Está en la página 1de 20

En cumplimiento a lo ordenado en el fallo precedente y lo estatuido

en el artículo 785 del Código de Procedimiento Civil se pronuncia la


siguiente sentencia de reemplazo.
VISTO:
Se reproduce el fallo en alzada, previa eliminación de sus
fundamentos octavo a décimo segundo.
Y TENIE ND O EN SU LUGAR Y ADEM ÁS PRESENTE :
Lo expresado entre los fundamentos segundo, tercero y d écimo sexto
a vigésimo del fallo de casación que precede, ambos inclusive, y tambi én:
1 °.- Que, como ya ha tenido ocasión de asentar este Tribunal de
Casación, la simulación consiste en la disconformidad deliberada y
consciente entre la voluntad real y la declaración convenida entre las partes,
con el fin de engañar a terceros. También se la ha definido como el acuerdo
en la celebración de un acto cuando en verdad se quiere celebrar otro, o
ninguno.
De lo dicho aparece que son elementos de la simulaci ón, los que
siguen: a) disconformidad entre la voluntad real, efectiva, verdadera y la
declarada o manifestada; b) deliberación y conciencia de la disconformidad,
esto es, voluntad y pleno conocimiento de que queri éndose algo se expresa
una voluntad diferente. Esta posición de los sujetos conforma la diferencia
entre la simulación y el error, en el cual tambi én existe disconformidad
entre lo querido y lo expresado pero falta, precisamente, esa conciencia de
que existe una diferencia entre lo realmente querido y lo declarado; c)
concierto entre las partes, o sea, comunicación rec íproca y acuerdo entre
ellas en que lo manifestado como voluntad ostensible es s ólo apariencia
porque lo realmente convenido es algo distinto, o la nada, es decir puede no
existir voluntad negocial alguna; y d) derivado de lo anterior, intenci ón de
engañar a terceras personas.

DXXQXBDFWZJ
Por su parte, debe decirse que se entiende por simulaci ón absoluta
aquella en la que tras el acto aparente no se oculta otro; y, por simulaci ón
relativa, la que tras el acto aparente se esconde otro diverso (Daniel
Peñailillo Arévalo: "Cuestiones Teórico Prácticas de la Simulaci ón". En
Revista de Derecho de la Universidad de Concepci ón, N ° 191, p. 12 a 16).
A su turno, el autor René Abeliuk Manasevich indica como elementos de la
simulación ilícita: a) disconformidad entre la voluntad interna y la
declarada; b) esta disconformidad debe ser consciente y deliberada; c)
acuerdo de las partes; y d) intención de perjudicar a terceros (Ren é Abeliuk
Manasevich: “Las Obligaciones”, Tomo I, 5ª Edic. Edit. Jur ídica de Chile,
Santiago, 2008, p. 159).
De este modo, la doctrina entiende por simulación ilícita la que
perjudica (o tiene la intención de perjudicar) a terceros o viola (o tiene la
intención de violar) la ley, y por simulación lícita la que no provoca (o no
pretende provocar) alguno de aquellos resultados. Lo que se expone, sin
perjuicio que en todo caso en la simulaci ón estar á presente el enga ño a los
terceros, por lo que desde un punto de vista ético bien podr ía considerarse
que toda simulación es ilícita, en cuanto el engaño o encubrimiento de la
verdad es ilícito.
Por su parte, se ha sostenido que la simulación tiene causa y es la
que, también en doctrina, se denomina "causa simulandi", entendi éndose
por tal el interés que lleva a las partes a hacer un contrato simulado, el
motivo que induce a dar apariencia a un negocio jur ídico que no existe o
presentarlo en forma distinta a la que corresponde: es el por qu é del
engaño. Por esto se señala que la simulación tiene relaci ón con las personas
de los contratantes; con el objeto del contrato; con su ejecuci ón; y con la
actitud de las partes al realizar el negocio jurídico.

DXXQXBDFWZJ
2 °.- Que el fallo de primer grado ha establecido como hechos
fundamentales los siguientes:
a) Por escritura pública de fecha 24 de mayo de 2012, ante el Notario
de la Primera Notaria de San Carlos de don Jack Behar Saravia, do ña
Enedina del Carmen Araya Araya y doña Sylvia Irena Palma Araya,
celebraron un contrato de cesión de derechos hereditarios respecto de los
derechos que a la cesionaria correspondían en la herencia dejada por su
cónyuge el causante don Enrique Aurelio Palma Sepúlveda;
b) La cesión de derechos hereditarios recayó sobre la nuda propiedad
de los referidos derechos. Se fijó un precio de $1.500.000 y la cesionaria se
reservó el usufructo vitalicio; y
c) La cesión de derechos hereditarios se encuentra inscrita a fojas
2242 número 1730 del registro de Propiedad del Conservador de Bienes
Raíces de San Carlos del año 2012.
3 °.- Que, corresponde ahora circunscribir las precisiones y
razonamientos que anteceden al caso de autos, en el cual los demandantes
aducen que el contrato de cesión de derechos hereditarios celebrado el 24
de mayo de 2012 entre la demandada y Enedina del Carmen Araya Araya,
madre de los litigantes, es un acto simulado celebrado para ocultar otra
convención que tuvo por única causa el traspaso de los derechos
hereditarios de la cedente a la cesionaria con el objeto de encubrir una
donación, pues no existió el pago del precio y el acordado no es real.
4 °.- Que, emprendiendo este análisis, a la luz del fundamento de la
pretensión, debe apuntarse que conforme lo prescribe el art ículo 1793 del
Código Civil, "La compraventa es un contrato en que una de las partes se
obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en dinero". En suma, la
compraventa consiste en un acuerdo de voluntades sobre la cosa y el precio.

DXXQXBDFWZJ
Por lo que sus tres elementos esenciales son: el consentimiento de las partes,
una cosa y el precio.
El precio constituye el objeto de la obligaci ón y es, a la vez, la causa
de la obligación del vendedor. Este vende para obtener el precio que debe
pagarle aquél. De aquí que el precio, como todo objeto de obligaci ón debe
reunir ciertos requisitos tendientes a hacer de él un elemento determinante
de la existencia del contrato. Los requisitos que debe tener el precio son
tres: consistir en dinero; ser real; ser determinado o determinable. Estos tres
elementos son los que caracterizan el precio en la compraventa y son
indispensables para la existencia misma del contrato, porque la omisi ón de
uno de ellos acarrea la ausencia del precio y, por consiguiente, la
inexistencia de aquél.
En este entendido, que el precio sea real quiere decir que exista
realmente, que haya una cantidad de dinero que se pague como precio, esto
es, -y como lo señalan los autores franceses- que se trate de un precio serio,
lo que significa que corresponda en parte siquiera al valor de la cosa y que
se convenga con la intención de exigirse. El precio no es serio cuando es
simulado o ficticio y cuando es irrisorio. Si el precio no es real o serio, la
venta es inexistente por carecer de precio.
La seriedad o realidad del precio debe existir con relaci ón a la
voluntad de las partes y con relación a la cosa de la cual es la equivalencia.
Con relación a la voluntad de las partes el precio debe ser serio o real en el
sentido que haya realmente intención de pagarse por el comprador y de
exigirse por el vendedor. En otras palabras, esto significa que el precio no
debe ser simulado. Es precio simulado aquel que se pacta sin intenci ón de
hacerse efectivo, sin intención de exigirse por el vendedor. El precio debe
ser serio también con relación a la cosa de la cual es su equivalente. Esto
quiere decir que entre el precio y el valor de la cosa haya cierta proporci ón;

DXXQXBDFWZJ
de lo contrario no existe en realidad. Cuando la desproporci ón es muy
considerable, cuando la equivalencia del precio y de la cosa vendida no
existe ni la intención de las partes, siquiera, el precio es irrisorio, esto es, no
hay precio.
Así las cosas, el precio no es serio cuando es simulado o ficticio o
irrisorio, es decir, cuando por la voluntad de las partes o por la estimaci ón
que de él han hecho se desprende que no existe realmente (Arturo
Alessandri "De la compraventa y la lesión enorme", Tomo I, Vol. I. Edit.
Jurídica de Chile, Santiago, 2003, p.p. 257 a 259).
5 °.- Que, en este punto del análisis conviene advertir que en la
simulación de los negocios jurídicos el aspecto práctico más llamativo es el
de la dificultad de la prueba. Lo más complejo que presenta la declaraci ón
judicial de una simulación es su prueba. Y es lógico si se tiene en cuenta
que los contratantes actúan externamente de forma diferente a lo que
interiormente desean, ocultado así una voluntad deseada que resulta muy
difícil evidenciar. Es así que frente a los terceros, los documentos y actos
públicos efectuados cumplirán todas las formalidades legales, y las partes
habrán realizado todo tipo de actuación para eliminar cualquier rastro de
sus verdaderas voluntades.
Pues bien, para probar la simulación, en principio, puede acudirse a
cualquiera de los medios de prueba del art ículo 341 del C ódigo de
Procedimiento Civil y, básicamente, a los interrogatorios de las partes y de
testigos y a la documental. Sin embargo, el profesor Joan Pic ó Junoy
advierte: “A través de un hábil interrogatorio de las partes contratantes
pueden resurgir sus verdades voluntades y hacerse luz en ese mundo oscuro
de lo disimulado; de igual modo, el interrogatorio de testigos puede aportar
datos útiles relevadores de la simulación contractual; y mediante la prueba
documental pueden aportarse escritos privados de las partes en los que se

DXXQXBDFWZJ
reconoce el carácter simulado de un determinado contrato en los que, como
si de un “salvavidas” se tratase -para prevenir los problemas jur ídicos que el
futuro pueda traer en la ejecución del contrato simulado- preconstituyen de
manera secreta documentos (tradicionalmente denominados
“contradeclaraciones” o “contradocumentos”) en los que expresamente
declaran su verdadera voluntad –contraria a lo previsto en el contrato
simulado- evidenciando así la existencia de la simulación. Como es f ácil
advertir, de existir este documento se convierte en la prueba b ásica de la
simulación pues se configura como el escrito revelador del intento fallido de
las partes de crear una mera apariencia negocial con el contrato simulado.
Pero la práctica, desgraciadamente, nos enseña que esta prueba no
suele ser suficiente: bien porque las contradeclaraciones (o documentos
secretos que revelan el carácter simulado de los contratos) no existen, bien
porque las partes y los testigos están bien “adiestrados ” para decir lo que
tienen que decir.
Ante esta realidad tan solo nos queda acudir a los indicios o prueba
por presunciones para trasladarle al juez la realidad del contrato simulado”
(Joan Picó Junoy: “Los indicios en la prueba de la simulaci ón contractual ”.
En Rev. Para el Análisis del Derecho. www.indret.com, Barcelona, julio
2017, p. 6). En esa misma línea, el profesor Daniel Pe ñailillo Ar évalo,
enseña: "en general, la valoración de los diversos medios de prueba debe
efectuarse algo alejada de la rigurosidad que en algunos ordenamientos
impone el sistema de prueba legalmente tasada, o de tarifa legal, quedando
aún en este sistema márgenes de apreciación prudencial en que el Tribunal
tiene oportunidad de morigerar ese rigor; y la otra consecuencia es que en
esta materia de simulación, la prueba de presunciones es elevada a una
consideración primordial y de decisiva influencia. Es la única actitud
equitativa si se quiere conceder verdaderamente una opci ón al demandante

DXXQXBDFWZJ
de llegar a tener éxito. Sin las presunciones, habitualmente las demandas se
verían rechazadas por falta de pruebas directas, que no van a existir y, de
existir, no estarán al acceso del demandante, ni siquiera con el auxilio del
juez para pesquisarlas" con lo que se dice y en palabras de Ferrara: "Los
simuladores no serán tan ingenuos como para dejar accesibles testimonios de
sus maniobras, para que luego se las enrostren y emerjan las consecuencias
adversas a sus planes" (Daniel Peñailillo Arévalo. Ob. Cit. p. 7).
De este modo, frente a las dificultades que encierra la prueba directa
y plena de la simulación de los contratos, por el natural empe ño que ponen
los contratantes en hacer desaparecer los vestigios de la simulaci ón y por
aparentar que el contrato es cierto y efectivo reflejo de la realidad, es
preciso acudir a la actividad probatoria de las presunciones que autoriza el
artículo 1712 del Código Civil.
Bajo este contexto, la generalidad de la doctrina y jurisprudencia han
deducido dos consecuencias probatorias: a) Que en materia de simulaci ón,
en general, la valoración de los distintos medios de prueba debe efectuarse
algo alejada de la rigurosidad que en algunos ordenamientos impone el
sistema de prueba tasada legalmente, o de tarifa legal, puesto que aun en
estos ordenamientos frecuentemente quedan, por la naturaleza del asunto,
márgenes de apreciación prudencial en que el tribunal tiene oportunidad de
morigerar ese rigor y se trata, precisamente, de que lo haga particularmente
en un tema como el de autos y; b) Que trat ándose de una simulaci ón, la
prueba de presunciones es elevada a una consideración primordial y de
decisiva influencia. Es la única actitud equitativa si se quiere conceder
verdaderamente una opción al demandante de llegar a tener éxito (v. Ra úl
Diez Duarte: “La simulación de contrato en el C ódigo Civil chileno ”, 3 ª
edic., Edit. Metropolitana, Santiago, 2014, p. 231; Hern án Corral Talciani:
“Curso de derecho civil. Parte general”. Edit Thomson Reuters, Santiago,

DXXQXBDFWZJ
2018, p. 732; Enrique Paillás: “La simulación en derecho privado. Doctrina
y jurisprudencia”, 3ª edic., Edit. Jurídica de Chile, Santiago, 2003, p. 92; y
Arturo Alessandri R., Manuel Somarriva U., y Antonio Vodanovic H.:
“Tratado de derecho civil. Parte preliminar y general ”. T. II., 7 ª edic., Edit.
Jurídica de Chile, Santiago, 2005, p. 364; y Corte Suprema, 30 de marzo
de 2015, rol N° 8733-2014 y 12 de marzo de 2021, rol N° 6711-2019).
En consecuencia, y como se ha sostenido en otras oportunidades, la
simulación, como divergencia psicológica que es de la intenci ón de los
declarantes, se substrae a una prueba directa, y m ás bien se induce, se
infiere del ambiente en que ha nacido el contrato, de las relaciones entre las
partes, del contenido de aquél y circunstancias que lo acompañan. La
prueba de la simulación es indirecta, de indicios, de conjeturas y es la que
verdaderamente hiere a fondo a la simulación, porque la combate en su
mismo terreno (V. Corte Suprema, 30 de marzo de 2017, rol N °76.454-
2016)
6 °.- Que, un claro indicio de una simulación contractual se evidencia
cuando el precio pactado por el bien o servicio contratado es irrisorio o
ridículo. Suele ser frecuente que para cumplir con el requisito legal de
establecer un precio, y pretender así dejar constancia de la concurrencia de
los elementos esenciales del contrato, éste tenga un carácter vil. Y si bien en
ocasiones el precio vil no es suficiente para probar la simulaci ón,
especialmente cuando es el único indicio y hay elementos fácticos que
podrían justificar el desajuste entre el precio pactado (simulado) y el real
(disimulado), han de considerase por los sentenciadores otras circunstancias
que unidas a aquello, son demostrativo de la simulaci ón contractual, como
por ejemplo, el vínculo de familiaridad, parentesco o amistad entre las
partes contratantes, la no entrega o uso del objeto o bien contratado, o bien

DXXQXBDFWZJ
la contratación bajo condiciones o circunstancias infrecuentes o poco
habituales en la materia objeto del contrato.
7 °.- Que, de lo consignado en el fallo apelado y de los hechos
asentados en el proceso, según se dejó constancia en el motivo 2 ° que
precede, es posible sostener que el precio de venta de los derechos
hereditarios que a doña Enedina del Carmen Araya Araya correspond ían en
la herencia quedada al fallecimiento de su cónyuge y padre de los litigantes
Enrique Aurelio Palma Sepúlveda, patrimonio social constituido
principalmente por el inmueble ubicado en calle Chacabuco N°315 de la
comuna de San Carlos, es manifiestamente inferior al del aval úo comercial
determinado por el perito judicial designado autos, quien seg ún informe
agrado a folio 86 de la Carpeta Electrónica de primera instancia, lo tas ó en
la suma de $104.160.005. A esto se añade que ya la propia demandada, al
absolver las posiciones en audiencia de 26 de diciembre de 2019, declaró
que la propiedad antes referida tiene un valor de “25 a 30 millones de
pesos”.
8 °.- Que, tal como ya se refirió en el fallo invalidatorio, los
presupuestos fácticos anotados en el fallo que se revisa y el hecho que el
precio pactado es inferior al avalúo comercial, la relaci ón de familiaridad
entre las contratantes, las circunstancias infrecuentes o poco habituales en la
materia objeto del contrato, como lo son la edad de la cedente y el hecho
de encontrarse bajo el cuidado de la cesionaria, quien habitaba junto a su
grupo familiar compuesto por su cónyuge y dos hijos el inmueble de la
sucesión quedada al fallecimiento de don Enrique Aurelio Palma Sep úlveda,
según lo declaró la testigo Silvia Muñoz Osses, constituyen un c úmulo de
circunstancias de las que cabe desprender, al tenor de lo que disponen los
artículos 426 del Código de Procedimiento Civil y 1712 del C ódigo Civil,
presunciones graves, precisas y concordantes, suficientes a juicio de esta

DXXQXBDFWZJ
Corte para formar el convencimiento legal de que el contrato de cesi ón de
derechos hereditarios de 24 de mayo de 2012 fue simulado, concert ándose
las contratantes para aparentar la suscripción de una venta, en
circunstancias que no existe un precio serio acordado por aquellas, de
manera que efectivamente incurrieron en una disconformidad entre su
voluntad real y la declarada, existiendo plena conciencia respecto de esa
disconformidad, esto es, el conocimiento de que queri éndose algo se expresa
una cosa diferente, acción que tuvo como prop ósito que la demandada
adquiriera un mayor porcentaje de derechos sobre el único inmueble de la
sociedad conyugal conformada por los padres de los litigantes, ubicado en la
calle Chacabuco N°315 de la ciudad de San Carlos, extray éndolos del
patrimonio social y perjudicando de ese modo a los actores, en tantos
herederos de la cedente.
9 °.- Que, además, falta en ese mismo contrato una causa real y l ícita,
entendiéndose por tal, como lo dice el artículo 1467 del C ódigo Civil, el
motivo que induce al acto o contrato, o como lo sostiene la opini ón de los
tratadistas, la razón o interés jurídico que induce a las partes a contratar
(Avelino León: "La Causa". Edit. Jurídica de Chile, Santiago, 1961, p. 15).
La manifestación de voluntad del contrato es un acto complejo, que
comprende, en primer lugar, el consentimiento, esto es, el hecho de
obligarse, y enseguida, el fin que la parte se propone alcanzar al contraer la
obligación. Si el consentimiento es un requisito indispensable para la
existencia de todo contrato, no lo es menos el fin, pues, para el legislador, es
este elemento el que constituye la verdadera causa de la obligaci ón (R.D.J. t.
LV, sección 1ª, p. 198).
Si bien en el contrato impugnado aparece manifestado el
consentimiento por haberse otorgado el instrumento que da testimonio de
aquello, en cambio, el análisis de los medios de prueba devela que tal

DXXQXBDFWZJ
manifestación de voluntad fue más aparente que real, en que no resulta
evidentemente justificado el interés jurídico de las obligaciones, o sea, la
causa para la cedente, pues conforme se consignó en el motivo que antecede
y en el análisis de la prueba, no se pact ó un precio serio, ni tampoco se
acreditó que las contratantes hubieren tenido la real intenci ón de celebrar
una cesión de derechos hereditario.
En relación a este aspecto, cabe consignar que la única prueba
producida por la demandada –testimonial– es imprecisa y vaga, porque aun
cuando las deponentes Leyla Quezada Valverde, Silvia Mu ñoz Osses y
María Inostroza Gallegos aseveren que la intención de las contratantes fue
celebrar una venta, no mencionan las oportunidades en que tuvieron
contacto con la cedente y habrían oído de ella su intención de vender los
derechos hereditarios, ni tampoco precisan la oportunidad en que se habr ía
celebrado la cesión de los derechos, limitándose a indicar el año 2012.
Es así como el acto jurídico cuestionado no puede estimarse como
una manifestación de voluntad en el que una parte se haya obligado a dar
una cosa y la otra a pagarla en dinero, sino que, antes bien, denota una
intención de beneficiar exclusivamente a la demandada mediante la
apariencia de una compraventa que carece de consentimiento y,
consecuencialmente, de causa real y lícita, en desmedro de los derechos de
los demandantes, por lo que corresponde sancionarlo con la declaraci ón de
nulidad absoluta, privándolo de validez.
10 °.- Que, por además, el titular de la acción de simulaci ón debe
manifestar interés en ejercerla y lo tendrá si pretende establecer la verdad
jurídica por sobre la que se aparenta en la celebraci ón del acto ficticio,
cuando amenaza con producir efectos jurídicos -no deseados- como si fuera
real. Pues bien, nada obsta a que puede alegar la simulaci ón quienes
aparecen perjudicados con los efectos del contrato que no obedece a la

DXXQXBDFWZJ
voluntad real de los contratantes y le causa perjuicio, ocultando un acto
constitutivo de un fraude civil que ha sido ejecutado en su perjuicio o, como
se reclama en la especie, con la única finalidad de despojarlos de los
derechos que podían ejercitar en el patrimonio quedado al fallecimiento de
sus padres.
La ley prevé que la nulidad puede ser alegada por todo el que tenga
interés en ello; esto es, todo aquel que tenga provecho pecuniario en que
desaparezcan los efectos del acto o contrato nulo y puede reclamarla
entablando la acción de nulidad absoluta para que sea declarado nulo, u
oponer a la parte que invoca en su contra el acto o contrato la excepción de
nulidad absoluta del mismo acto o contrato; en uno y otro caso, en términos
jurídicos, la nulidad es alegada, no para que el acto o contrato sea
simplemente rechazado y se prescinda de él, sino para que, demostrada la
existencia del vicio, se declare la nulidad por sentencia del juez.
Así, puede hacerse valer, por consiguiente, por todas las personas a
quienes afecta el acto o contrato nulo y desde luego, los herederos de las
partes, quienes al igual que éstas, tienen el suficiente inter és jur ídico para
atacar de simulado el negocio jurídico celebrado por el causante y, con
mayor razón, cuando tal acto lesiona sus derechos hereditarios, como sucede
cuando con ellos se menoscaba su legítima. En este evento no queda duda
sobre la suficiencia del interés jurídico del heredero, quien tiene dos
posibilidades para controvertir los pactos fingidos de su causante: defender
los intereses de éste, caso en el cual ejerce la acción que él ten ía y que se le
trasmitió con ocasión de su fallecimiento -iure hereditario-; o hacerlo en
razón de un interés propio, si el negocio simulado perjudica su derecho de
heredar al difunto -iure proprio-. En la especie, los herederos demandantes
han ejercitado su propia o personal acción.

DXXQXBDFWZJ
Es patente, por lo tanto el interés de los demandantes, pues pretenden
recobrar los derechos materia del contrato para que sean restituidos al
haber hereditario en el que ellos y la demandada tienen derechos en
comunidad.
11 °.- Que, lo hasta aquí razonado resulta suficiente para prestar
acogida a la pretensión de la parte demandante y declarar la nulidad del
contrato de cesión materia del juicio.
12 °.- Que, sobre la prescripción de la acción de simulaci ón que alega
la parte demandada, se debe decir que en nuestra legislaci ón no existe
norma que regule particularmente el plazo de prescripci ón de la acci ón de
simulación, razón por la cual debemos apegarnos a las normas que regulan
la prescripción, debiendo adecuarse a las normas de la nulidad absoluta y
con ello, a las de prescripción ordinaria, resultando de esta forma aplicable
el inciso segundo el artículo 2492 del Código Civil que prev é: "una acci ón o
derecho se dice prescribir cuando se extingue por la prescripci ón". Luego, el
artículo 2514 del Código Civil dispone que la prescripci ón que extingue las
acciones y derechos ajenos exige solamente cierto lapso de tiempo, durante
el cual no se haya ejercido dichas acciones. Se cuenta este tiempo, agrega el
inciso segundo, desde que la obligación se haya hecho exigible. Por su parte,
el inciso primero del artículo 2515 del citado ordenamiento precept úa que
este tiempo es en general de tres años para las acciones ejecutivas y de cinco
para las ordinarias. De esta manera, de conformidad a los art ículos 2514 y
2515 citados, el plazo de prescripción es de cinco años.
13 °.- Que, sentado lo anterior, para saber desde cu ándo se cuenta el
plazo de prescripción, se debe partir por señalar, en l íneas generales, que el
ejercicio de una acción, cualquiera que sea, exige la presencia previa de un
detrimento al derecho del reclamante, toda vez que s ólo as í tiene sentido la
búsqueda de su reparación, que es el fin último de todo proceso judicial. De

DXXQXBDFWZJ
allí se sigue que “sin interés no hay acción ” y que “el inter és es la medida
de la acción”.
En el caso de las acciones dirigidas a que se declare el fingimiento de
un acto o contrato, es igualmente indispensable que su promotor, ya se trate
de uno de los contratantes o de un tercero, demuestre ser titular de un
derecho legítimamente protegido, que pueda resultar da ñado con la
conservación del acto simulado. La jurisprudencia extranjera ha afirmado
que “todo aquel que tenga un interés jurídico, protegido por la ley, en que
prevalezca el acto oculto sobre lo declarado por las partes en el acto
ostensible, está habilitado para demandar la declaraci ón de simulaci ón.
Ese interés puede existir lo mismo en las partes que en los terceros
extraños al acto, de donde se sigue que tanto aqu éllas como éstos est án
capacitados para ejercitar la acción.
Más para que en el actor surja el interés que lo habilite para
demandar la simulación, es necesario que sea actualmente titular de un
derecho cuyo ejercicio se halle impedido o perturbado por el acto ostensible,
y que la conservación de ese acto le cause un perjuicio.
El interés viene a ser de esta manera la consecuencia de un perjuicio
sufrido por la persona que demanda la simulaci ón, perjuicio que no
consiste, simplemente, en cualquier consecuencia que pueda derivarse de la
celebración del acto; es indispensable que éste vulnere real y efectivamente
los derechos de quien se dice lesionado, porque puedan quedar anulados o
sufrir menoscabo en su integridad” (Corte Suprema de Justicia de
Colombia, sentencia de 8 de junio de 1967, G.J. t. CXIX, p. 149).
En consecuencia, para que en el actor surja el inter és que lo habilite
para demandar la simulación, es necesario que sea actualmente titular de un
derecho cuyo ejercicio se halle impedido o perturbado por el acto ostensible,
y que la conservación de ese acto le cause un perjuicio. En estrecha

DXXQXBDFWZJ
consonancia con lo anterior, hay que añadir que el aparecimiento de dicho
“interés”, marca el momento en el que surge para su titular la posibilidad
de reclamar contra el acto aparente, pues como ya se resalt ó, sin inter és no
hay acción.
14 °.- Que, circunscritos a la situación de los herederos, el inter és en
que pueden ampararse para develar la apariencia de los actos de su
causante varía, según que accionen iure hereditario o iure proprio. En el
primer supuesto, tratándose de la acción que ten ía el causante y que le fue
transmitida al heredero, el interés de éste será el que aqu él ostentaba y, por
ende, su concreción deberá evaluarse frente al último. De suyo, que el
sucesor recibirá la acción en el estado en que se encuentre al momento del
fallecimiento del causante. En el segundo, que es el que aqu í interesa, como
el heredero actúa en su condición de tal y en defensa de un derecho propio,
y no transmitido, por regla general, el de suceder al causante, su inter és en
la declaratoria de simulación se consolida en el momento en que adquiere el
advertido título, se reitera, el de heredero. Pues bien, de acuerdo con el
artículo 956 del Código Civil, se adquiere el t ítulo de heredero en el mismo
momento en que se le defiere la herencia, esto es, al fallecer la persona de
cuya sucesión se trata, si el heredero no es llamado condicionalmente, o al
cumplirse la condición si el llamamiento es condicional.
Sentadas las bases anteriores, se concluye que el término de
prescripción en las acciones de simulación promovidas por un heredero se
contabiliza desde que existe un interés jurídico en el actor. Es la aparici ón
de tal interés lo que determina la acción de prevalencia. Mientras él no
exista la acción no es viable. De consiguiente el t érmino de la prescripci ón
extintiva debe principiar a contarse desde el momento en que aparece el
interés jurídico del actor. Sólo entonces se hacen exigibles las obligaciones

DXXQXBDFWZJ
nacidas del acto o contrato oculto, de acuerdo con el inciso 2 º del art ículo
2514 del Código Civil.
Se colige, en definitiva, que cuando el heredero activa la acci ón de
simulación, el hito a partir del cual debe computarse el t érmino extintivo de
ésta, depende de la materialización del interés que alegue. De este modo, si
demanda la simulación por la vía iure hereditario, es decir, tomando la
posición del de cujus en el contrato fingido, el plazo para ejercer dicha
acción empezará a correr desde el momento en que surgi ó el inter és del
último que, tratándose de negocios traslaticios del dominio, vendr ía a ser, la
fecha del acto o convención. Pero si el sucesor obra iure proprio,
particularmente, cuando procura evitar la lesión de su derecho a heredar, el
comienzo de la prescripción se da cuando adquiere el t ítulo de tal -de
heredero-, lo que acontece, por regla de principio, el d ía del fallecimiento
del causante.
Sobre el particular, el profesor Ramón Domínguez Águila, dice: “Una
cosa es que la legitima se reconozca en vida del causante y otra que, por esa
circunstancia, los que en ese momento detenten esa calidad puedan fundarse
en ella para atacar negocios jurídicos que el causante ha celebrado en vida
mediante una acción de nulidad, fundando el inter és que esa acci ón exige
en su calidad de legitimario. El causante puede, en vida, disponer de sus
bienes como le plazca y si con ello afecta las legítimas, por tratarse de
verdaderas donaciones anticipadas si ellos sólo tienen la apariencia de acto
oneroso, podrán, una vez muerto éste y establecida firmemente la calidad de
legitimarios y por haber sobrevivido al causante, ejercitar las acciones de
defensa de su legítima mediante los medios de reintegro del patrimonio de
éste que la ley les ofrece. Pero en vida del causante no ostentan un inter és
actual y cierto que le permita impetrar la nulidad de los actos que pudieren,
según ellos, afectar su futura legítima, pues además, la validez de tal acto, en

DXXQXBDFWZJ
cuanto pudiera afectarlas, requiere que se sepa cu ál es el patrimonio que
existe al momento de la apertura, cuáles y cu ántas son las donaciones
efectuadas a terceros y si ellas realmente afectan o no las leg ítimas. S ólo
entonces el interés para atacar esos actos existirá con los caracteres que
siempre se ha exigido para una acción de nulidad absoluta ” (En Rev ista
Derecho Universidad de Concepción № 214, páginas 194 y siguientes). El
profesor Fueyo, en tanto, refiriéndose tambi én al momento desde el cu ál
debe partirse para la contabilización de la prescripción extintiva de la acci ón
de simulación respecto de terceros, sostiene que debe contarse desde que
éstos tomaron conocimiento del acto real que les perjudica, antes no pod ían
ejercerla, porque no sabían de la simulación y, en todo caso, no ten ían
interés (V. Fernando Fueyo Laneri: “Instituciones de Derecho Civil
moderno”. XII. La simulación de los negocios jurídicos. Edit. Jur ídica de
Chile. Santiago, 1990, p. 561).
15 °.- Que, con base en lo expuesto, la fecha para comenzar a contar
la prescripción de la acción de simulación, fue aquella en que la parte
demandante tuvo interés jurídico en ejercerla, en este caso, como terceros al
contrato, cuando tuvo derecho a la herencia correspondiente a la sucesi ón
de la cedente, o sea el día del fallecimiento de ésta, en que se produjo la
delación conforme al artículo 956 del Código Civil.
En tales condiciones, desde el deceso de doña Enedina del Carmen
Araya Araya, cedente y madre de los actores, ocurrido el 31 de julio de
2018 a la fecha de notificación de la demanda -5 de abril de 2019-, no
había transcurrido el término legal de cinco años que habilita declarar la
prescripción de la acción de nulidad absoluta por simulaci ón incoada en
autos. De esta manera, la excepción de prescripci ón interpuesta por la
demandada en su escrito de contestación habrá de ser desechada.

DXXQXBDFWZJ
16 °.- Que, al haber sido totalmente vencida, la demandada deberá
asumir el pago de las costas de la causa.
Por estas consideraciones, de conformidad con lo previsto en los
preceptos reseñados y lo dispuesto en las normas legales citadas y lo previsto
en los artículos 144 y 186 del Código de Procedimiento Civil, se declara:
I.- Que se revoca la sentencia de veintiocho de febrero de dos mil
veinte que desestimó la demanda y en su lugar se dispone que se la acoge y
se declara nulo de nulidad absoluta por simulación, el contrato de cesi ón de
derechos hereditarios de fecha 28 de mayo de 2012, disponiéndose la
cancelación de la inscripción de dicho instrumento que rola a fojas 2.242
número 1.730 del Registro de Propiedad del año 2012 a cargo del
Conservador de Bienes Raíces de San Carlos.
II.- Que se rechaza la excepción perentoria de prescripción extintiva
opuesta por la demandada en su escrito de contestaci ón de 10 de mayo de
2019.
III.- Que se condena en costas a la demandada.
Regístrese y devuélvase con sus agregados.
Redacción a cargo de abogado integrante señor Diego Munita L.
N° 144.462-2020.-
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema por los Ministros Sr.
Guillermo Silva G., Sr. Arturo Prado P., Sr. Mauricio Silva C., Sr. Mario
Gómez M. (s) y Abogado Integrante Sr. Diego Munita L.
No firman el Ministro (s) Sr. Gómez y Abogado Integrante Sr. Munita no
obstante haber concurrido ambos a la vista del recurso y acuerdo del fallo,
por haber terminado su periodo de suplencia el primero y ausente el
segundo.

DXXQXBDFWZJ
GUILLERMO ENRIQUE SILVA ARTURO JOSE PRADO PUGA
GUNDELACH MINISTRO
MINISTRO Fecha: 15/09/2022 13:11:25
Fecha: 15/09/2022 13:11:24

MAURICIO ALONSO SILVA CANCINO


MINISTRO
Fecha: 15/09/2022 13:11:26

DXXQXBDFWZJ
null

En Santiago, a quince de septiembre de dos mil veintidós, se incluyó en el


Estado Diario la resolución precedente.

Este documento tiene firma electrónica y su original puede ser


validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la tramitación de la causa.
En aquellos documentos en que se visualiza la hora, esta
corresponde al horario establecido para Chile Continental. DXXQXBDFWZJ

También podría gustarte