Está en la página 1de 4

D.D.

M GRUPO 06 VAZQUEZ MUÑOZ LAURA NAYELI

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE


MÉXICO

FACULTAD DE INGENIERÍA

DISEÑO DIGITAL MODERNO

LECTURA
Los mitos que nos dieron
traumas
|

Vazquez Muñoz Laura Nayeli


Grupo 6
D.D.M GRUPO 06 VAZQUEZ MUÑOZ LAURA NAYELI

Resumen

El mexicano siempre se ha visto acomplejado debido a que se le ha enseñado a


añorar un pasado glorioso que fue destruido por los conquistadores españoles, y
tal pareciera que la caída de Tenochtitlan le hubiese valido entrar en una serie de
penurias y batallas que al final siempre termina perdiendo, impidiendo que alcance
su máximo potencial y convirtiéndolo en un pueblo decadente, siempre al servicio
de un amo. Nuestra historia podría resumirse en cuatro megamitos que se nos han
enseñado: El pasado indígena, la conquista, la independencia y la revolución. El
primero, el pasado indígena, nos convence de ser el mismo pueblo indígena
despojado de sus tierras en 1521, incluso hoy en día, cuando en realidad, el
pueblo mesoamericano fue arrasado por las enfermedades. Esto nos ha servido
para justificar las carencias con las que vivimos. La realidad es que los mexicanos
nacimos con la llegada de los españoles, aún hoy no aceptamos que
necesariamente somos producto del mestizaje, que el mexicano sólo fue mexicano
hasta después de la conquista. El segundo, la conquista, otra excusa para
justificar nuestras desgracias y falta de progreso. Siempre es más fácil culpar al
otro y quedar como las víctimas que no pueden defenderse. Este mito incluye la
imagen de un rey tiránico (que en realidad no era más que un adolescente durante
el suceso) y una mujer traicionera, que en realidad no era más que una esclava. El
tercero, la independencia, nos dice que el mismo pueblo conquistado fue liberado,
cuando en realidad fue el nuevo pueblo, nacido de españoles, el que fue partícipe
en este conflicto. Se crearon héroes nacionales, que lucharon en conjunto contra
los “Gachupines”, cuando en realidad había varios bandos peleando entre sí. Nos
pintan al Cura Hidalgo como el padre de la patria, cuando en realidad, la figura
principal debería ser Agustín de Iturbide, que logró unificar el territorio como una
nación con nombre, bandera, patria y libertad. El cuarto mito, la revolución, plantea
que el pueblo se liberó de la tiranía de Porfirio Díaz y entró en la época
democrática de 70 años gobernados por el PRI, gracias a los héroes nacionales,
que, al igual que en la independencia, en realidad perseguían objetivos distintos y
terminaron matándose entre ellos. El segundo capítulo nos narra con más detalle
la conquista, nos introduce a Hernán Cortés como el que lo inició todo, la época
Virreinal como la base de nuestra cultura como mexicano y el inicio de nuestra
raza. Nos lo deja ver como un humano y no como el monstruo que siempre se ha
narrado en los libros de Historia, que quería a la Iglesia fuera del Nuevo Mundo y
se lamentaba por la codicia de su rey, Carlos V, que en realidad fue el personaje
avaricioso que saqueó y explotó a los indígenas. Se nos pinta a un cortés a favor
del mestizaje y que procuraba pactos con los pueblos mesoamericanos. Otro
punto que se aborda es el de la creencia de un pueblo indígena unificado, cuando
en realidad, los distintos pueblos que habitaban el territorio tenían guerras entre sí,
poseían lenguas, religiones y creencias distintas. Otro problema del mexicano es
D.D.M GRUPO 06 VAZQUEZ MUÑOZ LAURA NAYELI

renegar de su dualidad como híbrido entre español e indígena, odiando al español


y no queriendo ser indio. Es por esto que durante la revolución se le cambia el
nombre a campesino. La revolución sirve para crearle una “identidad” al mexicano,
con una añoranza por el pasado que no le permite avanzar al futuro. Es importante
destacar que gran parte de los elementos que nos definen como mexicanos, en
realidad son producto de la hispanidad del virreinato, y no proviene directamente
de los rituales prehispánicos: el tequila, la danza folclórica, la gastronomía y
muchos otros elementos no serían posibles de no haber mestizaje, incluida
nuestra genética, que contiene ADN de todos los rincones del mundo. En el
capítulo tres, se reta a la imagen intocable del mexicano, la Virgen de Guadalupe.
Imagen creada para consolar a los indios derrotados, a la que le somos
agradables si somos humildes y no prosperamos. Y es el punto de este capítulo, la
idea del mexicano humilde, el pobre mexicano que no prospera porque hay virtud
en la decadencia, el mexicano que agacha la cabeza ante los demás. También,
derivado de la imagen virginal, se presenta la imagen de la esposa, de la “madre
de mis hijos” a la que “se le respeta” y por ello se busca saciar el deseo carnal con
“las otras mujeres”, que caigan ante el juego de seducción del hombre, el macho
que debe ser educado por la mujer abnegada, porque de otra forma no puede
mantener su imagen de “virilidad”. En el capítulo cuatro, se plantea que el enemigo
de un mexicano siempre será otro mexicano, pero sólo en la cabeza del primero.
Que si no se cambia la mentalidad paranoica, el país nunca avanzará, que
debemos dejar de ver al otro como nuestro enemigo. En la Nueva España hubo
mestizaje en un inicio, pero fue el mismo Felipe II el que empezó a implementar
medidas anti mestizaje, dando como resultado la separación de castas que hoy en
día sigue vigente de forma latente en nuestra sociedad, los indios quedaron abajo,
en medio el mestizo odiado por todos y odiándose a sí mismo, y encima los
criollos. Esto es la base del síndrome de masiosare, donde el enemigo está en
todos lados, pero también somos incapaces de vencer al mismo y siempre
acabamos sometidos. Finalmente, en el capítulo cinco, vemos un México inmerso
y atrapado en el pasado, sin poder avanzar, lleno de contradicciones y siempre
buscando una excusa para sus deficiencias, sumamente idólatra y narcisista.
D.D.M GRUPO 06 VAZQUEZ MUÑOZ LAURA NAYELI

Crítica

Este libro me recuerda mucho al Laberinto de la Soledad, de Octavio Paz. Donde


se van enumerando los mismos acontecimientos históricos y se argumenta que el
mexicano carece de identidad. Esta lectura nos permite recapitular y
cuestionarnos sobre nuestra postura de mexicano, sobre nuestros dogmas y
conductas que han derivado de nuestro complejo de inferioridad programado
desde temprana edad. Nos permite ver los diversos acontecimientos históricos
desde otra perspectiva, en la que se nos pide que dejemos de lado las
disonancias cognitivas para reflexionar realmente sobre el por qué el mexicano se
comporta de la forma en que lo hace, y poder corregir estas conductas e
idiosincrasias que nos limita en lo individual y en lo colectivo. Es interesante ver
los sucesos históricos que nos sabemos “de memoria” desde una nueva
perspectiva, y cuestionar realmente la historia que se nos cuenta e ir encontrando
las diversas inconsistencias y contradicciones. Es triste darnos cuenta que toda
nuestra vida pasamos negando nuestra verdadera naturaleza, no queriendo ser
español, pero tampoco queriendo ser indio. El estilo de narrativa, como si fuera
una entrevista de sesión psicológica le da cierto matiz jocoso e interactivo. La
nación tiene pensamientos, capacidad de hablar y expresarse para contar la
historia como se la han enseñado, y es ahí donde el autor puede rebatir con él,
sobre las contradicciones de sus creencias y recuerdos, tal como lo hace un
Psicólogo o Psiquiatra con sus pacientes. Y es así como termina el libro, el autor
hablando con México, cuando en realidad puede hablar con cualquiera de
nosotros, como paciente con psicólogo, finalmente, el único que puede ayudarnos
a quitar tantas idiosincrasias y dogmas dañinos y absurdos, somos nosotros
mismos.

También podría gustarte