secretaria de Planeación Distrital de Cartagena
la población total sobre pasa los 8.000 habitantes. (Cartagena, cómo vamos, 2018)
Calificada esta zona, por su situación estratégica, como el futuro del desarrollo
turístico de Cartagena y del Caribe colombiano, sus habitantes presentan condiciones de
extrema pobreza, sus NBI son del orden del 96,7% frente a Cartagena que muestra 32,2%;
bajo nivel educativo, sus establecimientos educativos están ubicados en categoría D con un
promedio en las Pruebas de Estado inferior a 170/400; carencias y limitaciones en materia
de desarrollo económico, problemas relacionados con la conservación del medio ambiente
y gestión de proyectos que generen una real integración social, y se traduzcan en mejoras
significativas en su bienestar. (Cartagena Cómo Vamos, 2018)
Es evidente que hay intereses relacionados con la actividad económica del turismo
que se realiza en el territorio y sus potenciales de crecimiento. De hecho, en el Plan de
Ordenamiento Territorial -POT- del Distrito Turístico y Cultural de Cartagena de Indias en
lo referente a la política de mediano y largo plazo sobre ocupación del suelo rural, reconoce

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la necesidad de valorar la identidad de las comunidades nativas e integrarlas primeramente
al sistema del Distrito y a las Actuaciones Urbanas Integrales y Macroproyectos del Plan de
Ordenamiento Territorial – POT, que acogiendo los criterios del Acuerdo 14 de 1994,
advierte que los suelos de Barú se deben anexar como suburbanos con propósitos turísticos
y recreacionales de tipo ecológico, conservando las características naturales, ambientales y
paisajísticas, acatando lo establecido en la Ley 99 de 1993 y sus decretos reglamentarios.
Tales proyectos deben autosatisfacer la prestación de servicios públicos, mientras el Distrito
dé cobertura a las zonas. (CONPES 3333, 2005)
El Área Marina Protegida, ubicado en la costa Caribe de Colombia, frente a las costas
de los departamentos de Bolívar y Sucre, ocupa un área de 120.000 hectáreas en el Distrito
Turístico y Cultural (D.T. y C.) de Cartagena de Indias. El Parque comienza a 23 Km al sur
de Cartagena de Indias, en Punta Gigante en el corregimiento de Barú. El otro extremo, la
zona sur, se encuentra en Sotavento sector de Archipiélago de San Bernardo a 35 km al
noreste de la ciudad de Tolú.
Este Parque Nacional Natural Los Corales del Rosario y de San Bernardo es
invaluable agregado submarino de ecosistemas de muy alta productividad y biodiversidad,
conforma la plataforma coralina más grande del Caribe colombiano, donde se ubican
formaciones de arrecifes, bosques costeros de manglar, extensos pastos marinos alrededor de
las islas, variedad de invertebrados y afluencia de peces multicolores.
Su importancia, en el orden local, regional, nacional y mundial, se sustenta en
funciones ecosistémicas, desarrollos ecológicos básicos, además su compleja estructura
atenúa disturbios naturales, actúa como barrera coralina que amortigua la erosión costera, es
el ecosistema de peces e invertebrados de alto comercio, ostenta hermosos y atractivos
paisajes, razón por la cual genera ecoturismo, permite el desarrollo socio-cultural de los
habitantes asentados en la zona de influencia, facilita la educación y sensibiliza ante lo
ambiental, siendo un espacio para investigaciones en ciencias marinas (PNN, 2020)
Frente al problema de la tenencia de la tierra, el informe presentado al Consejo
Económico y Social de Naciones Unidas por el Relator Especial en 1997, señala que “con
miras a construir complejos turísticos, los habitantes de las islas Barú, Tierra Bomba y El
Rosario, así como de la zona de Boquilla, han sido expulsados por las autoridades locales
que estuvieron sometidas a presiones de las grandes empresas hoteleras”. (Glèlè-Ahanhanzo,
1997) expulsiones que desconocen la propiedad de la tierra desde 1850, y que se evidencia
en el documento Conpes 3333, donde se plantea de manera tácita que los habitantes son
invasores de la Hacienda Santa Ana, hoy en disputa y que el Estado reclama como
propietario. Esto hace compleja la situación de los habitantes de Barú, porque corren el riesgo
de ser considerados como invasores de la tierra que han habitado durante muchos años.
En las políticas de Parques Nacionales, al delimitar el Parque Corales del Rosario y
San Bernardo “la resolución por medio de la cual se crea el Parque en 1977 no menciona
para nada a las poblaciones que hay en la zona […] En ninguna de las resoluciones anteriores
a 1991 se hace referencia expresa a las poblaciones que han habitado tradicionalmente los
espacios cercanos al área del parque” sin embargo, a consecuencia de la nueva constitución
política el lenguaje se hace más inclusivo, la política de Parques Nacionales Naturales no ha
logrado una inclusión efectiva de los habitantes de Barú, como actores estratégicos para la

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conservación, a pesar del amplio conocimiento del territorio que les otorga la experiencia de
haber vivido en él por generaciones manteniendo su equilibrio (Bejarano, 2015)
Los problemas del Plan de Ordenamiento Territorial -POT del Distrito de Cartagena
son evidencia de esto. En 1993 la península se declara como zona franca turística, y en el
POT de 2001 se considera que Barú es suelo suburbano, esto significa que es un área ubicada
dentro del suelo rural, en ellas se mezclan los usos del suelo y la vida del campo y la ciudad,
su desarrollo tiene restricciones de uso, de intensidad y de densidad, pero se garantiza la
provisión en servicios públicos domiciliarios. En 2007 se modifica y se permiten actividades
turísticas, residenciales, vivienda temporal, compatibles con actividades comerciales,
industriales, portuarias y agroindustriales. Esto entra en conflicto con las visiones de
desarrollo de los habitantes de la península, porque consideran que este modelo incrementa
los proyectos de turismo y portuarios en el territorio, los cuales no necesariamente se reflejan
en el bienestar de la comunidad (Consejo comunitario B20, 2017).
Luego de esta reforma se inició la construcción del Puerto Multimodal Puerto Bahía
y la terminal de regasificación para importar gas natural licuado en la zona. Estos
megaproyectos obligaron al desplazamiento de las áreas de pesca a los nativos de Barú. Con
el proyecto Playa Blanca- Barú y el CONPES 3333, se realizaron obras de infraestructura,
vías de acceso y las obras para servicios públicos.
Según la revista Dinero este proyecto estaba visualizado desde hace 50 años, luego
se diseñaron políticas públicas a la medida, el proyecto incluye cuatro hoteles de 250
habitaciones, dos mil villas, un campo de golf de 18 hoyos, un centro comercial, una marina
internacional, un centro de salud, y un centro de convenciones, y permitiría la atracción 400
mil nuevos turistas al año, así como la generación de 350 millones de dólares anuales de
divisas. El proyecto contempla un área de 438.8 hectáreas, con 2.8 kilómetros de playa, de la
cual, el Estado posee 249.1 hectáreas, con 2.11 kilómetros de playa. Es decir, el Gobierno
participa con el 56.8 por ciento de los terrenos, que según avalúo del Instituto Geográfico
Agustín Codazzi (IGAC) tienen un valor comercial de 68.750 millones de pesos, con una
participación estatal del 64 por ciento. (Revista Dinero, 2015)
Barú es un paraíso vacío, o en el mejor de los casos habitado por comunidades sin
agencia, por “beneficiarios” pasivos del progreso que los empresarios llevarán a esas tierras
inhóspitas. (Bejarano, 2015).
Ortíz, plantea que, de esa forma soterrada, llegó el “progreso” a Barú, y con él los
costos de la valorización expresada en impuestos que el Distrito de Cartagena vino a cobrarle
a los baruleros. Acción ladina pues cuando no hay dinero para pagar impuestos, se paga con
el predio, esto garantiza el despojo de la tierra. Mientras tanto la gente se desvaloriza
caminando por la playa, vendiendo artesanías, pescado y patacones, trenzas y masajes,
cerveza y colocolo. Pero para la gente de Barú, de la industria turística creciente, solo les
queda como dijo un empresario “muchas sábanas blancas que lavar” (Ortíz Cassiani, 2017).
Este tipo de estrategias, reflejan el poco respeto por los espacios ancestrales y las
autoridades étnicas que lo ocupan. Una visión que solo involucra a los nativos como
trabajadores en actividades de servicios de baja remuneración, que incluso puede acentuar
los patrones de discriminación étnica en este territorio.
Las organizaciones comunitarias de Barú han dado respuestas a estas intenciones,
acudiendo a su cultura ancestral, como la memoria y su histórica ocupación e identidad frente
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al territorio que habitan y habitaron sus antepasados. Seguramente lo más significativo para
las gentes de Barú es poder vigorizar su memoria de pueblo y territorio afrodescendiente
desde siempre (Ortíz Cassiani, 2017)

RESULTADOS

La búsqueda de la sostenibilidad ambiental, cultural, social, y económica de la


península de Barú amerita la implementación de estrategias, acciones y programas orientados
a fortalecer una cultura orientada a mitigar el impacto del desarrollo. La participación activa
de los actores sociales e institucionales es un elemento fundamental para garantizar servicios
ambientales coherentes con el desarrollo sostenible.
En la península de Barú, se evidencia que la ocupación indebida de terrenos por
particulares ha estado incrementándose, al punto de encontrar invasiones sobre el espacio
público, ocasionando un deterioro ambiental y social que perturba la tranquilidad de los
nativos y turistas. Las personas invasoras no son de Barú. Invaden la playa con
construcciones para su beneficio propio; en general son colombianos que provienen del
interior del país, y extranjeros (españoles, venezolanos, argentinos, uruguayos, chilenos y
norteamericanos) que han llegado con el fin de apropiarse de estos terrenos e instalarse en
Playa Blanca (Fundación Playas Corp, 2018)
La anterior dinámica concita a la revisión de los impactos ambientales generados por
las actuales condiciones del desarrollo en el territorio. De acuerdo con informes de, Parques
Nacionales Naturales (2018) y el Observatorio Ambiental, (2018) estos se evidencian en lo
siguiente:
a. Manejo de residuos líquidos por los restaurantes de la zona El manejo de
residuos líquidos es totalmente deficiente, presentándose descargas directas por tuberías
informales a las lagunas en un 38% de las unidades sanitarias utilizadas. El 97% de los
residuos líquidos de Playa Blanca no tiene tratamiento, como consecuencia se originan malos
olores, vectores, perdidas de biodiversidad y desplazamiento de la fauna.
El 38% descarga directa a la laguna mediante tuberías. 27% descarga directa en pozos
de absorción. 3% tratamiento aparentemente adecuado y hace referencia a tres baños de la
zona que no vierten sus desechos directamente en la laguna, sino que tienen un sistema de
filtros que cuenta con criterios técnicos para su correcto manejo. El 32% no tienen ningún
tipo de red hidráulica.
Los pozos de absorción son huecos (pozas) construidos sin criterios técnicos. Las
tuberías hacen referencia a instalaciones domésticas que no cumplen con criterios de calidad.
Cuando no se posee ningún tipo de red hidráulica se descargan los desechos directamente en
el suelo. En conclusión, el 97% de los restaurantes no realizan tratamiento a los residuos
líquidos de Barú.
b. Vertimientos de líquidos. En la zona terrestre de valoración son notorios los
niveles críticos del deterioro en el paisaje y a nivel biológico, así como en la arena de la playa
y en las partes posteriores de la zona de servicios turísticos. Igualmente es significativo el

12
incremento de gases contaminantes generados por el ingreso intensivo de automóviles, buses
y motocicletas y la utilización de carbón y madera para cocinar.
En la zona marítima. No se evidencian vestigios de vertimiento de hidrocarburos u
otro agente combustible a pesar de la evidente emisión de gases de los automotores náuticos,
pero con menor riesgo porque cuentan con las exigencias establecidas y de otra parte los
rastros de hidrocarburos son producto de los transportes, aceites de cocina, plantas eléctricas
y solventes utilizados para resellar las lanchas.
c. Presiones sobre el territorio. Las presiones más significativas sobre este
territorio vienen dadas la tala del mangle, la presencia de residuos sólidos y líquidos, la alta
densidad de actividades de infraestructuras, excavaciones y rellenos, de las actividades
náuticas como desplazamientos en vehículos a motor, buceo con equipo autónomo y la
nefasta extracción y tráfico de especies biológicas vivas y muertas.
No existen datos por monitoreo y rastreo a la calidad del agua, sin embargo, se
encuentra que, de 8 indicadores de calidad solo se cumplen tres, tampoco existe periodicidad
en la recolección de datos lo cual impide tener un análisis riguroso sobre el tema del agua
pese a su importancia para la salud y el bienestar.
El atractivo de las playas de Barú atrae un significativo flujo de turistas y lanchas que,
por lo general, exceden la capacidad de carga de Playa Blanca, generando daños al ambiente,
por ejemplo, incremento de la compactación del suelo por pisadas, mortandad de plantas
superiores marinas, desproporción de desechos sólidos y líquidos, contaminación visual y
auditiva, caos en las actividades náuticas, desestabilización en la fauna local, contaminación
por materia orgánica, concentración de sólidos suspendidos, debido a procesos
antropogénicos.
La capacidad de carga real en Playa Blanca es 3.124 personas/día, sin embargo, al
medir la capacidad de manejo se obtuvo apenas un 4% frente a un porcentaje ideal del 90%
cuando se tiene un área protegida, así que la carga efectiva (CCE) para 125 personas/día, que
incluye visitantes, prestadores de servicio turístico y autoridades presentes en la playa. Al
comparar este resultado de 125 personas/día con el ingreso actual que ha llegado a más de
13.000 personas/día, está indicando que Playa Blanca colapsa porque excede su capacidad.
d. Situaciones derivadas de la sobrecarga turística. La fuente de ingresos de la
población es el turismo principalmente, los espacios disponibles para los visitantes están
ocupados por los prestadores de servicio, reduciendo el espacio para el regocijo y deterioro
del valor natural que atrae a los visitantes. A lo anterior se suma la intermitencia en los
servicios, la ausencia de organismos de control, la demanda desmedida de servicios turísticos,
incrementan los problemas sociales, ambientales y de ocupación del territorio.
En este contexto, se requiere una revisión del ordenamiento territorial, actualizar
constantemente la capacidad de carga, mediante un plan de monitoreo en la playa, mejorar la
frágil estructura del saneamiento básico, aumentar capacidad en los servicios de salud y en
especial, avanzar en la calidad del servicio educativo. Estos factores repercuten de manera
directa sobre el territorio ejerciendo una presión más alta aún sobre los recursos naturales.
La informalidad es otro problema en Barú, los medios generadores de empleo han
perdido eficiencia a causa de la competencia desleal. A esta informalidad en la prestación de
servicios turísticos, se añaden el detrimento de las condiciones ambientales, con impactos en

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la disminución de la pesca y la agricultura, además de los elevados costos del transporte que
menguan el comercio y la movilidad.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

Frente a los hallazgos descritos aquí se proponen algunas estrategias, que pretenden
aportar en favor de la conservación ambiental y mitigar los impactos del desarrollo sobre el
medio ambiente, y se espera solo mitigar, por cuanto es poco lo que se logra mientras no
exista un cambio profundo en la mentalidad humana, que le ha hecho ser, pensar, hacer y
estar como especie divorciada de su entorno, inmersa en la cultura de la obsolescencia y
actuando como la mayor depredadora de su propio hábitat, como lo demuestra los resultados
obtenidos en el análisis soporte de este artículo.
Estas estrategias van dirigidas en favor de la población, su entorno y sus actividades,
aceptando que las actividades de desarrollo propician transformaciones y deterioros de
diferentes clases y grados sobre el sistema natural y socioeconómico del territorio. De allí
que es posible afirmar que el sistema natural incluye al subsistema económico y este perturba
al primero en doble sentido, de una parte, obteniendo recursos naturales como materiales para
los procesos productivos y de otro parte, volcando a los ecosistemas los residuos de los
procesos de producción y consumo (Observatorio Ambiental, 2018)

a. Estrategia en favor de la población afrodescendiente

El territorio es para los afrodescendientes un atributo cultural con importancia


política, sobre todo si su territorio guarda un carácter ancestral. De allí, que la defensa del
territorio es parte de las exigencias políticas de las estructuras afrodescendientes y se ha ido
difundiendo a la gran mayoría de asentamientos de la región. En Colombia, y en La península
de Barú, como ya quedó expresado, este movimiento afrodescendiente solicita al Estado
políticas públicas que le admitan apropiarse legalmente de sus territorios ancestrales
mediante la propiedad colectiva, a fin de cimentar fórmulas de autonomía y gobierno propio.
En consecuencia, los modelos de asentamiento histórico han fortalecido el propósito de que
los derechos territoriales se incluyan entre las reclamaciones afrodescendientes, y que su
reconocimiento sea parte de la jurisprudencia de Colombia, aunque su grado de
implementación sea heterogéneo. (PNUD, 2012)
Al reconocer el territorio se reconstruye el tejido social mediante acciones con
enfoque poblacional, y de derechos humanos, logrando avances en el mejoramiento de la
calidad de vida, desarrollando programas locales y regionales para reducir la desigualdad
social y económica, mejorando el acceso a las nuevas tecnologías, la producción de riqueza,
la igualdad de oportunidades y la preservación del medio ambiente. Lo cual exige un

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fortalecimiento institucional que promueva la gobernabilidad con una adecuada y eficiente
gestión en el manejo de los recursos públicos.

b. Aspectos que deben ser fortalecidos capacitando a los interesados y que son
ofrecidos por instituciones del estado
1. Curso de fundamentación en gestión del turismo. La idea es proponer
alternativas de solución para alcanzar el logro de los objetivos de acuerdo con
el nivel de importancia y responsabilidad de las funciones asignadas por la
organización.
2. Capacitación de guías para recorridos por la naturaleza, de acuerdo con lo
requerido por el usuario.
3. Curso de legislación turística. Aplicación y ajustes al procedimiento turístico
del entorno teniendo en cuenta la normatividad vigente y las políticas
organizacionales.
4. Capacitación para el manejo de la información turística y atención a usuarios
de acuerdo a políticas de servicio.
5. Cursos de turismo en espacios rurales. Con este curso de turismo en espacios
rurales y marino, preparando actividades de guianza de acuerdo con lo
contratado por el usuario.

Otras capacitaciones que se consideran pertinentes son:


1. Desarrollar capacitación para el manejo del plan ambiental conociendo las
medidas de protección del aire, del agua, manejo de residuos,
Aprovechamiento de residuos, manejo de indicadores ambientales.
2. Capacitación para proponer actividades novedosas como son el senderismo,
cicloturismo, equitación y actividades ecuestres, piragüismo, rafting,
parapente, esquí de fondo, pesca, buceo, careteo entre otras salvaguardando
normas de seguridad y exigencias internacionales para su práctica.
3. Estrategia en favor del turismo planificado
Las evidencias manifiestan la necesidad de acometer las dinámicas complejas de los
servicios turísticos mediante un esfuerzo esmerado en el planeación y uso de los espacios
turísticos, bajo criterios que persigan un desarrollo más humano y sostenible. Un turismo
capaz de poner en el centro al ser humano y no al capital, que reporte ganancias y beneficios
sociales y económicos a las comunidades locales, capaz de aportar al uso racional de los
recursos naturales y a la preservación del patrimonio y de los valores culturales de las
comunidades.
Este tipo de turismo, al decir de Vera (2001, pág. 75) debe ser más diversificado,
adecuando la oferta, pero incrementando la calidad ambiental y la calidad de los productos
turísticos, es un turismo verde, de la naturaleza o ecoturismo. Lo anterior pues se debe aceptar
que el nexo entre el turismo y el ambiente ha tenido cambios, si ayer se le veía como actividad
en contravía con la conservación del patrimonio y del medio ambiente, hoy se piensa en un
turismo sostenible, capaz de articular su actividad y la diversidad biológica, cumpliendo con

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los preceptos de la Organización Mundial del Turismo (OMT) definidos en 1988 (Chávez,
2005, pág. 84).
Si bien las políticas públicas, los espacios legislativos y las actuaciones de los entes
de control del orden nacional, departamental y distrital son importantes para lograr el
desarrollo sostenible en la zona de la península de Barú, se considera que corresponden a
espacios especializados, pero no desligados del medio ambiente y del desarrollo sostenible,
pero serían opciones sugeridas para nuevas y más profundas investigaciones.
La propuesta de capacitación que, si bien no es exhaustiva, sí es un espacio de apertura
hacia mejores formas de trabajo, mejoramiento de ingresos y calidad de vida, al tiempo que
su presencia en la zona seria motivador para tantos niños y jóvenes que abandonan su
escolaridad y su formación académica porque consideran que el estudio no da resultados,
regresen a las aulas, se capaciten, permanezcan en la región y sean útiles a sí mismo, a sus
familias y a la sociedad.

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