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América

Cristianización de las Indias:


algunas diferencias entre la Nueva España y el Perú

Óscar Mazín*

07-015-173 - 16 copias

F ue el cristianismo la religión oficial de las In- códigos visuales, auditivos y retóricos desarro-
dias occidentales, es decir, de Iberoamérica. Sin llados durante siglos en Europa occidental. Así,
embargo, numerosas religiones autóctonas co- arte e invención se entremezclaron de manera
existieron con él. Varias propuestas, proyectos y inevitable en el despliegue de lo sagrado y de
realidades intervinieron en la resolución del pro- la santidad; en el conflicto contra el paganismo
blema complejo que supuso la cristianización de y la idolatría. En un sentido más profundo, en
las nuevas sociedades. Sus manifestaciones más los retablos de las iglesias, en la música sacra y
características, cristalizadas en el movimiento co- en los sermones pronunciados se vio y escuchó
nocido como barroco, son ciertamente las del ca- −aún se lee y escucha− el impulso tendente a
tolicismo tridentino. No fue éste un cuerpo rígido acercar el mundo de los hombres a la esfera so-
y monolítico de dogmas y creencias. Las prácti- brenatural.
cas religiosas de vecinos y pobladores hispanos, El alcalde de México, el comerciante de Lima,
de los inmigrantes de distintos orígenes −sobre el arriero de los Andes y el pescador de Cartage-
todo africanos− y de los indios, encarnaron en na fueron personas extremadamente sensibles
ricas y diversas expresiones rituales, literarias y y sensuales, gustosas de agruparse en cofradías
plásticas. Por otra parte, en las Indias de Espa- a fin de hacerse ver y de ser vistas en las igle-
ña se dio una interrelación de elementos de re- sias y en las procesiones; apreciaban el esplen-
forma o renovación católica de raigambre ibérica dor del oro, la plata, el marfil, las telas, maderas
—propia de los siglos xv y principios del xvi— y y piedras preciosas; estaban orgullosos de sus
de reforma católico-romana postridentina —más santos, de sus vírgenes, de sus milagros, mis-
característica de finales del xvi y sobre todo del mos que contribuyeron a definir identidades.
siglo xvii—. Es la esfera del arte, en efecto, una No vivían encerrados en sus grupos y buscaban
clave de comprensión de extrema importancia cualquier ocasión para participar del culto, de la
del fenómeno religioso; no sólo en el terreno de la fiesta y del teatro, ya fuesen indios, negros, mes-
plástica o en el de la música, sino también en el tizos, españoles o “indios chinos”. La Iglesia em-
retórico. Y es que el contenido principal del arte pleó recursos abundantes para cristianizar a los
fue la implantación del cristianismo. Los indios, no cristianos y aplicar los decretos del Concilio
mestizos y negros aprendieron con rapidez los de Trento (1545-1563). Echó mano de procedi-
mientos originales como los catecismos en len-
* El Colegio de México. guas autóctonas, los manuales de confesión, los

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prontuarios de teología moral, las “doctrinas” antigua. Cristianizar las poblaciones autócto-
o primeras parroquias, las misiones, los autos nas se convirtió así en la única fuente de legi-
sacramentales o teatro sacro, los sermones, los timidad del dominio hispano en las Indias. La
monumentos, el culto a la Virgen y los santos; doctrina cristiana fue también indisociable de la
en fin, de la beatificación y canonización de per- impartición de la justicia, principal atributo del
sonajes locales gracias a todo lo cual las Indias rey. En razón de este sustento, los indios y sus
occidentales fueron “catolizadas”. La religión pueblos, sus señoríos antiguos —el altépetl en
supone símbolos, significados, objetos, textos y Mesoamérica, la guaranga en los Andes— que-
prácticas relativas al destino humano y al orden daron ubicados dentro de un marco jurídico y
general del universo que deben ser enfocados normativo concebido como un “orden de repú-
como un sistema cultural. Exponer los rasgos blica”. Fue, pues, el cristianismo la piedra an-
sobresalientes de este último y algunas diferen- gular de la organización de los dominios ameri-
cias en la cristianización de los dos conjuntos canos; derivaba todo su significado de la ley y se
primigenios, Nueva España y el Perú, es el ob- halló fundido en el orden social. No obstante los
jeto de las siguientes páginas. Como enfoque re- privilegios que el papado concedió a las órdenes
lativamente reciente, la historia comparativa de mendicantes (San Francisco, Santo Domingo,
índole sistemática se halla en la fase correspon- San Agustín, etcétera) para el anuncio del Evan-
diente a la propuesta de hipótesis. A ella se ads- gelio en los territorios conquistados, la Iglesia
cribe este texto. de ninguna manera constituyó una autoridad
independiente del poder real. El Consejo de In-
dias fungió como una especie de curia de la Co-
La religión y el clero del rey rona y descartó cualquier participación directa
de la curia romana en los asuntos relativos a las
El título de “reyes católicos”, atribuido por el posesiones del Nuevo Mundo. Incluso la obliga-
papado a los soberanos de Castilla y Aragón a ción de velar por la ortodoxia de la fe, mediante
finales del siglo xv, se inscribe en la tradición el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición,
imperial romano cristiana que remonta a la An- quedó bajo el control de la Corona. El poder del
tigüedad tardía, según la cual lo temporal pro- monarca era uno y se hallaba, pues, compuesto
fano y lo religioso sacerdotal se confundían en de dos potestades, temporal y espiritual. Pero
la persona del princeps. Durante siglos, esa tra- esta dualidad, es decir, la secular-profana y la re-
dición hizo de los reyes cristianos de la Penín- ligioso-eclesiástica, tampoco se limitó a la esfera
sula ibérica los defensores de la fe y los prin- de la Corona. El poder no despejaba una esfera
cipales responsables de la salvación espiritual pública distinta de una sociedad constituida por
de su pueblo. El regio patronato indiano (1493- cuerpos, cada cual con su jurisdicción respecti-
1508), mediante el cual los papas concedieron a va, sino que se ejercía mediante una organiza-
los reyes católicos la soberanía sobre los nuevos ción reticular fundida en todo el espectro social.
territorios de ultramar, confirmó esa vocación Con todo, el primado romano, principio de índo-


 Óscar Mazín, Iberoamérica del descubrimiento a la in- 
 Adeline Rucquoi, Histoire médiévale de la Péninsule
dependencia, México, El Colegio de México, 2007, pp. 205- ibérique, París, Le Seuil, 1993
206. 
 Robert C. Padden, “The Ordenanza del Patronazgo of

 Clifford Geertz, The Interpretation of Cultures, Nueva 1574: an interpretative Essay”, en John F. Schwaller (ed.),
York, Basic Books, 1973. The Church in Colonial Latin America, Washington, A

 John H. Elliott, “La historia comparativa”, en Relacio- Scholarly Resources, 2000, pp. 27-48.
nes, núm. 77, 1999, pp. 229-247. 
 Antonio Manuel Hespanha, “ ‘Dignitas numquam mo-

 Adeline Rucquoi, “Cuius rex, eius religio: ley y religión ritur’ on a durabilidade do poder no Antigo Regime”, en A.
en la España medieval”, en Óscar Mazín (ed.), Las repre- Iglesia Ferreiros, Centralismo y autonomismo en los siglos
sentaciones del poder en las sociedades hispánicas, México, xvi y xvii. Homenaje al profesor Jesús Lalinde Abadía, Bar-
El Colegio de México 2009 (en prensa). celona, Universitat de Barcelona, 1990, pp. 445-455.

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le fundamentalmente teológica y de fe, legitimó sas. Según veremos, estas diferencias del clero
como ninguna otra instancia el descubrimiento entre un virreinato y otro tuvieron consecuen-
de las “islas e tierra firme del Mar océano” en el cias relevantes.
concierto europeo. La Santa Sede también con- Si bien la Compañía de Jesús se estableció
tribuyó a incrementar el capital místico de la antes en el Brasil (1549), ella y la Inquisición
monarquía española mediante la concesión de hicieron su aparición en ambos virreinatos es-
títulos y dignidades o la beatificación y canoni- pañoles al iniciar la década de 1570. Los jesuitas
zación de súbditos del rey católico. son clero regular, pero no mendicantes. Como
Los primeros misioneros enviados a las In- orden religiosa moderna disfrutan de la movili-
dias ejercieron casi de manera simultánea a la dad del clero secular, aunque se hallan sujetos
conquista. Concibieron la empresa de cristiani- a una regla de vida comunitaria con un sentido
zación en términos de utopía. Inspirados en los estricto de la autoridad. La compañía se sumó a
tiempos de los primeros apóstoles, hicieron de la cristianización mediante la educación de las
las “doctrinas” —coincidentes con los antiguos elites indias e hispanas, el debate teológico y el
señoríos prehispánicos y con las encomiendas— establecimiento de una red de misiones entre
las unidades de administración de una Iglesia las poblaciones autóctonas más remotas. Por su
que no vacilaron en calificar de “primitiva”. En parte, el Santo Oficio de la Inquisición no ejer-
cambio, el clero secular o diocesano concibió la ció jurisdicción sobre los indios quienes, por ser
tarea en continuidad con las costumbres y le- considerados neófitos en la fe, quedaban bajo la
gislación milenarias de la Península ibérica; es jurisdicción de los obispos. El papel del tribunal
decir, conforme al afán de construir reinos por consistió, pues, en garantizar la ortodoxia de las
analogía con los de España. Las diócesis con- expresiones religiosas de los vecinos españoles y
vencionales fueron erigidas, desde los primeros de las sociedades emergentes multirraciales.
tiempos del dominio hispano, aproximadamente Los obispos, por su parte, heredaban una tra-
según los límites de las provincias ganadas por la dición hispánica antiquísima que hacía de ellos
conquista a los estados o “imperios” prehispáni- consejeros del rey en lo conducente a la preser-
cos. No ejercieron autoridad sobre las doctrinas vación de la fe y al bien de los vasallos. Con-
de los frailes sino de manera tardía. La Iglesia ca- secuencia directa de esta situación fue la com-
tólica adoptó, pues, la forma de un doble proyecto petencia entre los obispos de Indias y las órde-
con diferentes enfoques: el de las órdenes mendi- nes religiosas, pero igualmente entre ellos y los
cantes, predominante durante un primer tiempo virreyes. Sobre todo durante el primer siglo de
(grosso modo hasta 1650) y el de la iglesia secu- dominio español, todas estas instancias reajus-
lar, consolidado mediante el establecimiento de taron sin cesar sus poderes y jurisdicciones. La
un orden jerárquico unitario presidido por los consolidación del modelo diocesano fue gradual.
obispos y centrado en las sedes de éstos, es decir,
en las iglesias catedrales. Aun cuando los frai-
les precedieron por unos cuantos años al clero

 Manfredi Merluzzi, Politica e governo nel Nuevo Mondo,
Francisco de Toledo viceré del Perú (1569-1581), Prefazione
secular en el Perú, no alcanzaron ahí la fuerza di Francesca Cantú, Roma, Carocci, 2003.
que desplegaron en la Nueva España. Es cierto 
 Desde el punto de vista eclesiástico, todo el ámbito ca-
que el enfrentamiento entre ambos cleros fue ribeño revistió originalmente menos importancia que la dió-
general en todas las Indias. Sin embargo, sólo cesis más modesta de España. La exploración subsecuente
de la Tierra Firme, que evidenció la presencia de poblacio-
en el virreinato septentrional adquirió un espí- nes muy numerosas y de yacimientos auríferos, redimen-
ritu rayano en la anarquía. Para 1570 la Iglesia sionó el conjunto de las Indias. Consecuentemente, Fernan-
diocesana del Perú, aliada de la Corona en el do el Católico ordenó a su embajador en Roma solicitar la
erección de una primera diócesis en las proximidades del
empeño de ésta por imponerse a los encomende- Darién. Así se anticipó la fundación de las sedes diocesanas
ros, era ya casi tan influyente como las autori- subsecuentes, pero sobre todo el establecimiento de autori-
dades temporales o civiles y las órdenes religio- dades episcopales que dieran cuenta directa al monarca.

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A ella contribuyeron los concilios provinciales pacto de la conversión a la nueva fe en escritos


convocados por los prelados, con el propósito de como los de fray Toribio Motolinía o Guamán
unificar el culto y los métodos de evangelización. Poma de Ayala; pero también cundieron gramá-
También resultó determinante la identificación ticas y vocabularios de las principales lenguas
de los obispos con los intereses de los grupos amerindias. Ese primer periodo se halló igual-
criollos rectores, ubicados mayormente en los mente contrastado por las órdenes mendican-
ayuntamientos y en el comercio. tes diversas y una primera voluntad de control
y unificación por parte de algunos obispos teme-
rosos de laxismo.
El cristianismo La celebración de los primeros concilios de
Lima (1551) y México (1555) intentó unificar
Hasta alrededor de 1570 clérigos y órdenes men- la doctrina y reforzar el orden jerárquico.11 Los
dicantes —éstas con un grado considerable de únicos sacramentos por entonces accesibles a los
exención respecto de los obispos— transmitie- indios fueron el bautismo, el matrimonio y la
ron una síntesis esencial de la fe. Ella se halló confesión; la comunión sólo de manera muy ex-
caracterizada, tanto en Nueva España como en cepcional en la Nueva España, mientras la lla-
Perú, por la fluidez entre el pasado prehispáni- mada “confesión coral”, que solía seguir a la de-
co y el cristianismo. De hecho, procesos análogos lación de las culpas o errores de un grupo, fue
habían tenido lugar en los primeros siglos de la una práctica pastoral y escénica —al parecer
propagación cristiana por la cuenca mediterrá- más característica del virreinato septentrional
nea, al plantearse la cuestión de cuánto del pasa- y de corta duración— que tenía por efecto la ex-
do pagano podía tolerablemente salvaguardarse, piación colectiva.12 Cristianización e hispaniza-
no fuera sino para seguir dando significación a la ción fueron fenómenos simultáneos e interde-
existencia humana.10 Siempre atentos a los para- pendientes. Se preservaron así algunas formas
lelismos mitológicos, en la cosmovisión de los in- rituales, gestos de reverencia de los indios y todo
dios fueron interviniendo elementos tomados de aquello que no contrariara la nueva fe. Sin em-
la prédica de los frailes y clérigos. Por ejemplo, bargo, su significado fue alterado gradualmen-
la existencia de una primera humanidad enemis- te por la introducción de costumbres españolas,
tada con Dios entre sus antepasados paganos, el por ejemplo, danzas tomadas del rito sevillano
diluvio universal y hasta el paso de uno de los introducidas en las iglesias como medio privi-
primeros apóstoles de Cristo, santo Tomás, por legiado de formación de una cultura nueva; o
los territorios indianos, según la convicción de ciertos cánticos en lengua vernácula típicos del
una primera y remota cristianización del Nuevo ceremonial español que incorporaron otros en
Mundo. Ese primer periodo estuvo marcado por lenguas autóctonas para las procesiones y demás
vacilaciones y búsquedas múltiples, incluso con- funciones católicas.
tradictorias, plasmadas en relatos históricos y Los segundos concilios de México (1565) y de
etnográficos de las civilizaciones prehispánicas, Lima (1567) se reunieron para proclamar los de-
o bien en correspondencias entre dioses paganos cretos del Concilio de Trento recién clausurado.
y santos cristianos. Las religiones mesoamerica- Constituyeron una especie de posicionamiento
nas y andinas no pudieron, de hecho, compren- frente a la nueva legislación, aunque la experien-
derse a cabalidad sin que se considerara el im- cia de la primera evangelización estaba aún muy

10
 Peter Brown, Authority and the Sacred, Aspects of the 11
 Juan Carlos Estenssoro Fuchs, Del paganismo a la
Christianization of the Roman World, Cambridge, Cam- santidad, la incorporación de los indios de Perú al catoli-
bridge University Press, 1995. Conviene recordar que en cismo, 1532-1750, Lima, Pontificia Universidad Católica de
su Apologética Historia Sumaria (terminada en 1559), Lima/Instituto Francés de Estudios Andinos, 2003.
fray Bartolomé de las Casas planteó la analogía del Nuevo 12
 Rosalba Piazza, “Los ‘mártires’ de San Francisco Cajo-
Mundo con los primeros siglos del cristianismo. nos”, en Historia Mexicana, núm. 230, 2008, pp. 657-752.

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presente. No obstante, la mayoría de los obispos tricto, paralelo y análogo al español. Por enton-
veía ya en el pasado prehispánico un tiempo en- ces aparecieron escritos como el del mercedario
teramente inclinado a la idolatría. Ellos y otros peruano fray Diego de Porres, que refuerzan la
detractores desconfiaban de las transformacio- relación estrecha de la fe cristiana con la “poli-
nes hasta entonces ocurridas, mismas que ha- cía”, es decir con la civilidad (civiltas). Insisten
bían dado lugar a un catolicismo “supersticio- en la impartición de la justicia para garantizar
so”, mientras que algunos frailes no vacilaron en la supervivencia autóctona ante el declive demo-
exaltar la santidad por martirio de niños indios gráfico y los abusos del poder hispano. Así, por
como medio didáctico que diera testimonio de ejemplo, el confesor debía inquirir si el peniten-
los frutos de la primera evangelización.13 Como te había favorecido, ocultándolos en su pueblo,
una suerte de juego de espejos, los indios de la a quienes habían cometido algún delito, impi-
Nueva España reinterpretaron el cristianismo diendo que se hiciese justicia.14 El cristianismo
a la luz de sus antiguas creencias. El caso del cobraba, pues, todo su sentido de ley y fue asi-
movimiento religioso pan-andino de resistencia, milado con mayor rigor al “orden de república”.
llamado Taki Unquy, o “danza del mal” (1564), También tuvieron lugar casos aislados aunque
es también ilustrativo. Mediante él, los indios sonados de secularización mediante clérigos,
ya “cristianizados” danzaban ante sus huacas o o al menos de sustitución de frailes por jesui-
“ídolos” abjurando de la fe. Se predicó, en conse- tas, sobre todo en el virreinato meridional. Una
cuencia, la destrucción de todo rastro de objetos nueva historia india del Perú fue escrita por au-
y de prácticas paganas, así como la desacraliza- tores como el inca Garcilaso de la Vega, misma
ción de los templos de la gentilidad. Expresiones que intentó demostrar la “tiranía” y “despotis-
como la pintura facial o vestir pieles de animales mo” de los antiguos gobernantes incaicos.
para las danzas fueron tenidas por demoniacas Precedidas por la gestión enérgica del virrey
y desaparecieron desde finales del siglo xvi. Los Francisco de Toledo (1569-1581) y por la llega-
códices o “libros de pinturas” típicos de la Nueva da de la Compañía de Jesús, las iniciativas de
España, que daban cuenta de los tiempos prehis- los obispos sobre unificación del culto y reorien-
pánicos, fueron destruidos o bien retirados de la tación de la evangelización se tornaron más fir-
circulación. Debe decirse que se dieron actitudes mes. La participación de esa orden en el debate
análogas, aunque por supuesto en un medio cul- teológico revistió una importancia extrema. Es-
tural diferente, en las iglesias católicas europeas tuvo encaminada a desmantelar los presupues-
de la época tan vivamente empeñadas en la re- tos de la primera evangelización. Por lo tanto,
forma de las costumbres. los terceros concilios de Lima (1582-1583) y
Según veremos, las diferencias entre los dos México (1585) constituyen una ruptura con la
virreinatos empezaron a destacar a partir de la fluidez en las continuidades del pasado prehis-
década de 1570 con el declive demográfico de los pánico. Las diferencias entre el cristianismo y
indios, la creación de nuevas instancias de go- las religiones prehispánicas se polarizaron. Li-
bierno como el cabildo castellano y el refuerzo brados de sus pecados por el bautismo, debía sin
de las autoridades reales. La reorganización de duda evitarse que los indios fuesen víctimas de
la vida social autóctona mediante las reduccio- los engaños del diablo adorando a los ídolos. La
nes del Perú y las congregaciones de la Nueva salvación eterna no sería ya posible mediante
España dio inicio a la construcción de la “india- una fe implícita y una moral natural, es decir,
nidad”, entendida como un orden social más es- tan sólo en armonía con la doctrina cristiana. El

13
 Tal fue el caso de los niños mártires de Tlaxcala, episo- 14
 Andrés Lira, “Dimensión jurídica de la conciencia. Pe-
dio relatado por Fray Toribio de Benavente (Motolinía), Me- cadores y pecados en tres confesionarios de la Nueva Espa-
moriales (Libro de oro, MS JGI 31), Nancy Joe Dyer (ed.), ña, 1545-1732”, en Historia Mexicana, núm. 220, vol. LV,
México, El Colegio de México, 1996, cap. XXXVIII. abril-junio de 2006, pp. 1139-1178.

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Figura 11. El Imparcial, miércoles 12 de enero de 1910. bnah, inah. México D.F.

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libre albedrío, la introspección individual y el re- vivos actuaran mediante plegarias sobre el desti-
conocimiento de las pecados personales pasaron no de sus antepasados en el más allá; pero igual-
al primer plano de la escena.15 mente que los difuntos, en ruta hacia el cielo,
Especialmente los jesuitas y el clero secular intercedieran por los que todavía militaban en
contribuyeron entonces a modificar la relación la tierra en razón de las relaciones simétricas,
de los fieles, indios y no indios, con la Iglesia. bilaterales, que el purgatorio permite con este
Con la llegada a México de un conjunto impor- mundo. La proliferación de las cofradías de Áni-
tante de reliquias, más de doscientas, en 1578, mas, a partir de 1650, encuentra una explicación
los primeros subrayaron la preeminencia de la posible en la extensión y complejidad de las mez-
santidad europea como modelo de la vida de per- clas entre los principales grupos sociales de las
fección.16 Predicaron la obligación de confesarse Indias: españoles, indios y negros. Las fronteras
y de comulgar al menos una vez por año, refor- interraciales se hacían más y más fluidas y por
zando así el papel de la conciencia individual. lo tanto difíciles de aprehender. Con las ánimas
Aparecieron tratados sobre “extirpación de ido- del Purgatorio, al fin anónimas, el creyente no
latrías” y los sermones adquirieron mayor rele- tenía relación jerárquica alguna que se le impu-
vancia. Estos últimos estaban orientados a agu- siera. Estas virtualidades, sin embargo, permi-
zar el auto examen y a estimular la memoria del tieron que las ánimas se convirtieran igualmen-
pecado, mismo que adoptó la forma de un ser te en personajes privilegiados de la hechicería.17
viviente representado en numerosas estampas Después de las del Santísimo Sacramento y las
impresas que circulaban. La predicación, que de la Virgen, fueron las cofradías de Ánimas las
llevó la lengua general, es decir el quechua, a su más numerosas.
máxima expresión literaria, exaltó el carácter Mediante la obligación de confesarse y comul-
contable y animado del pecado. Echando mano gar en Pascua, conocida con el nombre de “pre-
de cordeles de lana con nudos llamados quipus, cepto anual”, la Iglesia logró ejercer un control
los indios de los Andes debían poder hacer in- eficaz sobre la construcción y reacomodo de las
ventario de sus faltas. También circularon ma- porosas fronteras étnicas. Los indios de diver-
nuales para párrocos que daban cuenta de los sas procedencias, que vivían en ciudades como
sacramentos, de la doctrina, la catequesis y los México y Potosí, solían dejar sus barrios y con-
cánticos, pero sobre todo de los ritos penitencia- fundirse con los demás grupos. También se ejer-
les que dieron al más allá una importancia deci- ció el control mediante el temor al demonio y a
siva. Una serie de prescripciones fijó límites al las penas del infierno. Los curanderos y hechice-
culto de los antepasados; a saber, que después de ros, que solían establecer una relación intrínse-
la muerte la vida humana se prolonga mediante ca entre magia y religión, fueron objeto de perse-
vías que concretan el dogma de las tres iglesias: cución por las autoridades inquisitoriales. Esta
militante, purgante y triunfante, cuyos vínculos voluntad de dirección, inspirada por el Conci-
son sumamente fluidos. lio de Trento, dio lugar, no obstante, a formas
Detrás de la puerta principal de las iglesias de resistencia que le oponían la misma exclu-
catedrales, ubicado sobre la nave central, un sividad que reclamaba: se verificó, por ejemplo,
altar llamado “del perdón”, dedicado a la Virgen, la presencia de falsos sacerdotes indios, siendo
concentraba las funciones concernientes a las que el sacerdocio les estuvo más bien vedado,
Ánimas del Purgatorio. Este culto buscó que los al menos hasta 1690;18 pero también de indios
que deseaban confesarse con hechiceras. Un rito
 Juan Carlos Estenssoro Fuchs, op. cit., pp. 188-195.
15

  Pierre Ragon, Les saints et les images du Mexique


16

(XVIe-XVIIe siècle), París, L’Harmattan, 2003; Beatriz Ma- 17


 Juan Carlos Estenssoro Fuchs, op. cit., p. 409.
riscal, Entre juncos, entre cañas: los indios en la fiesta jesui- 18
 Margarita Menegus y Rodolfo Aguirre, Los indios, el
ta novohispana, Alicante, Universidad de Alicante (Letras sacerdocio y la Universidad en Nueva España, siglos xvi a
Novohispanas, Serie monográfica, 3), 1999. xviii, México, cesu-unam/Plaza y Valdés, 2006.

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entre los nuevos cristianos de los Andes consis- unificado como el incaico, lo cual dio lugar a for-
tió en comer cactos alucinógenos como devoción mas particulares de adhesión propias de un ré-
a Santiago apóstol, aunque adoptando la forma gimen de “dominio indirecto” fincado en alian-
de adoración de la Eucaristía, el misterio cristia- zas locales entre los caciques indios, los frailes
no más intelectual. Una cierta voluntad autóc- y los conquistadores encomenderos. Según ese
tona de apropiación de nuevos sacramentos ali- régimen, en el centro de la antigua Mesoamé-
mentó un debate en torno a la comunión: ¿eran rica había más de un millar de pequeños prin-
los indios dignos de recibir a Dios? Los casos de cipados tan numerosos como diversos, y no un
sincretismo traducen un proceso de adaptación y solo señor natural de ellos, sino muchos. Tal or-
reinterpretación de modalidades a partir de orí- ganización presentó elementos de continuidad
genes diferentes. Ellas sólo pueden entenderse cuando menos hasta 1620.20 Las voces que se le-
a la luz de contextos regionales.19 vantaron en denuncia de la idolatría fueron por
lo tanto aisladas o tuvieron lugar en zonas bien
delimitadas como Oaxaca y Yucatán.21 Esto no
Diferencias en la cristianización quiere decir que la Nueva España no se hubiera
convertido en un laberinto de creencias y en un
El grado de cristianización, muy difícil de medir, campo de prácticas religiosas. Lo que ocurre es
dependió de situaciones locales, de la presión de que ellas fueron difícilmente objeto de una su-
los pueblos, de la vigilancia familiar y de las op- pervisión y de un control unificado de parte de
ciones individuales. Los recintos sagrados, la du- las autoridades. Según veremos, en la experien-
ración de la misa y de otras funciones de culto, cia de las órdenes mendicantes su régimen de
como la impartición del bautismo, precisaron al exención respecto de los obispos también contri-
menos de una piedad elemental. En cambio, esta buyó a esta situación. En el Perú, en cambio, la
última podía no darse o adoptar eventualmen- polaridad extrema protagonizada durante déca-
te la forma de cultos celebrados en el campo, en das por frailes, pobladores, autoridades y elites
plena labor de maíz o en las montañas. Y es que indias encontró solución a partir de la enérgi-
las primeras imágenes cristianas habían hecho ca gestión del virrey Francisco de Toledo (1569-
su aparición en los santuarios familiares, al lado 1581), en coincidencia con la consolidación de
de objetos antiguos que los eclesiásticos califica- la monarquía en otros horizontes. Consecuente-
ron de ídolos. Este panorama compuesto, donde mente, en los Andes centrales tanto los virreyes
la cristianización fue una presencia a la vez irre- como los prelados y hasta los mismos religiosos
futable y superficial, se explica de muchas ma- —sobre todo la Compañía de Jesús— parecen
neras y supone diferencias considerables de un haber ejercido una vigilancia más ajustada y sis-
virreinato a otro. temática. A ello coadyuvó seguramente la mayor
El cristianismo, como la dominación española unidad política, lingüística y religiosa del mundo
que le fue indisociable, suscitó en la Nueva Espa- heredado del imperio incaico.22
ña pocos movimientos de rechazo abierto. Esto
se debió acaso a la adhesión temprana, estraté- 20
 Bernardo García Martínez, “Los años de la conquis-
gica y poco mediatizada de las elites autóctonas ta”, en Historia general de México 2010, México, El Colegio
al rey de España y a la fe. Es decir, el dominio es- de México (en prensa).
pañol en la Nueva España se vio indudablemen-
21
 Véanse, respectivamente, Rosalba Piazza, op. cit., y
Nancy Farriss, Maya Society under Colonial Rule: the Col-
te favorecido por la ausencia de un “estado” tan lective Enterprise of Survival, Princeton, Princeton Uni-
versity Press, 1992.
22
 Martti Parssinen, Tawantinsuyu, Lima, Pontificia
19
 Cfr. Guillermo de la Peña, “El campo religioso, la di- Universidad Católica del Perú/Embajada de Finlandia/Ins-
versidad regional y la identidad nacional de México”, en Re- tituto Francés de Estudios Andinos, 2003; Sabine Mac Cor-
laciones. Estudios de Historia y Sociedad, núm. 100, 2004, mack, Religion in the Andes, Vision and Imagination in
pp. 23-71. Early Colonial Peru, Princeton, Princeton University Press,

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Reiteremos que en la Nueva España las ór- Las cosas fueron distintas en el Perú. Cuan-
denes mendicantes alcanzaron una fuerza enor- do en este último virreinato comenzaba la con-
me y diferenciada a la vez. Sus redes gigantes- quista, la Nueva España había experimentado
cas de “doctrinas” y conventos, el ascendiente ya un primer momento de evangelización geo-
que ejercían sobre las poblaciones indias, su au- gráficamente muy diferenciado. La “conquista
tonomía de jurisdicción y su libertad de expre- espiritual” no inició en aquél, verdaderamente,
sión fueron juzgados por los obispos como cre- sino al mediar la década de 1540. Y lo hizo en
cientemente anómalos en el seno de la Iglesia. relación tanto con un antiguo sustrato religioso
No obstante estar formalmente imbuidos de la andino, subsistente, como con una religión más
supremacía que el Concilio de Trento les recono- unificada y reciente, fruto de la organización del
cía, fuera de uno que otro episodio secularizador imperio incaico.24 Punta de lanza del catolicis-
como el encabezado por el obispo Juan de Pala- mo tridentino, los jesuitas desembarcaron en el
fox en 1641en la diócesis de Puebla-Tlaxcala, los Perú cuando, repuesto de sus guerras civiles, en
prelados de la Nueva España no lograron redu- ese virreinato se intensificaba la cristianización
cir los privilegios de esos imperios eclesiásticos bajo el control sumamente vigoroso y generali-
sino muy tarde, hacia 1670; máxime que los frai- zado del virrey Francisco de Toledo (1569-1580).
les contaron en general con el apoyo de los virre- La Compañía de Jesús se dio con ahínco a esa
yes, verdadera estrategia de éstos para sostener a empresa. La validez de la discrepancia evocada
su propia burocracia en los pueblos de indios, así entre ambos virreinatos radica en las campañas
como para moderar los ímpetus del episcopado y de eliminación o “extirpación” de las idolatrías,
en particular de los arzobispos de México. Por su que en la Nueva España no tuvieron verdadero
parte, los religiosos tuvieron otras urgencias que equivalente.
los movilizaron desde finales del siglo xvi, a veces En los Andes, los indios de la cordillera creían
más importantes a sus ojos que las creencias de que sus antepasados se hallaban presentes en el
los indios. En el seno mismo de las órdenes reli- medio natural: en montañas, ríos, piedras y aun
giosas mendicantes la práctica de la “alternati- en momias. Estos lugares, llamados “huacas”,
va”, es decir, la distribución equitativa de respon- llegaron a ser propicios al culto. Siempre había
sabilidades y cargos entre criollos y peninsulares, un punto en la ascendencia humana donde el an-
alteró los ánimos y afiló las plumas hacia ámbitos tepasado mítico, que era hombre y huaca, se con-
completamente diferentes a las idolatrías. Una vertía en huaca de piedra; y otro punto en que
tendencia más acabó por predominar, sobre todo esta huaca daba origen a un linaje humano. De
a partir del último tercio del siglo xvii: el clero se- hecho, los adherentes del Taki Unquy, el movi-
cular alentó en la Nueva España el auge de gran- miento religioso de resistencia ya mencionado,
des devociones comunes a diversos sectores de la creían que las huacas andinas al mando de los
población, en parte para romper la hegemonía dioses Pachacamac y Titicaca iban a encarnar
espiritual de los regulares. Tales devociones, ins- en indios que se levantarían para echar a los es-
piradas en cultos ibéricos y cuyos mitos de fun- pañoles de la tierra.25 Sin embargo, los autores
dación se remontaban a la época de la conquista, peruanos letrados ya cristianizados, como Gar-
se fundaron sobre imágenes prodigiosas, como la cilaso o Guamán Poma, se pronunciaron por un
Virgen de Guadalupe de México.23 origen diferente de las “huacas”, más conforme
a las nuevas doctrinas. Insistieron en la llegada
1991; Marina Zuloaga Rada, “La organización política india al Perú, en una época muy remota, de apóstoles
bajo el poder español en el Perú: las guarangas y las auto-
ridades locales en Huaylas (1532-1610)”, tesis, México, El
Colegio de México, 2008. 24
 Sabine Mac Cormack, op. cit., distingue sistemática-
23
 Antonio Rubial, “Invención de prodigios. La literatu- mente entre el trasfondo religioso andino y la religión in-
ra hierofánica novohispana”, en Historias, núm. 69, enero- caica ulterior.
abril de 2008, pp. 121-132. 25
 Ibidem, pp. 181-204.

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Figura 12. Reproducción del mosaico de la iglesia de San Vital, Rávena, Italia.

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como Tomás o Bartolomé, quienes habían llega- tuarios y la revelación de milagros confirieron a
do a evangelizar a los indios. Recordemos que las “huacas” cristianas un verdadero poder des-
esta argumentación había sido, de hecho, igual- cifrable en términos andinos.
mente sostenida por los religiosos al principio de
la conquista en la Nueva España, allá por 1525,
cuando creían en una primera y antigua cristia- Las vías de la santidad
nización del Nuevo Mundo y esperaban, por lo
tanto, que la nueva empresa fuese rápida. La co- A partir de los contornos de 1650, la oposición
fradía de San Bartolomé, fundada en 1570 por los Iglesia/indios había dejado de existir para dar
mestizos del Cuzco, veneraba las peregrinaciones paso a una religión “híbrida” sumamente origi-
del santo, a quien se consideraba por entonces nal, nutrida por muchas tradiciones y específica
como el dios andino Viracocha. Sus miembros de las Indias. Para entonces las principales defini-
atribuyeron a la estatua y al templo del apóstol ciones de un catolicismo ortodoxo se hallaban es-
el valor de testimonios históricos de su presencia tablecidas en ambos virreinatos. En adelante, las
en América. Con el fin de extender rápidamen- autoridades eclesiásticas se dedicaron a contener
te la cristianización, desde 1611 los jesuitas em- los efectos de las transformaciones sociales per-
prendieron una intensa campaña y desarrollaron manentes. En otras palabras, a impedir que las
estrategias numerosas para disuadir a los indios manifestaciones católicas se hicieran idolátricas
de sus creencias idolátricas. Se apoyaron en “tra- y que las creencias de origen prehispánico adop-
tados de extirpación” precedentes, como los del taran tintes cristianos. O, en palabras de Kenne-
oidor Polo de Ondegardo y de fray Domingo de th Mills: “La llamada idolatría y el cristianismo
Santo Tomás O. P, o bien en textos nuevos como podían confluir y competir, especialmente cuan-
los del célebre padre jesuita José de Acosta. Estos do la línea borrosa que las separaba fue supervi-
escritos son testimonios de gran riqueza que dan sada con menos rigor y cuando la religión de las
cuenta no sólo de las antigüedades incaicas, sino Indias fue vista como un estilo evolutivo de vida
del saber religioso andino.26 y pensamiento, y no ya como una arena de com-
Los hicieron así dudar y, desde la cordille- bate cósmico de mundos antitéticos”.27
ra hasta Quito y Santa Fe de Bogotá, los indios Desde la década de 1620, pero sobre todo ya
aprendieron a diferenciar el objeto venerado por en la segunda mitad de ese siglo y en número
su poder de la imagen piadosa. Fue convenien- creciente, asistimos en la Nueva España a la
te dotar al espacio con nuevos símbolos, dar al producción de textos en que se fijan cultos apari-
Perú las bases de una religión universal y exhor- cionistas cuyos orígenes remontan al periodo in-
tar a los indios a la conversión al cristianismo. mediato posterior a la conquista, el de la prime-
Pero más imprescindible fue una “reconversión” ra evangelización. En ellos se construyen mitos
en lo referente a los lugares y objetos hasta en- de fundación mediante hechos legendarios que
tonces venerados, es decir, una reconversión de explican la aparición sobrenatural con un indio
las “huacas” a partir de la costumbre de con- como receptor primigenio de ella y de la imagen
versar en la intimidad con ellas. Las vírgenes y que la materializaba. En seguida se describe el
los santos contribuyeron a su éxito: Copacabana santuario que la custodia y del que irradia su
llegó a ser en el Perú un centro mariano de pri- culto. Finalmente se narran los milagros o por-
mera importancia y el lago Titicaca, cuna de an- tentos atribuidos a la imagen mediante la inter-
tiguas creencias y dominio del dios Viracocha, se vención de la Providencia. Para sus autores, la
vio honrado en lo sucesivo por la protección de Nueva España es un espacio privilegiado elegi-
la Virgen. La omnipresencia de vírgenes de di-
ferente advocación, la magnificencia de los san- 27
 Kenneth Mills, Idolatry and its Enemies. Colonial
Andean Religion and Extirpation, 1640-1750, Princeton,
26
 Idem. Princeton University Press, 1997, p. 4.

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do por Dios para manifestarse. La abrumadora tono cobrizo de los indios. Bajo el nombre de Vir-
mayoría de tales relatos se refiere a la Virgen gen de Copacabana, el famoso santuario en las
en sus diferentes advocaciones: Los Remedios, márgenes del lago Titicaca, le fue otorgado pleno
Guadalupe, Ocotlán, Zapopan, San Juan de los reconocimiento el 2 de febrero de 1583. Años des-
Lagos, etcétera, y en menor medida a Cristo y a pués, en 1589, don Francisco repitió su hazaña.
la Santa Cruz.28 Puso una nueva imagen en contacto con la origi-
Y es que si bien obispos y concilios habían nal. La Virgen milagrosa le transmitió su poder
construido la imagen del indio idólatra, también y presidió en lo sucesivo el santuario de Nues-
impulsaron la del indio converso y devoto sin- tra Señora de Pucarani. Veneradas por doquier,
cero. Lo hicieron mediante la fundación de con- ambas imágenes realizaron otros milagros. Su
ventos de religiosas cacicas y echando mano de fama se extendió por toda la región de Charcas
los relatos evocados, donde la presencia autócto- (en la actual Bolivia) y alcanzó la capital virrei-
na es fundamental. La sanción oficial ulterior de nal de Lima, donde recibió el apoyo entusiasta
los cultos no hizo sino confirmar las devociones. del arzobispo Toribio de Mogrovejo.29
En México las apariciones de la Virgen María al En Iberoamérica la historia de los milagros es
indio Juan Diego, que él mismo relatara en 1531 paralela a la de la santidad. Si los casos de indios
al obispo fray Juan de Zumárraga, fueron teni- virtuosos se multiplicaron a partir de 1630, los
das por indignas de crédito en un primer mo- demás grupos de esa sociedad multiétnica con-
mento. Fue sólo a partir del momento en que el tribuyeron tanto como los naturales a hacer de
indio mostró la imagen de María, milagrosamen- Lima una ciudad monasterio y un relicario sin
te estampada en su ayate o sayal, que dio inicio par. El propio arzobispo Mogrovejo (1538-1606),
la historia de la más importante de las devocio- titular de una de las primeras beatificaciones en
nes marianas de Iberoamérica. Como es bien sa- las Indias (1679, canonizado en 1726), abrió la
bido, se trata de una Virgen de rasgos autóctonos puerta de la santidad acercándola a los indios.
conocida bajo el nombre de Guadalupe. Promo- Testimonios más antiguos como los del már-
vida en su origen sobre todo por el clero secular, tir fray Diego Ortiz y del fraile Felipe de Jesús,
su culto acabó generalizándose a partir de 1650. franciscano de México que encontró la muerte
En 1746 la Virgen fue proclamada patrona de la por martirio en Japón, reforzaron la creencia
Nueva España por los obispos, y la Santa Sede en el apóstol Tomás. Éste sencillamente habría
sancionó oficialmente su culto en 1754. Sin solu- rociado de santidad los territorios a su paso mí-
ción de continuidad, Juan Diego fue finalmente tico por las Indias. Isabel Florez de Oliva, joven
canonizado en 2002 por el papa Juan Pablo II. criolla terciaria dominica, mejor conocida como
Por lo que hace al Perú, el cacique Francisco santa Rosa de Lima, fue bautizada por Mogrove-
Titu Yupanqui, aprendiz de escultor, decidió es- jo y canonizada en 1671. Su culto se extendió sú-
culpir en arcilla una imagen de la Virgen de la bitamente entre todos los grupos étnicos no sólo
Candelaria a efecto de que sirviera a su cofradía. en las provincias más remotas del Perú, sino aun
El cura y sus propios colegas indios la rechaza- en la lejana Nueva España. El de santa Rosa,
ron por su tosquedad. Decepcionado, el cacique el del mulato san Martín de Porres, declarado
se marchó a Potosí, donde tras de varios inten- “siervo de Dios” en 1659, y el del jesuita Pedro
tos modeló una obra, de nuevo burda, que suscitó Claver (siervo de Dios, 1657) son los casos más
mofas de todos salvo del corregidor, quien la com- célebres entre el centenar de hombres y mujeres
pró y la conservó en Copacabana. El milagro se muertos en olor de santidad.30 La exaltación de
produjo en 1582, al transformarse la imagen por
sí misma. Resplandeciente, ganó la aceptación 29
 Juan Carlos Estenssoro Fuchs, op. cit., pp. 451-459.
general. Negra en un principio, su tez adquirió el 30
 En 1671 fue canonizado el predicador dominico Luis
Beltrán y en 1675 se proclamó beato al misionero francis-
28
 Antonio Rubial, op. cit., pp. 122-124. cano del Perú Francisco de Solano. Cfr. Antonio Rubial, La

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esa santidad se confundió con las representa- rece haber sido más importante y extendida en
ciones de la historia hasta convertirse en ingre- el norte, donde el temprano fracaso del proyec-
diente privilegiado del patriotismo local y de la to de yuxtaposición de las repúblicas de indios
identidad de los reinos indianos. Ninguna ciu- y de españoles dificultó aún más las relaciones
dad igualó la reputación de la imperial Lima en entre ambos cleros. Debe igualmente tomarse en
la producción de santos. En cambio, descontando cuenta la menor distancia de la Nueva España
al mártir franciscano Felipe de Jesús, beatificado respecto de la corte del rey, y principalmente un
en 1627, para finales del siglo xvii cuatro de los proceso de pacificación más rápido en ella, donde
venerables promovidos por México habían ape- a pesar de la “guerra chichimeca” no se dio nada
nas sido proclamados “siervos de Dios”: el frai- comparable con las guerras civiles del Perú o con
le agustino criollo Bartolomé Gutiérrez (1668), los movimientos de resistencia autóctona. Otros
mártir en Japón; el ermitaño madrileño del siglo factores, continentales y topográficos, reforza-
xvi Gregorio López (1675), el lego franciscano ron las diferencias. Fuera de las barreras de sus
Sebastián de Aparicio (1625), de origen penin- sierras, la Nueva España no presentó obstácu-
sular, y la monja concepcionista de Puebla sor los reales a la conquista; ni de suelo, ni en lo to-
María de Jesús Tomellín (1684). No obstante su cante a un clima incluso más templado que el
menor éxito frente a Lima, los mexicanos se die- de Castilla, lo cual difiere considerablemente de
ron con ahínco a defender a su Virgen de Gua- la cordillera andina, donde las condiciones cli-
dalupe, don de Dios puesto por encima de cual- máticas rigurosas y la altitud extrema exigieron
quier escollo de idolatría. un mayor esfuerzo —por lo demás bien logrado
desde tiempos prehispánicos— en lo tocante a
las comunicaciones.31
Conclusión Es en el culto mariano donde radica la mayor
originalidad del catolicismo de la Nueva Espa-
Una serie de factores explica las diferencias ña. Basada en imágenes prodigiosas europeas
entre la Nueva España y el Perú. Conquistada, más antiguas, la primera efigie milagrosa apare-
pacificada y organizada una década antes, la pri- cida en México —esto es, la primera en relación
mera contaba con un adelanto de cerca de vein- con sus apariciones en 1531— fue la Virgen de
te años sobre el segundo; se hallaba animada Guadalupe, una imagen “no hecha por mano de
por una dinámica cultural con procedimientos hombre”. Poco después, otras imágenes siguie-
de cristianización tardo medievales de inspira- ron, siempre inspiradas en modelos europeos,
ción humanista, es decir pre-tridentinos, apre- que se asentaron como las representantes privi-
hendidos por las personas de distintas maneras legiadas de los fieles a expensas de las reliquias
y en distintos tiempos en razón de su enorme de los santos. En contraste con el Perú, la pro-
diversidad lingüística y de la autarquía de las clamación de estos últimos —masculinos y feme-
órdenes religiosas. La Nueva España careció ninos— apenas tuvo lugar en México, con sólo
sobre todo de una estructura socio-política tan dos beatificaciones: Felipe de Jesús en 1627 y Se-
unitaria como fue la de los incas, lo que impi- bastián de Aparicio, proclamado tardíamente en
dió lograr un control político-religioso unifica- 1790.32 ¿Qué factores lo explican? ¿Se aprecian
do semejante al andino. Pero también intervi-
nieron las condiciones mismas de la expansión 31
 Marcello Carmagnani, “La organización de los es-
española, cuya densidad fue diferente en cada pacios americanos en la monarquía española, siglos xvi a
virreinato: la ocupación europea hasta 1570 pa- xviii”, en Óscar Mazín (ed.), “Las Indias Occidentales: pro-
cesos de integración en las monarquías ibéricas (siglos xvi-
xix)”, México, El Colegio de México (en prensa).
santidad controvertida, hagiografía y conciencia criolla al- 32
 A las causas ya mencionadas promovidas desde Méxi-
rededor de los venerables no canonizados de Nueva España, co, hay que añadir que en las primeras décadas del siglo
México, fce, 1999, pp. 66-67. xviii, Filipinas logró introducir la de sor Jerónima de la

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Figura 13. Foto A. Garduño. Huerta y su Estado Mayor, Archivo del Centro de Estudios de Historia de México Carso, México D.F.

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diferencias notables entre ambos virreinatos en la resistencia inca en Vilcabamba (ca. 1570). La
términos de una veneración más intensa de re- vida del indio Nicolás Ayllón (1632-1677) refle-
liquias de los mártires primitivos? ¿Desempeñó jó las grandes transformaciones de la sociedad
la mayor lejanía de la corte del rey algún papel? del virreinato y constituye un caso ejemplar. Dos
¿Calaron más profundo en el virreinato meri- años antes de morir, las convenciones relativas
dional las enseñanzas del catolicismo tridenti- a la acusación de idolatría contra los indios se-
no sobre los senderos de la vida de perfección? guían firmemente arraigadas. Luego del deceso,
Debe recordarse que en el siglo xvii la práctica de la imagen de Ayllón —en forma de retrato gra-
las virtudes cristianas era acaso más importante bado— circuló por todo el virreinato. Todo lo
que las fuerzas sobrenaturales. ¿Ejerció quizá el orientó hacia Dios, a la virtud y a las ánimas del
control más unificado de las autoridades sobre Purgatorio. El mundo de Nicolás era también el
el proceso de cristianización en el Perú un papel de los intercambios entre grupos étnicos y so-
significativo en las causas de santidad promovi- ciales. Ningún otro proceso de canonización en
das en ese virreinato? ¿Se afanaron las autorida- el Perú suscitó más esperanzas, especialmente
des mexicanas en promover el culto guadalupa- entre los indios, ni hizo correr tanta tinta.
no hasta su sanción pontificia en compensación Fue la Inquisición, y ningún otro cuerpo po-
de su fracaso con las causas de beatificación?33 lítico, quien detuvo el proceso. Y lo hizo no por-
Finalmente, ¿eclipsó el culto portentoso a santa que los indios estuvieran sujetos a ese Tribunal
María de Guadalupe las posibilidades de procla- —ya sabemos que no lo estaban—, sino porque
mar la santidad en la Nueva España? la figura de Ayllón había excedido los límites de
Más numerosos en el Perú, los casos de santi- clase y de jurisdicción religiosa, prácticamente
dad y los procesos de beatificación y aun de ca- invalidándolos. No habría más “idolatrías” que
nonización dejaron honda huella en el catolicis- perseguir si el misticismo y la virtud autócto-
mo andino. En esas latitudes la santidad corrió nas quedaban sancionadas por el proceso de ca-
pareja a los milagros. Juan Carlos Estenssoro nonización.
nos dice que la transformación de la Virgen de Entre 1693 y 1750 los indios del Perú, como
Copacabana fue tan sólo el umbral entre el mi- grupo, lograron obtener de la Corona las más
lagro de la conquista y el milagro en beneficio de importantes concesiones de reconocimiento so-
los indios. De manera simultánea, el arzobispo cial en la historia entera del virreinato. Las eli-
Toribio de Mogrovejo abrió la puerta de la san- tes autóctonas fueron capaces de hacer retroce-
tidad. Rosa de Lima, quien recibiera el bautis- der las fronteras sociales y probar que los indios
mo de manos del santo arzobispo, la personificó debían gozar de los mismos privilegios de los
para los grupos urbanos, mientras Martín de Po- cristianos viejos. Paradójicamente, eso implica-
rres hizo otro tanto para los negros. A los santos ba que dejaran de ser indios, aunque de hecho
de la conquista siguieron los mártires de la fron- lo fueran más que nunca como resultado de su
tera, y de ellos el más paradigmático, aunque reclamo de una identidad que trascendía ya las
no el único, fue el fraile Diego Ortiz, asociado a fronteras tradicionales. En 1699, en España, un
cacique inca pidió al Consejo de Indias erigir una
Asunción, fundadora de las Descalzas franciscanas de Ma- orden de caballería para indios nobles con Santa
nila; por su parte, la ciudad de Guatemala consiguió abrirle Rosa de Lima como su patrona.34
proceso a José de Betancurt, fundador de la orden hospita- Y es que a finales del siglo xvii dio inicio en
laria de los betlemitas. En la segunda mitad del siglo, dos
personajes más de origen peninsular, con destacada labor el Perú, al parecer con mayor fuerza que en la
en México, fueron proclamados “siervos de Dios”: el francis- Nueva España, una reinvención de los indios que
cano fray Antonio Margil de Jesús (1767) y el obispo Juan hizo del pasado autóctono su modelo. Se exal-
de Palafox y Mendoza (1760), cfr., Pierre Ragón, op. cit., p.
250 y Antonio Rubial, op. cit., p. 68.
33
 Tal es una de las hipótesis que sostiene Pierre Ragon,
34
 Para el caso de Ayllón véase el último capítulo de Juan
op. cit., p. 341. Carlos Estenssoro Fuchs, op. cit.

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taron la heráldica, los retratos, las armas y los providencial, una verdadera “teología de la victo-
atuendos suntuosos.35 Tal patrimonio dio paso ria” encarnó la presencia lejana —pero presencia
al surgimiento de un nacionalismo indio pan- al fin— del rey, misma que acabó sobreponiéndo-
andino que asumió la legitimidad de los antiguos se a la pérdida creciente de carisma de los virre-
soberanos del Tahuantinsuyu. No tuvo equiva- yes. Ella llegó a incluir la posibilidad de asimi-
lente en México, donde las diferencias entre una lar el rey de España al inca. El cronista Guamán
y otra región en materia religiosa y lingüística Poma percibió muy bien el lazo profundo entre el
parecían más pronunciadas. universalismo de la monarquía y la religión.37
Finalmente hay que decir que el cristianismo, Las representaciones reivindicadoras de au-
entendido como ley, vertebró no sólo el orden so- tonomía en ambos virreinatos alcanzaron sus
cial. También constituyó el principio diferencia- momentos estelares en el lapso que va de 1650
dor que dio sustento a los afanes autonómicos a 1780. La mayor parte fue de carácter religioso
de los grupos rectores de los dominios america- y llevó las devociones a Cristo, a la Iglesia, a la
nos, es decir al patriotismo criollo. El mapa de Virgen, a los santos y santas a sus últimas con-
las Indias Occidentales se pobló de nichos, de al- secuencias como los protagonistas más preclaros
tares, ermitas, capillas y lugares sacralizados por del “imperio de las Indias” en el concierto de
la presencia mariana, de imágenes “importadas” la monarquía española. En su libro Felicidad
de carácter fundacional o primitivo. Nelly Sigaut de México…, consagrado a santa María de Gua-
explica que sus adaptaciones locales dieron siem- dalupe, Luis Becerra Tanco declaró que sólo en
pre lugar a redes que cohesionaron distintas co- virtud de ese portento divino la Nueva España
munidades y regiones geográficas; algunas imá- había sido incorporada a la monarquía por agre-
genes de la Virgen se convirtieron, de hecho, en gación. Alegatos como éste, que reivindicaban
patronas de las naciones surgidas a partir de la para las Indias el principio de agregación por
independencia.36 Es, pues, el cristianismo el fe- encima de la mera integración por conquista,
nómeno de tiempo largo que mejor explica la du- encontraron su más cumplida expresión plástica
ración tres veces centenaria del “Imperio de las en los programas iconográficos de grandes igle-
Indias” con el monarca a dos mil leguas de dis- sias o bien en los arcos triunfales de bienvenida
tancia. Desde finales del siglo xvii una mística a los virreyes y arzobispos.38

35
 En la Nueva España la asimilación de la nobleza in-
dígena a la hidalguía castellana repercutió en la admisión
excepcional de ciertos caciques a las órdenes militares o
de caballería. En 1722 don Nicolás de Montañez, cacique
otomí de Tula y Jilotepec, fue hecho caballero de la Orden 37
 Thomas Calvo, “Pisando huellas. El devenir de la So-
de Santiago. El ascenso social del hidalgo castellano se vio beranía: de conquistas, rupturas y revoluciones (siglos xvii-
igualmente reflejado en el número de indios del común (ma- xix)”, en III Jornadas de Historia de las Monarquías Ibé-
cehuales) que después de haber ocupado puestos municipa- ricas. Las Indias Occidentales, procesos de incorporación
les se convertían en nobles, es decir en “principales”. Desde territorial (siglos xvi-xix), México, El Colegio de México,
los contornos de 1650 los cargos de cacique, hereditario, y 25-27 de septiembre de 2007 (en prensa).
de gobernador, electivo, se fueron disociando, aun cuando 38
 Luis Becerra Tanco, Felicidad de México en el prin-
ciertas familias de caciques intentaron acumular ambos. cipio y milagroso origen que tubo el Santuario de la Virgen
Finalmente, a partir de 1697 los indios también pudieron María N. Señora de Guadalupe, extramuros: en la appari-
recibir las órdenes eclesiásticas mayores, aun el sacerdocio; cion [sic.] admirable de esta Soberana Señora, y de su pro-
cfr. Óscar Mazín, op. cit., 2007. digiosa imagen. Sacada a luz, y añadida por el Bachiller…,
36
 Nelly Sigaut, “La administración borbónica frente a presbytero [sic.], México, Jus, 1979 [1ª. ed., México, Viuda
los cultos marianos locales”, en Óscar Mazín (ed.), op. cit. de Bernardo Calderón, 1666].

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