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Panambí – El velo de la novia

MB
Dicen que hace muchos, pero muchos años, en la selva misionera, a orillas del
río, vivía con su madre, una chica muy linda llamada Panambí. Era alegre y tenía
brillantes ojos negros, y todos los días mientras cantaba salía a navegar en su canoa y
volvía con muchos frutos y miel.
Un día volvía para su choza y se cruzó navegando con un joven que no conocía,
era muy apuesto y no podía dejar de mirarlo, así como él la miraba a ella. Estaba
hipnotizada en el medio del río y cuando volvió a la realidad se había hecho de noche y
la luna ya dibujaba una estela en el río. Cuando llegó a su choza su madre la esperaba
muy preocupada y le preguntó que le había pasado, y Panambí, con una expresión
ausente, no sabía que contestarle. Su madre entonces le preguntó si había visto a Pyra-
yara, el dueño del río, pero ella no pudo responderle. Desde ese día no podía dejar de
pensar en ese hermoso muchacho, caminando por la selva, acostada en su hamaca,
juntando frutas y miel, sólo pensaba en navegar con su canoa para encontrarlo. Y
todos los atardeceres se repetía el encuentro.
Una noche Panambí se despertó con ruidos de remos golpeando el agua,
sintiendo que la llamaban hacia el río, dejo su choza y se dirigió a la orilla, una extraña
fuerza hizo que se metiera hasta la mitad del río sin darse cuenta de que las aguas la
iban cubriendo, pues ella tenía la mirada puesta en el joven que la esperaba en su
canoa en el medio del río. Cuando Panambí llegó hasta la canoa del joven ya se
encontraba sin vida. Pyra-yara la alzó y la puso en una balsa que tenía junto a su canoa
y con ella se marchó hasta el lugar donde el agua tenía una enorme caída. La canoa de
Pyra-yara siguió su curso como si no hubiera tenido que pasar por ese terrible salto,
demostrando su naturaleza sobre humana, pero el cuerpo de Panambí saltó de la balsa
y se perdió entre las piedras, dándole a las rocas una forma humana.
Desde entonces un gran chorro de agua cubre su cabeza y su cuerpo como el
velo de una novia, convirtiéndose en gotitas de cristal antes de volverse nuevamente
agua del caudaloso río.

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