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Uriz:
"No soy un teórico,
soy un trabajador"
Juan Marqués
E
Francisco J. Uriz y su mujer, Marina Torres, volasen
a Estocolmo para pasar allí la temporada estival,
visité al matrimonio en su domicilio de la calle
Valencia de Zaragoza y, antes de probar el legen
dario salmón al eneldo de Uriz y el no menos sobresaliente
tiramisú de Marina, mantuve con él la conversación que aquí se
transcribe, mientras ella leía el periódico en el salón y aderezaba
la charla con comentarios perspicaces y divertidos.
C u and o lo con ocí en n u estra ciud ad, d u ran te una com id a que organ izó
D iego M oreno, ed itor de N órd ica L ibros, el 3 de n oviem b re de 2011, m i tim id ez
m e im p id ió ex p licarle cu ánto le debo, pero lo cierto es que, p en sán d olo bien,
no creo h ab er leído n u n ca m ás versos de nadie, si con tam os com o su yos todos
aqu ellos que él ha traíd o d esd e el id io m a su eco al esp añ ol. Y, ten ien d o en cuenta
la ap lastante calid ad de m u ch ísim os de los au tores que gracias a él con ocem os,
es de ju sticia d eclarar que pocas p erson as m e h an p rop o rcion ad o tan tas h oras de
jo lg o rio lector, de felicid ad solitaria y privad a.
Intenté exp licarlo con un poco de ord en y tam b ién un pu nto de desen fad o
en el artícu lo "A lg o de lo que d ebem os a U riz ", p u b licad o en el nú m ero 6 de la
revista zaragozan a Crisis, y despu és, con m ás esp acio y seried ad , en el v olu m en
113-114 de la turolense Turia, d on d e volvía sobre sus trad u ccion es y sobre todo
analizaba su propia obra p oética, m en os con ocid a pero ig u alm en te valiosa. Y,
sig u ien d o con esa v o lu n tad de releer su obra y escarb ar en su m em oria, ahora m e
gusta m u cho la sentencia que en cab eza esta co n v ersació n (que es tam b ién la que
la cierra) pues, al h ab larse de U riz com o de "u n tra b a ja d o r", qu ed a exp lícitam en te
su b rayad a su asom brosa y p rem iad a p rod u ctiv id ad , pero p or otro lado se quiere
in sin u ar algo que es con stitu tiv o de su obra, y que tien e que ver con con viccio n es
de otra n atu raleza, in d isim u lad am en te política.
C om o la propia R ev olu ción , pu es, esta en trev ista era un asu nto p en d ien
te, y en ella intenté ab ord ar y reform u lar in fo rm acio n es que él ya había dad o en
sus m em orias y en otros testim on ios, o que m e h ab ía ofrecid o a través del correo
electrón ico o en los otros dos o tres en cu en tro s p erso n ales que h ab íam os tenid o
(el ú ltim o el 3 de m arzo en la E m bajad a de Su ecia en M adrid , con v ocad os por la
p resen tación de Hojas de una historia, u na cu riosa y m u y p erson al an tología suya
de la p oesía su eca del siglo p asad o).
- Tu libro de memorias, P asó lo que recu erd as, comenzaba tarde (con tu ingreso en
el Partido Comunista, ya en abril de 1963, con más de treinta años) y, aunque inmediata
mente retrocedías y contabas algunas pocas cosas de la niñez, me gustaría que volvieras a
remontarte al principio para preguntarte por tus primeras lecturas, los libros de tu infan
cia, la form ación...
- P u es la v erd ad es que todo lo que m e llevó a la literatu ra fue un estu p en d o
m on tón de casu alid ad es. En m i casa no h ab ría m ás de tres o cuatro libros, pero
la literatu ra m e interesa d esde que ten go recu erdos: a los trece o catorce años, y a
p esar de m i p en u ria econ óm ica, ya com p rab a m is prop ios libros (sobre todo ed i
ciones de la colecció n A u stral, que tod av ía an d an por aquí). Tal vez no antes, de
de N eruda y en 1966 apareció la antología que preparam os de poesía española.
Estaban D ám aso Alonso, Blas de Otero, Gabriel Celaya, Jaim e Gil de Biedm a,
Eugenio de N o ra... Era la prim era vez que se leía a esos poetas en sueco, aunque
en 1959 ya había salido una antología de unas cien páginas, Sjalen Tjuter, donde
Lasse Sóderberg presentaba a dieciocho poetas, entre ellos A ntonio M achado, Juan
Ram ón Jim énez, Cernuda, Alberti, Altolaguirre, creo que Pepe Hierro y me parece
que tam bién C irlo t... El caso es que tanto M arina com o yo em pezam os a hacer
cosas con Lundkvist, y de allí salieron extensas antologías de Borges, Neruda,
N icolás Guillén, M iguel Á ngel A sturias, O ctavio P a z ...
- Aprovecho esto que dices para preguntarte qué se ha podido leer en Suecia de la
literatura española, qué es lo que ha circulado, qué se conoce y se valora...
- H istóricam ente, las traducciones de literatura española al sueco son esca
sas. A unque en los últim os cincuenta años van aum entando, seguim os lejos de la
presencia de ingleses, alem anes o franceses. En los siglos XVIII y XIX dom inaba
en Suecia la literatura alem ana y la francesa, y en el XX ya se im pone lo anglosa
jón, y así sigue. De España hay m uy poquito. Cervantes, por supuesto, y después
ya U nam uno o Concha E sp in a... Yo puedo presum ir de haber convencido a mi
am igo Peter Landelius de que tradujera La Regenta y después Fortunata y Jacinta.
M arina tradujo El adefesio, de A lberti, con Lundkvist, con el que yo traduje tres
piezas teatrales de Lorca: A sí que pasen cinco años, Comedia sin título y El público.
Pero, curiosam ente, el poeta español más editado y leído en Suecia en los años
sesenta no fue ninguno de estos que he citado sino Carlos Álvarez, gracias al
em peño del crítico literario Kjell A. Johansson, que lo había visitado en la cárcel y
de allí pudo sacar a escondidas el m anuscrito de un libro suyo, que después circu
ló m ucho. Tam bién está en sueco Vicente A leixandre, claro, y otros del 27, y de los
de la G eneración del 50 se puede leer a José Á ngel Valente y A ntonio G am oneda,
traducido este últim o por U lf Eriksson, que es a su vez un buen poeta. El nove
lista m ás traducido es José M allorquí, el de las novelas de vaqueros e indios y "el
C oyote", pero tam bién están Cam ilo José Cela, M iguel D elibes, Juan M arsé, Juan
García H ortelano o Ana M aría M atute, a la que presenté en la radio escolar, com o a
José A gustín G oytisolo y a Jaim e Gil de Biedm a. En una colección de libros para la
enseñanza de español publiqué a la M atute, y a A rm ando López Salinas. Y ahora
se lee a Javier M arías, Arturo Pérez Reverte y Carlos Ruiz Zafón, por ejem plo.
Y, claro, m uchos latinoam ericanos, eso siem pre. Gabriel García M árquez, M ario
Vargas Llosa, A lejo Carpentier, Julio Cortázar, Carlos F u en tes...
Francisco J. Uriz (con boina) y los escritores A. Sorel y A.López Salinas (Estocolmo, 1962 c.)
- Y tras ayudar a Lundkvist a verter al sueco textos españoles, ¿te animaste a hacer
el camino de vuelta y comenzar a traducir suecos al español?
- Eso es. Com encé por el propio Lundkvist, traduciendo su Agadir, un
poem a de más de cien páginas. Resultó que Ángel Crespo andaba por entonces en
Suecia, haciendo su tesis doctoral, que dirigía Regina af Geijerstam , una profesora
de Upsala que, por cierto, escribió bastante sobre literatura aragonesa. Nos vim os,
hablam os, le pasé el poem a, y decidió publicarlo entero en 1970 en la Revista de
Letras, de la U niversidad de M ayagüez, en Puerto Rico, en la que él colaboraba.
En dicha publicación lo leyó Pere Gimferrer, y lo quiso para Seix Barral, donde
lo publicó en edición bilingüe en 1974. Ese m ism o año había salido Huellas en
la nieve, una antología de poem as de Lundkvist, en esa m agnífica colección de
Selecciones de Poesía U niversal que tenían en Plaza y Janés. Fue gracias a Enrique
Badosa, otro personaje fundam ental que se portó m aravillosam ente bien conm i
go, con una elegancia y una delicadeza extraordinarias. Y en ese m ism o año de
1974 term iné una amplia antología de H arry M artinson, y justo ese año le dieron
el Nobel. Eso tam bién ayudó m ucho, porque, claro, se publicó inm ediatam ente,
tam bién en Plaza y Janés. Y después fueron llegando todos los demás, ya sabes,
Gunnar Ekelóf, y ...
Francisco J. U riz (a la derecha) con N icolás Guillén, M aría W ine y A rtur Lunkvist, en La
H abana (1965)
- Por favor.
- H ay un poem a d ecisivo para m í. D ecisivo. Es ese de G óran Son n evi que
se titula "So b re la gu erra de V ietn am ", p u b licad o en 1965; lo tradu je in m ed iata
m ente y está en Hojas de una historia. M e dio algo fu n d am en tal para m i poesía: el
punto de vista. M e hizo com p ren d er que ya no h ab ía que escrib ir poem as vestid o
de gu errillero y lan zán d ose por los arrozales - algo tan poco creíble, por otra
p a rte -, sino que lo que nos tocaba a nosotros era ser ciu d ad an os n orm ales que de
pronto ven algo en la televisión y escrib en un p oem a desde esa p ersp ectiva suya,
desde su lugar. P u ed o escrib ir lo que m e ind ign a desde m i pu esto, d esde m i vida
de eu ropeo trabajad or que está en su casa un día de descanso. C on ese poem a
Sonnevi se convirtió en algo así com o "e l h om bre del V ietn am ", el p ortavoz de lo
que todos los dem ás qu eríam os decir, de lo que sen tíam os. A sí escrib í yo "B ellez a
de E sto co lm o ", ese p oem a que tanto te gusta. N o era ob ligatorio saber ab solu ta
m ente todo sobre todos los detalles de la gu erra y de la H istoria, o de las políticas
am ericanas y de sus relaciones con A sia, para ten er derecho a escrib ir sobre aqu e
lla agresión inhu m ana, com o algu nos pretendían.
- Los reuniste a todos en Poesía nórdica, ese libro fundamental con el que ganaste
tu primer Premio Nacional de Traducción.
- Los propios poetas antologizados se quedaron turulatos al ver el libro. Y
más al cogerlo. Por el peso. No se lo podían creer. No existe ninguna antología
de poesía nórdica semejante en ningún idioma, ¡ni en sueco! De hecho hubo un
proyecto para que saliera el libro en Suecia, pero no prosperó. Derechos de autor.
- ¿Derechos de autor?
- Sí. Ése fue el gran obstáculo. Jan Erik Vold me sugirió la idea. Y me fui con
el libro a la editorial En bokfór alia, una editorial que, con mucho apoyo estatal, tiene
como objetivo proporcionar literatura de calidad a precio reducido. A la editora le
gustó la idea, pero echó una mirada al índice y me preguntó: "¿Cuántos poetas son?".
"Unos ciento cincuenta", dije. "Imposible, Paco. No puedo pagar doscientas o tres
cientas mil coronas antes de ponerme a buscar traductores... y pagarles. ¿Tú cómo
lo has hecho en España?" Yo se lo dije: "Pidiendo permiso con una carta circular".
La verdad es que creo que me contestó apenas el 10%, pero una importante editora
noruega me había dicho en su momento que, si no me habían respondido que no,
entonces que adelante. El que calla otorga, debió de pensar. Así que me lancé. Fue
mucho trabajo, como puedes imaginar: leer, seleccionar, traducir, pedir permisos,
pedir subvenciones, buscar editor, organizarlo todo... Algunas veces he dicho que tra
ducirlo fue lo de m enos... Tengo cajas enteras de correspondencia con los autores, de
versiones diferentes, de fotocopias, de descartes... A muchos de los poetas no llegué a
Francisco J. Uriz (con gafas, a la derecha) con Pablo Neruda, tras recibir el prem io Nobel,
en Estocolm o, 1971
pedirles autorización, pero después me agradecieron mucho que los hubiera incluido.
Sólo una protestó, pero no porque la hubiese antologado sin su conocimiento sino
porque no le había llegado su ejem plar...
- ¿Y no te tienta continuarla, prolongarla con los poetas que han surgido después?
- No, ya no la voy a actualizar, pero no por el trabajo que implicaría sino porque
a los jóvenes no los entiendo. Hablan todo el rato de algo a lo que llaman 'da materia
lidad del idioma", un bodrio que no me interesa nada y que no entiendo muy bien.
O mejor dicho: no me compensa el trabajo. Después de muchos esfuerzos y consultas
tengo delante de mí, como resultado, un texto en español que no me dice nada, que
me deja frío. El parto de los montes. Ahora va a salir en Libros del Innombrable un
libro de Lina Ekdabl, que, aunque acaba de cumplir los 50, para m í es joven, y tengo
entregada una amplia antología de Sonja Ákesson a Vaso Roto, pero hay otro Ekelóf
pendiente en Sexto Piso, un Malinowski que va a aparecer en México, y estoy termi
nando una antología de poemas de cuatrocientas páginas de Lars Forssell. Prefiero
seguir con esos autores. Estoy muy satisfecho con esa generación, con los de mi quinta.
- Pero también te has ocupado a fondo de prosistas y dramaturgos como August
Strindberg, Torgny Lindgren, Per Olov Enquist, incluso los discursos de Olof Palme...
Tengo entendido que Marina y tú estáis ahora traduciendo otra novela de Enquist.
- Sí. Recuérdam e después que te diga una cosa sobre Palm e, pero sí, estam os
trabajando en La partida de los músicos, una novela m agnífica, la que m ás me abrió
los ojos sobre las transform aciones sociales de Suecia a principios del siglo XX,
cuando había una pobreza extrem a y un m ovim iento obrero incipiente. ¿Has leído
La biblioteca del capitán Nemo ?
- Sí, hace muy pocos días. Muy extraña, pero fascinante, hipnótica... Pura narrativa
nórdica: lejana y hospitalaria a la vez, tosca pero elegante...
- Pues en la que estam os traduciendo vuelven a aparecer algunos perso
najes de aquélla y ocurre en la m ism a zona. Trata de un agitador del Partido
Socialdem ócrata que recorre en su trabajo político varias aldeas del N orte y no
entiende ni el dialecto que hablan allí, y los del pueblo, por supuesto, no entien
den ni jota del socialism o (tan dem onizado por la iglesia) que ese señor trae de
E stocolm o ... Es dura, terrible, pero m uy instructiva sobre el trem endo desarrollo
de un país en pocos años, no m ás de cincuenta. Saldrá en N órdica Libros, y M arina
y yo aún no sabem os m uy bien cóm o reflejar las peculiaridades lingüísticas de
la zona, que son im portantes, pues le sirven a Per O lov Enquist para reflejar el
choque, la distancia, el extrañam iento... H em os pensado en recurrir a las hablas
altoaragonesas, para que el lector sienta esa incom prensión mutua. Ya verem os. A
ver si funciona.
- Y en cuanto a lo que digo sobre tu obra poética, ¿estás de acuerdo? ¿Algo que
matizar?
- No, no, sobre eso no tengo nada que decir, salvo que me parece demasiado
elogioso. Mi poesía valdrá lo que valga, pero creo haber sido un poeta diferente,
al m argen de todo grupo, y eso lo explicas bien.
No soy un teórico, soy un trabajador
mn cisco ü t
B IB L IO G R A FÍA
Ett skri ár ett skri ár ett (Un grito es un grito es un grito es un grito), Estocolm o,
Rabón & Sjógren (col. Tem a, sin núm ero), 1969. T raducción al sueco de A rtur
L u n d k vist y M arina Torres.
Janus' ansikten / Las caras de Jano, Estocolm o, A rbetarkultur, 1983. Edición
bilingü e. T raducción al sueco de A rtu r L u n d k vist y M arina Torres.
Cuaderno de bitácora, París, E d itorial E xtram ares, 1995.
Un rectángulo de hierba, Zaragoza, Libros del Innom brable (col. Sarastro, 9), 2002.
Mi palacio de invierno / Cuaderno de cuadraturas, Z aragoza, Libros del
In n om brable (col. G olpe de D ad os, 53), 2005.
Pasó lo que recuerdas, Z aragoza, Ibercaja / In stitu ción Fernando el C atólico /
G obierno de A ragón (col. B iblioteca A ragon esa de C ultura, 42), 2006.
Accesorios y complementos o Un aragonés en el reino de los Bernadottes, Z aragoza,
Libros del Innom brable (col. G olpe de D ados, 67), 2008.
Cuaderno de bitácora [edición am pliada], Z aragoza, Libros del Innom brable
(col. G olpe de D ados, 80), 2009.
Poesía reunida, Z aragoza, Libros del In n om brable (fuera de colección), 2012.
Decidme cómo es un árbol y otras piezas, Z aragoza, Libros del Innom brable,
2015, en prensa.
Un viaje con Peter Weiss por la España de 1974, Z aragoza, Erial, 2015, en prensa.