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Ética Con Los Clásicos - M. Martínez Huerta
Ética Con Los Clásicos - M. Martínez Huerta
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ÉTICA CON LOS CLÁSICOS
Miguel Martínez Huerta
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Primera edición: julio del 2000
Primera reimpresión: junio de 2001
ISBN: 968-856-804-X
Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
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Por qué leer los clásicos
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tiene que decir". Las lecturas de los clásicos (en cualquier rama)
dan forma, inexplicablemente, a una experiencia futura, pro
porcionan variedad de modelos, contenidos y términos de com
paración, además de esquemas de clasificación, escalas de va
lores y paradigmas de comprensión. Los clásicos sirven para
entender quiénes somos y adónde hemos llegado. Por eso nunca
se recomendará bastante la lectura directa de los textos origina
les evitando, en lo posible, falsificaciones, interpretaciones o
deformaciones.
La escuela, pues, no puede negar una de sus tantas tareas:
dar a conocer cierto número de clásicos, entre los cuales el alum
no podrá reconocer después "sus" clásicos. El profesor, de una
u otra manera, está comprometido a dar al joven estudiante los
instrumentos necesarios para que éste pueda efectuar su propia
elección. Con el propósito de convertirse en una guía seria de
las inteligencias juveniles que se disponen a dar los primeros
pasos por el terreno particularmente difícil y sobradamente fas
cinante de la ética, se ha emprendido la redacción de esta obra,
en la cual el pensamiento filosófico es el vehículo ordinario.
Por último, queremos manifestar claramente que una (enor
me) selección de citas, frases y textos, nunca puede eliminar la
lectura de obras enteras. Cultivamos la esperanza de que los
pensamientos aquí ofrecidos estimulen en el estudiante (y en el
colega profesor) el deseo de (re)conocer al autor o autores en su
v_erdadero contexto. "La única razón que se puede aducir es que
leer los clásicos es mejor que no leer los clásicos" (ltalo Calvino).
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Noción de filosofía
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Los problemas de la ética
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La importancia de la ética
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El tema del hombre
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los demás animales ven las cosas sin examinarlas ni dar razón de
ellas, ni contemplarlas; mientras que cuando el hombre ha visto
una cosa [ . . . ] la contempla y se da razón de ella. El hombre es el
único, entre los animales, a quien puede llamarse con propiedad
anthroopos, es decir, contemplador de lo que ha visto ( 1 979, 26 1 ) .
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r azón, debe v aler igualmente para todos los seres racion ales.
En cambio, l o que constituye meramente el fundamento de la
posibil idad de l a acción, cuyo efecto e s el fin, se llama medio
( 1983, 43).
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Persona e individuo
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La persona y las normas
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La esencia del acto moral
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El deber moral
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La responsabilidad humana
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La virtud en general
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Las virtudes morales
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miedo y ser valiente son dos cosas muy diferentes; nada hay más
raro que el valor acompañado de la prudencia y nada más común
que el atrevimiento, que la audacia, que la intrepidez acompaña
das de imprudencia (cf. Platón, 1 979, 56).
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E l p roblema d e l a libertad
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La libertad condicionada
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L a conquista d e l a libertad
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el ser humano debe evitar dos extremo s : vivir con una concien
cia manipulada (pues le resulta más cómodo que el enfrenta
m iento con la propia autonomía y responsabilidad) o vivir con
una conciencia absolutamente autónoma y orgullosa.
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Axiología o teoría d e los valores
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otros no; para unas épocas históricas y para otras no. Sin
embargo, acabamos de ver que eso es incompatible con su
esencialidad irreal.
e) Son inmensurables e imponderables. Es decir, no se pueden
medir ni pesar. A nadie se le ocurre decir, por ejemplo, que
tiene un kilogramo de amor o un kilómetro de e speranza.
f) Pueden ser tomados en sentido positivo o negativo. Frente a
un valor hay s iempre un contravalor, sin término medio ni
gradación posible entre ambos . Es una c aracterística pecu
liar o exclusiva de los valores, o que los diferencia de cua
lesquiera otras propiedades de las cosas. Cuando hacemos
referencia a lo bello y lo feo , lo bueno y lo malo, lo gracioso
y lo monótono, lo cursi y lo elegante , lo ridículo y lo apro
piado o conveniente, lo j usto y lo injusto, lo útil y lo inútil,
etc . , aludimos a valores que pueden desdoblarse en sentido
positivo y negativo.
g) Son obligatorios. " Quien percibe un valor puro, es decir, no
realizado aún, no siente sólo su cualidad v aliosa, sino una
exigencia que tiende a su realización. Si algo vale , debe ser
(cf. Ramos , 1 962, 65) . Porque la j usticia es algo valioso en
sí, lo j usto debe ser. Los v alores morales , en cuanto princi
pios excelsos de la conducta, entrañan, por su esencia mis
ma, un "deber-ser", contienen una exigencia de realización.
h) Son subjetivos-objetivos. Este es uno de los problemas cruciales
en axiología. Reducido a sus proporciones axiológicas equivale
a la pregunta: ¿Tienen las cosas o los hechos un valor que des
pierta en nosotros una reacción de agrado o desagrado, o es nues
tra actitud ante las cosas (agrado o desagrado) aquello que cons
tituye o integra la esencia del valor? Los partidario s del
objetivismo en axiología, defienden la primera de estas posibi
lidades y los subjetivistas la segunda.
El subjetivismo (Protágoras , Durkheim, S artre, etc. ) afirma
que los v alores son un reflejo de nuestro ser sobre las cosas; es
el suj eto quien les da valor y , por esto, gustan a unos y a otros
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La llamada d e los valores
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Sócrates, fundador de l a ética
Pocos hombres han dej ado una huella tan profunda en l a con
ciencia de las generaciones sucesivas como lo hiciera S ócrates.
Nació en Atenas, hij o del escultor S ofronisco y de Fenareta,
partera de profesión. S u vida corre del año 469 al 399 a. de C.
Siguió por algún tiempo la profesión de su padre y casado con
Santipa, abandonó más tarde el cuidado de su familia para dedicar
se a una actividad análoga a la de su madre. "Yo no sé nada de lo
que saben los grandes y admirables personajes de estos tiempos y
de los tiempos pasados, pero en cuanto al oficio de partear, mi ma
dre y yo lo hemos recibido de manos del dios, ella para las mujeres
y yo para los jóvenes de bellas formas y nobles sentimientos"
(cf. Platón, 1 979, 349). Se entregó por entero a su propósito de
levantar el nivel moral y espiritual de sus conciudadanos:
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Hay una cosa que yo deseo desde mi infancia, así como cada
hombre tiene sus caprichos; uno quiere tener caballos ; otro, pe
rros ; otro, oro; otro, honores. Para mí todo esto es indiferente,
y no conozco cosa más envidiable en el mundo que tener ami
gos, y querría más tener un buen amigo que la mejor codorniz,
el m ejor gallo, y lo que es más, ¡ por Zeus ! , el más hermoso caba
llo y el más precioso perro del mundo sí, ¡ por el Can ! , yo preferi
ría un amigo a todo el oro de Darío, y a Darío mismo; ¡ tan apete
cible y tan digna me parece la amistad ! (Platón, 1 979, 67).
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La ética política de Platón
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La ética eudemonista de Aristóteles
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La ética cristiana
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La ética formal de Kant
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La ética materialista de Marx
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El pragmatismo ético de James
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La ética existencialista
"El último absurdo del siglo tenía que ser la moda del existencialismo"
sugiere Mounier en su libro Introducción a los existencialismos
( 1 967 ) . No es fácil hacer una s ínte s i s de la filosofía moral
existencialista si se tiene en cuenta que no existe propiamente
hablando una filosofía o escuela existencialista, sino ciertos te
mas comunes a unos pensadores denominados exi stencialistas.
Como movimiento filosófico , el existencialismo se presenta
como una reacción de la filosofía del hombre contra el exceso
de la filosofía de las ideas y de la filosofía de las cosas (Mounier,
1 967 , 1 3 ) , como una "reacción negra contra la filosofía de l a
fel icidad y d e l triunfo humano que ocupó el proscenio del siglo
pasado" (Mounier, 1 967 , 80) . El existencialismo, entonces, es
una filosofía del hombre , "una concepción singularmente dra
mática del destino del hombre" (Mounier, 1 967, 47) que "arroja
al hombre frente a su desdicha" (Mounier, 1 967 , 56) pues "hace
precisamente de la nada la trama principal de la existencia"
(Mounier, 1 967, 7 7 ) .
E n este sentido, el existencialismo e s t á respaldado p o r una
larga serie de antepasados (S ócrates , estoicos , S an Bernardo,
Pascal, Kierkegaard, Maine de B iran, etc. ) y , de acuerdo con
S artre ( 1 972, 1 4 ) , hallamos dos escuelas existencialistas : "los
primeros , que son cristianos , entre los cuales yo colocaría a
Jaspers y a Gabriel Marcel, de confesión católica; y , por otra
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parte, los existencialistas ateos, entre los cuales hay que colo
car a Heidegger, y también a los existencialistas franceses y a
mí mismo". Sin embargo, Heidegger recalca la diferencia entre
su filosofía existencial y la filosofía existencialista de Jaspers y
Kierkegaard. Esto s , afirma, sólo conocen existentes humanos
singulares e incomunicables; su tarea principal e s , en cambio,
aclarar el sentido del ser en general (cf. , Mounier, 1 967 , 1 90).
En cuanto a la expresión "existencialismo", debe observarse
que éste afirma la primacía de la existencia sobre la esencia;
esto significa que el hombre primero existe y después consiste;
es decir: primero es, y luego es lo uno o lo otro. Escribe Sartre
( 1 972, 1 5) : "El existencialismo ateo que yo represento es más
coherente. Declara que si Dios no existe, hay por lo menos un
ser en el que la existencia precede a la e sencia, un ser que existe
antes de poder ser definido por ningún concepto, y que e ste ser
e s el hombre".
De acuerdo con lo anterior, e s acertado decir que "la existen
cia, y p articularmente la existencia humana, no puede ser obje
to de sistema" (Mounier, 1 967 , 30). La existencia "es lo que no
se convierte j amás en objeto" (Mounier, 1 967, 3 5 ) . Es más, el
existencialismo distingue entre problema y misterio. "El pro
blema es la dificultad que está delante de mí, obstruyendo el
camino. Lo enfrento y me distingo de él, puedo rodearlo. El
misterio e s el problema en que me encuentro comprometido,
donde e stoy en cuestión yo en mi totalidad y mi ser, tanto como
mi cuestión. Su e sencia e s no estar todo entero frente a mí"
(Mounier, 1 967, 3 8 ) . Por lo mismo, no es la muerte un misterio
filosófico, sino el que yo muera.
Son particularmente los hechos dolorosos, la angustia, el remor
dimiento, la desesperación, el horror a la muerte, la incertidumbre
y la frustración, los estados, que en sentir del existencialismo, nos
ponen más cerca de la realidad humana. Conoce el ser en su
propio ser, el Dasein. El Dasein es a la vez este ser c oncreto y el
ser en general . Sólo por error se ha creído ver en el método
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l a sociedad bienes que le son esenciales. Al respecto señala
Maritain ( 1 96 8 , 5 3 ) : "la persona exige por naturaleza, en v irtud
de su dignidad así como de sus necesidades , ser m iembro de
una sociedad" (cf. B alme s , 1 986, 205 ) .
El origen y el fin esencial d e l a vida social e s , entonces , la
conservación, el desarrollo, y el perfecc ionamiento de la perso
na ( c f. Maritain, 1 96 8 , 3 1 ). "La v ida soci al -escribe M aritain
e stá naturalmente ordenada al bien y a la libertad de la persona"
( 1 968, 8 2 ) . Por consigu iente , todas las instituciones sociales
(familia, matrimonio, sociedad civil, empresa, religión, mass
media , Estado, escuela) deben, en definitiva, servir para este
fin. S ólo en e ste sentido son agentes moralizadores .
" L a polític a no e s un fi n último que absorba todos l o s de
más. No obstante, si bien la política no lo e s todo, está en todo"
(Mounier, 1 965 , 62). El Estado es, en efecto, "la objetivación
fuerte y c oncentrada del derecho", y el derecho e s el garante
institucional de la persona. El Estado es para el hombre, no el
hombre para el Estado.
Incumbe, a la sociedad política, establecer un conjunto de
circunstancias necesarias al progreso de la vida material, inte
lectual y moral de la humanidad. En palabras de Mounier:
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Problemas éticos contemporáneos
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Epílogo
El compromiso
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B ibliografía
Básica
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Fundamental
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Complementaria
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Ética con los clásicos
se terminó de imprimir en agosto de 2002
El tiraje consta de 1 000 ejemplares
Impreso en los talleres de TRASSO Grupo Creativo Digital,
José Revueltas No. 305 Col. Villa de Cortés
Tels. 5696 157 1 5 590 2625 Fax 5696 6 14 1
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Producción gráfica de Alejandro Pizarro L.