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EL COSTE DE PENSAR

“¿Por qué es el género Homo el único de todo el reino animal que ha aparecido con estas enormes
máquinas de pensar?”

Evolucionar hace parte de lo que hoy conocemos, sin embargo, el proceso fue un tanto peculiar si
hablamos precisamente del ser humano. Según Noah Harari (2011):

los humanos tienen un cerebro extraordinariamente grande en

comparación con el de otros animales. Los mamíferos que pesan 60 kilogramos tienen en

promedio un cerebro de 200 centímetros cúbicos. Los primeros hombres y mujeres, de


hace 2,5

millones de años, tenían un cerebro de unos 600 centímetros cúbicos. Los sapiens
modernos

lucen un cerebro que tiene en promedio 1.200-1.400 centímetros cúbicos. El cerebro de


los

neandertales era aún mayor. (PP. 11 – 12)

Este puede ser un tanto evidente, ya que como humanos estamos ensimismados en creer que
nuestra inteligencia nos posiciona como los más fuertes ya que “más es mejor”. Aunque esto se
refleje así, el proceso que nos llevo a tener esta cualidad tan distintiva, fue adaptativo ya que para
nuestro cuerpo funcionara en concordancia al cerebro, el sapiens estuvo bajo un proceso doloroso
ya que un cerebro tan grande requiere un desgaste proporcional a este.

Podemos decir que nuestro cerebro es la mayor arma que tenemos, ya que sustituye una
habilidad por otra, un ejemplo muy claro que menciona el autor “Un chimpancé no puede ganar a
Homo sapiens en una discusión, pero el simio puede despedazar al hombre como si fuera una
muñeca de trapo” (p. 12). Otra característica propia del ser humano es su capacidad de andar en
“dos patas”, como bien se hace la comparación entre un simio y un homo sapiens, considero que
es esencial destacar estar particularidades ya que en nuestros inicios tuvimos también una forma
primitiva y al cambiar nuestra fisionomía las ventajas se vieron reflejadas, puesto que, ¿sería más
útil que tener dos manos con las que construir y un cerebro mucho mas grande que el de los
demás, con una inteligencia superior? Pero esto trajo consigo unas desventajas de las cuales
podemos mencionar la dificultad que tenia las mujeres para parir ya que al optar por una posición
mas erguida era necesaria que la cadera se redujera; De acuerdo a Noah Harari (2011):

La muerte en el parto se convirtió en un riesgo importante para las hembras

humanas. A las mujeres que parían antes, cuando el cerebro y la cabeza del niño eran
todavía

relativamente pequeños y flexibles, les fue mejor y vivieron para tener más hijos. Por

consiguiente, la selección natural favoreció los nacimientos más tempranos. Y, en efecto,


en
comparación con otros animales, los humanos nacen prematuramente, cuando muchos de
sus

sistemas vitales están todavía subdesarrollados. (p. 13)

Y si al comparar el proceso del embarazo y el crecimiento del bebe humano con el de un animal, el
bebe esta totalmente en desventaja porque recordemos que a diferencia de las demás especies,
nuestra capacidad de autonomía para poder sobrevivir es casi nula y un ejemplo simple puede ser
la de un gatito recién nacido, después de unas pocas semanas de vida su capacidad para caminar
esta casi desarrollada, mientras que para un ser humano su vida esta en total dependencia con su
entorno durante mucho tiempo para que se puede auto sustentar por sí mismo y es aquí donde
emergen nuestra necesidad de entablar lazos sociales con quienes nos rodean. Somos la especie
que mejor se puede “moldear”; Esta es la razón por la que en la actualidad podemos educar a
nuestros hijos para que se conviertan en cristianos o budistas, capitalistas o socialistas, belicosos o
pacifistas, así menciona el autor.

Durante mucho tiempo fuimos la raza que quedaba en medio de la cadena alimentaria, esto se
debía al temor que generaba las especies más imponentes de esta época, llámese león, tigre o
hiena, pero saltamos a la cima de manera abrupta y Noah Harari establece una clara referencia
aquí:

Uno de los usos más comunes de los primeros utensilios de piedra fue el de romper
huesos

con el fin de llegar a la médula. Algunos investigadores creen que este fue nuestro nicho

original. De la misma manera que los picos carpinteros se especializan en extraer insectos
de los

troncos de los árboles, los primeros humanos se especializaron en extraer el tuétano de


los

huesos. ¿Por qué la médula? Bueno, supongamos que observamos a una manada de
leones

abatir y devorar una jirafa. Esperamos pacientemente hasta que han terminado. Pero
todavía no

es nuestro turno, porque primero las hienas y después los chacales (y no nos atrevemos a

interferir con ellos) aprovechan lo que queda. Solo entonces nosotros y nuestra banda nos

atrevemos a acercarnos al cadáver, miramos cautelosamente a derecha e izquierda, y


después

nos dedicamos al único tejido comestible que queda. Esto es fundamental para
comprender nuestra historia y nuestra psicología. La posición del

género Homo en la cadena alimentaria estuvo, hasta fecha muy reciente, firmemente en el
medio. Durante millones de años, los humanos cazaban animales más pequeños y
recolectaban

lo que podían, al tiempo que eran cazados por los depredadores mayores. Fue solo hace
400.000

años cuando las diversas especies de hombre empezaron a cazar presas grandes de
manera

regular, y solo en los últimos 100.000 años (con el auge de Homo sapiens) saltó el hombre
a la

cima de la cadena alimentaria. (P. 14).

El proceso evolutivo de cada especie fue necesario para que el ecosistema mantuviera su
equilibrio, en cambio esa transición de estar en medio y pasar a la cima, fue tan de golpe que ni el
propio entorno le dio tiempo de adaptarse a esta nueva posición.

Finalmente, aunque nuestra inteligencia sea mayor seguimos siendo débiles y con muchos miedos
y esto nos hace ser mal crueles y devastadores y es así que somos la peor enfermedad que nuestro
planeta a tenido, la humanidad.

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