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DDA y medicamentos, por Dr Gustavo STIGLITZ

El Dr Gustavo STIGLITZ, es Médico Psiquiatra y Psicoanalista. Miembro de la Escuela de la


Orientación Lacaniana y compilador del libro "DDA, ADD, ADHD, como ustedes quieran. El mal
real y la construcción social" de la editorial Grama.
En esta oportunidad colabora en el blog, brindándonos su calificada opinión en el prudente
uso de medicamentos psiquiátricos.
Gracias Gustavo por tus aportes en este espacio.
Aurora

> La medicación psiquiátrica es empírica

El Desorden por Déficit de Atención (DDA en castellano, ADD en inglés)- verdadera vedette
de la clínica infantil-, es un caso paradigmático de los efectos que producen las exigencias
de la sociedad moderna en el campo de la salud mental, generando un alboroto en el que
no faltan elementos de una ideología de segregación, ideales de eficacia, necesidades de
mercado, en el que se juega la supervivencia de la subjetividad.

"¿Somos hombres o ratas? …cuich, cuich..."

Para la psiquiatría de nuestros días y, peor aún, para la opinión general, el diagnóstico de
DDA es indisociable de la indicación de medicamentos.
La oposición medicación o psicoanálisis es hoy una falsa opción, pero lo que hay que saber es
que la medicación psiquiátrica es, a diferencia de otras, empírica.
Ante una infección, el médico sabe qué antibiótico indicar o puede elegir entre un grupo de
medicamentos. Es más o menos común a todos, se sabe que va a actuar sobre tal
microorganismo, cómo lo va a destruir y cómo va a ser el proceso.
Con los psicofármacos se sabe mucho menos de lo que parece, entonces el uso es más que
nada empírico.
Se ve que sirve para tal cosa y se da.
Se hacen estudios de laboratorio, no se trabaja absolutamente a ciegas, por supuesto.
Se estudian en animales - por ejemplo las nobles ratas -, y en personas.

La investigadora canadiense Catherine Dulac estudia entre otras cosas el comportamiento


sexual de los ratones. Cuando el periodista de un diario le pregunta, ¿y qué de esto podemos
trasladar a los humanos?, sorprendentemente la investigadora le responde “ah, eso no… en los
humanos no se puede probar nada”. Y agrega : “En los humanos no se puede probar nada
porque son un muy mal modelo experimental”.
Contrariamente a lo que el sabio criterio de Dulac enuncia, notamos el esfuerzo de un sector
particular del campo de la Psicología, por hacer entrar a las personas en la categoría de las
ratas.

Psicoanálisis y medicamento
El psicoanalista Michael Balint decía a los médicos: "ustedes son el primer medicamento para
sus pacientes"
Siempre hubo relación entre el psicoanálisis y el medicamento porque éste siempre existió.
Precede al psicoanálisis.
Lo que ha cambiado es la forma en que hoy se producen, se distribuyen, se ofertan y hasta se
exigen los medicamentos. Hoy el medicamento está omnipresente.
En nuestro campo, el uso de los fármacos ha trastocado la clínica, la evolución de los cuadros
clínicos, la demanda, la exigencia de eficacia y hasta el perfil de los profesionales que buscan
las instituciones de salud y las prepagas.

En un psicoanálisis el síntoma es puesto al trabajo y el resultado es su reducción.


Ese trabajo requiere de un motor que empuje. Lo que empuja el análisis es la demanda de
saber sobre el síntoma del que se sufre. Es decir, se le supone que quiere decir algo y el
paciente se plantea la pregunta: “¿por qué me pasa esto?”.
El primer movimiento que se produce en un tratamiento psicoanalítico consiste en que esa
pregunta cambia a “¿qué tengo que ver yo en esto de lo que me quejo?”.
Se inicia así un proceso crítico de las posiciones y las respuestas habituales, culminando en la
invención de nuevas respuestas, más prácticas, para vivir mejor.

Es evidente que el medicamento puede tener, desde este punto de vista, un efecto contrario,
un no querer saber nada. Se calma el malestar y listo.

Curiosamente, la oferta farmacológica crea una oferta diagnóstica que genera una
demanda de reconocimiento: ser representado por los nombres de las ciencias de la salud
contemporáneas.
Esto es más claro en adolescentes y adultos que en los niños : “tengo ataque de pánico y
tomo Rivotril de 0,5 medio medio y uno”, “soy depresivo”, “ esto se debe a mi stress”, etc,
escuchamos en los consultorios como modos de presentación.

Hoy más que nunca, el profesional que recibe un niño por un problema que no es claramente
de causa orgánica – y el DDA no lo es, como lo muestran las conclusiones del Nacional
Institutes of Health Consensus en U.S.A. – debe apelar a la prudencia.
Esta es la facultad que permite articular las teorías universales (todo niño inquieto, que no
presta atención... debe ser medicado), con lo más particular de cada paciente.
Es la única manera de saber de qué se trata el malestar en cada uno.
Cada niño es único y debe ser escuchado y orientado para sortear los obstáculos que la vida le
presenta.

Si mientras tanto, el riesgo de que sea rechazado por su entorno o por la institución escolar
exige que sea medicado, eso es otra cosa, que vale la pena evaluar.

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