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Resumen
La Organizació n Mundial de la Salud estima que una de cada seis parejas experimenta algú n re‐
traso en la concepció n y un nú mero cada vez mayor requiere tratamiento mediante los proced‐
imientos de concepció n asistida (AC) de fertilizació n in vitro (FIV) o inyecció n intracitoplasmá tica
de esperma (ICSI). La tasa de implantació n de embriones resultantes de los ciclos de fertilizació n
in vitro es generalmente menos del 20%. La exposició n de ovocitos y embriones a las condiciones
artificiales del cultivo in vitro puede tener efectos negativos en la capacidad del embrió n para
eclosionar normalmente, lo que da como resultado bajas tasas de implantació n despué s de la FIV
y la transferencia de embriones. Los embriones humanos resultantes de la superovulació n se de‐
sarrollan má s lentamente in vitro en comparació n con los embriones in vivo, manifiestan un
grado relativamente alto de anomalías citogené ticas y experimentan fragmentació n celular. La
interrupció n artificial de la zona pelú cida se conoce como eclosió n asistida (AH) y existe cierta ev‐
idencia de que los embriones que se han sometido a la manipulació n de la zona para la eclosió n
asistida tienden a implantarse un día antes que los embriones no eclosionados. Desde entonces,
se ha empleado una variedad de té cnicas para ayudar a la eclosió n de embriones, incluida la Ver PDF
disecció n zonal mecá nica parcial, la perforació n zonal y el adelgazamiento zonal, haciendo uso de
tiroides á cidos, proteinasas, manipuladores de vibradores piezoelé ctricos y lá seres. Esta revisió n
considerará el impacto de las condiciones de FIV en la fisiología de la zona pelú cida, el endurec‐
imiento de la zona, las diferentes té cnicas de incubació n asistida, quié n puede beneficiarse de la
incubació n asistida y los peligros potenciales. Desde entonces, se ha empleado una variedad de
té cnicas para ayudar a la eclosió n de embriones, incluida la disecció n zonal mecá nica parcial, la
perforació n zonal y el adelgazamiento zonal, haciendo uso de tiroides á cidos, proteinasas, manip‐
uladores de vibradores piezoelé ctricos y lá seres. Esta revisió n considerará el impacto de las
condiciones de FIV en la fisiología de la zona pelú cida, el endurecimiento de la zona, las diferentes
té cnicas de incubació n asistida, quié n puede beneficiarse de la incubació n asistida y los peligros
potenciales. Desde entonces, se ha empleado una variedad de té cnicas para ayudar a la eclosió n
de embriones, incluida la disecció n zonal mecá nica parcial, la perforació n zonal y el adelgaza‐
miento zonal, haciendo uso de tiroides á cidos, proteinasas, manipuladores de vibradores
piezoelé ctricos y lá seres. Esta revisió n considerará el impacto de las condiciones de FIV en laVolver arriba
fisiología de la zona pelú cida, el endurecimiento de la zona, las diferentes té cnicas de incubació n
asistida, quié n puede beneficiarse de la incubació n asistida y los peligros potenciales.
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Palabras clave: Eclosió n asistida, Zona pelú cida, Implantació n, LÁ SER, Perforació n de zona,
Solució n de Tyrode
Introducció n
A pesar de los numerosos avances en FIV e ICSI, la tasa de implantació n de los embriones reem‐
plazados sigue siendo baja y se ha estimado que hasta el 85 % de los embriones reemplazados no
se implantan [ 1 ]. Se ha informado que la tasa de implantació n por transferencia de embriones
en los programas de FIV/ICSI es del 10 % al 15 % para las transferencias del día 2 o del día 3 y
del 23 % al 25 % para las transferencias de blastocistos. La capacidad de un embrió n para desa‐
rrollarse e implantarse se relaciona principalmente con la calidad de los gametos de origen y las
características intrínsecas del embrió n, como su constitució n cromosó mica y la calidad de su cito‐
plasma [ 2 ]. Sin embargo, algunas proporciones de embriones euploides con pleno potencial de
desarrollo no logran implantarse debido a dificultades para eclosionar [ 2 ].]. Se han propuesto y
practicado numerosos enfoques para mejorar la tasa de implantació n. Estos incluyen [ 1 ] mejorar
la té cnica de transferencia de embriones, [ 3 ] mejorar la receptividad endometrial y [ 4 ] mejorar
la capacidad del embrió n para implantarse. La eclosió n asistida (AH) se ha propuesto como un
mé todo para mejorar la capacidad de los embriones para implantarse. La eclosió n asistida implica
la disrupció n artificial de la zona pelú cida, y se han empleado una variedad de té cnicas AH que in‐
cluyen el adelgazamiento de la zona, la perforació n de la zona (romper formando un agujero) y la
eliminació n completa de la zona, el uso de productos químicos, otras té cnicas mecá nicas y el uso
de lá seres [ 5]. En la ú ltima dé cada, AH se ha ofrecido a pacientes mayores, así como a aquellos
con embriones congelados-descongelados o que han sufrido fallas recurrentes de FIV-ET. El
efecto de AH, sin embargo, todavía es discutible [ 6 - 9 ]. La eclosió n asistida fue descrita por pri‐
mera vez por Cohen et al. quien informó el primer embarazo despué s de la eclosió n asistida en
1988 [ 10 ]. Este trabajo pionero fue seguido por numerosas publicaciones. Algunas de estas pu‐
blicaciones reportaron un aumento significativo en la tasa de embarazo y/o implantació n en to‐
dos los pacientes [ 11 ]; otras publicaciones informaron una mejoría significativa en pacientes con
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mal pronó stico, a saber, mujeres mayores de 38 añ os, pacientes con zonas gruesas y pacientes
con fallas de implantació n repetidas [ 12– 14 ]; mientras que un tercer grupo de publicaciones in‐
formó una mejora no significativa en la tasa de embarazo en pacientes con mal pronó stico [ 11 ,
15 - 18 ]. Por el contrario, algunas publicaciones no informaron mejoría en el embarazo o la im‐
plantació n [ 19 - 21 ].
El ovocito humano y el embrió n temprano está n rodeados por una matriz acelular de 13 a 15 μm
de espesor, la zona pelú cida [ 22 ], que se compone de glicoproteínas, carbohidratos y proteínas
específicas de la zona pelú cida. La zona pelú cida tiene dos capas, la externa es gruesa, mientras
que la interna es delgada pero resistente [ 3 ]. La zona pelú cida es de importancia estructural y
funcional durante la fecundació n y el desarrollo preimplantacional. Está involucrado en la unió n
de los espermatozoides, la inducció n de la reacció n del acrosoma y promueve la fusió n del ó vulo [ arriba
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23]. Tras la fecundació n, la zona pelú cida bloquea la poliespermia, impide la dispersió n de los
blastó meros y ayuda en el transporte oviductal. Tambié n evita el contacto con otras cé lulas (re‐
vestimiento epitelial del tracto reproductivo, leucocitos, espermatozoides y otras cé lulas del em‐
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Proceso de eclosió n
Al llegar a la etapa de blastocisto, una combinació n de lisinas 'proteasas' producidas por el em‐
brió n dividido (trofoectodermo) y/o el ú tero, ayudan en la disolució n de la zona [ 26 - 28 ].
Hay dos estudios observacionales que demuestran que un sitio de eclosió n natural generalmente
se desarrolla muy cerca de la masa celular interna (ICM) de los blastocistos en humanos, mientras
que el del rató n está en el lado opuesto al ICM [ 31 , 32 ]. Entonces, Hirotoshi et al., plantearon la
hipó tesis de que la elecció n del sitio AH podría ser importante para el desarrollo de la eclosió n [
33 ].
Una observació n importante que condujo a la introducció n clínica de la eclosió n asistida fue elVer
ha‐PDF
llazgo de que los embriones fertilizados microquirú rgicamente con espacios artificiales en su zona
parecen tener altas tasas de implantació n [ 34 ], y que los embriones divididos con un buen pro‐
nó stico de implantació n tienen un espesor de zona reducido [34]. 35 ].
Ademá s, Wright et al. [ 36 ] informó que algunos embriones mostraron variació n en el grosor de
la zona en su etapa temprana de desarrollo y que el adelgazamiento de la zona es un proceso ac‐
tivo. Por el contrario, los cigotos que no se escindieron no mostraron ningú n cambio en el espe‐
sor de la zona pelú cida en cultivo [ 37 ]. Se ha demostrado que el espesor de la zona pelú cida está
correlacionado con la edad del paciente por algunos [ 38 ] pero no por otros [ 39 ]. Por lo tanto,
se ha sugerido que el fracaso de la ruptura de la zona y el posterior deterioro de la eclosió n expli‐
can, al menos en parte, las tasas de implantació n relativamente bajas que siguen a las té cnicas de
reproducció n asistida [ 40 ].
Los embriones pueden tener intrínsecamente una zona pelú cida gruesa (>15 Am), o se puede Volver arriba
sospechar que se produce un endurecimiento secundario de la zona pelú cida durante el cultivo in
vitro y despué s de la crioconservació n [ 39 ].
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Mecanismo de AH
Aunque el mecanismo por el cual la eclosió n asistida promueve la implantació n del embrió n sigue
sin estar claro, existen posibles explicaciones. La ventana de implantació n es el período crítico
cuando el endometrio alcanza su estado receptivo ideal para la implantació n. La mayoría de los
embriones eclosionan durante este tiempo, lo que sugiere que es esencial una sincronizació n pre‐
cisa entre el embrió n y el endometrio [ 41 ].
La implantació n temprana se ha asociado con un embarazo viable posterior, mientras que la im‐
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plantació n tardía se ha asociado con una alta incidencia de aborto [ 42 ]. Los embriones con bre‐
chas artificiales en sus zonas inician la eclosió n antes que los embriones intactos de las zonas [ 43
]. Por lo tanto, se puede postular que la eclosió n asistida facilita la implantació n al permitir un
contacto má s temprano entre el embrió n y el endometrio. Ademá s, aunque la mayoría de las mo‐
lé culas pueden cruzar la zona pelú cida, la velocidad de transporte puede estar relacionada con el
grosor de la zona. Un transporte bidireccional de metabolitos y factores de crecimiento a travé s
de la zona pelú cida puede verse alterado debido a la presencia de la brecha artificial [ 15 , 34].
Dicho contacto puede permitir una exposició n má s temprana de los embriones a factores de cre‐
cimiento vitales. Para el mecanismo de mejora de AH, los datos experimentales en el modelo de
rató n han demostrado una formació n creciente de blastocistos de embriones (en el día 5) en un
grupo eclosionado (en el día 3) en comparació n con el control. Teó ricamente, AH abre rutas im‐
portantes para transportar nutrientes desde los medios de incubació n. Estos nutrientes mejoran
el desarrollo embrionario y la formació n de blastocistos [ 44 ].
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Técnicas de incubació n asistida
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Desde la primera té cnica de incubació n asistida que utilizó un mé todo mecá nico, se han pro‐
puesto varios enfoques [ 45 ], incluida la incisió n mecá nica de la zona [ 43 ]; perforació n de zona
química con medio á cido [ 46 ]; adelgazamiento de la zona química [ 47 ]; eclosió n asistida por lá ‐
ser [ 33 ] y, má s recientemente, tecnología piezoelé ctrica [ 14]. Los mé todos mecá nicos y químicos
requieren una amplia habilidad té cnica para producir microagujeros uniformes, bien controlados
y estandarizados utilizando micropipetas montadas en micromanipuladores. Es importante mini‐
mizar el tiempo que el embrió n está fuera de la incubadora y optimizar las metodologías para re‐
ducir las variaciones de pH y temperatura que pueden ser perjudiciales para el desarrollo del em‐
brió n. La micromanipulació n se realiza el Día 2 o má s tarde (despué s de que haya aumentado la
adherencia entre los blastó meros), en los embriones que se eligen para el reemplazo.
Técnicas mecánicas
La té cnica de eclosió n asistida utilizando disecció n de zona parcial (PZD) para crear una abertura
artificial de la zona pelú cida de embriones escindidos tempranos fue descrita por primera vez por
Cohen et al. [ 46 ]. Mientras se estabiliza el embrió n con una pipeta de sujeció n, se perfora la zona
pelú cida con una microaguja que se empuja tangencialmente a travé s del espacio entre la zona pe‐
lú cida y los blastó meros hasta que perfora nuevamente la zona pelú cida. El embrió n se libera de
la pipeta de retenció n. La pequeñ a parte de la zona atrapada contra la microaguja se frota luego
contra la pipeta de sujeció n, abriendo así el á rea entre los dos lados perforados por la micro‐
aguja. El mecanismo de PZD es rá pido de realizar, pero produce orificios de tamañ os variables
que pueden no ser siempre ó ptimos [ 48]. Se ha descrito un refinamiento de PZD en el que se
realiza un segundo corte en la zona pelú cida debajo del primer corte en á ngulo recto, dejando un
orificio en forma de cruz en la superficie de la zona pelú cida (PZD tridimensional) [ 49 ]. Este mé ‐
todo permite la creació n de aberturas má s grandes al mismo tiempo que permite la protecció n del
embrió n por los colgajos de la zona pelú cida durante la transferencia del embrió n. Nijs et al. [ 50]
describieron una té cnica de frotamiento zonal para la eclosió n asistida, mediante la reducció n del
grosor de la matriz mediante un frotamiento suave con una microaguja. No se crea ningú n espa‐
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cio en la zona pelú cida, por lo que se minimiza el riesgo de pé rdida de blastó meros e invasió n de
microorganismos o cé lulas inmunitarias. Sin embargo, se debe tener cuidado al transferir embrio‐
nes dobles o triples despué s de este procedimiento por temor a aumentar la incidencia de emba‐
razos mú ltiples [ 51 ].
Esta té cnica se inspiró en los efectos de expansió n natural de los blastocistos en la ZP. Este AH me‐
cá nico ni adelgaza ni rompe el ZP; má s bien, expande/estira la ZP a travé s de la presió n hidrostá ‐
tica inyectada para ayudar con el proceso de eclosió n del embrió n. Se realizó un estudio reciente
aplicando este nuevo mé todo a embriones de día 3 (D3) congelados y descongelados para deter‐
minar si podría mejorar su capacidad de implantació n. Se asumió que el endurecimiento de ZP en
embriones congelados y descongelados es má s pronunciado que en embriones frescos. Afirmó
que la expansió n mecá nica de la ZP de embriones D3 congelados y descongelados con presióVolver n hi‐ arriba
drostá tica inyectada despué s de la descongelació n aumenta la tasa de implantació n en compara‐
ció n con los embriones de control [ 52 ].
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Cong Fang y colegas del First Affiliated Hospital of Sun Yat-Sen University, Guangdong, Repú blica
Popular de China, realizaron el estudio en sujetos que se habían sometido a sus primeros ciclos
de FIV/ICSI (2006-2008) para evaluar si una nueva té cnica de AH mejora las tasas de implanta‐
ció n y embarazo clínico. Los pacientes se sometieron a la transferencia de embriones descongela‐
dos y se asignaron aleatoriamente a dos grupos. En el grupo AH: los embriones se transfirieron
despué s de inyectar presió n hidrostá tica para expandir la ZP de los embriones criopreservados y
descongelados D3. En el grupo sin AH (controles): Se utilizaron agujas ICSI para perforar los em‐
briones, pero no expandir la ZP. Los embriones fueron así transferidos sin realizar AH.
Los investigadores, sin embargo, informaron tasas má s altas de implantació n y embarazo clínico
en el grupo AH en comparació n con los controles, a pesar de la transferencia de la misma canti‐
dad de embriones. El estudio concluyó que la expansió n mecá nica de la ZP es un mé todo poten‐
cialmente seguro y eficaz para mejorar el resultado [ 52 ].
Técnicas químicas
La eclosió n asistida con á cido Tyrode ha sido descrita en detalle por Cohen et al. [ 15 , 46]. El em‐
brió n se asegura en una pipeta de sujeció n y se aplica una microaguja a un á rea de la zona pelú ‐
cida que recubre el espacio perivitelino vacío o fragmentos extracelulares (es decir, un á rea libre
de blastó meros). La microaguja se precarga con á cido de Tyrode antes de cada micromanipula‐
ció n mediante succió n controlada por la boca. La solució n á cida se expulsa suavemente sobre un
á rea pequeñ a hasta que se rompe la zona. La succió n se aplica inmediatamente despué s de rom‐
per la zona pelú cida para evitar que el exceso de á cido ingrese al espacio perivitelino. Esta té cnica
requiere un manejo muy rá pido para evitar la exposició n innecesaria del embrió n a la solució n
á cida. El á cido puede ser perjudicial para los blastó meros adyacentes a la parte perforada de la
zona pelú cida. La zona se disuelve al contacto con el á cido, por lo tanto,
El adelgazamiento cruzado de la zona pelú cida con á cido Tyrode se ha descrito en ratones y hu‐
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manos [ 3 ]. Implica una aplicació n biaxial del á cido para hacer un á rea cruzada de adelgaza‐
miento sobre aproximadamente un tercio de la circunferencia de la zona pelú cida, sin crear una
abertura. Los embriones se lavan para eliminar el á cido. Tucker et al.[ 3 ], en su estudio, no pudie‐
ron encontrar este mé todo efectivo y concluyeron que la zona pelú cida humana de dos capas
debe romperse por completo a diferencia de la del rató n.
Tecnología piezoeléctrica
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La perforació n zonal asistida por lá ser fue reportada por primera vez en 1991 por dos grupos
liderados por Tadir [ 53 ] y Palankar [ 54 ]. El lá ser presenta una herramienta ideal para procedi‐
mientos microquirú rgicos, ya que la energía se enfoca fá cilmente en el á rea objetivo produciendo
un orificio controlado y preciso consistente entre los operadores. El haz de lá ser puede dirigirse
usando una lente ó ptica tangencial al embrió n a travé s de la zona pelú cida en un modo sin con‐
tacto o el lá ser puede guiarse a travé s de una fibra ó ptica que toca el embrió n en un modo de
contacto. Inicialmente, se adoptó el modo sin contacto para la micromanipulació n de gametos
usando varias longitudes de onda de lá ser. Posteriormente, se utilizó el enfoque de contacto con
una longitud de onda ultravioleta (UV) proporcionada por una pipeta de vidrio, o una longitud de
onda infrarroja (IR) suministrada con una fibra de cuarzo.53 ]. Sin embargo, las ventajas té cnicas
del modo sin contacto y el potencial de la radiació n UV para causar efectos mutagé nicos dañ inos
han llevado a la preferencia general por el modo sin contacto que utiliza el lá ser de diodo IR de
1,48 μm (1480 nm) [ 55 ].
Inicialmente, el lá ser se utilizó para crear un ú nico orificio de espesor total a travé s de la zona pe‐
lú cida. Má s recientemente, Blake et al.[ 56 ] demostraron un aumento significativo en la eclosió n
in vitro, usando el lá ser para adelgazar la zona pelú cida sin crear un agujero. Otro estudio encon‐
tró una mayor tasa de embarazo clínico cuando se usa el lá ser para adelgazar un á rea extendida
de la zona pelú cida en comparació n con la producció n de un solo orificio de espesor total [ 57 ].
Tanto la microscopía electró nica de luz como la microscopía electró nica de barrido no revelaron
alteraciones degenerativas ultraestructurales de la zona pelú cida de los ovocitos y embriones des‐
pué s de la perforació n de la zona asistida por lá ser [ 58 ], y los informes de los niñ os nacidos si‐
guiendo esta té cnica han sido tranquilizadores [ 59 ,60 ]. La microdisecció n asistida por lá ser de
la ZP se puede realizar con alta precisió n y repetibilidad sin un impacto negativo en el desarrollo
embrionario in vitro. La té cnica es fá cil de realizar y muy eficaz con respecto al requisito de
tiempo total y se puede realizar en un entorno esté ril sin micromanipulació n adicional [ 61 - 65 ]
mediante el uso del lá ser de diodo infrarrojo de 1,48 μm es factible abrir la zona incluso en blas‐
tocistos ampliamente expandidos sin dañ o visible del blastocisto. La seguridad del rayo lá ser de
diodo de 1,48 μm se evaluó en ovocitos y cigotos humanos y de rató n. Ver PDF
Aplicació n clínica de la AH
Es importante centrarse en quié n puede beneficiarse de esta té cnica, ya que varios estudios no
han demostrado un aumento en las tasas de embarazo cuando se realiza la eclosió n asistida en
grupos no seleccionados (Tabla 1).
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tabla 1
Sin embargo, se han sugerido factores para identificar grupos de pacientes que pueden benefi‐
ciarse de la eclosió n asistida, incluido el nú mero de fracasos de FIV anteriores, la edad del pa‐
ciente, el reemplazo de embriones criopreservados y el grosor de la zona pelú cida. Las variacio‐
nes en las té cnicas utilizadas, los pacientes seleccionados y los diseñ os de los estudios dificultan la
comparació n entre estudios y datos agrupados.
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El potencial de la HA en el fracaso recurrente de la FIV El fracaso repetido e inexplicable de la FIV
se asocia con una probabilidad reducida de embarazo en los ciclos de tratamiento posteriores.
Las tasas de embarazo e implantació n parecen aumentar significativamente con la eclosió n asis‐
tida para mujeres con fallas de implantació n recurrentes inexplicables en al menos dos, y general‐
mente má s, ciclos anteriores de FIV. Sin embargo, por supuesto, sería preferible identificar a los
pacientes que se beneficiarían de la eclosió n asistida antes de que tengan ciclos de FIV sin éxito [
70 ] (Figs. 1,2)
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Figura 1
Diagrama de árbol para las tasas de embarazo en pacientes con > 2 fallas de FIV previas que se sometieron a eclo‐
sió n asistida versus aquellos sin eclosió n asistida
Figura 2
Diagrama de árbol para las tasas de implantació n en pacientes con > 2 fracasos de FIV previos que se sometieron
a eclosió n asistida versus aquellos sin eclosió n asistida
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Está bien establecido que las tasas de éxito de la FIV disminuyen con el avance de la edad materna
y se han hecho muchas sugerencias para explicar esta reducció n en la fertilidad [ 71 ]. Una de
esas sugerencias es que puede haber un endurecimiento espontá neo de la zona debido a cambios
endocrinos relacionados con la edad y/o la ausencia de lisinas de los tejidos circundantes, que
pueden actuar sobre los embriones in vivo [ 17 , 72 ].
Estas condiciones ambientales controlan la eclosió n. Es importante reconocer que puede haber
otros factores que reduzcan la fertilidad en mujeres mayores, como la reducció n de la calidad y la
cantidad de ovocitos en la "reserva ová rica" [ 71 ], un aumento en la incidencia de embriones ca‐
riotípicamente anormales [ 15 ] ser zona de endurecimiento espontá neo debido a cambios endo‐
crinos relacionados con la edad y/o la ausencia de lisinas de los tejidos circundantes, que pueden
actuar sobre los embriones in vivo [ 17 , 72 ]. Tales condiciones ambientales controlan la eclosió n
Sin embargo, es y hasta cierto punto, una disminució n en la receptividad uterina [ 16 , 73]. Aun‐
que la eclosió n asistida puede beneficiar a las mujeres mayores, es poco probable que restaure su
tasa de embarazo a la observada en mujeres má s jó venes (Tabla 2). Volver arriba
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Tabla 2
Se cree que un cultivo in vitro excesivo de embriones crioconservados, y/o exacerbado por el
proceso de congelació n y descongelació n, induce una alteració n en la matriz de glicoproteínas que
conduce al endurecimiento de la zona [ 77 ]. Comprobar et al. [ 78 ] informó sobre la mejora de
las tasas de implantació n y embarazo cuando se realizó la eclosió n asistida en embriones en etapa
de seis a ocho cé lulas. Ademá s, Tao y Tamis [ 79 ] informaron sobre un resultado exitoso de la
eclosió n asistida cuando se usa en embriones en etapa de dos cé lulas congelados y
descongelados.
Un estudio de incubació n asistida para pacientes con zona pelú cida gruesa de má s de 15 μm sugi‐
rió una tasa de implantació n mejorada [ 15 ]. Esto ha llevado a algunos a introducir la eclosió n
asistida selectiva en embriones de mal pronó stico (zona pelú cida gruesa, baja tasa de desarrollo y
fragmentació n excesiva), pero se requieren má s estudios.
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Sallam et al., concluyeron despué s de realizar una serie de aná lisis de sensibilidad, que la eclosió n
asistida mejora significativamente la tasa de embarazo, la tasa de implantació n y la tasa de emba‐
razo en curso para pacientes con mal pronó stico tratadas con FIV/ICSI, particularmente aquellas
con dos o má s fracasos previos [ 70 ].
Esto coincide con las recomendaciones del Comité de Prá ctica de la Sociedad Estadounidense de
Medicina Reproductiva despué s de revisar los diferentes informes publicados sobre el papel de la
incubació n asistida en la FIV, lo que sugiere que la incubació n asistida puede ser clínicamente ú til
y que los programas de TAR individuales deben evaluar sus propias poblaciones de pacientes en
para determinar qué subgrupos pueden beneficiarse del procedimiento. La realizació n rutinaria o
universal de la eclosió n asistida en el tratamiento de todos los pacientes con FIV parece, en este
punto, injustificada [ 7 ].
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Riesgo potencial de HA
El procedimiento de incubació n asistida puede estar asociado con complicaciones específicas in‐
dependientes del procedimiento de FIV en sí, incluido el dañ o letal al embrió n y el dañ o a los blas‐
tó meros individuales con reducció n de la viabilidad del embrió n. Ademá s, la manipulació n artifi‐
cial de la ZP se ha asociado con un mayor riesgo de gemelos monocigó ticos [ 83 , 84 ].
Un agujero en la zona pelú cida de cualquier té cnica puede privar al embrió n de su capa protec‐
tora, que lo protege de cualquier factor perjudicial en el tracto reproductivo femenino, como toxi‐
nas, microorganismos o cé lulas inmunitarias. Los blastó meros pueden quedar atrapados en orifi‐
cios má s pequeñ os de la zona pelú cida durante el proceso de eclosió n y, por lo tanto, pueden no
completar la eclosió n [ 29 ].
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Alternativamente, los blastó meros pueden perderse a travé s de orificios má s grandes antes de la
formació n de uniones estrechas, lo que posiblemente cause gemelos monocigó ticos, muerte em‐
brionaria o incluso formació n de vesículas [ 46 , 80 ]
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Los gemelos monocigó ticos son má s comunes en mujeres que participan en un programa de FIV
que en la població n general. En una revisió n clínica de 2163 ciclos de FIV, se encontraron seis ca‐
sos de embarazos de gemelos idé nticos [ 85 ]. Tres de ellos habían sido tratados con Tyrode á cido
para crear orificios má s grandes (20 mm), y dos de ellos habían sido sometidos a inseminació n
subzona. La incidencia creciente de gemelos monocigó ticos tambié n se indicó en una revisió n de
674 embriones transferidos que se sometieron a disecció n de zona parcial (PZD). Se encontraron
gemelos monocigó ticos en ocho (1,2 %) de ellos, en comparació n con ninguno de los 559 embrio‐
nes que no eclosionaron [ 83 ].
La mayor incidencia de gemelos monocigó ticos despué s de la eclosió n asistida puede deberse a
dos razones. Primero, una pequeñ a abertura estrecha en la zona pelú cida, especialmente la
creada por PZD, puede atrapar el blastocisto en eclosió n en forma de ocho. La subdivisió n del
blastocisto puede conducir a la formació n de gemelos monocigó ticos [ 83 ]. La segunda razó n es
la eclosió n prematura de los blastó meros, lo que puede resultar en el desarrollo de otro embrió n
idé ntico. Los blastó meros humanos se unen con uniones estrechas que se hacen evidentes solo
despué s de la etapa de 6 cé lulas [ 86 ].]. La asociació n suelta hace posible la pé rdida de blastó me‐
ros cuando se crea un gran orificio en una etapa temprana. Muchos investigadores han aconse‐
jado reemplazar la PZD por la eclosió n asistida químicamente para obtener una eclosió n com‐
pleta. Sin embargo, las grandes aberturas en la zona pelú cida pueden aumentar negativamente el
riesgo de eclosió n prematura de blastó meros. Se recomienda enfá ticamente que la eclosió n asis‐
tida químicamente se use con precaució n para no inducir grandes aberturas que puedan estar im‐
plicadas en la hernia de blastó meros y la inducció n de gemelos monocigó ticos [ 87 ].
Conclusió n
Esta revisió n sugeriría que el uso rutinario de la incubació n asistida es inapropiado en vista de la
falta de evidencia del beneficio universal y los riesgos potenciales. Sin embargo, hay evidencia del
beneficio de la incubació n asistida en ciertas circunstancias, como en pacientes con un mal pro‐
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nó stico, incluidos con dos o má s ciclos de FIV fallidos y mala calidad embrionaria y mujeres mayo‐
res de 38 añ os) [ 11 ]. Se han observado tasas má s altas de embarazo clínico e implantació n des‐
pué s de la eclosió n asistida. Sin embargo, las tasas de parto no han mejorado significativamente,
posiblemente debido a que los tamañ os de muestra pequeñ os en los estudios que informan las
tasas de parto no han tenido el poder estadístico suficiente para detectar una diferencia. Este
punto de vista es consistente con las Directrices de la Sociedad Estadounidense de Medicina Re‐
productiva [ 7 ].
Actualmente se utilizan muchas té cnicas para ayudar a la eclosió n, que pueden diferir tanto en efi‐
cacia como en riesgos. Aunque el equipo puede ser costoso, la té cnica asistida por lá ser parece
tener el riesgo potencial má s bajo asociado, y es relativamente simple de realizar con consistencia
entre los operadores. Se requiere una investigació n probablemente multicé ntrica con la potencia
adecuada para confirmar la té cnica má s segura a utilizar y para identificar a los pacientes que se
beneficiarían de la incubació n asistida antes de que hayan tenido repetidos ciclos de tratamiento
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sin éxito. En esta revisió n hay una revisió n extensa y enfocada de la mayoría de las investigaciones
y estudios relacionados con la HA en la literatura. Teniendo en cuenta la má s actualizada que trata
sobre la té cnica de expansió n mecá nica con é nfasis en la necesidad urgente de ensayos para me‐
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jorar el potencial de AH. La selecció n adecuada de los candidatos para las diferentes té cnicas de
AH es de suma importancia. Existe una fuerte evidencia que respalda que Laser AH se considera
la mejor té cnica ahora en cuanto a seguridad y eficacia.
notas al pie
Cápsula Esta revisión considerará el impacto de las condiciones de FIV en la fisiología de la zona pelúcida, el endure-
cimiento de la zona, las diferentes técnicas de incubación asistida, quién puede beneficiarse de la incubación asistida y
los peligros potenciales
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