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Reliquias novohispanas

Fabiola Robledo Vázquez

1. Introducción:

En el siguiente trabajo, intentaré abordar la manera en que las reliquias adquirieron


gran importancia para las órdenes religiosas y para el pueblo en la época
novohispana, estas reliquias podrían ser desde estampas, flores, agua hasta partes
del cuerpo de algún mártir o santo muerto,

El culto a las reliquias ha existido desde tiempos tempranos del catolicismo,


normalmente se tenían que notar ciertas virtudes sobre algún personaje para poder
reconocerlo canónicamente, en cuanto esto
pasaba, tenía que ser autorizado por la Sagrada
Congregación de ritos en Roma, así era como los
restos de los mártires o los santos adquieren un
valor tanto espiritual como material bastante
significativo y los lugares santos que tenían la
fortuna de poseer alguna de estas reliquias,
lograba formar un lazo de identidad con esta, y
servían como pilar para afianzar y difundir
valores y muchas personas decían experimentar
manifestaciones de estas devociones.
Aunque no era en todos los casos, pues hay un
sector que desprecia estas reliquias, estas
personas predicaban en contra de ellas pues el culto parecía en realidad idolatría y
veía sin sentido este culto a huesos o pertenencias de gente muerta.

Como antecedente es importante mencionar que en un primer punto, los


cementerios servían como un punto de encuentro entre Dios, el hombre y la muerte,
aquí se rompía esa frontera y así era como funcionaban los Santos, era la conexión
directa que se tenía con Dios y así comenzó la instauración de la obtención de las
reliquias, donde una se encontraron en las tumbas y una segunda, donde se
obtendrán por medio de la invención.

Las reliquias pueden ser de tres grados:1) un fragmento del cuerpo, 2) un fragmento
de su ropa o de algo que el santo usaba durante su vida, y 3) cualquier objeto que
ha sido tocado a una reliquia o a la tumba de un santo. Las reliquias e imágenes de
los santos se adoran con dulia respectiva, los objetos directamente con él
vinculados también pueden ser consideradas para el culto.

2. Las reliquias en la Nueva España

“Con una economía próspera y una sociedad pluriétnica, la Nueva


España de los siglos XVII Y XVIII presentaba las condiciones ideales
para generar fenómenos de culto y hagiografía alrededor de figuras
que responden a los modelos de santidad vigentes en ese momento
en el mundo católico.”1

La Nueva España atravesó por un periodo donde estaba fuertemente posicionado,


la minería y el comercio eran la fuente principal de ingresos, los obrajes eran cada
vez más y la población había empezado a consumir cosas de “lujo”, así como
diferentes proyectos para la construcción de iglesias y conventos; a su vez, las
diferencias tanto étnicas como socioeconómicas se hacían más notables. “Un
número creciente de mestizos, mulatos y demás gente de mezcla, engrosaban las
capas medias y modestas y ejercía actividades tan diversas como la manufactura
artesanal, la arriería, el pequeño comercio y el trabajo agrícola y minero”.2

La iglesia era la que contaba con una cohesión estamental mayor, contando qué
económica y políticamente tenía una fuerte presencia en la sociedad “Su control
sobre la doctrina, la liturgia y la moral y a través de ellas sobre el arte, la imprenta, la
educación y la beneficencia le daban a la Iglesia una excepcional influencia social y
cultural”. Estos religiosos novohispanos se sentían capaces de luchar contra la

1
Antonio Rubial García, “Cuerpos milagrosos. Creación y culto de las reliquias novohispanas”,
Estudios De Historia Novohispana, 20, consultado en:
https://doi.org/10.22201/iih.24486922e.1998.018.3473
2
Ibid.
herejía y preservar la ortodoxia, y poseían las herramientas para la creación de una
cultura que uniera a toda la población dentro de una conciencia colectiva.

Ya que la Nueva España no contaba con santos -y a su vez, con reliquias-, estos
eran traídos desde Europa, existían dos rutas para poder trasladarlas a las nuevas
tierras: 1) Estas eran las solicitudes que se realizaban de forma directa ya sea al rey
o al Papa, 2) Por medio de una donación por parte de algun clerigo o por los
habitantes de la ciudad. También, los religiosos solicitaban las reliquias de los
fundadores de sus órdenes, muchos pedían reliquias específicas para algún “mal” o
desastre; en los conventos de monjas hacían estas solicitudes a través de algún
religioso.

Como ya se mencionó antes, las reliquias eran trasladadas de Europa a la Nueva


España, a través de navíos de las flotas como si se tratara de alguna mercancía
más, viajaban entre pinturas, libros, etc. Como todo, se corría el riesgo de que el
navío naufragara o fuera abordado por piratas.
Todas las reliquias debían ir con su “sello” de autenticidad, por lo que se podía
encontrar junto con estas, los documentos que indican la parte del cuerpo del
santo/mártir que había sido donado, junto con su punto de origen.

“Al parecer, el traslado y circulación de reliquias y relicarios se inició a partir


de la segunda mitad del siglo XVI, momento que coincide con la
consolidación de la Iglesia mexicana y que no cesó a partir de ese momento.
Las peticiones para tener el privilegio de una santa reliquia fueron continuas.
Estas tuvieron privilegios diferentes para sus dueños ya que era un medio
para obtener especiales favores debido a sus poderes taumatúrgicos y que
se acentuaban si estaban acompañadas de las indulgencias que
garantizarían la intercesión y desde luego, está el prestigio social que
otorgaban a quien poseería tan preciosa joya”.

El culto por estas reliquias tuvo intereses de por medio, tanto para los indios como
para los españoles, los frailes promovieron estos cultos y las manifestaciones
religiosas como una necesidad que tenía la población para poseer un lugar santo.
Las reliquias solían enviarse a la compañía de Jesus, pero para el siglo XVI se
formó un nuevo grupo que comenzó un culto a las reliquias de peninsulares,
mestizos y criollos, lo que causó ciertas molestias, por lo que para 1625 el papa
Urbano VIII emitía el primero de una serie de decretos que tenían como finalidad
ejercer mayores controles sobre la promoción, la veneración y la hagiografía de
aquellos hombres y mujeres que, aunque tenían fama de santidad, aún no estaban
beatificados o canonizados por la Iglesia.
Puede decirse que los trámites burocráticos y los requisitos para poder canonizar a
alguien fueron aún más rigurosos, y se había prohibido el culto a los restos mortales
o a las pertenencias. Pero se hacía caso omiso a las indicaciones del papa y se
continuaba tratando a los personajes como santos, había una incitación por la
veneración tanto a sus tumbas, como a las
reliquias y sus imágenes.

Las personas solían solicitar milagros como en la


curación de algún mal, esto sobre todo las
convirtió en un hecho de la veracidad de estas,
se les pedía por medio de oraciones con la
promesa de dar algo a cambio, se buscaba
también la protección contra los males del
mundo, ya sea en lo material, protección
espiritual, que se detuvieran las epidemias y
comenzaran las lluvias, entre muchas otras, la
seguridad de la Nueva España había caído sobre
estas.

Ocurría algo muy común con las reliquias, y es que se vendían y falsificaban con
mucha frecuencia, había monjes que se dedicaban a la falsificación de estas, y la
venta no fue exclusiva de Europa, en las nuevas tierras también sucede, se pone de
por medio el hecho de que estaba arraigada en el uso de la cultura cristiana la
demanda de estos santos objetos y la necesidad de la gente por adquirirlos.
También esta devoción llevó a el robo de restos de sus tumbas, existe un caso muy
conocido del franciscano fray Martín de Valencia, el cual fue uno de los primeros
evangelizadores de esta orden, al morir en 1534, comenzó a ser venerado, este fue
sepultado en un ataúd de madera, donde estuvo por más de 30 años en
Tlalmanalco, pero su tumba fue abierta en diversas ocasiones antes de ser robado,
era muy visitado.
El robo del cuerpo ocurrió en el año de 1577, cuando Jeronimo de Mendieta pidió
que se abriera el sepulcro pero no lograron encontrar los restos del fundador
franciscano.

3. Representación en el arte.

A lo largo de la historia el hombre ha representado su realidad en el arte. A través


de ella podemos conocer mucho de la sociedad en que se crea una pieza. El tema
de las reliquias no queda fuera de este hecho. Han sido plasmadas en diferentes
expresiones artísticas y por eso es importante dedicar un fragmento de este trabajo
para hablar de ello. Así podremos ver la importancia que tenían en el imaginario
social.

En la pintura sobre todo es donde se puede ser más explícito conforme a lo que se
busca transmitir. En este caso no sólo se plasmaban las reliquias, es importante
recordar que estás estaban ligadas a un santo en específico y era importante hablar
de ellos, plasmarlos, transmitir. Era necesario hablar del santo, sólo de esta manera
las reliquias obtenían su valor. “Las escenas imaginadas tenían como objetivo
transmitir, plasmar y hacer comprender lo que el santo sintió ante una determinada
aparición”.3

A decir de Rosalva Loreto, muchas de las representaciones de los santos provenían


del imaginario de las monjas, imaginación que provenía de cosas aprendidas en
casa, de otras imágenes y de lo que se les enseñaba. Las imágenes servían más
que para presentar las cosas, eran para mostrar las cosas sentidas y eso es lo que
debe ser recordado.

3
Rosalva Loreto López, “Del tamaño de una uña” Reliquias, devociones y mística en una
ciudad novohispana. Puebla de los Ángeles, siglo XVII”, Relaciones Estudios de Historia y
Sociedad, vol. 38, no. 150, junio 2017, Pág. 61.
De este modo la forma en que se representarán era bien pensada. En algunas se
centran más en algo. Las posiciones y desplazamientos de las figuras son
importantes y se hacen por algo. Por ejemplo, en algunas se ve una figura de
cuerpo completo, en otras únicamente el rostro.

“Cada visión permitió interpretar determinados aspectos de la organización del


mundo para cada religiosa. Ya fuera con escenas completas, fragmentadas o
con la aparición de simples signos icónicos, las monjas apuntaban o describían
objetos precisos, singulares y concretos, expresan lo que ellas “veían” o lo que
sabían del tema […]”. 4

Las imágenes no sólo contaban con el santo en cuestión, dentro debía resaltar el
objeto, la reliquia. La autora nos presenta el ejemplo de Isabel de la Encarnación,
representada con muchos destellos, relámpagos, cosas brillantes, asociados a lo
que está escrito sobre ella. En el texto se menciona que vio un collar con partes
resplandecientes. Se hace una mención explícita de un objeto precioso
perteneciente a una virgen.

Esto es importante al momento de ver las imágenes pues al ver los destellos en ella,
automáticamente se asociará con la historia del collar. De esta manera se lograba a
través de la pintura introducir a la sociedad un referente de un objeto que se
menciona en la historia, se guarda en su memoria y luego lo compran.

“[…] además de las advocaciones relatadas e identificadas iconográficamente, se


centraba en las cualidades aludidas en cada aparición. Su asociación con escenas
conocidas formó parte de un sistema devocional específico.”5 La pintura fue
importante porque lograba que las personas asociaran lo aprendido, ya fuera leído o
escuchado con imágenes y sentimientos. Al ser recordados también era más fácil
asociarlo también al objeto o reliquia.

4
Ibid., Pág. 73.
5
Ibid., pág. 77.
4. La orden de las carmelitas descalzas y sus reliquias

“Se llevaron el cuerpo de la santa. Cuando el Duque de Alba se enteró de


que se habían llevado el cuerpo de la santa, montó en furia, amenazó a las
monjas del convento de Alba de Tormes con los mayores castigos si se
dejaban arrebatar también el brazo que les habían dejado como consuelo.
Luego, el cuerpo de la Madre Teresa de Jesús fue descuartizado: el pie de
derecho y un trozo de la mandíbula superior están en Roma; la mano
izquierda en Lisboa; la mano derecha, el ojo izquierdo, los dedos y trozos de
carne esparcidos por toda España y por toda la cristiandad; el brazo derecho
y el corazón, en relicarios expuestos en Alba de Tormes. Tal diseminación de
los restos de la Santa nos recuerdan —salvando las distancias y las
intensidades, claro está— los mitos vinculados con los rituales de fertilidad.
Las diferentes partes del cuerpo de la Madre Teresa de Jesús, dispersas por
el mundo cristiano, constituyen reliquias importantes”

El convento de las Carmelitas descalzas se fundó en la ciudad de Puebla en 1604,


en sus inicios no fue sencillo pues sus fundadoras habían requerido de apoyo
material y espiritual, este monasterio comenzó su funcionamiento en 1615, la
construcción estaba contigua a las construcciones jesuitas, había una gran
inseguridad además de la lejanía y estos eran problemas constantes.
Entre este apoyo recibieron una reliquia muy especial, un pedazo de carne del brazo
de Teresa de Jesús, a partir de esto en 1618, las monjas comenzaron a
experimentar apariciones.

El 28 de agosto de 1618, recibieron la visita de fray José de Jesus María, el cual


traía consigo este fragmento de Teresa de Jesús, su tamaño no pasaba el de una
uña, con esta acción se buscaba el reconocimiento de manera social del convento,
las monjas esperaban que tuviera los mismos atributos que otras órdenes de
Europa, tambien estaba ahi para fortalecer la cercanía de las hermanas de
diferentes partes además de incentivar la taumaturgia milagrosa de lograr la
fecundidad, la sanación y la salvación de los miembros de la comunidad monástica,
milagros que, según lo descrito en el documento, también podían obrarse en el
Nuevo Mundo.

“Una vez en posesión de la reliquia, a las religiosas les surgió el deseo de


establecer un acercamiento íntimo con el sagrado pedacito de carne, en la
soledad de su celda la observaron con detenimiento en espera de alguna
señal divina y una a una fue observándola. A este conjunto de mujeres, de
manera excepcional les fue permitido vivir de cerca y transitoriamente el
proceso del iluminismo como parte de una experiencia mística”

Agustín Ugarte y Saravia estaba colaborando con la fundación del convento de las
Carmelitas de Lima, y este les regalo
una carta manuscrita de la Madre
Teresa de Jesús, está fechada el 28 de
agosto de 1575 con firma en Sevilla,
está escrita en 4 hojas de papel, en
donde de puede leer un saludo,
ademas de dar noticias de su hermano
Lorenzo entre otras cuestiones y va
dirigida a Maria Bautista. Esta
comunidad de Carmelitas descalzas,
conservan y veneran de manera
pública y privada en la iglesia de su
monasterio una variedad de reliquias.

5. Conclusiones

Es innegable la gran importancia que tuvieron las reliquias en el transcurso de la


Nueva España, hasta el punto de ser un importante pilar para que la gente pusiera
bajo su cuidado y protección sus ciudades de desastres naturales. Lo vemos
también con la falsificación de las mismas, lo cual solo nos demuestra lo
indispensables que podían llegar a ser.
El culto por parte de la iglesia promovió la adquisición de diferentes reliquias, en un
intento por divinizar las nuevas tierras, e hicieron solicitudes sin descanso aun
después de las prohibiciones derivadas del Concilio de Trento, como podemos ver
en las órdenes de los Jesuitas que eran los que más procuraban tener en sus
centros religiosos, reliquias que mostrar. A lo largo de la época colonial muchos se
hicieron de importantes reliquias, como vimos en el caso de las Carmelitas
descalzas, y se llegaron a crear espacios arquitectónicos especiales -como capillas-
para las importantes reliquias.
Pero aun con la gran veneración que se tenía, al paso de los años fueron perdiendo
importancia y la atención de los fieles, muchas de las reliquias contaban con apenas
pequeñas biografías y una que otra anécdota transmitida oralmente pero estas son
características que no sobrevivieron el paso del tiempo y poco a poco se fueron
perdiendo.

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