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UNIDAD N° 1
Los sordos en las primeras civilizaciones
En 1760 a.C. aparece por primera vez el término “sordomudo” en el Código de Hammurabi
(Babilonia). El término “sordomudo” era utilizado como un sinónimo de “idiota” ya que en la
antigüedad creían que los sordos eran enfermos mentales.
Las leyes de Manú (India, 1500 a.C.) fueron un código de normas éticas para la vida social de la
antigua India. En estas leyes no se les permitía a las personas sordas ser responsables de
decisiones legales ni participar activamente en la sociedad porque los hindúes creían que estas
personas habían pecado en una vida anterior.
Los judíos no compartían la idea de infanticidio de los niños con discapacidad, muy usado en
Esparta y otras civilizaciones de la época1 .De acuerdo con la ley de Moisés, no se permitía la
entrada a los santos lugares a los lisiados, una prohibición que se aplicaba de igual a los ciegos o a
los mutilados. Sin embargo, al parecer, a los sordos se les permitía entrar libremente al Templo o
en otros lugares sagrados.
Por otra parte, en el Talmud, libro sagrado donde se recoge la tradición oral de la Ley Hebrea (S. III
a VIII), después de colocar a los sordomudos en el mismo nivel “de los tontos y de los niños”, por lo
que no eran responsables y, consiguientemente, estaban exentos de las disposiciones de la ley
rabínica, se afirma, contradictoriamente:
Comentario que viene a demostrar que, en aquella época y en Israel, eran ya muy conscientes de
dos cuestiones fundamentales. La primera, que el estatuto legal de los sordos y mudos no era muy
distinto del imperante en el mundo helénico y latino, al ser considerados como irresponsables
morales. Y segundo, contradictoriamente, que los sordos y mudos tenían la posibilidad de ser
educados. La cuestión que, desgraciadamente, no recogió el Talmud, es la de determinar qué
forma o de qué manera un sordo podía alcanzar el beneficio de ser instruido. 2
1) GONZÁLEZ RODRIGO (2013). Historia ilustrada de la comunidad sorda. Montevideo: TUILSU (p.16)
2)GASCÓN RICAO, ANTONIO y STORCH de GRACIA y ASENCIO, JOSÉ GABRIEL.Ob.cit (pp.11-12)
2
En el antiguo Egipto (2700-1800 a.C) el faraón era el máximo gobernante de esta gran civilización y
era considerado como un dios por los egipcios.
Los egipcios creían en la vida después de la muerte por eso el faraón mandaba construir las
pirámides a esclavos. Adentro se ubicaban grandes cámaras para su tumba donde sería
depositado luego de su muerte con todas sus posesiones. A los esclavos se les prohibía revelar
dónde se encontraban las mismas. Por eso, muchos sordomudos fueron elegidos como esclavos
porque no podían revelar el secreto. También se dice que otros esclavos fueron castigados por el
faraón, se les cortaba la lengua o se les dejaba sordos tras brutales torturas.3
Noticias médicas
Hipócrates (460-355 a.C)
De fiarnos de las noticias conservadas, durante toda la antigüedad clásica, el sordo y el mudo
fueron asimilados dentro de la categoría de los idiotas y dementes, al considerarse en general ,
tanto entre los griegos como entre los romanos, que el sordomudo era una persona incapaz de
recibir educación y de expresar conocimiento o voluntad. Así, los espartanos los arrojaban por el
Monte Taigeto; los atenienses, en tiempos de Pericles, los abandonan o sacrifican; los romanos
hasta la época de Augusto los arrojaban al Tíber, cuando no eran expuestos en la plaza pública y
abandonados o vendidos como esclavos; y, ya en la Edad Media en Europa, se les llegó a quemar o
emparedar, al considerárseles, citamos textualmente, “embrujados”.
“…la mudez constituye una enfermedad incurable que, atacando los órganos de fonación, impide
discurrir al que la padece, imposibilitándolo para emitir voces articuladas”…
“Para instruir a los sordos, ningún arte puede alcanzar, ningún cuidado mejora, ninguna sabiduría
enseña”.
Sócrates
El conocidísimo comentario que hace Sócrates, en el diálogo “Cratilo” de Platón y que demuestra
el uso, de muy antiguo, de las señas por parte de los sordos:
“…Si no tuviéramos voz ni lengua y deseásemos sin embargo comunicarnos cosas entre nosotros,
¿no deberíamos procurar, como hacen los mudos, indicar lo que queremos decir con las manos, la
cabeza y otras partes del cuerpo?... (p.14)
Aristóteles
Durante siglos imperó la idea entre ciertos filósofos, incluidos en ellos muchos religiosos, sobre la
incapacidad del sordo para el desarrollo de las facultades cognoscitivas. Al filósofo griego
Aristóteles (384-322 a.C.) considerado como una autoridad infalible, se le atribuye el dogma de
que:
“quien no puede oír, no puede hablar ni comprender a sus semejantes, siendo incapaz de discurrir
ni, por tanto, de instruirse y educarse”.
Por otra parte, la existencia común, en la Antigüedad y en la Edad Media, de sordos aislados,
privados de educación y, por ende, retrasados intelectualmente, vino a reforzar esta idea, de
manera que, de dos hechos concurrentes –ausencia de palabra y ausencia de pensamiento
abstracto-, se impuso una relación de causa a efecto: La ausencia de palabra significaba la
ausencia de pensamiento abstracto, por lo que, argumentado a contrario sensu, de la existencia
de la palabra se deducía inexorablemente la adquisición de la capacidad de abstracción y, por
tanto, de la posibilidad de ser educado.
Tesis ésta que condicionó, durante muchos siglos, la voluntad de enseñar a hablar a los sordos. 6
También del mismo Aristóteles, se va a considerar a la lengua hablada, como forma exclusiva de
expresar el pensamiento:
“…Los sonidos emitidos por la voz son símbolos de estados del alma y las palabras escritas, los
símbolos de las palabras emitidas por la voz…”
Esto determinará luego la común opinión, de que sólo la palabras (o sonido emitido por la voz)
tendría una relación primaria y esencial con los conceptos mentales (o estados del alma), de
manera que todo otro medio de expresión (gestos, escritura) de esos contenidos mentales sería
excluido de esta jerarquía y considerado subsidiario de esta palabra hablada. Esta afirmada
“ventaja natural” de la palabra frente a todo otro medio de expresión, inspirará históricamente a
toda la filosofía del lenguaje y, por añadidura, a la pedagogía del sordo, sobre una visión
“fonocentrista”: La unión absoluta y necesaria de la voz y del sentido. 7
Casos milagrosos
Otra historia extraída de una obra “Noctes Aticae” del latino Aulo Gelio, citada por el historiador
griego Herodoto en el siglo V a, de C., es la historia “del hijo mudo del Rey Creso”.
Según dicha historia, el Rey Creso de Lidia (560-546 a.C) tenía un hijo, llamado Atys:
“De mujer legítima, sano y hermoso de todos sus miembros y sentidos, el cual, aunque llegó a edad
de saber formar voz y hablar, por incógnito ligamento o impedimento de la lengua, él no hablaba
ni habló en muchos años después, cosa; y así era tenido por mudo e impedido de la lengua, puesto
que se conocía que oía, aunque jamás se ve mudo que no sea sordo”
Según otras fabulosas versiones, su padre intentó todo lo imaginable por liberarle de aquella
supuesta maldición, llegando al punto de enviar un mensajero a Delfos para pedirle consejo al
oráculo, A su consulta, la Pitonisa respondió:
“Poderoso Rey de la tierra de Lidia, loco Creso, durante muchos años has anhelado oír el alegre
saludo de tu hijo. Renuncia a este anhelo. ¡Mucho mejor sería para ti que nunca vieras el doloroso
día en que tu hijo romperá su silencio!” 1
“Yo sé el número de las arenas y la dimensión de los mares, yo comprendo al mudo y oigo al que no
habla” (Herodoto, Historia, 47,10-12).
Al ser derrotado Creso por el persa Ciro en el año 545 a.C., se dieron órdenes estrictas de
apresarle, pero sin ejecutarle. Así, cuando un soldado persa que no se había dado cuenta de quién
era su prisionero iba a darle muerte, la lengua del Príncipe mudo se desató, al “romperse las
ligaduras y torpezas de la lengua” según Mexía, gritando a causa del horror: “¡No lo mates, cata
que es el Rey Creso, mi padre!”, en lo que fueron las primeras palabras que lograba pronunciar en
su vida. Ante aquel milagro dice la historia que se perdonó la vida a Creso, y Lidia pasó a formar
parte del reino de Persia bajo el mandato de Ciro.
En los principios del siglo XX, el culto jurista, escritor y académico Álvaro López Núñez (1865-
1936), llegará a la conclusión de que el muchacho de la historia era en realidad afásico y que su
mutismo podría haber sido consecuencia de un estado histérico, o de un accidente emocional, con
parálisis de alguno de sus órganos de coordinación. Una enfermedad que pudo tener su origen en
una causa de orden psicológico y que podía curarse mediante otra impresión análoga, como fue el
caso de ver a su padre en un peligro mortal. Dando así una explicación plausible al supuesto
milagro. 8
Otro, llamémoslo así, milagro similar, es el recogido por Valerio Máximo en su De miraculis,
referido en esta ocasión al atleta Egles, que, habiendo vencido en una competición deportiva y
como no le diesen el premio señalado para el vencedor, fue tan grande la fuerza que puso para
reclamarlo y tan grande su pasión que, aunque mudo de nacimiento, prorrumpió en grandes
voces, reclamando el premio debido.
Valga, como posible explicación para estas historias, la citada por López Nüñez.
Vistas las historias anteriores, lo que cabe destacar de su contenido es que, aunque curioso o
entretenido, no aporta en realidad nada práctico encaminado a la solución de la sordera o al tema
de la educación del sordo, y, por lo tanto, no tiene ningún sentido dentro de la Historia pedagógica
del sordo, sino para explicar ciertos prejuicios sociales o actitudes psicológicas o culturales
secularmente preconcebidas frente al fenómeno de la sordera. 9
El niño de Esparta
La ciudad de Esparta se caracterizaba por ser de corte militar, hubo poco comercio y poca cultura,
pues era un pueblo guerrero. En la ciudad existían dos reyes y un senado. Su organización era
colectivista; la tierra era repartida por igual. Además, todos estaban obligados a realizar su servicio
militar y obedecer las decisiones de la comunidad. La guerra era muy importante, pues se trataba
de su principal actividad económica. Después de conquistar otros pueblos, solían asesinar a los
hombres más fuertes para evitar rebeliones.
Para muchos toda la grandeza de Esparta se apoyaba en su sistema educativo. En vez de dejar que
cada uno educara a sus hijos como mejor le pareciese, los espartanos creyeron que la educación
era algo trascendental que no podía dejarse en manos de las familias, sino en las del Estado. La
vida de los hombres, de las mujeres y de los niños dependía exclusivamente del Estado, quien era
quien programaba, organizaba y decidía sobre sus vidas .En Esparta no existe la familia, la vida
privada ni la libertad individual. Sólo existe el Estado omnisciente, omnipotente y temible, que
gobierna mediante el terror y la ejecución, sin control político de ningún tipo.
Nada más al nacer, los niños eran lavados con vino para conocer su resistencia. Posteriormente
eran examinados por una comisión de expertos, que dictaminaba si merecía o no la pena vivir al
recién nacido. Los débiles y defectuosos eran considerados un peso para el Estado y los arrojaban
a las llamadas Apóteyas (literalmente “expositorios”), cima en las laderas del monte Taigeto. Ni se
les ponían fajas ni se atendían sus llantos y miedos en la oscuridad de la noche. Si sobrevivían, les
esperaba la vida triste de los cuarteles sometidos a los campeonatos de resistencia, a los azotes y
al caldo negro de la comida selectiva. De creer a Plutarco, los niños vivían desnudos hasta los doce
años, edad que se les suministraba una ropilla para todas las estaciones del año. 10
11) BUENAVENTURA DELGADO, Historia de la infancia, editorial Ariel, Barcelona 1998 (pp.44-47)
8
Educación artística
“… Este joven, siendo mudo de nacimiento, el orador Messala, a cuya familia pertenecía, pensaba
que podía ser enseñado a pintar, lo que también aprobó Augusto, de sagrada memoria. El joven
logró una gran habilidad en ese arte”… 13
Noticias legales
El derecho romano
La cultura romana, al principio agropecuaria y militar, recoge la politeísta cosmovisión del
ensalzamiento de la salud y la fuerza propia de los pueblos antiguos, recibida en este caso,
primero de los etruscos y luego de los griegos, que hace considerar a los sordos y a los mudos
como impedidos y, por lo tanto, inútiles o molestos, siendo, en las épocas primitiva y republicana,
arrojados al Tíber si nacían con tales taras, según cuenta Plutarco en sus Vidas paralelas.
Pero es también un sentido práctico de las necesidades de la vida –manifestado en la ingeniería y
en el Derecho, las dos geniales aportaciones de Roma a la civilización-, el que luego exige la
necesidad de imponer un tutor a quien, en un sistema sacramentalmente rituario y formalmente
oral, no es capaz de entender ni de hacerse entender, como es el caso del sordo y del mudo, del
mentecato y del niño.
La educación romana tenía como esencial finalidad, en un inicio, el cumplimiento de los deberes
familiares y militares, fundamentos ambos de la vida civil y política y, por ende, del Estado,
cimentado todo ello con las prácticas religiosas. En la época republicana y clásica, la formación
completa, basada fundamentalmente en aspectos culturales y retóricos latinos y griegos, se
impartirá por el grammaticus, en una escuela cuya principal finalidad era la de formar oratores, es
decir, hombres públicos cuyo instrumento esencial de actuación social y política era el discurso
oral, el verbum, por lo que estaban excluidos de aquélla los sordos, mudos, niños y mentecatos.
En el Derecho romano primitivo, la forma originaria del testamento era mediante la utilización
ritual y solemnemente oral de la fórmula jurídica “mancipatio per des et libram” (simulación de una
venta, que sólo podía otorgar quien pudiera oír-según Dionisio Ulpiano, “…heredes palam, ita ut
exaudire possint, nuncupandi sint…”, en Dig.28.1.21.pr.-), que contenía una doble declaración de
voluntad, mancipatoria y nuncupativa.
Por medio de la declaración mancipatoria, se hacía una venta simbólica del patrimonio de la
familia a favor del “familiare emptor”, de manera que el sordo no podía otorgar testamento,
porque no puede oír la aceptación de la otra parte, que simbólicamente adquiere la herencia –
como reseña Ulpiano, “surdus…testamentum facere non possunt…surdus, quoniam verba familiar emptor
exaudire non potest…” Reg. 20,13 y Dig. 28.1.6.1-).
Por la declaración nuncupativa, manifestada a continuación de la anterior, se formulaba una
expresión pública y oral de la designación de herederos y de otras disposiciones del testador, que
puedan ser oídas por los testigos, de modo que no puede testar el mudo porque no puede hablar
–siguiendo igualmente a Ulpiano, “mutus…testamentum facere non possunt…mutus, quoniam verba
nincuoationis loqui non potest…”- ni tampoco, ambos, sordos y mudos, ser testigos testamentarios,
porque no pueden, respectivamente, ni oír las palabras dichas ni testificar oralmente las oídas.14
En el Código de Justiniano (S. V) la ley que determina quién puede o no hacer testamento.
Con respecto al sordo y mudo a natura (de nacimiento), a quien se le niega la posibilidad de hacer
testamento, manumitir, contratar o testificar, porque tales actos dependían de procesos verbales,
además de presumir que aquél no tiene entendimiento, porque no sabe hablar, leer ni escribir, y,
por tanto, debe estar sometido a tutela, pues carece de inteligencia para manejar y dirigir sus
asuntos. (…) La legislación justinianea sirvió de base a la posterior legislación civil, tanto en Roma
como en Bizancio, como en los posteriores reinos latinos medievales. 15
Referencias bíblicas
De forma casi sorpresiva, serán los libros religiosos judeo-cristianos los que más noticias aporten
en el aspecto pedagógico o práctico respecto a la comunicación de las personas sordas.
El Antiguo Testamento
Prescindiendo de los metafóricos pasajes del Éxodo, V:
“…Habiendo Dios confiado a Moisés la misión de sacar a su pueblo de la tiranía de los egipcios, él
la rehúsa diciendo: Te suplico que tengas presente que yo nunca he tenido facilidad para hablar (…)
Díjole a esto el Señor: (…) ¿O quién formó al mudo o al sordo, al que ve y al ciego? ¿No he sido
yo?...”
“… El Altísimo, pues, que dio al hombre boca y lengua para hablar, es el que (…) hace sordomudos
a algunos hombres (…) El mismo Dios vendrá y os salvará: Entonces se abrirán los ojos de los
ciegos, y serán abiertos los oídos de los sordos; entonces el cojo saltará como el ciervo y la lengua
de los mudos será suelta…”
Una excepción a aquella terrible marginación de los sordomudos en la antigüedad, más bien
piadosa, se recoge en el Antiguo Testamento (Levítico, 19:14), donde se dice:
“No hables mal del sordo, ni pongas tropiezos ante los pies del ciego, mas temerás al Señor tu Dios,
porque Yo soy el Señor”.
“Yo soy Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido enviado a hablarte y traerte está feliz
nueva. Y desde ahora quedarás mudo, y no podrás hablar, hasta el día en que sucedan estas cosas,
por cuanto no has creído a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo (…) Salido (Zacarías),
en fin, no podía hablarles palabra, de donde conocieron que había tenido en el templo una visión,
Él procuraba explicarles por señas, y permaneció mudo y sordo”.
Llegó por fin el alumbramiento y, el día de la circuncisión de San Juan Bautista, todo el mundo
estaba empeñado en llamar al niño Zacarías, igual que su padre, mientras que la madre insistía en
llamarle Juan. Entonces:
“Dijéronle: ¿No ves que nadie hay en tu familia que tenga ese nombre? Al mismo tiempo
preguntaban por señas al padre del niño cómo quería que se le llamase. Y él, pidiendo la tablilla,
escribió así: Juan es su nombre, Lo que llenó a todos de admiración. Y al mismo tiempo recobró el
habla y el uso de la lengua, y empezó a bendecir a Dios”.
De este episodio bíblico son de destacar dos cuestiones: la primera, constatar la normalidad del
hecho circunstancial de que Zacarías hablara “por señas”, como ya era de esperar desde muy
antiguo. Y la segunda, que Zacarías, sabiendo leer y escribir, utilizara una “tablilla” de escribir,
sistema de comunicación que se aconsejará, durante siglos, en el caso de los sordos
alfabetizados.17
El nuevo testamento
“Salidos éstos, le presentaron un mudo endemoniado. Y, arrojado el demonio, habló el mudo, y las
personas se llenaron de admiración, y decían: Jamás se ha visto cosa semejante en Israel “.
No vendrá mal recordar aquí que, en la Europa de la Edad Media, los sordos eran considerados
“embrujados” y, como tales, emparedados o quemados. De esta historia se destaca, que Jesús se
limita únicamente a expulsar al “demonio” para hacerle hablar , dando así en pensar que tratara
en realidad de un mudo afásico, con problemas similares o muy parecidos al legendario hijo de
Creso.
Una versión apócrifa sobre la misma historia y que corre impresa dice así:
“…presentáronle un hombre sordo y mudo, suplicándole que pusiese sobre él su mano para curarle.
Y, apartándole Jesús del bullicio de la gente, le metió un dedo en la oreja y con la saliva le tocó la
lengua y, alzando los ojos al cielo arrojó un suspiro y díjole: “Eph’ atha”, que quiere decir abríos. Y
al momento se le abrieron los oídos y se le soltó el impedimento de la lengua y hablaba
claramente…”. (San Marcos 7:32-37).
Otro milagro de Jesús referido a un mudo y ciego se recoge en San Mateo, 12.22. Muy
probablemente la misma historia de San Marcos, pero modificada:
“Jesús cura a un endemoniado (…) Fuéle a la sazón traído un endemoniado, ciego y mudo, y le curó
de modo que comenzó a hablar y ver…”
A modo de resumen y en general, todas las leyendas o los milagros referidos a las personas sordas
o mudas se resumen en única consecuencia: el sordo consigue, de una manera o de otra, arrancar
a “hablar vocalmente”. Sin embargo, en ninguna de aquellas historias se explica nunca el grado o
tipo de sordera del protagonista o si era otro impedimento que no le permitía hablar, como
posibles afasias. Historias casi todas ellas que recogió con diligencia Hervás y Panduro en 1795.18
18) GASCÓN RICAO, ANTONIO y STORCH de GRACIA y ASENCIO, JOSÉ GABRIEL.Ob.cit. (pp.20-23)
14
Pablo de Tarso
El evangelizador Pablo de Tarso , también conocido como San Pablo, afirmaba que la fe de los
Divinos Misterios revelados no se logra naturalmente sin oírlos, ya que el oído es el canal por
donde su noticia entra o va al espíritu:
“Ergo fides ex auditu: auditis autem per verdum Chisti” (Ad Romanos 40.47)
Comentario paulino que se encargó de concluir San Agustín afirmando que: “La falta de oído
desde el nacimiento impide la entrada de la fe”. 10
“Aquél que no tiene oído no puede oír y el que no puede oír jamás podrá discurrir”.
Afirmando así, de manera indirecta, que el sordo de nacimiento no podía aprender las letras, cuya
lectura hace concebir la fe, puesto que es por el oído por donde debe comunicársele y aceptar su
significación.
Sin embargo, de acuerdo con lo recogido por Per Eriksson en su Historia de los sordos, lo cierto es
que San Agustín consideró a los gestos o las señales hechas con las manos como “palabras
visibles”, tras contar su experiencia con unos sordos milaneses, hijos de padres oyentes. Dichos
sordos “significaban con el gesto, y sin palabras –comentaba San Agustín- no sólo lo que se puede
ver, sino mucho o casi todo de lo que nosotros hablamos”.
Según Eriksson, se refiere San Agustín a aquellos gestos con el término latino “visibilita” y los
considera una vía para que aquellos que no pueden oír “reciban las enseñanzas cristianas y
alcancen la Fe”.
Siguiendo al mismo autor, para San Agustín la sordera no era un obstáculo insuperable para la
salvación del alma. El obstáculo residía en el hecho de que los sordos no podían percibir la palabra
hablada, por lo que la palabra debería hacerse visible. Para él, carecía de importancia si una
persona era o no sorda, lo más importante era la cuestión de pecado y la consiguiente absolución
y cómo podía salvarse la Humanidad, según la premisa de que
“es voluntad de Dios que todo el mundo se salve y conozca la Verdad… ¡pues qué importa que el
sordo hable o haga ademanes, puesto que ambas cosas pertenecen al alma”…
Similares principios religiosos, que no pedagógicos, movieron en buena parte la labor del
benedictino español Pedro Ponce de León en el siglo XVI, o la de otros muchos maestros
coetáneos y posteriores, tanto españoles como extranjeros, mucho más pendientes de la
formación religiosa de los sordos y de su hipotética salvación, que de su formación educativa con
vistas a su integración en la sociedad. 20
19) GASCÓN RICAO, ANTONIO y STORCH de GRACIA y ASENCIO, JOSÉ GABRIEL.Ob.cit. (pp.19-20)
15
20) VÁZQUEZ de FERNÁNDEZ (1995) “De la prehistoria a los tiempos medievales”.Buenos Aires.Kapelusz (pp.242-246)
16
Esta sociedad tenía un carácter vertical, existía una jerarquía respetada, considerada como reflejo
del “orden querido por Dios”. Por esto, cada uno debía estar conforme con el papel que le tocaba
asumir en la tierra. Se pertenecía a un determinado estamento por nacimiento y de por vida.
El castillo feudal era casi en exclusivo la tienda de campaña en que el señor se reposaba del
saqueo o se preparaba para el saqueo. El monasterio, por el contrario, constituía una lección
viviente de trabajo organizado y “racionalizado”. Los nobles, preocupados con ensanchar sus
riquezas por la violencia y el pillaje, despreciaban la instrucción y la cultura. La vida intelectual sólo
es practicada por el clero y se refugia en los monasterios. 21 De esta forma, la Europa feudal tendía
en lo ideológico, a la Universalidad, a un pensamiento uniforme, unido a través del Cristianismo y
es por eso que todo gira alrededor de la Teología (la ciencia de Dios). El libro sagrado es la Biblia y
todo se explica a través de ella. La ciencia y la filosofía también dependen de ella. Desde la
Antigüedad, un filósofo era autoridad (no se discutía sus verdades): Aristóteles. Para el
cristianismo, el problema era que Aristóteles, había vivido en el siglo IV a.C., por lo tanto, era
pagano, no había sido “redimido” por sus “pecados” como todos los que nacieron después de
Cristo. Pero tampoco podía condenar sus enseñanzas porque siempre fue indiscutido. Entonces,
Santo Tomás de Aquino, un pensador y teólogo cristiano de siglo XIII, une la teología a la filosofía
aristotélica, dando origen a la escolástica, que será la filosofía oficial de la Iglesia hasta el día de
hoy. 22
En esta sociedad medieval, muy marcada por las supersticiones, mucha gente creía que la sordera
era un castigo divino y las personas sordas estaban poseídas por los demonios. Debido a esta
creencia, muchos sordos murieron quemados en la hoguera.
Ante esta situación muchas familias de sordos se sentían avergonzadas y los abandonaban en
monasterios. Ahí los monjes acogían a los niños sordos. En los monasterios donde crecieron los
niños se formaron comunidades sordas que se comunicaban en su lengua natural, la lengua de
señas. Esto llamó la atención de los monjes que sentían interés por conocer la cultura sorda. Los
religiosos observaban las señas y buscaban formas de comunicarse. Así, en la Edad Media, los
monjes crearon el alfabeto manual. Según documentos del monje franciscano español Melchor de
Yebra, publicados en el año 1539, el alfabeto manual fue creado por el monje italiano San
Buenaventura (1221-1274) Incluso, los monjes se comunicaban en señas entre ellos debido a sus
votos de silencio. Al tiempo de convivir con la comunidad sorda, los monjes se dieron cuenta que
los sordos tenían gran habilidad para el dibujo. Hicieron que ellos trabajaran en diferentes
ilustraciones para la Iglesia, en códices, murales, pinturas. Esa habilidad era debido a su capacidad
de apreciar los detalles en lo visual.24