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PASO 11: TEORÍA

En el fondo de todas las formas de discriminación están el prejuicio basado en conceptos

de identidad y la necesidad de identificarse con un grupo determinado. Esto puede generar

división, odio e, incluso, la des humanización de otras personas porque tienen una identidad

diferente.

En muchas partes del mundo, las políticas de la culpa y el miedo están en auge. La

intolerancia, el odio y la discriminación causan una fractura cada vez mayor en las

sociedades. La política del miedo divide a la población mientras los dirigentes difunden un

discurso tóxico y culpan de los problemas económicos o sociales a determinados grupos o

personas.

Algunos gobiernos intentan reforzar su poder y el estatus que justificando abiertamente la

discriminación en nombre de la moral, la religión o la ideología. La discriminación puede

incorporarse a la legislación nacional, a pesar de infringir el derecho internacional: por

ejemplo, la criminalización del aborto, que niega a las mujeres, a las niñas y a las personas

embarazadas los servicios de salud específicos que necesitan. Las autoridades pueden

incluso considerar que ciertos grupos tienen más probabilidades de delinquir por el mero

hecho de ser quienes son, como los pobres, los indígenas o los negros. 

Las consecuencias más obvias de la discriminación son el dolor, la molestia, la rabia, de

parte de la persona que padece la injusticia. Eso puede no parecer mucho, pero a la larga,

las actitudes discriminatorias engendran su contrapartida, devolviéndose como un búmeran

contra quien la ejerce.

En algunos casos, las personas discriminadas tienden a resentirse y recordar quiénes las
discriminaron, pudiendo a su vez pasar luego al rol de discriminador en venganza,
perpetuando así el ciclo nocivo de la discriminación.
La discriminación ya sea individual, en el trabajo, en grupo… nos deja en una situación de

suma vulnerabilidad pudiendo ocasionar graves daños en nuestro autoconcepto.

Una de las áreas a nivel individual a las que afecta de manera profunda es a la

autoestima de la persona. Ya sea un motivo racial, de género, por el aspecto físico… La

autoestima se puede ver mermada por este tipo de insultos, comentarios, generando mucha

inseguridad en las relaciones con los otros, llegando incluso a producir aislamiento social. Y

si se produce de forma muy continuada puede llevarnos incluso al trauma.

Sufrir discriminación también puede limitar la calidad de vida de la persona. Como ya hemos

mencionado anteriormente en áreas como el empleo, entablar relaciones de amistad o

pareja, crear nuevos vínculos.

Las consecuencias por discriminación también pueden ser heredadas de generación en

generación, lo que llamamos herencia transgeneracional. Si nuestros padres han sufrido

discriminación o han sido avergonzados por alguna de sus características puede que

proyecten en nosotros esa inseguridad, tratando de protegernos de esas mismas situaciones

y desde ahí exigirnos que cuidemos esos aspectos. O por ejemplo, si han sufrido una

discriminación por raza o lugar de procedencia y para conseguir adaptarse y ser aceptados y

pertenecer a la nueva sociedad han aprendido a desarrollar comportamientos de

sumisión van a tratar de enseñarnos esos mismos comportamientos para evitar que pasemos

por el mismo sufrimiento.

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