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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE


MÉXICO

FACULTAD DE INGENIERÍA

DISEÑO DIGITAL MODERNO

LECTURA 3
EL TERCER OJO

Vazquez Muñoz Laura Nayeli

Grupo 6
Lobsang Rampa fue un lama tibetano de la primera mitad del siglo XX. Nació en
una familia adinerada, en medio de una sociedad de un clasismo absurdo (con un
sistema de castas como el de la India) en el Tíbet, un país teocrático, sin interés
por el progreso material porque “en el tráfago de la vida comercial no hay tiempo
para las cosas de la mente”. De allí que otras naciones hayan querido explotar sus
recursos por la fuerza: ingleses, chinos y rusos han invadido el Tíbet en varias
oportunidades. Su historia comienza relatando su niñez, su nombre es Lobsang
Rampa vivió los primeros siete años de su vida con sus padres y sus hermanos en
Lhasa la capital del Tíbet; en medio de grandes riquezas, abundancia de sirvientes
y una estricta educación por ser el heredero de la familia, desde muy pequeño
tenía que aprender muchas cosas por la posición de su padre que era dirigente del
Gobierno Tibetano por lo tanto tenía un puesto importante. La vida en el país es
dura, debido a la altitud y a las bajas temperaturas del invierno. Por eso, se
somete a los bebés a un ritual espartano de preparación: “En las alturas mayores
la gente sumerge a las criaturas recién nacidas en arroyos casi helados, para
comprobar si son lo bastante fuertes como para que se les permita vivir”. Así los
bautizan para sobrevivir en el "frío infierno" que es la vida en el Tíbet. Sin
embargo, a pesar de esta dureza y aunque parezca contradictorio, sus leyes están
llenas de compasión:

 Devolver bien por bien.

 No pelear con la gente buena.

 Ayudar al prójimo.

 Leer las Escrituras y comprenderlas.

 La Ley es severa con los ricos para enseñarles la comprensión y la equidad.

 La Ley es blanda con los pobres para demostrarles compasión.

 Paga tus deudas con prontitud.

Su niñez se terminó cuando dos astrólogos decretaron su futuro el cual era ser
monje-médico. Para convertirse en monje tenía que ingresar al Lamasterio de
Chakpori, Templo de Medicina Tibetana. Para poder quedarse en el lamasterio
tenían que pasar una serie de pruebas muy duras para poder pertenecer a esa
Orden. Fue separado completamente de su familia y se le destino un guía una
especia de maestro el lama Mingyar Dondup, este aceptó a Rampa como su hijo
espiritual, después de mucho tiempo de prueba los astrólogos predijeron que era
tiempo de abrir el Tercer Ojo. Es un procedimiento quirúrgico con el cual podría
ver a la gente como realmente era. Podría ver el aura que rodea el cuerpo, es un
refuerzo de la Fuerza Vital. El libro explica además el sistema de gobierno del país
y su estructura particular, característica de cualquier teocracia. Para poder
convertirse en Trappa (un lama médico) tuvo que pasar muchas penalidades.
Apenas al llegar al lamasterio, lo dejaron a la entrada durante dos días en los que
no podía moverse, ni comer. Una vez admitido, lo hicieron luchar contra un joven
de 17 años. A través de esos años, Lobsang conoció al XIII Dalai Lama (el anterior
al actual), voló con cometas, recogió hierbas medicinales, fue testigo de cómo un
Lama realizó una operación de cráneo, sin anestesia ni instrumentos médicos
como los que estamos acostumbrados a ver en nuestros hospitales y muchas
otras anécdotas recogidas en el libro. Pero la dimensión central de la obra es la
espiritual, entendida desde la perspectiva de este monje tibetano y las creencias
propias de su orden. El análisis de la astrología para evaluar condiciones, el
estudio de las reencarnaciones, o el uso del tercer ojo para leer el aura de las
personas y saber, a través de su color y luminosidad, su ánimo o su estado de
salud. Alguna vez hemos oído en el cine o alguna conversación, esa habilidad que
tienen algunos para ver ese campo magnético que rodea el cuerpo, llamado aura.
Para nosotros parece un concepto de la era new age, pero para los lamas en el
Tíbet es una verdad milenaria. No menos sorprendente es su explicación de "la
cuerda de plata". Se puede ver como una creencia o una teoría interesante. Pero
para Rampa y todos los lamas de su orden, se trata de una verdad catedralicia,
tan válida como puede ser para otros la santísima trinidad, o la resurrección de
Jesús. No deja de resultar fascinante enfrentarse a diferentes explicaciones de
experiencias conocidas. La muerte es nacimiento. Morir es sencillamente el acto
de nacer en otro plano de existencia” lo que resulta bastante apaciguador a la hora
definitiva. Rampa afirma que estos conceptos escapan de la mente occidental
porque los habitantes del nuevo continente quieren pruebas, ver el alma, pesarla,
estudiarla, pero “su actitud de sospecha mata toda oportunidad de obtener la
prueba”. El otro concepto que desarrolla el libro es el de los viajes astrales, esas
proyecciones del ser desprendido del cuerpo. “El hombre es un espíritu, una
criatura de otro mundo y cuando puede librarse de las ataduras de la carne, puede
recorrer el mundo como espíritu y ayudar por el pensamiento”. Esa es la finalidad
de los viajes astrales, pero en ellos también pueden presenciarse otras cosas
como Yetis, gigantes, civilizaciones antiguas o fenómenos de este tipo.

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