Está en la página 1de 3

Lucio Anneo Séneca

Lucio Anneo Séneca, nacido en la Córdoba romana del siglo I a. C., dedicó su vida a la

filosofía, la política, la oratoria y la escritura. Desde muy joven fue influenciado por Marco, su

padre, en el estudio de la oratoria, el cual se vio posteriormente decantado hacia la filosofía por

el influjo de su madre Helvia. Allí conoció al estoicismo, corriente que no solo marcaría una

actitud para afrontar su vida, sino, además, sus diálogos, tragedias y epístolas morales que

sobreviven hasta la actualidad. Partió cuando era muy adolescente a la ciudad de Roma, entonces

capital del mundo occidental y, por tanto, de la cultura, el conocimiento y la política.

Allí, el filósofo realizó estudios de derecho, oratoria y retórica, cuyo fin lo iba encaminando

hacia la vida política. Adicionalmente, cabe recalcar que para la época existían dos corrientes de

pensamiento con gran fuerza: el epicureísmo y el estoicismo, las cuales Séneca conoció muy

bien y, posteriormente, prefirió decantarse por la segunda, dado que percibía a la política como

un mal necesario; contrario al epicureísmo que prefería alejarse lo más posible de la política.

Tras realizar sus estudios en Roma, a la edad de veintinueve años Séneca viaja a Egipto para

aprender administración y finanzas con un tío suyo que vivía allí. Pasados seis años en esta

ciudad, vuelve a Roma para dedicarse oficialmente a la vida política. Su primer cargo público

fue el de cuestor, es decir que era un magistrado encargado de la administración del erario

público y la recaudación de impuestos. Aunque no era un cargo muy importante en el gobierno

romano, el cordobés tenía la oportunidad de ser escuchado por todos los miembros del senado.

Fue en ese momento en que Séneca brilló por su oratoria. Sin embargo, lejos de ser elogiado y

reconocido por su brillantez oral y por su inteligencia, esas mismas virtudes le trajeron, a lo largo

de su vida, muchas desgracias por parte de hombres poderosos.


Así, el emperador Calígula, movido por la envidia y los celos que le causaban la excelsa

mente de Séneca, decidió condenarlo a muerte a muerte. Pero el mandatario, al enterarse de que

aquel hombre que había condenado sufría de un asma severa, prefirió dejarlo a su suerte y

esperar a que la enfermedad lo matase. Este hecho llevó al filósofo a adoptar un perfil más

reservado en la escena pública. Luego, un par de años más tarde, Calígula sería asesinado y

tomaría el poder Claudio, años en los que Séneca se mejoró poco a poco de su enfermedad en las

sombras alejadas de lo público.

Con el nuevo gobierno, Séneca creyó que podría ser el momento para tomar nuevamente una

voz más reconocida en los asuntos políticos, empero Claudio tenía otros planes para él, pues lo

tomaba como un oponente y posible adversario en su gobierno. Por este motivo, el nuevo

emperador destierra a Séneca a la isla de Córcega, donde nadie podría escuchar los bellos

discursos del gran orador nacido en Córdoba.

La estadía de Séneca en la Isla se extendió por ocho largos años, en los cuales siguió

estudiando y escribió gran parte de sus obras. Tras este tiempo, el mismo Claudio le ordena

regresar a Roma para que sea el profesor de su primogénito Nerón. Esta decisión fue

influenciada por Agripina, esposa del emperador, quien deseaba que su hijo tuviera la mejor

educación, por eso convenció a su esposo para traer a Séneca de vuelta.

Cinco años más tarde, la misma Agripina envenena a Claudio para que su hijo ocupe el cargo

de emperador. Pero su corta edad de dieciséis años llevó a Séneca al cargo de consejero y voz de

mando del joven primogénito. Se dice que esos años donde el filósofo tenía el poder y la voz

para tomar decisiones fueron los mejores durante el gobierno de Nerón. Tras cumplir los veinte

años, decide tomar de manera definitiva las riendas del poder, pero los antecedes de emperadores

asesinados lo lleva a adoptar una postura defensiva y paranoica, por lo que decide eliminar a
todas aquellas personas que representan un peligro para su existencia. Este constante temor llevó

a Nerón a matar a su propia madre y, posteriormente, a su maestro y concejero Lucio Anneo

Séneca, a quien le dio la opción o ser ejecutado en la plaza pública o de suicidarse. Así, muere en

Roma en el año 64 d. C. con las venas cortándole la vida.

También podría gustarte