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en Familias Empresarias
Francisco Javier Macías Berrocal
Segundo Curso de Formación Básica de Terapia Familiar
y a Josep
Agradecimientos
En primer lugar le agradezco a Jospe Checa sus comentarios, la información aportada en materia
de adicciones y la motivación para realizar un trabajo de campo que me fuera de utilidad en el
ámbito de la Consultoría de Empresa Familiar, aunque se realizara desde la óptica clínica de la
Terapia Sistémica Familiar.
También agradezco a David Bork la información aportada y el interés que mostró desde un
principio; sobre todo ante mis dudas de si sería oportuno o no hablar de adicciones en el mundo
de la Consultoría de Empresas Familiares. Como él mismo dijo: “El abuso de sustancias es un
tema presente en nuestra sociedad, en las empresas y en las familias, por tanto también en las
Empresas Familiares, ¿por qué no hablar de ello?”.
También le agradezco a Alberto Gimeno y a Gemma Baulenas sus comentarios con respecto a la
temática del presente trabajo de campo. Sus comentarios fueron breves pero de gran valor
informativo.
Introducción…………………………………………………………………………………………………………. 5
16.1.- Caso I.
Introducción
La premisa inicial del presente trabajo de campo fue investigar si la empresa familiar contribuye
de alguna manera a las adicciones entre sus miembros.
La primera sorpresa fue la escasa información y ausencia de datos de alrededor del consumo de
drogas en empresas familiares; tanto desde el mundo de la Consultoría de Empresas Familiares
como desde el mundo de la Terapia Familiar. La única publicación a mi alcance, sobre el abuso
de sustancias en las Empresas Familiares, la encontré en el libro “Family Business, Risky
Business”, publicado por David Bork en 1984. En un estudio realizado por Pulkkinen, y que me
hizo llegar Guillermo Salazar, aparece una reseña sobre las adicciones en los empresarios en
Finlandia. Al margen de estas informaciones, ha sido difícil encontrar más datos.
Así los datos que presento en el presente trabajo de campo los obtengo por un lado del ámbito
clínico, relativos a familias con miembros adictos, y por otro lado de publicaciones del ámbito
empresarial relativos a la problemática en las empresas familiares. También presento los datos
obtenidos de la observación de tres casos de empresas familiares con problemas de abuso de
sustancias. Finalmente realizo unas conclusiones que espero sirvan para reflexionar y prevenir el
riesgo de adicciones en la empresa familiar.
Indice
Datos globales de las sociedades occidentales, indican que las personas mayores de 12 años se
distribuirían de la siguiente forma en relación al consumo de drogas:
Ahora bien, los niveles de dependencia así como la frecuencia del consumo varían en cada
persona. Sin embargo, sí se puede establecer unas fases básicas en el proceso adictivo que son
comunes para todos.
De forma paralela, algunos estudios han indicado una asociación entre la presencia de este alelo
A1 y una probabilidad más grande de desarrollar cierto tipo de conductas, como la adicción a las
drogas, la adicción a la nicotina, la obesidad, la ludopatía, la conducta agresiva o el trastorno por
estrés postraumático.
En la actualidad hay toda una serie de genes que han estado asociados a la conducta adictiva,
con resultados positivos en algunos estudios y negativos en otros. La mayoría de los productos
de estos genes, como los que forman el sistema serotoninérgico o el péptido colecistoquinina,
actúan modulando el sistema de refuerzo cerebral.
Principales genes que presentan polimorfismos que modulan la probabiidad de presentar algún tipo de conducta adictiva en humanos.
Así, aunque se hayan identificado diversos genes concretos asociados al rendimiento cognitivo, a
las variables de personalidad y a las conductas adictivas en humanos, se ha de tener en cuenta
que la mayoría de estos trabajos son estudios de asociación en donde se compara la fecuencia
genotípica o alélica de un determinado gen entre una muestra que presenta el trastorno y un
grupo de control. En estos casos el hecho de encontrar una asociación positiva de un gen con un
trastorno o conducta no demuestra en ningún caso que estemos delante de una relación causal.
En general las conductas adictivas están en función de muchas variables donde hay causas
ambientales destacables, como por ejemplo, los aspectos asociados a las caracterísiticas
químicas de la droga (cómo afecta a la dependencia y tolerancia del organismo, la intensidad del
refuerzo) y al ambiente sociocultural de las personas (grupos religiosos o étnicos, relaciones con
los amigos, grado del conflicto familiar).
El conjunto de datos resultado de las investigaciones han ido haciendo que poco a poco se hayan
asociado rasgos fenotípicos a la drogadicción. Hoy en día se habla con más frecuencia de un
conjunto de genes que tuvieran que ver con la adicción y que estarían asociados con otros
relativos a la búsqueda de sensaciones, atracción por el riesgo, rasgos de la personalidad,
impulsividad, conductas desadaptadas como la conducta antisocial o con distintos grados de
susceptibilidad y estrés. Parece ser que en los humanos están implicados una serie de
transmisores como la Dopamina, la Serotonina, los opioides.
Los datos del grupo Brake, son ilustrativos de la importancia del ambiente. En este caso se
hicieron estudios con monos. Todos los monos tenían la misma dotación genética y homogéneos
genéticamente. Los monos estuvieron alojados individualmente y de forma agrupada. Cuando
estaban alojados individualmente, se midió el cuerpo estriado por neuroimagen, obteniendo los
niveles del receptor D2 de Dopamina. Cuando estos animales se agruparon se establecieron
relaciones de dominancia entre ellos. Se volvieron a medir los niveles de receptores de D2 y se
observó en los animales dominantes, que estos niveles habían aumentado comparados con los
de los animales subordinados. Lo que es todavía más interesante en este caso, es que cuando se
dejó que los animales se auto-administraran droga, es este caso cocaína, eran los animales
subordinados los que se auto-administraban más cantidad.
Este tipo de datos son interesantes en relación a la importancia del ambiente psicosocial. Nos
dicen que en situaciones sociales los niveles de receptores pueden cambiar y que un aumento en
el número de receptores, concretamente de subtipo de D2, pueden actuar como un factor
protector.
Por tanto, hay que tener en cuenta este tipo de datos cuando en humanos se hacen estudios que
tratan de determinar la importancia o la aportación de uno o un grupo de genes a un problema
concreto de adicción, los factores los genéticos, los ambientales, e incluso la interacción entre los
dos parece difícil de separar.
En palabras de Josep Checa, “no somos lo que portamos escrito en los genes, sino más bien, lo
que dan de sí estos genes después de exponerlos continuadamente al conjunto de estímulos de
un entorno determinado. Lo contrario dejaría triste e injustamente predestinados a ser
drogadictos a muchos individuos.”
“La familia tiene un papel indiscutible en la prevención del consumo de drogas por ser la única
institución en la que el individuo participa durante toda su vida. La familia tiene la capacidad de
constituirse en transmisora de valores, costumbres, hábitos, modelos de comportamiento, así
como en elemento de apoyo, resolución de conflictos y sustento del estado del bienestar”.
Así pues, tomando las palabras de la FAD, introduciré el siguiente tema relativo a las dinámicas
familiares en las adicciones.
Indice
Kandel y colaboradores (1976), extrapolando a partir de sus datos, sugieren que hay tres etapas
en el uso adolescente de drogas:
3) Uso frecuente de otras drogas ilegales, donde parece depender en gran medida de las
relaciones padres-adolescentes.
Las conclusiones coinciden con las de Blum y colegas (1972) quienes sugieren que la influencia
del grupo de pares en el abuso de drogas más serio, es nulo o muy escaso si la familia
permanece fuerte.
Indice
a) Relaciones Padres-hijos/as:
En las familias tratadas por Stanton y Todd (1982) habitualmente había una relación muy
estrecha y dependiente entre madre e hijo acompañada por un padre aparentemente distante y
excluido. En un 5% de estas familias los roles estaban invertidos y era el padre el más cercano o
el más apegado al adicto. En un 80% de los casos uno de los progenitores era alcohólico. Puede
que otros estudios den unas tasas más bajas de progenitores alcohólicos. Los autores atribuyen
estas diferencias al efecto de sobrepotección y prevención por parte del paciente identificado y la
familia.
En la mayoría de los casos el padre parecía más contrariado por la adicción del hijo y la madre
tendía a minimizarla. Esto difiere de los problemas típicos de los hijos, en que la madres suele
ser la que se queja.
Gangher y Schugart (1966) y Torda (1968) encuentran que las declaraciones indican que el
padre de los adictos varones es distante, desapegado, débil o ausente. Las relaciones padre-hijo
en las familias de adictos, en contraste con las normales, son descritas por el adicto como muy
negativas, con una disciplina ruda e incoherente, especialmente entre aquellos que se inyectan
heroína en vez de inhalarla.
Por otro lado, las investigaciones de Kaufman y Kaufman (1979) advierten que las relaciones
padre-hijo apegadas, ocurrieron en un 40% de sus casos, sobre todo en ciertos grupos étnicos.
Rosemberg (1971), señala que los hermanos de los adictos masculinos suelen tener un relación
más positiva con el padre. En contraste con los varones, las adictas mujeres parecen estar en
abierta competencia con las madres (a quienes consideran sobreprotectoras y autoritarias),
mientras que sus padres suelen caracterizarse como ineptos, indulgentes, sexualmente agresivos
y a menudo alcohólicos.
Los estudios de Mason (1958) y Chein (1964), nos ofrecen pruebas de que, a pesar de los
alardes de independencia, la mayoría de los adictos mantienen estrechos lazos familiares.
Aunque no vivan con sus padres, tal vez residan en las cercanías. Su frecuencia de contacto es
mucho más elevada que la exisente entre “normales” comparables, otros grupos de pacientes
psiquiátricos o los abusadores polidrogas. Este patrón está testimoniado en 15 de cada 17
informes sobre hábitos de residencia y 7 de cada 7 informes sobre frecuencia de contacto
familiar.
Perzel y Lamon (1979) hallaron que el 64% de los adictos a la heroína entablaban contacto
telefónico diario con por lo menos un progenitor; la cifra para los usuarios de polidrogas es del
51%, y para los normales del 9%. Más aún, esto parece ser un fenómeno internacional, pues
tasas similares de adictos viviendo con los padres se han hallado en Puerto Rico, Italia,
Inglaterra y Tailandia, no sólo en América del Norte.
En resumen, por lo menos 2/3 de los drogadictos masculinos de menos de 35 años, viven con la
gente que los crió y el 80-85% mantienen por lo menos un contacto semanal con estas figuras
parentales.
En el trabajo con drogadictos a menudo se observa que los adictos dicen que no ven a sus
padres con regularidad. En estas ocasiones los terapeutas toman estas respuestas como
maniobras para proteger a la familia y no como una afirmación con validez propia.
d) Miedo a la separación
(Duncan Stanton, Thomas C. Todd, David B. Heard, Sam Krschenr, Jerry I. Kleinman, David T. Mowatt, Paul Riley,
Samuel M. Scott, John M. Van Deusen)
Los drogadictos suelen prensentarse como individuos dependientes e inadaptados que a menudo
“se derrumban”. Parece que no funcionan porque son demasiado dependientes y no están
preparados para asumir responsabilidades, como si necesitaran protección. Temen estar aislados
o separados.
Según observaron los autores en sus estudios, cuando un adicto comenzaba a triunfar (en el
trabajo, o en el programa de desintoxicación, etc.) en cierto modo se encaminaba hacia el
abandono de la familia. Interesaba que en ese momento se desarrollaba una crisis en la familia:
los padres reñían o se separaban, o un progenitor desarrollaba síntomas, o un hermano se
convertía en un problema. Coincidiendo con estos acontecimientos, el adicto retomaba una
conducta de fracaso y el otro problema familiar se disipaba.
Los autores observaron este patrón con tanta frecuencia que no sólo el adicto tenía miedo a
separarse, sino también la familia. Por ello concluyeron que se trataba de un proceso
interdependiente, donde el fracaso servía como función protectora para mantener la cercanía
familiar. La familia necesitaba al adicto tanto o más que el adicto a la familia. La presión para
que no se vaya es tan poderosa que la familia soporta (o alienta) terribles indignidades, tales
como mentiras, robos, y la vergüenza pública que el adicto genera, en vez de adoptar una
posición firme. También tiende a protegerlo de agentes externos, como parientes y otros
sistemas sociales. En vez de aceptar la responsabilidad, los miembros de la familia suelen culpar
a los sistemas externos, tales como los pares o el vecindario, por el problema del adicto.
En los estudios de los autores, al principio parecía que el problema de la adicción se concentraba
en el matrimonio del adicto. Observaron que cuando iniciaban el tratamiento y se ejercía presión
sobre el matrimonio, lós cónyuges se separaban y el adicto volvía a casa de sus padres, “como
si” hubiese estado esperando una excusa para volver con ellos. A menudo se daba un permiso
parental para volver, una sutil presión para que regresara. “Un matrimonio feliz significaría que
sus padres lo han perdido”.
Los autores observaron tres tipos generales de relación dentro de la díada del sistema, madre y
esposa del adicto:
c) Madre y nuera como hermanas o madres jóvenes que reaccionan ante el adicto como si
fuera un bebé. Lo miman, ríen sus torpezas, lo ayudan si se tropieza, etc. Se sienten
felices ante la conducta pueril del adicto, como si la incompetencia del adicto les causara
placer.
f) Muerte y martirios
(Duncan Stanton, Thomas C. Todd, David B. Heard, Sam Krschenr, Jerry I. Kleinman, David T. Mowatt, Paul Riley,
Samuel M. Scott, John M. Van Deusen)
Los adictos tienden a encarar la muerte como más postiva que sus pares y suelen expresar más
deseo de muerte que otros pacientes psiquiátricos. Esto podría indicar una tendencia suicida y
varios autores han comparado adicción con un suicidio crónico (Coleman y Stanton, 1978, 1980).
Desde un punto de vista familiar varios estudios también han documentado la alta tendencia de
pérdidas parentales causadas por la muerte en las familias de adictos. En general se trata de
muertes traumáticas, repentinas e inesperadas. La tasa de mortandad temprana de los abuelos
parentales varones es también mayor de la esperada. Por último, parece exisitir una asociación
entre el momento de uso inicial de drogas por parte de los adolescentes y la muerte de un
progenitor u otra persona significativa tal como un par.
g) Privación parental
Kaufman y Kaufman (1979) señalan una alta incidencia de privación parental para familias de
ambos sexos, muchas de las cuales han experimentado la separación o muerte de un progenitor,
más comunmente el padre, antes de los 16 años.
Héroe: El hijo responsable que crece antes de tiempo, que protege y concilia.
Chivo espiatorio: el que distrae la atención a base de dar muchos problemas para que
ninguno centre la atención en la adicción del progenitor.
El olvidado o invisible: el que procura no reclamar nada para no añadir más sufrimiento a
la familia.
Es posible encajar a los hijos de los adictos en alguno de estos cuatro roles descritos o en el
límite entre uno y otro. Lo que es interesante de esta clasificación es la inversión de los papeles
familiares entre padres e hijos y las funciones de tener cuidado el uno del otro. Son los hijos los
que más sienten la necesidad de procurar el bienestar de sus padres, sin recibir todo lo que
necesitan en sentido contrario. Lo peor de todo, en cualquier estilo de adaptación de los infantes
a las miserias familiares, es la factura que reciben sobre su equilibrio físico, que les deja
hipotecada su salud mental de cara al futuro (Josep Checa, 2006).
h) Generalidades.
En estas familias suele haber una falta de presión constructiva para el cambio. El abusador es
desechado en cuanto persona y la familia se siente impotente y a menudo culpa a causas
externos (los amigos, los conocidos, el vecindario, etc.) por el problema. En algunas familias el
paciente identificado es el foco de todos los problemas familiares. Además, el adicto puede ser
sobreprotegido por la familia y tratado como una persona inútil e incompetente. Estas familias
encaran la droga como una fuerza todopoderosa que el adicto no puede resistir.
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Por otro lado, vivir con los padres o verlos regularmente no es por fuerza indicio de disfunción.
Tales situaciones pueden ser muy naturales, según el medio cultural y étnico, y un apego familiar
permanente por cierto no implica drogadicción.
Crancini (1982) ha realizado estudios en el ámbito de las toxicomanías. Este autor considera las
toxicomanías como un intento evasivo y equivocado de autoterapia. Hay bastante
heterogeneidad desde el punto de vista individual y familiar, por lo que plantea la siguiente
tipología:
Hay adicciones que aparecen en climas familiares más o menos favorables y que
responden a dramas o tragedias particulares (las secuelas de un accidente grave, una
separación o un divorcio, la muerte de alguna persona próxima, o cualquier otra pérdida
mal digerida) que afectan a personas que se habían comportado siempre de una forma
responsable. Se trata de intoxicaciones producto de elecciones personales, pero que
pueden tener más sentido en contextos familiares en los que ha resultado más complicado
recibir apoyo, porque nunca se ha tenido o nunca se ha podido pedir adecuadamente. O al
contrario, porque ha llegado siempre en exceso y, ahora, toda ayuda se queda corta. O
porque no queda ninguno para darlo. O aquél hijo autosuficiente que nunca había
necesitado ayuda y se había encargado de asistir a los demás y de pronto se derrumba. O
el que no ha podido superar la fase de individuación y desvinculación de su familia de
origen.
Se pueden dar casos de una madre implicada en los asuntos del hijo con un padre
periférico. También se pueden dar casos, menos frecuente, de un padre implicado en los
asuntos de la hija, con una madre periférica. Esta estructura es conocida como “el
triángulo perverso” y suele ir acompañado de una debilidad entre subsistemas que
consitutyen la jerarquía familiar, polarización entre el hijo malo y el hijo bueno, sistemas
de comunicación protagonizados por mensajes contradictorios o paradójicos y conflictos
que se desarrollan rápida y violentamente.
Este tipo de toxicomanías se caracteriza por un estado de ánimo depresivo y una actitud
exhibicionista. El comportamiento del toxicómano es controlado y la tendencia no es
grave. El adicto mantiene su relación con su familia y con su entorno. Tiene una larga
historia de alteraciones del comportamiento, sobre todo inestabilidad. Su estado es
depresivo y relacionado con dificultades del grupo familiar. También presenta otras
manifestaciones de malestar inespecífico (somatizaciones, tedio, nerviosismo, etc.).
Los padres suelen tener una relación caracterizada por una “hybris” simétrica de familias
psicóticas. Se puede dar una polaridad en el eje logrado-malogrado, bueno-malo,
característico de las familias tipo B. En cuanto al Ciclo Vital, son familias que coinciden
con una desvinculación inminente y de forma incompleta con el hermano prestigioso.
La familia del toxicómano puede tener dificultad en correlacionar la evolución del consumo
con acontecimientos específicos de la vida de la persona. El consumo de drogas para esta
persona supone una forma de controlar la angustia y puede existir un grave riesgo de
suicidio si se interrumpe violentamente el consumo.
las agresiones llegan de estas figuras. El mundo se vuelve hostil al predominar el defecto
del amor, bien sea en forma manifiestamente violenta como agresiones físicas y/o
sexuales, o bien en circunstancias menos llamativas como en las que continuadamente se
deniega comprensión y se desautarizan la expresión de los sentimientos.
El consumo se realiza por imitación a los círculos familiares caracterizados por la pobreza
económica, la delincuencia, la marginación social, etc. Comportarse de forma integrada
con el núcleo de pertenencia ahorra sentimientos de culpa o de fracaso ante las
expectativas de otros. La falta de dedicación al aprendizaje en el respeto de las normas
sociales no indica que no existe cobertura emocional, que puede ser incondicional, desde
las figuras protectoras (muchas veces madres y parejas). Convivir con las drogas,
negociar con ellas, buscar recursos de asistencia social, tolerar complicaciones de salud y
esquivar problemas legales se convierte en todo un oficio (Josep Checa, 2006).
La drogodependencia tipo A, podría aparecer en una familia sin necesidad de que previamente
aparezca en la familia una parentalidad y una conyugalidad disfuncionales. Bastaría un
acontecimiento significativo ante el cual existe un duelo de difícil elaboración que ponga a prueba
la continuidad de la nutrición emocional. Lo mismo podríamos decir del alcoholismo, definiéndolo
como alcoholismo reactivo.
Otro tipo de alcoholismo lo podemos encuadrar en el espacio de la depresión mayor (C’), dentro
de una conyugalidad armoniosa y una parentalidad deteriorada, propio de una pareja de
alcohólicos. En ésta un sólido cónyuge acumula responsabilidades a medida que el paciente las
abandona, un cónyuge en alianza con unos suegros solícitos y unos hijos parentalizados. En
estos casos sería frecuente una complementareidad rígida.
Conyugalidad
Armoniosa
A
C’
Parentalidad Parentalidad
Deteriorada Conservada
C B
Conyugalidad
Deteriorada
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El propio paso del curso vital, con etapas bien comunes y generalizables, representa también por
sí mismo, una fuente natural de turbulencias: la exigencia y/o el deseo de entrar en la
adolescencia, de madurar y de poder emanciparse, de crear un núcleo familiar propio, de
acostumbrarse a vivir en pareja, de poder acoger y cuidar de los descendientes, de aceptar que
los hijos crecen y se van, de quedarse solos, de envejecer, jubilarse, de sentir próxima la hora
de la propia muerte (Jay Haley, 1980).
Dos etapas del ciclo vital se destacan especialmente en el desarrollo de una adicción en una
persona joven. El primero es la llegada de la adolescencia. Aquí comienza habitualmente la
ingestión de drogas, aunque no necesariamente la adicción. Esta es la etapa en que se orienta
más hacia las actividades heterosexuales, o recibe más presión para orientarse hacia ellas.
Aunque sus actos previos tendían a ser considerados asexuales, ahora desarrolla intereses
“sexuales”. Este cambio hacia relaciones de índole más adulta, que implican crecimiento e
individuación respecto de la familia, puede generar pánico parental y preparar la escena para
una conducta adictiva posterior.
La segunda etapa vital de la adicción es la del abandono del hogar, enfatizada por Haley (1980).
Esta etapa pone de relieve la individuación y la competencia adulta del paciente identificado,
transformándose en el eje alrededor del cual suele desarrollarse y girar la adiccción.
La integridad de la familia de origen puede resultar amenazada por el paso de un miembro hacia
la autonomía. En tales familias, el advenimiento de un síntoma que retarde dicha transición
puede constituir una “solución”, pues posterga o elude una crisis familiar mayor.
Un hijo mayor adicto representa para los hermanos menores un poderoso ejemplo de los
“peligros” que acechan más allá del círculo familiar. Por otra parte, si el primogénito logra
manejar responsablemente la transición hacia la adultez, sus hermanos menores pueden sufrir
una presión mayor. Tal vez el hijo menor deba emprender el camino más difícil de todos,
convirtiéndose en el eslabón final para la permanencia o ruptura de la futura viabilidad de la
familia, ahora reducida a la díada esposo-esposa.
Aunque la edad de los hermanos es un factor importante para determinar cuál hijo se vuelve
adicto, el efecto está mediatizado por la edad de los progenitores, a mayor edad de los padres,
más difícil resultará la emancipación del adicto. Tácita o manifiestamente, los padres de un
adicto adulto que vive con ellos, suelen inquietarse ante la perspectiva de que el hijo se marche,
a pesar de su edad. Los padres opinan que sería irresponsable que el hijo se marchara del hogar
antes de ser plenamente “responsable” de su conducta.
La posición de los padres constituye una contradicción o paradoja que limita seriamente las
probabilidades de que el hijo logre la independencia, aunque rara vez los miembros de la familia
la reconocen como tal. Esta admonición impide que el hijo adquiera las condiciones necesarias
para demostrar una conducta responsable, o para que los padres la perciban como tal. El adicto
se encuentra en un trance que el impide abandonar el hogar responsablemente o demostrar
responsabilidad en el hogar.
La experiencia de John M. Van Deusen y Peter Urquhart con diversas familias dentro del
esquema “hijo único o menor que reside con los padres”, revela una notable coherencia de
características que ilustran variaciones sobre temas comunes. El status quo o atascamiento
inducido por el pardójico apego excesivo entre padres e hijo en el problema de la droga es
recurrente. En ciertas familias se expresa en forma menos directa, a menudo con proverbios que
racionalizan el fracaso y mantienen el conflicto en un plano impersonal, libre de afectos. De
acuerdo con estos aforismos, la percepción del tiempo es indefinida en estas familias, y el
“futuro” y el “progreso” son conceptos vagos.
En contraste con la vaguedad de metas en estas familias, hay una persistente expresión de
intimidad, preocupación mutua y cariño entre los padres y el hijo. Los padres se preocupan por el
hijo porque está enfermo, el hijo se preocupa porque ellos podrían enfermarse (aludiendo a
síntomas físicos tales como la hipertensión y los trastornos cardíacos). Los hijos no enfrentan a
los padres, sino que describen el hogar y la familia como fuerzas sólidas y positivas. Los padres
describen a los hijos como “buenos muchachos”.
Otros problemas relacionados con el ciclo vital es la jubilación del progenitor del adicto. El
progenitor que no trabaja puede volverse débil, ineficaz, deprimido e incapaz de disciplinar o
controlar adecuadamente a los hijos. El conflicto entre los progenitores suele aumentar. En tales
casos, el paciente identificado puede volverse cada vez más incompetente y problemático.
Bajo la capa de afecto y preocupación familiar suele estar oculto el problema de una jubilación
inminente o efectiva. Cuando un padre que trabaja está por jubilarse, la modificación que ello
implicará en los hábitos del resto de los familiares puede inducir una crisis en el matrimonio o en
el uso de drogas. Los roles establecidos se cuestionan, el reemplazo del que gana el sustento
puede ser esencialmente problemático. Cuando un padre que trabaja se jubila y comienza a
adaptarse a la vida hogareña, su presencia tal vez induzca una crisis, como lo ilustra nuestro
ejemplo de un padre que sigue continuamente al hijo en busca de compañía. Las ocasiones de
mayor tensión pueden presentarse durante las comidas, cuando está reunida toda la familia, o
cuando el hijo desea estar solo. Aun en estas ocasiones, es posible que la familia actúe con
calma y cuidado, sin estallidos de furia ni otros picos emocionales.
Otros problemas del ciclo vital que a menudo se relacionan con la aparición de la adicción pueden
ser:
Siempre desde una óptica consciente de la importancia relativa de cada factor implicado en las
adicciones, como fórmula preventiva conviene encarar con valentía, aceptar y preparar la llegada
de cada etapa crítica de cambio y de desarrollo personal y familiar. En definitiva, aceptar el paso
del tiempo y de sus imperativos. El contacto continuado con las drogas tiene la perversa
capacidad de frenar el avance implacable (pero en realidad previsible y del todo conveniente) del
ciclo vital dentro de una familia (Josep Checa, 2006).
La configuración de los vínculos afectivos familiares no puede evolucionar si la rueda del relevo
entre generaciones se congela. En medio de un proceso de adicción, la maduración individual se
detiene, las posibilidades de autonomizarse decrecen, la disposición de la familia para compartir
y para ceder poder de decisión se limita y la capacidad de enriquecimiento mutuo se mutila. Los
hijos no se van de casa de forma efectiva, los padres se distraen de los problemas personales y
conyugales para conceder prioridad a los aspectos incompletos o defectuosos de la crianza o para
mantener bien separadas las funciones de ambos progenitores (a menudo uno dentro y otro
fuera de casa), mientras el reloj interno de la familia pierde ritmo hasta casi llegar a pararse. En
el contacto con las drogas, las familias experimentan un test que pone a prueba su fortaleza y su
flexibilidad. (Josep Checa, 2006).
Indice
La droga brinda una solución en diversos niveles para el dilema de darle la independencia o no.
Paradójicamente, le permite estar simultáneamente cerca y lejos, “dentro” y “fuera”, ser
competente e incompetente, en relación con su familia de origen. Esto es seudoindividuación.
Parece apocalíptico terminar el apartado de las adicciones con un círculo vicioso del que parece
imposible escapar. Por ello incluyo a continuación un modelo, en el que coinciden varios autores,
sobre los ingredientes básicos que debe incluir una buena educación de los hijos adolescentes
para que, por ellos mismos, sean capaces de resolver los dilemas propios del crecimiento y el
irremediable avance por el ciclo vital.
Familias Familias
+
Familias Familias
Negligentes Autoritarias
- +
CONTROL
-
En algunos casos la dejadez puede ser sofisticada cuando se oculta tras una apretada agenda
extraescolar de los hijos que apenas deja espacio para compartir tiempo con ellos. Otra forma de
dejadez es la ausencia habitual y exagerada de los padres del domicilio familiar, algunas veces
abusivamente justificada por razones económicas, laborales o profesionales. Estos en ocasiones
delegan en sustitutos lo que habría de venir de la familia. El egoísmo y las adicciones de los
adultos (el alcohol en el lugar del trabajo, en las relaciones afectivas, etc.) estorban en el
equilibrio psicológico de sus jóvenes.
Cuando el alcohol y otras drogas se encuentran muy presentes en el entorno familiar, siempre
hay más riesgo de accidentes, de desamparo y de maltrato. El exceso de protección se sitúa en
el extremo opuesto de la desatención, pero son al mismo tiempo prototípicos en las
toxicomanías. La maduración y la salud mental de los hijos se pueden conseguir si en las tareas
de crianza incluímos dos ingredientes: enseñar a seguir normas de conducta y aportar ternura.
(Josep Checa, 2006)
Indice
“Se viene considerando que una empresa es familiar cuando una parte esencial de su propiedad
está en manos de una o varias familias, cuyos miembros intervienen de forma decisiva en la
administración y dirección del negocio. Existe, por tanto, una estrecha relación entre propiedad y
gestión o, dicho de otro modo, entre la vida de la empresa y la vida de la familia.”
Indice
- Aceptación basada en la
- Aceptación incondicional.
consecución de objetivos.
- Relaciones temporales y
- Relaciones permanentes.
contractuales.
- Poder: generacional / orden de - Poder basado en la autoridad y la
nacimiento. influencia.
Fuente: Material Didáctico Certificado Consultoría Empresa Familiar, FFI.
Indice
Los conflictos, rivalidades y tensiones familiares pueden ser los principales problemas que
afectan a una empresa familiar y que pueden causar su desaparición. Los conflictos familiares no
son un caso aislado. En la investigación realizada por los profesores Vilanova y Gimeno (1996),
en la mayoría de las empresas familiares de tercera generación existían conflictos entre los
familiares que participan en la gestión y los que sólo participan en su capital.
Las tensiones y rivalidades a menudo están latentes y no se explicitan hasta que fallecen los
líderes familiares. Ahora bien, los conflictos y las tensiones familiares pueden promover una
renovación estratégica y organizativa de la empresa. La carga emocional que se vive en estas
empresas puede avivar las tensiones personales y los conflictos familiares a medida que van
aumentado el numero de miembros familiares en la empresa.
Los conflictos pueden ser de diferentes tipos y pueden involucrar a diferentes personas. El
conflicto puede ser entre el fundador y su cónyuge a causa del tiempo, los recursos y esfuerzos
invertidos en la empresa familiar; o entre el padre y sus hijos en los temas relacionados con la
delegación, el estilo de dirección, la retribución o la sucesión; entre hermanos (y/o cuñados) o
entre primos por el liderazgo y la distribución del poder o por la retribución por el trabajo y por la
La cultura autoritaria en que por lo general se ha formado y educado la generación que dirige y/o
controla la propiedad puede no haber desarrollado ni la actitud ni la capacidad de prevenir o
gestionar conflictos. Por el contrario, no ha promovido una comunicación abierta y sincera entre
padres e hijos ni la adquisición de habilidades de comunicación y negociación y ha fomentado la
existencia de fuertes resistencias a sentarse conjuntamente y crear normas y estructuras de
gobierno familia-empresa.
En una empresa familiar la carga emocional es más elevada que en otra empresa no familiar por
lo que parece haber una mayor probabilidad para que surjan conflictos interpersonales. Estos
conflictos se pueden deber tanto a problemas que se producen dentro de la familia y que se
transfieren a la emrpesa familiar como a problemas que se producen por el solapamiento entre la
familia y la empresa.
Cauffman ha señalado que las familias empresarias desarrollan una serie de actitudes
contraproducentes para la empresa. Entre ellas ha destacado las resistencias a recibir críticas del
exterior (o incluso, de la propia familia), el secretismo informativo y financiero, la democracia en
la retribución, independientemente de la contribución de cada persona, o el nepotismo.
La empresa familiar está condicionada por las características de la familia empresaria (Amat,
1998). Una familia armoniosa crea relaciones y personas armoniosas, tanto dentro de la familia
como dentro de la empresa familiar. Por el contrario, una familia conflictiva crea relaciones y
personas conflictivas. En este caso, hay signos manifiestos:
Kets de Vries (1993) ha señalado que el hijo de un empresario puede tener bastantes
dificultades en desarrollar su sentido de la autoestima. El esfuerzo que requiere la empresa y la
dedicación de tiempo que supone resta tiempo para que el padre pueda estar con la familia.
Igualmente, la menor disponibilidad del padre o madre conlleva la lucha de los hijos por el
tiempo limitado de los padres. La envidia y los celos que surgen de esta situación suelen persistir
cuando se incorporan a la empresa familiar especialmente si hay agravios comparativos o si no
está clara la línea de autoridad. Kets de Vries, ha señalado el caso de hijos que han tenido una
victoria edípica sobre su padre compitiendo con él para conseguir la mayor parte del afecto y
amor de su madre. Por otra parte, cuando ellos mismos han sido padres tienden a despreciar y
humillar a sus hijos y a dificultar que puedan conseguir el afecto materno, es decir, que siguen
compitiendo con sus hijos por el afecto de su esposa.
Desde la óptica de la formación de sucesores, autores como Kets de Vries, Rosenblatt o Jaffe,
han señalado que una familia empresaria corre el riesgo de plantear dificultades al desarrollo y
maduración psicológica de los hijos. La existencia de la empresa y del patrimonio familiar
permite crear una zona de seguridad que protege a los familiares, especialmente a los menos
capaces, de enfrentarse a la realidad de la competencia e incertidumbre laboral. Por otro lado, el
complejo de culpabilidad de los padres y/o abuelos, especialmente el que ha sido el fundador de
la empresa, por la poca dedicación a los hijos (e incluso a la esposa) y la satisfacción de sus
propias necesidades a través de sus hijos promueve la aparición de hijos consentidos y,
sobretodo, dificulta que éstos adquieran el sentido del valor del trabajo, la ambición y la
necesidad de logro. Además, cuando se es hijo de un empresario hecho a sí mismo, con un claro
componente carismático, autoritario y heroíco como han sido muchos empresarios surgidos en
los 80, el miedo a no alcanzar los altos niveles exigidos por el padre, el miedo al fracaso,
contribuye a desmotivar y a frustrar el desarrollo de las capacidades de sus hijos.
Indice
Dejar de pertenecer a la familia que nos crió parece prácticamente imposible, sobre todo cuando
compartimos con ellos gran parte de nuestra genética. Además la huella del pasado con ellos es
difícil de borrar por completo.
Ahora bien, cuando nos referimos a la salir de la empresa, debería ser diferente, sin embargo no
es así. Salir de una Empresa Familiar es extraordinariamente difícil dado que, al margen de otras
cuestiones emocionales, la liquidez de los accionistas es una ficción en la mayoría de las
Empresas Familiares.
A menudo los miembros más jóvenes de la familia se sienten estancados en sus respectivas
carreras profesionales. Son gente que debería dejar la empresa e ir a trabajar a otro lugar, pero
por diversas razones sigue en ella. Quizás después de pensarlo dos veces, simplemente no
quieren liberarse de sus "esposas de oro", o sienten que marcharse es defraudar a padres y
hermanos.
Si lo que quieren es vender sus acciones se topan con barreras igualmente infranqueables.
Muchas familias consideran que vender acciones de la empresa es un acto de deslealtad, si no de
alta traición. Hay que olvidarse de vender por el valor que los abogados de la empresa han
determinado por cuestiones de impuestos patrimoniales. Pero, por otro lado, si se insiste en un
precio más alto, puede que la familia tenga que endeudarse para comprar la salida. Si la
empresa se viniese abajo por ello, se cargaría con un sentimiento de culpa de por vida.
Es posible que algunos miembros jóvenes de la familia finalmente elijan la opción de la lealtad
aún cuando sean infelices. Se declararán leales a los dirigentes de la empresa con la esperanza
de obtener algún tipo de recompensa por sus sentimientos de privación.
Este impedimento por salir de la Empresa Familiar me recuerda al dilema (fuerza centrípeta de la
familia vs. fuerza centrífuga social y biológica) ante el que se encontraba el chico adolescente
incapaz de independizarse y que finalmente optó por la pseudoindependencia.
¿En qué momento del ciclo vital de una Empresa Familiar se produce la salida, la independencia?.
Indice
Diversos autores presentan modelos de ciclos vitales en Empresas Familiares (ver Anexo IV). En
este caso he tomado el modelo de ciclo vital de Ward porque incorpora a los padres o generación
propietaria y a sus hijos, de este modo, hace hicapié en la perspectiva generacional. Este ciclo
vital puede aplicarse tanto a empresas familiares recién creadas como a las maduras. De
cualquier forma parece más adecuado para las empresas cuya propiedad y dirección están
todavía en manos del fundador.
Ward también ofrece un ciclo vital para la Propiedad de la Empresa Familiar recogido en el Anexo
V. También en el Anexo V se pueden consultar los grupos de interés que intervienen en una
Empresa Familiar.
Indice
“En Noviembre de 1984, el hijo de Tycoon Texas fue a jucio por el asesinato premeditado de su
padre. El motivo, según el querellante: “avaricia y dinero”. La hermanastra, en la defensa del
acusado, dijo que éste consumía cocaína en base de forma habitual. Este escenario podría sonar
a una película de Grado B, pero es un ejemplo de la vida real donde el abuso del alcohol y drogas
presenta sus dificultades a una familia y a los intereses de su negocio.
No todas las familias que se encuentran con un abuso de sustancias finalizan en una situación
extrema como la situación de la familia de Texas. Pero las drogas no hacen diferencias, esté la
ley implicada o no. La familia que tiene un problema de abuso de drogas en su seno, lo sufrirá en
privado y en público. La familia pierde su propio sentido del respeto y el negocio pierde la
oportunidad de expandirse en todo su potencial.
El abuso de sustancias está presente hoy en día entre los hombres y mujeres de negocios.
Algunas instituciones públicas tienen programas para ayudar a sus empleados a manejar este
problema. Otros despiden empleados sin importarles sus activos o su talento. Propietarios y
directivos se dan cuenta de lo fácil que es para una compañía perder beneficios cuando sus
empleados son dependientes del alcohol, el cannabis, la cocaíana, las anfetaminas, etc.
En un negocio familiar el problema está compuesto por relaciones personales muy cercanas y el
estigma percibido de admitir un problema dentro de sus filas. El alcohol parece tener una base
social y genética que la familia está poco dispuesta a encarar.
Beber de forma recreativa es un relajante aceptado por muchas familias. La persona que ha
bebido demasiado es simplemente etiquetado “está pasándoselo bien”. Mientras la persona
parece que hace su trabajo, independientemente de que beba durante la mañana, la noche o la
hora del cócktel, la gente reacciona diciendo: “no es asunto mío”. Sin embargo, cuando beber
complica las relaciones personales de la persona, la familia debe darse cuenta de que la persona
se ha convertido en un “abusador del alcohol”, es decir, en un “alcohólico”. Para este individuo,
el alcohol ha dejado de tener la indulgencia del tiempo de ocio. Ahora es una forma de suicidio.
Lo mismo se puede decir para cualquier otra sustancia adictiva.
Todo lo que entra en el cuerpo lo afecta de alguna manera. Pero el alcohol y las drogas afectan al
cerebro de forma especialmente rápida y pueden causar impedimientos en sus funciones en un
corto periodo de tiempo. Incapacidades permanentes pueden resultar del uso y el abuso de las
drogas y el alcohol. El ejecutivo que parece absolutamente correcto o sobrio, puede de hecho
estar significativamente deshabilitado en su toma de decisiones. Este tipo de pérdida
compromete los recursos y las oportunidades de toda una empresa y los destinos de todos los
implicados en el negocio –propietarios, directivos, empleados, clientes, acreedores, etc.
En algunas familias el alcohol es un “viejo miembro” en ambas familias de origen, con una larga
y honrosa tradición cultural, social y familiar. La sustancia elegida para la adicción, no es
necesariamente específica en cada familia. La adicción al alcohol, a la heroína, a la marihuana, a
la cocaína, a los somníferos, al tabaco, o a la comida, depende del estilo social, de la
disponibilidad y de las prácticas de los pares en cada generación familiar. Es el comportamiento
en sí y no la sustancia, lo que está como “encajado” en la familia.
El alcohol, u otra sustancia dada, es una nueva presencia humana, se convierte en un miembro
familiar, en un confidente, en un compañero y en un socio del negocio. Se le incluye en la escena
social de todas o casi todas las ocasiones familiares. Las relaciones personales, las relaciones
sociales y las relaciones de poder, están todas reorganizadas para hacerle un sitio al recién
llegado, tanto en las familias nucleares como en las familias extensas.
y honesto. La peor característica del “familiar adoptado” es que no parece funcionar en el mundo
de una persona vital ni en las comunicaciones del negocio. Los mensajes son frecuentemente
indescifrables, inconsistentes, poco dignos de confianza e impermanentes. Los miembros
familiares y los socios del negocio no saben cuándo o cómo han sido recibidos sus mensajes.
Aislar la autoridad
Cuando los miembros familiares están acostumbrados al uso del alcohol en su seno, les resulta
difícil distinguir qué es y qué no es considerado un “excesivo abuso de sustancias”.
Puede darse el caso de que uno o los dos progenitores utilice el alcohol como un relajante o
como una herramienta social de negocios. También se puede dar el caso de la utilización
frecuente de medicamentos somníferos o estimulantes para regular la actividad.
Así pues, cuando la familia está acostumbrada al uso de sustancias adictivas, la actitud que
suelen adoptar los miembros de la familia es proteger a sus miembros hasta que el
comportamiento es tan aberrante o peligroso que está cercano a pedir responsabilidades legales.
Llegados a este punto, una práctica posible es aislar la autoridad del individuo por otros
miembros familiares, si ello es posible. Sin embargo, si el que está abusando de las sustancias es
el gerente de la empresa, el problema es más complicado.
Otro caso puede darse en el seno de un grupo directivo acostumbrado al uso del alcohol en sus
reuniones de toma de decisiones.
En este caso, puede ocurrir que sea parte de la cultura del equipo ejecutivo. Podría darse el caso
de un fundador particularmente no dominante en el negocio, que deja a sus directivos la gestión
inteligente de los asuntos del negocio y donde prácticamente no hay diferencia entre los
miembros familiares y los no familiares. Todo el equipo directivo, familiares y no familiares, son
tratados “como si fueran de la familia”. Esto por sí sólo puede ser ya un generador de problemas
para el funcionamiento del negocio.
Ahora bien, si además se da el caso de que toda la “familia ejecutiva” bebe en sus reuniones de
toma de decisiones, en medio de un clima de fatiga y privacidad, entonces este comportamiento
empieza a ser un problema real.
El uso del alcohol puede ser tan comedido que no llegue a notarse públicamente como para
afectar la reputación, el poder, la posición o la salud física de sus directivos. Aquí el problema
real es dónde y cuándo beben lo que comienza a ser peligroso para la estabilidad de la empresa.
El gran vendedor
La actividad comercial no sólo es propiedad del departamento de ventas, sino de cualquier área
de la empresa. Muchos fundadores comenzaron su negocio encargándose ellos directamente de
la venta directa de su producto. Muchas de estas ventas se realizaron alrededor de suculentas
comidas y agradables vinos en buenos restaurantes. La empresa crece y esta cultura alrededor
Es en este caso una cuestión de identidad social, pedir otro tipo de comidas y bebidas sin alcohol
puede ser interpretado como un rechazo por su personal y colaboradores. Por tanto, puede que
no sea hasta que el gran vendedor tenga problemas de salud cuando empiece a cambiar sus
hábitos de consumo.
El alcohólico infantilizado
Si este miembro infantilizado tiene un hermano, será bastante fácil para él convertirse en el hijo
prestigioso. En el contexto de la empresa familiar será fácil que el hijo prestigioso asuma cada
vez más responsabilidades incrementándose así la distancia entre ambos y el rencor del miembro
infantilizado hacia el miembro prestigioso.
Ejecutivo sobrepasado
Fratría y tradición
Otro caso es el de las empresas cuyo fundador ha convivido con la adicción hasta integrarla en
su forma de vivir, pensar y trabajar. A su desaparición la asociación de hermanos continúa la
tradición consumiendo sustancias de abuso, no sólo las “aconsejadas” por la generación anterior,
sino añadiendo algunas de moda. A veces una visión tan tolerante al abuso de sustancias desde
la dirección del negocio, permite tácitamente el consumo en otros trabajadores no familiares.
Indice
16.- Casos
Los casos que describo a continuación son casos reales que se interesaron por la consultoría de
empresa familiar y que, en la construcción del genograma, aparecieron otros datos de interés.
16.1.- Caso I
Familia nativa de un pueblo de Extremadura. La pareja conyugal emigró a Navarra en los años
50 en busca de oportunidades. Hoy dirigen una inmobiliaria de prestigio y suficientemente
profesionalizada para superar las crisis del sector.
66 67
43 40 41 35
2 8
Padre e hija co-gestionan una inmobiliaria bajo el título de API de ésta. Él se especializa en la
inversión inmobiliaria y promociones mientras ella se responsabiliza del personal y de las
transacciones de compra-venta. La apertura de la oficina fue una forma de consolidar la actividad
que venía realizando el padre de forma autónoma hacía años. La madre ocupada de las tareas de
la casa y la crianza de los hijos deja claro que quien manda en la casa es ella. También actúa en
el negocio como consejera y haciendo acto de presencia en eventos sociales cuando es
necesario.
El hijo menor trabajó durante un tiempo con su padre y su hermana en la oficina, pero debido a
la elevada conflictivad entre su hermana y él, decidió independizarse y abrir una inmobiliaria
propia. Ambos hermanos se tienen la guerra declarada, por lo que este negocio a servido para
hacer la competencia al negocio de su padre y hermana. “Sólo consume los fines de semana”.
16.2.- Caso II
Esta familia originaria de Andalucía se mudó La Rioja en los años 50 en busca de un futuro
mejor. Marido y mujer se empleaban por cuenta ajena y autoempleaban en sus horas libres.
Finalmente montaron su propia empresa de construcción que creció al ritmo del sector en esta
comunidad autónoma. Llegado el momento de la retirada, el fundador dividió el patrimonio en
“lotes”, uno para cada hijo y dos para él y su mujer.
72 73
48 47 44 43 47 36
23 14 21
18
Los arriesgados negocios del hijo mayor se saldaron con pérdidas. Tuvo mejor suerte la única
hija de esta familia que se empleó por cuenta ajena en empresas de construcción llegando a
dirigir su pequeño y modesto negocio. Los negocios del hijo menor han sido más conservadores y
actualmente echa una mano a sus padres en la gestión del patrimonio.
El conflicto entre el hijo mayor y el padre es un conflicto abierto. La madre y la hija presionan al
fundador para que haga otro reparto de lotes y así poder beneficiar al hijo mayor. El consumo de
alcohol del hermano mayor, causa malestar en la familia pero al mismo tiempo viven en una
cultura donde cuestionar el consumo de alcohol parece fuera de lugar.
Sancho es co-fundador de una empresa de transportes junto con dos antiguos compañeros de
trabajo y lleva operando desde finales de los 90. Los tres socios han empleado a sus respectivas
esposas en la empresa, tanto en puestos de administración como en logística, llegando a formar,
junto con el personal no familiar, una gran familia.
40 45 44
19 12 9
El abuso del alcohol, generalizado entre los trabajadores de la empresa incluso en horario
laboral, es un hecho que se toma como meramente anecdótico. En cuanto al estilo de gestión
que observamos, recuerda al expresado por Bork, cuando hace referencia a la toma de
decisiones alrededor del alcohol. El alcohol parece más que un miembro adoptivo en esta
empresa, una parte de su cultura.
Indice
17.- Hipótesis
H1: La familia empresaria que enfrenta un problema de adicción a sustancias entre sus
miembros puede errar el diagnóstico, culpando al negocio del mal que se ha apoderado de la
familia.
De acuerdo a la observación de las familias con adictos, parece lógico pensar que cuando el
problema se presenta, buscarán un culpable. Además del grupo de pares, podrán también
echarse la culpa a ellos, en este caso los padres, por su dedicación al negocio y por las
facilidades que le han ofrecido a sus hijos tanto en términos de libertinaje como en términos de
disponibilidad económica.
Es más fácil para un padre culpar al negocio por el tiempo que no ha dedicado a los hijos y a la
abundancia de dinero en el hogar que admitir una tradición familiar alrededor del abuso de
alcohol, por poner un ejemplo. En el primer caso, los padres tendrían escapatoria: “Lo hicimos
por vosotros”, en el segundo caso estarían atentando contra un posible mito de armonía familiar.
Así pues, sea como sea el proceso, si el diagnóstico de la familia finalmente gira en torno a la
influencia casi diabólica del negocio en la adicción de sus hijos, puede que de alguna forma
(consciente o inconsciente) decidan sacrificar el negocio por el bien de la familia.
Otro motivo podría ser la prevención. Para que evitar los peligros que un negocio familiar puede
acarrear a los hijos en edad de la adolescencia, se los mantiene al margen del negocio e incluso
se anuncia la muerte cercana de éste.
+
Profesionalización Negocio
Buen Negocio
Familia Descontenta
Mal Negocio
Familia Feliz
-
- +
Funcionalidad de la Familia
Esta decisión podría implicar menor rentabilidad en el negocio, pero informaría de una
conyugalidad y una parentalidad armoniosas, en que ámbos cónyuges deciden cambiar su ritmo
y estilo de vida laboral (downshifting) para dedicar más tiempo a las funciones sociabilizadoras y
de nutrición emocional de su descendencia.
El riesgo de esta decisión está en las relaciones familiares. Si el negocio iba bien en un clima de
descontento familiar, podría ser que fueran las relaciones familiares lo que necesitaba un cambio.
Por ello la decisión de desinvertir tiempo, energía y recursos del negocio familiar, ha de tener
una clara intención de trasladar esa inversión hacia el cambio de las relaciones familiares, lo que
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Profesionalización Negocio
Buen Negocio
Familia Descontenta
Mal Negocio
Familia Descontenta
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Funcionalidad de la Familia
H2: La terapia orientada a la modificación de las relaciones familiares podría modificar también la
organización empresarial.
Por ejemplo, en el caso I, la predilección de los padres por la hija mayor provoca la rivalidad
entre ambos hermanos y, por tanto, la imposibilidad de trabajar juntos en la misma empresa. La
elección del hijo menor de abrir una empresa que compita con la de sus padres y hermana, es
una forma de materializar estas relaciones al mismo tiempo que las hace todavía más rígidas.
¿Cómo modificar las relaciones familiares sin modificar la estructura empresarial?
H3: Una actuación en la organización empresario-familiar podría tener todos los efectos de una
intervención terapéutica.
Por ejemplo en el caso II, al dividir el fundador el patrimonio en “lotes” individuales, las rigideces
de la organización empresarial se desvanecieron dejando a la luz la organización familiar. Una
reorganización de los patrimonios en una fratría societaria podría reorganizar el sistema familiar.
¿Está la pareja conyugal preparada para quedarse a solas?.
H4: La difícil separación de lo Familiar y lo Empresarial genera un dilema que puede provocar
una confusión que degenere en el abuso de sustancias.
La paradoja que presenta la familia cuando funda una empresa, es similar al dilema que se le
presenta al adolescente en los albores de la juventud. El joven soluciona su pseudependencia a
través de la adicción a sustancias, como una forma de estar dentro y fuera al mismo tiempo. Por
analogía, el Fundador podría utilizar las sustancias de abuso para ser Empresa y Familia al
mismo tiempo..
H5: La Familia Empresaria pasa por etapas del ciclo vital que pueden provocar el estrés y
condicionantes que predispongan al abuso de sustancias.
Partiendo de la definición: La empresa familiar es un sistema formado por una empresa y una
familia más la combinación de ambos.
Familia Empresa
Familia Empresaria
En base a este esquema el siguiente mapa refleja el ciclo vital de cada subsistema: La Familia
(Jay Haley), La Empresa (McGivern), La Familia Empresaria (Gersik).
- Empresario Autónomo y
- Salida de la Empresa
Familia
Familia Empresa
Empresaria
Empresario/a
Galanteo Fundación
Autónomo/a
Familia empresarial
Matrimonio Desarrollo
joven
Nacimiento y Entrada en la
Crecimiento
crianza de los hijos empresa
Salida de la
Destete Padres
empresa Decadencia o
Entrega bastón de Renovación
Vejez padres
mando
La implicación familiar es un gran ingrediente en esta fase y puede ser que un gran
momento de tensión para la pareja conyugal, si la tiene en ese momento. La escasez de
recursos puede provocar que la esposa sea el candidato ideal para un puesto que apoye al
empresario.
para relaciones familiares fértiles para la semilla de las adicciones (ej: Padre periférico,
madre apegada), o no.
La situación será de alto riesgo si el joven entra como “el salvador” de la empresa, y
aliado con uno de los progenitores.
Impedir la salida de la empresa familiar, bien sea como propietario, bien sea como
trabajador, podría ser un caso especifíco del impedimento que pone la familia a la
independencia de alguno de sus miembros, de forma que provocara una
pseudoindependencia susceptible de solucionarse mediante una adicción.
H6: Unos padres adictos al trabajo podrían facilitar el terreno para una Toxicomanía Depresiva
Dado el caso de los dos cónyuges que trabajan en la empresa de sol a sol. Por analogía con la
pareja de alcohólicos, si descuidan la educación de sus hijos, podrían facilitar el terreno para
desarrollar una toxicomanía depresiva en éstos.
H7: La Empresa Familiar puede generar un ecosistema para mantener y ocultar una toxicomanía
tipo B o neurótica:
La motivación para pensar que en la empresa familiar se puede ocultar este tipo de toxicomanía,
viene dada por el diagnóstico de la misma que dice que no es de tendencia grave y que el adicto
es capaz de mantener sus relaciones familiares y sociales.
Este caso podría coincidir con un adicto que no ha llegado a tener problemas legales ya que se
mantiene de unas buenas “arcas” de donde obtener financiación para los “festines”.
La drogadicción frena el ciclo vital de la familia y también el ciclo vital de la familia empresaria.
Es un modo de postergar la sucesión o de no llevarla a cabo nunca. Esta podría ser la causa de
fracaso de la sucesión de muchas empresas familiares.
Indice
18.- Conclusión
Las deducciones podrían ir en la línea de que en las relaciones personales empresa familiar
inevitablemente se reproducen las dinámicas de las relaciones personales de la familia. De este
modo las dinámicas familiares se materializan en dinámicas laborales excusadas bajo el
paradigma de la lucha por la rentabilidad de la empresa, aportando así una especie de lógica o
contenido a comportamientos en apariencia inexplicables o con una carga emocional
desproporcionada.
Si la transición de una etapa a la siguiente dentro del ciclo de vida familiar causa estrés, en el
caso de una familia empresaria este estrés está multiplicado por tres: el ciclo de la familia, el
ciclo de la empresa y el ciclo de la familia empresaria. Esta situación de tensión puede vivirse
como un reto o como una fuerza todopoderosa incapaz de superar.
Por ejemplo, un conflicto latente entre los cónyuges puede ser llevado al terreno de la empresa y
materializarse en la falta de acuerdo en su forma de colaborar o trabajar conjuntamente en ésta,
o una relación jefe-subordinada en la empresa, puede convertirse en una complementareidad
rígida que se auto-refuerza en el hogar familiar.
Una vez en el hogar, la mujer puede buscar el apoyo del (los) hijo(s), para compensar fuerzas y
hacer frente contra un padre cada vez más distante.
Una polaridad entre el hijo bueno y el hijo malo, puede materializarse en el desempeño de la
empresa: los resultados están más cerca del juicio paterno. Por otro lado, también el hijo
prestigioso podría provocadar ineficacias para disminuir la diferencia entre él y el hermano
prestigioso redundando en los resultados de la empresa.
Una gestión autoritaria y descalificadora en la empresa puede convertirse en una educación con
los mismos tintes en los hijos, que se podría compensar con la garantía eterna del patrimonio y/o
la contratación laboral incondicional.
Los hijos, por su parte, nunca se plantearon trabajar en otro sitio. Desde pequeños percibieron
que su destino sería trabajar en la empresa de su familia.
Padres Empresa
Hijos
Si estas relaciones de dependecia se dan además en una familia con tradición en el consumo y/o
en un entorno social que aprueba el consumo, la probabilidad del abuso de sustancias se dispara.
Como curiosidad de la presión social a favor del consumo de alcohol he recogido en el Anexo VI
un informe de la Fundación Reason que asegura que los bebedores ganan más dinero que los no
bebedores: “Los bebedores sociales construyen capital social”.
Concluyo diciendo que cuando en una empresa familiar se da una drogadicción, en uno
o varios de sus miembros, nos está informando de un problema en la organización
empresario-familiar. Los adictos nos pueden estar informando de las disfunciones del
sistema y con su adicción estar reclamando un cambio.
b) Se toma la misma sustancia (o una muy parecida) para aliviar o evitar los síntomas de
abstinencia.
3) La sustancia es tomada con frecuencia en cantidades mayores o durante un período más largo
de lo que inicialmente se pretendía.
Abuso de sustancias
b) Los síntomas no han cumplido nunca los criterios para la dependencia de sustancias de esta
clase de sustancia. (Volver)
Según E. Erikson, los jóvenes se han de enfrentar a sus propios cambios internos de tipo
biológico y cognitivo, y compaginarlos con sus nuevas relaciones sociales y las demandas poco
claras que reciben de la sociedad adulta.
Los adolescentes que no consiguen formar un concepto de sí mismos que encaje de manera
realista con sus características personales y con el medio en el que viven, decimos que viven un
momento de difusión de la identidad. Las consecuencias de vivir este momento pueden ser:
- Identidad negativa: rechaza los valores transmitidos hasta ese momento por su familia o
por su entorno social.
Por el contrario, de acuerdo con Erikson, los adolescentes que consiguen un identidad bien
formada sienten una continuidad progresiva entre aquello que han llegado a ser durante los años
de infancia y lo que promete ser en el futuro; entre lo que piensa él que es y lo que percibe que
los demás ven en él y esperan de él.
b) Compromiso: si los adolescentes han establecido algún tipo de compromiso con una
opción determinada.
+
Identidad Identidad
Hipotecada Conseguida
COMPROMISO
Identidad Identidad
Difusa Moratoria
-
- +
EXPLORACIÓN
En una identidad hipotecada, los adolescentes no se han planteado opciones y han tomado
decisiones basadas en lo que otras personas significativas han decidido para ellos. En este caso
tendrían cabida los sucesores de empresas familiares a quienes no se les da opción a que
cuestionen su incorporación o no en el negocio familiar.
La relevancia de estas diferentes categorías de la identidad radica en sus relaciones con otros
rasgos de personalidad. Por ello, en personas con difusión de identidad, como con una identidad
hipotecada conseguirían niveles de razonamiento inferiores a los que se encuentran en una
identidad moratoria o consecución de identidad.
Del mismo modo, la dependencia y la baja autoestima, estaría más ligada a la identidad difusa y
a la identidad hipotecada.
Las vinculaciones afectivas entre los hijos y su progenitores cambian al llegar a la adolescencia.
En un estudio realizado en el Estado Español (López, 1993, pág 44 -46) el 62% de los
adolescentes menores de 15 años, colocan a su “mamá” como figura central de afecto, mientras
que el 5% lo hacen para su padre o un amigo. Entre los 15 y los 20 años estos datos cambián, y
sólo el 40% de los adolescentes colocan a la “mamá” como la figura central de afecto mientras
que los amigos ganan importancia hasta en un 32%.
Esta transformación de las relaciones entre adolescentes y sus padres está marcada por la
ambivalencia, no sólo en los adolescentes, sino también en los padres.
Los adolescentes piden más autonomía a la vez que necesitan su apoyo. Los padres les
demandan más responsabilidad a la vez que limitan su autonomía.
En ocasiones los padres pueden mostrar actitudes excesivamente protectoras motivadas bien por
el miedo a los problemas que se pueda encontrar el hijo, o bien por el temor a quedarse solos en
un momento determinado de su vida.
(Volver)
“Según Linares (1996), observar la socialización y nutrición emocional, ayuda a estudiar el grado
de conservación o deterioro de las funciones de los padres.
En el extremo contrario al exceso de protección nos encontramos con el abandono. Con ausencia
de referentes bondadosos claros, los menores de edad se han de enfrentar solos a las vicisitudes
de su existencia. Han de pasar muchas horas en casa, sin nadie, o con la tendencia a buscar
sentimientos de pertenencia, para conseguir algún grado de seguridad, integrándose en grupos
de iguales, en relaciones con otros niños de la calle que también se encuentran solos. Están
propensos a convertirse en adolescentes marginales y darán la impresión a lo otros de su edad la
apariencia de mucha libertad, pero lo pagarán con un excesivo riesgo de perderse en el caos o,
puede ser, como reacción contraria, que ingresen en organizaciones rígidas y jerarquizadas
capaces de contenerlos (sectarias, militarizadas, etc.).
Los problemas vuelven a encontrarse en los extremos. El exceso de normativa hace difícil
cumplir con éxito las imposiciones recibidas. Cuando no queda clara la intención de tanta
exigencia es fácil provocar rabia o deseo de rebelarse. Del mismo modo, resulta
contraproducente, la aplicación de excesiva rigidez en el aprendizaje de diferentes conductas, por
ejemplo cuando predomina el ánimo de fabricar personas fenomenales en alguna disciplina
concreta (artística, deportiva, científica, etc.). Los niños y los adolescentes que la siguen lo
harán, secretamente, a cambio de reconocimiento, valoración y estimación de los adultos, a
cambio de obtener el último ingrediente básico de la crianza, la nutrición emocional. Pero
correrán el riesgo de experimentar sentimientos de inutilidad y de fracaso si no consiguen los
objetivos que se les había marcado o no reciben la recompensa emocional que esperaban por el
esfuerzo realizado. En el mejor de los casos, cuando el infante adivina un porqué aceptable en
tanta disciplina y consigue tolerarla, puede llegar a sentirse orgulloso de sí mismo y de la
educación recibida, pero tiene números de haber desarrollado una personalidad terca, sin
capacidad de ponerse en la piel de los otros y privada de flexibilidad a la hora de enfrentar
circunstancias nuevas o imprevistas.
Por otro lado la ausencia absoluta de normas en un contexto de exceso de protección, será tierra
abonada para brutalidades y para otras conductas inmaduras, egoístas y poco señaladas como el
consumo desembocado de drogas.
Por último, el último ingrediente básico, la nutrición emocional, será vital para conseguir una
identidad sólida y sana. También para enfocar con optimismo y energía el curso de la vida. Nos
hace saber que existimos para los demás, que tenemos cualidades y que somos dignos de recibir
amor. No hemos hablado de amor a propósito de ofrecer protección y aportar normas. El amor
está siempre presente cuando hay proximidad relacional. Por tanto, es más difícil que falle y en
consecuencia es más nociva cuando falta.
La nutrición física y emocional falla, sobretodo, por defecto. Comprobar que las personas más
significativas no nos tienen en cuenta es profundamente perturbador. Sin reconocimiento
tenemos muy difícil encontrar un lugar en el mundo, dudamos de todo, incluso de nuestras
propias percepciones. Sin valoración nos viene la frustración, mal humor, sensaciones graves de
injusticia e irritación. Privados de la estimación vivimos con una baja autoconsideración, llenos
de resentimiento y con el riesgo de quedarnos atrapados en tortuosas relaciones amorosas
(frecuentemente de pareja) de manera precipitada y desesperada.” (Josep Checa, 2006).
(Volver)
El Ciclo Vital sugerido por McGivern representa cinco etapas y las funciones de gestión necesarias
en cada una.
Etapa del ciclo vital
El modelo de Gersick es una variante del modelo tricircular Familia, Propiedad, Empresa. Las
coloca en un eje tridimensional y divide cada una de ellas en las etapas de su respectivo ciclo
vital.
Eje empresa
Madurez
Expansión
Formalización
Eje familia
Propietario controlador
Eje propiedad
Asociación de hermanos
Consorcio de primos
Otro modelo e ciclo vital propuesto por Ward hace referencia al modelo multigeneracional, en
que las preocupaciones del accionariado serán diferentes en cada etapa y cuya transición puede
ser difícil. Además, existe un constante peligro de que la empresa quiebre o sea vendida por la
familia fundadora en cualquier momento.
Una de las etapas que más tensión genera en las empresas familiares es la etapa intermedia
entre la primera generación (etapa 1) y la segunda generación (etapa 2), cuando el propietario
fundador convive en la gestión y en la propiedad de la empresa con su descendencia.
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El modelo de los tres círculos, propuesto por John Davis y posteriormente ampliado por autores
como Ward y Lansberg, permite analizar las diferencias entre los diversos grupos de interés que
existen en la empresa familiar: Familia, Propiedad y Empresa.
Familia Empresa
Propiedad
Este modelo permite distinguir siete grupos de interés ligados a la empresa familiar:
Así, en función del control de la dirección y en función del control de la propiedad podemos
obtener la siguiente matriz:
Dirección
Familiar No Familiar
Familiar
No Familiar
Cuando la dirección y la propiedad son enteramente familiares, la familia tiene el control total. En
otras ocasiones en que la propiedad sigue siendo familiar pero la dirección deja de estar bajo el
control de la familia, podríamos etiquetarla de “amo ausente” o “amo activo”, según el nivel de
participación de la familia en la dirección. La última variante se daría en el caso de una familia
que cubriese los puestos del consejo de administración exclusivamente con miembros suyos y
que supervisase estrechamente el trabajo del equipo de dirección ajeno a la familia. También se
puede dar el caso de una familia que ha vendido la empresa pero sigue dirigiéndola. En este caso
la empresa sigue siendo familiar en el sentido de que los valores y el estilo de gestión siguen
influyéndo las actividades cotidianas de la empresa. La herencia cultural de la familia permanece
en la empresa después de que ésta ha dejado de pertenecerle. La última posición significa que la
empresa a dejado de ser familiar, no hay ni empleados ni propietarios que pertenezcan a la
familia fundadora (Neuber y Lank, 1998).
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Anexo VI: Los bebedores ganan más dinero que los no bebedores
Los Angeles (September 14, 2006) – Numerous studies have shown moderate alcohol use can have important
health benefits and now a new report finds drinking can help your wallet too.
Drinkers earn 10 to 14 percent more money at their jobs than nondrinkers and men who drink socially, visiting a
bar at least once a month, bring home an additional 7 percent in pay, according to a new Reason Foundation
report by economists Bethany Peters, Ph.D., and Edward Stringham, Ph.D.
"Social drinking builds social capital," said Stringham, an economics professor at San Jose State University.
"Social drinkers are networking, building relationships, and adding contacts to their Blackberries that result in
bigger paychecks."
The study finds that men who drink earn 10 percent more than abstainers and women drinkers earn 14 percent
more than nondrinkers. However, unlike men, who get an additional income boost from drinking in bars, women
who frequent bars at least once per month do not show higher earnings than women who do not visit bars.
The study, published in the latest edition of the Journal of Labor Research, suggests that the growing wave of
anti-alcohol legislation at state and local levels will have harmful effects on local economies and individual
finances. Efforts to impose massive tax increases on alcohol, to restrict alcohol sales through zoning laws, and
prohibit alcohol advertisements have all been stepped up in recent years.
"We're quick to ban beer at sports stadiums and festivals. The legal blood alcohol level is dropping everywhere,
and we're barraged with overhyped warnings about binge and underage drinking," Stringham said. "Instead of
fear mongering we should step back and acknowledge the proven health and economic benefits that come with
the responsible use of alcohol."
The full report, Why Drinkers Earn More Money Than Nondrinkers, is available online at
http://www.reason.org/pb44.pdf.
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Referencias Bibliográficas:
“Terapia Familiar del Abuso y Adicción a las Drogas”, M.D. Stanton, T. Todd y colegas. Ed. Gedisa
“DSM-IV, Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales”. American Psychiatric Association.
- “Las drogas en el marco de la ley de prevención de riesgos laborales”. Javier González Caballero. Revista
de la Sociedad Española de Salud Laboral en la Administración Pública.
- “Claves para Lidiar con Familiares Descontentos”. Newsletter Fundación Nexia, 2 de Abril de 2007.
- “Why Drinkers Earn More Money Than No Drinkers”. Fundación Reason. Septiempre 2006.
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