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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR

UNIVERSIDAD POLITÉCNICA TERRITORIAL DEL ESTADO TRUJILLO

“MARIO BRICEÑO IRAGORRY”

PNF. EN PSICOLOGÍA SOCIAL


II COHORTE-NÚCLEO SAN LUIS
TRIMESTRE IV – TRAYECTO II
ACTIVIDAD ACREDITABLE II
DOC. – ANA FUENMAYOR

ESTUDIANTE: PHILLIPS JENNYFFER

C. I. N° 13.158.234
El prestigioso psicólogo John Dollard desarrollo hacia 1.939 una teoría de la
agresión consistente y coherente, en ella se considera conducta agresiva a
cualquier acto de la conducta humana que se orienta directamente a dañar a la
persona hacia la que se dirige esa conducta. No obstante, no queda suficientemente
claro si se consideran agresivos los comportamientos que son meramente
intencionales (intención de hacer daño), pero que no se llevan a cabo. Es indudable
que no es sencillo clarificar el termino agresión, por tal motivo sea intentado dar un
enfoque al problema desde dos puntos diferentes de referencia: de una parte
tendríamos la agresión hostil, definida como aquella que busca únicamente producir
daño y/o dolor a los demás, motivada por la ira, colera, venganza; etc, y de otra
parte, la agresión instrumental, que también busca dañar a los demás, pero solo
como medio para conseguir un fin concreto, dentro de esta categoría están los
secuestros, el terrorismo, las guerras; etc.
Uno de los medios más interesantes de llegar al fondo de la definición de la
agresión es en la búsqueda de su origen. Las teorías basadas en los instintos,
considerados estos como una conducta innata común a una misma especie,
muestran una explicación claramente biologicista que se apoya en la supervivencia.
Sintéticamente puede anunciarse de la siguiente manera: en los primeros
momentos de la evolución de la especie humana, una de las armas fundamentales
de la supervivencia de la especie era la agresión. La selección natural actúa como
filtro para que sobrevivan aquellos que son mas agresivos, y de esta forma se
mantiene esta conducta instintiva hasta nuestros días.
Los dos máximos exponentes de estas teorías son, Sigmund Freud y Konrad
Lorenz. La teoría de Freud es que todos los animales, humanos o no, nacemos con
un fuerte instinto agresivo el cual nos provoca una pulsión por cometer actos
agresivos, es decir, que necesitamos dar salida a nuestra agresividad de algún
modo para dejar de sentir su incomoda presión. Según el, la manera de poner freno
a la violencia es buscar formas no violentas de liberar nuestra agresividad. Freud
llamo “catarsis” al proceso para liberar la energía instintiva, según su teoría, la
sociedad debe fomentar la catarsis no violenta para evitar la violencia real. Tiempo
después Lorenz también sostuvo que la violencia es innata y absolutamente
necesaria para la supervivencia de los más aptos.
Albert Bandura y otros expertos defienden que el comportamiento humano
es fruto del aprendizaje social, piensan que somos agresivos porque se nos enseña
a serlo. Los psicólogos que defienden esta teoría, no creen, como decía Freud, que
necesitamos dar salida a nuestra energía agresiva con el fin de evitar que se vuelva
agresividad real.
La psicología social intenta abordar el comportamiento humano desde una
nueva perspectiva sociocultural; es decir, se plantea que para poder comprender
plenamente el comportamiento de una persona es preciso comprender los factores
socioculturales de su entorno. Al igual que algunos psicólogos defienden el
aprendizaje social para explicar nuestro comportamiento, el enfoque sociocultural
asegura que la personalidad y la actitud, se aprenden de una determinada cultura y
la cultura lo incluye todo, tanto el lenguaje como las creencias y valores, las
costumbres, alimentación o el criterio moral se transmite de generación en
generación.

El daño que causa la violencia va mucho más allá del daño físico. La violencia
provoca depresión, ansiedad y otros trastornos de salud mental. También
contribuye a la aparición de cánceres, enfermedades del corazón, accidentes
cerebrovasculares y VIH/sida, pues las víctimas de la violencia a menudo tratan de
hacer frente a sus experiencias traumáticas adoptando comportamientos de riesgo,
como consumir tabaco, alcohol y drogas, así como con prácticas sexuales de riesgo.
En ese sentido también, la violencia puede provocar una muerte temprana o mala
salud durante toda la vida.

En 2002, la OMS publicó el primer Informe mundial sobre la violencia y la


salud, que a día de hoy sigue siendo una de las publicaciones más vendidas de la
OMS. Recientemente acometimos la tarea de evaluar cómo se han aplicado las
recomendaciones de ese informe en el mundo entero, tarea que ha llevado a la
elaboración del Informe sobre la situación mundial de la prevención de la violencia
2014. En este informe, para el que se reunieron y analizaron datos de 133 países
(el 88% de la población mundial), se describe la situación actual de la prevención
de la violencia interpersonal en relación con el maltrato infantil, la violencia juvenil,
la violencia de pareja y sexual y el maltrato de personas mayores.

Las conclusiones del informe me parecen alentadoras; por ejemplo, en


muchos países se habla ahora de la violencia como problema de salud pública, y
cada vez son más los países que están elaborando y aplicando programas y leyes
para la prevención de la violencia y estableciendo servicios para las víctimas. Las
estadísticas indican que se está avanzando en la buena dirección. El número
mundial de homicidios, que asciende a 475 000, sigue siendo inaceptablemente
alto, pero supone una disminución de un 16% con respecto a la cifra
correspondiente a 2000, y en los países de ingresos altos ese descenso es aún
mayor, pues se sitúa en un 39%.

La salud mental se refiere al bienestar cognitivo, conductual y emocional. Se


trata de cómo piensan, sienten y se comportan las personas. A veces, se usa el
término “salud mental” para referirse a la ausencia de un trastorno mental.
La salud mental puede afectar la vida cotidiana, las relaciones y la salud física.

Sin embargo, este vínculo también funciona en la otra dirección. Los factores
en la vida de las personas, las conexiones interpersonales y los factores físicos
pueden contribuir a las alteraciones de la salud mental. El cuidado de la salud
mental puede preservar la capacidad de una persona para disfrutar de la vida. Hacer
esto implica alcanzar un equilibrio entre las actividades de la vida, las
responsabilidades y los esfuerzos para lograr la estabilidad psicológica. Afecciones
como el estrés, la depresión y la ansiedad pueden afectar la salud mental y perturbar
la rutina de una persona. Aunque el término salud mental es de uso común, muchas
afecciones que los médicos reconocen como trastornos psicológicos tienen raíces
físicas.

Según la Organización Mundial de la Salud:

“La salud mental es un estado de bienestar en el cual el individuo es


consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de
la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una
contribución a su comunidad”.

La Organización Mundial de la Salud enfatiza que la salud mental es “más


que la ausencia de trastornos o discapacidades mentales”. La salud mental plena
consiste no solo en evitar afecciones activas, sino también en cuidar el bienestar y
la felicidad continuos.

También hace hincapié en que la conservación y el restablecimiento de la


salud mental es fundamental a nivel individual, así como en las diferentes
comunidades y sociedades de todo el mundo.

Qué es la Violencia:

Violencia es la cualidad de violento. Se trata de la acción de utilizar la fuerza


y la intimidación para alcanzar un propósito. También es la acción y el resultado de
violentarse.
En Derecho también significa 'coacción'. Esta palabra procede del
latín violentĭa. La violencia está relacionada con la agresividad, que es un
componente biológico presente especialmente en los animales superiores y que se
utiliza por motivos de supervivencia para conseguir alimento, defender un territorio
y conseguir reproducirse.

El ser humano en ocasiones utiliza ese impulso de agresividad con


consciencia e intención de provocar daño, es entonces cuando se define como
violencia y puede considerarse una agresividad patológica.

Violencia según los medios

Violencia psicológica

La violencia psicológica es aquella que produce daños afectivos, morales y


psicológicos sobre la persona sin que medie la fuerza física, lo que hace mermar su
autoestima. Por ejemplo: culpabilizar, amenazar, coaccionar, espiar, ignorar al otro,
desacreditar al otro, hostigar, acosar, aislar, irrespetar la opinión, etc. Incluye la
agresión verbal por medio de insultos y descalificaciones.

Violencia física

Se refiere a toda forma de violencia que la que se usa la fuerza física, y que
causa dolor, daño, heridas y hasta la privación de la vida: empujar, golpear, halar el
cabello, quemar, torturar, mutilar, herir, etc.

Violencia sexual

Es aquella violencia que denigra la integridad sexual de una persona, sea


que haya contacto genital o no. Se entiende que la integridad ha sido vulnerada toda
vez que la víctima no da su consentimiento expreso. La violencia sexual abarca:
coerción, amenazas, intimidación y uso de la fuerza, violación, acoso, abuso,
explotación sexual, trata de personas, prostitución forzada, etc.

Violencia económica o patrimonial

Es la violencia que se ejerce contra una persona (especialmente de hombres


a mujeres), en las cuales se vulneran sus derechos económicos por medio de la
perturbación de la posesión o propiedad de sus bienes, así como por medio de la
sustracción, destrucción deliberada y retención de bienes, herramientas de trabajo,
documentos personales, bienes y valores.

Violencia simbólica

Se refiere al uso de aquellos símbolos que denotan superioridad del


victimario sobre la víctima, y que expresan dominio de fuerza.
Violencia según la modalidad

Violencia política o institucional

Es violencia política cualquier práctica de un actor político (individuo o


partido), que condiciona el acceso del ciudadano a sus derechos y
responsabilidades a su adhesión política (clientelismo).

Se entiende por violencia institucional todos los actos cometidos por los
funcionarios públicos que, en representación del Estado, retrasan, dificultan e
interfieren con los derechos ciudadanos, especialmente cuando impiden el acceso
a la justicia, sea por negligencia, por corrupción, por prejuicios raciales y de género
o por clientelismo.

Violencia laboral

Se trata de la violencia (psicológica, física o sexual) ejercida en el lugar de


trabajo sobre una persona. Esta violencia puede provenir de cualquier sujeto
independientemente de la jerarquía: por ejemplo, un superior o los compañeros de
trabajo. Cuando proviene específicamente de un superior o de una persona con voz
de mando, se considera que hay “abuso de poder” con el propósito de doblegar la
voluntad del trabajador en el ejercicio de sus funciones.

Violencia doméstica, familiar o intrafamiliar

Se refiere a la violencia que se infligida dentro del grupo familiar, lo cual


incluye a las parejas establecidas de hecho o legalmente. La violencia se puede de
hombre a mujer, de padres a hijos, y puede envolver también a otros actores como
tíos, abuelos o parientes. Aunque la violencia entre pareja suele ser de hombre a
mujer, también se da el caso contrario.

Violencia de género

Se trata de aquella violencia ejercida sobre la persona a causa de su género.


La mayor parte de las víctimas de este tipo de violencia son las mujeres, cuyo
maltrato está absolutamente naturalizado en la cultura. Entre las víctimas cuentan
también los miembros de la comunidad LGBT. La violencia de género puede ir
desde la descalificación hasta el feminicidio, en cuyo caso califica como crimen de
odio.

Violencia racial

La violencia racial es aquella que se acomete en contra de una persona a


causa de su origen étnico. Se relaciona también con la xenofobia. Este tipo de
violencia es ejercida por un victimario que cree en la superioridad de su raza.
Bullying y ciberbullying

Bullying es una palabra que proviene del inglés bully, que significa
‘intimidación’. Se usa hoy en día para referir el acoso psicológico y físico que sufre
una persona en el ambiente estudiantil por parte de sus compañeros.

Se habla de ciberbullying cuando este acoso se hace por medio de las redes
sociales, en el que alcanza altos niveles de violencia psicológica potenciado por el
anonimato de internet.

Existen múltiples consecuencias de la violencia, las cuales tienen


efectos intergeneracionales inmediatos y de corto plazo. Las consecuencias y
costos de la violencia tienen impactos a nivel individual (para los
sobrevivientes, perpetradores y otros afectados por la violencia) así como al
interior de la familia, comunidad y la sociedad en general, lo que resulta en
costos a nivel nacional.

Costos y Consecuencias a nivel individual y comunitario

La violencia contra mujeres y niñas acarrea costos –más allá del sufrimiento
no visible y del impacto en su calidad de vida y bienestar- que incluyen
aquellos costos que el sobreviviente y su familia deben asumir a nivel de salud
(física o mental), trabajo y finanzas, así como el efecto que ello tiene en los
niños. Se agrega a ello una selección de diez causas y factores de riesgo de
discapacidad y muerte para mujeres entre las edades de 15 y 44, la violación
y violencia doméstica consideradas con una incidencia superior al cáncer,
accidentes de tránsito, la guerra y la malaria (Banco Mundial, 1994). Como
ejemplos de tales costos y consecuencias tenemos:

• Lesiones inmediatas como fracturas y hemorragias, así como


enfermedades físicas de larga duración (por ejemplo, enfermedades
gastrointestinales, desórdenes del sistema nerviosos central, dolor
crónico);
• enfermedades mentales como depresión, ansiedad, desórdenes de
estrés post traumático, intento de suicidio;
• problemas sexuales y reproductivos como infecciones por transmisión
sexual (incluyendo el VIH) y otras enfermedades crónicas; disfunciones
sexuales; embarazos forzados o no deseados y abortos inseguros;
riesgos en la salud materna y la salud fetal (especialmente en casos de
abuso durante el embarazo)
• abuso de sustancias (incluyendo alcohol);
• habilidades deficientes para el funcionamiento social, aislamiento social
y marginación.
• muerte de mujeres y de sus hijos (producto de negligencia, lesiones,
riesgos asociados al embarazo, homicidio, suicidio y /o HIV y asociados
al SIDA)
• pérdida de días laborales, baja productividad y bajos ingresos
• reducción o pérdida total de oportunidades educativas, laborales,
sociales o de participación política; y
• desembolsos (a nivel individual, familiar y del presupuesto público) para
sufragar servicios médicos, judiciales, sociales y de protección.

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