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La pregunta es, ¿de que hablamos cuando hablamos de amor?

, para todos es sencillo,


enamorarse, regalar chocolates, simplemente mandar un mensaje diciendo te amo antes de
dormir, muchos se conforman con los buenos días, hay formas tan pequeñas y sencillas de amar a
una persona, que por eso el amor dura pequeños plazos de tiempo, la verdadera pregunta es, ¿Por
qué nos enamoramos de gestos mínimos sin sentido? No lo sabía, y nunca supe, por que nadie fue
lindo conmigo, ni yo con ellos, me pidieron exponer una obra acerca de un sentimiento hacia
alguien ajeno, pues hoy les vengo a presentar la nada, por que eso fue con lo que empecé, ¿quién
dijo que todos debíamos tener experiencia amando a alguien?, yo no la tenía, hasta que Min
Yoongi dejo la basura orgánica en el bote de basura correcto, me enamore de aquello sin
premeditarlo, nadie se había, nunca, desde que he venido a esta escuela, nunca nadie se detuvo a
colocar la basura en el cesto correspondiente, vi amor hacia algo en esa estúpida acción, y mis ojos
brillaron, y me di tanto asco, por que jure nunca ser como mis condescendientes, frío, despiadado
y una mierda en las relaciones, para al final, decir con orgullo, que me rompieron el corazón.

--Hola, soy Jimin… estudiante de arte dramático—Extendí mi mano hacia el pálido, y fui
gratamente sorprendido al sentir sus dedos apresándome, hizo una mueca que supuse fue una
pequeña sonrisa y yo estiré mis comisuras un poco, no demostrando realmente lo emocionado
que me encontraba, pero dándole a entender, que su presencia me era extrañamente agradable.

--Yoongi, administración de empresas, un gusto.

Y sí, el tipo era tremendamente serio, dios... cualquiera se sentiría atacado, alguien alto, guapo,
con presencia, elegancia y hasta cierto toque de timidez… podía sentirme temblar de nervios, sin
embargo, un sentimiento de calor se apodero de mi pecho, no, no me sentía atacado, su falta de
jovialidad me hizo sentir cómodo.

Las personas tienden a pensar que te enamoras de la gente que te parece atractiva, yo no lo veía
de esa forma, nunca he sentido nada por alguien que me pareciera bien agraciado.

Tal vez se generaba cierta emoción y tensión dentro del coqueteo desinteresado, pero no existían
mariposas, o al menos yo nunca lo experimente, hasta que ese día soleado a inicios de primavera,
observe a Min Yoongi por primera vez utilizando un pantaloncillo corto, mostrando esas delgadas
y pálidas piernas que eran muestra de su obvio odio por las salidas espontaneas, hacía un calor del
infierno y se encontraba sonrojado, si me fijaba con atención, su cabello contenía algunas finas
gotas que denotaban un ligero sudor, tan sutil como la brisa del mar de Busan. Ese chico no
portaba una imagen atractiva, solo era casual, por primera vez lo ví utilizando otro color que no
fuera el opaco negro, y las tonalidades verdes del ambiente junto con el azulado de su camisa
hicieron resaltar ese par de luceros que eran sus ojos, unos ojos pequeños y azabaches que podían
atravesarte con solo un vistazo. No tenía que verse imponente para hacerme sentir nervioso,
estaba tranquilo. Estaba tranquilo hasta que me di cuenta de un detalle, yo no estaba nervioso, el
sentimiento en mi estomago y mis acelerados latidos me sonrojaron en un día caluroso. A inicios
de febrero mis mejillas se tiñeron de un rojo intenso que nada tenía que ver con el clima. A inicios
del segundo mes del año, Yoongi me hizo sentir mariposas en el estómago, o al menos he
escuchado que así es como le dicen todos; sin darme cuenta, mientras disfrutábamos de un
sábado libre de tareas, mi corazón se salto su primer latido para regalárselo al chico misterioso de
mínimas sonrisas.
Frío, sus manos estaban heladas, y las mías igual, las estaciones pasaron y no, ni siquiera era el
anochecer de un loco diciembre.

Éramos el y yo, lo traje a Busan, mes de octubre.

13 de octubre.

Mi deseo de cumpleaños, comimos sopa de almeja observando las olas, nuestro abrigo era poco
para las condiciones, pero sus manos, estaban frías.

Así que las juntamos, soplamos un poco de nuestro vapor buscando la calidez; él buscando mi
tibieza, yo solo necesitando su tacto.

Un tacto frío y áspero, reconfortante y cálido.

Es increíble como los humanos solo necesitamos una excusa, un mínimo cambio, como la brisa
helada del mar, para terminar en una situación comprometedora.

Nosotros no comprometíamos nuestros cuerpos, nuestra dignidad, ni siquiera nuestra relación.

Comprometíamos nuestros pensamientos, porque manteniéndonos calientes mientras


compartíamos un abrazo apretado, estoy seguro de que los dos pensamos lo mismo, exactamente
en el mismo momento.

Pero alguna veces, los pensamientos se deben quedar solo como eso, pequeños deseos que no
alcanzan a salir, sueños que anhelan volverse verdad, dicen que si no cuentas lo que has soñado,
se te hará realidad, pero esos son solo rumores.

Verbalizar mis sentimientos fue tan fácil que me atemorizo, porque en ningún momento mi boca
reparo en cerrarse, dije en voz alta uno solo de mis sueños, rogándole al universo, que, por mera
coincidencia, nuestras emociones fueran compartidas.

--Te quiero—Yoongi se tenso una milésima de segundo, segundo que basto para acelerar mi
respiración.

Me apretó más contra sí y pude estar calmado, su cuerpo cubriendo el mío, como frescas nubes
opacando de una manera armoniosa el amanecer.

--Yo igual, siempre te quiero.

Y un beso que fue depositado en mi cien fue suficiente para creerle, mi voluntad tan debilitada y
mi orgullo por los cielos, su cariño coincidía con el mío.

Siguiendo la línea de los besos.

Ahora sí, era diciembre, nochebuena.

Hablemos del primer beso, mi madre decía que este debía ser con una persona especial, que es
cosa de gente precoz besarse sin formalidades.

Mi primer beso fue en una borrachera en el primer año de preparatoria. Solía arrepentirme mucho
de ello, sentía que había desperdiciado algo sumamente codicioso.
Hasta que en mi primer año de universidad me volvieron a besar.

Podría decirse que he besado mucha gente, manejo cierta experiencia, sin embargo, no me siento
como un sabelotodo en este instante.

Solía creer que el contacto físico no era más que algo carnal, por lo que, me costo trabajo
entender el temblor de mis extremidades.

Dentro de una burbuja que parecía transformar el tiempo a cámara lenta, Yoonnie poso sus labios
sobre los míos.

No fue un beso, fue un contacto, uno que no sabía, mi corazón había anhelado por tanto tiempo.

Me mantuve estático, esperando que comenzara a mover sus belfos sobre los míos.

Pero aquello no paso, no lo necesitábamos, para los dos se sintió tan innovador.

Éramos neófitos aprendiendo lo que era querer a alguien más, respetándonos y tocando al
contrario con una delicadeza digna por temor a arruinarlo. Nuestro beso sabía ligeramente a
ponche de frutas, para agregarle el toque de la temporada, justo abajo del muérdago y las dulces
luces decorando la piel pálida del hombre que tantos ataques cardiacos me había estado
provocando.

Alejo su rostro un par de centímetros, suspiro y su aliento jugo con el mío en un pequeño baile
acompasado, en un susurro le pedía piedad, necesitaba recapacitar mi agitado corazón o
probablemente moriría.

El no abrió sus ojos, y mientras le observaba, conté por primera vez.

Mi número uno.

Mi primer beso.

Mi primer beso por que yo lo elegí así.

Ninguna antigua experiencia podría arruinarlo, Yoongi y yo no necesitábamos las etiquetas, ni los
clichés, yo no debía ser el primero para él, porque juntos armábamos el momento correcto.

Un momento tan espontaneo que nos llevó a pensar en tantas expectativas por lo venidero,
estábamos a punto de iniciar un nuevo año con nuestro primer romance distraído.

No teníamos prisa, el mundo tendría que esperarnos, él ya no era mi amor unilateral.

--Umm, sí, lo sabía, mi Jiminnie sabe cómo un caramelo—Yoongi sonrió juntando sus frentes.

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