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Objetivo: Mostrar que la espiritualidad cristiana se debe vivir teniendo en cuenta lo que la Biblia enseña
sobre la experiencia de vida con Dios.
Idea central: Vivir la vida cristiana de forma práctica en conformidad con la Palabra de Dios
Introducción
El pecado original destruyó la relación vertical, mi relación con Dios, y la horizontal, mi relación con el
prójimo. En Jesucristo tenemos el puente para cruzar ese abismo, amando a Dios sobre todas las cosas y al
prójimo como a nosotros mismos. La verdadera espiritualidad es la manifestación de esas relaciones
restauradas por la reconciliación de Cristo y la obra de su Espíritu Santo. De esa forma no viviremos una
religión de apariencias, enyesada y vacía, sino una vida transformada que actúa en espíritu y en verdad.
Vivir la espiritualidad cristiana envuelve algunos principios importantes que veremos a continuación.
He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el
cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.
(Gálatas 2:20)
Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad,
humildad, amabilidad y paciencia.
(Colosenses 3:12)
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
(Romanos 8:14)
Desarrollar y fortalecer la relación con Dios
¿Cómo sabemos que permanecemos en él, y que él permanece en nosotros? Porque nos ha dado de
su Espíritu..
(1 Juan 4:13)
Considerémonos los unos a los otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de
congregarnos, como algunos tienen por costumbre; más bien, exhortémonos, y con mayor razón
cuando vemos que el día se acerca.
- Hebreos 10:24-25
Realidades espirituales
1. Dios es espíritu - «Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.»
(Juan 4:24)
2. La espiritualidad debe unir el corazón, la mente y las acciones (fuerzas) - «Ama al Señor tu Dios
con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas.» (Deuteronomio 6:5)
3. Debe producirse el fruto del Espíritu - «En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz,
paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene
estas cosas.» (Gálatas 5:22-23).
4. Dios renueva y sustenta nuestro espíritu - «Crea en mí, oh Dios, un corazón puro y renueva un
espíritu firme
dentro de mí.» (Salmo 51:10)
Practicar la devoción cristiana es una elección intencional, personal e intransferible. Nadie puede hacerlo
por ti. Se trata de aproximarse de forma afectiva a Dios a través de Jesucristo. Es como profundizar una
buena amistad: requiere tiempo, sinceridad y fidelidad.
La vida devocional del cristiano debe envolver algunas disciplinas espirituales que le ayudarán en su andar
con el Señor: