Aunque los alquimistas fueron mal vistos en el Occidente
cristiano, sus saberes eventualmente se filtraron en Europa y
fueron rescatados por filósofos y pensadores, especialmente los que se interesaban por sus experimentos en pos del elixir de la vida eterna o la transformación del plomo en metales preciosos. Sin embargo, también se descubrieron los primeros elementos químicos. Sus primeras descripciones sistemáticas datan de principios del siglo XVIII.