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Caso Kodak
Caso Kodak
¿Sabías que en 1996 Kodak ya contaba con un modelo de cámara fotográfica digital?
Sin embargo, la dirección de Kodak cuestionaba que la fotografía digital pudiese
reemplazar a la fotografía tradicional.
Éste es un error recurrente en las grandes fallidas empresariales: la resistencia al
cambio y la argumentación sesgada de directivos que lleva a las empresas a rechazar
la realidad que se avecina. La historia está plagada de frases lapidarias que muestran
la incapacidad de una gran mayoría de empresarios de dimensionar correctamente
la magnitud de un cambio social: "el cine con sonido es una moda pasajera", "la
gente no necesita ir todo el día con un teléfono en el bolsillo", "los coches eléctricos
no tienen futuro”, ...
Kodak tuvo la oportunidad de liderar la revolución digital en los 90, pero optó por
seguir exprimiendo la vaca lechera de la fotografía tradicional. El negocio de los
carretes y el revelado era altamente rentable, mientras que la fotografía digital
implicaba un concepto "do it yourself" que requería pensar en nuevos modelos de
negocio.
Sin embargo, ¿acaso el hecho de que el nuevo mundo digital no fuese tan rentable
justificaba la decisión de aferrarse al negocio de siempre? La respuesta es NO. Si
Kodak no daba el salto, otros lo iban a dar. Y siempre es mejor pasar de un negocio
grande a uno mediano, que quedarse con un negocio inexistente.
Empresas como Canon, Nikon o Sony dieron ese salto. Tenían poco que perder y
su estrategia fue mucho más atrevida. Cuando Kodak quiso reaccionar, ya no era
nadie en el mundo de la fotografía digital.
Hemos visto este fenómeno numerosas veces. Siempre que hablamos con personas
empleadas en empresas líderes de su sector (ya sea banca, telecomunicaciones,
seguros, búsquedas en internet...) se percibe cierto complejo de superioridad. Es un
fenómeno curioso, en cierto modo comprensible.
Las empresas "ganadoras" generan una fuerte cultura empresarial que impregna a
todos sus colaboradores y que, en el fondo, puede hacer la empresa más débil.
Kodak subestimó a sus competidores. O sobrestimaron el poder de su marca,
pensando que podrían sumarse a la carrera digital en cualquier momento y gozar
de ventaja sobre sus competidores por el simple hecho de ser Kodak. Se
equivocaron, el consumidor aprendió pronto quiénes eran los referentes en la era
digital, y Kodak no estaba entre ellos.