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Leer para lograr en grande

COLECIÓN MAYOR
Patrimonio Natural y Cultural
Miguel León-Portilla

N ezahualcóyot l
Arquitecto, filósofo y poeta
Eruviel Ávila Villegas
Gobernador Constitucional

Ana Lilia Herrera Anzaldo


Secretaria de Educación

Consejo Editorial: José Sergio Manzur Quiroga, Ana Lilia Herrera Anzaldo,
Joaquín Castillo Torres, Eduardo Gasca Pliego,
Luis Alejandro Echegaray Suárez
Comité Técnico: Alfonso Sánchez Arteche, Félix Suárez,
Marco Aurelio Chávez Maya
Secretario Técnico: Ismael Ordóñez Mancilla

Nezahualcóyotl. Arquitecto, filósofo y poeta


Primera edición: Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México. 2016

DR © Gobierno del Estado de México


Palacio del Poder Ejecutivo
Lerdo poniente núm. 300,
colonia Centro, C.P. 50000,
Toluca de Lerdo, Estado de México

DR © Miguel León-Portilla

ISBN: 978-607-495-553-8

Autorización del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal


Núm. CE: 205/01/60/16

Impreso en México / Printed in Mexico

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra –incluyendo las características técnicas, diseño
de interiores y portada– por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía, el tratamiento
informático y la grabación, sin la autori­zación previa del Gobierno del Estado de México, a través del Consejo
Editorial de la Administración Pública Estatal.
Índice

9 Agradecimientos
11 Introducción

17 I . La vida de Ne zah u alcóyotl


19 Los años de peligro y actuación de Nezahualcóyotl,
según los testimonios indígenas

35 I I . LA G U ERRA D E LI BERA C I Ó N D E TEZ C O C O


37 Consecuencias de la victoria sobre Azcapotzalco
39 Nezahualcóyotl como estadista
43 Una dolorosa caída moral de Nezahualcóyotl

4 9 I I I . A ctu ación de N e zah u alcóyotl como


arqu itecto e ingeniero
53 Paisaje y arquitectura
54 Otras obras: templos y palacios

57 I V. A cercándose a s u fin

59 V. El pensamiento filosófico de N e zahualcóyotl


68 El tiempo de su composición
68 En familia hasta el final de su vida

73 VI . EL PO ETA
73 Poemas y cantos de Nezahualcóyotl
74
In chololiztli icuic / Canto de la huida
78
Ma zan moquetzacan / Poneos de pie
80 Xopan cuicatl / Canto de primavera
82
Xon ahuiyacan / Alegraos
84 Ye nonnocuiltonohua / Soy rico
86 Zan yehuan / Solamente él
88 Nitlayocoya / Estoy triste
90 Niquitoa / Yo lo pregunto
92 Zan nic caqui itopyo... / Percibo lo secreto...
96 Nihuinti... / Estoy embriagado...
98 ¿Can nelpa tonyazque? / ¿A dónde iremos?
100 Ca tlamati noyollo / Lo comprende mi corazón
102 Ah tlamiz noxochiuh... / No acabarán mis flores...
104 Xochitica tontlatlacuilohua... / Con flores escribes...
106 In ilhuicatl iitec... / En el interior del cielo...
108 ¿Zan te, te ye nelli? / ¿Eres tú verdadero...?
110 Acan huel... / No en parte alguna...
114 Icuic in Acolhuacan in Nezahualcoyotzin ic quitlapaloco in huehue
Moteuczomatzin icuac mococohuaya /
Canto de Nezahualcóyotl de Acolhuacan con que saludó a
Motecuhzoma el viejo, cuando estaba éste enfermo
120 Ni hual acic / He llegado
124 Maquizcueponi / Como joyeles se muestran
126 De Cuacuauhtzin de Tepechpan / De Cuacuauhtzin de Tepechpan

129 Fuentes doc u mentales y bibliográficas


Agradecimientos
Quiero dejar constancia de mi amistad con los distinguidos tezcocanos, la maestra Delfi-
na Guzmán Álvarez, Alejandro Contla y su señora Martha, también maestra. Igualmen-
te, agradezco al maestro en estudios mesoamericanos Juan Carlos Torres López las varias
formas de auxilio que me ha proporcionado en la edición de este libro, y otro tanto digo
de la señora Leticia García Hernández, eficiente colaboradora que ha transcrito esmerada-
mente este texto. Finalmente, expreso mi reconocimiento al editor de esta obra, Juan José
Salazar Embarcadero. Toda aportación, y más aún de carácter humanístico, es imposible
lograrla sin ayuda de otros. Con este testimonio dejo constancia de ello.
Introducción

E
n este libro se reúnen testimonios indígenas acerca de la vida y de la obra de Ne-
zahualcóyotl. Puede afirmarse que convergen aquí palabras, signos jeroglíficos y
pinturas de códices que integran la visión indígena de quienes conocieron a la per-
sona y la obra del sabio señor de Tezcoco. Para valorar mejor lo que significa acercarse a él
a través de la palabra y la imagen que nos ofrecen los códices y los textos nahuas, acudire-
mos a ellos. Eran éstos, en opinión de los antiguos nahuas, el mejor de los caminos para
conocer su historia y su cultura.
Tanto apreciaban los tezcocanos los códices o libros de pinturas con caracteres, que
compusieron cantos y poemas que los exaltan. Uno de ellos dice:

Allí perduran, maravillosas,


en Acolhuacan-Tezcoco,
las pinturas preciosas,
en el interior de la casa de los libros;
allá está la flor del cacao,
la flor del corazón.1

Varios son los cronistas nahuas y españoles del siglo xvi que una y otra vez aluden a
las amoxcalli, las casas de los libros y las pinturas. Así, el cronista Juan Bautista Pomar re-
fiere que en Tezcoco, el señor Nezahualpilli tenía en sus casas “un gran aposento que era
el archivo real de sus padres, en que estaban pintadas todas sus cosas antiguas”.2 Y, aun-
que el mismo cronista añade que esas pinturas habían sido quemadas al ocurrir la con-
quista, reconoce que unas pocas perduraron escondidas, como en el caso de don Carlos
Ometochtin, hijo de Nezahualpilli, que pudo conservarlas.3
Tales quemas y destrucciones, tanto en el caso de Tezcoco como de Tenochtitlan, no
suprimieron por completo ni a los antiguos códices ni a las tradiciones y relatos históri-
Miguel León-Portilla, 2011, p. 219.
1

Juan Bautista Pomar en Ángel María Garibay,


2 cos que mantuvieron algunos ancianos y sabios. Con apoyo en esos testimonios, ­pudieron
1964, p.153. pintarse otros códices que con el paso de los siglos se convirtieron en fuentes para el es-
Loc. cit.
3
tudio del pasado indígena.

11
L os códices tezcocanos

Y volviendo al caso de Tezcoco, consta que son varios los códices y los textos en lengua ná-
huatl que, por diversos caminos, han llegado hasta nosotros. Son el mejor de los medios
para acercarnos al sabio gobernante Nezahualcóyotl que vivió en el siglo xv. Baste con
mencionar al menos los títulos con los que se conocen algunos de tales manuscritos: Có­
dice Xólotl, Mapa o Códice Tlotzin, Mapa Quinatzin, Tira de Tepechpan, Códice en Cruz, así
como los Anales de Cuauhtitlán y las Relaciones del descendiente de la nobleza tezcocana
Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, y otros más.

Tizayocan
Tollan

Tzompanco

Teotihuacan

Acolman
Cuauhtitlan Cuauhchinanco
Tepechpan
Ehecatepec
TEZCOCO
AZCAPOTZALCO

Tlacopan Tlatelolco
TENOCHTITLAN
Chapultepec

Coyohuacan Culhuacan

Cuitlahuac Tlaxcallan
Xochimilco
Chalco
Chimalpan

Huexotzinco

Cholollan

Tecamachalco

El Valle de México en el siglo xv. Imagen a partir


del dibujo de Alberto Beltrán.

12
En cuanto a los códices que se conservan, son copias realizadas en el siglo xvi de los más
antiguos manuscritos, es decir, los de origen prehispánico. El Códice Xólotl, por ejemplo, da
cuenta de la entrada de Xólotl, el caudillo chichimeca, en el Valle de México, hasta el reinado de
Nezahualcóyotl. Tanto éste como los códices Tlotzin, Quinatzin, En Cruz y Tepechpan nos per-
miten conocer, más allá de fantasías, la vida y la obra de Nezahualcóyotl. Incluso, permiten acer-
carnos a lo que él conoció sobre la historia de lo que fue su reino, el de Acolhuacan-Tezcoco.
Otros códices más certifican que el señor tezcocano, como todos los miembros de los
pipiltin o nobles, concurrió a un calmécac o escuela de estudios superiores, el de Tezcoco,
donde, según otras fuentes, entre ellas el Códice Florentino, se enseñaba a los estudiantes
los teocuícatl o cantos divinos, los xiuhámatl, libros de años, junto con el tecpillahtolli, len-
guaje noble y cuidadoso, en fin, lo más elevado de la herencia cultural prehispánica.
A diferencia de la mayoría de quienes se han ocupado de la vida y de la obra de Ne-
zahualcóyotl situándolo en su propio presente, pero desentendiéndose, casi siempre, de lo
que fue su pasado histórico y cultural, interesa aquí aproximarnos, hasta donde es posible,
a la conciencia que tuvo de la historia de su pueblo, que era la de él mismo.
El propósito es conocer y valorar lo que pudo saber acerca del escenario en el que le
tocó nacer y cuál era la situación cultural y política antes de que viniera al mundo.

Lo que pudo saber N ezahualcóyotl

En esos códices o libros de pinturas y caracteres y en las tradiciones y relatos que le trasmi-
tieron en el calmécac, el joven Nezahualcóyotl, sobre todo durante los años de su temprana
juventud al lado de su padre, es decir, entre 1402 y 1418, supo que desde tiempo atrás exis-
tía una gran rivalidad entre el reino de Tezcoco y el vecino de Azcapotzalco. En tanto que
su padre, Ixtlilxóchitl, era señor de la tierra en que el propio Nezahualcóyotl había nacido,
otro pueblo, los tepanecas, se habían enseñoreado en la región de Azcapotzalco y busca-
ban imponerse en todo el Valle de México.
El Códice Xólotl narra la historia tezcocana a partir de la entrada del caudillo Xólotl
hasta el tiempo de la propia vida de Nezahualcóyotl. Si en ese códice se muestra que el so-
berano de Tezcoco, el padre de Nezahualcóyotl, Ixtlilxóchitl I, había ganado varias batallas
a sus enemigos, los tepanecas, también se ilustra con pinturas cómo, al final, fue derro-
tado y asesinado.
Gracias a esa historia que los tezcocanos tuvieran por suya, pudo darse cuenta el jo-
ven Nezahualcóyotl de que su padre, su abuelo y sus antepasados, hasta llegar a Xólotl,
que había vivido durante el siglo xiii, desplegaron una decidida voluntad no sólo para im-
poner su autoridad en el Valle de México, sino también para mejorar las condiciones de
vida de su pueblo. Enterados, como estaban, de lo que había sido el esplendor de los tolte-
cas, y algunos de ellos que perduraban en el señorío de Culhuacan, habían decidido hacer
también suya esa herencia cultural.

13
Así, Nezahualcóyotl pudo conocer, a través de los antiguos prototipos de los referi-
dos códices, el largo proceso de asimilación de las creaciones toltecas, transformando su
antigua forma de vida, propia de los nómadas chichimecas. Lo primero que ocurrió fue
que, con algunos culhuacanos, los señores Nopaltzin y Tlotzin, hijo y nieto de Xólotl,
habían comenzado a transformar su existencia. De los toltecas aprendieron otras for-
mas de culto religioso, tuvieron mejor indumentaria y alimentación y, en suma, condi-
ciones de vida más convenientes. Y más tarde, en tiempos ya de otro tlatoani o supremo
gobernante, el llamado Quinatzin, habían aceptado, aunque con oposición de algunos,
la agricultura.
También supo cómo en la ciudad de Tezcoco habían recibido a algunos sabios
­procedentes de la Mixteca que les enseñaron el arte de los libros de pinturas con caracte-
res. Asimismo, de tiempos más cercanos ya, cuando reinó el señor Techotlala, padre de
Ixtlil­xóchitl, se enteró Nezahualcóyotl de que entonces esos ancestros suyos chichimecas,
­dándose cuenta de que el náhuatl había sido y seguía siendo en varios lugares la lengua
más ampliamente utilizada y transmisora de cultura, comenzaron a enseñarla a los des-
cendientes de los antiguos chichimecas.
Supo así el joven Nezahualcóyotl que, en ese largo proceso de más de un siglo y me-
dio, los chichimecas participaron en lo que había sido el esplendor de la cultura tolteca fo-
mentada por Quetzalcóatl, según decían las tradiciones.
Debemos recordar ahora que en Mesoamérica existía ya una arraigada tradición his-
tórica que, según lo muestran los códices mixtecos, abarcaba hasta el siglo vii y, en el caso
de las estelas mayas, hasta muy cerca de los principios de la era cristiana. Podemos pensar
que, gracias al antiguo legado cultural, los tezcocanos tenían noticia tanto de la metrópo-
li tolteca como de la mucho más antigua Teotihuacan. Todo esto, sin exageración alguna,
debió conocerlo el joven Nezahualcóyotl.
Más aún, enterado de las tensiones políticas y antagónicas con el reino de Azcapot-
zalco, pudo conocer la trayectoria cultural y política de los tepanecas. Estos se preciaban de
su origen chichimeca mezclados, como verosímilmente fue, con gentes de origen otomí y
también habían asimilado elementos y rasgos de la antigua cultura tolteca.
Asimismo, con apoyo en los antiguos testimonios, la conciencia histórica de Neza-
hualcóyotl lo había llevado a enterarse de que, además de su propio reino de Acolhuacan-
Tezcoco y del otro de los tepanecas en Azcapotzalco, existía la presencia de otras gentes
que vinieron del norte y se establecieron en una isla en medio de los lagos y se nombra-
ban a sí mismas mexicas.
Dada la estrecha convivencia de los tezcocanos con los mexicas, casi seguramente
Nezahualcóyotl conoció lo que relataban ellos acerca de su venida de un lugar llamado
Aztlan-Chicomóztoc, de donde salieron obedeciendo la palabra de su dios. Éste les había
ofrecido un lugar predestinado en una isla en medio de los lagos. Nezahualcóyotl proba-
blemente supo que los mismos mexicas habían dicho antes de llegar a esa isla que:

14
El linaje de Nezahualcóyotl; arriba: Tlotzin; en la
segunda fila: Quinatzin, tercera fila: Ixtlilxóchitl;
cuarta fila: Nezahualcóyotl y varios artistas; sexta
fila: Nezahualpilli. Códice Tlotzin, lámina II.
D. R. ©Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

ya existía señorío en Azcapotzalco,


Coatlinchan, Culhuacan.
Pero no existía todavía México.
Aún había allí tulares y carrizales donde ahora es México.4

Con los mexicas, los tezcocanos mantenían buena relación y, en el caso de Nezahual-
cóyotl, esa relación fue más estrecha, ya que su madre era hija del antiguo soberano mexi-
ca Huitzilíhuitl. Así, Motecuzoma Ilhuicamina venía a ser cercano pariente suyo.
Y aunque el señor Tezozómoc de Azcapotzalco también tenía parentesco con Neza-
hualcóyotl, sus ambiciones políticas estaban por encima de todo, empeñado en dominar
en plenitud el Valle de México.
En cuanto al otro señorío o reino situado al sur en el mismo Valle de México, el llama­
do Colhuacán o Culhuacán, es seguro que Nezahualcóyotl sabía cómo se había iniciado
y desarrollado con el paso de los años. Conocedor de la antigua grandeza de los toltecas,
tenía la certeza de que Culhuacán había sido fundado por gentes de ese mismo origen.
4
Códice Matritense de la Real Academia de la His­ Y probablemente estaba enterado de que en torno a Culhuacán habían prosperado otros
toria, 1907, vol. 8, p. 196. grupos nahuas como los de Xochimilco, Cuitláhuac, Mixquic y Coyoacán. Más aún, tenía

15
noticia de que gentes de Culhuacán habían establecido contacto con ancestros de él mis-
mo, en particular de Tlotzin, a quien acercaron a la antigua cultura. Muy probable es que
Nezahualcóyotl tuviera noticia de la historia de Culhuacán, al menos en parte, según se
Códice Xólotl, lámina 8. De ésta y otras láminas del
refiere en el Memorial breve acerca de la fundación de la ciudad de Culhuacán, que muchos
mismo códice proceden la mayoría de las escenas
años más tarde puso por escrito el cronista Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin. que ilustran el presente capítulo.
De esta suerte, Nezahualcóyotl tenía ya un marco de referencia en el que podía situar, D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
en primer lugar, a Tezcoco y, luego, a Azcapotzalco, Tenochtitlan y Culhuacán. Mexicana / Raíces

16
I. La vida de Nezahualcóyotl

N
ezahualcóyotl nació en el año 1-Tochtli, es decir, 1-Conejo, equivalente a 1402. Su
infancia transcurrió en compañía de su padre Ixtlilxóchitl y de su madre Matla-
cihuatzin. De ello informan tanto el Códice Xólotl como el Códice en Cruz, y tam-
bién el códice mexica conocido como Azcatitlan.
Conocedor de la situación que prevalecía, continuó su vida hasta que, en el año 7-Téc-
patl, equivalente a 1418, escondido en un árbol capulín, presenció el asesinato de su pa-
dre. El cronista tezcocano Fernando de Alva Ixtlilxóchitl conserva las palabras que el padre
de Nezahualcóyotl dirigió a su hijo en tal circunstancia, poco antes de morir. Entre otras
cosas, le dijo:

Hijo mío muy amado, brazo de león, Nezahualcóyotl. ¿A dónde te tengo de llevar que haya al-
gún deudo o pariente que te salga a recibir? Aquí ha de ser el último día de mis desdichas, y
me es fuerza el partir de esta vida; lo que te encargo y ruego es, que no desampares a tus súb-
ditos y vasallos, ni eches en olvido de que eres chichimeca, recobrando tu imperio, que tan
injustamente Tezozómoc te tiraniza, y vengues la muerte de tu afligido padre; y que has de
ejercitar el arco y las flechas; sólo resta que te escondas entre estas arboledas porque no con
tu muerte inocente se acabe en ti el imperio tan antiguo de tus antepasados.5

A partir de la muerte de su padre, Nezahualcóyotl tuvo una existencia un tanto erran-


te. Siendo ya un poco mayor, buscó la forma de rescatar su reino, que había caído en po-
der de Tezozómoc de Azcapotzalco.
La presente biografía de Nezahualcóyotl se enriquece con más de 20 pinturas con
signos glíficos del Códice Xólotl. En estas pinturas se contempla lo que fue el nacimiento
y la vida errante de Nezahualcóyotl, durante la cual estuvo varias veces en peligro.
Gracias a que el cronista tezcocano Fernando de Alva Ixtlilxóchitl estudió el Códice
Xólotl, podemos conjugar aquí estas dos fuentes citando en cada caso, junto con la corres-
pondiente pintura, el comentario del propio Alva Ixtlilxóchitl. De este modo, la siguiente
parte de nuestro libro viene a ser un testimonio no ya de quien esto escribe, sino de dos
indígenas: Alva Ixtlilxóchitl, quien comenta, y el tlacuilo o pintor, si es que fue uno, o los
pintores, si es que fueron varios, a quienes debemos el Códice Xólotl.
A la presentación de estos testimonios, que son los más directos que tenemos al al-
Alva Ixtlilxóchitl, 1977, p. 48.
5 cance, se dedica el amplio espacio que requieren.

17
Los tlahtoque de Tezcoco. Primeros memoriales.
Códice­ Matritense de la Real Academia de la His­toria,
f. 52v. Detalle.
D. R. ©Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

18
L osaños de peligro y actuación de N ezahualcóyotl ,
según los testimonios indígenas

A continuación se ofrecen las imágenes del Códice Xólotl con los comentarios de Fernan-
do de Alva Ixtlilxóchitl.

Ixtlilxúchitl Ome Toxtli, primero de este nombre, casó con Matlaltzihuatzin, hija de Hui-
zilíhuitl, segundo señor de México y sexto rey de Culhuacan. Tuvo en esta señora dos hi-
jos; el primero, sucesor de los reinos y señoríos, fue el gran Nezahualcóyotl, y la segunda
fue hembra, llamada Tozquentzin, como la abuela (escena 1).6

Linaje de Nezahualcóyotl. Al centro Nezahualcóyotl


hijo de Ixtlilxóchitl y Matlaltzihuatl.
Escena 1. Códice Xólotl, lámina 6 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

Ixtlilxóchitl, viéndose ya cercano a la muerte, y que le era fuerza el venir a las manos con
sus enemigos, les dijo a los pocos de sus soldados que allí estaban con él, que procurasen
escaparse con las vidas, que él no podía hacer menos sino morir hecho pedazos en manos
de sus enemigos, y luego llamó al príncipe y le dijo con muy sentidas y tiernas palabras:
“hijo mío muy amado, brazo de león, Nezahualcóyotl, ¿a dónde te tengo de llevar que haya
algún deudo o pariente que te salga a recibir? Aquí ha de ser el último día de mis desdi-
6
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, p. 403. chas, y me es fuerza el partir de esta vida; lo que te encargo y ruego es, que no desampares

19
a tus súbditos y vasallos, ni eches en olvido de que eres chichimeca, recobrando tu im­
perio, que tan injustamente Tezozómoc te tiraniza, y vengues la muerte de tu afligido
padre; y que has de ejercitar el arco y las flechas; sólo resta que te escondas entre estas ar-
boledas porque no con tu muerte inocente se acabe en ti el imperio tan antiguo de tus an-
tepasados”. Fueron tantas las lágrimas que los ojos vertían de hijo y padre, que de ninguna
manera pudieron hablarse más, y habiéndose abrazado tiernamente, el príncipe se apartó
de su padre y se fue a un árbol muy copado, dentro de cuyas ramas se estuvo allí escondi-
do, y desde donde vido el fin y desastrada muerte de su padre (escena 2).7

Nezahualcóyotl presencia, escondido, el asesinato


de su padre Ixtlilxóchitl.
Escena 2. Códice Xólotl, lámina 7 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

La segunda diligencia que puso por obra fue mandar juntar toda la gente principal y plebe
de todas las repúblicas y de todas las ciudades, pueblos y lugares que eran del patrimonio
del imperio, en un llano que está entre la ciudad de Tezcuco y pueblo de Tepe­tlaoztoc, y su-
biéndose encima de un cu y templo (que estaba en medio del llano referido), un capitán a
voces les dijo en ambas lenguas chichimeca y tolteca (que generalmente en aquel tiempo
corría en todo el imperio), que desde aquel día en adelante reconociesen por su empera­
dor y supremo Señor a Tezozómoc, rey de los tepanecas, y a él acudiesen con todas las ren-
tas y tributos pertenecientes a el imperio, y no a otra provincia, pena de la vida; y que si
hallasen al príncipe Nezahualcoyotzin, lo prendiesen y llevasen vivo o muerto a la presen-
cia de Tezozómoc su señor, que él premiaría a los que tal servicio le hiciesen (escena 3).8

Adelantóse Nezahualcoyotzin, dejando atrás a sus criados, para que no fuera conocido de 7
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 48.
sus enemigos, y yendo por unos campos de Chalco, entre unos magueyes, vio a una mujer 8
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 50-51.

20
Nezahualcóyotl escucha, escondido, las nuevas dis-
posiciones de los tepanecas.
Escena 3. Códice Xólotl, lámina 8 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología Me­
xicana / Raíces

llamada Zitlamiyauh, que por su desvergüenza y poca caridad hay memoria de ella en las
historias, que estaba cogiendo aguamiel; y como el príncipe iba con sed y por allí no se podía
hallar agua, sino en poblado, pidió a esta mujer que le diese un poco de aguamiel, [diciéndo-
le] que tenía sed; ella de puro miserable y de poca caridad no se la quiso dar, antes comenzó
a dar voces y apellidar para que prendiesen a Nezahualcoyotzin que allí estaba. Viendo Neza-
hualcoyotzin esto, la rogó que callase [diciéndole] que si no quería darle lo que le pedía, con
decir que no, estaba acabado, sin apellidar a nadie pues no le haría fuerza [alguna o violen-
cia]. Ella porfió, y viendo esto Nezahualcoyotzin, sacó su macana y cortóle la cabeza, porque
no le convenía otra cosa, pues antes estaba entre tantos enemigos suyos (escena 4).9

El tirano Tezozómoc soñó una madrugada, cuando por el oriente salía la estrella del alba,
que al príncipe Nezahualcoyotzin veía transformarse en figura de águila real y que le des-
garraba y comía a pedazos el corazón; y otra vez se transformaba en tigre, que con unas
uñas y dientes le despedazaba los pies; se metía dentro de las aguas, y lo mismo hacía
dentro de las montañas y sierras convirtiéndose en corazón de ellas; con lo cual desper-
tó espantado, despavorido, y con cuidado, y así hizo llamar luego a sus adivinos para que
le declarasen este sueño. Los cuales le respondieron que significaba el águila real que le
despedazaba y le comía el corazón, que el príncipe Nezahualcoyotzin le había de destruir
9
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit. t. I, p. 346. su casa y linaje; y lo del tigre, que había de destruir y asolar la ciudad de Azcaputzalco con

21
Nezahualcóyotl da muerte a una anciana que inten-
tó delatarlo.
Escena 4. Códice Xólotl, lámina 8 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

todo su reino, y que había de recobrar el imperio que le tenía tiranizado, y ser señor de él:
que eso significaba el convertirse en corazón de las aguas, tierras y montañas. Habiendo
oído Tezozómoc la declara­ción de su sueño, les pidió le diesen su consejo, para que pu-
diese con tiempo remediarlo; los cuales le respondieron, que no hallaban otro sino ma-
tarlo (escena 5).10

Y así el día siguiente por la madrugada al salir el lucero llamado Nahuiolin, entre los se-
ñores que vinieron a ellas [las exequias] llegó Nezahualcoyotzin con su sobrino Tzonte-
chochatzin, y dio el pésame de la muerte de Tezozómoc a sus tres hijos, y a los señores­
mexicanos y demás caballeros de aquel linaje, y se sentó entre ellos asistiendo a las exe-
quias funerales, y otros ritos y ceremonias que los sacerdotes de los ídolos hacían hasta
quemar el cuerpo. Tayatzin, que muy en la memoria tenía escrito lo que su padre había 10
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 54.

22
Tezozómoc relata su sueño a sus hijos.
Escena 5. Códice Xólotl, lámina 8 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

Nezahualcóyotl presenta sus respetos durante las


exequias de la muerte de Tezozómoc.
Escena 6. Códice Xólotl, lámina 8 (fragmento). dejado encargado acerca de matar a Nezahualcoyotzin, de secreto, lo recordó a su hermano­
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología Maxtla, el cual le respondió que lo dejara por entonces, que no se alborotase, que tiempo
Mexicana / Raíces habría para hacerlo, pues en aquella sazón sólo se trataba de las honras y exequias de su

23
padre, en donde asistían tantos señores y gente ilustre; que parecía muy mal que estan-
do todos tristes y conflictos por la muerte de su padre, matar a otro fuera de tiempo y sin
son, por lo cual no se ejecutó lo que Tezozómoc dejó ordenado, y Nezahualcoyotzin fue
avisado de su primo Motecuhzoma lo que se había tratado contra él; por lo cual, así como
fue quemado el cuerpo de Tezozómoc y colocadas sus cenizas en el templo mayor de la
­ciudad de Azcaputzalco, según el modo de los mexicanos, Nezahualcoyotzin se volvió a
la ciu­dad de Tetzcuco (escena 6).11

[Nezahualcóyotl] se determinó de ir a ver al tirano, y pedirle de merced soltase a su tío, y


le perdonase si en algo le había ofendido; lo cual puso por obra llevando consigo a Tzon-
techochatzin, y asimismo de vuelta ver a su tío si otra cosa no alcanzaba. El cual llegó a
la ciudad de Azcaputzalco ya noche, y se fue derecho a casa de un caballero llamado Cha-
cha que era camarero del emperador Maxtla, a quien dijo cómo venía a besarle la mano al
gran señor: respondióle que fuese muy bien venido, que por la mañana le llevaría, y daría
orden de que le viese; y así amanecido que fue, lo llevó a palacio y lo metió allá dentro de
los cuartos en donde asistía Maxtla (escena 7).12

Nezahualcóyotl se entrevista con Chacha, camarero­


del emperador Maxtla.
Escena 7. Códice Xólotl, lámina 8 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

Fue Nezahualcoyotzin a Tenuchtitlan a ver a su tío, el cual halló en la cárcel y enjaulado,


más para la muerte que para otra cosa ninguna, flaco y en los puros huesos y muerto de
hambre: presentóles las insignias que los reyes llevan, a la viveza lloró con él y le consoló, y 11
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 55.
pidió a su sobrino que le diera algo que comer, porque estaba muerto de hambre (escena 8). 12
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 58.

24
Nezahualcóyotl visita a su tío Chimalpopoca en
prisión.
Escena 8. Códice Xólotl, lámina 8 (fragmento).
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Nezahualcoyotzin, viendo que en la ciudad había mucho cuidado de lo que hacían, acordó
salirse hacia el Peñol, en un lugar donde estaba una sementera del rey Chimalpopoca, que
se dice Tetepetzin, y allí pidió a algún caballero le diese alguna cosa para el rey su tío; y allí
le dieron ciertos regalos, y volvióse hacia la ciudad para dárselos a su tío, el cual, cuando lle-
gó, estaba ya muy al cabo, demás de la hambre, de pena, que un sobrino de Maxtla, llamado
Tilmatzin, hermano natural de Nezahualcoyotzin, le vino a ver en el ínter que no estaba allí
Nezahualcoyotzin, y le había dicho todo lo que le había ordenado el tirano Maxtla; y así se lo
dijo Chimalpopoca a su sobrino, diciéndole: que mirase por su persona y vasallos, deudos y

Nezahualcóyotl pide comida para su tío


Chimalpopoca.
Escena 9. Códice Xólotl, lámina 8 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

25
amigos, que no les desamparase, porque el tirano tenía ordenado de quitarle la vida, y a Tla-
cateotzin, señor de Tlatelulco; y que no había de haber rey, ni señor de las naciones acolhuas
ni mexicanos; que todo había de estar sujeto debajo del dominio de la corte y monarquía te-
paneca; que a los más principales de ella les había de quitar la vida; y que él, como bien lo
veía, no tenía remedio; que todo cumpliese como quien era, todo lo que su padre Ixtlilxúchitl
le había mandado, no desamparando a sus deudos los señores de México, que les ayudase
y les favoreciese en todo, comunicando siempre sus cosas con su hijo Moctezuma y su her-
mano Izcóhuatl. A todo lo cual respondió Nezahualcoyotzin, que así lo haría y cumpliría lo
que su padre le había dejado mandado y él le rogaba, y luego expiró (escena 9).13 13
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I. p. 357.

Arriba. Nezahualcóyotl lleva un presente a Maxtla.


Abajo. Un grupo de soldados prepara una embos-
cada a Nezahualcóyotl.
Escena 10. Códice Xólotl, lámina 8 (fragmento).
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Mexicana / Raíces

26
Y yendo a su presencia, le volvió el rostro y no le quiso hablar, y Nezahualcoyotzin vido que
allí en un estrado estaba con las damas y concubinas de su tío el rey Chimalpopoca, las
cuales se decían la una de ellas Quetzalmalin y la otra Pochtlampa; y dándole Nezahualco-
yotzin al rey unos ramilletes de flores en las manos, no los admitió; y así los puso delante
de él, y hablando con él, no le respondió. Visto esto, Nezahualcoyotzin se salió, y Chacha
el recamarero le dijo en secreto cómo el rey su señor había mandado matarle, y aquella
gente armada que había visto en el patio, la acababa de despachar para el efecto; que pro-
curase de salirse y escapar con la vida, si hubiese lugar; y así Nezahualcoyotzin se salió
por un postigo, que entraba a unos jardines que el rey tenía dentro de su palacio, y se fue
a una sala grande que el techo tenía de paja, y a Xiconocatzin que era el que había veni-
do a acompañarle a la ciudad de Tetzcuco, le mandó que se pusiese a la puerta, y mira­se si
­parecía alguno mientras él se escapaba y salía, y que si viniesen a buscarle, dijese que ha-
bía salido fuera a cierta necesidad que se le había ofrecido, y que si pudiese escapar, que
cerca de Tlatelulco le aguardaba. Y así desbaratando el techo de la sala en la parte que vido
más conveniente se salió por allí, y se fue huyendo a la parte referida (escena 10).14

Nezahualcoyotzin le dijo a su hermano llegase en casa de aquel caballero mayordomo del tira-
no, y pidiese alguna cosa para comer, y que no le dijese que iba allí, sino que antes se pusiese
por delante de la puerta de la cocina, que caía a la calle, porque no le viese nadie de sus cria-
dos que era forzoso pasar por allí. En el entretanto que estaba su hermano pidiendo la comida
parado en la puerta, pasó Nezahualcóyotl y se fue al lugar donde estaban sus remeros, y luego
le fue a alcanzar su hermano y se embarcaron y fueron aquella hora a Tezcuco (escena 11).15

Nezahualcóyotl se embarca rumbo a Tezcoco.


Escena 11. Códice Xólotl, lámina 8 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

[Nezahualcóyotl] estaba jugando a esta sazón cuando vieron venir la turbamulta de sus ene-
migos. Nezahualcoyotzin mandó a Coyohuatzin, su criado, con otros caballeros los fueran­a
recibir, y Nezahualcoyotzin se entró dentro de sus palacios, y en la puerta de la sala real es-
tuvo aguardando a los enemigos, los cuales antes de llegar se repartieron por toda la ciudad,
14
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, pp. 60-61. cada uno yendo hacia la parte que traían concertado de aguardar a Nezahual­coyotzin. Coyo-
15
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, p. 359. huatzin les dijo, que entrasen dentro del palacio, que allá estaba Nezahualcoyo­tzin aguardán-
16
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, p. 361. doles, para que descansasen, que para todo había lugar (escena 12).16

27
Soldados tepanecas llegan a aprehender a Neza-
hualcóyotl mientras juega a la pelota.
Escena 12. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
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Y así se fueron a palacio, y a la puerta de la sala les salió a recibir Nezahualcoyotzin, y dándo-
les la bienvenida, les mandó aposentar en otra sala frontera de la en que él estaba […] llegó el
caballero Coyohuatzin, que estaba a la mira aguardando la ocasión, a hacer lo que su Señor le
había mandado, y así como llegó echó en el bracero incienso y copal, que era uso y costumbre,
donde estaban los reyes y señores, cada vez que los criados entraban, con mucha reverencia
y acatamiento echaban zahumerio en el bracero, que de ordinario estaban dos en la sala, uno
hacia la mano derecha y otro hacia la izquierda de los asientos, y así como con el humo de este
perfume se obscureció algo la sala, y luego el caballero paró­se en la puerta de la sala y extendió
la manta fingiendo limpiarla a quitarle cierta ilacia que tenía. En el ínter Nezahualcoyotzin se
salió por el agujero que el otro caballero, como ya lo tengo declarado, había horadado, ponien-
do otra vez la silla como se estaba. Salido Nezahualcoyotzin de la sala, se fue con toda brevedad
saliéndose de los palacios hasta una puerta falsa, que estaba oculta (escena 13).17

Así como salió de aquel peligro se fue a una casa que estaba cerca de la ciudad que se decía
Coatlan y era de un vasallo suyo que se llamaba Tozoma, a quien dio cuenta de su peligro,
y cómo venía huyendo de sus enemigos; el cual porque cerca de allí venían, lo escondió
debajo de una tarima sobre la cual puso mucho nequen que es el hilo que se saca del ma-
guey; y entrándole a buscar por toda la casa y no hallándole, aporrearon a todos los de la
casa para que lo descubriesen, los cuales y Tezoma estuvieron tan constantes que de nin-
guna manera lo descubrieron, antes murieron dos viejos que allí estaban, de los golpes 17
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, pp. 361-362.

28
Nezahualcóyotl escapa en presencia de sus
captores.
Escena 13. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
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que les dieron. Idos que fueron salió de donde estaba escondido, y lavándose el rostro y ca-
beza, les dio las gracias y prometió de galardonarles su fidelidad (escena 14).18

Nezahualcóyotl se lava la cabeza después de escon-


derse en el henequén.
Escena 14. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
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Luego fue subiendo por una loma arriba en donde tornó a ser descubierto de los ene-
migos, y llegando cerca de una mujer que estaba segando chían, le dijo que le diese or-
den de esconderlo con aquellos manojos que segaba antes que los enemigos asomasen:
la cual con toda presteza lo escondió debajo de un montón que hizo de los manojos, y así
como llegaron los tepanecas, le preguntaron por él, y ella con mucha disimulación les dijo
18
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 67. que había muy poco que por ahí pasó corriendo, y que llevaba según parecía la vía hacia
19
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, pp. 67-68. Huexotla; los cuales por alcanzarle fueron por aquella parte a gran prisa (escena 15).19

29
Nezahualcóyotl se esconde entre manojos de chía.
Escena 15. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
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Nezahualcoyotzin dio la vuelta y se fue al bosque de Tetzcutzinco en donde durmió aque-


lla noche, y despachó sus mensajeros a diversas partes: a Tecuxólotl que fuese a la provin-
cia de Chalco y de su parte pidiese socorro de gente a Totoquioztzin y a Quateotzin señor
del pueblo de Amanalco; y de parte de Huitzilihuitzin, su ayo y maestro, le pidiese el mis-
mo socorro a Toteotzintecuhtli cuñado suyo, señor supremo que a la sazón era de toda
aquella provincia (escena 16).20 20
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 68.

Nezahualcóyotl envía mensajeros a pedir socorro


a otros pueblos desde el bosque de Tezcutzingo.
Escena 16. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
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Y llegando a un puesto que se dice Metla, allí le dio de comer un criado suyo llamado
­Tecpan: de allí después de haber comido se fue por un lugar que se dice Zacaxachitla a

30
otro en donde vivía un caballero de nación otomí llamado Coácoz que había sido paje de
la reina su madre, en donde hizo noche aquel día […]

Prosiguieron su camino para subir por una montaña que se dice Papalotépec hasta que
llegaron por encima de una sierra que se llama Huilotépec (escena 17).21

Nezahualcóyotl se esconde en Metla, en Zacaxa-


chitla, en Papalotepec y en Huilotepec.
Escena 17. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
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Y habiendo dormido en esta sierra esta noche, luego el día siguiente por la madrugada pro-
siguió su viaje, y bajando por unas lomas fue a dar en unas sementeras cerca de unas cuevas
que había, y por allí pasaba un camino en donde reconocieron que venía una tropa de solda-
dos, que eran los enemigos que habían andado en la provincias de Huexot­zinco y Tlaxcalan en
su busca; por lo cual Nezahualcoyotzin y los que iban con él se escondieron entre unos mato-
rrales de saúcos que cerca del camino estaban, y al emparejar los enemigos donde estaban es-
condidos encontraron con un mancebo aldeano, natural de por allí cerca, que iba cargado con
chían, a quien preguntaron por Nezahualcoyotzin si lo había visto, el cual les respondió que no
le conocía; y despidiéndose de él le encargaron que si lo viese, diese aviso de él a los tepanecas,
que le harían las mercedes que estaban promulgadas. Y visto Nezahualcoyotzin que los ene-
migos iban lejos, prosiguió su camino y alcanzó al aldeano el cual le dijo lo que había pasado
con aquellos soldados con quienes había encontrado. Nezahualcoyotzin le dijo, que si viese a
quien buscaban, ¿sí lo iría a denunciar?: respondió que no. Tornóle a replicar diciéndole, que
haría muy mal en perder una mujer hermosa, y lo demás que el rey Maxtla prometía: el man-
cebo se rió de todo, no haciendo caso ni de lo uno ni de lo otro (escena 18).22

21
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, pp. 68-70. Pasó otro día a Cuauhtépec, y allí aquella noche le vinieron a ver los huexotzincas, de parte
22
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 71. de su señor, para ofrecer su ayuda, y le hicieron muchas fiestas esta noche y le regalaron.

31
Derecha. Nezahualcóyotl se esconde en los mato-
rrales donde un campesino lo protege.
Izquierda. Nezahualcóyotl le pregunta al
campesino­por qué no lo delató.
Escena 18. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
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Nezahualcóyotl pasa por Cuauhtepec, Tlaxcala,


Tlalnepanolco y otros lugares.
Escena 19. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
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32
Pasó otro día para hacia Tlaxcalan, y allí cerca de la ciudad, en un lugar llamado Tlalnepa-
nolco, salieron a recibirle los tlaxcaltecas (escena 19).23

Luego fueron a Oztotícpac después de obscurecido, casi dentro de los muros de la ciudad,
dejando alojado su ejército allí cerca de este lugar, y él entró dentro de la ciudad con la gen-
te principal, y fueron a dormir en casa de Huitzilyhuitzin, que aunque era dentro estaba
al cabo de la ciudad (escena 20).24

Nezahualcóyotl llega a Oztotícpac y pasa la noche


en casa de su antiguo maestro Huitzilyhuitzin.
Escena 20. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
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Cerca de Huexutla, en donde Nezahualcoyotzin vino a ver al general llamado Náhuyotl, que
ya a esta ocasión había saqueado su ciudad de Tezcuco y la de Huexutla, porque no se le de-
fendieron por armas; y allí le dio las gracias, y le contó todos sus trabajos y peregrinaciones,
no con pocas lágrimas según la original historia, y le apercibió para que viniese al tiempo
que había de ir sobre el tirano Maxtla, enviando muchas encomiendas a su rey, y el agrade-
cimiento de la ayuda que le había hecho, el cual él se lo prometió de parte de su rey, y se fue
para Chalco con su ejército con todos los despojos que hubieron en esta batalla (escena 21).25

Y desde aquí se volvió Nezahualcoyotzin hacia Chiauhtla para verse con los generales de
Tlaxcala, Huexutzinco y otras partes, que ya también habían destruido todo Aculma has-
ta Tezotépec, y muerto el general de Huexotzinco, Zetema, al rey Teyolcocohuatzin. Estas
23
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, p. 366. guerras fueron crueles, en donde murieron infinitas gentes, y llegado a Chiauhtla aque-
24
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, p. 368. lla tarde en casa de un caballero, llamado Tetlaxincatzin, llegaron los generales y le dieron
25
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, p. 369. cuenta de todo lo que habían hecho, y cómo quedaba todo concluso. Él les dio las gracias y

33
Nezahualcóyotl se entrevista con el jefe Náuhyotl.
Escena 21. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
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les prometió muchas mercedes y que lo mismo dieran a sus señores, y con tanto se fue-
ron con todos los despojos y esclavos que pudieron llevar (escena 22).26 26
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, pp. 369-370.

Los jefes de Tlaxcala y Huexotzinco rinden cuentas


a Nezahualcóyotl.
Escena 22. Códice Xólotl, lámina 9 (fragmento).
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34
II. LA GUERRA DE LIBERACIÓN
DE TEZCOCO

D
ebemos al tantas veces citado Alva Ixtlilxóchitl y también a los Anales de Cuauti­
tlán, escritos en náhuatl, así como al Códice Azcatitlan y al cronista Chimalpahin
las noticias que nos permiten conocer cómo ocurrió la liberación de Tezcoco.
27
Respecto de Tochihuitzin Coyolchiuhqui,
véase Miguel León-Portilla, Quince poetas Había logrado el príncipe tezcocano escapar de las garras de Tezozómoc. Contó para
del mundo náhuatl, décima edición, México, ello con la ayuda de un mexica llamado Tochihuitzin Coyolchiuhqui, del que se conservan
Diana­, 2003, pp. 167-171. noticias y algunas composiciones poéticas.27
Con apoyo de sus parientes mexicas y también de gentes de Huexotzinco y Tlaxcala,
primero con intrigas y luego con las armas, Nezahualcóyotl pudo enfrentarse a sus ene-
migos. Encontramos en el Códice Durán dos ilustraciones que muestran lo que fueron las
batallas en la guerra que al fin se produjo hacia 1428 entre estos aliados y el enemigo de
Guerra de Azcapotzalco, Códice Durán. Historia de
las indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme. Azcapotzalco. A su vez, el llamado Códice Ixtlilxóchitl nos ofrece una pintura, muchas ve-
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología ces reproducida, en la que se ve a Nezahualcóyotl ataviado como guerrero con su macua­
Mexicana / Raíces huitl, seguramente encabezando a sus tropas.
Lo primero que llevó a cabo Nezahualcóyotl, en su alianza con los mexicas, fue re-
conquistar el señorío de Coatlichan en la región tezcocana. Tanto el Códice Xólotl como la
Historia de las Indias de fray Diego Durán y la Crónica mexicana de Alvarado Tezozómoc
hablan de esa guerra en contra de Azcapotzalco. Muerto Tezozómoc, como ya vimos, fue
su hijo Maxtla quien resistió el embate de los aliados. Refugiado en su tributario, Coyoa-
cán, se defendió hasta lo último y al final sucumbió.
Los anales de Cuautitlán, al hablar acerca de esto, expresan:

En este año 3-Tochtli acertó a salir Nezahualcoyotzin al que acompañaban los huexotzincas,
los tlaxcaltecas y los chalcas. Marchó a los lugares donde reinaban los hijos de Tezozómoc, que
en los mismos fueron vencidos. Cuando decidió venir, Nezahualcoyotzin salió de Chalco, lue-
go vino a Tezcoco. Primeramente conquistó Coatlinchan. En segundo lugar Huexotla […] el
sexto lugar que se destruyó fue Coyoacan […] los señores que vencieron en esta guerra son:
Itzcóatl, Tecocohuatzin de Cuauhtitlan y Nezahualcoyotzin de Tezcoco.28

Por otra parte, el cronista Chimalpahin escribió acerca de la derrota final de Maxtla,
el hijo de Tezozómoc:

En el año 3-Conejo fueron vencidos los xochimilcas por Itzcóatl. Él mismo estuvo al frente de
los mexicas. Los de Coyoacan se marcharon hacia Tlaxcala en donde se refugió Maxtla. Pero
también allí fue derrotado, allí lo hicieron prisionero […] Esto causó lágrimas a Maxtla.29

C onsecuencias de la victoria sobre A zcapotzalco

Entre los hallazgos que aparecieron al ser redescubierto el Templo Mayor de Tenoch­titlan
en 1978, hay una lápida con la fecha 4-Caña, correspondiente a 1431; conmemora la vic-
toria en contra de Maxtla de Azcapotzalco. El reino de Tezcoco había logrado recuperar
su independencia y el príncipe tezcocano pudo ya entronizarse como su soberano. Actua-
Página anterior. Nezahualcóyotl con atavíos de gue-
rra. Códice Ixtlilxóchitl, f. 106r.
ción muy importante tuvo el señor mexica Itzcóatl que, entre otras cosas, quiso vengar la
D. R. ©Agustín Uzárraga / Arqueología Mexica­ muerte de su predecesor, el tlatoani Chimalpopoca. Su decisiva participación en la gue-
na / ­Raíces rra de Azcapotzalco fue el antecedente de una alianza integrada por México-Tenochtitlan,
Acolhuacan-Tezcoco y Tlacopan (Tacuba)-Tecpanecapan, conocida como la Triple Alianza.
Las crónicas y códices de origen mexica que relatan detalles de esa guerra contra los
tepanecas de Azcapotzalco son elocuentes al hablar de lo que siguió tras la victoria de
los aliados. Es verdad que el poderío de los mexicas alcanzó la supremacía en la Alianza,
aunque siempre reconociendo la participación de los aliados. Un ejemplo de esto lo ofre-
ce la lámina 16 del Códice Azcatitlan, de origen mexica, en la que, al registrarse las varias
28
Anales de Cuauhtitlán, f. 46. conquistas realizadas por el tlatoani Itzcóatl, se incluye la figura de Nezahualcóyotl como
29
Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin, 1965, p. 95. participante en tales empresas. En esa misma lámina aparece la figura de otro soberano,

37
probablemente el que se conoció como Totoquihuatzin, señor de Tlacopan o de Tacuba, Itzcóatl y sus conquistas. En el extremo dere-
pero sin estar acompañada del correspondiente signo glífico de su nombre. cho se ve a Nezahualcóyotl, a una persona sin gli-
También respecto de ese mismo año de 1431, el Códice Matritense, con la documenta- fo onomástico, probablemente Totoquihuatzin y a
Itzcóatl­, muerto. Códice Azcatitlan, lámina 16-17.
ción reunida por fray Bernardino de Sahagún, proporciona otra información que puede
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
calificarse de muy significativa al consignar que:
Mexicana / Raíces

Se guardaba su historia
pero, entonces fue quemada:
cuando reinó Itzcóatl, en México.

Se tomó una resolución,


los señores mexicas dijeron:
no conviene que toda la gente
conozca las pinturas.

Los que están sujetos [El pueblo],


se echarán a perder
y andará torcida la tierra,
porque allí se guarda mucha mentira,
y muchos en ellas han sido tenidos por dioses.30

Tal vez alguno o varios de quienes lean este texto originalmente en náhuatl se es- 30
Códice Matritense de la Real Academia, vol.
candalicen pensando que Itzcóatl despreciaba el valor de la historia. Yo no comparto tal VIII, f. 192v.

38
opinión. Justamente el hecho de que Itzcóatl y varios señores mexicas ordenaran la que-
ma de códices para escribir otra versión de su historia es prueba del valor que atribuían a
los testimonios acerca del pasado, y, por eso mismo, probablemente con una finalidad po-
lítica, decidieron ofrecer otra versión de los mismos. En esa nueva versión, casi segura-
mente, se exaltó mucho más la gloria de México-Tenochtitlan.
También de ese mismo año datan otros hechos. A uno de ellos se refiere el cronista Chi-
malpahin, que recuerda otra disposición ordenada por el mismo soberano mexica Itzcóatl:

Después de haber triunfado en Coyoacán,


regresaron los señores mexicas.
[Itzcóatl, Tlacaélel, Motecuhzoma Ilhuicamina]
Aquellos que habían ido guiando,
recibieron títulos de señorío:
Tlacaélel tomó el título de Tlacochcálcatl
[Señor de la casa de los dardos]
Motecuhzoma Ilhuicamina, el de Tlacatécatl
[“comandante” de los ejércitos mexicas]…

Estos príncipes fueron los consejeros


del señor Itzcóatl.
Otros diecisiete señores,
grandes capitanes,
recibieron también cada uno su título.31

Éstas y otras fueron las principales disposiciones que, aunque tomadas por el señor
de los mexicas, afectaron también de diversas formas a los otros miembros de la Alianza
y, en este caso, a Tezcoco.

N ezahualcóyotl como estadista

Al asumir el poder supremo del reino de Aculhuacan-Tezcoco, Nezahualcóyotl actuó


de muchas formas que ponen de manifiesto su sabiduría como estadista o gobernante.
Entre otros, el cronista tezcocano Bautista Pomar, en la relación que escribió tiempo más
tarde, alude a las leyes que promulgó éste en materia de la aplicación del derecho. Así, ha-
blando de los jueces, escribió que:

No llevaban paga ni presente de las partes ni se les permitía. Vivían tan justos y tan recatados
Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin, 1889, pp.
31 en hacer justicia que se averiguó que en tiempos de Nezahualcóyotl y su hijo Nezahualpilli ja-
102-103. más hubo cosas por que fueran castigados ni depuestos de sus oficios. Proseguían contra todo

39
género de hombres, aunque fuese contra hijos de los reyes, los cuales, castigaban con mayor
aspereza y seguridad que a los demás de la gente común.32

Alva Ixtlilxóchitl, que en varios lugares habla también del sentido de equidad de
quien fue su ancestro, ofrece en su Sumaria relación de las cosas de Nueva España la trans-
cripción de 20 leyes atribuidas todas a Nezahualcóyotl.
Pertinente parece citar en este contexto un episodio que recuerda el Códice Florenti­
no acerca de una actuación de Nezahualcóyotl en un juicio en el que se acusaba a unas an-
cianas de tratar de corromper sexualmente a unos mancebillos. Sabedor de esto el señor
tezcocano, quiso personalmente oír también la defensa de las ancianas. A continuación
presento la traducción que he preparado del texto náhuatl:

He aquí un labio, una boca [un consejo], pon- Oc izca cententli, cencamatl, xicmoiolloti: injc
lo en tu corazón para que esté toda la norma, muchi moctacauh, momachiouh iez tlalticpac.
el ejemplo, de lo que se refiere a las cosas de la
tierra [el sexo].

En tiempos del señor Nezahualcóyotl fueron In jpan tlacatl Neçaoalcoiotzin: omentin anoque
detenidas dos ancianas de cabezas blancas, ilamapipil, quaiztapatoton: ça iuhquijn cepaia­
como de nieve eran sus cabezas, como hilo huitl in tzontecon: ça iuhqujn ichtli onacticate:
blanco, porque colgaron, fueron sobre ellos, ipampa ilpiloque, inpan iaque, qujntlâxinque
porque adulteraron a sus maridos que eran ynjn namjcoan, injn vevetcaoan: tlamacazcato­
viejos como ellas. Porque tuvieron acceso a tonti, telpupuchtotonti inte[o]pan iaque.
unos muchachos.

Les preguntó el señor Nezahualcóyotl, les dijo: Quintlatlani in tlatoanj Neçaoalcoiotzin: qu­
“Oh abuelas nuestras, escuchad: cómo sentís, jmjlvi. Tocioane, tla xiccaqujcan: quen anmoma­
acaso aún queréis las cosas de la carne, no os ti, cujx noma anqujnequi in tlalticpacaiotl, amo
cansáis, porque así sois vosotras [ya estáis vie- oaceuhque, ca ie amjuhque, y: auh queçan oan­
jas], como cuando vivieron y eran jóvenes, ha- nenque inoc a mopiltia: ça xiquitocan, ça xine­
blad, decidme ya que estáis aquí.” chilvuican, ca ie vncan y nancate. Juan Bautista Pomar, 1964, p. 182.
32

40
Dijeron: “señor, rey, señor nuestro recibe, es- Quilvique. Tlacatl, tlatoanj, totecujo: ma xicmo­
cucha: vosotros los varones, os cansáis, por- cujli, ma xicmocaqujti: in amoqujchtzitzinti, ca
que vosotros os dejáis, que pronto os echáis a amehoantin antlatzivi, ca amehoantin anmo­
perder, porque [luego] de tanto ya nada queréis caoanj in amomjciuhcapoloque: ca ie ixqujch,
vosotros. Pero nosotras las mujeres no nos can- ca aoctle amonecoca. Auh injn in ticioa, ca amo
samos, porque somos como una cueva, como titlatzivinj: ca oztotl, ca tepexitl in totechca: ca
un barranco que espera el trabajo que se les da, çan tequjtl imacoca qujchia, ca çan tequjtl tlace­
porque sólo el trabajo desea recibir, pues si esto lia: auh injn intla otitlamjcti, intla ca oc titlaxi­
33
Códice Florentino, ff. 98v-99v. no hacemos ya no seremos [viviremos].” tia: Aeoc tiez.

Y [así es] esto oh hijo mío, mucho deseamos Auh injn nopiltze: cenca moiolic in tlalticpac,
las cosas carnales, muy placenteras, por todas cenca iocuxca, cenca yvian in xinemj, macacan
partes andan. Vive esforzado, vive castamente xitlahelnemj: matitlahelnen in tlalticpac.
en la tierra.
33

Nezahualcóyotl visita a Motecuhzoma Ilhuicamina


después de su entronización, Códice Durán. H
­ istoria Además del interés que por sí mismo tiene este episodio, deja ver la actitud de Neza-
de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, hualcóyotl presto a oír las defensas y descargos de quienes en ocasiones hacían defensas
lámina 15.
suyas en los tribunales.
D. R. ©Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Proverbial era tanto el sentido de justicia como la sabiduría política de Nezahual­
Mexicana / Raíces
cóyotl. Una prueba fehaciente de esto la ofrece el hecho de que fungiera en actuaciones
de gran trascendencia no sólo para su rei-
no de Tezcoco, sino también para los otros
integrantes de la Triple Alianza. Así, los
cronistas Fernando Alvarado Tezozómoc
y Diego Durán, apoyados en un antiguo
testimonio en náhuatl, consignan lo que
­fueron las actuaciones de Nezahualcóyotl
en la elección de tres soberanos mexicas.
El parecer y el voto del tezcocano fueron
decisivos en todos esos casos.
En el Códice Durán aparece Neza­
hualcóyotl confiriendo con Motecuhzoma­
Ilhuicamina sobre asuntos de gran trascen-
dencia tocantes al ejercicio del gobierno.
Esa imagen es bastante elocuente respecto
de lo que estamos considerando.
También, según lo veremos, sus co-
nocimientos en varias artes, entre ellas la

41
arquitectura, fueron muy apreciadas sobre todo por los mexicas que le encomendaron la
dirección de varias obras, como la introducción de agua para la ciudad de México-Tenoch­
titlan y la edificación de un dique o albarradón para separar las aguas dulces de las sala-
das en el lago de Tezcoco.

TIZAYUCA
HUEHUETOCA
TEMAZCALAPAN
HUITZILAN

LAGO DE ZUMPANGO

COYOTEPEC ZUMPANGO
XALTENGO ATLIPICUAPILCO

TEOLOYUCAN MEXTLAPAN

XALTOCAN

TEPOZOTLAN
LAGO DE
XALTOCAN
TONANITLA TEOTIHUACAN

CUAUTITLAN C CHICONAHUTLA ATLATONCO


LS
AN
CR
IS

ACOLMAN
TO

TEPEXPAN
BA
L

SIERRA DE
GUADALUPE ECATEPEC

TULPETLAC
CUAUHTEPEC

TLALNEPANTLA TENAYUCA

IXHUATEPEC

TEXCOCO

AHUAHUETES ATZACOALCO
AZCAPOTZALCO TEPEYAC LAGO DE
TEXCOCO HUEXOTLA
MAHUCALPAN

TACUBA
COATLICHAN
TEPETZINCO
MEXICO
CHIMALHUACAN
ALBARRADON
MEXICALTZINGO

TACUBAYA

STA FE
TEPEPOLCO
MIXCOAC
IZTAPALAPA
C TEXOLOTL
COYOACAN C DE LA ESTRELLA IZTAHUACAN
CULHUACAN
TIZAPAN
C DE STA CATARINA
IZTAPALUCA
HUIPULCO ZAPOTITLAN TLAPACOYA
LAGO DE
XOCHIMILCO LAGO DE
TLALPAN
CUITLAHUAC XICO
XOCHIMILCO
CHALCO
CHALCO
CHIMALPA Trazo del albarradón de Nezahualcóyotl según el
05 10
Millar mapa preparado por Justino Fernández.

42
U na dolorosa caída moral de N ezahualcóyotl

Ya vimos que en el año 4-Caña, o sea, en 1431 según el calendario cristiano, ocurrieron mu-
chas cosas tras consumarse la victoria de los aliados sobre Azcapotzalco. Los mexicas se
ocuparon en reescribir su propia historia presentándose no ya como un pueblo que na-
die conocía, sino como quienes por propio esfuerzo habían logrado la hegemonía en el Va-
lle de México. También en ese año, según refieren los antiguos testimonios, Itzcóatl otorgó
tierras y títulos nobiliarios a varios de sus capitanes. Y ese mismo año, según la Tira de Te­
pechpan, Cuacuauhtzin, un noble tezcocano, al igual que otros, fue favorecido con el nombra-
miento de señor de ese lugar situado no muy lejos de la antigua metrópoli de Teotihuacan.
Otros nobles tezcocanos, según lo muestra el Códice Quinatzin, recibieron títulos y
cargos en la administración del reino de Aculhuacan-Tezcoco. Las efigies de algunos de
ellos aparecen en dicho documento. Y es también de interés mencionar que en el Códice
Tlotzin se registra la genealogía de Nezahualcóyotl, incluyendo anotaciones sobre algunos
soberanos que fueron antepasados suyos. Este género de registro recuerda también otro
que aparece en el Códice Xólotl, de varios artistas, entre ellos una mujer, que fueron súb-
ditos de Nezahualcóyotl y contribuyeron con su trabajo a la grandeza cultural de Tezcoco.

Gobernantes de varios señoríos


texcocanos. A la derecha, en medio, aparece Cua-
cuauhtzin, de Tepechpan. Códice Xólotl, lámina
8 (fragmento).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

43
El episodio que vamos a recordar tuvo comienzo precisamente en Tepechpan.
Fue en el año 13-Pedernal, equivalente a 1440, cuando Nezahualcóyotl tenía 38 años.
Durante un paseo, muy cerca del pueblo de Tepechpan, se encontró en el camino con
Cuacuauhtzin. Éste lo invitó a pasar a su palacio y tomar allí su almuerzo. Nezahualcó-
yotl aceptó la invitación y pasó al lugar donde residía el señor de Tepechpan. A la hora
del almuerzo, pidió Cuacuauhtzin a una joven doncella de nombre Azcalxochitzin que
fuera­ella quien le sirviera el almuerzo. Muy agraciada era esta muchacha, por cierto,
también del grupo de los pipiltin, gente de linaje, y a la vez atenta y acomedida cuando
se le confiaba algo, en particular si ello ocurría por encargo de Cuacuauhtzin. Éste ha-
bía decidido hacerla su mujer, pero dado que aún era muy joven, había optado por es-
perar algún tiempo.

Cuacuauhtzin, señor de Tepechpan hacia el año 4


Caña (1431). Tira de Tepechpan, lámina 9.

Acudiendo otra vez a lo que escribió Alva Ixtlilxóchitl, así como a varios cantares an-
tiguos, podemos enterarnos de que, al verla, Nezahualcóyotl quedó prendado de ella. No
significa que el señor tezcocano no hubiera tenido ya acceso a otras mujeres. Significa que
en última instancia no había encontrado una que llegara a ser su legítima esposa y madre
de sus herederos, en particular de quien lo sucedería al trono.
Inquieto y apesadumbrado quedó Nezahualcóyotl y fue entonces cuando fraguó lo
que debe llamarse un crimen para hacer suya a Azcalxochitzin. Como en el relato bíbli-
co de David que envió a la muerte a Urías para hacer suya a la mujer de éste, también

44
Cuacuauhtzin con la joven Azcalxochitzin, año
13 Pedernal (1440). El texto en náhuatl dice: “A la
hija de Temictzin de México la hace su mujer Cua­
cuauhtzin”. Tira de Tepechpan, lámina 10.

Nezahualcóyotl dispuso que Cuacuauhtzin fuera enviado a un encuentro bélico y puesto


en un lugar de particular peligro, donde debía encontrar la muerte.
El crimen se consumó, pero no sin que Cuacuauhtzin se enterara de lo que iba a ocu-
rrirle. En la colección de cantares que lleva el curioso nombre de Romances de los señores de
la Nueva España, preservado en la Universidad de Texas, en Austin, hay varios cantos o poe-
mas que, cercano ya a la muerte, alcanzó a componer Cuacuauhtzin. En uno de ellos expresó:

Con cantos me aflijo


yo, Cuacuauhtzin,
con ansia deseo las flores
que estén en mis manos,
yo soy desdichado.
¿A dónde en verdad iremos
que nunca tengamos que morir?
Aunque fuera yo piedra preciosa,
aunque fuera oro
seré yo fundido,
allá en el crisol seré perforado.
Sólo tengo mi vida,
yo, Cuacuauhtzin, soy desdichado.

45
Tu atabal de jades
tu caracol rojo y azul
así los haces sonar,
tú, Yoyontzin [Nezahualcóyotl],
ya ha llegado,
ya se yergue el cantor.
Por poco tiempo alegraos,
vengan a presentarse aquí,
los que tienen triste el corazón…
Yo me voy a su casa,
pereceré.
Acaso por mí tú tengas que llorar,
por mí tengas que afligirte,
tú, amigo mío,
pero ya me voy a su casa.
Sólo esto dice mi corazón
no volveré una vez más,
jamás volveré a salir sobre la tierra,
yo ya me voy, ya me voy a su casa.34

En confirmación de lo que expresa este poema, escribió Alva Ixtlilxóchitl: “así sospe-
chó su daño y compuso unos cantos lastimosos que cantó en una despedida y convite que
hizo de todos sus deudos y amigos”.35
Cuacuauhtzin pereció, pero también fue un hecho que Nezahualcóyotl experimen-
tó profundo dolor y arrepentimiento. Por orden suya, Cuacuauhtzin, su amigo, fue envia-
do a la muerte. Llamándolo Yoyontzin, que era un sobrenombre del príncipe tezcocano,
se despide de él y acepta su destino. De la unión de Nezahualcóyotl con Azcalxochitzin
nació un hijo que recibió el nombre de Tetzauhpiltzin, nombre que quiere decir el hijo o
príncipe del portento, expresando así probablemente el anhelo que tuvo Nezahual­cóyotl
de que fuera él su primogénito de la mujer que tanto amó. Pero la vida en este punto
­parece que quiso vengarse del crimen que había cometido.
Según Alva Ixtlilxóchitl, ese primogénito, cuando llegó a la adolescencia, empezó a
mostrar excesiva inclinación por las armas; se dijo incluso acerca de él que alardeaba di-
ciendo que llegaría a ser más poderoso que su padre. Tales rumores fueron del conoci-
miento de Nezahualcóyotl, que mucho se preocupó. Consultó con los otros soberanos de
la Triple Alianza: Motecuhzoma Ilhuicamina y Totoquihuatzin. Les rogó que se enterasen
a fondo acerca del comportamiento de su hijo y obraran luego en consecuencia. Romances de los señores de la Nueva España
34

El destino parecía tomar venganza. Los soberanos de Tenochtitlan y de Tlacopan, pro- [manuscrito], ff. 26r-27v.
fundamente alarmados, tomaron una decisión drástica y terrible. A su juicio era mucho Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., p. 214.
35

46
Cuacuauhtzin muere en la batalla, año 3 Caña
(1443). Tira de Tepechpan, lámina 10.

mejor, para el bien del reino de Tezcoco, que la vida de ese príncipe no se prolongara. Pro-
bable es que Alva Ixtlilxóchitl, con mano temblorosa, escribiera cuál fue el desenlace. Ser-
vidores en la corte tezcocana colocaron sobre el cuello del joven príncipe una guirnalda
de flores. Fue la guirnalda de la muerte, pues habían recibido la orden de estrangular con
ella a Tetzauhpiltzin.36
Nezahualcóyotl, al enterarse de esto, por demás está decirlo, experimentó la más
grande de las penas. Tan sólo tiempo después, llegó a ser un consuelo parcial que otro de
sus hijos tenido con la misma princesa Azcalxochitzin, el que recibió el nombre de Ne-
zahualpilli, pudiera sucederlo en el trono. Sin embargo, no alcanzó ya a ver a su hijo sa-
lido de la adolescencia. La muerte puso fin no sólo a su vida sino también a su grandeza
no exenta de pesares.

36
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, p. 122.

47
III. Actuación de Nezahualcóyotl
como arquitecto e ingeniero

J
ustamente la referencia anterior nos lleva a recordar algunas creaciones suyas, tanto
en beneficio de los mexicas como de los tezcocanos. Y esto no sólo en obras que lla-
maremos de interés urbano, sino también en otras de carácter religioso y en edifica-
ciones en materia de palacios y aun lugares tales como jardines.
Nezahualcóyotl concibió una obra que podríamos calificar de arquitectónica y a la vez
de ingeniería hidráulica. Consistió en llevar agua potable en beneficio de México. Con tal
propósito, construyó un acueducto que llevaba dicha agua desde Chapultepec. Otro tan-
to hizo en lo que concierne al abastecimiento de agua para el servicio de Tezcoco. Tales
obras estuvieron relacionadas con su empeño por propiciar el desarrollo de un bosque en
Chapultepec.
De considerable trascendencia fue, asimismo, la construcción del llamado albarra-
dón, que iba desde el norte por el rumbo de Ecatepec, hasta el sur donde concluía en tierra
firme en Iztapalapa. Consistió en una especie de muro de piedra de considerable anchura
para impedir que se mezclaran las aguas dulces y saladas en los lagos. Este proyecto pro-
porcionó, además, la protección necesaria para disminuir o suprimir, en algunos casos, el
riesgo de inundaciones.
Cabe mencionar que este problema se producía debido a crecientes en los ríos que
desembocaban desde las sierras que circundan en gran parte al Valle de México. Recuér-
dese que este problema hasta hoy sólo en parte está resuelto, ya que perduró durante la
Colonia, y no ha sido hasta fecha relativamente reciente que se construyó el llamado dre-
naje profundo de Ciudad de México. Se concibió éste como un remedio radical a tal pro-
blema, que hasta la fecha no ha sido terminado cabalmente, pues ha quedado pendiente
Página anterior. Mapa de Santa Cruz, también co- la construcción de varios kilómetros de dicho sistema del drenaje.
nocido como Mapa de Uppsala. Elaborado en el
El mapa que se preparó hacia 1550 en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco ilustra
Colegio de Santa Cruz de Tlaltelolco hacia 1550,
bien este albarradón.
en la parte inferior se aprecia el albarradón de
Nezahualcóyotl. Otra obra, en parte suntuaria y en parte de ingeniería hidráulica, es la construcción
© Marco Antonio Pacheco / Arqueología Mexica- de lo que se conoce vulgarmente como “el baño de Nezahualcóyotl” o, más generalmen-
na / Raíces te, los jardines de Tezcutzingo. El cronista Alva Ixtlilxóchitl ofrece una detallada descrip-
ción de dicha obra, situada en las inmediaciones de la ciudad de Tezcoco, en el Estado de
México­. Según dice Alva Ixtlilxóchitl:

49
Tenía sus gradas, parte de ellas hechas de argamasa, parte labrada en la misma peña; y el agua
que se traía para las fuentes, pilas, baños y caños que se repartían para el riego de las flores y ar-
boledas de este bosque, para poderla traer desde su nacimiento, fue menester hacer fuertes y altí-
simas murallas de argamasa desde unas sierras a otras, de increíble grandeza, sobre la cual hizo
una atarjea hasta venir a dar en lo más alto del bosque; y a las espaldas de la cumbre de él, en el
primer estanque de agua, estaba una peña, esculpida en ella en circunferencia los años desde
que había nacido el rey Nezahualcoyotzin hasta la edad de aquel tiempo, y por la parte de afuera
los años, en fin de cada uno de ellos asimismo esculpidas las cosas más memorables que hizo.37

En la actualidad, la zona de Tezcutzingo está registrada como arqueológica y en ella


se conservan vestigios de las obras realizadas por Nezahualcóyotl. 37
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., p. 115.

Zona arqueológica de Tetzcutzingo en Tezcoco, Es-


tado de México. Al fondo se contempla la escalina-
ta y abajo un depósito de agua.
D. R. ©Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

50
Zona arqueológica de Tetzcutzingo en Tezcoco, Es-
tado de México. El acueducto asciende en dirección
del cerro Tláloc.
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

51
Las ilustraciones que aquí se incluyen muestran los restos arqueológicos que pue-
den contemplarse actualmente. Tal es el sitio de memorable recordación al que solía acu-
dir Nezahualcóyotl en busca de quietud. Y se refiere que allí llegó a componer varios de
sus cantos y poemas. Además, debemos al gran pintor José María Velasco un lienzo en
que aparece parte de la escalinata para subir a dicho lugar, lienzo que aquí reproducimos.

Tezcutzingo con vestigios de la escalinata que con-


ducía a los jardines situados en lo alto del monte.
José María Velasco, (1878).
Óleo sobre tela. 62 x 48 cm.
Colección Museo Nacional de Antropología.
D. R. © Ignacio Guevara / Arqueología Mexicana /
Raíces

52
P aisaje y arquitectura

Si en las últimas décadas, por obra de las investigaciones de Ángel María Garibay, y las
que por mi parte he realizado, ha quedado establecido un corpus de poesía integrado por
composiciones de las que verosímilmente fue autor Nezahualcóyotl y, si en libros como
éste su figura es estudiada para ofrecer la imagen que de él nos revelan los códices indíge-
nas y otros testimonios en lengua náhuatl, en lo que toca a su actuación como arquitecto
hay nuevas aportaciones que merecen particular mención en este contexto, por ejemplo,
Nezahualcóyotl. Su legado como arquitecto y constructor del paisaje, del arquitecto Miguel Án-
gel Medina (Toluca, Biblioteca Mexiquense del Bicentenario, Gobierno del Estado de Mé-
xico, 2011).
En ella el autor se interesa por lograr un acercamiento desde una perspectiva distin-
ta a lo que llama el “legado de Nezahualcóyotl como arquitecto y constructor del paisaje”.
Muestra el arquitecto Medina que en los trabajos arquitectónicos realizados por Nezahual-
cóyotl en Tezcutzingo no sólo tomó en cuenta las características orográficas y fisiográficas
del lugar, sino también los elementos que pueden describirse como integradores de un
paisaje natural de considerable belleza y merecedor de particular atención.
De esta forma se nos presenta el libro de Miguel Ángel Medina como una introduc-
ción muy original al pensamiento del sabio señor de Tezcoco que aprovechó admirable-
mente esas características para el diseño estructural del sitio que había escogido como
lugar predilecto para retiro y meditación. Lejos de ser concebido como un mero refugio
con el que pretendiera aislarse del mundo, Nezahualcóyotl concibió ese lugar y lo trans-
formó hasta lograr en él un bien estructurado diálogo entre el pasaje natural y los ele-
mentos arquitectónicos que en él introdujo. El resultado fue, aunque es cierto que se han
realizado ahí trabajos arqueológicos, no ya lo que hoy se contempla y que es como el re-
cuerdo en abandono de una gran obra, sino una transformación en la que se conjugó el
pensamiento y la mano del hombre con la belleza y la grandeza del paisaje. Este libro es
un bien documentado estudio, enriquecido con excelentes planos, diagramas y fotogra-
fías que introducen a este otro aspecto antes muy poco valorado en el que quedó patente
el genio constructor de Nezahualcóyotl. Conocíamos ya imágenes de edificaciones su-
yas como las que quedaron incluidas en el Códice Ixtlilxóchitl y también planos de palacios
como los que pueden verse en el Códice Quinatzin pero no disponíamos de un acerca-
miento y valora­ción de su genio de arquitecto que comprendiera la amplitud de su visión
de la que cultura y naturaleza alcanzaron una feliz conjunción.

53
O tras obras : templos y palacios

Nezahualcóyotl realizó otras obras que calificaremos de arquitectónicas y de inge­niería en


beneficio de Tezcoco y también de sus aliados, los mexicas. El llamado Códice Ixtlil­xóchitl
incluye la pintura de un templo muy semejante a algunos que se representan en manus-
critos de procedencia mexica.
El templo, atribuido a Nezahualcóyotl, fue erigido a las mismas deidades que el
gran templo en el recinto sagrado de la metrópoli de Tenochtitlan. Si, como según ­parece,
Nezahualcóyotl lo hizo edificar para complacer a sus aliados, su descendiente Fernan-
do de Alva Ixtlilxóchitl habla, en cambio, de otro templo del que no ha quedado vestigio.
La edificación del mismo, según el citado cronista, guarda relación con la creencia que
se le atribuye acerca de otro dios, muy distinto, calificado de “desconocido”. Incluso el
mismo Alva Ixtlilxóchitl sostiene que a él se había aproximado Nezahualcóyotl hallán-
dose a solas en el sitio al que acudía en busca de reposo y tiempo para meditar, o sea, en
el bosque de Tetzcutzingo.

El palacio de Nezahualcóyotl. En la segunda franja


se exhiben las estancias del palacio, destinadas a la
recolección del tributo, el almacén de los armamen-
tos y a la izquierda, la gran sala consagrada a la mú-
sica, el canto y el baile. Mapa Quinatzin, lámina 2.
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

Página siguiente: El templo principal de Tezcoco.


Códice Ixtlilxóchitl, f. 112v.
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

54
55
En este punto, hay quienes aceptan lo expuesto por Alva Ixtlilxóchitl y hay también
quienes lo niegan teniéndolo como una muestra de los repetidos intentos de exaltación
de su persona, debidos a su descendiente. Sin embargo, en apoyo de esta atribución que
le hace Alva Ixtlilxóchitl, pueden citarse varios de los cantos de Nezahualcóyotl que hasta
hoy se conservan. En ellos pondera atributos espirituales de ese dios antes desconocido.
De cualquier forma, es éste un punto, si bien discutible, que confirma al menos la admira­
ción que llegó a tenerse por la sabiduría de Nezahualcóyotl.
La lista de las obras materiales que llevó a cabo Nezahualcóyotl es muy larga. Aquí
tan sólo diremos algo acerca de lo que fueron sus palacios. Encontramos en el Mapa Qui­
natzin dos representaciones en las que, a modo de planos, aparece la edificación donde se
reunía la corte de Nezahualcóyotl y donde se encontraban los recintos en que se reunían
los sabios, los artistas, los historiadores y todos aquellos que ponían su ingenio al servi-
cio de Tezcoco. En el plano en que aparece el sitio destinado a las reuniones de la corte,
se contempla en lo más alto a Nezahualcóyotl acompañado de su hijo Nezahualpilli. En
un amplio espacio se ven dos braceros que arden y, a ambos lados de ellos, a prominentes
personajes de la nobleza tezcocana.

56
IV. Acercándose a su fin

E
l reinado de Nezahualcóyotl fue considerablemente largo: abarca desde su entro-
nización tras la victoria de Azcapotzalco en 1431, hasta su muerte en 1472, es decir,
gobernó durante poco más de 40 años. Para conocer todo lo que realizó en ese úl-
timo periodo de su vida, la mejor de las fuentes es lo escrito por Alva Ixtlilxóchitl, su des-
cendiente, y por un fraile franciscano, Juan de Torquemada, quien, investigando al lado
del propio Alva Ixtlilxóchitl, escribió un extenso texto que incluyó en su obra Monarquía
indiana, aparecida en 1615.
Uno y otro, Alva y Torquemada, coinciden en relatar los sucesos que entretejieron
la vida del soberano de Tezcoco: su actividad como arquitecto y constructor de obras de
­interés público; su sabiduría y equidad como legislador y estadista y, en tanto miembro
de la Triple Alianza, su participación en acciones bélicas que acrecentaron el poderío de su
reino. Pero también incluyeron momentos de peligro y aun situaciones sumamente difí-
ciles para su pueblo. Una de ellas fue la gran hambruna o mayanaliztli, que se dejó sentir
en la región central de México y en otros lugares hacia el año 1-Tochtli, uno conejo, que se
correlaciona con 1454; debido a una larga sequía, escasearon el maíz y todo lo que consti-
tuye tonacayotl, “nuestro sustento”. Lo que entonces ocurrió lo ilustra el Códice Telleriano-
Remensis, en su folio 32 recto.
De esa gran hambruna hablan también los cronistas de México-Tenochtitlan. Más
aún, entre los textos que pudo hacer transcribir fray Bernardino, hay uno sumamente elo-
cuente que es la oración que dirigían los mexicas a Tezcatlipoca en tiempos de peste y que
guardaba semejanza con lo que le expresaban en caso de hambruna. Un pequeño frag-
mento de dicha oración deja ver la angustia que prevalecía:

Tlacatl, Totecu, Tloque Nahuaque, Yohuelle, Ehecatle, en verdad, ahora ante ti vengo a salir,
vengo a acercarme, ante ti vengo como dando saltos de rana, vengo a acortar el camino, yo
hombre del pueblo, no bueno, no recto. Que no vaya yo a dar con tu enojo, tu cólera. Pero tú
obra como lo tienes determinado. En verdad ahora ya lo has otorgado, porque lo has determi-
nado. Y en verdad ha sido ordenado encima de nosotros, ha sido dispuesto en la Región de los
muertos, en los cielos. Hemos sido dejados de la mano, ah, en verdad ha descendido, se ha
establecido tu enojo, tu cólera, tú, Tloque Nahuaque. En verdad crece, va en aumento el palo,
la piedra, la enfermedad. En verdad la pestilencia se acerca a la tierra.

57
Y he aquí, de verdad, ahora, Tlacatl, Totecuyo, Yohualli, Ehecatl, Moyocoyatzin, Titlaca-
huan, ¿Qué determinará tu corazón? ¿Cómo lo quieres? ¿Acaso has abandonado ya a la cola,
el ala [el pueblo]? ¿Acaso ya es todo, acaso es así, acaso sólo así sucede? ¿Es que sólo irá, pere-
cerá la gente del pueblo? ¿Acaso acabará el que es llevado a cuestas, el que es cargado en bra-
zos, los que son gobernados? ¿Tal vez habrá desolación, prevalecerá la noche en la ciudad?
¿Acaso ya no estará en parte alguna? ¿Por ventura tu triste ciudad se llenará de breñas, de pie-
dras? Y los lugares donde se hace vigilia, tus montículos, donde se hallan tus pirámides, ¿aca-
so habrán de desbaratarse, acaso habrán de deshacerse?38

Pero además de sufrimientos como éste, las crónicas no dejan de mencionar los en-
frentamientos bélicos en que se vieron envueltos los miembros de la Triple Alianza. Uno
de esos enfrentamientos fue particularmente grave: el que se desarrolló en contra del se-
ñorío de Chalco.39 Éste, según ya lo vimos, había estado aliado a Tezcoco durante la guerra
en contra de Azcapotzalco. Posteriormente, sin embargo, por vaivenes en las relaciones
políticas entre los estados vecinos, se vio afectado por una gran enemistad con los miem-
bros de la Triple Alianza. Ello condujo a una guerra. En ella, los tezcocanos tuvieron que 38
Miguel León-Portilla, 2006, vol. 37, pp. 53-83.
esforzase. Según lo refieren los cronistas, el sufrimiento que padecieron los tezcocanos 39
Sobre esta guerra y otras véase Juan de Tor-
para alcanzar la victoria en contra de Chalco, es un ejemplo de lo difícil, costoso y, en cier- quemada, Monarquía indiana, edición de Mi-
to modo, triste que fueron algunos de los enfrentamientos, muy frecuentes en la región guel León-Portilla, México, unam, 1975, t. I, p.
central del México antiguo. 228 y siguientes.

Nezahualcóyotl en el año de la hambruna, 1 To-


chtli (1454) “Mucha gente pereció durante la
devasta­dora sequía del año 1 Conejo”. Códice
­Telleriano-Remensis. f. 32r. (detalle).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

58
V. El pensamiento filosófico
de Nezahualcóyotl

A
unque resulta muy difícil lograr una exposición precisa y bien establecida del
pensamiento del sabio señor de Tezcoco, y si bien son relativamente pocas las
producciones de contenido filosófico que se conocen debidas a Nezahualcóyotl
—como en el caso de los presocráticos y, entre ellos, Tales de Mileto y Heráclito—, es posi-
ble intentar tal empresa al analizar el conjunto de sus cantos y poemas en donde expresa
sus elucubraciones. Con tal propósito, ensayaré a continuación una forma de interpreta-
ción apoyada en el análisis de los poemas que conllevan lo más refinado y profundo de
su pensamiento.
Son cerca de 30 los poemas en las dos colecciones principales que se conservan,
las que ostentan los títulos de Cantares mexicanos y, un tanto curioso, de Romances de los
­señores de la Nueva España. Ambas han sido objeto de traducciones hechas con sentido crí-
tico y debidas en gran parte a Ángel María Garibay y a quien esto escribe. Aunque no co-
nocemos las fechas en que cada una de estas composiciones fue concebida y expresada, sí
es posible descubrir en ellas varios temas centrales que se entrelazan y siguen lo que en
rigor puede llamarse cierta forma de secuencia lógica.
Punto de partida de Nezahualcóyotl parece haber sido su profunda experiencia del
cambio y del tiempo, en lengua náhuatl, cahuitl, “lo que nos va dejando”. Todo en tlal­
ticpac, “sobre la tierra”, es transitorio, aparece un poco aquí, para luego desgarrarse y des-
vanecerse para siempre. Oigamos la expresión misma de Nezahualcóyotl:

Yo, Nezahualcóyotl, lo pregunto:


¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
No para siempre en la tierra:
sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
aunque sea de oro se rompe
aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
sólo un poco aquí.40

Cantares mexicanos [manuscrito], f. 17r.


40

59
Si el jade y el oro se quiebran y se rompen, los rostros y los corazones, más frágiles
aún, por muy nobles que hayan sido, como flores habrán de secarse y, cual si fueran pin-
turas, quedarán borrados:

Percibo lo secreto, lo oculto:


¡oh vosotros señores!
Así somos,
somos mortales,
de cuatro en cuatro nosotros los hombres,
todos habremos de irnos,
todos habremos de morir en la tierra…

[…]

Como una pintura,


nos iremos borrando.
Como una flor,
nos iremos secando
aquí sobre la tierra.
Como vestidura de plumaje de ave zacuán,
de la preciosa ave de cuello de hule,
nos iremos acabando.

[…]

Meditadlo, señores,
águilas y jaguares,
aunque fuerais de jade,
aunque fuerais de oro,
también allá iréis,
al lugar de los descarnados…
Tendremos que desaparecer,
nadie habrá de quedar.41

La persuasión de que en la tierra sólo por breve tiempo dura la reunión de los rostros
y corazones es raíz de tristeza, pero también principio de nuevas formas de pensamiento Romances de los señores de la Nueva España
41

en el ánimo de Nezahualcóyotl: [manuscrito], ff. 35v-36r.

60
Estoy embriagado, lloro, me aflijo,
pienso, digo,
en mi interior lo encuentro:
si yo nunca muriera,
si nunca desapareciera.
Allá donde no hay muerte,
allá donde ella es conquistada,
allá vaya yo…
Si yo nunca muriera,
si nunca desapareciera.42

Las doctrinas religiosas, aceptadas por el Estado y por el pueblo, que suponían la su-
pervivencia de los guerreros como compañeros del sol, o de una vida feliz en los jardines
de Tláloc, o teniendo que hacer frente a peligros y pruebas en las moradas inferiores del
Mictlan, la región de los muertos, eran ya objeto de duda en el pensamiento de no pocos
tlamatinime. Nezahualcóyotl, recordando conceptos antiguos tal vez de origen tolteca, ex-
presa su incertidumbre preguntándose a dónde hay que ir, o qué sabiduría hay que encon-
trar para llegar a Quenonamican, “donde de algún modo se vive”, a can on ayac micohua,
“donde la muerte no existe”:

¿A dónde iremos
donde la muerte no existe?
Mas, ¿por esto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.
Aun los príncipes a morir vinieron,
los bultos funerarios se queman.
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.43

Nezahualcóyotl mismo enderezó su corazón, lo que equivale a decir, entendiendo la


connotación náhuatl de yóllotl (corazón), que dio un sentido a su movilidad, a su núcleo
dinámico. Fortalecido el corazón, Nezahualcóyotl afirma haber descubierto el significado
profundo de “flor y canto”, expresión náhuatl del arte y el símbolo, para poder acercarse,
gracias a él, desde tlaltícpac (desde la tierra), a la realidad de “lo que está sobre nosotros
Cantares mexicanos [manuscrito], f. 14v.
42 y la región de los dioses y de los muertos”. Cuatro líneas magistrales dan testimonio de
Ibídem, f. 70r.
43
su descubrimiento:

61
Ahora lo comprende mi corazón:
escucho un canto,
contemplo una flor:
¡Ojalá no se marchiten!44

El corazón, que ha comprendido al fin cuál ha de ser su camino, desea entonces ha-
llar los cantos y las flores que nunca perecen. Nezahualcóyotl no caerá de nuevo en la
duda. Su corazón habrá de encontrar flores y cantos con vida y raíz. Probablemente por
esto dejó dicho:

No acabarán mis flores,


no cesarán mis cantos.
Yo, cantor, los elevo,
se reparten, se esparcen.
Aun cuando las flores
se marchitan y amarillecen,
serán elevadas allá,
al interior de la casa
del ave de plumas de oro.45

Y es que, como él mismo lo apunta, el corazón de quien ha descubierto flores y can-


tos ha nacido para cantar, tiene su casa en la primavera que nunca termina, puede, en fin,
acercarse al misterio de los dioses y los muertos. El sabio señor de Tezcoco, conocedor de
las doctrinas toltecas, hizo objeto de su meditación el tema de Tloque Nahuaque, “el due-
ño de la cercanía y la proximidad”, que es también Moyocoyatzin, “el que se está inventan-
do a sí mismo”. Por los senderos de flor y canto expresó su pensamiento acerca de “quien
es como la noche y el viento”, el Dador de la vida, que en su libro de pinturas ha hecho el
boceto de nuestros rostros y corazones, el arbitrario inventor que también escribe y dibu-
ja con flores y cantos:

Con flores escribes, Dador de la vida,


con cantos das color,
con cantos sombreas
a quienes han de vivir en la tierra.
Después destruirás a águilas y jaguares,
sólo en tu libro de pinturas vivimos,
aquí sobre la tierra. Romances de los señores de la Nueva España
44

Con tinta negra borrarás [manuscrito], f. 19v.


lo que fue la hermandad, Cantares mexicanos [manuscrito], f. 16v.
45

62
la comunidad, la nobleza.
Tú sombreas a los que han de vivir en la tierra.46

El rostro y el corazón del hombre en la tierra están cerca y lejos de Moyocoyatzin,


“el Inventor de sí mismo”. Águilas y jaguares, hermandad y nobleza, existen en el libro
de pinturas del Dueño del cerca y del junto. Mas, a pesar de esto, el supremo Dador de
la vida, como noche y viento que es para el hombre, permanece oculto e inalcanzable. El
pensamiento de Nezahualcóyotl, ahondando en el misterio, se dirige a Tloque Nahuaque,
expresando precisamente esta imposibilidad de acercarse a él:

Sólo allá en el interior del cielo,


tú inventas tu palabra,
¡Dador de la vida!
¿Qué determinarás?
¿Tendrás fastidio aquí?
¿Ocultarás tu fama y tu gloria en la tierra?
¿Qué determinarás?
Nadie puede ser amigo
del Dador de la vida…
Amigos, águilas, jaguares,
¿a dónde pues iremos?

[…]

Enderezaos, que todos


tendremos que ir al lugar del misterio.47

No obstante haber afirmado que “nadie puede decirse o ser amigo del Dador de
la vida”, Nezahualcóyotl continuó tenazmente su búsqueda. Varias son las flores y los
cantos de sus textos acerca de la divinidad que podríamos aducir aquí. Ofreceremos
sólo dos textos más. El primero es expresión de preguntas, casi diríamos dudas, sobre
la realidad y raíz de quien, en sí mismo, inventa su palabra y da ser en su misterioso
libro de pinturas:

¿Eres tú verdadero [tienes raíz]?


Sólo quien todas las cosas domina,

Romances de los señores de la Nueva España


46 el Dador de la vida…
[manuscrito], f. 35r. ¿Es esto verdad?
Cantares mexicanos [manuscrito], f. 13v.
47 ¿Acaso no lo es, como dicen?

63
¡Que nuestros corazones
no tengan tormento!
Todo lo que es verdadero
[lo que tiene raíz],
dicen que no es verdadero
[que no tiene raíz].
El Dador de la vida
sólo se muestra arbitrario.
¡Que nuestros corazones
no tengan tormento!
Porque él es el Dador de la vida.48

Por encima de las dudas y del misterio que circundan al Dador de la vida, es menes-
ter aceptar su realidad. Esto es lo único que da tranquilidad y raíz al corazón. Tal parece
ser la conclusión de aquello que elucubró Nezahualcóyotl en su esfuerzo por acercarse al
misterio de lo divino. Si Tloque Nahuaque es arbitrario e incomprensible, es también el
Dador de la vida en cuyo libro de pinturas existimos. Los rostros humanos deben aceptar
el misterio; deben invocar y alabar a Tloque Nahuaque. Sólo así se puede vivir en la tierra.
Las flores y los cantos, lo que hoy llamamos arte, la creación más humana del hom-
bre, son el camino para acercarse. Al parecer, el mismo Dador de la vida, con sus propias
flores y cantos, quiso embriagarnos aquí. El siguiente texto de Nezahualcóyotl aparece,
desde este punto de vista, como una síntesis de su pensamiento:

No en parte alguna puede estar la casa


del inventor de sí mismo.
El señor nuestro, por todas partes es invocado,
por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.
Él es quien inventa las cosas,
él es quien se inventa a sí mismo.
Por todas partes es invocado,
por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.

Nadie puede aquí,


nadie puede ser amigo
del Dador de la vida:
sólo es invocado, Romances de los señores de la Nueva España
48

a su lado, [manuscrito], ff. 19v y 20r.

64
junto a él,
se puede vivir en la tierra.

El que lo encuentra,
tan sólo sabe bien esto: él es invocado,
a su lado, junto a él,
se puede vivir en la tierra.

Nadie en verdad
es tu amigo,
¡oh Dador de la vida!
Sólo como si entre las flores
buscáramos a alguien,
así te buscamos,
nosotros que vivimos en la tierra,
mientras estamos a tu lado.
Se hastiará tu corazón.
Sólo por poco tiempo
estaremos junto a ti y a tu lado.

Nos enloquece el Dador de la vida,


nos embriaga aquí.

Nadie puede estar acaso a su lado,


tener éxito, reinar en la tierra.

Sólo tú alteras las cosas,


como lo sabe nuestro corazón:
nadie puede estar acaso a su lado,
tener éxito, reinar en la tierra.49

Quien tenga por pesimista esta forma de pensar a la que llegó Nezahualcóyotl debe te-
ner presente la que podría describirse como dialéctica interna de sus elucubraciones: afirma
que nadie puede ser amigo del Dador de la vida, que nadie puede estar acaso a su lado en
la tierra, pero al mismo tiempo sostiene que es destino humano buscarlo, como quien, en-
tre las flores, va en pos de alguien. El que lo invoca, el que lo busca, podrá vivir en la tierra.
Podrá incluso decir que se encuentra a su lado, junto a él, precisamente porque él es dueño
de la cercanía y la proximidad. El pensamiento puro lleva probablemente a la duda: “¿eres
Ibid, ff. 4v. y 5v.
49 tú verdadero, tienes raíz?” Porque, “todo lo que es verdadero, dicen que no es verdadero…”

65
Mas, esta idea, la imposibilidad de comprender la raíz del que sólo se muestra arbi-
trario, hace sufrir al corazón. Invocar, en cambio, a Tloque Nahuaque, parece ya haberlo
encontrado, da descanso y hace posible existir en la tierra. Persuadido Nezahualcóyotl de
que no acabarán sus flores y cantos, confía y reposa en esta postrera conclusión: el Dador
de la vida tal vez nos embriaga; nosotros lo seguimos buscando “como si entre las flores
buscáramos a alguien”.
Las ideas expuestas, con base en los poemas atribuidos fundadamente al príncipe sa-
bio Nezahualcóyotl, constituyen un primer intento de comprensión de su pensamiento­.
Amerita éste un estudio mucho más amplio, literario y filosófico a la vez, en el que se in-
cluyan todas aquellas composiciones y discursos que, después de cuidadosa crítica do-
cumental, pueden tenerse por suyos. Acabará de verse que, si en su obra hay elementos,
ideas y metáforas que fueron patrimonio común de quienes cultivaron la poesía en los
tiempos prehispánicos, hay también enfoques y, sobre todo, una trayectoria de pensa-
miento que son reflejo de su propia persona.
Otros poemas suyos, cuyos originales en náhuatl ofrecemos aquí, acompañados de la
versión castellana que de ellos he preparado, contribuirán mejor que cualquier pondera-
ción al intento de acercarse a lo que parece haber sido el alma del pensamiento y la belle-
za de expresión del celebérrimo Nezahualcóyotl.
¿Cómo han llegado hasta nosotros los poemas y cantos de Nezahualcóyotl?
Al aproximarnos a estas producciones filosóficas y a la vez poéticas, conviene dar en-
trada a una pregunta de sentido crítico: ¿Cómo ha sido posible que llegaran hasta noso-
tros tales producciones?
Es cierto que los nahuas no habían desarrollado una escritura alfabética, sino otra
que incluía una serie de glifos o caracteres. Permitían consignar numerosas ideas: re-
gistros calendáricos y numéricos, nombres de lugares y de personas, así como varios
conceptos, muchos de ellos de connotación religiosa o referidos a vegetales, animales, fe-
nómenos celestes, guerras y otros aconteceres. También hay algunos glifos que represen-
tan verbos como quemar, combatir, nacer, morir, conquistar, etcétera. Además de algunos
conceptos abstractos como divinidad, señorío, penitencia, entre otros.
No obstante la existencia de los mencionados caracteres o signos glíficos, esta escri- Sobre la existencia de cuicamatl, papeles de
50

tura tenía límites. Sin embargo, hay tres hechos innegables. Uno es la atribución de cro- cantos, el Códice Matritense de fray Bernardi-
nistas e historiadores de estos poemas a Nezahualcóyotl; incluso se citan aquí algunas no de Sahagún registra que, entre los anti-
composiciones en las que expresamente se dice que Nezahualcóyotl era el forjador de guos sabios, hubo quienes quitquiqueh in tlilli,
in tlapalli, in amoxtli, in tlahcuilolli, quitquique
cantos. A tales afirmaciones pueden añadirse otras referencias de quienes escribieron en
in tlamachiliztli, in cuicamatl, “llevaban consi-
tiempos de la Nueva España. Entre ellos estuvieron fray Juan de Torquemada en su Mo­
go la tinta negra, roja, los libros, las pinturas,
narquía indiana y el muchas veces citado Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. llevaban consigo la sabiduría, los papeles de
Otro hecho es la repetida alusión a algunos manuscritos que llamaban cuicámatl, “pa- cantos.” Códice Matritense de la Real Academia
peles de cantos o poemas”.50 de la Historia.

66
Con apoyo en esto, es posible ofrecer una respuesta a la pregunta que hemos expre-
sado. Los glifos o caracteres de que disponían los nahuas les permitían registrar los enun-
ciados de sus composiciones. Precisamente por ello introducían glíficamente enunciados
en esos cuicámatl que indicaban el meollo de sus composiciones.
El tercer hecho es la afirmación de que esos cantos formaban parte de la enseñanza
que se impartía en los calmécac. De esto precisamente se habla en el Códice Florentino.51
Por otra parte, como ya lo dije, era en las escuelas conocidas como el calmécac donde
se trasmitían los más elevados conocimientos, entre ellos expresamente se señalan los can-
tos. La memorización de las composiciones era no sólo frecuente sino práctica requerida.
De esa forma ocurría que, no sólo los propios autores de los cantos, también los
maestros, los sabios y los estudiantes los aprendían de memoria con el apoyo de los cui­
cámatl. Esto hizo posible que las producciones poéticas y de contenido filosófico, como
las que hemos presentado atribuidas expresamente a Nezahualcóyotl, hayan podido llegar
hasta nosotros. Esto se refuerza con el hecho de la repetida atribución a Nezahualcóyotl
de ser un cuicapiqui, “forjador de cantos”; asimismo, con el hecho de que algunas de sus
composiciones estén incluidas en manuscritos diferentes como son el de Cantares mexi­
canos y el llamado Romances de los señores de la Nueva España. Y añadiré que se conservan
otros cantos, como uno acerca de la derrota de los mexicas en Chalco, que aparece en otro
manuscrito más: los “Anales de Cuauhtitlán”.
Además, hay que reconocer que son varias las cuestiones que podrían plantearse en tor-
no a estos textos. Una de ellas es la de situarlos en el lapso de la vida de Nezahualcóyotl, es
decir, encontrar los momentos en que cada una de estas composiciones fue concebida y ex-
presada. Y también, volviendo a lo ya dicho, señalar cómo y cuándo fueron conservadas, bien
sea a modo de transcripción esquemática de su contenido en los cuicámatl, papeles de can-
tos para su reservación, o bien memorizadas sistemáticamente en las escuelas superiores, los
calmécac, en los cuales la enseñanza de los cuícatl era una de las que llamare­mos asignaturas.
Posteriormente, consumada la conquista española, consta que hubo frailes que se in-
teresaron en obtener transcripciones, con el alfabeto latino, de cantos, poemas, discursos
y relatos históricos de origen prehispánico. Al menos recordaré a algunos de ellos que dan
muestra acerca de esto: los huehuetlahtolli recogidos por fray Andrés de Olmos y fray Ber-
nardino de Sahagún. Hasta hoy se conservan en bibliotecas y archivos de México, Estados
Unidos y Europa manuscritos con los textos en náhuatl reunidos por esos frailes, y otros
varios que citan autores nahuas del siglo xvi, como Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin. Así
es como los poemas y cantos han llegado hasta nosotros.
Entre las materias que eran objeto de ense-
51
Además de las composiciones de contenido filosófico, se conservan otras, también
ñanza en el calmécac, estaban los cantos huel
atribuidas a Nezahualcóyotl, que en sentido estricto pueden calificarse de líricas al modo
nemachtiloya in cuicatl, bien se enseñaban los
cantos. Códice Florentino, manuscrito 218-220
de las xochicuícatl, cantos floridos o xopancuícatl, cantos de primavera, y en algunas que,
de la Biblioteca Medicea Laurenciana, Floren- por su contenido, pueden situarse entre las icnocuícatl, cantos de privación, al modo de las
cia, t. I, libro III, f. 30v. elegías clásicas.

67
El tiempo de su composición

Puede situarse dentro del lapso comprendido entre los años que siguieron a la victoria so-
bre los tepanecas de Azcapotzalco y el resto de la vida del señor tezcocano. Es probable
que varias de ellas las compusiera a lo largo de los años y, según lo escribió Alva Ixtlilxó-
chitl, en los retiros que hacía Nezahualcóyotl pasando momentos de reposo y reflexión en
el bosque de Tezcutzingo. Esto significa que puede haber incluso composiciones atribui-
bles a él de los años postreros de su vida.
En su existencia hubo, además, acciones bélicas inevitables, como una a la que se re-
fiere el Códice de Xicotepec, en cuya página 16 aparece Nezahualcóyotl en una batalla en con-
tra de un grupo de huastecos que probablemente hostilizaban al señorío de Tezcoco. La
escena, vívidamente pintada con colores, confirma algo que podía ya suponerse.
Nezahualcóyotl, inevitablemente, tuvo que dar entrada a ese belicismo muy frecuen-
te entre los señoríos o reinos indígenas que existían en el Valle de México durante la época
anterior a la conquista española. Conviene tener en cuenta, además, que por su participa­
ción en la Triple Alianza, Nezahualcóyotl, con frecuencia, debía verse obligado a tomar
parte en enfrentamientos que culminaban en hechos de sangre.

En familia hasta el final de su vida

Atendiendo a lo que fue la vida de Nezahualcóyotl, no ya meramente como juez incorrup-


tible o como arquitecto, filósofo y poeta, podemos pensar en su actuación como padre. Se
conservan varios textos en náhuatl portadores de la antigua sabiduría, los llamados hue­
huetlahtolli, testimonios de la antigua palabra. Estos eran muy numerosos en Tezcoco, ya
que allí debieron concebirse y mantenerse con esmero, especialmente durante el reina-
do de Nezahualcóyotl en su afán de enriquecimiento cultural.
Sabemos, también, que hubo frailes que en fecha temprana lograron transcribir algu-
nos de esos huehuetlahtolli o testimonios de la antigua palabra. Tal fue el caso del ya men-
cionado fray Andrés de Olmos, quien emprendió una recopilación hacia 1533, recogiendo
textos de origen tezcocano, y también el trabajo de transcripción que llevó a cabo fray Ber-
nardino de Sahagún hacia 1545 en Tlaltelolco y Tenochtitlan.
De los huehuetlahtolli obtenidos por Olmos, muy probablemente obra original de pi­
piltin o nobles tezcocanos, proviene el texto que voy a citar. En él se recogen las palabras
del padre náhuatl de noble linaje dirigidas a su hijo cuando era de tierna edad:

Mi sangre, mi color, te he forjado, te he dado forma. Ya frente a ti, ya sobre ti observo; ojalá no
seas sólo metal precioso, ya que así has sido forjado, porque aún vienes con los ojos lagaño-
sos y ya vendrás a descubrir tu rostro.

68
Un enfrentamiento con tropas de origen huasteco.
Nezahualcóyotl aparece sentado en el ángulo supe-
rior izquierdo. Códice de Xicotepec, lámina 10.
D. R. ©Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

Quizás sólo eres un pajarito, ya te cubrirás de plumas, ya te saldrán alas. No en algún lu-
gar, frente a la gente, sobre las personas andes revoloteando. Sólo con tranquilidad volarás cer-
ca, al lado de la ceiba, del ahuehuete [de quienes te protegen], no sea que por descuido en algún
lugar te dañes. Porque de ese modo vendrás a verlo, gracias a ellos [tus padres] tendrás sosiego.
Y si aún un día, dos días aquí, gracias al Dueño de la cercanía y la proximidad veo por ti,
aún te hará entrega de la vida, el jade, la turquesa, de forma que no sigas al conejo, al venado,
para que no en algún lugar caigas en un agujero y quedes ahí enredado. Porque sólo así se-
guirás el camino recto, el que siguen los que son cofres, los que son petacas [guardianes de lo
bueno] sobre la tierra, y quienes son muy respetuosos, acatan a los demás, a los que se les tie-
ne confianza, y bien dentro de ellos se coloca el collar; la pluma de quetzal, el jade.
¿Y dónde aún viene, dónde aún vendrá a salir lo que en tu seno, lo que en tu costado co-
locará el Dador de la Vida?
Y, corazón mío, parte de mi cuerpo, de lo que te doy de comer, de ello, has de saber que
es tu comida preciosa, la que se come aquí en la tierra; bien junto a ti acércala.
No así como piedra te hagas, porque ya sabes que, si una piedra es dura, no sólo una vez
se le golpea para que se parta. Y tú, no muchas veces seas llamado, porque tu corazón dentro

69
de ti está, el que te ha dado Dios. Agradéceselo. Eso es lo que en tu pecho, en tu garganta co-
locó, yo tu madre, yo tu padre.52

Otros varios textos como éste han llegado hasta nosotros. Éste deja ver ya la finura del
lenguaje y lo hondo del pensamiento moral con que los hijos eran enseñados en el hogar
antes de concurrir a las escuelas del calmécac.
En ese ambiente debió comenzar a formarse el futuro sucesor de Nezahualcóyotl. Si
bien éste tuvo grandes satisfacciones a lo largo de su vida, también conoció la tristeza y
mantuvo hondas preocupaciones. Ya se ha recordado el remordimiento que experimen-
tó por la muerte de Cuacuauhtzin y la tristeza que le causó la muerte de su primer hijo
tenido con Azcalxochitzin, y a estos podrían añadirse otros momentos. Como ejemplo,
recordemos el sufrimiento y la angustia de su pueblo en situaciones de hambrunas o ma­
yanaliztli. Pero la fama y la gloria del príncipe tezcocano también fueron ingredientes en
el contexto de su existencia. Es más que probable que conociera algunos de los elogios que
otros forjadores de cantos le expresaron. Sólo citaré dos, uno procede de un poeta de la
misma región de Tezcoco y se conserva en el manuscrito procedente de ese lugar. Dice así:

Sobre la estera de flores,


pintas tu canto, tu palabra,
príncipe Nezahualcóyotl.
En la pintura está tu corazón
con flores de todos colores
pintas tu canto, tu palabra,
Príncipe Nezahualcóyotl.53

O éste otro de la misma región:

Dentro de ti vive,
dentro de ti está pintado,
inventa el Dador de la vida,
príncipe chichimeca, Nezahualcóyotl.54

La muerte, que en diversas formas le preocupó y sobre la cual habla en varios de sus
poemas, le llegó cuando tenía poco más de 70 años. Acudiremos al cronista Fernando de
Alva Ixtlilxóchitl, quien describe cómo fueron los últimos días del señor tezcocano:
Miguel León-Portilla y Librado Silva Galeana,
52

1991, pp. 335-337.


Habló [Nezahualcóyotl] con los infantes Ichantlatoatzin, Acapipioltzin, Xueziquetzaltzin, He- Romances de los señores de la Nueva España
53

cauhuetzin, sus hijos naturales, que estaban allí y eran presidentes de los consejos, y les dijo: [manuscrito], f. 318v.
Veis aquí a vuestro príncipe [Nezahualpilli] y señor natural y aunque niño, sabio y prudente, Ibid., f. 23r.
54

70
el que los sabrá mantener en paz y justicia conservándoos en vuestras dignidades y señoríos,
a quien obedeceréis como leales vasallos, sin exceder un punto de su voluntad.
Yo me halló muy cercano a la muerte, y fallecido que sea, en lugar de tristes endechas,
cantaréis alegres canciones, mostrando en nuestros ánimos valor y esfuerzo, para que las na-
ciones que hemos sujetado y puesto debajo de nuestro imperio, no hallen flaqueza de ánimo
en vuestras personas, sino que entiendan que cada uno de vosotros es solo bastante para te-
nerlos sujetos. Y habiendo dicho estas y otras razones habló con Acapipioltzin, y le dijo: De
hoy en adelante harás el oficio de padre del príncipe, tu señor [Nezahualpilli], a quien doctri-
narás para que siempre viva como debe, y debajo de tu consejo gobierne el reino, teniendo su
lugar y puesto hasta que por sí mismo pueda gobernar y mandar.
Y habiéndolo mandado y encargado otras cosas que en semejante caso se requieren, con
lágrimas de sus ojos se despidió de todos ellos, mandóles salir de allí, y a los porteros, que no
dejasen entrar persona alguna, que luego dentro de pocas horas le agravó el mal y falleció que
fue en el año de 1472, después de haber gobernado cuarenta y dos años, y de esta manera aca-
bó la vida del más poderoso, valeroso, valiente, sabio y venturoso príncipe y capitán que ha
habido en este Nuevo Mundo, porque contadas y consideradas bien sus excelencias, virtudes
y habilidades, el ánimo invencible, el esfuerzo incomparable, las victorias que alcanzó en las
batallas y naciones que sojuzgó, los avisos y ardides que usó para ello, su magnanimidad, su
clemencia y liberalidad, los pensamientos tan altos que tenía, hallarse por cierto que ninguna
55
Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. I, pp. 547-548. de las dichas ni otras que se podrían decir de él, le haya hecho ventaja, capitán ni rey alguno.55

La muerte de Nezahualcóyotl y la entronización de


su hijo Nezahualpilli, año 6 Tecpatl (1472). Códice
Telleriano-Remensis, fol. 36r (detalle).
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

71
VI. EL POETA

P oemas y cantos de N ezahualcóyotl

Los textos de los siguientes poemas se incluyen traducidos al español y en su versión origi-
nal en náhuatl. Representan un acercamiento a la expresión de flor y canto del Nezahual-
cóyotl poeta, a su palabra florida que ha trascendido el tiempo.
Además de este conjunto de cantos y poemas que, en los dos manuscritos citados, se
atribuyen a Nezahualcóyotl, existen otras varias composiciones, las cuales no se conservan
en náhuatl, sino únicamente en español, en las obras de Alva Ixtlilxóchitl, de José de Gra-
nados y Gálvez,56 y en transcripciones posteriores debidas, entre otros, a José María Vigil.57
Conviene notar que, dado que no se conoce el original de tales composiciones en len-
gua indígena, no es posible afirmar con certeza que en dichos cantos y poemas se con-
serva fielmente el pensamiento de Nezahualcóyotl. Las que aquí presento en náhuatl y
español permiten apreciar la belleza de expresión y la hondura del pensamiento poético
de Nezahualcóyotl. Ellas y los testimonios de los códices y los textos en lengua indígena
dan amplia evidencia de Nezahualcóyotl, que además de estadista, juez, arquitecto e in-
56
Tardes americanas, México, 1778. geniero, fue asimismo filósofo y poeta. Lo que de él podemos conocer da testimonio de lo
57
Hombres ilustres mexicanos, México, 1874. que llegó a ser el florecimiento de la civilización originaria de Mesoamérica.

Nezahualpilli, poco después de su entronización


al morir su padre en Tezcoco. Códice Ixtlilxóchitl,
f. 108r.
D. R. © Marco Antonio Pacheco / Arqueología
Mexicana / Raíces

73
In chololiztli icuic

O nen notlacatl,
o nen nonquizaco
teotl ichan in tlalticpac,
¡ninotolinia!
In ma on nel nonquiz,
in ma on nel nontlacat.
Ah niquitohua yece...
¿tlen naiz?,
¡anonohuaco tepilhuan!,
¿at teixo ninemi?,
¿quen huel?,
¡xon mimati!

¿Ye ya nonehuaz in tlalticpac?


¿Ye ya tle in nolhuil?,
zan nitoliniya,
tonehua noyollo,
tinocniuh in ayaxcan
in tlalticpac, ye nican.

¿Quen in nemohua in tenahuac?


¿Mach ilihuiztia,
nemia tehuic, teyaconi?

¡Nemi zan ihuiyan,


zan icemelia!
In zan nonopechteca,
zan nitolotinemi
in tenahuac.
Zan ye ica nichoca,
¡nicnotlamati!,
no nicnocahualoc
in tenahuac tlalticpac.

(Romances de los señores de la Nueva España [manus-


crito], ff. 21r-22v.)

74
Canto de la huida
de Nezahualcóyotl cuando andaba huyendo del señor de Azcapotzalco

En vano he nacido,
en vano he venido a salir
de la casa del dios a la tierra,
¡yo soy menesteroso!
Ojalá en verdad no hubiera salido,
que de verdad no hubiera venido a la tierra.
No lo digo, pero...
¿qué es lo que haré?,
¡oh príncipes que aquí habéis venido!,
¿vivo frente al rostro de la gente?,
¿qué podrá ser?,
¡reflexiona!

¿Habré de erguirme sobre la tierra?


¿Cuál es mi destino?,
yo soy menesteroso,
mi corazón padece,
tú eres apenas mi amigo
en la tierra, aquí.
¿Cómo hay que vivir al lado de la gente?
¿Obra desconsideradamente,
vive, el que sostiene y eleva a los hombres?

¡Vive en paz,
pasa la vida en calma!
Me he doblegado,
sólo vivo con la cabeza inclinada
al lado de la gente.
Por esto me aflijo,
¡soy desdichado!,
he quedado abandonado
al lado de la gente en la tierra.

¿Cómo lo determina tu corazón,


Dador de la vida?

75
¿Quen quinequi noyollo,
Ipal nemohuani?
¡Ma oc melel on quiza!
A icnopillotl ma oc timalihui,
monahuac, titeotl.
¿At ya nech miquitlani?

¿Azomo ye nelli tipaqui,


ti ya nemi tlalticpac?
Ah ca za tinemi
ihuan ti hual paqui in tlalticpac.
Ah ca mochi ihui titotolinia.
Ah ca no chichic teopouhqui
tenahuac ye nican.

Ma xi icnotlamati noyollo.
Maca oc tle xic yococa.
Ye nelli in ayaxcan
nicnopiltihua in tlalticpac.

Ye nelli cococ ye otimalihuico,


in motloc monahuac, in Ipal nemohua.
Zan niquintemohua,
niquilnamiqui in tocnihuan.
¿Cuix oc ceppa huitze,
in cuix oc nemiquihui?
Zan cen ti ya polihuia,
zan cen ye nican in tlalticpac.
¡Maca cocoya inyollo!,
itloc inahuac in Ipal nemohua.

76
¡Salga ya tu disgusto!
Extiende tu compasión,
estoy a tu lado, tú eres dios.
¿Acaso quieres darme la muerte?

¿Es verdad que nos alegramos,


que vivimos sobre la tierra?
No es cierto que vivimos
y hemos venido a alegrarnos en la tierra.
Todos así somos menesterosos.
La amargura predice el destino
aquí, al lado de la gente.
Que no se angustie mi corazón.
No reflexiones ya más.
Verdaderamente apenas
de mí mismo tengo compasión en la tierra.

Ha venido a crecer la amargura,


junto a ti y a tu lado, Dador de la vida.
Solamente yo busco,
recuerdo a nuestros amigos.
¿Acaso vendrán una vez más,
acaso volverán a vivir?
Sólo una vez perecemos,
sólo una vez aquí en la tierra.
¡Que no sufran sus corazones!,
junto y al lado del Dador de la vida.

77
Ma zan moquetzacan

¡Ma zan moquetzacan, nicnihuan!


In icnoque on cate in tepilhuan,
non Nezahualcoyotzin,
ni cuicanitl,
tzontecochotzin.
Xoconcui moxochiuh ihuan in mecacehuaz.
¡Ma ica xi mototi!
Zan tehuan nopiltzin,
zan ye ti Yoyontzin.
Ma xoconcua in cacahuatl,
in cacahuaxochitl,
¡ma ya on ihua in!
¡Ma ya netotilo,
ma necuicatilo!
Ah nican tochan,
ah nican tinemizque,
tonyaz ye yuhcan.

(Romances de los señores de la Nueva España [manus-


crito], ff. 3v-4r.)

78
Poneos de pie

¡Amigos míos, poneos de pie!


Desamparados están los príncipes,
yo soy Nezahualcóyotl,
soy el cantor,
soy papagayo de gran cabeza.
Toma ya tus flores y tu abanico.
¡Con ellos ponte a bailar!
Tú eres mi hijo,
tú eres Yoyontzin.
Toma ya tu cacao,
la flor del cacao,
¡que sea ya bebida!
¡Hágase el baile,
comience el dialogar de los cantos!
No es aquí nuestra casa,
no viviremos aquí,
tú de igual modo tendrás que marcharte.

79
Xopan cuicatl

Amoxcalco
pehua cuica,
yeyecohua,
quimoyahua xochitl,
on ahuia cuicatl.

Icahuaca cuicatl,
oyohualli ehuatihuitz,
zan quinanquiliya
toxochayacach.
Quimoyahua xochitl,
on ahuia cuicatl.

Xochiticpac cuica
in yectli cocoxqui,
ye con ya totoma
aitec.
Zan ye connanquilia
in nepapan quechol
In yectli quechol
in huel ya cuica.
Amoxtlacuilol in moyollo,
tocuicaticaco,
in tictzotzona in mohuehueuh,
in ticuicanitl.
Xopan cala itec,
in tonteyahuiltiya.

Zan tic moyahua


in puyuma xochitli,
in cacahua xochitli.

In ticuicanitl.
Xopan cala itec,
(Romances de los señores de la Nueva España [manus- in tonteyahuiltiya.
crito], ff. 38v-39r.)

80
Canto de primavera

En la casa de las pinturas


comienza a cantar,
ensaya el canto,
derrama flores,
alegra el canto.

Resuena el canto,
los cascabeles se hacen oír,
a ellos responden
nuestras sonajas floridas.
Derrama flores,
alegra el canto.

Sobre las flores canta


el hermoso faisán,
su canto despliega
en el interior de las aguas.
A él responden
variados pájaros rojos.
El hermoso pájaro rojo
bellamente canta.
Libro de pinturas es tu corazón,
has venido a cantar,
haces resonar tus tambores,
tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera,
alegras a las gentes.

Tú sólo repartes
flores que embriagan,
flores preciosas.

Tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera,
alegras a las gentes.

81
Xon ahuiyacan

Ica xon ahuiyacan ihuinti xochitli,


tomac mani.
Ma on te ya aquiloto
xochicozquitl.
In toquiappancaxochiuh,
tla celia xochitli,
cueponia xochitli.
Oncan nemi tototl,
chachalaca, tlatohua,
hual on quimati teotl ichan.
Zaniyo in toxochiuh
ica tonahuiyacan.
Zaniyo in cuicatl
ica on pupulihui in amotlaocol.
In tepilhuan ica yehua,
amelel on quiza.
Quiyocoya in Ipal nemohua,
qui ya hual temohuiya
moyocoyatzin,
in ayahauilo xochitli,
ica yehua amelel on quiza.

(Romances de los señores de la Nueva España [manus-


crito], f. 19r.)

82
Alegraos

Alegraos con las flores que embriagan,


las que están en nuestras manos.
Que sean puestos ya
los collares de flores.
Nuestras flores del tiempo de lluvia,
fragantes flores,
abren ya sus corolas.
Por allí anda el ave,
parlotea y canta,
viene a conocer la casa del dios.
Sólo con nuestras flores
nos alegramos.
Sólo con nuestros cantos
perece vuestra tristeza.
Oh señores, con esto,
vuestro disgusto se disipa.
Las inventa el Dador de la vida,
las ha hecho descender
el inventor de sí mismo,
flores placenteras,
con ellas vuestro disgusto se disipa.

83
Ye nonnocuiltonohua

Ye nonnocuiltonohua,
on nitepiltzin, Nezahualcoyotl.
Nicnechico cozcatl,
in quetzalin patlahuac,
ye nonicyximatin chalchihuitl,
¡in tepilhuan!
Yxco nontlatlachia,
nepapan quauhtlin, ocelotl,
ye nonicyximatin chalchihuitl,
ya in maquiztli...

(Cantares mexicanos [manuscrito], f. 16v.)

84
Soy rico

Soy rico,
yo, el señor Nezahualcóyotl.
Reúno el collar,
los anchos plumajes de quetzal,
por experiencia conozco los jades,
¡son los príncipes amigos!
Me fijo en sus rostros,
por todas partes águilas y tigres,
por experiencia conozco los jades,
las ajorcas preciosas...

85
Zan yehuan

Zan yehuan,
Ipal nemohua.
Ninentlamatia,
¿ac azo aic ic?
¿Ac azo?
Aic non ahuiya in tenahuacan.

In zan tictlazotzetzelohua,
in motechpa ye huitz in monecuiltonol,
¡Ipal nemohua!
In izquixochitli, cacahuaxochitli,
zan noconelehuiya,
zan ninentlamatia...

(Romances de los señores de la Nueva España [manus-


crito], f. 20r.)

86
Solamente él

Solamente él,
el Dador de la vida.
Vana sabiduría tenía yo,
¿acaso alguien no lo sabía?
¿Acaso alguien?
No tenía yo contento al lado de la gente.

Realidades preciosas haces llover,


de ti proviene tu felicidad,
¡Dador de la vida!
Olorosas flores, flores preciosas,
con ansia yo las deseaba,
vana sabiduría tenía yo...

87
Nitlayocoya

Nitlayocoya, nicnotlamatiya,
zan, nitepiltzin Nezahualcoyotl.
Xochitica ye ihuan cuicatica
niquimilnamiqui tepilhuan,
ayn oyaque,
yehua Tezozomoctzin, o yehua Quahquauhtzin.
Oc nellin nemoan,
quenonamican.
¡Maya niquintoca in intepilhuan,
maya niquimonitquili toxochiuh!
¡Ma ic ytech nonaci,
yectli yan cuicatl in Tezozomoctzin!
O ayc ompolihuiz in moteyo,
¡nopiltzin, Tezozomoctzin!,
anca za ye in mocuic a yca
nihualchoca,
yn zan nihualicnotlamatico,
nontiya.

Zan nihualayocoya, nicnotlamati.


Ayoquic, ayoc,
quenmanian,
titechyaitaquiuh in tlalticpac,
yca, nontiya.

(Cantares mexicanos [manuscrito], f. 25r y 25v.)

88
Estoy triste

Estoy triste, me aflijo,


yo, el señor Nezahualcóyotl.
Con flores y con cantos
recuerdo a los príncipes,
a los que se fueron,
a Tezozomoctzin, a Quahquauhtzin.

En verdad viven,
allá en donde de algún modo se existe.
¡Ojalá pudiera yo seguir a los príncipes,
llevarles nuestras flores!
¡Si pudiera yo hacer míos
los hermosos cantos de Tezozomoctzin!
Jamás perecerá tu nombre,
¡oh mi señor, tú, Tezozomoctzin!,
así, echando de menos tus cantos,
me he venido a afligir,
sólo he venido a quedar triste,
yo a mí mismo me desgarro.

He venido a estar triste, me aflijo.


Ya no estás aquí, ya no,
en la región donde de algún modo se existe,
nos dejaste sin provisión en la tierra,
por esto, a mí mismo me desgarro.

89
Niquitoa

Niquitoa ni Nezahualcoyotl:
¿Cuix oc nelli nemohua in tlalticpac?
An nochipa tlalticpac:
zan achica ye nican.
Tel ca chalchihuitl no xamani,
no teocuitlatl in tlapani,
no quetzalli poztequi.
An nochipa tlalticpac:
zan achica ye nican.

(Cantares mexicanos [manuscrito], f. 17r.)

90
Yo lo pregunto

Yo, Nezahualcóyotl, lo pregunto:


¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
No para siempre en la tierra:
sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
aunque sea de oro se rompe,
aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
sólo un poco aquí.

91
Zan nic caqui itopyo...

Zan nic caqui itopyo, ipetlacallo:


¡Ah in tepilhuan!
Ti macehualtin,
nahui, nahui,
in timochi tonyazque,
timochi tonmiquizque in tlalticpac...

Ayac chalchihuitl,
ayac teocuitlatl mocuepaz:
in tlalticpac tlatielo.
Timochi tonyazque
in canin, ye yuhcan.
Ayac mocahuaz,
zan cen tlapupulihuiz,
ti yahui ye yuhcan ichan.

Zan yuhqui tlacuilolli


ah tonpupulihui.
Zan yuhqui xochitl,
in zan toncuetlahui
ya in tlalticpac.
Ya quetzalli ya zacuan,
xiuhquecholli itlaquechhuan,
tonpupulihui,
tiyahui in ichan.

(Romances de los señores de la Nueva España [manus-


crito], f. 36r.)

92
Percibo lo secreto...

Percibo lo secreto, lo oculto:


¡oh vosotros señores!
Así somos, somos mortales,
de cuatro en cuatro nosotros los hombres,
todos habremos de irnos,
todos habremos de morir en la tierra...

Nadie en jade,
nadie en oro se convertirá:
en la tierra quedará guardado.
Todos nos iremos
allá, de igual modo.
Nadie quedará,
conjuntamente habrá que perecer,
nosotros iremos así a su casa.

Como una pintura,


nos iremos borrando.
Como una flor,
nos iremos secando
aquí sobre la tierra.
Como vestidura de plumaje de ave zacuán,
de la preciosa ave de cuello de hule,
nos iremos acabando,
nos vamos a su casa.

93
Oacico ye nican,
ye ololo a in tlaocol
ye in itec on nemi...
Xic yocoyancan, in antepilhuan,
cuauht´amocelo,
ma nel chalchihuitl,
ma nel teocuitlatl,
no ye ompa yazque,
oncan on Ximohua...
Zan tipupulihuizque,
ayac mocahuaz.

94
Se acercó aquí,
hace giros la tristeza
de los que en su interior viven...
Meditadlo, señores,
águilas y tigres,
aunque fuerais de jade,
aunque fuerais de oro,
también allá iréis,
al lugar de los descarnados...
Tendremos que desaparecer,
nadie habrá de quedar.

95
Nihuinti...

Nihuinti, nichoca, nicnotlamati,


nicmati, niquitoa,
nic elnamiqui:
maca ic nimiqui,
maca ic nipolihui.
In can on aya micohua,
in can on tepetihua,
in ma ca niauh...
Maca ic nimiqui,
maca ic nipolihui.

(Cantares mexicanos [manuscrito], f. 14v.)

96
Estoy embriagado...

Estoy embriagado, lloro, me aflijo,


pienso, digo,
en mi interior lo encuentro:
si yo nunca muriera,
si nunca desapareciera.
Allá donde no hay muerte,
allá donde ella es conquistada,
que allá vaya yo...
Si yo nunca muriera,
si nunca desapareciera.

97
¿Can nelpa tonyazque?

¿Can nelpa tonyazque


canon aya micohua?
¿Ica nichoca?
Moyoliol xi melacuahuacan:
ayac nican nemiz.
Tel ca tepilhuan omicoaco,
netlatiloc.
Moyoliol xi melacuahuacan:
ayac nican nemiz.

(Cantares mexicanos [manuscrito], f. 70r.)

98
¿A dónde iremos?

¿A dónde iremos
donde la muerte no existe?
Mas, ¿por esto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.
Aun los príncipes a morir vinieron,
los bultos funerarios se queman.
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.

99
Ca tlamati noyollo

Quin oc ca tlamati noyollo:


yehua niccaqui in cuicatl,
nic itta in xochitli:
¡Ma ca in cuetlahuiya!

(Romances de los señores de la Nueva España [manus-


crito], f. 19v.)

100
Lo comprende mi corazón

Por fin lo comprende mi corazón:


escucho un canto,
contemplo una flor:
¡Ojalá no se marchiten!

101
Ah tlamiz noxochiuh...

Ah tlamiz noxochiuh,
ah tlamiz nocuic.
In noconyayehua zan nicuicanitl.
Xexelihui, ya moyahua.
Cozahua ya xochitl
zan ye on calaquilo
zacuan calitic.

(Cantares mexicanos [manuscrito], f. 16v.)

102
No acabarán mis flores...

No acabarán mis flores,


no cesarán mis cantos.
Yo cantor los elevo,
se reparten, se esparcen.
Aun cuando las flores
se marchitan y amarillecen,
serán llevadas allá,
al interior de la casa
del ave de plumas de oro.

103
Xochitica tontlatlacuilohua...

Xochitica tontlatlacuilohua
in Ipalnemohuani,
cuicatica tocontlapalaqui
in nenemiz tlalticpac.
Ic tlatlapana cuauhyotl, oceloyotl,
in motlacuilolpan zan ti ya nemi,
ye nican tlalticpac.
Ic tictlilania
cohuayotl, icniuhyotl
ah in tecpillotl.
Tocontlapalpohua in nenemiz tlalticpac.

(Romances de los señores de la Nueva España [manus-


crito], f. 35r.)

104
Con flores escribes...

Con flores escribes, Dador de la vida,


con cantos das color,
con cantos sombreas
a los que han de vivir en la tierra.
Después destruirás a águilas y tigres,
sólo en tu libro de pinturas vivimos,
aquí sobre la tierra.
Con tinta negra borrarás
lo que fue la hermandad,
la comunidad, la nobleza.
Tú sombreas a los que han de vivir en la tierra.

105
In ilhuicatl iitec...

Zan ca ilhuicatl iitec


oncan tic yocoya motlatol.
¡Ipalnemohuani!
¿In tonconnequiz?
¿Mach titlatzihuiz ye nican?
¿Tic inayaz in motenyo in momahuizo
tlalticpac ye nican?
¿In tonconnequiz?
Ayac huel icniuh Ipalnemohuani...
Antocnihuan an cuauht’amocelo...
¿can nel pa tonyazque?
In titlacohua ye nican, antipilhuan.
In ma oc nentlamati,
tech cocolia, in tech mictiani.
Xi motlapalocan, moch ompa tonyazque
in Quenonamican.

(Cantares mexicanos [manuscrito], f. 13v.)

106
En el interior del cielo...

Sólo allá en el interior del cielo


tú inventas tu palabra,
¡Dador de la vida!
¿Qué determinarás?
¿Tendrás fastidio aquí?
¿Ocultarás tu fama y tu gloria en la tierra?
¿Qué determinarás?
Nadie puede ser amigo
del Dador de la vida...
Amigos, águilas, tigres,
¿a dónde en verdad iremos?
Mal hacemos las cosas, oh amigo.
Por ello no así te aflijas,
eso nos enferma, nos causa la muerte.
Esforzaos, todos tendremos que ir
a la región del misterio.

107
¿Zan te, te ye nelli?

¿Zan te, te ye nelli?


Aca zan tlatouanco,
in Ipalnemoani...
¿In cuix nelli?
¿Cuix amo nelli?
Quen in conitohua.
¡In ma oc on nentlamati
in toyollo...!

Quexquich in ye nelli,
quilhuia in amo nell’on.
Zan no monenequi
in Ipalnemoani.
¡Ma oc on nentlamati
in toyollo...!

[...]

(Romances de los señores de la Nueva España [manus-


crito], ff. 19v-20r.)

108
¿Eres tú verdadero...?

¿Eres tú verdadero (tienes raíz)?


Sólo quien todas las cosas domina,
el Dador de la vida...
¿Es esto verdad?
¿Acaso no lo es, como dicen?
¡Que nuestros corazones
no tengan tormento!

Todo lo que es verdadero


(lo que tiene raíz),
dicen que no es verdadero
(que no tiene raíz).
El Dador de la vida
sólo se muestra arbitrario.
¡Que nuestros corazones
no tengan tormento!

[...]

109
Acan huel...

Acan huel ichan Moyocoyatzin.


In nohuiyan notzalo,
nohuiyan no chialo,
Yehua temolo in itleyo, in imahuizyo, tlalticpac.
Quiyocoya,
Moyocoyatzin: in teotl.
In nohuiyan notzalo,
nohuiyan no chialo,
yehua temolo in itleyo, in imahuizyo, tlalticpac.

Ayac huel on,


ayac huel icniuh
in Ipalnemoani:
zan in notzalo,
huel itloc, inahuac,
nemohua in tlalticpac.

In quinamiqui
in quihuelmati: zan in notzalo,
huel itloc, inahuac,
nemohua in tlalticpac.

Ayac nelli
ye mocniuh.
¡Ipal nemohua!
Zan yuh xochitla ipan
tontemati,
tlalticpac,
monahuacan.
On tlatzihuiz in moyollo.
Zan cuel achic
in motloc, in monahuac.

(Romances de los señores de la Nueva España [manus-


crito], ff. 4v-5v.)

110
No en parte alguna...

No en parte alguna puede estar la casa del inventor de sí mismo.


Dios, el señor nuestro, por todas partes es invocado,
por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.
Él es quien inventa las cosas,
él es quien se inventa a sí mismo: Dios.
Por todas partes es invocado,
por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.

Nadie puede aquí,


nadie puede ser amigo
del Dador de la vida:
sólo es invocado,
a su lado, junto a él,
se puede vivir en la tierra.

El que lo encuentra,
tan sólo sabe bien esto: él es invocado,
a su lado, junto a él,
se puede vivir en la tierra.

Nadie en verdad
es tu amigo,
¡oh Dador de la vida!
Sólo como si entre las flores
buscáramos a alguien,
así te buscamos,
nosotros que vivimos en la tierra,
mientras estamos a tu lado.
Se hastiará tu corazón.
Sólo por poco tiempo
estaremos junto a ti y a tu lado.

Nos enloquece el Dador de la vida,


nos embriaga aquí.

111
Tech yolopolohua in Ipalnemohuani,
tech ihuintiya nican.
Ayac huel zo itlan,
quiza in, on tlatohua tlalticpac.

In zan ic ticamana,
in quenin conitohua toyollo:
ayac huel zo itlan,
quiza in, on tlatohua tlalticpac.

112
Nadie puede estar acaso a su lado,
tener éxito, reinar en la tierra.

Sólo tú alteras las cosas,


como lo sabe nuestro corazón:
nadie puede estar acaso a su lado,
tener éxito, reinar en la tierra.

113
Icuic in Acolhuacan in Nezahualcoyotzin
ic quitlapaloco in huehue Moteuczomatzin
icuac mococohuaya

Xi nech a ittacan, aya nihualacic.


Ni iztac xochin, ni coxcox,
noquetzalecacehuaz,
ni Nezahualcoyotl.
Xochitl, tzetzeliuhticac,
ompa ye nihuitz, Acolihuacan.
In tla xi caquican nic ehuaz nocuic,
nic ahuiltico Moteuczomatzin.
¡Tantalilili, in papapapa, achala, achala!

¡Ya ma zan tilili


ya mac zan cualcan!
Xiuhtlaquetzalli icaca,
xiuhtlaquetzalli imancan,
Mexico,
in tlilapan,
a iztac huexotl in ye ihcacan,
oncan mitz tlamacehuique in mocolihuan,
zan yé Huitzilihuitl, zan yé Acamapich.
¡Ica xi choca, in Moteuczoma!
Ica toconpia ye ipetl, icpal.
Yehuan mitz ya icnoittac,
mitz ya icnomatca, Moteuczoma,
tic ya conpia ye tepetl, icpal, yehuan.

(Cantares mexicanos [manuscrito], ff. 66v-67r.)

114
Canto de Nezahualcóyotl de Acolhuacan
con que saludó a Motecuhzoma el viejo,
cuando estaba éste enfermo

Miradme, he llegado.
Soy blanca flor, soy faisán,
se yergue mi abanico de plumas finas,
soy Nezahualcóyotl.
Las flores se esparcen,
de allá vengo, de Acolhuacan.
Escuchadme, elevaré mi canto,
vengo a alegrar a Motecuhzoma.
¡Tantalilili, papapapa, achala, achala!

¡Que sea para bien!,


¡que sea en buen momento!
Donde están erguidas las columnas de jade,
donde están ellas en fila,
aquí en México,
donde en las oscuras aguas
se yerguen los blancos sauces,
aquí te merecieron tus abuelos,
aquel Huitzilíhuitl, aquel Acamapichtli.
¡Por ellos llora, oh Motecuhzoma!
Por ellos tú guardas su estera y su solio.
Él te ha visto con compasión,
él se ha apiadado de ti, ¡oh Motecuhzoma!
A tu cargo tienes la ciudad y el solio.

115
In ca, ica xi choca, ya in Moteuczoma.
Tic ya ittaca atl, on yan tepetl,
a oncan tic ya ittac in mocococauh,
ti Nezahualcoyotl.
A oncan tlilapan
a oncan amochco,
tocon ya chihua in Mexico.
Nican ye ton tlamaceuh,
a oncan tic ya ittac in mocococauh
ti Nezahualcoyotl.

Cuauhtli in pipitzticac,
ocelotl nanatzca,
Mexico nican,
a oncan tontlatohua Itzcohuatl.
A ic toconpia ye icpetl icpalli yehuan.
Iztac huexotl imapan,
zan tontlatohua.
Acatl iztac imanca, tolin iztac,
chalchihuitl imanca,
Mexico nican.

Zan quetzal huexotica,


chalchiuhtica,
zan ye toconaltiya in atloyantepetl.
Ayahuitl can topan mani,
ma quiza ma yectla xochitl,
amomac on mani xochimalintoc.
Amocuic, in amotlatol.
Moquetzalecacehuaz tic ehcapehuia,
in ye tlachia in aztatl
in ye tlachia in quetzalli.
In ye nemalinalo in tepilhuan.

116
Un coro responde:
Por ellos llora, ¡oh Motecuhzoma!
Estás contemplando el agua y el monte, la ciudad,
allí ya miras a tu enfermo,
¡oh Nezahualcóyotl!
Allí en las oscuras aguas,
en medio del musgo acuático,
haces tu llegada a México.
Aquí tú haces merecimiento,
allí ya miras a tu enfermo.
Tú, Nezahualcóyotl.

El águila grazna,
el ocelote ruge,
aquí es México,
donde tú gobernabas, Itzcóatl.
Por él, tienes tú ahora estera y solio.
Donde hay sauces blancos
sólo tú reinas.
Donde hay blancas cañas,
donde se extiende el agua de jade,
aquí en México.

Tú, con sauces preciosos,


verdes como jade,
engalanas la ciudad.

La niebla sobre nosotros se extiende,


¡que broten flores preciosas!,
¡que permanezcan en vuestras manos!
Son vuestro canto, vuestra palabra.
Haces vibrar tu abanico de plumas finas,
lo contempla la garza
lo contempla el quetzal.

117
No ayahuitl zan topan mani,
ma quiza ma yectla xochitl,
mamomac on mani, xochimalintoc,
amocuic, in amotlatol.
Tlahuilli xochitl in cueponticac,
in amoxtli imancan,
Mexico nican.
Zan ihuiyan tomatimani,
zan ca iamox, in zan ca itlacuilol itic,
on mani in atloyantepetl in Tenochtitlan.
Quizozohua, ye concuecuepa yehuan,
on tlachia ye yuhcan,
on tlachia yehua ilhuicaatitic.

Xiuhtlaquetzalli ya in mochiuhticac,
zan ilhuicaatlaquetzalli mochiuhticac,
in yehuatl in teotl a conpachotimani in tlalli
ma in ic in ye conapaloa Anahuatl
a in ilhuicaatl.
Chalchiuhxochitl in amomac on mani,
in quetzalhuexotica anca ahuaxpehuitoque in atloyantepetl,
cemanahuac,
on ma oc cemilhuitl.
Ilhuicaatl anquicuilohua,
Anahuatl in tlalli anquicuilohua,
tepilhuan,
Ti Nezahualcoyotl,
ti Moteuczomatzin,
o amech yocox in Ipalnemoani,
o amech yocox,
in tota teotl,
a ilhuicaatl itic.

118
¡Son amigos los príncipes!
La niebla sobre nosotros se extiende,
¡que broten flores preciosas!
¡que permanezcan en vuestras manos!
Son vuestro canto, vuestra palabra.
Flores luminosas abren sus corolas,
donde se extiende el musgo acuático,
aquí en México.
Sin violencia permanece y prospera
en medio de sus libros y pinturas,
existe la ciudad de Tenochtitlan.
Él la extiende y la hace florecer,
él tiene aquí fijos sus ojos,
los tiene fijos en medio del lago.

Se han levantado columnas de jade,


de en medio del lago se yerguen las columnas,
es el Dios que sustenta la tierra
y lleva sobre sí al Anáhuac
sobre el agua celeste.
Flores preciosas hay en vuestras manos,
con verdes sauces habéis matizado a la ciudad,
a todo aquello que las aguas rodean,
y en la plenitud del día.
Habéis hecho una pintura del agua celeste,
la tierra del Anáhuac habéis matizado,
¡oh vosotros señores!
A ti, Nezahualcóyotl,
a ti, Motecuhzoma,
el Dador de la vida os ha inventado,
os ha forjado,
nuestro padre, el Dios,
en el interior mismo del agua.

119
Ni hual acic

Ni hual acic ye nican,


ye ni Yoyontzin.
Zan ni xochiyeelehuiya,
ni xochitlatlapanaco tlalticpac.
Nocon ya tlapana in cacahuaxochitli,
nocon ya tlapana icniuhxochitli:
ye tehuan monacayo, ti tecpiltzin,
ni Nezahualcoyotl, tecuitli Yoyontzin.

Zan nic ya temohuitihuitz


nocuic in yectli,
ihuan nic ya temohuiya
titocnihuan.
Cohuatihua yehuan:
icniuhtlamachoya.

Achi nicnonahuiya,
achi niconpactinemi
noyolo in tlalticpac.
Quin ye ni Yoyontzin niez,
ni xochiyeelehuiya
ni xochi cuicui
in can tinemiya.

Nic nenequi nic elehuiya,


in icniuhyotl, in tecpilotli,
in cohuayotli,
ni xochicuicuicatinemi.

Ca yuhqui teocuitlatl,
yuhqui cozcatli,
in quetzalin patlahuac,
in ipan ye nicmatia
yectli ya mocuic:
(Romances de los señores de la Nueva España [manus- auh ica nonahuiya.
crito], ff. 3r y v.)

120
He llegado

He llegado aquí,
soy Yoyontzin.
Sólo busco las flores,
sobre la tierra he venido a cortarlas.
Aquí corto ya las flores preciosas,
para mí corto aquellas de la amistad:
son ellas tu ser, oh príncipe,
yo soy Nezahualcóyotl, el señor Yoyontzin.

Ya busco presuroso
mi canto verdadero,
y así también busco
a ti, amigo nuestro.
Existe la reunión:
es ejemplo de amistad.

Por poco tiempo me alegro,


por breve lapso vive feliz
mi corazón en la tierra.
En tanto yo exista, yo, Yoyontzin,
anhelo las flores,
una a una las recojo,
aquí donde vivimos.

Con ansia yo quiero, anhelo,


la amistad, la nobleza,
la comunidad.
Con cantos floridos yo vivo.

Como si fuera de oro,


como un collar fino,
como ancho plumaje de quetzal,
así aprecio
tu canto verdadero:
con él yo me alegro.

121
¿Ac in canon itotia,
huehuetitlan,
xopan cala itec?
In ye ni Yoyontzin,
¡ma noyol quimati in!

122
¿Quién es el que baila aquí,
en el lugar de la música,
en la casa de la primavera?
Soy yo, Yoyontzin,
¡ojalá lo disfrute mi corazón!

123
Maquizcueponi

Maquizcueponi
in moxochiuh
chalchimmimilihui
xochiizhuayo in tomac mani
quetzalli ye xochitl
yece tonequimilol
antepilhuan
zan tictotlanehuiya
in tlalticpac.

Ma izquixochitl
ma cacahuaxochitli
neneliuhtimani ye tomac on mani
quetzalli ye xochitl
yece tonequimilol
antepilhuan
zan tictotlanehuiya
in tlalticpac.

Zan nihuallaocoya
zan nitizahuacihui
can on tihui ye ichan
o ayoc hual olotihua
cen tihui oc can on tihui.

ma itquihuan ichan
xochitl, cuicatl
ma ic ninapantihui
teocuitlacacaloxochitl
quetzalizquixochitli
in tomac on mani
o ayoc hual olotihua
cen tihui oc can on tihui.

(Romances de los señores de la Nueva España [manus-


crito], f. 25r.)

124
Como joyeles se muestran

Como joyeles se muestran


tus flores entrelazadas con jades.
Están ellas en nuestras manos
preciosas, fragantes flores,
son nuestro atavío, príncipes
sólo prestadas
las tenemos en la tierra.

Flores preciosas
cual flores de cacao
que se entretejan en nuestras manos
flores maravillosas
son ellas nuestro atavío
vosotros, príncipes, prestadas tan solo
las tenemos en la tierra.

Sólo me entristezco
con color de tiza palidezco
allá en su casa
de allí no hay regreso
nadie vuelve de allá
una sola vez vamos.

Que pudieran llevar a su casa,


flores, cantos,
que madure yo
con las flores del color
de las plumas del cuervo
con flores fragantes
nadie volverá acá
de una vez todos nos vamos
allá vamos, allá vamos.

125
De Cuacuauhtzin de Tepechpan

Zan nicuicanentlamati
zan nicuicayeyecohua
in tlaticpac
ni Cuacuauhtzin.
Ninonconequi xochitl
zan noma conmani
in ninentlamati.

¿Can nelpa tonyazque


in aic timiquizque?
Ma zan ni chalchihuitl
ni teocuitlatl
zan ye on nipitzaloz
on nimamalihuaz
in tlatillan
zan noyoliyo
Ni Cuacuauhtzin
Zan ninentlamati

Mochalchiuhteponaz
in moxiuhquecholquiquiz
yuh tocon ya pitza
zan ye ti Yoyontzin.
In o ya hualacic
on ya moquetza
in cuicanitl.
Cuel zan xonahuiyacan
ma ya hualmoquetza
a inyollo in cocohua
in o ya hualacic
on ya moquetza
in cuicanitl.

In ma moyollo motoma
(Romances de los señores de la Nueva España [manus- in ma ya moyollo acotinemi
crito], ff. 26r-27v.) tinechcocolia

126
De Cuacuauhtzin de Tepechpan

Con cantos me aflijo


Yo Cuacuauhtzin,
con ansia deseo las flores
que estén en mis manos,
yo soy desdichado.

¿A dónde en verdad iremos


que nunca tengamos que morir?
Aunque fuera yo piedra preciosa,
aunque fuera oro
seré yo fundido,
allá en el crisol seré perforado.
Sólo tengo mi vida,
yo Cuacuauhtzin soy desdichado.

Tu atabal de jades
tu caracol rojo y azul
así los haces sonar,
tú Yoyontzin [Nezahualcóyotl],
ya ha llegado,
ya se yergue el cantor.
Por poco tiempo alegraos,
vengan a presentarse aquí,
los que tienen triste el corazón…
Yo me voy a su casa,
pereceré.
Acaso por mí tú tengas que llorar,
por mí tengas que afligirte,
tú, amigo mío,
pero ya me voy a su casa.
Sólo esto dice mi corazón
no volveré una vez más,
jamás volveré a salir sobre la tierra,
yo ya me voy, ya me voy a su casa.

127
tinechmiquitlani
in nonoya ye ichan
ninopolihui.
Ac azo yo oc ic
noca xihualchoca
noca xihualicnotlamati
zan tinocniuh
zan ye niyauh zan ye niyauh ye ichan.
Zan quitohua noyollo
ayoc ceppa ye nihuitz
ayoc ceppa niquizaquiuh in yece in tlalticpac
zan ye niyauh zan ye niyauh ye ichan.

128
F uentes documentales y bibliográficas

Documentos

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Nezahualcóyotl. Arquitecto, filósofo y poeta,
de Miguel León-Portilla, se terminó de imprimir en diciembre
de 2016, en los talleres gráficos de XXXXX XXXXX XXXXXX
XXXXX XXXXXXXX. El tiraje consta de XXXX ejemplares.
Para la formación se utilizaron tipos de las familias Scala y
Scala Sans, diseñada por Martin Majoor para la fundidora
FontFont. Cuidado de la edición: Ada Villanueva Ramírez,
Juan José Salazar Embarcadero y el autor. Editor responsable:
Juan José Salazar Embarcadero.

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