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El documento describe la evolución del principio de conservación de la energía a lo largo de más de dos siglos. Inicialmente, solo se aplicaba a la energía cinética y potencial de masas puntuales en campos gravitacionales. Posteriormente, se fueron añadiendo nuevos términos como la energía de interacción de Coulomb y la energía electromagnética. Finalmente, se aceptó que los sistemas macroscópicos tienen energías bien definidas sujetas a principios de conservación, como una manifestación de leyes fundamentales que se aplican a
El documento describe la evolución del principio de conservación de la energía a lo largo de más de dos siglos. Inicialmente, solo se aplicaba a la energía cinética y potencial de masas puntuales en campos gravitacionales. Posteriormente, se fueron añadiendo nuevos términos como la energía de interacción de Coulomb y la energía electromagnética. Finalmente, se aceptó que los sistemas macroscópicos tienen energías bien definidas sujetas a principios de conservación, como una manifestación de leyes fundamentales que se aplican a
El documento describe la evolución del principio de conservación de la energía a lo largo de más de dos siglos. Inicialmente, solo se aplicaba a la energía cinética y potencial de masas puntuales en campos gravitacionales. Posteriormente, se fueron añadiendo nuevos términos como la energía de interacción de Coulomb y la energía electromagnética. Finalmente, se aceptó que los sistemas macroscópicos tienen energías bien definidas sujetas a principios de conservación, como una manifestación de leyes fundamentales que se aplican a
El desarrollo del principio de conservación de la energía ha sido uno de los logros más significativos en la evolución de la física. La forma actual de el principio no fue descubierta en un magnífico golpe de intuición, pero fue lenta y laboriosamente desarrollado en dos y medio siglos. EL primer reconocimiento de un principio de conservación, por Leibniz en 1693, se refería solo a la suma de la energía cinética 2 (𝑚𝑣 ⁄2) y la energía potencial (𝑚𝑔ℎ) de una masa puntual mecánica en el campo gravitacional terrestre. Mientras tipos adicionales de sistemas fueron considerados la forma establecida del principio de conservación fallaba repetidamente, pero encada caso fue posible revivirla con la adición de un nuevo término matemático -un “nuevo tipo de energía”. Así, la consideración de sistemas cargados requirió la adición de la energía de interacción de Coulomb (𝑄1 𝑄2 /𝑟) y eventualmente de la energía de el campo electromagnético. En 1905 Einstein extendió el principio a la región relativista, adicionando términos como la energía masa-reposo relativista. Por 1930 Enrico Fermi hizo aportaciones en el campo de la energía de conservación en reacciones nucleares. El principio de conservación de energía es ahora visto como un reflejo de (el presumiblemente) el hecho de que las leyes fundamentales son las mismas hoy como como lo fueron eones antes, o como serán en el futuro remoto; las leyes de la física son inalterables por un cambio en la escala del tiempo (𝑡 → 𝑡 + 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒). De esta base para la conservación de la energía tendremos más que decir en el capítulo 21. Ahora, simplemente notemos que el principio de conservación es uno de los más fundamentales, generales y significativos principios de la teoría física. Viendo un sistema macroscópico como un aglomerado de un enorme número de electrones y núcleos, interactuando con complejas pero definidas fuerzas para las cuales la energía de conservación aplica, concluimos que los sistemas macroscópicos tienen energías precisas y definidas, sujetas a principios de conservación definidas. Esto es, ahora aceptamos la existencia de una energía bien definida de un sistema termodinámico como una manifestación macroscópica de una ley de conservación, altamente desarrollada, probada con una precisión extrema y aparentemente de completa generalidad a nivel atómico. La justificación anterior de la existencia de una función termodinámica de energía es un poco diferente del método termodinámico histórico. Puesto que la termodinámica fue desarrollada mucho antes de que la hipótesis atómica fuese aceptada, la existencia de una función de energía conservativa macroscópica tenía que demostrarse por medios puramente macroscópicos. Un paso significativo en esa dirección fue tomado por Count Rumford en 1798 cuando observó ciertos efectos térmicos asociados con la perforación de cañones de latón. Sir Humphry Davy, Sadi Carnot, Robert Mayer y finalmente (entre 1840 y 1850) James Joule llevó los esfuerzos iniciales de Rumford a su fruición lógico. La historia del concepto de calor como una forma de transferencia de energía es insuperable como un caso de estudio en el tortuoso desarrollo de la teoría científica, como una ilustración de la inercia casi insuperable que presenta la doctrina física aceptada, y como un soberbio relato del ingenio humano aplicado a un problema sutil y abstracto. El lector interesado puede referirse a The Early Development of the Concepts of Temperature and Heat por D. Roller (Prensa de Harvard University, 1950) o a cualquier trabaho sobre historia de la física estándar. Aunque no recurriremos explícitamente a los experimentos de Rumford y Joule para justificar nuestro postulado de la existencia de una función de energía, hacemos referencia a ello en la sección 1.7 en nuestra discusión de la mensurabilidad de la energía termodinámica. Solo diferencias en energía, en vez de valores absolutos de la energía, tienen significado físico, ya sea a nivel atómico o en sistemas macroscópicos. Es convencional por lo tanto adoptar algún estado particular de un sistema como un estado fiducial, la energía del cual es arbitrariamente tomada como cero. La energía de un sistema en cualquier otro estado, relativa a la energía del sistema en el estado fiducial, es entonces llamada la energía interna termodinámica del sistema en ese estado y es denotada con el símbolo U. Como el volumen y el número de moles, la energía interna es un parámetro extensivo.