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Tu niño no presta atención, es distraído, o tal vez es desobediente...?

, es muy
movido, inquieto, muy hiperactivo...?, porque su conducta es así...?, piensas
que no es normal o que es desobediente...?, te has puesto a analizar que tiene
tu hijo en realidad...?, sabes que paso con el...?

Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad TDAH

El origen del problema proviene, generalmente, del medio de evolución del niño
y de conflictos precisos (a menudo un "conflicto de separación"). De hecho,
todo niño que sufre un cambio inesperado en su vida "el divorcio de sus
padres, por ejemplo, o simplemente el hecho de ser separado de ellos en la
primera infancia, cuando empieza a ir a la guardería (nido, jardín, kinder)" es
susceptible de vivir este tipo de conflictos. Tras un comportamiento impulsivo y
agresivo por parte del niño hay dos conflictos implicados; "identidad" y "rencor
en el territorio".

No solo acepta mal la separación, sino que, además, ya no sabe dónde está su
sitio en el clan familiar y siente frustración. Por otro lado, el niño puede también
experimentar relaciones conflictivas en otro lugar diferente al seno de su
familia. Cuando la motricidad se ve afectada se debe, generalmente, al hecho
de que este se sintió "acorralado" o fue incapaz de reaccionar en el momento
en el que fue testigo de un incidente. Un niño que asista a dramas, disputas,
luchas de poder, etc., se sentirá a menudo impotente. La hiperactividad, y así
esta imperiosa necesidad de moverse, se vuelve compensatoria.

El niño que sufre un déficit de atención lo que realmente necesita es más


atención, sobre todo, contactos físicos. Es una cuestión biológica, aspecto que
se descuida con frecuencia atendiendo solamente a la dimensión psicológica
de su comportamiento. No hay que olvidar que, en muchos casos, se trata de
niños muy inteligentes, sensibles e intuitivos. Su comportamiento puede
significar una “reacción” frente a una experiencia percibida y sentida como
“negativa” que no logró verbalizar, o frente a un momento difícil de su vida; un
mecanismo de protección o de supervivencia se instaló como consecuencia de
un choque conflictivo.

Los juegos electrónicos y la televisión pueden ocasionar también


perturbaciones emocionales y psicológicas. La práctica de una actividad física
regular es deseable para el desarrollo del niño no solamente para evitar la
obesidad, sino también para preservar su equilibrio nervioso.
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Del lado de la Nueva Medicina Germánica (NMG), el Dr. Ryke Geerd Hamer,
quien trabajó mucho tiempo en psiquiatría, apunta precisamente que los
impactos de los choques conflictivos afectan ciertas zonas de la corteza
cerebral. Un conflicto activo se observa en ambos hemisferios del cerebro,
cada uno presentando un "Foco de Hamer" (impacto en el cerebro) distintivo en
la corteza motora, así como en la corteza sensitiva o post-sensitiva, visibles en
la tomografía o TAC cerebral. (sin medio de contraste).
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Todo este trabajo de investigación es un verdadero y gran aporte científico, por
cierto ignorado por la medicina establecida.
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Alternativas al Ritalin (el fraude del TDAH)
Escrito por Loulou Bédard
“No es que estemos ‘sobrediagnosticando’ o ‘maldiagnosticando’ el TDAH, sino
que el TDAH es un fraude total al 100%. Los millones de alumnos en el mundo
que están siendo drogados no tienen enfermedad alguna”.
Dr. Fred A. Baughman Jr., neuropediatra y autor.
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“Si no hay ninguna prueba válida para el TDAH, ningún dato que pruebe que el
TDAH es una disfunción del cerebro, ningún estudio a largo plazo sobre los
efectos de las medicinas, y si las medicinas no mejoran los resultados
académicos o las aptitudes sociales y si estas medicinas pueden causar
trastornos compulsivos y emocionales y conducir a la utilización de drogas
ilegales, ¿por qué entonces hay millones de niños, de adolescentes y de
adultos etiquetados con el TDAH? y, ¿a quién se prescribe estas medicinas?”.
Dra. Mary Ann Block.
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A pesar de las pretensiones de la psiquiatría por presentarse como una ciencia,
el proceso del “descubrimiento” del TDAH vendría a ser tan solo una votación a
mano alzada en un encuentro del comité de la Asociación Psiquiátrica
Americana (APA) en 1987. El síndrome reagrupa una serie de síntomas y el
diagnóstico, sobre una base empírica, se apoya esencialmente en la
observación del clínico. Pero, ¿qué sabe el clínico?

“No conocemos las causas de las enfermedades mentales. Todavía no


tenemos un método para curar estas enfermedades”, reconoce el Dr. Rex W.
Cowdry, antiguo director del Instituto Nacional de la Salud Mental de los
Estados Unidos.

Menos de un año después de que este “trastorno mental” hubiera sido


integrado en el Manual de diagnóstico y estadística de los trastornos mentales,
y sin ninguna prueba objetiva, 500.000 niños americanos ya habían sido
diagnosticados. Hoy, solamente en los Estados Unidos, más de 6 millones de
niños ya toman medicamentos, los cuales sabemos que alteran los procesos
bioquímicos normales. Varias amonestaciones serias de agencias de salud a
escala internacional y de investigadores independientes revelaron que los
psicótropos −entre los cuales podemos incluir el Ritalin, el Adderall, las
anfetaminas, la cocaína y los antidepresivos−, podían causar alteraciones
cardíacas importantes, retrasos de crecimiento, pensamientos y actos suicidas,
hostilidad y agresividad. Ciertos estudios demostraron, incluso, que estas
sustancias podían provocar crisis psicóticas (según las estimaciones, cerca del
10% de los niños medicados). De hecho, los efectos negativos del metilfenidato
se manifiestan con síntomas de depresión o psicóticos, tales como la
agresividad y la manía. El Ritalin, por ejemplo, es considerado un tratamiento
curativo, mientras que, en realidad, se trata de un tratamiento suspensivo, pues
es una medicación que no solo no soluciona absolutamente nada, sino que
origina otro tipo problemas.
“Hasta ahora, ninguna fisiopatología distinta ha sido descrita para el TDAH”,
afirma el Dr. Paul Leber, de la F.D.A. (Food and Drug Administration: Agencia
americana de Alimentos y Medicamentos).

“No tenemos conocimiento de que el TDAH hubiera sido validado como un


síndrome o una enfermedad biológica u orgánica”, sostiene la D.E.A. (Drug
Enforcement Administration [Administración americana de cumplimiento de
leyes sobre las drogas]). Según la A.P.A. (The American Psychological
Association [Asociación Americana de Psicología]), “ninguna prueba de
laboratorio ha sido establecida para diagnosticar un déficit de la atención o el
trastorno de la hiperactividad.”

“La razón por la cual usted no pudo conseguir artículos o estudios que
presenten una prueba clara y corroborante sobre una sola anomalía física o
química asociada al TDAH es porque no hay ninguno”, afirma el Dr. Lawrence
Diller, de la Universidad de California (San Francisco).

José Glenmullen, psiquiatra de la Universidad de Harvard, opina, por su parte,


que “no disponemos de ninguna prueba y, cada vez que pensamos
enfrentarnos a tal desequilibrio, probamos más tarde que era falso […] Todos
estos diagnósticos no son más que unas opiniones basadas en grupos de
síntomas supuestamente emparentados, no enfermedades”

“Déjeme clarificar las cosas. El TDAH no es como la diabetes, y el


psicoestimulante utilizado para tratarlo no es como la insulina. La diabetes es
una condición médica real que puede ser diagnosticada objetivamente. El
TDAH es una etiqueta inventada para la cual no existe ningún método válido y
objetivo de identificación. La insulina es una hormona natural, esencial para la
vida, producida por el cuerpo. Los psicoestimulantes son unas drogas de tipo
anfetaminas que no son necesarias para la vida. Los problemas de atención y
de comportamiento no son unas deficiencias de psicoestimulantes” explica la
Dra. Mary Ann Block, preocupada en que se establezca por fin la distinción
entre una verdadera condición y una fábula médica.

Una enfermedad psiquiátrica inventada

“Ningún marcador biológico, neurológico o genético ha sido encontrado en lo


que concierne al trastorno de déficit de la atención, el trastorno de la oposición
desconfiada, la esquizofrenia, la ansiedad, el consumo impulsivo de alcohol o
de drogas, la bulimia, etc., sin embargo son llamadas comúnmente
enfermedades o trastornos mentales” destaca el Dr. Bruce Levine.

“En realidad, a pesar de los esfuerzos realizados por la A.P.A. para definir el
TDAH como si fuese un trastorno del cerebro bien establecido, en tres décadas
de ciencia médica, no llegamos a presentar la menor prueba para sostener tal
hipótesis”, destaca Richard De Grandpre, psicólogo y autor.

En 1998, el Dr. James Swanson afirmaba que los cerebros de las personas que
tenían TDAH eran un 10% más pequeños, por término medio, que los del grupo
de control, pero todos los sujetos del estudio habían estado bajo medicación
antes. Y los efectos de las poderosas medicinas psiquiátricas sobre el cerebro
son bien conocidos.

Según el Dr. Fred A. Baughman Jr., pediatra neurólogo y miembro de la


Academia de neurología americana, “la terapia por medio de estimulantes, no
el TDAH, es la probable causa de la atrofia del cerebro”. El Dr. Elliot Valenstein,
PhD, le hace eco: “Es bien conocido, por ejemplo, que las medicinas utilizadas
para tratar los trastornos mentales pueden inducir cambios bioquímicos, y
hasta estructurales, duraderos, los cuales fueron considerados en el pasado
como la causa de los trastornos, pero, que más bien, podrían ser el efecto del
tratamiento”. Añade: “Es difícil ahora encontrar pacientes mentales que no
tengan un pasado con tratamiento por medio de medicamentos, con el
resultado de que varias anormalidades que se ven en el cerebro de estos
pacientes son probablemente iatrogénicas, es decir, que fueron producidas por
el tratamiento en lugar de ser la causa del trastorno”.

El Dr. Baughman observó que, una vez que el clorhidrato de metilfenidato


(Ritalin) o cualquier psicótropo (medicamento que modifica las funciones
psíquicas o las facultades afectivas) se esparcía por el cerebro y el cuerpo, el
paciente tratado así era, por primera vez, físicamente, neurológicamente y
biológicamente anormal.

Desde 1986, el Dr. Henry A. Nasrallah −decano asociado y profesor de


psiquiatría, neurología y neurociencia del Colegio de medicina de la
Universidad de Cincinnati; y redactor jefe del Schizophrenia Research y del
Journal of Psychotic Disorders− y sus colegas habían efectuado escanografías
reveladoras del cerebro al respecto.

En conclusión, el TDAH es una enfermedad psiquiátrica inventada, como


también una fuente inagotable de rentas; un fraude que beneficia cada año a la
industria psiquiátrica y farmacéutica por billones de dólares. En 1998, en un
simposio sobre el TDAH, el Instituto Nacional Americano de la Salud concluía:
“No poseemos ninguna prueba válida en cuanto al TDAH y no tenemos
ninguna información que señale que el TDAH sería causado por un mal
funcionamiento del cerebro”

Sombrío panorama quebequés


En Quebec, solamente entre 2001 y 2004, las ventas de medicamentos para
“curar” el TDAH aumentaron un 359 %. En 2006, cerca de 6.000 prescripciones
médicas fueron dadas a niños de entre 0 y 4 años de edad, mientras que los
fabricantes de estos medicamentos aseguran que es peligroso suministrar
estos productos a niños de menos de 6 años.
El listado de obras y páginas web que las escuelas recomiendan a los padres
provienen, en su mayor parte, de compañías farmacéuticas y preconizan la
medicación. ¿Cómo tomar la decisión acertada para la salud de sus hijos en tal
contexto?

Guy R. Péloquin resume la posición de muchas personas inquietas ante la


amplitud de propaganda no científica y, sobre todo, ante la ausencia de
información objetiva y las presiones ejercidas sobre los padres. Según el Sr.
Denis Côté, de la Comisión de los ciudadanos para los derechos humanos, “el
derecho al consentimiento ilustrado garantizado por el artículo 10 del Código
Civil de Quebec es tan burlado por la industria psicofarmacéutica que cabe
preguntarse si verdaderamente existe. Se oculta a los padres que el TDAH no
es más que un conjunto de síntomas para los cuales ninguna anomalía
biológica ha sido jamás demostrada científicamente. Y los psicoestimulantes
son presentados, en la mayoría de los casos, como sustancias de efectos
secundarios benignos, mientras que estas sustancias son de la misma familia
que las anfetaminas y la cocaína. Además, las alternativas eficaces y
conocidas que no necesitan ningún medicamento son excluidas, claramente
censuradas.”

En su obra La tromperie de l’hyperactivité (El engaño de la hiperactividad), el


psiquiatra Sydney Walker describe una gran cantidad de razones que explican
el comportamiento hiperactivo: “los niños que tienen tumores en el cerebro
pueden desarrollar, en una primera etapa, síntomas de hiperactividad o de
escasa atención, al igual que niños intoxicados con plomo o pesticidas. Lo
mismo puede suceder a los niños que tienen un inicio de diabetes, un trastorno
cardíaco, parásitos, infecciones virales o bacterianas, desnutrición, heridas en
la cabeza, enfermedades genéticas, alergias, exposición al mercurio o al
manganeso, crisis de “pequeño mal” (epilepsia parcial) y centenas −sí,
centenas− de otros problemas médicos menores, mayores o que pueden poner
en peligro la vida del niño. Sin embargo, todos estos niños son etiquetados
como “hiperactivos” o “TDAH”.

“La psiquiatría infantil moderna es propensa a exigir a sus clínicos que sean
expertos, aptos para liberar al niño y a su familia de los síntomas que
perjudican la adaptación. Ahora, ¿qué experiencia puede reivindicar un
psicoterapeuta psicoanalítico o un psicoanalista encuadrado en una institución
cuando su ética lo coloca en una posición frente al síntoma, muy diferente de
aquella que propone la ética médica? A solas con su paciente, ¿no tendrá a
veces el sentimiento de ser un impostor?”, interroga Réal Laperrière (“Le
Malaise de l’Imposteur” [“El Malestar del Impostor”], revista de psicoanálisis
Filigrane, primavera del 2008). “Un niño se mueve sin cesar en clase, molesta a
los demás, no presta atención en sus tareas, inconscientemente procura
comunicar su incapacidad para tolerar la pérdida inherente al proceso de
simbolización al cual está sometido, y quiere que oigan su negativa de renuncia
a la plena posesión del objeto, reavivada por la tarea de deber compartir con
otros la mirada del profesor. En la consulta psiquiátrica se apresuran a
prescribirle Ritalin, para que pueda tener éxito académico y evitarle el
sufrimiento del fracaso y de la inadaptación. Pero, haciéndole así economizar
una elaboración psíquica de la pérdida, ¿no entretenemos la ilusión de que
existe una satisfacción posible a su deseo de no renunciar y que esta
satisfacción se apoye en una sustancia externa? Si respondemos al deseo de
ser entendidos prescribiendo un medicamento, ¿no corremos el peligro de
crear la convicción de que la necesidad no es de ser entendido, sino de ser
apaciguado por la ingestión de una sustancia, preparando así el terreno de una
eventual dependencia adictiva”?

Las zonas corticales en juego


Cada vez más, los neurobiólogos llegan al consenso de que las zonas
corticales asociadas a las funciones motrices y a la atención son afectadas en
el TDAH; a menudo se observa un hipofuncionamiento de los circuitos de la
dopamina.

Del lado de la Nueva Medicina Germánica (NMG), el Dr. Ryke Geerd Hamer,
quien trabajó mucho tiempo en psiquiatría, apunta precisamente ciertas
cortezas cerebrales. Un conflicto activo se observa en ambos hemisferios del
cerebro, cada uno presentando un “Foco de Hamer” (impacto en el cerebro)
distintivo en la corteza motor, así como en la corteza sensitiva o post-sensitiva,
visibles en la tomografía cerebral. El origen del problema proviene,
generalmente, del medio de evolución del niño y de conflictos precisos (a
menudo un “conflicto de separación”). De hecho, todo niño que sufre un cambio
inesperado en su vida -el divorcio de sus padres, por ejemplo, o simplemente el
hecho de ser separado de ellos en la primera infancia, cuando empieza a ir a la
guardería- es susceptible de vivir este tipo de conflicto. Tras un
comportamiento impulsivo y agresivo por parte del niño hay dos conflictos
implicados; “identidad” y “rencor en el territorio”. No solo acepta mal la
separación, sino que, además, ya no sabe dónde está su sitio en el clan
familiar y siente frustración. Por otro lado, el niño puede también experimentar
relaciones conflictivas en otro lugar diferente al seno de su familia. Cuando la
motricidad se ve afectada se debe, generalmente, al hecho de que este se
sintió “acorralado” o fue incapaz de reaccionar en el momento en el que fue
testigo de un incidente. Un niño que asista a dramas, disputas, luchas de
poder, etc., se sentirá a menudo impotente. La hiperactividad, y así esta
imperiosa necesidad de moverse, se vuelve compensatoria.

El niño que sufre un déficit de atención lo que realmente necesita es más


atención, sobre todo, contactos físicos. Es una cuestión biológica, aspecto que
se descuida con frecuencia atendiendo solamente a la dimensión psicológica
de su comportamiento. No hay que olvidar que, en muchos casos, se trata de
niños muy inteligentes, sensibles e intuitivos. Su comportamiento puede
significar una “reacción” frente a una experiencia percibida y sentida como
“negativa” que no logró verbalizar, o frente a un momento difícil de su vida; un
mecanismo de protección o de supervivencia se instaló como consecuencia de
un choque conflictivo.

Los juegos electrónicos y la televisión pueden ocasionar también


perturbaciones emocionales y psicológicas. La práctica de una actividad física
regular es deseable para el desarrollo del niño no solamente para evitar la
obesidad, sino también para preservar su equilibrio nervioso.

Algunas alternativas que han demostrado su eficacia

Fitoterapia

La menta de gato (nepeta cataria), que calma y apacigua favoreciendo al


mismo tiempo la concentración, es la elección por excelencia. El aceite de
onagra, en cápsulas, y los tónicos nerviosos (avena, escutelaria, verbena) son
muy indicados también.
Nutrición

El Dr. Parris M. Kidd, PhD en biología celular y naturópata, recomienda:


eliminar el azúcar y los alimentos que contienen aditivos, conocidos por
provocar reacciones de tipo alérgico; determinar si el niño carece de ciertos
minerales y vitaminas; medir su carga de tóxicos químicos, disminuyendo el
nivel de estos si es preciso y restablecer la salud de su flora intestinal, afectada
a menudo por la toma de antibióticos u otras medicinas químicas.

Osteopatía

Técnica de manipulación que tiene como objetivo descubrir y tratar problemas


estructurales que son origen de ciertas disfunciones (puede intervenir
eficazmente sobre el TDAH).

Terapia de masajes

El tacto tiene un gran efecto de apaciguamiento; el masaje ayuda a evacuar el


estrés y a reducir la tensión muscular. Esta práctica actúa así, tanto a nivel
físico como psicológico, y obtiene buenos resultados.

Homeopatía

La consulta en homeopatía considera la interacción de varios factores y aspira


a recomponer un retrato global de la persona con vistas a un tratamiento
personalizado. Tanto los aspectos físicos, mentales como emocionales son
tomados en consideración, incluyendo otros trastornos a menudo asociados
(aprendizaje, crecimiento, otitis crónicas, alergias, asma, enuresis, trastornos
del sueño, etc.) Se vuelve, incluso, con frecuencia, hasta el período de la vida
intrauterina, a la manera en que la madre vivió su embarazo, ya que se
considera que esta pudo haber influido sobre el comportamiento del niño.

Psicoterapia

Esta práctica preconiza las medidas de tipo educativo y psicoterapéutico. Las


investigaciones de William E. Pelham Jr., de la Universidad del Estado de
Nueva York, en Buffalo, así como las de muchos otros profesionales, muestran
que “cuando los niños se benefician de intervenciones comportamentales y los
padres son formados para manejar mejor el comportamiento del niño, las
medicinas son utilizadas con menos frecuencia. Y, en todo caso, administradas
en dosis reducidas […] La terapia debería ser el tratamiento de primera línea
para el trastorno de déficit de la atención y la hiperactividad […] mientras que
las medicinas mejoran los síntomas del trastorno, como la agitación en una
clase, no arreglan las deficiencias causadas por el TDAH, tales como las
dificultades en las interacciones con los demás, las dificultades en lectura y en
matemáticas, así como las relaciones difíciles con los padres y los miembros
de la familia.” (Fuente: PsychoMédia)

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No permitas que le pongan "etiquetas" a tu hijo para que este sea drogado o
medicado. Justifican una enfermedad por cierto inventada para promocionar y
vender fármacos por cierto innecesarios.
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Link de enlace de la fuente de información:
https://materialdenmg.com/alternativas-ritalin-fraude-tdah/

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