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COLECIÓN MAYOR
Patrimonio Natural y Cultural
Miguel León-Portilla
N ezahualcóyot l
Arquitecto, filósofo y poeta
Eruviel Ávila Villegas
Gobernador Constitucional
Consejo Editorial: José Sergio Manzur Quiroga, Ana Lilia Herrera Anzaldo,
Joaquín Castillo Torres, Eduardo Gasca Pliego,
Luis Alejandro Echegaray Suárez
Comité Técnico: Alfonso Sánchez Arteche, Félix Suárez,
Marco Aurelio Chávez Maya
Secretario Técnico: Ismael Ordóñez Mancilla
DR © Miguel León-Portilla
ISBN: 978-607-495-553-8
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra –incluyendo las características técnicas, diseño
de interiores y portada– por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía, el tratamiento
informático y la grabación, sin la autorización previa del Gobierno del Estado de México, a través del Consejo
Editorial de la Administración Pública Estatal.
Índice
9 Agradecimientos
11 Introducción
57 I V. A cercándose a s u fin
73 VI . EL PO ETA
73 Poemas y cantos de Nezahualcóyotl
74
In chololiztli icuic / Canto de la huida
78
Ma zan moquetzacan / Poneos de pie
80 Xopan cuicatl / Canto de primavera
82
Xon ahuiyacan / Alegraos
84 Ye nonnocuiltonohua / Soy rico
86 Zan yehuan / Solamente él
88 Nitlayocoya / Estoy triste
90 Niquitoa / Yo lo pregunto
92 Zan nic caqui itopyo... / Percibo lo secreto...
96 Nihuinti... / Estoy embriagado...
98 ¿Can nelpa tonyazque? / ¿A dónde iremos?
100 Ca tlamati noyollo / Lo comprende mi corazón
102 Ah tlamiz noxochiuh... / No acabarán mis flores...
104 Xochitica tontlatlacuilohua... / Con flores escribes...
106 In ilhuicatl iitec... / En el interior del cielo...
108 ¿Zan te, te ye nelli? / ¿Eres tú verdadero...?
110 Acan huel... / No en parte alguna...
114 Icuic in Acolhuacan in Nezahualcoyotzin ic quitlapaloco in huehue
Moteuczomatzin icuac mococohuaya /
Canto de Nezahualcóyotl de Acolhuacan con que saludó a
Motecuhzoma el viejo, cuando estaba éste enfermo
120 Ni hual acic / He llegado
124 Maquizcueponi / Como joyeles se muestran
126 De Cuacuauhtzin de Tepechpan / De Cuacuauhtzin de Tepechpan
E
n este libro se reúnen testimonios indígenas acerca de la vida y de la obra de Ne-
zahualcóyotl. Puede afirmarse que convergen aquí palabras, signos jeroglíficos y
pinturas de códices que integran la visión indígena de quienes conocieron a la per-
sona y la obra del sabio señor de Tezcoco. Para valorar mejor lo que significa acercarse a él
a través de la palabra y la imagen que nos ofrecen los códices y los textos nahuas, acudire-
mos a ellos. Eran éstos, en opinión de los antiguos nahuas, el mejor de los caminos para
conocer su historia y su cultura.
Tanto apreciaban los tezcocanos los códices o libros de pinturas con caracteres, que
compusieron cantos y poemas que los exaltan. Uno de ellos dice:
Varios son los cronistas nahuas y españoles del siglo xvi que una y otra vez aluden a
las amoxcalli, las casas de los libros y las pinturas. Así, el cronista Juan Bautista Pomar re-
fiere que en Tezcoco, el señor Nezahualpilli tenía en sus casas “un gran aposento que era
el archivo real de sus padres, en que estaban pintadas todas sus cosas antiguas”.2 Y, aun-
que el mismo cronista añade que esas pinturas habían sido quemadas al ocurrir la con-
quista, reconoce que unas pocas perduraron escondidas, como en el caso de don Carlos
Ometochtin, hijo de Nezahualpilli, que pudo conservarlas.3
Tales quemas y destrucciones, tanto en el caso de Tezcoco como de Tenochtitlan, no
suprimieron por completo ni a los antiguos códices ni a las tradiciones y relatos históri-
Miguel León-Portilla, 2011, p. 219.
1
11
L os códices tezcocanos
Y volviendo al caso de Tezcoco, consta que son varios los códices y los textos en lengua ná-
huatl que, por diversos caminos, han llegado hasta nosotros. Son el mejor de los medios
para acercarnos al sabio gobernante Nezahualcóyotl que vivió en el siglo xv. Baste con
mencionar al menos los títulos con los que se conocen algunos de tales manuscritos: Có
dice Xólotl, Mapa o Códice Tlotzin, Mapa Quinatzin, Tira de Tepechpan, Códice en Cruz, así
como los Anales de Cuauhtitlán y las Relaciones del descendiente de la nobleza tezcocana
Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, y otros más.
Tizayocan
Tollan
Tzompanco
Teotihuacan
Acolman
Cuauhtitlan Cuauhchinanco
Tepechpan
Ehecatepec
TEZCOCO
AZCAPOTZALCO
Tlacopan Tlatelolco
TENOCHTITLAN
Chapultepec
Coyohuacan Culhuacan
Cuitlahuac Tlaxcallan
Xochimilco
Chalco
Chimalpan
Huexotzinco
Cholollan
Tecamachalco
12
En cuanto a los códices que se conservan, son copias realizadas en el siglo xvi de los más
antiguos manuscritos, es decir, los de origen prehispánico. El Códice Xólotl, por ejemplo, da
cuenta de la entrada de Xólotl, el caudillo chichimeca, en el Valle de México, hasta el reinado de
Nezahualcóyotl. Tanto éste como los códices Tlotzin, Quinatzin, En Cruz y Tepechpan nos per-
miten conocer, más allá de fantasías, la vida y la obra de Nezahualcóyotl. Incluso, permiten acer-
carnos a lo que él conoció sobre la historia de lo que fue su reino, el de Acolhuacan-Tezcoco.
Otros códices más certifican que el señor tezcocano, como todos los miembros de los
pipiltin o nobles, concurrió a un calmécac o escuela de estudios superiores, el de Tezcoco,
donde, según otras fuentes, entre ellas el Códice Florentino, se enseñaba a los estudiantes
los teocuícatl o cantos divinos, los xiuhámatl, libros de años, junto con el tecpillahtolli, len-
guaje noble y cuidadoso, en fin, lo más elevado de la herencia cultural prehispánica.
A diferencia de la mayoría de quienes se han ocupado de la vida y de la obra de Ne-
zahualcóyotl situándolo en su propio presente, pero desentendiéndose, casi siempre, de lo
que fue su pasado histórico y cultural, interesa aquí aproximarnos, hasta donde es posible,
a la conciencia que tuvo de la historia de su pueblo, que era la de él mismo.
El propósito es conocer y valorar lo que pudo saber acerca del escenario en el que le
tocó nacer y cuál era la situación cultural y política antes de que viniera al mundo.
En esos códices o libros de pinturas y caracteres y en las tradiciones y relatos que le trasmi-
tieron en el calmécac, el joven Nezahualcóyotl, sobre todo durante los años de su temprana
juventud al lado de su padre, es decir, entre 1402 y 1418, supo que desde tiempo atrás exis-
tía una gran rivalidad entre el reino de Tezcoco y el vecino de Azcapotzalco. En tanto que
su padre, Ixtlilxóchitl, era señor de la tierra en que el propio Nezahualcóyotl había nacido,
otro pueblo, los tepanecas, se habían enseñoreado en la región de Azcapotzalco y busca-
ban imponerse en todo el Valle de México.
El Códice Xólotl narra la historia tezcocana a partir de la entrada del caudillo Xólotl
hasta el tiempo de la propia vida de Nezahualcóyotl. Si en ese códice se muestra que el so-
berano de Tezcoco, el padre de Nezahualcóyotl, Ixtlilxóchitl I, había ganado varias batallas
a sus enemigos, los tepanecas, también se ilustra con pinturas cómo, al final, fue derro-
tado y asesinado.
Gracias a esa historia que los tezcocanos tuvieran por suya, pudo darse cuenta el jo-
ven Nezahualcóyotl de que su padre, su abuelo y sus antepasados, hasta llegar a Xólotl,
que había vivido durante el siglo xiii, desplegaron una decidida voluntad no sólo para im-
poner su autoridad en el Valle de México, sino también para mejorar las condiciones de
vida de su pueblo. Enterados, como estaban, de lo que había sido el esplendor de los tolte-
cas, y algunos de ellos que perduraban en el señorío de Culhuacan, habían decidido hacer
también suya esa herencia cultural.
13
Así, Nezahualcóyotl pudo conocer, a través de los antiguos prototipos de los referi-
dos códices, el largo proceso de asimilación de las creaciones toltecas, transformando su
antigua forma de vida, propia de los nómadas chichimecas. Lo primero que ocurrió fue
que, con algunos culhuacanos, los señores Nopaltzin y Tlotzin, hijo y nieto de Xólotl,
habían comenzado a transformar su existencia. De los toltecas aprendieron otras for-
mas de culto religioso, tuvieron mejor indumentaria y alimentación y, en suma, condi-
ciones de vida más convenientes. Y más tarde, en tiempos ya de otro tlatoani o supremo
gobernante, el llamado Quinatzin, habían aceptado, aunque con oposición de algunos,
la agricultura.
También supo cómo en la ciudad de Tezcoco habían recibido a algunos sabios
procedentes de la Mixteca que les enseñaron el arte de los libros de pinturas con caracte-
res. Asimismo, de tiempos más cercanos ya, cuando reinó el señor Techotlala, padre de
Ixtlilxóchitl, se enteró Nezahualcóyotl de que entonces esos ancestros suyos chichimecas,
dándose cuenta de que el náhuatl había sido y seguía siendo en varios lugares la lengua
más ampliamente utilizada y transmisora de cultura, comenzaron a enseñarla a los des-
cendientes de los antiguos chichimecas.
Supo así el joven Nezahualcóyotl que, en ese largo proceso de más de un siglo y me-
dio, los chichimecas participaron en lo que había sido el esplendor de la cultura tolteca fo-
mentada por Quetzalcóatl, según decían las tradiciones.
Debemos recordar ahora que en Mesoamérica existía ya una arraigada tradición his-
tórica que, según lo muestran los códices mixtecos, abarcaba hasta el siglo vii y, en el caso
de las estelas mayas, hasta muy cerca de los principios de la era cristiana. Podemos pensar
que, gracias al antiguo legado cultural, los tezcocanos tenían noticia tanto de la metrópo-
li tolteca como de la mucho más antigua Teotihuacan. Todo esto, sin exageración alguna,
debió conocerlo el joven Nezahualcóyotl.
Más aún, enterado de las tensiones políticas y antagónicas con el reino de Azcapot-
zalco, pudo conocer la trayectoria cultural y política de los tepanecas. Estos se preciaban de
su origen chichimeca mezclados, como verosímilmente fue, con gentes de origen otomí y
también habían asimilado elementos y rasgos de la antigua cultura tolteca.
Asimismo, con apoyo en los antiguos testimonios, la conciencia histórica de Neza-
hualcóyotl lo había llevado a enterarse de que, además de su propio reino de Acolhuacan-
Tezcoco y del otro de los tepanecas en Azcapotzalco, existía la presencia de otras gentes
que vinieron del norte y se establecieron en una isla en medio de los lagos y se nombra-
ban a sí mismas mexicas.
Dada la estrecha convivencia de los tezcocanos con los mexicas, casi seguramente
Nezahualcóyotl conoció lo que relataban ellos acerca de su venida de un lugar llamado
Aztlan-Chicomóztoc, de donde salieron obedeciendo la palabra de su dios. Éste les había
ofrecido un lugar predestinado en una isla en medio de los lagos. Nezahualcóyotl proba-
blemente supo que los mismos mexicas habían dicho antes de llegar a esa isla que:
14
El linaje de Nezahualcóyotl; arriba: Tlotzin; en la
segunda fila: Quinatzin, tercera fila: Ixtlilxóchitl;
cuarta fila: Nezahualcóyotl y varios artistas; sexta
fila: Nezahualpilli. Códice Tlotzin, lámina II.
D. R. ©Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces
Con los mexicas, los tezcocanos mantenían buena relación y, en el caso de Nezahual-
cóyotl, esa relación fue más estrecha, ya que su madre era hija del antiguo soberano mexi-
ca Huitzilíhuitl. Así, Motecuzoma Ilhuicamina venía a ser cercano pariente suyo.
Y aunque el señor Tezozómoc de Azcapotzalco también tenía parentesco con Neza-
hualcóyotl, sus ambiciones políticas estaban por encima de todo, empeñado en dominar
en plenitud el Valle de México.
En cuanto al otro señorío o reino situado al sur en el mismo Valle de México, el llama
do Colhuacán o Culhuacán, es seguro que Nezahualcóyotl sabía cómo se había iniciado
y desarrollado con el paso de los años. Conocedor de la antigua grandeza de los toltecas,
tenía la certeza de que Culhuacán había sido fundado por gentes de ese mismo origen.
4
Códice Matritense de la Real Academia de la His Y probablemente estaba enterado de que en torno a Culhuacán habían prosperado otros
toria, 1907, vol. 8, p. 196. grupos nahuas como los de Xochimilco, Cuitláhuac, Mixquic y Coyoacán. Más aún, tenía
15
noticia de que gentes de Culhuacán habían establecido contacto con ancestros de él mis-
mo, en particular de Tlotzin, a quien acercaron a la antigua cultura. Muy probable es que
Nezahualcóyotl tuviera noticia de la historia de Culhuacán, al menos en parte, según se
Códice Xólotl, lámina 8. De ésta y otras láminas del
refiere en el Memorial breve acerca de la fundación de la ciudad de Culhuacán, que muchos
mismo códice proceden la mayoría de las escenas
años más tarde puso por escrito el cronista Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin. que ilustran el presente capítulo.
De esta suerte, Nezahualcóyotl tenía ya un marco de referencia en el que podía situar, D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
en primer lugar, a Tezcoco y, luego, a Azcapotzalco, Tenochtitlan y Culhuacán. Mexicana / Raíces
16
I. La vida de Nezahualcóyotl
N
ezahualcóyotl nació en el año 1-Tochtli, es decir, 1-Conejo, equivalente a 1402. Su
infancia transcurrió en compañía de su padre Ixtlilxóchitl y de su madre Matla-
cihuatzin. De ello informan tanto el Códice Xólotl como el Códice en Cruz, y tam-
bién el códice mexica conocido como Azcatitlan.
Conocedor de la situación que prevalecía, continuó su vida hasta que, en el año 7-Téc-
patl, equivalente a 1418, escondido en un árbol capulín, presenció el asesinato de su pa-
dre. El cronista tezcocano Fernando de Alva Ixtlilxóchitl conserva las palabras que el padre
de Nezahualcóyotl dirigió a su hijo en tal circunstancia, poco antes de morir. Entre otras
cosas, le dijo:
Hijo mío muy amado, brazo de león, Nezahualcóyotl. ¿A dónde te tengo de llevar que haya al-
gún deudo o pariente que te salga a recibir? Aquí ha de ser el último día de mis desdichas, y
me es fuerza el partir de esta vida; lo que te encargo y ruego es, que no desampares a tus súb-
ditos y vasallos, ni eches en olvido de que eres chichimeca, recobrando tu imperio, que tan
injustamente Tezozómoc te tiraniza, y vengues la muerte de tu afligido padre; y que has de
ejercitar el arco y las flechas; sólo resta que te escondas entre estas arboledas porque no con
tu muerte inocente se acabe en ti el imperio tan antiguo de tus antepasados.5
17
Los tlahtoque de Tezcoco. Primeros memoriales.
Códice Matritense de la Real Academia de la Historia,
f. 52v. Detalle.
D. R. ©Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces
18
L osaños de peligro y actuación de N ezahualcóyotl ,
según los testimonios indígenas
A continuación se ofrecen las imágenes del Códice Xólotl con los comentarios de Fernan-
do de Alva Ixtlilxóchitl.
Ixtlilxúchitl Ome Toxtli, primero de este nombre, casó con Matlaltzihuatzin, hija de Hui-
zilíhuitl, segundo señor de México y sexto rey de Culhuacan. Tuvo en esta señora dos hi-
jos; el primero, sucesor de los reinos y señoríos, fue el gran Nezahualcóyotl, y la segunda
fue hembra, llamada Tozquentzin, como la abuela (escena 1).6
Ixtlilxóchitl, viéndose ya cercano a la muerte, y que le era fuerza el venir a las manos con
sus enemigos, les dijo a los pocos de sus soldados que allí estaban con él, que procurasen
escaparse con las vidas, que él no podía hacer menos sino morir hecho pedazos en manos
de sus enemigos, y luego llamó al príncipe y le dijo con muy sentidas y tiernas palabras:
“hijo mío muy amado, brazo de león, Nezahualcóyotl, ¿a dónde te tengo de llevar que haya
algún deudo o pariente que te salga a recibir? Aquí ha de ser el último día de mis desdi-
6
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, p. 403. chas, y me es fuerza el partir de esta vida; lo que te encargo y ruego es, que no desampares
19
a tus súbditos y vasallos, ni eches en olvido de que eres chichimeca, recobrando tu im
perio, que tan injustamente Tezozómoc te tiraniza, y vengues la muerte de tu afligido
padre; y que has de ejercitar el arco y las flechas; sólo resta que te escondas entre estas ar-
boledas porque no con tu muerte inocente se acabe en ti el imperio tan antiguo de tus an-
tepasados”. Fueron tantas las lágrimas que los ojos vertían de hijo y padre, que de ninguna
manera pudieron hablarse más, y habiéndose abrazado tiernamente, el príncipe se apartó
de su padre y se fue a un árbol muy copado, dentro de cuyas ramas se estuvo allí escondi-
do, y desde donde vido el fin y desastrada muerte de su padre (escena 2).7
La segunda diligencia que puso por obra fue mandar juntar toda la gente principal y plebe
de todas las repúblicas y de todas las ciudades, pueblos y lugares que eran del patrimonio
del imperio, en un llano que está entre la ciudad de Tezcuco y pueblo de Tepetlaoztoc, y su-
biéndose encima de un cu y templo (que estaba en medio del llano referido), un capitán a
voces les dijo en ambas lenguas chichimeca y tolteca (que generalmente en aquel tiempo
corría en todo el imperio), que desde aquel día en adelante reconociesen por su empera
dor y supremo Señor a Tezozómoc, rey de los tepanecas, y a él acudiesen con todas las ren-
tas y tributos pertenecientes a el imperio, y no a otra provincia, pena de la vida; y que si
hallasen al príncipe Nezahualcoyotzin, lo prendiesen y llevasen vivo o muerto a la presen-
cia de Tezozómoc su señor, que él premiaría a los que tal servicio le hiciesen (escena 3).8
Adelantóse Nezahualcoyotzin, dejando atrás a sus criados, para que no fuera conocido de 7
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 48.
sus enemigos, y yendo por unos campos de Chalco, entre unos magueyes, vio a una mujer 8
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 50-51.
20
Nezahualcóyotl escucha, escondido, las nuevas dis-
posiciones de los tepanecas.
Escena 3. Códice Xólotl, lámina 8 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología Me
xicana / Raíces
llamada Zitlamiyauh, que por su desvergüenza y poca caridad hay memoria de ella en las
historias, que estaba cogiendo aguamiel; y como el príncipe iba con sed y por allí no se podía
hallar agua, sino en poblado, pidió a esta mujer que le diese un poco de aguamiel, [diciéndo-
le] que tenía sed; ella de puro miserable y de poca caridad no se la quiso dar, antes comenzó
a dar voces y apellidar para que prendiesen a Nezahualcoyotzin que allí estaba. Viendo Neza-
hualcoyotzin esto, la rogó que callase [diciéndole] que si no quería darle lo que le pedía, con
decir que no, estaba acabado, sin apellidar a nadie pues no le haría fuerza [alguna o violen-
cia]. Ella porfió, y viendo esto Nezahualcoyotzin, sacó su macana y cortóle la cabeza, porque
no le convenía otra cosa, pues antes estaba entre tantos enemigos suyos (escena 4).9
El tirano Tezozómoc soñó una madrugada, cuando por el oriente salía la estrella del alba,
que al príncipe Nezahualcoyotzin veía transformarse en figura de águila real y que le des-
garraba y comía a pedazos el corazón; y otra vez se transformaba en tigre, que con unas
uñas y dientes le despedazaba los pies; se metía dentro de las aguas, y lo mismo hacía
dentro de las montañas y sierras convirtiéndose en corazón de ellas; con lo cual desper-
tó espantado, despavorido, y con cuidado, y así hizo llamar luego a sus adivinos para que
le declarasen este sueño. Los cuales le respondieron que significaba el águila real que le
despedazaba y le comía el corazón, que el príncipe Nezahualcoyotzin le había de destruir
9
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit. t. I, p. 346. su casa y linaje; y lo del tigre, que había de destruir y asolar la ciudad de Azcaputzalco con
21
Nezahualcóyotl da muerte a una anciana que inten-
tó delatarlo.
Escena 4. Códice Xólotl, lámina 8 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces
todo su reino, y que había de recobrar el imperio que le tenía tiranizado, y ser señor de él:
que eso significaba el convertirse en corazón de las aguas, tierras y montañas. Habiendo
oído Tezozómoc la declaración de su sueño, les pidió le diesen su consejo, para que pu-
diese con tiempo remediarlo; los cuales le respondieron, que no hallaban otro sino ma-
tarlo (escena 5).10
Y así el día siguiente por la madrugada al salir el lucero llamado Nahuiolin, entre los se-
ñores que vinieron a ellas [las exequias] llegó Nezahualcoyotzin con su sobrino Tzonte-
chochatzin, y dio el pésame de la muerte de Tezozómoc a sus tres hijos, y a los señores
mexicanos y demás caballeros de aquel linaje, y se sentó entre ellos asistiendo a las exe-
quias funerales, y otros ritos y ceremonias que los sacerdotes de los ídolos hacían hasta
quemar el cuerpo. Tayatzin, que muy en la memoria tenía escrito lo que su padre había 10
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 54.
22
Tezozómoc relata su sueño a sus hijos.
Escena 5. Códice Xólotl, lámina 8 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces
23
padre, en donde asistían tantos señores y gente ilustre; que parecía muy mal que estan-
do todos tristes y conflictos por la muerte de su padre, matar a otro fuera de tiempo y sin
son, por lo cual no se ejecutó lo que Tezozómoc dejó ordenado, y Nezahualcoyotzin fue
avisado de su primo Motecuhzoma lo que se había tratado contra él; por lo cual, así como
fue quemado el cuerpo de Tezozómoc y colocadas sus cenizas en el templo mayor de la
ciudad de Azcaputzalco, según el modo de los mexicanos, Nezahualcoyotzin se volvió a
la ciudad de Tetzcuco (escena 6).11
24
Nezahualcóyotl visita a su tío Chimalpopoca en
prisión.
Escena 8. Códice Xólotl, lámina 8 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces
Nezahualcoyotzin, viendo que en la ciudad había mucho cuidado de lo que hacían, acordó
salirse hacia el Peñol, en un lugar donde estaba una sementera del rey Chimalpopoca, que
se dice Tetepetzin, y allí pidió a algún caballero le diese alguna cosa para el rey su tío; y allí
le dieron ciertos regalos, y volvióse hacia la ciudad para dárselos a su tío, el cual, cuando lle-
gó, estaba ya muy al cabo, demás de la hambre, de pena, que un sobrino de Maxtla, llamado
Tilmatzin, hermano natural de Nezahualcoyotzin, le vino a ver en el ínter que no estaba allí
Nezahualcoyotzin, y le había dicho todo lo que le había ordenado el tirano Maxtla; y así se lo
dijo Chimalpopoca a su sobrino, diciéndole: que mirase por su persona y vasallos, deudos y
25
amigos, que no les desamparase, porque el tirano tenía ordenado de quitarle la vida, y a Tla-
cateotzin, señor de Tlatelulco; y que no había de haber rey, ni señor de las naciones acolhuas
ni mexicanos; que todo había de estar sujeto debajo del dominio de la corte y monarquía te-
paneca; que a los más principales de ella les había de quitar la vida; y que él, como bien lo
veía, no tenía remedio; que todo cumpliese como quien era, todo lo que su padre Ixtlilxúchitl
le había mandado, no desamparando a sus deudos los señores de México, que les ayudase
y les favoreciese en todo, comunicando siempre sus cosas con su hijo Moctezuma y su her-
mano Izcóhuatl. A todo lo cual respondió Nezahualcoyotzin, que así lo haría y cumpliría lo
que su padre le había dejado mandado y él le rogaba, y luego expiró (escena 9).13 13
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I. p. 357.
26
Y yendo a su presencia, le volvió el rostro y no le quiso hablar, y Nezahualcoyotzin vido que
allí en un estrado estaba con las damas y concubinas de su tío el rey Chimalpopoca, las
cuales se decían la una de ellas Quetzalmalin y la otra Pochtlampa; y dándole Nezahualco-
yotzin al rey unos ramilletes de flores en las manos, no los admitió; y así los puso delante
de él, y hablando con él, no le respondió. Visto esto, Nezahualcoyotzin se salió, y Chacha
el recamarero le dijo en secreto cómo el rey su señor había mandado matarle, y aquella
gente armada que había visto en el patio, la acababa de despachar para el efecto; que pro-
curase de salirse y escapar con la vida, si hubiese lugar; y así Nezahualcoyotzin se salió
por un postigo, que entraba a unos jardines que el rey tenía dentro de su palacio, y se fue
a una sala grande que el techo tenía de paja, y a Xiconocatzin que era el que había veni-
do a acompañarle a la ciudad de Tetzcuco, le mandó que se pusiese a la puerta, y mirase si
parecía alguno mientras él se escapaba y salía, y que si viniesen a buscarle, dijese que ha-
bía salido fuera a cierta necesidad que se le había ofrecido, y que si pudiese escapar, que
cerca de Tlatelulco le aguardaba. Y así desbaratando el techo de la sala en la parte que vido
más conveniente se salió por allí, y se fue huyendo a la parte referida (escena 10).14
Nezahualcoyotzin le dijo a su hermano llegase en casa de aquel caballero mayordomo del tira-
no, y pidiese alguna cosa para comer, y que no le dijese que iba allí, sino que antes se pusiese
por delante de la puerta de la cocina, que caía a la calle, porque no le viese nadie de sus cria-
dos que era forzoso pasar por allí. En el entretanto que estaba su hermano pidiendo la comida
parado en la puerta, pasó Nezahualcóyotl y se fue al lugar donde estaban sus remeros, y luego
le fue a alcanzar su hermano y se embarcaron y fueron aquella hora a Tezcuco (escena 11).15
[Nezahualcóyotl] estaba jugando a esta sazón cuando vieron venir la turbamulta de sus ene-
migos. Nezahualcoyotzin mandó a Coyohuatzin, su criado, con otros caballeros los fuerana
recibir, y Nezahualcoyotzin se entró dentro de sus palacios, y en la puerta de la sala real es-
tuvo aguardando a los enemigos, los cuales antes de llegar se repartieron por toda la ciudad,
14
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, pp. 60-61. cada uno yendo hacia la parte que traían concertado de aguardar a Nezahualcoyotzin. Coyo-
15
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, p. 359. huatzin les dijo, que entrasen dentro del palacio, que allá estaba Nezahualcoyotzin aguardán-
16
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, p. 361. doles, para que descansasen, que para todo había lugar (escena 12).16
27
Soldados tepanecas llegan a aprehender a Neza-
hualcóyotl mientras juega a la pelota.
Escena 12. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces
Y así se fueron a palacio, y a la puerta de la sala les salió a recibir Nezahualcoyotzin, y dándo-
les la bienvenida, les mandó aposentar en otra sala frontera de la en que él estaba […] llegó el
caballero Coyohuatzin, que estaba a la mira aguardando la ocasión, a hacer lo que su Señor le
había mandado, y así como llegó echó en el bracero incienso y copal, que era uso y costumbre,
donde estaban los reyes y señores, cada vez que los criados entraban, con mucha reverencia
y acatamiento echaban zahumerio en el bracero, que de ordinario estaban dos en la sala, uno
hacia la mano derecha y otro hacia la izquierda de los asientos, y así como con el humo de este
perfume se obscureció algo la sala, y luego el caballero paróse en la puerta de la sala y extendió
la manta fingiendo limpiarla a quitarle cierta ilacia que tenía. En el ínter Nezahualcoyotzin se
salió por el agujero que el otro caballero, como ya lo tengo declarado, había horadado, ponien-
do otra vez la silla como se estaba. Salido Nezahualcoyotzin de la sala, se fue con toda brevedad
saliéndose de los palacios hasta una puerta falsa, que estaba oculta (escena 13).17
Así como salió de aquel peligro se fue a una casa que estaba cerca de la ciudad que se decía
Coatlan y era de un vasallo suyo que se llamaba Tozoma, a quien dio cuenta de su peligro,
y cómo venía huyendo de sus enemigos; el cual porque cerca de allí venían, lo escondió
debajo de una tarima sobre la cual puso mucho nequen que es el hilo que se saca del ma-
guey; y entrándole a buscar por toda la casa y no hallándole, aporrearon a todos los de la
casa para que lo descubriesen, los cuales y Tezoma estuvieron tan constantes que de nin-
guna manera lo descubrieron, antes murieron dos viejos que allí estaban, de los golpes 17
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, pp. 361-362.
28
Nezahualcóyotl escapa en presencia de sus
captores.
Escena 13. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces
que les dieron. Idos que fueron salió de donde estaba escondido, y lavándose el rostro y ca-
beza, les dio las gracias y prometió de galardonarles su fidelidad (escena 14).18
Luego fue subiendo por una loma arriba en donde tornó a ser descubierto de los ene-
migos, y llegando cerca de una mujer que estaba segando chían, le dijo que le diese or-
den de esconderlo con aquellos manojos que segaba antes que los enemigos asomasen:
la cual con toda presteza lo escondió debajo de un montón que hizo de los manojos, y así
como llegaron los tepanecas, le preguntaron por él, y ella con mucha disimulación les dijo
18
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 67. que había muy poco que por ahí pasó corriendo, y que llevaba según parecía la vía hacia
19
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, pp. 67-68. Huexotla; los cuales por alcanzarle fueron por aquella parte a gran prisa (escena 15).19
29
Nezahualcóyotl se esconde entre manojos de chía.
Escena 15. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces
Y llegando a un puesto que se dice Metla, allí le dio de comer un criado suyo llamado
Tecpan: de allí después de haber comido se fue por un lugar que se dice Zacaxachitla a
30
otro en donde vivía un caballero de nación otomí llamado Coácoz que había sido paje de
la reina su madre, en donde hizo noche aquel día […]
Prosiguieron su camino para subir por una montaña que se dice Papalotépec hasta que
llegaron por encima de una sierra que se llama Huilotépec (escena 17).21
Y habiendo dormido en esta sierra esta noche, luego el día siguiente por la madrugada pro-
siguió su viaje, y bajando por unas lomas fue a dar en unas sementeras cerca de unas cuevas
que había, y por allí pasaba un camino en donde reconocieron que venía una tropa de solda-
dos, que eran los enemigos que habían andado en la provincias de Huexotzinco y Tlaxcalan en
su busca; por lo cual Nezahualcoyotzin y los que iban con él se escondieron entre unos mato-
rrales de saúcos que cerca del camino estaban, y al emparejar los enemigos donde estaban es-
condidos encontraron con un mancebo aldeano, natural de por allí cerca, que iba cargado con
chían, a quien preguntaron por Nezahualcoyotzin si lo había visto, el cual les respondió que no
le conocía; y despidiéndose de él le encargaron que si lo viese, diese aviso de él a los tepanecas,
que le harían las mercedes que estaban promulgadas. Y visto Nezahualcoyotzin que los ene-
migos iban lejos, prosiguió su camino y alcanzó al aldeano el cual le dijo lo que había pasado
con aquellos soldados con quienes había encontrado. Nezahualcoyotzin le dijo, que si viese a
quien buscaban, ¿sí lo iría a denunciar?: respondió que no. Tornóle a replicar diciéndole, que
haría muy mal en perder una mujer hermosa, y lo demás que el rey Maxtla prometía: el man-
cebo se rió de todo, no haciendo caso ni de lo uno ni de lo otro (escena 18).22
21
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, pp. 68-70. Pasó otro día a Cuauhtépec, y allí aquella noche le vinieron a ver los huexotzincas, de parte
22
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 71. de su señor, para ofrecer su ayuda, y le hicieron muchas fiestas esta noche y le regalaron.
31
Derecha. Nezahualcóyotl se esconde en los mato-
rrales donde un campesino lo protege.
Izquierda. Nezahualcóyotl le pregunta al
campesinopor qué no lo delató.
Escena 18. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces
32
Pasó otro día para hacia Tlaxcalan, y allí cerca de la ciudad, en un lugar llamado Tlalnepa-
nolco, salieron a recibirle los tlaxcaltecas (escena 19).23
Luego fueron a Oztotícpac después de obscurecido, casi dentro de los muros de la ciudad,
dejando alojado su ejército allí cerca de este lugar, y él entró dentro de la ciudad con la gen-
te principal, y fueron a dormir en casa de Huitzilyhuitzin, que aunque era dentro estaba
al cabo de la ciudad (escena 20).24
Cerca de Huexutla, en donde Nezahualcoyotzin vino a ver al general llamado Náhuyotl, que
ya a esta ocasión había saqueado su ciudad de Tezcuco y la de Huexutla, porque no se le de-
fendieron por armas; y allí le dio las gracias, y le contó todos sus trabajos y peregrinaciones,
no con pocas lágrimas según la original historia, y le apercibió para que viniese al tiempo
que había de ir sobre el tirano Maxtla, enviando muchas encomiendas a su rey, y el agrade-
cimiento de la ayuda que le había hecho, el cual él se lo prometió de parte de su rey, y se fue
para Chalco con su ejército con todos los despojos que hubieron en esta batalla (escena 21).25
Y desde aquí se volvió Nezahualcoyotzin hacia Chiauhtla para verse con los generales de
Tlaxcala, Huexutzinco y otras partes, que ya también habían destruido todo Aculma has-
ta Tezotépec, y muerto el general de Huexotzinco, Zetema, al rey Teyolcocohuatzin. Estas
23
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, p. 366. guerras fueron crueles, en donde murieron infinitas gentes, y llegado a Chiauhtla aque-
24
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, p. 368. lla tarde en casa de un caballero, llamado Tetlaxincatzin, llegaron los generales y le dieron
25
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, p. 369. cuenta de todo lo que habían hecho, y cómo quedaba todo concluso. Él les dio las gracias y
33
Nezahualcóyotl se entrevista con el jefe Náuhyotl.
Escena 21. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces
les prometió muchas mercedes y que lo mismo dieran a sus señores, y con tanto se fue-
ron con todos los despojos y esclavos que pudieron llevar (escena 22).26 26
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, pp. 369-370.
34
II. LA GUERRA DE LIBERACIÓN
DE TEZCOCO
D
ebemos al tantas veces citado Alva Ixtlilxóchitl y también a los Anales de Cuauti
tlán, escritos en náhuatl, así como al Códice Azcatitlan y al cronista Chimalpahin
las noticias que nos permiten conocer cómo ocurrió la liberación de Tezcoco.
27
Respecto de Tochihuitzin Coyolchiuhqui,
véase Miguel León-Portilla, Quince poetas Había logrado el príncipe tezcocano escapar de las garras de Tezozómoc. Contó para
del mundo náhuatl, décima edición, México, ello con la ayuda de un mexica llamado Tochihuitzin Coyolchiuhqui, del que se conservan
Diana, 2003, pp. 167-171. noticias y algunas composiciones poéticas.27
Con apoyo de sus parientes mexicas y también de gentes de Huexotzinco y Tlaxcala,
primero con intrigas y luego con las armas, Nezahualcóyotl pudo enfrentarse a sus ene-
migos. Encontramos en el Códice Durán dos ilustraciones que muestran lo que fueron las
batallas en la guerra que al fin se produjo hacia 1428 entre estos aliados y el enemigo de
Guerra de Azcapotzalco, Códice Durán. Historia de
las indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme. Azcapotzalco. A su vez, el llamado Códice Ixtlilxóchitl nos ofrece una pintura, muchas ve-
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología ces reproducida, en la que se ve a Nezahualcóyotl ataviado como guerrero con su macua
Mexicana / Raíces huitl, seguramente encabezando a sus tropas.
Lo primero que llevó a cabo Nezahualcóyotl, en su alianza con los mexicas, fue re-
conquistar el señorío de Coatlichan en la región tezcocana. Tanto el Códice Xólotl como la
Historia de las Indias de fray Diego Durán y la Crónica mexicana de Alvarado Tezozómoc
hablan de esa guerra en contra de Azcapotzalco. Muerto Tezozómoc, como ya vimos, fue
su hijo Maxtla quien resistió el embate de los aliados. Refugiado en su tributario, Coyoa-
cán, se defendió hasta lo último y al final sucumbió.
Los anales de Cuautitlán, al hablar acerca de esto, expresan:
En este año 3-Tochtli acertó a salir Nezahualcoyotzin al que acompañaban los huexotzincas,
los tlaxcaltecas y los chalcas. Marchó a los lugares donde reinaban los hijos de Tezozómoc, que
en los mismos fueron vencidos. Cuando decidió venir, Nezahualcoyotzin salió de Chalco, lue-
go vino a Tezcoco. Primeramente conquistó Coatlinchan. En segundo lugar Huexotla […] el
sexto lugar que se destruyó fue Coyoacan […] los señores que vencieron en esta guerra son:
Itzcóatl, Tecocohuatzin de Cuauhtitlan y Nezahualcoyotzin de Tezcoco.28
Por otra parte, el cronista Chimalpahin escribió acerca de la derrota final de Maxtla,
el hijo de Tezozómoc:
En el año 3-Conejo fueron vencidos los xochimilcas por Itzcóatl. Él mismo estuvo al frente de
los mexicas. Los de Coyoacan se marcharon hacia Tlaxcala en donde se refugió Maxtla. Pero
también allí fue derrotado, allí lo hicieron prisionero […] Esto causó lágrimas a Maxtla.29
Entre los hallazgos que aparecieron al ser redescubierto el Templo Mayor de Tenochtitlan
en 1978, hay una lápida con la fecha 4-Caña, correspondiente a 1431; conmemora la vic-
toria en contra de Maxtla de Azcapotzalco. El reino de Tezcoco había logrado recuperar
su independencia y el príncipe tezcocano pudo ya entronizarse como su soberano. Actua-
Página anterior. Nezahualcóyotl con atavíos de gue-
rra. Códice Ixtlilxóchitl, f. 106r.
ción muy importante tuvo el señor mexica Itzcóatl que, entre otras cosas, quiso vengar la
D. R. ©Agustín Uzárraga / Arqueología Mexica muerte de su predecesor, el tlatoani Chimalpopoca. Su decisiva participación en la gue-
na / Raíces rra de Azcapotzalco fue el antecedente de una alianza integrada por México-Tenochtitlan,
Acolhuacan-Tezcoco y Tlacopan (Tacuba)-Tecpanecapan, conocida como la Triple Alianza.
Las crónicas y códices de origen mexica que relatan detalles de esa guerra contra los
tepanecas de Azcapotzalco son elocuentes al hablar de lo que siguió tras la victoria de
los aliados. Es verdad que el poderío de los mexicas alcanzó la supremacía en la Alianza,
aunque siempre reconociendo la participación de los aliados. Un ejemplo de esto lo ofre-
ce la lámina 16 del Códice Azcatitlan, de origen mexica, en la que, al registrarse las varias
28
Anales de Cuauhtitlán, f. 46. conquistas realizadas por el tlatoani Itzcóatl, se incluye la figura de Nezahualcóyotl como
29
Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin, 1965, p. 95. participante en tales empresas. En esa misma lámina aparece la figura de otro soberano,
37
probablemente el que se conoció como Totoquihuatzin, señor de Tlacopan o de Tacuba, Itzcóatl y sus conquistas. En el extremo dere-
pero sin estar acompañada del correspondiente signo glífico de su nombre. cho se ve a Nezahualcóyotl, a una persona sin gli-
También respecto de ese mismo año de 1431, el Códice Matritense, con la documenta- fo onomástico, probablemente Totoquihuatzin y a
Itzcóatl, muerto. Códice Azcatitlan, lámina 16-17.
ción reunida por fray Bernardino de Sahagún, proporciona otra información que puede
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
calificarse de muy significativa al consignar que:
Mexicana / Raíces
Se guardaba su historia
pero, entonces fue quemada:
cuando reinó Itzcóatl, en México.
Tal vez alguno o varios de quienes lean este texto originalmente en náhuatl se es- 30
Códice Matritense de la Real Academia, vol.
candalicen pensando que Itzcóatl despreciaba el valor de la historia. Yo no comparto tal VIII, f. 192v.
38
opinión. Justamente el hecho de que Itzcóatl y varios señores mexicas ordenaran la que-
ma de códices para escribir otra versión de su historia es prueba del valor que atribuían a
los testimonios acerca del pasado, y, por eso mismo, probablemente con una finalidad po-
lítica, decidieron ofrecer otra versión de los mismos. En esa nueva versión, casi segura-
mente, se exaltó mucho más la gloria de México-Tenochtitlan.
También de ese mismo año datan otros hechos. A uno de ellos se refiere el cronista Chi-
malpahin, que recuerda otra disposición ordenada por el mismo soberano mexica Itzcóatl:
Éstas y otras fueron las principales disposiciones que, aunque tomadas por el señor
de los mexicas, afectaron también de diversas formas a los otros miembros de la Alianza
y, en este caso, a Tezcoco.
No llevaban paga ni presente de las partes ni se les permitía. Vivían tan justos y tan recatados
Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin, 1889, pp.
31 en hacer justicia que se averiguó que en tiempos de Nezahualcóyotl y su hijo Nezahualpilli ja-
102-103. más hubo cosas por que fueran castigados ni depuestos de sus oficios. Proseguían contra todo
39
género de hombres, aunque fuese contra hijos de los reyes, los cuales, castigaban con mayor
aspereza y seguridad que a los demás de la gente común.32
Alva Ixtlilxóchitl, que en varios lugares habla también del sentido de equidad de
quien fue su ancestro, ofrece en su Sumaria relación de las cosas de Nueva España la trans-
cripción de 20 leyes atribuidas todas a Nezahualcóyotl.
Pertinente parece citar en este contexto un episodio que recuerda el Códice Florenti
no acerca de una actuación de Nezahualcóyotl en un juicio en el que se acusaba a unas an-
cianas de tratar de corromper sexualmente a unos mancebillos. Sabedor de esto el señor
tezcocano, quiso personalmente oír también la defensa de las ancianas. A continuación
presento la traducción que he preparado del texto náhuatl:
He aquí un labio, una boca [un consejo], pon- Oc izca cententli, cencamatl, xicmoiolloti: injc
lo en tu corazón para que esté toda la norma, muchi moctacauh, momachiouh iez tlalticpac.
el ejemplo, de lo que se refiere a las cosas de la
tierra [el sexo].
En tiempos del señor Nezahualcóyotl fueron In jpan tlacatl Neçaoalcoiotzin: omentin anoque
detenidas dos ancianas de cabezas blancas, ilamapipil, quaiztapatoton: ça iuhquijn cepaia
como de nieve eran sus cabezas, como hilo huitl in tzontecon: ça iuhqujn ichtli onacticate:
blanco, porque colgaron, fueron sobre ellos, ipampa ilpiloque, inpan iaque, qujntlâxinque
porque adulteraron a sus maridos que eran ynjn namjcoan, injn vevetcaoan: tlamacazcato
viejos como ellas. Porque tuvieron acceso a tonti, telpupuchtotonti inte[o]pan iaque.
unos muchachos.
Les preguntó el señor Nezahualcóyotl, les dijo: Quintlatlani in tlatoanj Neçaoalcoiotzin: qu
“Oh abuelas nuestras, escuchad: cómo sentís, jmjlvi. Tocioane, tla xiccaqujcan: quen anmoma
acaso aún queréis las cosas de la carne, no os ti, cujx noma anqujnequi in tlalticpacaiotl, amo
cansáis, porque así sois vosotras [ya estáis vie- oaceuhque, ca ie amjuhque, y: auh queçan oan
jas], como cuando vivieron y eran jóvenes, ha- nenque inoc a mopiltia: ça xiquitocan, ça xine
blad, decidme ya que estáis aquí.” chilvuican, ca ie vncan y nancate. Juan Bautista Pomar, 1964, p. 182.
32
40
Dijeron: “señor, rey, señor nuestro recibe, es- Quilvique. Tlacatl, tlatoanj, totecujo: ma xicmo
cucha: vosotros los varones, os cansáis, por- cujli, ma xicmocaqujti: in amoqujchtzitzinti, ca
que vosotros os dejáis, que pronto os echáis a amehoantin antlatzivi, ca amehoantin anmo
perder, porque [luego] de tanto ya nada queréis caoanj in amomjciuhcapoloque: ca ie ixqujch,
vosotros. Pero nosotras las mujeres no nos can- ca aoctle amonecoca. Auh injn in ticioa, ca amo
samos, porque somos como una cueva, como titlatzivinj: ca oztotl, ca tepexitl in totechca: ca
un barranco que espera el trabajo que se les da, çan tequjtl imacoca qujchia, ca çan tequjtl tlace
porque sólo el trabajo desea recibir, pues si esto lia: auh injn intla otitlamjcti, intla ca oc titlaxi
33
Códice Florentino, ff. 98v-99v. no hacemos ya no seremos [viviremos].” tia: Aeoc tiez.
Y [así es] esto oh hijo mío, mucho deseamos Auh injn nopiltze: cenca moiolic in tlalticpac,
las cosas carnales, muy placenteras, por todas cenca iocuxca, cenca yvian in xinemj, macacan
partes andan. Vive esforzado, vive castamente xitlahelnemj: matitlahelnen in tlalticpac.
en la tierra.
33
41
arquitectura, fueron muy apreciadas sobre todo por los mexicas que le encomendaron la
dirección de varias obras, como la introducción de agua para la ciudad de México-Tenoch
titlan y la edificación de un dique o albarradón para separar las aguas dulces de las sala-
das en el lago de Tezcoco.
TIZAYUCA
HUEHUETOCA
TEMAZCALAPAN
HUITZILAN
LAGO DE ZUMPANGO
COYOTEPEC ZUMPANGO
XALTENGO ATLIPICUAPILCO
TEOLOYUCAN MEXTLAPAN
XALTOCAN
TEPOZOTLAN
LAGO DE
XALTOCAN
TONANITLA TEOTIHUACAN
ACOLMAN
TO
TEPEXPAN
BA
L
SIERRA DE
GUADALUPE ECATEPEC
TULPETLAC
CUAUHTEPEC
TLALNEPANTLA TENAYUCA
IXHUATEPEC
TEXCOCO
AHUAHUETES ATZACOALCO
AZCAPOTZALCO TEPEYAC LAGO DE
TEXCOCO HUEXOTLA
MAHUCALPAN
TACUBA
COATLICHAN
TEPETZINCO
MEXICO
CHIMALHUACAN
ALBARRADON
MEXICALTZINGO
TACUBAYA
STA FE
TEPEPOLCO
MIXCOAC
IZTAPALAPA
C TEXOLOTL
COYOACAN C DE LA ESTRELLA IZTAHUACAN
CULHUACAN
TIZAPAN
C DE STA CATARINA
IZTAPALUCA
HUIPULCO ZAPOTITLAN TLAPACOYA
LAGO DE
XOCHIMILCO LAGO DE
TLALPAN
CUITLAHUAC XICO
XOCHIMILCO
CHALCO
CHALCO
CHIMALPA Trazo del albarradón de Nezahualcóyotl según el
05 10
Millar mapa preparado por Justino Fernández.
42
U na dolorosa caída moral de N ezahualcóyotl
Ya vimos que en el año 4-Caña, o sea, en 1431 según el calendario cristiano, ocurrieron mu-
chas cosas tras consumarse la victoria de los aliados sobre Azcapotzalco. Los mexicas se
ocuparon en reescribir su propia historia presentándose no ya como un pueblo que na-
die conocía, sino como quienes por propio esfuerzo habían logrado la hegemonía en el Va-
lle de México. También en ese año, según refieren los antiguos testimonios, Itzcóatl otorgó
tierras y títulos nobiliarios a varios de sus capitanes. Y ese mismo año, según la Tira de Te
pechpan, Cuacuauhtzin, un noble tezcocano, al igual que otros, fue favorecido con el nombra-
miento de señor de ese lugar situado no muy lejos de la antigua metrópoli de Teotihuacan.
Otros nobles tezcocanos, según lo muestra el Códice Quinatzin, recibieron títulos y
cargos en la administración del reino de Aculhuacan-Tezcoco. Las efigies de algunos de
ellos aparecen en dicho documento. Y es también de interés mencionar que en el Códice
Tlotzin se registra la genealogía de Nezahualcóyotl, incluyendo anotaciones sobre algunos
soberanos que fueron antepasados suyos. Este género de registro recuerda también otro
que aparece en el Códice Xólotl, de varios artistas, entre ellos una mujer, que fueron súb-
ditos de Nezahualcóyotl y contribuyeron con su trabajo a la grandeza cultural de Tezcoco.
43
El episodio que vamos a recordar tuvo comienzo precisamente en Tepechpan.
Fue en el año 13-Pedernal, equivalente a 1440, cuando Nezahualcóyotl tenía 38 años.
Durante un paseo, muy cerca del pueblo de Tepechpan, se encontró en el camino con
Cuacuauhtzin. Éste lo invitó a pasar a su palacio y tomar allí su almuerzo. Nezahualcó-
yotl aceptó la invitación y pasó al lugar donde residía el señor de Tepechpan. A la hora
del almuerzo, pidió Cuacuauhtzin a una joven doncella de nombre Azcalxochitzin que
fueraella quien le sirviera el almuerzo. Muy agraciada era esta muchacha, por cierto,
también del grupo de los pipiltin, gente de linaje, y a la vez atenta y acomedida cuando
se le confiaba algo, en particular si ello ocurría por encargo de Cuacuauhtzin. Éste ha-
bía decidido hacerla su mujer, pero dado que aún era muy joven, había optado por es-
perar algún tiempo.
Acudiendo otra vez a lo que escribió Alva Ixtlilxóchitl, así como a varios cantares an-
tiguos, podemos enterarnos de que, al verla, Nezahualcóyotl quedó prendado de ella. No
significa que el señor tezcocano no hubiera tenido ya acceso a otras mujeres. Significa que
en última instancia no había encontrado una que llegara a ser su legítima esposa y madre
de sus herederos, en particular de quien lo sucedería al trono.
Inquieto y apesadumbrado quedó Nezahualcóyotl y fue entonces cuando fraguó lo
que debe llamarse un crimen para hacer suya a Azcalxochitzin. Como en el relato bíbli-
co de David que envió a la muerte a Urías para hacer suya a la mujer de éste, también
44
Cuacuauhtzin con la joven Azcalxochitzin, año
13 Pedernal (1440). El texto en náhuatl dice: “A la
hija de Temictzin de México la hace su mujer Cua
cuauhtzin”. Tira de Tepechpan, lámina 10.
45
Tu atabal de jades
tu caracol rojo y azul
así los haces sonar,
tú, Yoyontzin [Nezahualcóyotl],
ya ha llegado,
ya se yergue el cantor.
Por poco tiempo alegraos,
vengan a presentarse aquí,
los que tienen triste el corazón…
Yo me voy a su casa,
pereceré.
Acaso por mí tú tengas que llorar,
por mí tengas que afligirte,
tú, amigo mío,
pero ya me voy a su casa.
Sólo esto dice mi corazón
no volveré una vez más,
jamás volveré a salir sobre la tierra,
yo ya me voy, ya me voy a su casa.34
En confirmación de lo que expresa este poema, escribió Alva Ixtlilxóchitl: “así sospe-
chó su daño y compuso unos cantos lastimosos que cantó en una despedida y convite que
hizo de todos sus deudos y amigos”.35
Cuacuauhtzin pereció, pero también fue un hecho que Nezahualcóyotl experimen-
tó profundo dolor y arrepentimiento. Por orden suya, Cuacuauhtzin, su amigo, fue envia-
do a la muerte. Llamándolo Yoyontzin, que era un sobrenombre del príncipe tezcocano,
se despide de él y acepta su destino. De la unión de Nezahualcóyotl con Azcalxochitzin
nació un hijo que recibió el nombre de Tetzauhpiltzin, nombre que quiere decir el hijo o
príncipe del portento, expresando así probablemente el anhelo que tuvo Nezahualcóyotl
de que fuera él su primogénito de la mujer que tanto amó. Pero la vida en este punto
parece que quiso vengarse del crimen que había cometido.
Según Alva Ixtlilxóchitl, ese primogénito, cuando llegó a la adolescencia, empezó a
mostrar excesiva inclinación por las armas; se dijo incluso acerca de él que alardeaba di-
ciendo que llegaría a ser más poderoso que su padre. Tales rumores fueron del conoci-
miento de Nezahualcóyotl, que mucho se preocupó. Consultó con los otros soberanos de
la Triple Alianza: Motecuhzoma Ilhuicamina y Totoquihuatzin. Les rogó que se enterasen
a fondo acerca del comportamiento de su hijo y obraran luego en consecuencia. Romances de los señores de la Nueva España
34
El destino parecía tomar venganza. Los soberanos de Tenochtitlan y de Tlacopan, pro- [manuscrito], ff. 26r-27v.
fundamente alarmados, tomaron una decisión drástica y terrible. A su juicio era mucho Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., p. 214.
35
46
Cuacuauhtzin muere en la batalla, año 3 Caña
(1443). Tira de Tepechpan, lámina 10.
mejor, para el bien del reino de Tezcoco, que la vida de ese príncipe no se prolongara. Pro-
bable es que Alva Ixtlilxóchitl, con mano temblorosa, escribiera cuál fue el desenlace. Ser-
vidores en la corte tezcocana colocaron sobre el cuello del joven príncipe una guirnalda
de flores. Fue la guirnalda de la muerte, pues habían recibido la orden de estrangular con
ella a Tetzauhpiltzin.36
Nezahualcóyotl, al enterarse de esto, por demás está decirlo, experimentó la más
grande de las penas. Tan sólo tiempo después, llegó a ser un consuelo parcial que otro de
sus hijos tenido con la misma princesa Azcalxochitzin, el que recibió el nombre de Ne-
zahualpilli, pudiera sucederlo en el trono. Sin embargo, no alcanzó ya a ver a su hijo sa-
lido de la adolescencia. La muerte puso fin no sólo a su vida sino también a su grandeza
no exenta de pesares.
36
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 122.
47
III. Actuación de Nezahualcóyotl
como arquitecto e ingeniero
J
ustamente la referencia anterior nos lleva a recordar algunas creaciones suyas, tanto
en beneficio de los mexicas como de los tezcocanos. Y esto no sólo en obras que lla-
maremos de interés urbano, sino también en otras de carácter religioso y en edifica-
ciones en materia de palacios y aun lugares tales como jardines.
Nezahualcóyotl concibió una obra que podríamos calificar de arquitectónica y a la vez
de ingeniería hidráulica. Consistió en llevar agua potable en beneficio de México. Con tal
propósito, construyó un acueducto que llevaba dicha agua desde Chapultepec. Otro tan-
to hizo en lo que concierne al abastecimiento de agua para el servicio de Tezcoco. Tales
obras estuvieron relacionadas con su empeño por propiciar el desarrollo de un bosque en
Chapultepec.
De considerable trascendencia fue, asimismo, la construcción del llamado albarra-
dón, que iba desde el norte por el rumbo de Ecatepec, hasta el sur donde concluía en tierra
firme en Iztapalapa. Consistió en una especie de muro de piedra de considerable anchura
para impedir que se mezclaran las aguas dulces y saladas en los lagos. Este proyecto pro-
porcionó, además, la protección necesaria para disminuir o suprimir, en algunos casos, el
riesgo de inundaciones.
Cabe mencionar que este problema se producía debido a crecientes en los ríos que
desembocaban desde las sierras que circundan en gran parte al Valle de México. Recuér-
dese que este problema hasta hoy sólo en parte está resuelto, ya que perduró durante la
Colonia, y no ha sido hasta fecha relativamente reciente que se construyó el llamado dre-
naje profundo de Ciudad de México. Se concibió éste como un remedio radical a tal pro-
blema, que hasta la fecha no ha sido terminado cabalmente, pues ha quedado pendiente
Página anterior. Mapa de Santa Cruz, también co- la construcción de varios kilómetros de dicho sistema del drenaje.
nocido como Mapa de Uppsala. Elaborado en el
El mapa que se preparó hacia 1550 en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco ilustra
Colegio de Santa Cruz de Tlaltelolco hacia 1550,
bien este albarradón.
en la parte inferior se aprecia el albarradón de
Nezahualcóyotl. Otra obra, en parte suntuaria y en parte de ingeniería hidráulica, es la construcción
© Marco Antonio Pacheco / Arqueología Mexica- de lo que se conoce vulgarmente como “el baño de Nezahualcóyotl” o, más generalmen-
na / Raíces te, los jardines de Tezcutzingo. El cronista Alva Ixtlilxóchitl ofrece una detallada descrip-
ción de dicha obra, situada en las inmediaciones de la ciudad de Tezcoco, en el Estado de
México. Según dice Alva Ixtlilxóchitl:
49
Tenía sus gradas, parte de ellas hechas de argamasa, parte labrada en la misma peña; y el agua
que se traía para las fuentes, pilas, baños y caños que se repartían para el riego de las flores y ar-
boledas de este bosque, para poderla traer desde su nacimiento, fue menester hacer fuertes y altí-
simas murallas de argamasa desde unas sierras a otras, de increíble grandeza, sobre la cual hizo
una atarjea hasta venir a dar en lo más alto del bosque; y a las espaldas de la cumbre de él, en el
primer estanque de agua, estaba una peña, esculpida en ella en circunferencia los años desde
que había nacido el rey Nezahualcoyotzin hasta la edad de aquel tiempo, y por la parte de afuera
los años, en fin de cada uno de ellos asimismo esculpidas las cosas más memorables que hizo.37
50
Zona arqueológica de Tetzcutzingo en Tezcoco, Es-
tado de México. El acueducto asciende en dirección
del cerro Tláloc.
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces
51
Las ilustraciones que aquí se incluyen muestran los restos arqueológicos que pue-
den contemplarse actualmente. Tal es el sitio de memorable recordación al que solía acu-
dir Nezahualcóyotl en busca de quietud. Y se refiere que allí llegó a componer varios de
sus cantos y poemas. Además, debemos al gran pintor José María Velasco un lienzo en
que aparece parte de la escalinata para subir a dicho lugar, lienzo que aquí reproducimos.
52
P aisaje y arquitectura
Si en las últimas décadas, por obra de las investigaciones de Ángel María Garibay, y las
que por mi parte he realizado, ha quedado establecido un corpus de poesía integrado por
composiciones de las que verosímilmente fue autor Nezahualcóyotl y, si en libros como
éste su figura es estudiada para ofrecer la imagen que de él nos revelan los códices indíge-
nas y otros testimonios en lengua náhuatl, en lo que toca a su actuación como arquitecto
hay nuevas aportaciones que merecen particular mención en este contexto, por ejemplo,
Nezahualcóyotl. Su legado como arquitecto y constructor del paisaje, del arquitecto Miguel Án-
gel Medina (Toluca, Biblioteca Mexiquense del Bicentenario, Gobierno del Estado de Mé-
xico, 2011).
En ella el autor se interesa por lograr un acercamiento desde una perspectiva distin-
ta a lo que llama el “legado de Nezahualcóyotl como arquitecto y constructor del paisaje”.
Muestra el arquitecto Medina que en los trabajos arquitectónicos realizados por Nezahual-
cóyotl en Tezcutzingo no sólo tomó en cuenta las características orográficas y fisiográficas
del lugar, sino también los elementos que pueden describirse como integradores de un
paisaje natural de considerable belleza y merecedor de particular atención.
De esta forma se nos presenta el libro de Miguel Ángel Medina como una introduc-
ción muy original al pensamiento del sabio señor de Tezcoco que aprovechó admirable-
mente esas características para el diseño estructural del sitio que había escogido como
lugar predilecto para retiro y meditación. Lejos de ser concebido como un mero refugio
con el que pretendiera aislarse del mundo, Nezahualcóyotl concibió ese lugar y lo trans-
formó hasta lograr en él un bien estructurado diálogo entre el pasaje natural y los ele-
mentos arquitectónicos que en él introdujo. El resultado fue, aunque es cierto que se han
realizado ahí trabajos arqueológicos, no ya lo que hoy se contempla y que es como el re-
cuerdo en abandono de una gran obra, sino una transformación en la que se conjugó el
pensamiento y la mano del hombre con la belleza y la grandeza del paisaje. Este libro es
un bien documentado estudio, enriquecido con excelentes planos, diagramas y fotogra-
fías que introducen a este otro aspecto antes muy poco valorado en el que quedó patente
el genio constructor de Nezahualcóyotl. Conocíamos ya imágenes de edificaciones su-
yas como las que quedaron incluidas en el Códice Ixtlilxóchitl y también planos de palacios
como los que pueden verse en el Códice Quinatzin pero no disponíamos de un acerca-
miento y valoración de su genio de arquitecto que comprendiera la amplitud de su visión
de la que cultura y naturaleza alcanzaron una feliz conjunción.
53
O tras obras : templos y palacios
54
55
En este punto, hay quienes aceptan lo expuesto por Alva Ixtlilxóchitl y hay también
quienes lo niegan teniéndolo como una muestra de los repetidos intentos de exaltación
de su persona, debidos a su descendiente. Sin embargo, en apoyo de esta atribución que
le hace Alva Ixtlilxóchitl, pueden citarse varios de los cantos de Nezahualcóyotl que hasta
hoy se conservan. En ellos pondera atributos espirituales de ese dios antes desconocido.
De cualquier forma, es éste un punto, si bien discutible, que confirma al menos la admira
ción que llegó a tenerse por la sabiduría de Nezahualcóyotl.
La lista de las obras materiales que llevó a cabo Nezahualcóyotl es muy larga. Aquí
tan sólo diremos algo acerca de lo que fueron sus palacios. Encontramos en el Mapa Qui
natzin dos representaciones en las que, a modo de planos, aparece la edificación donde se
reunía la corte de Nezahualcóyotl y donde se encontraban los recintos en que se reunían
los sabios, los artistas, los historiadores y todos aquellos que ponían su ingenio al servi-
cio de Tezcoco. En el plano en que aparece el sitio destinado a las reuniones de la corte,
se contempla en lo más alto a Nezahualcóyotl acompañado de su hijo Nezahualpilli. En
un amplio espacio se ven dos braceros que arden y, a ambos lados de ellos, a prominentes
personajes de la nobleza tezcocana.
56
IV. Acercándose a su fin
E
l reinado de Nezahualcóyotl fue considerablemente largo: abarca desde su entro-
nización tras la victoria de Azcapotzalco en 1431, hasta su muerte en 1472, es decir,
gobernó durante poco más de 40 años. Para conocer todo lo que realizó en ese úl-
timo periodo de su vida, la mejor de las fuentes es lo escrito por Alva Ixtlilxóchitl, su des-
cendiente, y por un fraile franciscano, Juan de Torquemada, quien, investigando al lado
del propio Alva Ixtlilxóchitl, escribió un extenso texto que incluyó en su obra Monarquía
indiana, aparecida en 1615.
Uno y otro, Alva y Torquemada, coinciden en relatar los sucesos que entretejieron
la vida del soberano de Tezcoco: su actividad como arquitecto y constructor de obras de
interés público; su sabiduría y equidad como legislador y estadista y, en tanto miembro
de la Triple Alianza, su participación en acciones bélicas que acrecentaron el poderío de su
reino. Pero también incluyeron momentos de peligro y aun situaciones sumamente difí-
ciles para su pueblo. Una de ellas fue la gran hambruna o mayanaliztli, que se dejó sentir
en la región central de México y en otros lugares hacia el año 1-Tochtli, uno conejo, que se
correlaciona con 1454; debido a una larga sequía, escasearon el maíz y todo lo que consti-
tuye tonacayotl, “nuestro sustento”. Lo que entonces ocurrió lo ilustra el Códice Telleriano-
Remensis, en su folio 32 recto.
De esa gran hambruna hablan también los cronistas de México-Tenochtitlan. Más
aún, entre los textos que pudo hacer transcribir fray Bernardino, hay uno sumamente elo-
cuente que es la oración que dirigían los mexicas a Tezcatlipoca en tiempos de peste y que
guardaba semejanza con lo que le expresaban en caso de hambruna. Un pequeño frag-
mento de dicha oración deja ver la angustia que prevalecía:
Tlacatl, Totecu, Tloque Nahuaque, Yohuelle, Ehecatle, en verdad, ahora ante ti vengo a salir,
vengo a acercarme, ante ti vengo como dando saltos de rana, vengo a acortar el camino, yo
hombre del pueblo, no bueno, no recto. Que no vaya yo a dar con tu enojo, tu cólera. Pero tú
obra como lo tienes determinado. En verdad ahora ya lo has otorgado, porque lo has determi-
nado. Y en verdad ha sido ordenado encima de nosotros, ha sido dispuesto en la Región de los
muertos, en los cielos. Hemos sido dejados de la mano, ah, en verdad ha descendido, se ha
establecido tu enojo, tu cólera, tú, Tloque Nahuaque. En verdad crece, va en aumento el palo,
la piedra, la enfermedad. En verdad la pestilencia se acerca a la tierra.
57
Y he aquí, de verdad, ahora, Tlacatl, Totecuyo, Yohualli, Ehecatl, Moyocoyatzin, Titlaca-
huan, ¿Qué determinará tu corazón? ¿Cómo lo quieres? ¿Acaso has abandonado ya a la cola,
el ala [el pueblo]? ¿Acaso ya es todo, acaso es así, acaso sólo así sucede? ¿Es que sólo irá, pere-
cerá la gente del pueblo? ¿Acaso acabará el que es llevado a cuestas, el que es cargado en bra-
zos, los que son gobernados? ¿Tal vez habrá desolación, prevalecerá la noche en la ciudad?
¿Acaso ya no estará en parte alguna? ¿Por ventura tu triste ciudad se llenará de breñas, de pie-
dras? Y los lugares donde se hace vigilia, tus montículos, donde se hallan tus pirámides, ¿aca-
so habrán de desbaratarse, acaso habrán de deshacerse?38
Pero además de sufrimientos como éste, las crónicas no dejan de mencionar los en-
frentamientos bélicos en que se vieron envueltos los miembros de la Triple Alianza. Uno
de esos enfrentamientos fue particularmente grave: el que se desarrolló en contra del se-
ñorío de Chalco.39 Éste, según ya lo vimos, había estado aliado a Tezcoco durante la guerra
en contra de Azcapotzalco. Posteriormente, sin embargo, por vaivenes en las relaciones
políticas entre los estados vecinos, se vio afectado por una gran enemistad con los miem-
bros de la Triple Alianza. Ello condujo a una guerra. En ella, los tezcocanos tuvieron que 38
Miguel León-Portilla, 2006, vol. 37, pp. 53-83.
esforzase. Según lo refieren los cronistas, el sufrimiento que padecieron los tezcocanos 39
Sobre esta guerra y otras véase Juan de Tor-
para alcanzar la victoria en contra de Chalco, es un ejemplo de lo difícil, costoso y, en cier- quemada, Monarquía indiana, edición de Mi-
to modo, triste que fueron algunos de los enfrentamientos, muy frecuentes en la región guel León-Portilla, México, unam, 1975, t. I, p.
central del México antiguo. 228 y siguientes.
58
V. El pensamiento filosófico
de Nezahualcóyotl
A
unque resulta muy difícil lograr una exposición precisa y bien establecida del
pensamiento del sabio señor de Tezcoco, y si bien son relativamente pocas las
producciones de contenido filosófico que se conocen debidas a Nezahualcóyotl
—como en el caso de los presocráticos y, entre ellos, Tales de Mileto y Heráclito—, es posi-
ble intentar tal empresa al analizar el conjunto de sus cantos y poemas en donde expresa
sus elucubraciones. Con tal propósito, ensayaré a continuación una forma de interpreta-
ción apoyada en el análisis de los poemas que conllevan lo más refinado y profundo de
su pensamiento.
Son cerca de 30 los poemas en las dos colecciones principales que se conservan,
las que ostentan los títulos de Cantares mexicanos y, un tanto curioso, de Romances de los
señores de la Nueva España. Ambas han sido objeto de traducciones hechas con sentido crí-
tico y debidas en gran parte a Ángel María Garibay y a quien esto escribe. Aunque no co-
nocemos las fechas en que cada una de estas composiciones fue concebida y expresada, sí
es posible descubrir en ellas varios temas centrales que se entrelazan y siguen lo que en
rigor puede llamarse cierta forma de secuencia lógica.
Punto de partida de Nezahualcóyotl parece haber sido su profunda experiencia del
cambio y del tiempo, en lengua náhuatl, cahuitl, “lo que nos va dejando”. Todo en tlal
ticpac, “sobre la tierra”, es transitorio, aparece un poco aquí, para luego desgarrarse y des-
vanecerse para siempre. Oigamos la expresión misma de Nezahualcóyotl:
59
Si el jade y el oro se quiebran y se rompen, los rostros y los corazones, más frágiles
aún, por muy nobles que hayan sido, como flores habrán de secarse y, cual si fueran pin-
turas, quedarán borrados:
[…]
[…]
Meditadlo, señores,
águilas y jaguares,
aunque fuerais de jade,
aunque fuerais de oro,
también allá iréis,
al lugar de los descarnados…
Tendremos que desaparecer,
nadie habrá de quedar.41
La persuasión de que en la tierra sólo por breve tiempo dura la reunión de los rostros
y corazones es raíz de tristeza, pero también principio de nuevas formas de pensamiento Romances de los señores de la Nueva España
41
60
Estoy embriagado, lloro, me aflijo,
pienso, digo,
en mi interior lo encuentro:
si yo nunca muriera,
si nunca desapareciera.
Allá donde no hay muerte,
allá donde ella es conquistada,
allá vaya yo…
Si yo nunca muriera,
si nunca desapareciera.42
Las doctrinas religiosas, aceptadas por el Estado y por el pueblo, que suponían la su-
pervivencia de los guerreros como compañeros del sol, o de una vida feliz en los jardines
de Tláloc, o teniendo que hacer frente a peligros y pruebas en las moradas inferiores del
Mictlan, la región de los muertos, eran ya objeto de duda en el pensamiento de no pocos
tlamatinime. Nezahualcóyotl, recordando conceptos antiguos tal vez de origen tolteca, ex-
presa su incertidumbre preguntándose a dónde hay que ir, o qué sabiduría hay que encon-
trar para llegar a Quenonamican, “donde de algún modo se vive”, a can on ayac micohua,
“donde la muerte no existe”:
¿A dónde iremos
donde la muerte no existe?
Mas, ¿por esto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.
Aun los príncipes a morir vinieron,
los bultos funerarios se queman.
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.43
61
Ahora lo comprende mi corazón:
escucho un canto,
contemplo una flor:
¡Ojalá no se marchiten!44
El corazón, que ha comprendido al fin cuál ha de ser su camino, desea entonces ha-
llar los cantos y las flores que nunca perecen. Nezahualcóyotl no caerá de nuevo en la
duda. Su corazón habrá de encontrar flores y cantos con vida y raíz. Probablemente por
esto dejó dicho:
62
la comunidad, la nobleza.
Tú sombreas a los que han de vivir en la tierra.46
[…]
No obstante haber afirmado que “nadie puede decirse o ser amigo del Dador de
la vida”, Nezahualcóyotl continuó tenazmente su búsqueda. Varias son las flores y los
cantos de sus textos acerca de la divinidad que podríamos aducir aquí. Ofreceremos
sólo dos textos más. El primero es expresión de preguntas, casi diríamos dudas, sobre
la realidad y raíz de quien, en sí mismo, inventa su palabra y da ser en su misterioso
libro de pinturas:
63
¡Que nuestros corazones
no tengan tormento!
Todo lo que es verdadero
[lo que tiene raíz],
dicen que no es verdadero
[que no tiene raíz].
El Dador de la vida
sólo se muestra arbitrario.
¡Que nuestros corazones
no tengan tormento!
Porque él es el Dador de la vida.48
Por encima de las dudas y del misterio que circundan al Dador de la vida, es menes-
ter aceptar su realidad. Esto es lo único que da tranquilidad y raíz al corazón. Tal parece
ser la conclusión de aquello que elucubró Nezahualcóyotl en su esfuerzo por acercarse al
misterio de lo divino. Si Tloque Nahuaque es arbitrario e incomprensible, es también el
Dador de la vida en cuyo libro de pinturas existimos. Los rostros humanos deben aceptar
el misterio; deben invocar y alabar a Tloque Nahuaque. Sólo así se puede vivir en la tierra.
Las flores y los cantos, lo que hoy llamamos arte, la creación más humana del hom-
bre, son el camino para acercarse. Al parecer, el mismo Dador de la vida, con sus propias
flores y cantos, quiso embriagarnos aquí. El siguiente texto de Nezahualcóyotl aparece,
desde este punto de vista, como una síntesis de su pensamiento:
64
junto a él,
se puede vivir en la tierra.
El que lo encuentra,
tan sólo sabe bien esto: él es invocado,
a su lado, junto a él,
se puede vivir en la tierra.
Nadie en verdad
es tu amigo,
¡oh Dador de la vida!
Sólo como si entre las flores
buscáramos a alguien,
así te buscamos,
nosotros que vivimos en la tierra,
mientras estamos a tu lado.
Se hastiará tu corazón.
Sólo por poco tiempo
estaremos junto a ti y a tu lado.
Quien tenga por pesimista esta forma de pensar a la que llegó Nezahualcóyotl debe te-
ner presente la que podría describirse como dialéctica interna de sus elucubraciones: afirma
que nadie puede ser amigo del Dador de la vida, que nadie puede estar acaso a su lado en
la tierra, pero al mismo tiempo sostiene que es destino humano buscarlo, como quien, en-
tre las flores, va en pos de alguien. El que lo invoca, el que lo busca, podrá vivir en la tierra.
Podrá incluso decir que se encuentra a su lado, junto a él, precisamente porque él es dueño
de la cercanía y la proximidad. El pensamiento puro lleva probablemente a la duda: “¿eres
Ibid, ff. 4v. y 5v.
49 tú verdadero, tienes raíz?” Porque, “todo lo que es verdadero, dicen que no es verdadero…”
65
Mas, esta idea, la imposibilidad de comprender la raíz del que sólo se muestra arbi-
trario, hace sufrir al corazón. Invocar, en cambio, a Tloque Nahuaque, parece ya haberlo
encontrado, da descanso y hace posible existir en la tierra. Persuadido Nezahualcóyotl de
que no acabarán sus flores y cantos, confía y reposa en esta postrera conclusión: el Dador
de la vida tal vez nos embriaga; nosotros lo seguimos buscando “como si entre las flores
buscáramos a alguien”.
Las ideas expuestas, con base en los poemas atribuidos fundadamente al príncipe sa-
bio Nezahualcóyotl, constituyen un primer intento de comprensión de su pensamiento.
Amerita éste un estudio mucho más amplio, literario y filosófico a la vez, en el que se in-
cluyan todas aquellas composiciones y discursos que, después de cuidadosa crítica do-
cumental, pueden tenerse por suyos. Acabará de verse que, si en su obra hay elementos,
ideas y metáforas que fueron patrimonio común de quienes cultivaron la poesía en los
tiempos prehispánicos, hay también enfoques y, sobre todo, una trayectoria de pensa-
miento que son reflejo de su propia persona.
Otros poemas suyos, cuyos originales en náhuatl ofrecemos aquí, acompañados de la
versión castellana que de ellos he preparado, contribuirán mejor que cualquier pondera-
ción al intento de acercarse a lo que parece haber sido el alma del pensamiento y la belle-
za de expresión del celebérrimo Nezahualcóyotl.
¿Cómo han llegado hasta nosotros los poemas y cantos de Nezahualcóyotl?
Al aproximarnos a estas producciones filosóficas y a la vez poéticas, conviene dar en-
trada a una pregunta de sentido crítico: ¿Cómo ha sido posible que llegaran hasta noso-
tros tales producciones?
Es cierto que los nahuas no habían desarrollado una escritura alfabética, sino otra
que incluía una serie de glifos o caracteres. Permitían consignar numerosas ideas: re-
gistros calendáricos y numéricos, nombres de lugares y de personas, así como varios
conceptos, muchos de ellos de connotación religiosa o referidos a vegetales, animales, fe-
nómenos celestes, guerras y otros aconteceres. También hay algunos glifos que represen-
tan verbos como quemar, combatir, nacer, morir, conquistar, etcétera. Además de algunos
conceptos abstractos como divinidad, señorío, penitencia, entre otros.
No obstante la existencia de los mencionados caracteres o signos glíficos, esta escri- Sobre la existencia de cuicamatl, papeles de
50
tura tenía límites. Sin embargo, hay tres hechos innegables. Uno es la atribución de cro- cantos, el Códice Matritense de fray Bernardi-
nistas e historiadores de estos poemas a Nezahualcóyotl; incluso se citan aquí algunas no de Sahagún registra que, entre los anti-
composiciones en las que expresamente se dice que Nezahualcóyotl era el forjador de guos sabios, hubo quienes quitquiqueh in tlilli,
in tlapalli, in amoxtli, in tlahcuilolli, quitquique
cantos. A tales afirmaciones pueden añadirse otras referencias de quienes escribieron en
in tlamachiliztli, in cuicamatl, “llevaban consi-
tiempos de la Nueva España. Entre ellos estuvieron fray Juan de Torquemada en su Mo
go la tinta negra, roja, los libros, las pinturas,
narquía indiana y el muchas veces citado Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. llevaban consigo la sabiduría, los papeles de
Otro hecho es la repetida alusión a algunos manuscritos que llamaban cuicámatl, “pa- cantos.” Códice Matritense de la Real Academia
peles de cantos o poemas”.50 de la Historia.
66
Con apoyo en esto, es posible ofrecer una respuesta a la pregunta que hemos expre-
sado. Los glifos o caracteres de que disponían los nahuas les permitían registrar los enun-
ciados de sus composiciones. Precisamente por ello introducían glíficamente enunciados
en esos cuicámatl que indicaban el meollo de sus composiciones.
El tercer hecho es la afirmación de que esos cantos formaban parte de la enseñanza
que se impartía en los calmécac. De esto precisamente se habla en el Códice Florentino.51
Por otra parte, como ya lo dije, era en las escuelas conocidas como el calmécac donde
se trasmitían los más elevados conocimientos, entre ellos expresamente se señalan los can-
tos. La memorización de las composiciones era no sólo frecuente sino práctica requerida.
De esa forma ocurría que, no sólo los propios autores de los cantos, también los
maestros, los sabios y los estudiantes los aprendían de memoria con el apoyo de los cui
cámatl. Esto hizo posible que las producciones poéticas y de contenido filosófico, como
las que hemos presentado atribuidas expresamente a Nezahualcóyotl, hayan podido llegar
hasta nosotros. Esto se refuerza con el hecho de la repetida atribución a Nezahualcóyotl
de ser un cuicapiqui, “forjador de cantos”; asimismo, con el hecho de que algunas de sus
composiciones estén incluidas en manuscritos diferentes como son el de Cantares mexi
canos y el llamado Romances de los señores de la Nueva España. Y añadiré que se conservan
otros cantos, como uno acerca de la derrota de los mexicas en Chalco, que aparece en otro
manuscrito más: los “Anales de Cuauhtitlán”.
Además, hay que reconocer que son varias las cuestiones que podrían plantearse en tor-
no a estos textos. Una de ellas es la de situarlos en el lapso de la vida de Nezahualcóyotl, es
decir, encontrar los momentos en que cada una de estas composiciones fue concebida y ex-
presada. Y también, volviendo a lo ya dicho, señalar cómo y cuándo fueron conservadas, bien
sea a modo de transcripción esquemática de su contenido en los cuicámatl, papeles de can-
tos para su reservación, o bien memorizadas sistemáticamente en las escuelas superiores, los
calmécac, en los cuales la enseñanza de los cuícatl era una de las que llamaremos asignaturas.
Posteriormente, consumada la conquista española, consta que hubo frailes que se in-
teresaron en obtener transcripciones, con el alfabeto latino, de cantos, poemas, discursos
y relatos históricos de origen prehispánico. Al menos recordaré a algunos de ellos que dan
muestra acerca de esto: los huehuetlahtolli recogidos por fray Andrés de Olmos y fray Ber-
nardino de Sahagún. Hasta hoy se conservan en bibliotecas y archivos de México, Estados
Unidos y Europa manuscritos con los textos en náhuatl reunidos por esos frailes, y otros
varios que citan autores nahuas del siglo xvi, como Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin. Así
es como los poemas y cantos han llegado hasta nosotros.
Entre las materias que eran objeto de ense-
51
Además de las composiciones de contenido filosófico, se conservan otras, también
ñanza en el calmécac, estaban los cantos huel
atribuidas a Nezahualcóyotl, que en sentido estricto pueden calificarse de líricas al modo
nemachtiloya in cuicatl, bien se enseñaban los
cantos. Códice Florentino, manuscrito 218-220
de las xochicuícatl, cantos floridos o xopancuícatl, cantos de primavera, y en algunas que,
de la Biblioteca Medicea Laurenciana, Floren- por su contenido, pueden situarse entre las icnocuícatl, cantos de privación, al modo de las
cia, t. I, libro III, f. 30v. elegías clásicas.
67
El tiempo de su composición
Puede situarse dentro del lapso comprendido entre los años que siguieron a la victoria so-
bre los tepanecas de Azcapotzalco y el resto de la vida del señor tezcocano. Es probable
que varias de ellas las compusiera a lo largo de los años y, según lo escribió Alva Ixtlilxó-
chitl, en los retiros que hacía Nezahualcóyotl pasando momentos de reposo y reflexión en
el bosque de Tezcutzingo. Esto significa que puede haber incluso composiciones atribui-
bles a él de los años postreros de su vida.
En su existencia hubo, además, acciones bélicas inevitables, como una a la que se re-
fiere el Códice de Xicotepec, en cuya página 16 aparece Nezahualcóyotl en una batalla en con-
tra de un grupo de huastecos que probablemente hostilizaban al señorío de Tezcoco. La
escena, vívidamente pintada con colores, confirma algo que podía ya suponerse.
Nezahualcóyotl, inevitablemente, tuvo que dar entrada a ese belicismo muy frecuen-
te entre los señoríos o reinos indígenas que existían en el Valle de México durante la época
anterior a la conquista española. Conviene tener en cuenta, además, que por su participa
ción en la Triple Alianza, Nezahualcóyotl, con frecuencia, debía verse obligado a tomar
parte en enfrentamientos que culminaban en hechos de sangre.
Mi sangre, mi color, te he forjado, te he dado forma. Ya frente a ti, ya sobre ti observo; ojalá no
seas sólo metal precioso, ya que así has sido forjado, porque aún vienes con los ojos lagaño-
sos y ya vendrás a descubrir tu rostro.
68
Un enfrentamiento con tropas de origen huasteco.
Nezahualcóyotl aparece sentado en el ángulo supe-
rior izquierdo. Códice de Xicotepec, lámina 10.
D. R. ©Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces
Quizás sólo eres un pajarito, ya te cubrirás de plumas, ya te saldrán alas. No en algún lu-
gar, frente a la gente, sobre las personas andes revoloteando. Sólo con tranquilidad volarás cer-
ca, al lado de la ceiba, del ahuehuete [de quienes te protegen], no sea que por descuido en algún
lugar te dañes. Porque de ese modo vendrás a verlo, gracias a ellos [tus padres] tendrás sosiego.
Y si aún un día, dos días aquí, gracias al Dueño de la cercanía y la proximidad veo por ti,
aún te hará entrega de la vida, el jade, la turquesa, de forma que no sigas al conejo, al venado,
para que no en algún lugar caigas en un agujero y quedes ahí enredado. Porque sólo así se-
guirás el camino recto, el que siguen los que son cofres, los que son petacas [guardianes de lo
bueno] sobre la tierra, y quienes son muy respetuosos, acatan a los demás, a los que se les tie-
ne confianza, y bien dentro de ellos se coloca el collar; la pluma de quetzal, el jade.
¿Y dónde aún viene, dónde aún vendrá a salir lo que en tu seno, lo que en tu costado co-
locará el Dador de la Vida?
Y, corazón mío, parte de mi cuerpo, de lo que te doy de comer, de ello, has de saber que
es tu comida preciosa, la que se come aquí en la tierra; bien junto a ti acércala.
No así como piedra te hagas, porque ya sabes que, si una piedra es dura, no sólo una vez
se le golpea para que se parta. Y tú, no muchas veces seas llamado, porque tu corazón dentro
69
de ti está, el que te ha dado Dios. Agradéceselo. Eso es lo que en tu pecho, en tu garganta co-
locó, yo tu madre, yo tu padre.52
Otros varios textos como éste han llegado hasta nosotros. Éste deja ver ya la finura del
lenguaje y lo hondo del pensamiento moral con que los hijos eran enseñados en el hogar
antes de concurrir a las escuelas del calmécac.
En ese ambiente debió comenzar a formarse el futuro sucesor de Nezahualcóyotl. Si
bien éste tuvo grandes satisfacciones a lo largo de su vida, también conoció la tristeza y
mantuvo hondas preocupaciones. Ya se ha recordado el remordimiento que experimen-
tó por la muerte de Cuacuauhtzin y la tristeza que le causó la muerte de su primer hijo
tenido con Azcalxochitzin, y a estos podrían añadirse otros momentos. Como ejemplo,
recordemos el sufrimiento y la angustia de su pueblo en situaciones de hambrunas o ma
yanaliztli. Pero la fama y la gloria del príncipe tezcocano también fueron ingredientes en
el contexto de su existencia. Es más que probable que conociera algunos de los elogios que
otros forjadores de cantos le expresaron. Sólo citaré dos, uno procede de un poeta de la
misma región de Tezcoco y se conserva en el manuscrito procedente de ese lugar. Dice así:
Dentro de ti vive,
dentro de ti está pintado,
inventa el Dador de la vida,
príncipe chichimeca, Nezahualcóyotl.54
La muerte, que en diversas formas le preocupó y sobre la cual habla en varios de sus
poemas, le llegó cuando tenía poco más de 70 años. Acudiremos al cronista Fernando de
Alva Ixtlilxóchitl, quien describe cómo fueron los últimos días del señor tezcocano:
Miguel León-Portilla y Librado Silva Galeana,
52
cauhuetzin, sus hijos naturales, que estaban allí y eran presidentes de los consejos, y les dijo: [manuscrito], f. 318v.
Veis aquí a vuestro príncipe [Nezahualpilli] y señor natural y aunque niño, sabio y prudente, Ibid., f. 23r.
54
70
el que los sabrá mantener en paz y justicia conservándoos en vuestras dignidades y señoríos,
a quien obedeceréis como leales vasallos, sin exceder un punto de su voluntad.
Yo me halló muy cercano a la muerte, y fallecido que sea, en lugar de tristes endechas,
cantaréis alegres canciones, mostrando en nuestros ánimos valor y esfuerzo, para que las na-
ciones que hemos sujetado y puesto debajo de nuestro imperio, no hallen flaqueza de ánimo
en vuestras personas, sino que entiendan que cada uno de vosotros es solo bastante para te-
nerlos sujetos. Y habiendo dicho estas y otras razones habló con Acapipioltzin, y le dijo: De
hoy en adelante harás el oficio de padre del príncipe, tu señor [Nezahualpilli], a quien doctri-
narás para que siempre viva como debe, y debajo de tu consejo gobierne el reino, teniendo su
lugar y puesto hasta que por sí mismo pueda gobernar y mandar.
Y habiéndolo mandado y encargado otras cosas que en semejante caso se requieren, con
lágrimas de sus ojos se despidió de todos ellos, mandóles salir de allí, y a los porteros, que no
dejasen entrar persona alguna, que luego dentro de pocas horas le agravó el mal y falleció que
fue en el año de 1472, después de haber gobernado cuarenta y dos años, y de esta manera aca-
bó la vida del más poderoso, valeroso, valiente, sabio y venturoso príncipe y capitán que ha
habido en este Nuevo Mundo, porque contadas y consideradas bien sus excelencias, virtudes
y habilidades, el ánimo invencible, el esfuerzo incomparable, las victorias que alcanzó en las
batallas y naciones que sojuzgó, los avisos y ardides que usó para ello, su magnanimidad, su
clemencia y liberalidad, los pensamientos tan altos que tenía, hallarse por cierto que ninguna
55
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, pp. 547-548. de las dichas ni otras que se podrían decir de él, le haya hecho ventaja, capitán ni rey alguno.55
71
VI. EL POETA
Los textos de los siguientes poemas se incluyen traducidos al español y en su versión origi-
nal en náhuatl. Representan un acercamiento a la expresión de flor y canto del Nezahual-
cóyotl poeta, a su palabra florida que ha trascendido el tiempo.
Además de este conjunto de cantos y poemas que, en los dos manuscritos citados, se
atribuyen a Nezahualcóyotl, existen otras varias composiciones, las cuales no se conservan
en náhuatl, sino únicamente en español, en las obras de Alva Ixtlilxóchitl, de José de Gra-
nados y Gálvez,56 y en transcripciones posteriores debidas, entre otros, a José María Vigil.57
Conviene notar que, dado que no se conoce el original de tales composiciones en len-
gua indígena, no es posible afirmar con certeza que en dichos cantos y poemas se con-
serva fielmente el pensamiento de Nezahualcóyotl. Las que aquí presento en náhuatl y
español permiten apreciar la belleza de expresión y la hondura del pensamiento poético
de Nezahualcóyotl. Ellas y los testimonios de los códices y los textos en lengua indígena
dan amplia evidencia de Nezahualcóyotl, que además de estadista, juez, arquitecto e in-
56
Tardes americanas, México, 1778. geniero, fue asimismo filósofo y poeta. Lo que de él podemos conocer da testimonio de lo
57
Hombres ilustres mexicanos, México, 1874. que llegó a ser el florecimiento de la civilización originaria de Mesoamérica.
73
In chololiztli icuic
O nen notlacatl,
o nen nonquizaco
teotl ichan in tlalticpac,
¡ninotolinia!
In ma on nel nonquiz,
in ma on nel nontlacat.
Ah niquitohua yece...
¿tlen naiz?,
¡anonohuaco tepilhuan!,
¿at teixo ninemi?,
¿quen huel?,
¡xon mimati!
74
Canto de la huida
de Nezahualcóyotl cuando andaba huyendo del señor de Azcapotzalco
En vano he nacido,
en vano he venido a salir
de la casa del dios a la tierra,
¡yo soy menesteroso!
Ojalá en verdad no hubiera salido,
que de verdad no hubiera venido a la tierra.
No lo digo, pero...
¿qué es lo que haré?,
¡oh príncipes que aquí habéis venido!,
¿vivo frente al rostro de la gente?,
¿qué podrá ser?,
¡reflexiona!
¡Vive en paz,
pasa la vida en calma!
Me he doblegado,
sólo vivo con la cabeza inclinada
al lado de la gente.
Por esto me aflijo,
¡soy desdichado!,
he quedado abandonado
al lado de la gente en la tierra.
75
¿Quen quinequi noyollo,
Ipal nemohuani?
¡Ma oc melel on quiza!
A icnopillotl ma oc timalihui,
monahuac, titeotl.
¿At ya nech miquitlani?
Ma xi icnotlamati noyollo.
Maca oc tle xic yococa.
Ye nelli in ayaxcan
nicnopiltihua in tlalticpac.
76
¡Salga ya tu disgusto!
Extiende tu compasión,
estoy a tu lado, tú eres dios.
¿Acaso quieres darme la muerte?
77
Ma zan moquetzacan
78
Poneos de pie
79
Xopan cuicatl
Amoxcalco
pehua cuica,
yeyecohua,
quimoyahua xochitl,
on ahuia cuicatl.
Icahuaca cuicatl,
oyohualli ehuatihuitz,
zan quinanquiliya
toxochayacach.
Quimoyahua xochitl,
on ahuia cuicatl.
Xochiticpac cuica
in yectli cocoxqui,
ye con ya totoma
aitec.
Zan ye connanquilia
in nepapan quechol
In yectli quechol
in huel ya cuica.
Amoxtlacuilol in moyollo,
tocuicaticaco,
in tictzotzona in mohuehueuh,
in ticuicanitl.
Xopan cala itec,
in tonteyahuiltiya.
In ticuicanitl.
Xopan cala itec,
(Romances de los señores de la Nueva España [manus- in tonteyahuiltiya.
crito], ff. 38v-39r.)
80
Canto de primavera
Resuena el canto,
los cascabeles se hacen oír,
a ellos responden
nuestras sonajas floridas.
Derrama flores,
alegra el canto.
Tú sólo repartes
flores que embriagan,
flores preciosas.
Tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera,
alegras a las gentes.
81
Xon ahuiyacan
82
Alegraos
83
Ye nonnocuiltonohua
Ye nonnocuiltonohua,
on nitepiltzin, Nezahualcoyotl.
Nicnechico cozcatl,
in quetzalin patlahuac,
ye nonicyximatin chalchihuitl,
¡in tepilhuan!
Yxco nontlatlachia,
nepapan quauhtlin, ocelotl,
ye nonicyximatin chalchihuitl,
ya in maquiztli...
84
Soy rico
Soy rico,
yo, el señor Nezahualcóyotl.
Reúno el collar,
los anchos plumajes de quetzal,
por experiencia conozco los jades,
¡son los príncipes amigos!
Me fijo en sus rostros,
por todas partes águilas y tigres,
por experiencia conozco los jades,
las ajorcas preciosas...
85
Zan yehuan
Zan yehuan,
Ipal nemohua.
Ninentlamatia,
¿ac azo aic ic?
¿Ac azo?
Aic non ahuiya in tenahuacan.
In zan tictlazotzetzelohua,
in motechpa ye huitz in monecuiltonol,
¡Ipal nemohua!
In izquixochitli, cacahuaxochitli,
zan noconelehuiya,
zan ninentlamatia...
86
Solamente él
Solamente él,
el Dador de la vida.
Vana sabiduría tenía yo,
¿acaso alguien no lo sabía?
¿Acaso alguien?
No tenía yo contento al lado de la gente.
87
Nitlayocoya
Nitlayocoya, nicnotlamatiya,
zan, nitepiltzin Nezahualcoyotl.
Xochitica ye ihuan cuicatica
niquimilnamiqui tepilhuan,
ayn oyaque,
yehua Tezozomoctzin, o yehua Quahquauhtzin.
Oc nellin nemoan,
quenonamican.
¡Maya niquintoca in intepilhuan,
maya niquimonitquili toxochiuh!
¡Ma ic ytech nonaci,
yectli yan cuicatl in Tezozomoctzin!
O ayc ompolihuiz in moteyo,
¡nopiltzin, Tezozomoctzin!,
anca za ye in mocuic a yca
nihualchoca,
yn zan nihualicnotlamatico,
nontiya.
88
Estoy triste
En verdad viven,
allá en donde de algún modo se existe.
¡Ojalá pudiera yo seguir a los príncipes,
llevarles nuestras flores!
¡Si pudiera yo hacer míos
los hermosos cantos de Tezozomoctzin!
Jamás perecerá tu nombre,
¡oh mi señor, tú, Tezozomoctzin!,
así, echando de menos tus cantos,
me he venido a afligir,
sólo he venido a quedar triste,
yo a mí mismo me desgarro.
89
Niquitoa
Niquitoa ni Nezahualcoyotl:
¿Cuix oc nelli nemohua in tlalticpac?
An nochipa tlalticpac:
zan achica ye nican.
Tel ca chalchihuitl no xamani,
no teocuitlatl in tlapani,
no quetzalli poztequi.
An nochipa tlalticpac:
zan achica ye nican.
90
Yo lo pregunto
91
Zan nic caqui itopyo...
Ayac chalchihuitl,
ayac teocuitlatl mocuepaz:
in tlalticpac tlatielo.
Timochi tonyazque
in canin, ye yuhcan.
Ayac mocahuaz,
zan cen tlapupulihuiz,
ti yahui ye yuhcan ichan.
92
Percibo lo secreto...
Nadie en jade,
nadie en oro se convertirá:
en la tierra quedará guardado.
Todos nos iremos
allá, de igual modo.
Nadie quedará,
conjuntamente habrá que perecer,
nosotros iremos así a su casa.
93
Oacico ye nican,
ye ololo a in tlaocol
ye in itec on nemi...
Xic yocoyancan, in antepilhuan,
cuauht´amocelo,
ma nel chalchihuitl,
ma nel teocuitlatl,
no ye ompa yazque,
oncan on Ximohua...
Zan tipupulihuizque,
ayac mocahuaz.
94
Se acercó aquí,
hace giros la tristeza
de los que en su interior viven...
Meditadlo, señores,
águilas y tigres,
aunque fuerais de jade,
aunque fuerais de oro,
también allá iréis,
al lugar de los descarnados...
Tendremos que desaparecer,
nadie habrá de quedar.
95
Nihuinti...
96
Estoy embriagado...
97
¿Can nelpa tonyazque?
98
¿A dónde iremos?
¿A dónde iremos
donde la muerte no existe?
Mas, ¿por esto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.
Aun los príncipes a morir vinieron,
los bultos funerarios se queman.
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.
99
Ca tlamati noyollo
100
Lo comprende mi corazón
101
Ah tlamiz noxochiuh...
Ah tlamiz noxochiuh,
ah tlamiz nocuic.
In noconyayehua zan nicuicanitl.
Xexelihui, ya moyahua.
Cozahua ya xochitl
zan ye on calaquilo
zacuan calitic.
102
No acabarán mis flores...
103
Xochitica tontlatlacuilohua...
Xochitica tontlatlacuilohua
in Ipalnemohuani,
cuicatica tocontlapalaqui
in nenemiz tlalticpac.
Ic tlatlapana cuauhyotl, oceloyotl,
in motlacuilolpan zan ti ya nemi,
ye nican tlalticpac.
Ic tictlilania
cohuayotl, icniuhyotl
ah in tecpillotl.
Tocontlapalpohua in nenemiz tlalticpac.
104
Con flores escribes...
105
In ilhuicatl iitec...
106
En el interior del cielo...
107
¿Zan te, te ye nelli?
Quexquich in ye nelli,
quilhuia in amo nell’on.
Zan no monenequi
in Ipalnemoani.
¡Ma oc on nentlamati
in toyollo...!
[...]
108
¿Eres tú verdadero...?
[...]
109
Acan huel...
In quinamiqui
in quihuelmati: zan in notzalo,
huel itloc, inahuac,
nemohua in tlalticpac.
Ayac nelli
ye mocniuh.
¡Ipal nemohua!
Zan yuh xochitla ipan
tontemati,
tlalticpac,
monahuacan.
On tlatzihuiz in moyollo.
Zan cuel achic
in motloc, in monahuac.
110
No en parte alguna...
El que lo encuentra,
tan sólo sabe bien esto: él es invocado,
a su lado, junto a él,
se puede vivir en la tierra.
Nadie en verdad
es tu amigo,
¡oh Dador de la vida!
Sólo como si entre las flores
buscáramos a alguien,
así te buscamos,
nosotros que vivimos en la tierra,
mientras estamos a tu lado.
Se hastiará tu corazón.
Sólo por poco tiempo
estaremos junto a ti y a tu lado.
111
Tech yolopolohua in Ipalnemohuani,
tech ihuintiya nican.
Ayac huel zo itlan,
quiza in, on tlatohua tlalticpac.
In zan ic ticamana,
in quenin conitohua toyollo:
ayac huel zo itlan,
quiza in, on tlatohua tlalticpac.
112
Nadie puede estar acaso a su lado,
tener éxito, reinar en la tierra.
113
Icuic in Acolhuacan in Nezahualcoyotzin
ic quitlapaloco in huehue Moteuczomatzin
icuac mococohuaya
114
Canto de Nezahualcóyotl de Acolhuacan
con que saludó a Motecuhzoma el viejo,
cuando estaba éste enfermo
Miradme, he llegado.
Soy blanca flor, soy faisán,
se yergue mi abanico de plumas finas,
soy Nezahualcóyotl.
Las flores se esparcen,
de allá vengo, de Acolhuacan.
Escuchadme, elevaré mi canto,
vengo a alegrar a Motecuhzoma.
¡Tantalilili, papapapa, achala, achala!
115
In ca, ica xi choca, ya in Moteuczoma.
Tic ya ittaca atl, on yan tepetl,
a oncan tic ya ittac in mocococauh,
ti Nezahualcoyotl.
A oncan tlilapan
a oncan amochco,
tocon ya chihua in Mexico.
Nican ye ton tlamaceuh,
a oncan tic ya ittac in mocococauh
ti Nezahualcoyotl.
Cuauhtli in pipitzticac,
ocelotl nanatzca,
Mexico nican,
a oncan tontlatohua Itzcohuatl.
A ic toconpia ye icpetl icpalli yehuan.
Iztac huexotl imapan,
zan tontlatohua.
Acatl iztac imanca, tolin iztac,
chalchihuitl imanca,
Mexico nican.
116
Un coro responde:
Por ellos llora, ¡oh Motecuhzoma!
Estás contemplando el agua y el monte, la ciudad,
allí ya miras a tu enfermo,
¡oh Nezahualcóyotl!
Allí en las oscuras aguas,
en medio del musgo acuático,
haces tu llegada a México.
Aquí tú haces merecimiento,
allí ya miras a tu enfermo.
Tú, Nezahualcóyotl.
El águila grazna,
el ocelote ruge,
aquí es México,
donde tú gobernabas, Itzcóatl.
Por él, tienes tú ahora estera y solio.
Donde hay sauces blancos
sólo tú reinas.
Donde hay blancas cañas,
donde se extiende el agua de jade,
aquí en México.
117
No ayahuitl zan topan mani,
ma quiza ma yectla xochitl,
mamomac on mani, xochimalintoc,
amocuic, in amotlatol.
Tlahuilli xochitl in cueponticac,
in amoxtli imancan,
Mexico nican.
Zan ihuiyan tomatimani,
zan ca iamox, in zan ca itlacuilol itic,
on mani in atloyantepetl in Tenochtitlan.
Quizozohua, ye concuecuepa yehuan,
on tlachia ye yuhcan,
on tlachia yehua ilhuicaatitic.
Xiuhtlaquetzalli ya in mochiuhticac,
zan ilhuicaatlaquetzalli mochiuhticac,
in yehuatl in teotl a conpachotimani in tlalli
ma in ic in ye conapaloa Anahuatl
a in ilhuicaatl.
Chalchiuhxochitl in amomac on mani,
in quetzalhuexotica anca ahuaxpehuitoque in atloyantepetl,
cemanahuac,
on ma oc cemilhuitl.
Ilhuicaatl anquicuilohua,
Anahuatl in tlalli anquicuilohua,
tepilhuan,
Ti Nezahualcoyotl,
ti Moteuczomatzin,
o amech yocox in Ipalnemoani,
o amech yocox,
in tota teotl,
a ilhuicaatl itic.
118
¡Son amigos los príncipes!
La niebla sobre nosotros se extiende,
¡que broten flores preciosas!
¡que permanezcan en vuestras manos!
Son vuestro canto, vuestra palabra.
Flores luminosas abren sus corolas,
donde se extiende el musgo acuático,
aquí en México.
Sin violencia permanece y prospera
en medio de sus libros y pinturas,
existe la ciudad de Tenochtitlan.
Él la extiende y la hace florecer,
él tiene aquí fijos sus ojos,
los tiene fijos en medio del lago.
119
Ni hual acic
Achi nicnonahuiya,
achi niconpactinemi
noyolo in tlalticpac.
Quin ye ni Yoyontzin niez,
ni xochiyeelehuiya
ni xochi cuicui
in can tinemiya.
Ca yuhqui teocuitlatl,
yuhqui cozcatli,
in quetzalin patlahuac,
in ipan ye nicmatia
yectli ya mocuic:
(Romances de los señores de la Nueva España [manus- auh ica nonahuiya.
crito], ff. 3r y v.)
120
He llegado
He llegado aquí,
soy Yoyontzin.
Sólo busco las flores,
sobre la tierra he venido a cortarlas.
Aquí corto ya las flores preciosas,
para mí corto aquellas de la amistad:
son ellas tu ser, oh príncipe,
yo soy Nezahualcóyotl, el señor Yoyontzin.
Ya busco presuroso
mi canto verdadero,
y así también busco
a ti, amigo nuestro.
Existe la reunión:
es ejemplo de amistad.
121
¿Ac in canon itotia,
huehuetitlan,
xopan cala itec?
In ye ni Yoyontzin,
¡ma noyol quimati in!
122
¿Quién es el que baila aquí,
en el lugar de la música,
en la casa de la primavera?
Soy yo, Yoyontzin,
¡ojalá lo disfrute mi corazón!
123
Maquizcueponi
Maquizcueponi
in moxochiuh
chalchimmimilihui
xochiizhuayo in tomac mani
quetzalli ye xochitl
yece tonequimilol
antepilhuan
zan tictotlanehuiya
in tlalticpac.
Ma izquixochitl
ma cacahuaxochitli
neneliuhtimani ye tomac on mani
quetzalli ye xochitl
yece tonequimilol
antepilhuan
zan tictotlanehuiya
in tlalticpac.
Zan nihuallaocoya
zan nitizahuacihui
can on tihui ye ichan
o ayoc hual olotihua
cen tihui oc can on tihui.
ma itquihuan ichan
xochitl, cuicatl
ma ic ninapantihui
teocuitlacacaloxochitl
quetzalizquixochitli
in tomac on mani
o ayoc hual olotihua
cen tihui oc can on tihui.
124
Como joyeles se muestran
Flores preciosas
cual flores de cacao
que se entretejan en nuestras manos
flores maravillosas
son ellas nuestro atavío
vosotros, príncipes, prestadas tan solo
las tenemos en la tierra.
Sólo me entristezco
con color de tiza palidezco
allá en su casa
de allí no hay regreso
nadie vuelve de allá
una sola vez vamos.
125
De Cuacuauhtzin de Tepechpan
Zan nicuicanentlamati
zan nicuicayeyecohua
in tlaticpac
ni Cuacuauhtzin.
Ninonconequi xochitl
zan noma conmani
in ninentlamati.
Mochalchiuhteponaz
in moxiuhquecholquiquiz
yuh tocon ya pitza
zan ye ti Yoyontzin.
In o ya hualacic
on ya moquetza
in cuicanitl.
Cuel zan xonahuiyacan
ma ya hualmoquetza
a inyollo in cocohua
in o ya hualacic
on ya moquetza
in cuicanitl.
In ma moyollo motoma
(Romances de los señores de la Nueva España [manus- in ma ya moyollo acotinemi
crito], ff. 26r-27v.) tinechcocolia
126
De Cuacuauhtzin de Tepechpan
Tu atabal de jades
tu caracol rojo y azul
así los haces sonar,
tú Yoyontzin [Nezahualcóyotl],
ya ha llegado,
ya se yergue el cantor.
Por poco tiempo alegraos,
vengan a presentarse aquí,
los que tienen triste el corazón…
Yo me voy a su casa,
pereceré.
Acaso por mí tú tengas que llorar,
por mí tengas que afligirte,
tú, amigo mío,
pero ya me voy a su casa.
Sólo esto dice mi corazón
no volveré una vez más,
jamás volveré a salir sobre la tierra,
yo ya me voy, ya me voy a su casa.
127
tinechmiquitlani
in nonoya ye ichan
ninopolihui.
Ac azo yo oc ic
noca xihualchoca
noca xihualicnotlamati
zan tinocniuh
zan ye niyauh zan ye niyauh ye ichan.
Zan quitohua noyollo
ayoc ceppa ye nihuitz
ayoc ceppa niquizaquiuh in yece in tlalticpac
zan ye niyauh zan ye niyauh ye ichan.
128
F uentes documentales y bibliográficas
Documentos
129
Códice Xólotl, 2 v., edición de Charles E. Dibble, México, Universidad Nacional Autónoma
de México, segunda edición, 1980.
Romances de los señores de la Nueva España [manuscrito], Colección Latinoamericana de la
Biblioteca de la Universidad de Texas en Austin.
Tira de Tepechpan. Códice colonial procedente del Valle de México, 2 v., Xavier Noguez (edi-
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Editor, 1874.
Alva Ixtlilxóchitl, Fernando de, Obras históricas, edición de Alfredo Chavero, 2 v. México,
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130
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Vigil, José María, Nezahualcóyotl, el rey poeta, prólogo de F. Deán, México, Biblioteca Mínima Mexicana, 1957.
_______, Nezahualcóyotl, nueva edición preparada por Ernesto Lemoine, México, Gobierno del Estado de México, 1972.
Nezahualcóyotl. Arquitecto, filósofo y poeta,
de Miguel León-Portilla, se terminó de imprimir en diciembre
de 2016, en los talleres gráficos de XXXXX XXXXX XXXXXX
XXXXX XXXXXXXX. El tiraje consta de XXXX ejemplares.
Para la formación se utilizaron tipos de las familias Scala y
Scala Sans, diseñada por Martin Majoor para la fundidora
FontFont. Cuidado de la edición: Ada Villanueva Ramírez,
Juan José Salazar Embarcadero y el autor. Editor responsable:
Juan José Salazar Embarcadero.