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Pensar, como Jose Obdulio Gaviria, que a los campesinos no se les deben dar derechos
especiales porque "campesino" es un adjetivo y no un sustantivo, implica desconocer su
vulnerabilidad frente a la inequidad y el conflicto armado.
Una de las discusiones más interesantes de este debate surgió cuando el Senador
José Obdulio Gaviria manifestó que los derechos especiales de este grupo
poblacional no eran viables porque la palabra “campesino” es un adjetivo y no un
sustantivo.
Bajo el anterior panorama, el primer objetivo del presente texto será establecer
cuáles son los antecedentes inmediatos de esta demanda legislativa.
Antecedentes
Esta iniciativa continua los pasos ya transitados por La Declaración de las Naciones
Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas que fue adoptada en Nueva
York en septiembre de 2007 tras 22 años de enmiendas e intensos debates.
Es de resaltar que dicho planteamiento retomó en alguna medida los argumentos que
sirvieron de sustento al Decreto 755 de 1967, cuando Lleras Restrepo realizó un
empadronamiento masivo de usuarios reales y potenciales de servicios agropecuarios
estatales.
Las Mesas campesinas del Cauca han tomado caminos diferentes aunque no
necesariamente contradictorios al de la Caep. Sus propuestas están articuladas a un
Acta de compromisos firmada el 11 de Octubre del 2014 entre el Ministro de
Agricultura Aurelio Iragorri y las Mesas Campesinas del Cauca.
El punto No 4 del mencionado documento acordó: “Construir las líneas bases del
decreto para reconocer los derechos del campesinado colombiano” (sic.). Estos
estudios de línea base se adelantaron en el marco de los Convenios de cooperación
científica establecidos entre el antiguo Incoder y la Universidad Javeriana de Cali.
Las propuestas de reconocimiento especial a los derechos de las comunidades
campesinas, realizadas por las Mesas del Cauca, confluyen en varios elementos
conceptuales con la propuesta de Alberto Castilla, pero difieren en cuanto al camino
legal elegido.
Mientras que la opción de Castilla es una reforma constitucional, para los abogados
que trabajaron con las organizaciones del Cauca, el marco de derechos de la
Constitución colombiana permite soportar jurídicamente la profundización y
desarrollo de los derechos campesinos.
En este sentido, las dos propuestas de las organizaciones campesinas del Cauca se
apoyan en el Articulo 13 de la Constitución para demandar la igualdad de derechos
frente a los actores étnico rurales, de igual manera se invoca el Articulo 7 de la CP
para demandar la promoción y defensa de la identidad campesina.
A diferencia de las propuestas elaboradas por las Mesas Campesinas del Cauca, el
proyecto de Reforma Constitucional de Castilla asume como punto de partida la
deficiente protección jurídica del campesinado en la actual Constitución Política. El
balance de Castilla cuestiona el enfoque actual establecido en la Carta Política, que
reconoce al campesinado solamente en función de su vocación productiva.
Precisamente, a lo largo de este primer debate, las objeciones de los Senadores del
Centro Democrático José Obdulio Gaviria y Paloma Valencia se enfilaron contra
algunos de los elementos anteriormente mencionados. Por ejemplo, Paloma Valencia
defendió la tesis que los campesinos no tienen usos y costumbres consuetudinarios, y
que por lo tanto debía eliminarse del Proyecto de Reforma Constitucional cualquier
alusión a las “territorialidades campesinas”.
Así visto, las objeciones del Centro Democrático se articulan bajo la idea que tanto
la cultura como los territorios campesinos podrían constituirse en obstáculos para el
desarrollo económico del país.
Los famosos estudios de caso realizados por Robert Redfield y Oscar Lewis en
Tepoztlán, un pueblo mexicano en transición urbano-rural a comienzos del siglo XX
inauguraron un fértil campo de trabajo, que en el contexto colombiano han
continuado investigadores tan renombrados como Orlando Fals Borda, Darío
Fajardo, Jairo Tocancipá y Carlos Salgado.
Segundo, como se puede observar en los trabajos de Albert Berry y Jaime Forero son
igualmente erradas las tesis que sitúan al campesinado en tanto sujeto marginal o
rezago pre-moderno que tiende a convertirse en una piedra en el zapato del
desarrollo y la productividad. Hoy en día, es claro que el mercado y el desarrollo
capitalista no sucede en desconexión o “a pesar” de la existencia del campesinado y
el mundo rural, sino en conexión con este.
[1] La Corte Constitucional, en la sentencia T-488 de 2013, ordenó recuperar cerca
de 2 millones de hectáreas de baldíos de la Nación que fueron mal adjudicadas por
jueces.
https://lasillavacia.com/silla-llena/red-rural/historia/reconocimiento-los-derechos-del-
campesinado-entre-adjetivo-y