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Falacia

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Falacias

 Argumento a silentio
 ad antiquitatem
 ad baculum
 ad consequentiam
 ad crumenam
 ad hominem
 ad ignorantiam
 ad lazarum
 ad logicam
 ad misericordiam
 ad nauseam
 ad novitatem
 ad populum
 ad verecundiam
 Post hoc ergo propter hoc
 Cum hoc ergo propter hoc
 Conclusión irrelevante
 Arenque rojo
 Falacia de composición
 de división
 del equívoco
 del apostador
 del hombre de paja
 del alegato especial
 de las muchas preguntas
 de evidencia incompleta
 del falso escocés
 de la verdad a medias
 de accidente
 de accidente inverso
 de asociación
 de causa cuestionable
 del costo irrecuperable
 del francotirador
 circular
 ecológica
 naturalista
 Falsa equivalencia
 Apelación al ridículo
 Apelación a la naturaleza
 Generalización apresurada
 Petición de principio
 Reductio ad Hitlerum
 ad Stalinum
 Tu quoque
 Acento o énfasis
 Falso dilema
 Afirmación del consecuente
 Negación del antecedente

En lógica, una falacia (del latín fallacia ‘engaño’) es un argumento que parece válido,


pero no lo es.12 Algunas falacias se cometen intencionadamente para persuadir o manipular a los demás, mientras que otras se cometen sin
intención debido a descuidos o ignorancia. En ocasiones las falacias pueden ser muy sutiles y persuasivas, por lo que se debe poner mucha atención para
detectarlas.3

Que un argumento sea falaz no implica que sus premisas o su conclusión sean falsas ni que sean verdaderas. Un argumento puede tener premisas y
conclusión verdaderas y aun así ser falaz. Lo que hace falaz a un argumento es la invalidez del argumento en sí. De hecho, inferir que
una proposición es falsa porque el argumento que la contiene por conclusión es falaz es en sí una falacia conocida como argumento ad logicam.4

El estudio de las falacias se remonta por lo menos hasta Aristóteles, quien en sus Refutaciones sofísticas identificó y clasificó trece clases de falacias.1
Desde entonces se han agregado a la lista cientos de otras falacias y se han propuesto varios sistemas de clasificación.5

Las falacias son de interés no solo para la lógica, sino también para la política, la retórica, el derecho, la ciencia, la religión, el periodismo,
la mercadotecnia, el cine y, en general, cualquier área en la cual la argumentación y la persuasión sean de especial relevancia.

Índice

 1Definiciones

 2Ejemplos

o 2.1Afirmación del consecuente

o 2.2Argumento ad hominem

o 2.3Petición de principio

 3Clasificaciones

o 3.1Falacias formales

o 3.2Falacias informales

 4Historia

 5Falacias en los medios de comunicación y la política

 6Sofisma

o 6.1Los Sofismas en la Antigua Grecia

o 6.2Los Sofismas en la Lógica

o 6.3Tipos de sofismas

 6.3.1Resultantes del lenguaje


 6.3.2No resultantes del lenguaje

o 6.4Diferencia entre falacia y sofisma

 7Véase también

 8Notas y referencias

 9Bibliografía

 10Enlaces externos

Definiciones
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Todavía no hay acuerdo sobre la mejor definición de falacia y existen muchas propuestas que rivalizan entre sí.6 En 1970, Charles Hamblin publicó una
obra seminal titulada Falacias, que rastrea el desarrollo de la noción desde Aristóteles hasta mediados del siglo XX y concluye que la definición estándar
de falacia es «un argumento que parece válido, pero no lo es».1 Autores posteriores, como Ralph Johnson y Hans Hansen, cuestionaron esta conclusión
y propusieron definiciones alternativas,78 mientras que otros autores, como Douglas Walton, defendieron la aproximación de Hamblin.9

Algunas definiciones alternativas a la de Hamblin hacen énfasis en las fallas lógicas de las falacias. Por ejemplo, se pueden definir las falacias como
argumentos deductivamente inválidos o con muy poco apoyo inductivo.6 El problema con esta definición es que algunas falacias consisten en
argumentos deductivamente válidos, cuya falla está en otra parte, por ejemplo el falso dilema o la petición de principio.6 Se[¿quién?] enmienda esta
definición agregando que los argumentos no falaces, además de tener validez deductiva o apoyo inductivo, deben tener premisas verdaderas y bien
justificadas, y no caer en la petición de principio.6 Esta definición tiene la ventaja de que incluye a los falsos dilemas y a las peticiones de principio
como falacias. Pero tiene la desventaja de que también incluye como falacias a muchos argumentos legítimos, por ejemplo argumentos científicos del
pasado que tenían premisas falsas, pero que sin embargo eran argumentos muy serios y bien intencionados.6

Van Eemeren y Grootendorst proponen una definición «pragma-dialéctica», en la que las falacias se conciben como violaciones de las reglas de la
discusión.10 Así por ejemplo, si una regla de la discusión es no atacar al oponente a nivel personal, se sigue que todo argumento ad hominem es falaz.
Una dificultad con esta aproximación, sin embargo, es que no hay acuerdo sobre la mejor manera de caracterizar las reglas de una discusión.6

La falacia lógica es un modo o patrón de razonamiento que siempre o casi siempre conduce a un argumento incorrecto. Esto es debido a un defecto en la
estructura del argumento que lo conduce a que este sea inválido. Las falacias lógicas suelen aprovecharse de los prejuicios o sesgos cognitivos para
parecer lógicas, cambiándose, a veces, el error inconsciente o involuntario por una manipulación deliberada. Por eso, las falacias lógicas son los
mecanismos automáticos más comunes para poner en práctica los sesgos cognitivos. Algunas importantes falacias lógicas que emplean los sesgos
cognitivos se muestran a continuación. Véase también control social, control mental, propaganda, lavado de cerebro.

Generalmente, los razonamientos falaces no son tan claros como los ejemplos. Muchas falacias involucran causalidad, que no es una parte de la lógica
formal. Otras utilizan estratagemas psicológicas como el uso de relaciones de poder entre el orador y el interlocutor, llamamientos al patriotismo, la
moralidad o el ego para establecer las premisas intermedias (explícitas o implícitas) necesarias para el razonamiento. De hecho, las falacias se
encuentran muy a menudo en presunciones no formuladas o premisas implícitas que no son siempre obvias a primera vista.

Ejemplos
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Categoría principal:   Falacias

Afirmación del consecuente


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Esta sección es un extracto de  Afirmación del consecuente.
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En lógica, la afirmación del consecuente, también llamado error recíproco o error converso, es una falacia formal que se comete al tomar una afirmación
condicional verdadera "Si A, entonces B", e incorrectamente afirmar su recíproca o conversa "Si B, entonces A". Esto es un error, porque el
consecuente B puede tener otras razones para ocurrir aparte de A. 

El error converso es común en el pensamiento diario incluso de gente de alto cociente intelectual,1112 llevando a problemas de comunicación,
argumentos erróneos, y pérdida de productividad, entre otros. Aunque la afirmación del consecuente es un argumento erróneo, la negación del
consecuente si es, en cambio, una forma de argumento válida.

Argumento ad hominem
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Esta sección es un extracto de  Argumento ad hominem.
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En lógica se conoce como argumento ad hominem (del latín ‘contra el hombre’)13 a un tipo de falacia informal (argumento que, por su contenido o
contexto, no está capacitado para sostener una tesis) que consiste en dar por sentada la falsedad de una afirmación tomando como argumento quién es el
emisor de esta.14 Para utilizar esta falacia se intenta desacreditar a la persona que defiende una postura señalando una característica o creencia
impopular de esa persona, en vez de criticar el contenido del argumento que defiende la postura contraria.15 

Una falacia ad hominem tiene la estructura siguiente:

A afirma B;

hay algo cuestionable (o que se pretende cuestionar) acerca de A;

por tanto, B es cuestionable.

Al denunciar este tipo de falacia, no se debe caer en el error de pensar que por existir un argumento ad hominem la afirmación de B sería verdadera (esto
es también una falacia conocida como argumento ad logicam). El hecho de que alguien desacredite al orador no prueba nada acerca de la falsedad o
veracidad de lo que este diga.

El hecho de insultar a una persona dentro de un discurso —de otro modo racional— no constituye necesariamente una falacia ad hominem. La falacia se
comete al limitarse a desacreditar a la persona que está ofreciendo la afirmación, para luego no criticar el contenido de la afirmación.

Una falacia ad hominem es una de las falacias lógicas más conocidas. Tanto la falacia en sí misma como la acusación de haberse servido de ella
(argumento ad logicam) se utilizan como recursos en discursos reales. Como una técnica retórica, es poderosa y se usa a menudo —a pesar de su falta
de sutileza— para convencer a quienes se mueven más por sentimientos y por costumbres acomodaticias que por razones lógicas. Se atacan, así, no los
argumentos propiamente dichos, sino a la persona que los produce y, más concretamente, su origen, raza, educación, riqueza, pobreza, estatus social,
pasado, moral, familia, etcétera.

Por ejemplo: 

Diálogo entre dos personas

A: «El Estado no está garantizando las necesidades básicas de todos los individuos».

B: «Usted nunca tuvo necesidades, no puede hablar sobre lo que hace el Estado».

En este caso B atacó la moral de A, pero no dijo nada sobre las necesidades básicas. Se dice entonces que el argumento usado por B es una falacia,
porque no prueba falsedad, sino que intenta generar la sensación de falsedad.

Ejemplo 2:

A: «Los triángulos tienen cuatro lados».


B: «Usted nunca estudió geometría. No tiene razón en lo que dice».



Efectivamente la proposición de A es falsa, pero no porque no haya estudiado geometría, sino porque el triángulo tiene tres lados.

Petición de principio
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Esta sección es un extracto de  Petición de principio.
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La petición de principio o presuponer la conclusión (del latín petitio principii, "suponer el punto inicial") es una falacia informal que se produce cuando
la proposición que se pretende probar se incluye implícita o explícitamente entre las premisas del argumento, que asumen la verdad de la conclusión, en
lugar de respaldarla. 16 La primera definición conocida en Occidente de esta falacia fue acuñada por Aristóteles en su obra Primeros analíticos.17 

Ejemplo, el siguiente argumento es una petición de principio:

1. Yo siempre digo la verdad.

2. Por lo tanto, yo nunca miento.

En este argumento, la conclusión está contenida en la premisa, pues decir la verdad es antónimo de mentir. Las peticiones de principio resultan más
persuasivas cuando son lo suficientemente largas como para hacer olvidar al receptor que la conclusión ya fue admitida como premisa.
Ejemplo, la afirmación "El verde es el mejor color porque es el más verde de todos los colores" afirma que el color verde es el mejor porque es el más
verde, lo que presupone que es el mejor.

Sin embargo, en el uso vernáculo moderno, la petición de principio se usa a menudo para significar "plantear la pregunta" o "sugerir la pregunta". A
veces se confunde con "eludir la pregunta", un intento de evitarla, o tal vez más a menudo rogar la pregunta significa simplemente dejar la pregunta sin
respuesta.

La falacia es un tipo de razonamiento circular: un argumento que requiere que la conclusión deseada sea verdadera. Esto ocurre a menudo de manera
indirecta, de modo que la presencia de la falacia está oculta, o al menos no es fácilmente evidente.

Formalmente, las peticiones de principio son argumentos deductivamente válidos,16 pues es deductivamente válido que de A se sigue A. Existe
desacuerdo acerca de por qué algunos argumentos deductivamente válidos se consideran peticiones de principio y otros no.16 Una
propuesta[¿quién?] es que la diferencia es psicológica: si la conclusión nos parece demasiado obvia con respecto a las premisas, entonces consideramos
que el argumento es una petición de principio; de lo contrario, no.16

Esta denominación no se suele aplicar a la falacia más general que resulta cuando la evidencia dada para una proposición necesita tanta prueba como la
proposición misma. La denominación más usada para una argumentación semejante es la de falacia de las muchas preguntas.

Toda petición de principio tiene esta característica: que la proposición por ser probada (como conclusión) se asume en algún punto anterior, se asume en
alguna de las premisas. Debido a lo anterior, esta falacia fue clasificada por Aristóteles como una falacia material, en vez de como una falacia lógica.

La petición de principio es una forma de razonamiento circular16 y, como tal, puede dejar de ser falaz si es lo suficientemente amplia.18 Por ejemplo,
en los diccionarios las definiciones son siempre circulares (pues definen palabras a partir de más palabras), pero no por eso dejan de ser informativas y
por lo tanto no se consideran problemáticas.18 Del mismo modo, una petición de principio lo suficientemente amplia puede dejar de ser un círculo
vicioso para pasar a ser un círculo virtuoso.

Clasificaciones
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A lo largo de los siglos, se han propuesto varias maneras de clasificar las falacias, pero todavía no se llega a una clasificación o taxonomía definitiva.2
En esta sección se exponen algunas de las clasificaciones más influyentes.

La primera clasificación fue la de Aristóteles, quien dividió en dos grupos a las trece falacias que identificó: las que dependen del lenguaje y las que
no.19 En el primer grupo puso las seis falacias que dependen de ambigüedades, anfibologías, combinaciones de palabras, divisiones de palabras, acento
y formas de expresión.19 En el segundo grupo puso las siete falacias que no dependen del lenguaje, entre ellas los accidentes, la falacia de las muchas
preguntas, la petición de principio y la afirmación del consecuente.19

Otra clasificación conocida es entre falacias formales e informales.20 Las primeras son aquellas cuya invalidez se puede demostrar mediante métodos
formales,20 tales como la afirmación del consecuente y la negación del antecedente. Las segundas son aquellas cuya invalidez depende del contenido de
los argumentos o de la intención del que argumenta,20 por ejemplo la falacia del hombre de paja o los argumentos ad hominem.

Aún otra clasificación es entre falacias deductivas e inductivas.20 Las falacias deductivas son aquellas que pretenden validez deductiva, aunque no lo
logren, como por ejemplo la afirmación del consecuente. Las falacias inductivas son aquellas que solo pretenden dar apoyo inductivo a la conclusión,
aunque tampoco lo logren, como por ejemplo la generalización apresurada.

Falacias formales
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Las falacias formales son aquellas cuyo error reside en la forma o estructura de los argumentos. Algunos ejemplos conocidos de falacias formales son:

Negación del antecedente: Un ejemplo de esta falacia podría ser:



1. Si bebo un litro de cerveza, entonces me emborracho.

2. No he bebido un litro de cerveza.

3. Por lo tanto, no estoy borracho.

Esta falacia resulta evidente cuando advertimos que puede haber muchas otras razones para que pueda estar borracho. Por ejemplo, puedo estar
borracho tras beber dos vasos de whisky y sin necesidad de haber probado la cerveza. La forma del argumento es la siguiente:
4. Si p, entonces q.

5. no-p

6. Por lo tanto, no-q.

Afirmación del consecuente: Un ejemplo de esta falacia podría ser:



1. Si María estudia, entonces aprobará el examen.

2. María aprobó el examen.

3. Por lo tanto, María estudió.

Esta falacia resulta evidente cuando advertimos que puede haber muchas otras razones de por qué María aprobó el examen. Por ejemplo, pudo
haber copiado, o quizá tuvo suerte, o quizá aprobó gracias a lo que recordaba de lo que escuchó en clase, etc. En tanto es una falacia formal, el
error en este argumento reside en la forma del mismo, y no en el ejemplo particular de María y su examen. La forma del argumento es la
siguiente:

4. Si p, entonces q.

5. q

6. Por lo tanto, p.

Falso silogismo disyuntivo: Un ejemplo de esta falacia podría ser:



1. Juan siempre va con el pasaporte o con otro documento que le identifique.

2. Juan va con el pasaporte.

3. Por lo tanto, no va con otro documento que le identifique.

Esta falacia resulta evidente cuando advertimos que puede haber muchas situaciones en la que una disyunción es inclusiva. Por ejemplo, es
perfectamente posible que Juan pueda llevar dos o más documentos que le identifiquen. Llevar el pasaporte no excluye la posibilidad de llevar
otros documentos que acrediten su identidad. La forma del argumento es la siguiente:

4. p o q.

5. p

6. Por lo tanto, no-q21.

Generalización apresurada: En esta falacia, se intenta concluir una proposición general a partir de un número relativamente pequeño de casos

particulares. Por ejemplo:

1. Todas las personas altas que conozco son rápidas.

2. Por lo tanto, todas las personas altas son rápidas.

El límite entre una generalización apresurada y un razonamiento inductivo puede ser muy delgado, y encontrar un criterio para distinguir entre
uno y otro es parte del problema de la inducción.

Falacias informales
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Artículo principal:  Falacia informal

Las falacias informales son aquellas cuya falta está en algo distinto a la forma o estructura de los argumentos. Esto resulta más claro con algunos
ejemplos:

Falacia ad hominem: se llama falacia ad hominem a todo argumento que, en vez de atacar la posición y las afirmaciones del interlocutor, ataca al

interlocutor mismo. La estrategia consiste en descalificar la posición del interlocutor, al descalificar a su defensor. Por ejemplo, si alguien
argumenta: «Usted dice que robar está mal, pero usted también lo hace», está cometiendo una falacia ad hominem (en particular, una falacia tu
quoque), pues pretende refutar la proposición «robar está mal» mediante un ataque al proponente. Si un ladrón dice que robar está mal, quizás sea
muy hipócrita de su parte, pero eso no afecta en nada a la verdad o la falsedad de la proposición en sí.

Falacia ad verecundiam: se llama falacia ad verecundiam a aquel argumento que apela a la autoridad o al prestigio de alguien o de algo a fin de

defender una conclusión, pero sin aportar razones que la justifiquen.
Falacia ad ignorantiam: se llama falacia ad ignorantiam al argumento que defiende la verdad o falsedad de una proposición porque no se ha

podido demostrar lo contrario.

Falacia ad baculum: Se llama falacia ad baculum a todo argumento que defiende una proposición basándose en la fuerza o en la amenaza.

Falacia circular: se llama falacia circular a todo argumento que defiende una conclusión que se verifica recíprocamente con la premisa, es decir

que justifica la veracidad de la premisa con la de la conclusión y viceversa, cometiendo circularidad.

Falacia del hombre de paja: Sucede cuando, para rebatir los argumentos de un interlocutor, se distorsiona su posición y luego se refuta esa

versión modificada. Así, lo que se refuta no es la posición del interlocutor, sino una distinta que en general es más fácil de atacar. Tómese por
ejemplo el siguiente diálogo:

Persona A: Sin duda estarás de acuerdo en que Islandia tiene el sistema legal más justo y el gobierno más organizado.

Persona B: Si Islandia es el mejor país del mundo, eso solo significa que las opciones son muy pocas y muy pobres.

En este diálogo, la persona B puso en la boca de la persona A algo que ésta no dijo: que Islandia sea el mejor país del mundo. Luego atacó
esa posición, como si fuera la de la persona A.

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