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1. Zinc
El zinc es vital para el sistema inmunitario. Es importante para la generación de células T,
que reconocen y destruyen las células infectadas por bacterias y virus. También interviene
en las funciones de las células que recubren las vías respiratorias, la primera línea de defensa contra
las bacterias y los virus invasores.
Algunos estudios han sugerido que los suplementos de zinc tomados en las primeras 24 horas de los
síntomas del resfriado común pueden reducir la duración de la enfermedad. Una revisión reciente
descubrió que el uso de pastillas o sprays de zinc acortaba los síntomas del resfriado en una media de
dos días. "Pero la diferencia es muy pequeña, no se gana mucho", afirma el inmunólogo nutricional
Philip Calder, de la Universidad de Southampton (Reino Unido).
El zinc también se promocionó como un protector contra la COVID-19 grave, pero los expertos de los
Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) dicen que las pruebas son insuficientes
para apoyar su uso como tratamiento.
No va a prevenir una infección viral o bacteriana, explica Jarrod Dudakov, un inmunólogo en
el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutch de Estados Unidos. Si alguien quiere tomar
suplementos de zinc durante un corto período de tiempo, es poco probable que sea perjudicial, dice,
pero no está claro si será beneficioso.
Esto se debe a que las personas que generalmente tienen una buena dieta obtienen mucho zinc de la
carne y los marisco, así como cantidades más pequeñas de fuentes como las alubias, las lentejas, los
frutos secos, las semillas y los cereales integrales. Sin embargo, los suplementos de zinc podrían
ser beneficiosos para las personas con una deficiencia de zinc, en particular los
ancianos y las personas con una dieta pobre, indica Dudakov.
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La dosis diaria de zinc en la dieta es de 11 miligramos para los hombres y de ocho miligramos para las
mujeres que no están embarazadas. Los NIH recomiendan no superar esas dosis. Las investigaciones
sugieren que un consumo excesivo de zinc, especialmente durante periodos prolongados, puede
provocar deficiencias de cobre que pueden causar problemas neurológicos y sanguíneos. Una ingesta
elevada también puede provocar náuseas, vómitos y dolores de cabeza.
2. Vitamina C
Al igual que el zinc, la vitamina C también desempeña un papel importante en el mantenimiento de
nuestro sistema inmunitario. Estimula la migración de los glóbulos blancos conocidos como
neutrófilos, que ayudan al cuerpo a combatir las infecciones. Este nutriente
también ayuda a otros glóbulos blancos, llamados macrófagos, que matan e ingieren patógenos y
eliminan las células muertas del huésped, reduciendo así la inflamación.
Aunque varios estudios en animales han indicado que la vitamina C puede prevenir o aliviar las
infecciones bacterianas y víricas, no reduce la incidencia de los resfriados comunes en la
población humana. Sin embargo, al igual que el zinc, la vitamina C sí acorta la duración de los
síntomas.
En el caso de las infecciones por COVID-19, los NIH afirman que no hay pruebas suficientes que
respalden el uso de la vitamina C para tratar a los pacientes. Pero algunos estudios indican que tiene
el potencial de reducir la inflamación en pacientes con coronavirus en estado crítico.
Sin embargo, es poco probable que un suplemento de vitamina C prevenga una infección viral o
bacteriana en los seres humanos. Al igual que otras vitaminas y minerales, ayuda al sistema
inmunitario en caso de que un individuo se infecte. "No hay duda de ello", afirma Calder.
No obstante, el experto sugiere que se adopte un enfoque basado en la alimentación, en el que las
personas sigan una dieta rica en alimentos nutritivos y utilicen suplementos solo cuando no
puedan consumir estos alimentos o sean deficientes. Según Calder, una persona sana no puede ganar
mucho con los suplementos. Además, consumir demasiada vitamina C (superando los 90 miligramos
diarios permitidos en la dieta para los hombres y los 75 miligramos para las mujeres no embarazadas)
podría causar cálculos renales.
3. Vitamina D
Al igual que la vitamina C, la vitamina D tiene propiedades antiinflamatorias. Los niveles
bajos de vitamina D se han relacionado con un mayor riesgo de infecciones respiratorias como el
resfriado y la gripe. Un estudio reciente sugiere que los suplementos de vitamina D pueden reducir la
duración y la gravedad de los resfriados comunes. Sin embargo, en el contexto de la COVID-19, el
papel de la vitamina D sigue sin estar claro.
Un análisis realizado en octubre de 2021 descubrió que la insuficiencia de vitamina D en el organismo
no hacía a las personas más susceptibles a la COVID-19 ni aumentaba sus posibilidades de morir a
causa de la infección. Los autores demostraron que los suplementos no mejoraban los
síntomas graves en los pacientes con COVID-19.
Sin embargo, y según afirma Calder, los suplementos de vitamina D podrían desempeñar su rol
especialmente porque es difícil obtener suficiente vitamina D de los alimentos. El cuerpo la
produce cuando la piel se expone a la luz solar; pero la carne del pescado graso o el aceite de
hígado de pescado también son buenas fuentes.
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"Nada de esto es una solución mágica. Se trata de reforzar el sistema inmunitario en caso de que se
vea amenazado".
La dificultad, sin embargo, es que muchas personas no saben necesariamente si tienen carencia de
ciertas vitaminas y minerales y en qué medida. Aunque hay buenas pruebas para la vitamina D y la
B12, "la mayoría de los nutrientes son más difíciles de medir", asegura Haggans. El objetivo debe
ser comer una variedad de alimentos nutritivos, pero "si alguien quiere tomar un suplemento
multivitamínico o multimineral para asegurarse, no hay nada malo en ello. No necesariamente va a
hacer ningún bien".