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The island within… (Sueños en Ogigia)

No es mi intensión interpretar, cambiar o traducir literalmente el diálogo de “La


isla”, de Cesare Pavese, el cual escogí para este ensayo, sino expresar por medio de mi
imaginación y mi experiencia de vida, los sentimientos de un mortal atrapado en su pasado
y anhelando un destino incierto pero alcanzable a final de cuentas.

Todo ser mortal o inmortal tiene sueños, un pasado, un presente y un futuro. Ni


Odiseo ni Calipso fueron la excepción. Se encontraban atrapados más en su isla interna que
en la misma isla Ogigia. ¿Por qué no quedarse? ¿Por qué no aceptar la inmortalidad y vivir
en un silencio maravilloso de un tiempo indefinido? Que débiles y tontos somos los
humanos. Preferimos sentir la magia encantadora del amor, aunque no sea retribuido, vivir
en sufrimiento y dolor aunque nos cuesta la vida. Soñar estar en los brazos de aquellos que
amamos aunque sea por un instante. Desfallecer embelesados lentamente en la mirada de
ese ser venerado que nos quita la respiración con solo darnos un beso. Ese es el horizonte
con que sueña Odiseo, no tiene otro objetivo para seguir viviendo, no en Ogigia ni en los
brazos inmortales de Calipso.

Los recuerdos buenos o malos nos hacen vivir de nuevo, son momentos que no
volverán pero quedan plasmados para siempre en el alma. El amor es un elixir que hace
milagros en el corazón. Cura las heridas, sana el alma de engaños y traiciones y perdona sin
reproches ni remordimientos. Los momentos vividos son experiencias y enseñanzas que nos
ayudan a seguir adelante aunque no sepamos, en muchas ocasiones, hacia dónde vamos.
Los recuerdos nos hacen reflexionar y recordar que el tiempo vale más que todo el oro del
mundo. Lo que se hizo ya no tiene vuelta atrás y lo que no se logró hacer fue una
oportunidad que se perdió sin remedio. Las lamentaciones son para los cobardes. Se debe
enfrentar las consecuencias de nuestras decisiones con valor y fortaleza. Aprender de las
lecciones de la vida, sean buenas o malas.

Odiseo fue un hombre aguerrido en sus aventuras, valiente en sus hazañas y fuerte
ante las adversidades de su viaje, pero que frágil y débil se vuelve su corazón al pensar en
su familia, en su adorada Penélope. El deseo de volver a los brazos de su amada y pisar sus

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tierras es más poderoso que vivir en la eternidad como inmortal en el paraíso que le ofrece
Calipso. Se siente muy solo, deambula por la isla y le habla a los acantilados. Busca
consuelo mirando el horizonte sin fin de sus recuerdos. Odiseo no está atrapado en una isla,
está atrapado en sus pensamientos, en su dolor, en sus recuerdos y sueños. Atrapado en un
pasado que lo hace sufrir, por lo que dejó, por un futuro incierto pero un destino conocido.
Sus decisiones fueron tomadas en su momento para un propósito honorable, ahora las
consecuencias de esas decisiones lo tienen amarrado a una vida de incertidumbre. ¿Qué
encontrará si lograra regresar a su tierra? ¿Lo esperará Penélope? ¿Lo seguirá amando? ¿Su
hijo lo reconocerá, aquel niño que apenas recuerda? ¿Será aceptado en su reino después de
tanto tiempo ausente? Tantas inquietudes lo acongojan pero prefiere enfrentar sus temores
que vivir con la duda el resto de la eternidad. Flaquea y llora su desdicha. No le importa
derramar su alma ante los ojos de Calipso, que sabe por quién llora. Odiseo prefiere, al
igual que Aquiles, vivir una vida larga, sencilla y prospera al lado de su esposa que vivir
una vida como inmortal.

Los dioses aunque inmortales también padecen y Calipso lo demuestra al intentar de


convencer a Odiseo cuál es su destino, su deseo es que se quede con ella. La diosa también
vive su isla interna, está vacía, ignorada en un mundo de silencio, en un horizonte inmóvil,
no es feliz. Calipso busca compartir su sueño, ansía ser amada como cualquier mortal. Sabe
que no morirá pero; ¿vale la pena vivir para siempre en soledad? Los pensamientos de
Odiseo están lejos, en Ítaca. El corazón de Odiseo no le pertenece a Calipso y aunque lo
detuviera en Ogigia para siempre Odiseo no se resigna y lucha internamente con sus deseos
y añoranzas. La diosa sabe que si lo deja ir ella volvería a su soledad. Volvería a ese
horizonte inmóvil, teme el alba, el despertar nuevamente sola. La presencia de Odiseo la
consuela; pero ¿a que costo?

Me tomo el atrevimiento de imaginar cómo sería la vida de Odiseo en la isla si


hubiese aceptado el deseo de Calipso de hacerlo su esposo y volverlo inmortal. ¿Realmente
reposaría su cabeza en los brazos de Calipso y olvidaría para siempre su destino final?
¿Tendría el valor suficiente de olvidar a su amada Penélope, a su hijo y dejarlos a su suerte
en Ítaca después de tantos años? Este poema tendría un desenlace diferente si hubiese
pasado lo antes mencionado. Odiseo ya no sería el personaje paciente y valeroso de la

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historia sino alguien que no pudo mantenerse firme en sus convicciones y sueños. Penélope
al final, después de esperar tantos años, aceptaría a uno de los pretendientes y Telémaco
perdería su derecho a reinar en la tierra de su padre. Atenea ya no tendría que custodiar los
pasos de Odiseo porque él mismo sería un dios y no necesitaría más de sus cuidados. Estas
son solo especulaciones mías, no quiero cambiar un famoso poema Homérico; pero acaso
no sería interesante imaginarnos como sería el resultado final de este cambio en el poema?

El cansancio del pasado de Calipso y su soledad fue lo que ella escogió ser, ese fue
su presente cuando Odiseo llegó a su isla. A pesar de su decisión, se siente muerta por
dentro, ahora esa es la “isla” interna de la diosa, se siente vulnerable a sus deseos de ser
amada. ¿Por qué dejar escapar la oportunidad de vivir su sueño acompañada de un ser que
la haga feliz por la eternidad? ¿Acaso no es lo suficientemente hermosa para levantar la
pasión hasta al más mortal de los hombres? ¿No fueron suficientes sus bondades,
hospitalidad y atributos cuando llegó Odiseo a su isla? Sus necesidades físicas como
espirituales son tan valiosas como las de Odiseo a pesar de ser una diosa. Calipso logró
consolar al cansado Odiseo cuando llegó a la isla, le entregó su amor y todas sus
atenciones. ¿Por qué ahora quiere irse?

Calipso le ofrece a Odiseo la belleza y tranquilidad de la inmortalidad para que


pueda descansar, aliviar sus penas y olvidar su pasado. Han sido muchos años de batallar
contra sus propios temores. El tiempo puede curar pero no puede hacer olvidar. Hubo ese
momento de romance cuando Odiseo llegó a la isla, el alivio y consuelo de una divinidad.
Pero Odiseo tiene un pasado al cual quiere regresar. Anhela su destino, desea la liberación.
Se siente atrapado en sus propios recuerdos. No le importa llorar sus angustias y lo
demuestra al hablar solo y caminar por los acantilados.

El horizonte de Odiseo al igual que el de Calipso es su aceptación al cambio de


vida, y ellos lo saben. Un horizonte que pueden ver pero que no pueden tocar a menos que
realmente lo deseen. Es una lucha interna entre ellos. Desean un cambio pero en
direcciones opuestas. ¿Acaso no hay nada más hermoso que vivir en un paraíso en donde
puedes olvidar los desalientos de la vida y las batallas pasadas? Los pensamientos de
soledad son los que los llevan a confesar sus temores más internos.

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Los lazos de sangre son más poderosos que cualquier poder divino. Odiseo es
esposo y padre antes que cualquier otra cosa, no importa cuántas batallas o tormentas ha
tenido que enfrentar. Son esos lazos irrompibles los que hacen que recuerde quien es, de
donde viene y a donde debe ir. No importa la distancia, la sangre lo llevará nuevamente a
Ítaca. El amor que guarda en su corazón hará ocupar su puesto nuevamente, no importa
cuánto tiempo deba esperar. Seguirá su horizonte, asumiendo los riesgos de volver, es su
verdad, es su “island within”.

Comentario final:

Me alegra que este trabajo revele una tentación por los temas
del poema y el diálogo, tanto como por la lectura y el círculo
quemante que abre en uno. Hablo, claro, de la
compenetración de tu “isla within”, que va a la deriva, y su
encuentra con la isla de estos dos amantes. En esas
compenetraciones está el toque de nuestros estudios, lo
“sagrado” dirían algunos, pues involucra al corazón. Ese que
reconocen los dos amantes.

La nota de este ensayo es de 17 puntos.

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