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OAKLANDER, VIOLET (2008): Una manera innovadora de usar la música en terapia.

En:
El Tesoro Escondido. Chile: Editorial Cuatro Vientos, Capítulo 11.

En este capítulo Oaklander nos guía en una descripción del trabajo terapéutico con la
música, constantemente reitera lo complicado que es poner en palabras la experiencia de lo
que es trabajar con niños y el mundo de la música. Hace referencia a contactar con el niño,
pero sobre todo contactar con uno mismo como terapeuta y como la música es un camino
hacia ello. Nos habla de cómo el contacto exige conciencia de los diversos aspectos del
organismo: los sentidos, el cuerpo, las emociones, el intelecto. Los niños que establecen un
mal contacto con los demás —pares, hermanos, padres, profesores— son aislados,
restringidos en alguno o todos los aspectos del organismo. Estos niños emproblemados
desarrollan defensas inadecuadas o manifiestan síntomas físicos perjudiciales y es a través
de nuestro encuentro con ellos y la música que logramos contactar en un mismo campo.

A través de la lectura del capítulo, Violet nos invita a adentrarnos en una aventura de
ámbito no verbal, donde nos comunicamos por medio de la música la cual nos lleva a
explorar situaciones no tan agradables de manera diferente, abrir esas barreras en el campo
que existen con el lenguaje y que se liberan a través de los sentidos. Expone diferentes
ejemplos de ejercicios con los que ha trabajado, de que manera los ha guiado siempre
utilizando la proyección como base de su trabajo, incluso mencionando cómo ella misma
nota cuando comienza a proyectarse dentro de alguna historia que incluye en el trabajo para
modelar alguna situación para el cliente. Por consiguiente nos invita a explorar nuestras
propias proyecciones para ponerlas al servicio de la terapia también, un mundo mágico
donde no hay una cosa como una nota incorrecta.

Podemos utilizar cualquier cosa que haga ruido como el cuerpo, silbar, aplaudir, balbucear,
hacer ruidos con cosas, etc. Esto nos invita a traer al presente una mente creativa y
juguetona para nuestras consultas. La experiencia musical es nutritiva para contactar
también con nuestro niño interno, de hecho lo pone como un medio para contactar con el
niño en sesión. Nos describe ejercicios en donde ha trabajado con grupos, familias, niños
con mutismo, niños con experiencias de abuso sexual, solo para darnos un pequeño ejemplo
de todas las posibilidades a las que se puede llegar al trabajar con la música en sesión.

Violet cierra con la experiencia la motivó a trabajar con música en sesión y de la cual nos
deja una gran experiencia para la vida en general. El concierto de Itzhak Perlman, violinista
que usa aparatos ortopédicos por secuelas de polio, en dónde en pleno concierto se tronaron
algunas cuerdas de su violín y continuó tocando, ajustando creativamente lo que tenía para
tocar la pieza que masterizó excepcionalmente cerrando con la siguiente frase: ¿Saben?, a
veces la tarea del artista es descubrir cuanta música podemos producir con lo que nos
queda. Que creo nos invita a contemplar la manera en la que hemos aprendido a vivir con
lo que tenemos y a enseñarles a nuestros clientes a crear nuevos caminos con lo que tienen
que a veces parece poco o nulo y que a través de estas experiencias y la música podemos
reestablecer, reformular, recrear, rehabilitar y recapacitar nuestras habilidades para conectar
con el presente.

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