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Clase de discusión Nº 6

Mezclas forrajeras.

Material Editado por la Cátedra de Forrajicultura- Facultad de Agronomía- UBA


CLASE Nº 6: MEZCLAS FORRAJERAS
Objetivos:

• Analizar los efectos de la coexistencia de las especies de las mezclas forrajeras


sobre la productividad, el valor nutritivo, la estacionalidad y la persistencia del
recurso

• Adquirir criterios para la formulación de mezclas forrajeras

Contenidos: Tratados en:

El empleo de mezclas forrajeras. Razones Clase teórico práctica


productivas y ecológicas
Mezclas y cultivos puros: producción anual
Competencia y complementariedad
Beneficios de mezclas gramíneas-leguminosas
Formulación de mezclas: objetivos y criterios.
Mezclas para distintos suelos
Evolución de las distintas especies en pasturas
polifíticas

Actividad previa a la clase:

1- Al formular una mezcla forrajera, ¿qué criterios de elección de las especies considera
para reducir las interacciones competitivas y lograr una producción más estable durante el
año?

Actividades para resolver en clase:

1- Analice las mezclas forrajeras que se siembran en el establecimiento que planifica.


Considere: composición botánica inicial y actual, adaptación de las especies al ambiente,
tipo de mezcla, compatibilidad entre los componentes, distribución de la oferta, adecuación
al sistema de producción, períodos de competencia y complementariedad.

2- Hipotetice acerca de qué factores pueden haber determinado la condición actual del
recurso forrajero. Considere proporción de cada especie, su vigor, presencia de malezas,
etc.

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Clase 6 - 2
FORMULACIÓN DE MEZCLAS: ELECCIÓN DE ESPECIES PARA
PASTURAS CULTIVADAS POLIFÍTICAS
Por Ings. Agrs. Jacobo E. y Deregibus V. A1

INTRODUCCIÓN

Las pasturas cultivadas se siembran en reemplazo de vegetaciones existentes,


como bosques, pastizales naturales o cultivos agrícolas. Las pasturas cultivadas sirven
como fuente de forraje para herbívoros domésticos y silvestres y en asociación con ciclos
agrícolas, contribuyen a estabilizar los suelos y recuperar su fertilidad. Estas pasturas son
compuestas por especies mejoradas, seleccionadas por su calidad, productividad,
adaptación al ambiente o estacionalidad. Aunque ocasionalmente estas especies se
siembran puras, las pasturas cultivadas son generalmente polifíticas, es decir, se siembran
en mezclas compuestas por dos o más especies de forrajeras, dado que una sola especie
difícilmente puede abarcar toda la variabilidad espacial y temporal.

Se considera que las mezclas de especies forrajeras presentan ventajas sobre los
cultivos puros, debido a razones ecológicas y agronómicas. Entre las primeras se entiende
que muchas especies:
1. exploran nichos diversos
2. utilizan más efectivamente los recursos
3. determinan que la energía e información fluya por pasos alternativos
4. aumentan la estabilidad del ecosistema

Se entiende que las siguientes razones agronómicas justifican la siembra de varias


especies:
1. Disminuir la necesidad de fertilización nitrogenada de los monocultivos de pastos ya
que las leguminosas proveen de nitrógeno fijado del ambiente.
2. Mejorar la calidad de la oferta, en particular en el caso de mezclas de leguminosas y
gramíneas.
3. Reducir problemas nutricionales, tanto los generados por algunas leguminosas
(empaste) como los producidos por algunas gramíneas (festucosis).
4. Aumentar la perdurabilidad de las pasturas, ya que las gramíneas suelen
permanecer en las mezclas después de que las leguminosas se pierden.
5. Obtener una distribución de forraje más pareja a lo largo del año ya que se pueden
combinar especies con distinto ciclo.

Sin embargo, la obtención de mejores resultados al sembrar una mezcla de especies


forrajeras dependerá de la composición específica de la pastura establecida. A continuación
se analizarán los efectos de la coexistencia de las especies en mezclas forrajeras sobre la
productividad, la persistencia del recurso y la estacionalidad. Posteriormente se
evaluará el caso de las mezclas entre gramíneas y leguminosas. Finalmente, se
presentarán los criterios para la elección de las especies y la formulación de las mezclas.

Productividad de cultivos puros y mezclas


La productividad de las pasturas polifíticas no necesariamente es mayor a la de las
pasturas puras. En la Tabla 1 (adaptada de Trenbath, 1974), se compara la producción de
biomasa de las mezclas de dos componentes con su producción en monocultivos. Se
analizaron 344 mezclas de variedades o especies informadas en la bibliografía, ninguna de
las cuales combinan gramíneas con leguminosas.

1
Colaboración en la edición: Magdalena Druille y Pablo García Parisi
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Cuadro 1: Distribución de la producción de fitomasa de mezclas varietales (trigo, arroz lino,
cebada o centeno) o específicas (gramíneas o leguminosas) comparada con la producción
de los mismos componentes en monocultivos. Adaptada de Trenbath (1974).

P1= monocultivo más productivo P2= monocultivo menos productivo

Familia/especie Menor a P2 Entre P1 y P2 Mayor a P1


Trigo (3 casos) 0 2 1
Arroz (36 casos) 9 23 4
Lino (30 casos) 3 15 12
Cebada (10 casos) 1 9 0
Centeno (30 casos) 4 29 7
Gramíneas (203 casos) 25 126 52
Leguminosas (32 casos) 3 22 7
Total 45 (13%) 116 (63%) 83 (24%)

En la tabla se observa el número de casos de mezclas de variedades para cada


especie (en el caso de trigo, arroz, lino, cebada, centeno) o de especies para cada familia
(gramíneas o leguminosas) que produjeron menos que el monocultivo menos productivo de
dicha especie o familia (menor a P2), más que el monocultivo más productivo (mayor a P1)
o valores intermedios (entre P1 y P2). Puede observarse que las mezclas de variedades de
cereales o de especies de gramíneas o de leguminosas rindieron más que el monocultivo
más productivo (P1) sólo en el 24% de los casos, mientras que el 13% produjo menos que
el monocultivo menos productivo (P2). En la mayoría de los casos (63%), el rendimiento de
la mezcla alcanza un valor intermedio entre P1 y P2.

Tampoco se han observado mejoras productivas con mezclas de alfalfa. Cangiano


(1992) indica que la alfalfa en siembras puras da rendimientos similares a las mezclas de
esta especie con gramíneas. En los casos más favorables se han comunicado incrementos
de 10-15 % a favor de las mezclas (Chamblee y Collins, 1988) similares a lo obtenido por
Bruno y colaboradores (1987) en un ensayo realizado en Rafaela (Tabla 2).

Cuadro 2: Variación en la disponibilidad de forraje (tn MS/ha) de pasturas de alfalfa pura y


de mezclas de alfalfa y gramíneas a lo largo de 4 años. Fuente: Bruno et al., (1987).

Mezcla / Período 1982/83 1983/84 1984/85 1985/86


Alfalfa pura 11,5 11,1 4,8 4,9
Alfalfa + cebadilla 11,8 12,5 6,6 7,0
Alfalfa + festuca 12,4 12,9 6,4 6,8
Alfalfa + pasto ovillo 12,2 13,1 5,3 5,0
Promedio 12,0 12,4 5,8 5,9

En cambio, son numerosas las comunicaciones que informan sobre mejoras


productivas en las gramíneas forrajeras cuando son combinadas con leguminosas. La
siguiente tabla resume información existente en la bibliografía donde pueden observarse
incrementos en la producción de forraje, respecto a monocultivos de gramíneas sin fertilizar,
cuando se las asoció con una leguminosa (Tabla 3). La fijación y transferencia de nitrógeno
atmosférico que realizan las leguminosas, además de la prolongación del ciclo de
crecimiento en los casos en que la leguminosa asociada es alfalfa, son los procesos que
explican los aumentos de productividad.

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Cuadro 3: Relación entre la producción en mezcla y en monocultivo de gramíneas de
distintas mezclas de leguminosas y gramíneas.

Gramínea Leguminosa Relación mezcla: Observaciones Fuente


asociada monocultivo
Festuca, Promedio del 1° y 4°
falaris o Alfalfa 1.6 y 4.0 año (*) 1
cebadillas
Pasto ovillo Alfalfa 2.25 Promedio de 3 años 2
Festuca, Promedio del 4° y 1°
falaris o Trébol rojo 1.5 y 2.3 año (*) 1
cebadillas
Pasto ovillo Trébol rojo 1.4 Promedio de 3 años 2
Festuca,
pasto ovillo Trébol blanco 1.5 Bajo corte (*) 4
o raigrases
Raigrás Trébol blanco 1.1 y 1.2 Bajo pastoreo, 1° y 2° 3
perenne año
Raigrás Trébol 1.4 y 1.6 Bajo corte, 1° y 2° año 3
perenne blanco

Referencias: 1-Barnett y Posler (1989); 2- Sollemberg, Templeton y Hill (1984); 3- Legard (1989) y 4-
Annichiarico y Piano (1994).
(*): diferencia no significativa entre gramíneas.

Evolución de las distintas especies en pasturas polifíticas

Un factor determinante de la supervivencia de las especies está dado por las


relaciones competitivas, que dependen de las diferentes características de las especies y
son modificadas por la selectividad animal. Por ejemplo, se ha comprobado que la
susceptibilidad de la alfalfa a disminuir el número de plantas se debe a la diferente
agresividad de las especies acompañantes en la mezcla (Bertín y Josifovich, 1996). La
selectividad de un animal en pastoreo tiene un efecto decisivo en regular las relaciones de
competencia entre las plantas de las pasturas polifíticas, especialmente si existen
diferencias de calidad entre las especies de una mezcla. En este caso, se incrementa la
selectividad animal y puede ocurrir desaparición de las especies preferidas.

Por ejemplo al comparar tres especies de gramíneas acompañantes de alfalfa,


festuca alta fue la que más afectó negativamente la supervivencia de alfalfa. La cobertura
de alfalfa decrece a medida que avanza la edad de la pastura (Figura 1). En cambio, la
perdurabilidad de las gramíneas es mucho mayor, por lo que su presencia en la mezcla
resulta necesaria para asegurar la persistencia de las pasturas.

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Clase 6 - 5
Figura 1: Cobertura de alfalfa a través del tiempo asociada a distintas gramíneas forrajeras.
Fuente: Bertín y Josifovich (1996).

La competencia entre plantas y la selectividad animal en el corto plazo dejarán


solamente a las especies mejor adaptadas. El riesgo de sembrar especies que tienen pocas
posibilidades de perdurar es que a medida que desaparezcan, liberaran lugar y recursos.
Esto provocará el ingreso de malezas o de otras especies de la mezcla, según su capacidad
de aprovechar el espacio y los recursos.

Diferencias en la metodología de pastoreo pueden hacer variar la composición de


una pastura de alfalfa y festuca alta. De pastorearse en forma continua, puede convertirse
en un stand de festuca pura; asimismo, de aplicarse pastoreos intensos seguidos de
descansos, puede transformarse en un alfalfar puro (Romero et al., 1995). Esto ocurre
porque la alfalfa y la festuca responden de manera diferente a las distintas prácticas de
manejo de la defoliación: la alfalfa no soporta pastoreos continuos o descansos muy cortos
y las gramíneas erectas no soportan defoliaciones muy intensas.
Similares desequilibrios pueden ser provocados con una utilización inadecuada de
los fertilizantes, pudiendo favorecer a una de las especies en la mezcla. Un ejemplo de esto
puede observarse la reducción de la proporción de trébol blanco en una pastura mixta,
trébol blanco y gramíneas, a medida que se aumenta la dosis de N aplicado (Figura 2) (Trott
et al., 2004).

Figura 2: Proporción de trébol blanco,


en mezclas de trébol blanco y
gramíneas con distinta dosis de
fertilizante nitrogenado. Las líneas
corresponden a diferentes
metodologías de utilización. Fuente:
Trott et al., (2004).

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Mezclas que producen todo el año

Uno de los objetivos al sembrar una pastura polifítica en la Región Pampeana


húmeda y sub-húmeda, es lograr que provea forraje de manera constante a lo largo del año,
como ocurre en los pastizales naturales de la región (Figura 3). Por ello las especies a
sembrar, se eligen en función de las épocas en que aportan el forraje, mezclando especies
que lo hagan en momentos distintos. Por ejemplo, la mezcla típica para suelos profundos,
compuesta de alfalfas (con ciclo primavero-estivo-otoñal) y gramíneas templadas (con ciclo
otoño-inverno-primaveral) cumple con esos objetivos. La mayor estabilidad de la producción
a lo largo del año permite aumentar la receptividad de la pastura, aunque muchas veces
dichas mezclas produzcan lo mismo que las pasturas puras de alfalfa (Tabla 2).

Pastos C3
Pastos C4

Primavera Verano Otoño Invierno

Figura 3: Ciclo de producción anual de los pastos mesotérmicos (C3) y megatérmicos (C4)
en pastizales naturales de la región pampeana húmeda.

En los suelos menos profundos, donde la alfalfa no puede prosperar, se está


intentando desarrollar la tecnología que permita incorporar pasto miel (Paspalum dilatatum)
a las pasturas compuestas por especies OIP, con el objeto de que produzcan forraje durante
el verano. La figura 4 muestra como varía la producción de una pastura de falaris y trébol
rojo a la que se le agregó pasto miel en dos proporciones (25% y 50% del total de semillas
de la mezcla implantada) (Acosta y col., 1994).

2500

prim
avera

2000

15 0 0 prim
avera

verano
10 0 0

otoño

500 invierno

0 0% de P M
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 25% de P M
50% de P M
C o rte

Figura 4: Disponibilidad estacional de pasturas de falaris y trébol rojo con distintas


proporciones de pasto miel (PM). En el eje x se muestran los números de corte realizados a
lo largo del año. Fuente: Acosta et al., (1994).
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Como puede observarse, la inclusión de pasto miel en la mezcla de falaris y trébol
rojo produjo un incremento del 60% de la producción estival de forraje. Además incrementó
la producción total de forraje que pasó de 5.187 kg MS/ha/año a 6.645 kg MS/ha/año
cuando se sembró pasto miel en una proporción del 25 % de la mezcla, y 7.228 kg
MS/ha/año cuando se lo sembró en un 50 %. Asimismo, la inclusión de pasto miel redujo la
invasión de malezas en verano (Tabla 4).

Cuadro 4: Presencia de malezas en mezclas con diferente proporción de pasto miel.


Fuente: Acosta et al., (1994)

Tratamientos Porcentaje de malezas


Raigrás-trébol blanco-sin pasto miel 44 ad
Raigrás-trébol blanco-25% pasto miel 34 ae
Raigrás-trébol blanco-50% pasto miel 33 ae

Falaris-trébol rojo-sin pasto miel 51 ad


Falaris-trébol rojo-25% pasto miel 37 ae
Falaris-trébol rojo-50% pasto miel 34 ae

Festuca-Lotus-sin pasto miel 47 ad


Festuca-Lotus-25% pasto miel 37 ae
Festuca-Lotus-50% pasto miel 37 ae

abc = letras distintas indican diferencias significativas entre mezclas


def = letras distintas indican diferencias significativas entre proporciones dentro de cada mezcla

Esta reducción sugiere que las especies templadas, que disminuyen su tasa de
crecimiento en verano debido a las altas temperaturas y a periódicos déficits hídricos, dejan
nichos vacantes que son ocupados por el pasto miel, capaz de crecer en verano utilizando
los recursos de luz, agua y nutrientes disponibles.

Mezclas de gramíneas y leguminosas

Las leguminosas presentan dos atributos que son utilizados en la agricultura


moderna: la fijación de nitrógeno atmosférico y su alta calidad nutritiva en comparación con
la mayoría de los pastos templados en determinados estados de su desarrollo. Por otro
lado, presentan potenciales problemas de anticalidad, limitantes que se minimizan cuando
se utilizan en mezclas con otras especies. Debido a la capacidad de las leguminosas
inoculadas con Rhizobium de fijar nitrógeno atmosférico, la asociación entre gramíneas y
leguminosas permite obtener una mayor producción de forraje total que las pasturas de
gramíneas no fertilizadas con nitrógeno (Ver Tabla 3).

Fijación de nitrógeno

Los máximos niveles de fijación anual de nitrógeno en parcelas experimentales se


registraron en stands puros de alfalfa y en mezclas de trébol blanco con gramíneas y
alcanzaron valores de 400 kg/ha de nitrógeno. En tanto, en trébol rojo y trébol subterráneo
se alcanzaron valores de 220 y 210 kg/ha respectivamente, y en Lotus tenuis 140 kg/ha
(Frame et al., 1998).

La cantidad de nitrógeno fijado depende de la cantidad de leguminosas presentes.


Se estima una fijación anual de 27 a 112 kg de N por tonelada de peso seco de trébol
(Laidlaw y Teuber, 2001). Aunque el contenido de N mineral en los suelos es una variable
que influye en la cantidad de N fijado la Tabla 5 muestra que la disponibilidad de N en el

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suelo determina la cantidad de N en el trébol proveniente de fijación simbiótica. Sin
embargo, a veces se registran altos niveles de fijación con elevados contenidos de N
mineral.

Cuadro 5: Acumulación de materia seca (g/planta), concentración de N (%) y proporción del


N absorbido (%) proveniente de la fijación, en una consociación con diferente proporción de
trébol y raigrás en dos condiciones de disponibilidad de N del suelo (Nesshem y Boller,
1991)

Relación trébol- Rendimiento Rendimiento Concentración N N en trébol


raigrás trébol raigrás en trébol derivado de
(n° de plantas) (g/planta) (g/planta) (%) fijación (%)
2,5 mM nitrato en el suelo
7:0 1,46 3,9 76
5:2 1,45 1,61 3,9 87
2:5 1,04 1,01 3,4 90
7,5 mM nitrato en el suelo
7:0 2,18 4,0 43
5:2 1,63 2,98 3,7 52
2:5 0,97 2,08 3,2 69

En la Figura 5 puede observarse la variación en la cantidad de N fijado a medida que


aumenta la dosis de fertilización con N en una pastura de trébol blanco y gramíneas (Trott et
al., 2004). Las diferentes cantidades de N fijado corresponden a diferentes proporciones de
trébol blanco (ver Figura 2).

Figura 5: Cantidad de N fijado en mezclas de trébol blanco y gramíneas, con distinta dosis
de fertilizante nitrogenado. Las líneas corresponden a diferentes metodologías de
utilización. Fuente: Trott et al., (2004).

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Transferencia del nitrógeno fijado

La transferencia de N a los pastos se produce a través de la muerte y


descomposición de raíces de las leguminosas, la descomposición de la broza y las entradas
de N asociadas a las deposiciones animales. La proporción de N transferido por el trébol
blanco a la gramínea acompañante varía entre el 25 y el 50% del N fijado (Ledgard, 1991).
En general, durante el primer año de la pastura la transferencia es baja, pudiendo variar
entre un 3% el primer año y un 22% el tercer año (Hogh Jensen y Schjoerring, 1997). La
transferencia del trébol rojo varía entre un 13 y un 34%, pudiendo aportar entre 140 y 160
Kg/ha de N al cultivo siguiente (Heichel y Henjum, 1991). La transferencia de N fijado por la
leguminosa hacia la gramínea es un proceso que puede ocurrir en el transcurso del mismo
año (Fig. 6). En un experimento, se observó que del total de N absorbido por la gramínea
(raigrás), 130 kg provenían del N fijado por la leguminosa (trébol blanco). De este total, 60
kg provenían de la transferencia aérea (a través de las excretas animales) y 70 kg de la
transferencia subterránea (a través de la descomposición de raíces) (Ledgard, 1991).

Transferencia aérea

83

60 23

Pérdidas: 116 N en leguminosas (no fijado)


denitrificación N Fijado N en 100
volatilización lixiviación 269 Gramíneas
256

Transferencia subterránea 126 77


70

Nitrógeno del suelo 4040

Figura 6: Fijación de N atmosférico y destino del mismo. Valores en kg N/ha/año. Fuente:


Ledgard, 1991.

Calidad del Forraje

Los cambios en la digestibilidad y calidad de las pasturas se expresan en diferencias


en el consumo y la producción animal. Las leguminosas muestran, en general, mayores
valores de proteína cruda, pectinas, ligninas y minerales y menos de celulosa, hemicelulosa
y carbohidratos solubles que los pastos, aunque estas diferencias no explican
completamente su superioridad nutricional (Laidlaw y Teuber, 2001). Beever y Thorp (1996)
consideran que los factores que aportan a la mayor calidad de las leguminosas son:
1. Se digieren más rápidamente en el rumen que los pastos.
2. Pasan mayor cantidad de N no amoniacal al intestino (por la mayor síntesis
de proteína microbiana), probablemente debido a los mayores niveles de
proteínas en sus tejidos.
3. Tienen mayor eficiencia de utilización de la energía.

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Mientras la consecuencia de estas características es el incremento del consumo de
nutrientes y la performance animal con respecto a dietas basadas en gramíneas, una
desventaja podría ser la mayor pérdida de nitrógeno de los sistemas. Ésta se puede evitar
aumentando el contenido de carbohidratos solubles de la dieta (Ledgard et al, 1999). Las
especies del género Lotus, que poseen taninos condensados en las hojas, otorgan mayor
eficiencia de utilización del nitrógeno que el resto de las leguminosas, ya que los taninos
reducen la degradación y la solubilización de las proteínas de las hojas en el rumen (Min et
al., 2000) y por lo tanto permiten mayor pasaje de N al intestino. Con concentraciones de 20
a 40 g/kg de materia seca, los taninos previenen el timpanismo o empaste (Barry y McNabb,
1999), mientras que con concentraciones mayores a 60 g/kg de materia seca, sus efectos
son nocivos ya que disminuyen el consumo y la digestibilidad (Laidlaw y Teuber, 2001).

La digestibilidad de un cultivo puro de Bromus sp. puede incrementarse como


consecuencia de la incorporación de una leguminosa mediante intersiembra (Tabla 6). Este
incremento en la digestibilidad es consecuencia del incremento de la proteína cruda de la
mezcla, ya que la cantidad de fibras (tanto las solubles representadas en la porción de fibra
detergente neutro como las insolubles) no disminuye e incluso aumenta levemente (Abarza
et al., 2001).

Cuadro 6: Digestibilidad in vitro, fibra detergente neutro, lignina y proteína cruda de un


monocultivo de distintas especies de Bromus sp antes y después de la intersiembra de
alfalfa. Fuente: Abarza et al., (2001).

Tratamientos Digestibilidad Fibra detergente Lignina Proteína cruda


neutro
%
Bromus sp. 59.1 42.7 6.29 7.62
Bromus + Alfalfa 61.7 48.9 6.99 10.41

Diferencias funcionales entre gramíneas y leguminosas que generan variaciones en las


mezclas forrajeras.

No es fácil mantener un conveniente balance entre gramíneas y leguminosas siendo


frecuentes los casos en que las gramíneas terminan dominando el tapiz. La naturaleza de la
interacción entre estos grupos de especies está determinada por diferencias en las
características fisiológicas y morfológicas entre ellas. Algunas de las características que se
enuncian a continuación pueden reducir la capacidad competitiva de las leguminosas:

Requerimientos de luz. Numerosos trabajos han demostrado que las leguminosas –


particularmente las rastreras- son plantas con altos requerimientos lumínicos. Las
gramíneas se adaptan más fácilmente al sombreado y son menos afectadas que los
tréboles por una reducción en la intensidad de luz. La respuesta más marcada es la
que ocurre en trébol blanco, que reduce la formación de estolones a partir de las
yemas axilares (De Brock, 1988).

Eficiencia en el uso del agua. Bajo condiciones atmosféricas extremas (días


calurosos y soleados) la pérdida de agua en trébol blanco y alfalfa es
significativamente más alta que para gramíneas templadas. Trabajos realizados
sobre trébol blanco y festuca han demostrado que la leguminosa no fue capaz de
reducir la tasa de transpiración tan efectivamente como la gramínea (Haynes, 1980).
El pobre control de la transpiración del trébol determinó un bajo potencial agua de
las hojas y un incremento en la senescencia de las mismas. Lo contrario se observó
en festuca, donde el mejor control estomático y los potenciales agua más altos
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resultantes, prolongaron su período de activo crecimiento. Los resultados indicaron
que la senescencia de las hojas de trébol fue el mecanismo que balanceó la
transpiración con la demanda atmosférica y el suelo seco. En el caso de la alfalfa, la
alta pérdida de agua ha sido también atribuida al pobre control estomático, ya que
los estomas tienden a permanecer abiertos totalmente durante el día ejerciendo un
mínimo control sobre las pérdidas de agua.

Capacidad de intercambio catiónica (CIC). Cuanto más alta es la CIC mayor es la


capacidad de las plantas de absorber cationes bivalentes como el calcio y el
magnesio y menor la capacidad de absorber aniones como el fósforo. Generalmente
la CIC de las leguminosas es de aproximadamente el doble respecto de las
gramíneas (Tabla 7). Ésta podría ser una de las causas de su pobre habilidad para
absorber fósforo cuando crecen asociadas a gramíneas.

Cuadro 7: Capacidad de intercambio catiónico de algunas gramíneas y leguminosas. Datos


de Haynes (1980).

Gramíneas CIC (meq/100 g) Leguminosas CIC (meq/100 g)


Lolium rigidum 12,0 Trifolium subterraneum 25,6
Bromus rigidus 13,2 Medicago tribuloides 32,3
Hordeum vulgare 7,7 Pisum arvense 33,9
Avena sativa 9,5 Vicia sativa 31,6

Morfología de raíces. La Tabla 8, elaborada a partir de datos de Evans (1978)


sintetiza algunas características de las raíces de especies gramíneas y leguminosas.

Cuadro 8: Características del sistema radical de gramíneas y leguminosas. Fuente: Evans


(1978).

Especies Longitud/ Diámetro Raíces con Longitud de


peso radical pelos radicales pelos radicales
(%) (mm)
(cm/mg) (mm)

Trébol blanco 27.6 0.26 58 0.23


Trébol rojo 26.8 0.27 58 0.20
Raigrás 30.6 0.19 95 0.51
Pasto ovillo 44.4 0.16 95 0.61

Se puede resumir que las leguminosas son menos eficientes en la utilización de su


biomasa radical como órgano exploratorio, ya que sus raíces son más gruesas y tienen
menos pelos radicales que las gramíneas. Estas características dan una fuerte ventaja
adaptativa a las gramíneas en el consumo de agua y nutrientes, especialmente de aquellos
inmóviles como el fósforo. Este comportamiento no puede generalizarse a todas las
leguminosas ya que la alfalfa tiene una gran capacidad de exploración del perfil debido a su
profunda raíz pivotante. Evans (1978) mostró que trébol blanco, raigrás, pasto ovillo y alfalfa
creciendo en un suelo sin impedancias mecánicas, presentaban sus raíces en los primeros
20 cm. de profundidad y su número disminuía hasta los 100 cm. de profundidad. Sin
embargo, las raíces del pasto ovillo seguían siendo numerosas aún a 140 cm. y la raíz
pivotante de la alfalfa alcanzaba como mínimo 210 cm. Bajo condiciones húmedas y
favorables de suelo, las raíces de la alfalfa pueden penetrar a una profundidad de 10 m.

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Clase 6 - 12
Criterios para la formulación de mezclas forrajeras

Factores a considerar en la elección de especies

Las especies suelen diferir en su morfología, funcionamiento y capacidad de utilizar


los recursos disponibles. Esto les confiere diversos roles funcionales en los distintos
procesos del ecosistema pastoril que permiten su agrupamiento, clasificación y
categorización. Root (1967) incluye en un mismo grupo funcional a especies que explotan
de un mismo modo determinados recursos.

Cuando elegimos especies para combinarlas en una pradera polifítica, procuramos


que cumplan objetivos definidos, adaptándose a las restricciones ambientales. Por ello sería
deseable asociar especies de grupos funcionales capaces explorar nichos diversos para
usar más efectivamente los recursos del ambiente, evitando su superposición (O´Neill et al.,
1986). Un ejemplo de ello sería la conveniencia de asociar especies meso y megatérmicas
para garantizar la oferta de forraje durante todo el año, ya que las mesotérmicas crecen en
las estaciones más frías y las megatérmicas en las más cálidas. Contrariamente, no sería
conveniente incorporar dos gramíneas mesotérmicas perennes de función redundante,
como son festuca y falaris, ya que complicaríamos el manejo de la pastura sin que queden
claros los beneficios para el sistema.

Otra forma de clasificar las especies es en los grupos de tolerantes al estrés y de


altamente competitivas (Grime, 1979). Las tolerantes al estrés tienen bajas tasas de
crecimiento pero toleran mejor condiciones ambientales adversas, mientras que las
especies competitivas tienen altos ritmos de crecimiento potencial (se expresa cuando no
hay limitaciones ambientales). Por lo tanto las primeras predominan en ambientes donde la
disponibilidad de recursos ambientales está restringida, por ejemplo ambientes con déficit
hídrico, sombreados o con suelos pobres y, las segundas, en situaciones con alta
disponibilidad de recursos.

Siguiendo estos criterios sería posible clasificar funcionalmente las especies


forrajeras según:

o su longevidad (anuales, corta o largamente perennes)


o su propagación predominante (vegetativa o reproductiva)
o el régimen térmico al que se adaptan (meso o megatérmicas)
o la morfología aérea (tallos erectos o rastreros, hojas planófilas o erectófilas)
o la morfología radical (raíces superficiales o profundas, pivotantes o fibrosas)
o sus requerimientos de fertilidad
o su estacionalidad
o su resistencia a la sequía

Sería deseable que las distintas especies elegidas para vegetar en un ambiente
marginal toleren las condiciones adversas en forma similar, para que su capacidad
competitiva sea pareja y haya menos riesgo de que algunos componentes se pierdan. Por
ejemplo, si se siembran raigrás perenne y festuca en un ambiente con importantes sequías
estivales es probable que debido a su menor tolerancia a la sequía, mueran plantas de
raigrás perenne y que en pocos años domine festuca, en una pastura de mediana densidad.
Si se hubiera sembrado festuca sola o dos especies con capacidad parecida de soportar la
sequía, como por ejemplo festuca y Lotus, la pastura podría superar el verano manteniendo
su densidad.

Cuando los suelos son heterogéneos y es imposible discriminar mecánicamente


manchones de suelo más altos de otros más bajos, se siembran en una mezcla especies
con diferentes características adaptativas (por ejemplo alfalfa, Lotus, pasto ovillo y festuca)
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para que algunas especies (en este caso alfalfa y pasto ovillo) colonicen las áreas altas y
otras (en este caso Lotus y festuca) lo hagan en las áreas bajas.

Mezclas simples para las pasturas polifíticas

Las mezclas simples están compuestas por pocas especies con requerimientos
edáficos y climáticos similares y compatibles desde el punto de vista del pastoreo. El
manejo se ve facilitado por pocas especies de comportamiento parecido bajo pastoreo,
permitiendo adoptar con precisión las decisiones de manejo. Esta precisión permite
aprovechar el forraje dentro de rangos mayores de calidad, contemplar mejor la
morfofisiología de las especies y obtener mayores niveles de producción y persistencia.

Un motivo justificable de sembrar mayor número de especies en mezclas complejas


es el caso mencionado de suelos muy heterogéneos, donde se busca que distintos grupos
colonicen los distintos ambientes. En estos casos el manejo del pastoreo se complica
debido a la preferencia de los animales por las distintas especies y debido a los diferentes
ritmos de rebrote de las especies. Estas características conducen a discrepancias entre los
momentos óptimos de pastoreo y pueden ocasionar pérdidas en el aprovechamiento,
atribuibles a la reducción en la producción de forraje y a su caída de calidad.

Formulación de mezclas
Usualmente, el ambiente de un establecimiento (tipo de suelos y regímenes hídrico y
térmico) determina en gran medida el tipo de explotación (agrícola, ganadera, mixta) y la
producción animal a realizar (tambo, invernada, cría). Con la determinación del sistema de
producción y del ambiente de un establecimiento quedan definidas, en buena medida, la
longevidad y calidad esperadas de las pasturas a implantar. Intentaremos ilustrar el proceso
de elección de una mezcla forrajera con un par de ejemplos, uno para un suelo agrícola del
oeste de la provincia de Buenos Aires y otro para un suelo con más limitantes.

1) Suelos profundos, sin limitantes, del oeste de la provincia de Buenos Aires

Este tipo de suelos es ocupado, y cada vez más, por cultivos de cosecha. En los
planteos agrícola-ganaderos, las pasturas que se siembran son destinadas a la
alimentación de novillos o vacas lecheras. En los últimos años la intensificación de los
sistemas de producción de carne y leche, produjo la incorporación de nuevos materiales
forrajeros a las pasturas, el uso de nuevos agroquímicos y, también, acotó su duración a
plazos de entre 3 y 5 años para que sean compatibles en rotación con la agricultura.

En este ambiente, la única restricción puede ser el déficit hídrico estival. Por lo tanto,
tenemos amplias posibilidades para elegir entre el elenco de especies disponibles. La
primera especie seleccionada será alfalfa debido a las siguientes razones: a) la excelente
adaptación al ambiente de la zona, ya que puede resistir los déficit hídricos estivales y no
hay riesgos de excesos en otras épocas del año, b) su producción estival, ya que
combinada con las gramíneas constituirán una mezcla que vegeta todo el año y c) su aporte
de proteína a la dieta y N a los suelos. Luego seleccionaremos las gramíneas, siendo lo
ideal una especie perenne y otra anual para garantizar forraje en otoño e invierno
respectivamente. Elegir una especie que no reduzca demasiado su crecimiento en invierno
tiene como objetivo minimizar el déficit de forraje de esta época. Entre las gramíneas, las
mejores son cebadilla criolla y pasto ovillo ya que a) son resistentes a eventuales déficits de
humedad y b) son de excelente calidad. Finalmente se puede completar la mezcla con
trébol blanco para disponer de una leguminosa en los meses más fríos cuando la alfalfa no
vegeta. De acuerdo a la severidad de la sequía estival, esta especie puede reducirse o
perderse en verano ya que no es muy resistente al déficit hídrico, pero puede reinstalarse al
siguiente otoño debido a su excelente capacidad de resiembra. Por lo tanto, la mezcla
elegida será alfalfa, cebadilla criolla, pasto ovillo y trébol blanco.

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2) Suelos con poca pendiente y dificultades de drenaje

En este caso, si los suelos presentan drenaje deficiente (poca pendiente, texturas
finas, Bt a poca profundidad) y el valor de pH del horizonte sub-superficial es mayor a 7.5, el
elenco de especies se reduce ya que debemos utilizar aquéllas adaptadas a estas
condiciones. Entre las leguminosas, alfalfa y trébol rojo se descartan ya que no están
adaptadas al exceso de agua en el perfil, especialmente la primera. Por lo tanto, podemos
elegir alguna especie del género Lotus. De acuerdo a la magnitud de los problemas de hidro
y halomorfismo será más indicado Lotus corniculatus o Lotus tenuis en orden creciente de
limitación. Con respecto a las gramíneas, festuca es una especie que resiste condiciones
moderadas de hidro y halomorfismo; si estas condiciones son más extremas, la indicada
sería agropiro. Se podría agregar raigrás anual como gramínea invernal y trébol blanco
como leguminosa invernal en las condiciones menos extremas.

Por lo tanto, de acuerdo a la magnitud de las limitantes resultaría una u otra pastura:

♣ Condiciones de hidro y halomorfismo moderadas: festuca, Lotus corniculatus,


raigrás anual y trébol blanco.
♣ Condiciones de hidro y halomorfismo más severas: agropiro y Lotus tenuis

La primera mezcla será más productiva, de mayor calidad y menos estacional que la
segunda, poniendo en evidencia cómo las restricciones del ambiente se reflejan en el
potencial de producción de las pasturas.

Conclusiones

Las mezclas de especies forrajeras son más adecuadas que los cultivos puros para
lograr una oferta de calidad, aumentar la perdurabilidad de las pasturas, distribuir en forma
más pareja la producción a lo largo del año y reducir las necesidades de fertilización
nitrogenada. En casi todos los casos su conformación exige usar leguminosas aunque sean
más difíciles de manejar.

Sin embargo, sembrar una mezcla de especies forrajeras no siempre garantizará la


obtención de mejores resultados, ya que éstos dependen de la composición específica de la
pastura establecida. La adecuada elección de las especies permitirá que se exprese el
potencial productivo de los diferentes ambientes. En primer término, se deben utilizar las
especies de mejores aptitudes forrajeras que se adapten a las condiciones ambientales de
cada situación. En segundo término, se debe tener cuidado de no utilizar especies
redundantes, o sea con características similares, ya que ello dificultará el manejo y no
aportará resultados productivos.

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