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Reanimació i
anestèsia fora de
l’área quirúrgica
9.2.Malalt crític.
Situacions d’urgencia
a la Rea
ÍNDICE:
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Mòdul 6..2: Malalt Crític. Situacions d’urgència a la Rea © CARLOS A. GARCÍA BERNEDO
Màster en Infermeria aplicada a l’Anestèsia, Reanimació
i Terapèutica del Dolor
1 SISTEMA CARDOVASCULAR
La monitorización cardiovascular mínima en cualquier paciente postquirúrgico ha de contemplar
la medición de la presión arterial indirecta y el ECG continuo al menos en las derivaciones DII y
V5 (que son las idóneas para determinar eventos arrítmicos e isquémicos).
Las alteraciones hemodinámicas junto con las respiratorias son las más frecuentes en los
pacientes críticos quirúrgicos. Entre las primeras, la hipotensión es con diferencia la más
prevalente; en la mayoría de los casos no suelen revestir gravedad y son transitorias o errores de
la medición. Hay que tener en cuenta que la hipotensión es la alteración de un signo vital y no es
en sí misma una patología por lo que siempre que aparezca debemos buscar la causa subyacente
(que en ocasiones será una patología potencialmente grave), no infravalorarla y actuar de una
manera protocolizada siempre que ocurra.
Una determinación errónea de la PA puede ocultar un cuadro de hipotensión por lo que
comprobar la idoneidad del equipo utilizado (esfingomanómetro) y repetir la medición en caso
de dudas es fundamental a la hora de descartar falsas determinaciones. De hecho, el uso de
manguitos de tamaño inadecuado (miscuffing) es la fuente de errores más habitual en la
determinación de la PA. En este sentido, la utilización de un esfingomanómetro con las medidas
correctas es imprescindible: la bolsa del manguito debe tener una longitud al menos del 80% de
la circunferencia de la parte superior del brazo (en el punto medio entre el codo y el hombro) y
una anchura de al menos el 40% de la misma circunferencia. Si la bolsa es demasiado pequeña
las determinaciones de la PA estarán falsamente elevadas ocultando posibles cuadros de
hipotensión.
En pacientes críticos (en situación de inestabilidad hemodinámica o en riesgo de sufrirla) será
necesaria la medición directa de la PA mediante catéter intraarteriales. Hasta en un 50% de
pacientes en estado de shock presentarán una diferencia >30 mmHg entre las determinaciones
de la PA de manera directa e indirecta. Sin embargo, estos sistemas también están sujetos a
posibles mediciones incorrectas ya que presentan un factor de amortiguamiento inherente
(tendencia del sistema a atenuar la señal entrante). La valoración de la forma de la onda de pulso
y la prueba del lavado nos ayudarán a determinar si el sistema se encuentra hiperamortiguado
(sistema amortiguado), infraamortiguado (sistema resonante) o es fiable.
La hipotensión arterial severa se define como una PAS<80 mmHg, una PAM<60 mmHg o una
caída aguda>30% de la PA basal. A pesar de que en la definición de la misma es la TA sistólica la
que aparece hay que recordar que entre sus componentes (sistólica, diastólica y media) es la
PAM la que determina la presión de perfusión de órganos y tejidos con lo que el mantenimiento
de una correcta PAM es más relevante a la hora de asegurar una correcta perfusión orgánica.
Como objetivo, y siempre individualizando los pacientes según su estado basal y patología,
podemos tomar una PAM>70 mmHg (más alta en subgrupos de pacientes como los pacientes
con HTA crónica o con patología cardíaca de origen isquémico).
Los componentes que determinan la PA son el gasto cardíaco (volumen sistólico x frecuencia
cardíaca) y las resistencias vasculares sistémicas, por lo que las alteraciones de cualquiera de
estos dos componentes pueden ser causa de hipotensión. El volumen sistólico depende de la
precarga, la contractilidad y la postcarga por lo que también la alteración de alguno de ellos
puede ser origen de un cuadro de hipotensión. En función de estos componentes de la PA,
podemos clasificar el origen del cuadro de hipotensión como:
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§ Hipovolémico:
Disminución generalmente aguda de la precarga siendo la causa hemorrágica la primera
opción a tener en cuenta en un paciente postoperado; la disminución de la precarga
ocasionará una disminución del GC.
§ Cardiogénico:
o Por disminución de la contractilidad por disfunción sistólica que conlleva una
disminución del GC. La etiología suele ser generalmente una cardiopatía
isquémica (IAM).
o Por aumento excesivo de la postcarga:
Ø De las resistencias vasculares imposible de compensar de manera aguda
(crisis hipertensivas, administración accidental de bolus de
vasopresores).
§ Vasoplégico:
Disminución de las resistencias vasculares que conlleva una disminución del retorno
venoso y en consecuencia de la precarga cardíaca; todo ello ocasionará una disminución
del GC y de la PA; la etiología puede ser tanto anafiláctica (vasodilatación secundaria a
mediadores inflamatorios) como neurogénica (por disfunción autonómica en lesiones
medulares altas). La vasoplegia de origen anafiláctico cursará generalmente con
taquicardia mientras que la de origen neurogénico lo hará con bradicardia.
§ Distributivo: anestesia neuroaxial se usan AL que bloquean fibras nerviosas simpaticas (vasodilatación)
1.1.1 Hemorragia
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Destacar que una hemorragia aguda puede cursar con bradicardia (FC<60x’) cuando la pérdida
de sangre es importante por lo que ante un paciente con sospecha de hemorragia y FC baja no
debemos infraestimar la severidad de la misma.
La valoración de la cantidad de sangre perdida en el paciente quirúrgico la basaremos:
- Examen físico:
o Débito de los drenajes quirúrgicos (especialmente torácicos, intraabdominales y
en cirugía ortopédica de columna), apósitos y sangrado externo.
o Exploración abdominal (distensión) sugestiva de hemoperitoneo a tener en
cuenta en cirugía abdominal y vascular.
- Pruebas radiológicas: Rx tórax (hemitórax), ecografía abdominal (hemoperitoneo), TC
toraco-abdominal (hemitórax, hemoperitoneo y sangrado retroperitoneal),
arteriografías…
- Hemograma. Será la prueba más valiosa a la hora de valorar la severidad de la
hemorragia y en base a estos resultados basaremos nuestra decisión de usar
hemoderivados.
Ante la inevitable demora del resultado de algunas de estas pruebas, el inicio del
tratamiento de reposición volémica en un paciente postquirúrgico en el que se sospecha
una hemorragia no puede hacerse esperar. De manera general, la administración de 300-
500 mL cristaloides/coloides de manera rápida está plenamente justificada, en cualquier
caso. En consecuencia, asegurar una vía de administración adecuada (2 catéteres iv
periféricos gruesos) es obligado.
A la hora de incluir la transfusión de hemoderivados dentro del tratamiento de la hemorragia
aguda, de manera general, podemos asumir el objetivo de una Hb>7 g/dL para la mayoría de los
pacientes siendo obligada la transfusión de concentrados de hematíes cuando los niveles son
<7g/dL. En el rango 7-9 g/dL la decisión de transfundir o no se ha de individualizar teniendo en
cuenta factores los factores de riesgo del paciente como la historia de cardiopatía isquémica,
vasculopatía cerebral y periférica; en estos casos el umbral mínimo de transfusión que debemos
aceptar es una Hb de 8 g/dL. por encima de 9 no se transfunde
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1.1.2 Isquemia miocárdica desajuste entre la demanda y la oferta de oxigeno que necesita el corazón
El perioperatorio conlleva una situación de estrés para el paciente (elevación de los niveles de
catecolaminas secundario al trauma quirúrgico, dolor…) con el consecuente aumento del
consumo de oxígeno miocárdico. En esta situación y especialmente en pacientes postquirúrgicos
con antecedentes de cardiopatía isquémica y/o factores de riesgo cardiovascular en los que la
anemia y la hipovolemia pueden estar presentes puede producirse un aporte inadecuado de
oxígeno al miocardio en relación con la demanda requerida.
La clínica típica de dolor torácico precordial no siempre está presente (pacientes diabéticos,
intensa analgesia en postoperatorio…) por lo que la monitorización del ECG continuo y la
sospecha de este cuadro ante la aparición de un cuadro de inestabilidad hemodinámica en el
postoperatorio en pacientes de riesgo es fundamental. Electrocardiográficamente podemos
observar alteraciones de la repolarización (en el segmento ST: supra o infradesnivelación ST,
inversión ondas T) y/o aparición de bloqueos de rama izquierda no presentes hasta el momento.
Para la valoración de cualquier evento isquémico cardíaco realizaremos un ECG de 12
derivaciones, un hemograma, una Rx tórax y una determinación de enzimas cardíacas de manera
urgente. valorar la FC
Dentro del esquema de tratamiento inicial ante cualquier sospecha de evento isquémico cardíaco
hay que suministrar oxígeno suplementario para aumentar el aporte del mismo, asegurar una
correcta analgesia, si es necesario transfundir hasta el objetivo de una Hb>8 g/dL y valorar la
necesidad de tratamiento vasodilatador con nitratos e inotrópicos negativos con
betabloqueantes según el estado clínico del paciente. Tto: AAS, nitratos y b-bloqueantes
el tratamiento de la isquemia va orientado a aumentar la oferta o disminuir la demanda de oxigeno
Es una urgencia cardiológica y en función del resultado de las pruebas habrá que trasladar al
paciente a la sala de hemodinámica para la realización de un cateterismo urgente por lo que la
orientación del cuadro ha de ser lo más rápida posible.
1.1.3 Arritmias
1.1.4 Anestésicas
Ø Farmacológicas:
Por efecto residual de fármacos anestésicos con efecto inotrópico negativo o vasodilatador
(halogenados, opioides, antihipertensivos, betabloqueantes…). Generalmente el efecto es
transitorio y no suelen requerir tratamiento; éste dependerá del grado de inestabilidad
hemodinámica y la afectación clínica de nuestro paciente.
Ø Bloqueo simpático espinal/peridural alto:
Cualquier anestesia/analgesia neuroaxial conlleva una vasodilatación del territorio venoso
tanto mayor cuanto más alto sea el nivel sensitivo alcanzado. El empleo de dosis inadecuadas
(excesivamente elevadas), la punción intradural inadvertida o la migración de un catéter
peridural al espacio intradural pueden ocasionarlo. La clínica sugestiva es la de un paciente
hipotenso (y en ocasiones incluso bradicárdico), pudiendo referir debilidad de las EESS y
dificultad respiratoria por bloqueo de los músculos respiratorios (intercostales; y en caso
llegar hasta niveles cervicales C3-5 bloqueo del frénico). Dependiendo del anestésico local
empleado su efecto será más o menos duradero y en caso de precisar tratamiento será con
fármacos vasopresores (de elección fenilefrina, efedrina y en caso de precisarlo adrenalina)
pues la causa directa es la vasoplegia, atropina como tratamiento de la bradicardia,
administración de líquidos ev y posición de Trendelemburg para mejorar el retorno venoso;
en caso de bloqueo espinal alto con afectación de la musculatura respiratoria puede ser
necesaria la intubación y ventilación mecánica.
1.1.5 Anafilácticas/anafilactoides
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2 SISTEMA RESPIRATORIO
Las alteraciones a nivel respiratorio son las más frecuentes en el paciente postquirúrgico; de
especial importancia en pacientes postoperados de cirugía torácica, esofagectomía, cirugía
vascular, de cabeza y cuello y cirugía bariátrica.
2.1.1 La hipoxemia
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2.1.2 La hipoventilación
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La obstrucción de la vía aérea superior por el riesgo potencial de muerte que conlleva y el curso
tan agudo con el que cursa es una emergencia. De posibles etiologías, el resultado final es una
obstrucción mecánica al flujo aéreo en ocasiones de manera completa.
Ø La causa más frecuente es el postoperatorio inmediato es la sedación excesiva o el efecto
residual de ciertos fármacos; el mecanismo es la debilidad de la musculatura orofaríngea
con caída de las estructuras (principalmente la lengua) y obstrucción mecánica parcial o
completa de la luz de la vía aérea. Su tratamiento inmediato es la liberación de la vía aérea
inicialmente mediante maniobras manuales (subluxación mandibular, frente-mentón…) y
posteriormente mediante la colocación de cánulas oro/naso-faríngeas.
Ø Laringoespasmo: la estimulación de las estructuras faríngeas, glotis, cuerdas vocales por
secreciones, tubo endotraqueal (tras la extubación) puede ser causa de la obstrucción de la
vía respiratoria superior por cierre de las cuerdas vocales. La población pediátrica es de
especial riesgo para el desarrollo de esta complicación. Según el grado y severidad del
laringoespasmo puede escucharse estridor laríngeo o en caso de oclusión completa de las
cuerdas vocales ausencia de ruidos con esfuerzos inspiratorios inefectivos (movimiento
paradójico torácico: descenso torácico y ascensión abdominal durante la inspiración). Su
tratamiento exige maniobra agresiva de apertura de la vía aérea mediante maniobra de
subluxación mandibular, aplicación de oxigenoterapia con O2 al 100% y ventilación con
presión positiva; en ocasiones puede ser necesaria la relajación muscular con dosis bajas de
succinilcolina (10-20 mg) para posibilitar la ventilación.
Ø Edema de glotis: de origen generalmente anafiláctico o tras manipulación excesiva de la vía
aérea (intubaciones dificultosas, aspiraciones orofarígeas traumáticas y repetidas...). Su
tratamiento en la mayoría de las ocasiones además de las maniobras descritas suele precisar
de intubación endotraqueal y el uso de adrenalina. Se remienda el uso de corticoides
(metilprednisolona, hidrocortisona, dexametasona).
Ø Compresión traqueal externa secundaria a hematomas quirúrgicos. Tras cirugías del área
cervical: cirugía carotidea, tumores cervicales, laringuectomías con o sin vaciado ganglionar,
cirugía cervical ortopédica (artrodesis, discectomías, laminectomías, corporectomías; mayor
riesgo cuantos más niveles instrumentados), cirugía de tiroides y paratiroides, lifting
cervical…. El mecanismo es tanto mecánico por compresión traqueal del hematoma como
por lesión del nervio laríngeo recurrente (cirugía carotidea y tiroidea). Entre los factores de
riesgo hay que tener en cuenta la terapia antiagregante y anticoagulante previa a la cirugía,
la hipertensión, la tos y los vómitos como desencadenantes. La clínica sugestiva que nos han
de orientar hacia el diagnóstico es la de un paciente ansioso, con cambios en la voz
(disfonía), estridor tanto inspiratorio como espiratorio, la sensación disneica y el aumento
del perímetro cervical o dolor en la zona quirúrgica. El tratamiento de esta complicación
contempla la administración de O2 al 100%, la colocación del paciente en posición de
sedestación, la compresión del punto sangrante si es visible, la reversión de la
anticoagulación. La protección de la vía área mediante intubación endotraqueal ante la
posibilidad de progresar hasta una obstrucción traqueal completa ha de ser lo más precoz
posible. El tratamiento definitivo es quirúrgico pero la evacuación del hematoma quitando
las grapas y liberando la herida quirúrgica es fundamental para ganar tiempo hasta la
revisión quirúrgica.
La actuación protocolizada en el paciente postquirúrgico ante una complicación respiratoria
aguda incluye:
- Aumento del aporte de oxígeno con FiO2 elevadas mediante VM>50%.
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3 SISTEMA RENAL
Clásicamente la insuficiencia renal aguda se ha definido como una disminución brusca del filtrado
glomerular con acumulación de productos de la degradación nitrogenada (urea) e incapacidad
para mantener la homeostasis hidrolelectrolítica; su manifestación clínica más inmediata es la
oliguria (disminución de la diuresis <0.5 mL/kg*h o <400mL/día) pero dependiendo de la
severidad y tiempo del daño renal puede traducirse finalmente en una lesión renal. La oliguria y
la lesión renal aguda son las alteraciones más frecuentes en los pacientes postoperados. Las
clasificaciones actuales (RIFLE) diferencian en estadios la alteración de la función renal según la
disminución de la diuresis y la alteración analítica de la creatinina.
La etiología de la insuficiencia renal puede ser:
- prerrenal (por disminución en la perfusión renal generalmente por hipovolemia)
- renal (daño renal intrínseco secundario a isquemia, nefrotóxicos)
- postrenal (por obstrucción mecánica del tracto urinario).
La causa más frecuente de insuficiencia renal de causa prerrenal en el paciente postquirúrgico es
la hipotensión (principalmente de causa hipovolémica) que tiene como consecuencia la
disminución de la presión de perfusión renal. Su tratamiento es la corrección hemodinámica para
conseguir adecuadas PAM (volumen, hemoderivados, vasopresores…). Una lesión de causa
prerrenal mantenida suficiente tiempo puede ocasionar una lesión renal (con alteración
estructural de la estructura glomérulo-tubular).
Entre las posibles causas de insuficiencia renal de causa renal los nefrotóxicos (algunos
antibióticos, quimioterápicos, contrastes radiológicos…) son la causa más frecuente en el
paciente crítico.
Entre las posibles causas de insuficiencia renal de causa postrenal de relevancia en el
postoperatorio están la obstrucción mecánica de la sonda vesical, la ligadura quirúrgica ureteral
accidental en (especialmente la cirugía colo-rectal y ginecológica), la obstrucción uretral por
coágulos, el retraso en la recuperación del tono parasimpático tras un bloqueo neuroaxial. Para
descartar el origen postrenal hay que asegurar la permeabilidad del “circuito”: evitar acodaduras
de la SV, realizar lavados para limpiar coágulos, comprobar permeabilidad ureteral
radiológicamente…
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4 SISTEMA ENDOCRINO
4.1 HIPOGLICEMIA
Situación en la que la concentración plasmática de glucosa es insuficiente para cubrir las
demandas metabólicas. Prácticamente exclusivo de pacientes diabéticos en tratamiento con
hipoglucemiantes o insulina.
La hipoglicemia es una complicación relativamente infrecuente en el paciente postoperado pero
reviste una gran importancia por la importante morbimortalidad con la que se asocia. Suele darse
en pacientes diabéticos con pautas de insulina a los que se administra una dosis excesiva o en los
que no se ha suplementado el ayuno con una pauta de glucosa suficiente. La clínica es la de un
paciente inicialmente ansioso, sudoroso, pálido, con sensación de gravedad y que puede
progresar hacia una clínica neurológica de estupor, letargia y finalmente muerte por lo que en
cualquier paciente con disminución del nivel de conciencia la realización de una glicemia capilar
es obligada. El tratamiento ha de ser la administración rápida endovenosa de 100 mg glucosa; en
casos refractarios estaría indicada la perfusión de glucosa e hidrocortisona y en caso de
desnutrición o alcoholismo la suplementación además con tiamina.
4.2 HIPERGLICEMIA
La alteración endocrina más frecuente; especialmente prevalente dentro de la población
diabética. El postoperatorio (con diferentes factores: estrés quirúrgico, dolor…) supone como ya
hemos comentado un estado con liberación exagerada de hormonas de estrés (catecolaminas,
glucagón, cortisol) con un efecto sobre el metabolismo de la glucosa de disminuir su captación
por los tejidos periféricos ocasionando elevación de sus niveles plasmáticos. Además, se suman
otros factores como el ayuno (en ocasiones prolongado) y la interferencia de fármacos que
alteran el metabolismo de la glucosa que condicionan una respuesta difícil de predecir al
tratamiento insulínico.
En el paciente crítico (sobre todo con historia de diabetes) está indicado el mantenimiento de los
niveles de glucosa en un rango aproximado 110-140 mg/dL. El control estricto de la glicemia no
está indicado en el paciente crítico pues se asocia a más episodios de hipoglicemia que
incrementan notablemente la morbi-mortalidad.
Las alteraciones hiperglucémicas de relevancia en el paciente diabético por su elevada
morbimortalidad son la cetoacidosis diabética y el coma hiperosmolar; para el diagnóstico
diferencial entre las dos habrá que solicitar cuerpos cetónicos urinario y pH/bicarbonato sérico.
La reposición volémica y el tratamiento insulínico son precisas en ambas situaciones sin embargo
la intensidad de su reposición/corrección varía entre ellas y mientras que el tratamiento
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5 SISTEMA NEUROLÓGICO
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6 ALTERACIONES DE LA TEMPERATURA
La hipotermia (Tª central corporal <36ºC) es muy frecuente en el postoperatorio inmediato por
la pérdida de calor corporal secundaria a la anestesia (tanto general como locorregional), a la
administración endovenosa de sueros fríos y a la baja temperatura del quirófano. La respuesta
fisiológica tras la recuperación de una anestesia es la de provocar calor interno mediante la
producción de escalofríos; sin embargo, estos se pueden asociar a mayor consumo de O2 en el
postoperatorio inmediato. La hipotermia se asocia a mayor morbi-mortalidad perioperatoria:
favorece la hipoxia tisular, la acidosis metabólica, puede prolongar el efecto de relajantes
musculares y sedantes por disminución de su eliminación, se asocia a mayor incidencia de
infecciones y puede ser causa de coagulopatía.
La hipertermia puntual en las primeras 24 horas del postoperatorio no suele tener ningún
significado sin embargo ante estados de fiebre mantenida debemos descartar la hipertermia
maligna, la crisis tiroidea, la reacción transfusional, la causa farmacológica (por uso de fármacos
anticolinérgicos). Por su potencial riesgo mortal y ser el perioperatorio un período de especial
riesgo para su presentación (los principales desencadenantes son la succinicolina y los
anestésicos halogenados), la hipertermia maligna siempre se ha de tener en cuenta.
Clínicamente se manifiesta en las fases iniciales con un cuadro clínico tan inespecífico como de
elevación progresiva de la temperatura, taquicardia y desaturación hasta un cuadro de rigidez
muscular, fracaso renal, edema agudo de pulmón, coagulación intravascular diseminada, daño
cerebral y destrucción muscular en las fases finales. El tratamiento consiste en suspender la
administración del desencadenante cuando se sospeche, tratamiento de soporte (ventilación
mecánica con FiO2 100%, soporte hemodinámico), mantenimiento de los niveles plasmáticos de
K, alcalinizar la orina para prevención de la necrosis tubular aguda por rabdomiolisis,
enfriamiento activo y administrar dantroleno.
Habitualmente causada por atonía uterina (causa más frecuente), por retención placentaria, por
lesión uterina (rotura, inversión...) o por la existencia de coagulopatía. La hemorragia postparto
puede ser masiva (con pérdidas hemáticas >1500 mL) por lo que el tratamiento transfusional ha
de ser igualmente agresivo (administración temprana de plasma fresco congelado, concentrados
de plaquetas y fibrinógeno) para evitar el desarrollo de una coagulopatía de consumo.
El protocolo a seguir delante de una hemorragia postparto masiva será el de una hemorragia
grave:
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- Posición Trendelemburg
- Administración O2 al 100%
- Asegurar 2 vías gruesas (14G)
- Reposición volémica con cristaloides/coloides teniendo en cuenta la administración
precoz de hemoderivados (CCHH, PFC, plaquetas y fibrinógeno).
- El tratamiento farmacológico en caso de sospecha de atonía uterina como causa será
mediante uterotónicos: oxitocina/carbetocina, metilergometrina, prostaglandinas.
- Valorar el taponamiento mecánico uterino (gasas, balón) si falla el tratamiento
farmacológico.
- Si la hemorragia no responde al tratamiento instaurado: tratamiento endovascular
mediante embolización o quirúrgico: ligadura aa. Uterinas o histerectomía como último
escalón.
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- IOT si GCS<9.
- Ante cualquier sospecha, valorar necesidad de prueba de imagen (TC craneal)
- Si se confirma, revisión quirúrgica urgente.
- Temporalmente, valorar iniciar tratamiento médico (manitol).
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Tras la cirugía vascular aórtica las principales complicaciones a tener en cuenta son la
hemorragia, la insuficiencia renal y la isquemia mesentérica (dependientes del tiempo
de clampaje aórtico o por una malposición de la prótesis en la cirugía endovascular). La
lesión medular isquémica tras la cirugía de aorta puede prevenirse con la colocación de
un drenaje lumbar para disminuir el edema medular. En los cuidados del drenaje lumbar
hay que tener en cuenta:
- Lo ideal es que drene aproximadamente 10 mL/h. La altura del drenaje se colocará en
función de ese débito como objetivo.
- Si drena>30 mL/h hay que pinzarlo.
- Si drena<3 mL/h hay que comprobar si está ocluido.
- Si el drenaje es hemático, hay que retirarlo inmediatamente, corregir las posibles
coagulopatías y realizar TC/RM para descartar hematoma peridural.
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8 BIBLIOGRAFÍA
- Soporte Vital Avanzado en Trauma para Médicos (ATLS). 8ª edición. American College of
Surgeons. ISBN 978-1-880696-37-8.
- Medicina de Urgencias: Guía diagnóstica y protocolos de actuación. 2ª edición. Elsevier.
ISBN 84-8174-409-3.
- Clinical Anesthesiology. 3rd edition. McGraw-Hill. ISBN: 0-07-112441-1.
- El Libro de la UCI. 3ª edición. Lippinkot Williams & Wilkins. ISBN 978-0-7817-4802-5.
- Casos clínicos en Anestesiología II. 2ª edición. MASSON SA. ISBN 84-458-1529-6.
- Situaciones Clínicas en Anestesia y en Cuidados Críticos. Panamericana. ISBN: 978-84-
9835-686-1.
- Critical Care Medicina. The Essentials. 3rd edition. Lippincott Williams and Wilkins. ISBN:
0-7817-3916-0.
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