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La industria de la moda podría no ser la primera que se le ocurra como superusuario de combustibles

fósiles. Pero los textiles modernos dependen en gran medida de los productos petroquímicos que
provienen de muchas de las mismas compañías de petróleo y gas que generan las emisiones de gases de
efecto invernadero. Hoy, de hecho, la moda representa hasta el 10 % de la producción mundial de
dióxido de carbono, más que los vuelos internacionales y el transporte marítimo combinados, según el
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

También representa una quinta parte de los 300 millones de toneladas de plástico que se producen en
todo el mundo cada año. El poliéster, una forma de plástico que se deriva del petróleo, ha superado al
algodón como la columna vertebral de la producción textil. Las prendas hechas de poliéster y otras
fibras sintéticas son una fuente principal de contaminación por microplásticos, que es especialmente
dañina para la vida marina. Los efectos ambientales del dominio del poliéster sobre la industria de la
confección son variados. Por un lado, el poliéster requiere una gran cantidad de energía para producir.
En 2015, la producción de poliéster para ropa emitió 282 mil millones de toneladas de dióxido de
carbono, el triple que el algodón.

Mas que lo anterior, se está produciendo más ropa que nunca, lo que lleva a mayor desperdicio, ya que
los minoristas y sus clientes revuelven los estilos a un ritmo frenético. Las estimaciones de la consultora
McKinsey y el Foro Económico Mundial sugieren que la cantidad de prendas producidas cada año se ha
duplicado al menos desde el año 2000. Solo una fracción de lo que se fabrica se recicla. El 87 por ciento
de la entrada total de fibra utilizada para la ropa finalmente se incinera o se envía a un vertedero.
Inditex ha sido objeto de críticas por prácticas como la destrucción de productos no vendidos y el envío
de montones de ropa a vertederos en todo el Sur Global, además de las condiciones a menudo
peligrosas y de explotación para los trabajadores.

En concreto, Inditex se ha comprometido a incluir los factores ambientales en la “planificación y


desarrollo de las actividades del grupo y de sus socios comerciales y a promover la conciencia ambiental
entre su personal, proveedores y la sociedad en general”. Sin embargo, no adopta explícitamente los
principios de precaución y prevención, ni se responsabiliza por el impacto que sus actividades tienen
sobre el medio ambiente y la salud humana. Asimismo, Inditex no promueve el consumo responsable
entre sus clientes, ni invierte en innovar el proceso productivo utilizando materias primas más
sostenibles o procedentes de socios comerciales más éticos. Finalmente, Inditex muestra falta de
transparencia en aspectos como el número total de proveedores, el impacto en los derechos
individuales o el origen y sostenibilidad (social y ambiental) de las materias primas utilizadas en la
fabricación de sus prendas y complementos.

Por ejemplo, en Zara, la marca lanza unas increíbles 24 colecciones guiadas por tendencias cada año,
500 diseños por semana y casi 20 000 por año, lo que a su vez lleva a los consumidores a ver su ropa
como desechable y se suma a más desperdicios de la industria de la confección que termina en un
vertedero. La transparencia de Zara también ha sido cuestionada, ya que no revelan la cantidad de
recursos que se dedican a la producción.

También se han cuestionado los esfuerzos de la marca por ser transparente en sus prácticas de
sostenibilidad. Según se informa, un estudio de los principales sitios web de moda rápida en el Reino
Unido realizado el año pasado reveló que el 60% de las afirmaciones ambientales en estos sitios,
incluido el de Zara, podrían considerarse "engañosas".

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