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RESUMEN
Este artículo aborda desde la perspectiva de la sociología cultural y la relacional, la
dimensión cultural en la atención primaria de salud, que a entender de estos autores,
tiene su eje central en la interacción que existe entre la práctica médica familiar y las
prácticas culturales comunitarias. La atención primaria de salud debe ser comprendida
como un espacio social donde se desarrolla un sistema re relaciones sociales de poder
entre el médico, sus pacientes, la población que atiende y las instituciones que en ella
existen.
Por ello nos resultan valiosas las reflexiones sociológicas que con relación al binomio
salud-enfermedad han expuesto pensadores como C. Marx (1844), E. Durkheim (1897),
T. Parsons (1951) o E. Goffman (1961) entre otros, asumidas por este investigador en
sus partes esenciales, pues no llegaron a proyectar su mirada hacia las prácticas
culturales comunitarias, ignoradas como base de un sistema que se legitima como
institución social, limitación de la que no se ha librado el pensamiento médico y
sociológico cubano y de la cual este investigador toma distancia en el texto.
Al colocar a los individuos unos en relación con los otros, el médico tiene la posibilidad
de captar numerosas relaciones específicas que tendrá en cuenta en su valoración de la
salud, o sea, concebir la salud de forma relacional, como situaciones de mutua
causación y de acción y reacción entre seres que coexisten en ámbitos determinados,
que reflejan las condiciones materiales de existencia propias de las diversas clases y
grupos sociales a los que pertenecen.
Las prácticas de salud suelen ser diferentes en la medida en que los rasgos de los
grupos sociales y sus prácticas culturales comunitarias son diferentes, o equivalentes, o
idénticas. Es esta una idea válida y muy importante para evitar al médico durante su
relación, diagnóstico y tratamiento del paciente, identificar indebidamente propiedades
estructuralmente diferentes o distinguir equivocadamente propiedades estructuralmente
idénticas.
En un sentido más amplio, este término puede aplicarse a cualquier persona o grupo
social y manifestar cualquier aspecto de la cultura, en especial aquellos que se han
practicado desde la antigüedad, como los relacionados con la salud del hombre. En
sentido antropológico y sociosemiótico, refleja los procesos identitarios de los diferentes
grupos sociales, así como sus diferencias a partir del entramado de significados que
estos le otorgan al contexto social.
Es a partir del ver y el oír que se forma el sentido, desarrollado a través de los diálogos y
las interacciones. Interactuar y percibir son dos actividades que van estrechamente
ligadas. Sin ellas, el sujeto social no existe.
Esto significa que el lenguaje tiene un valor como vehículo de transmisión cultural y la
oralidad incorporada. En este sentido Claude Lévi-Strauss había señalado que éste es
producto y parte de la cultura. Según sea el punto de vista elegido se puede considerar
el mismo como una condición de la cultura, en un doble sentido en el que el individuo
adquiere la cultura por medio del lenguaje y el lenguaje condiciona a la cultura.
La cultura oral nos ofrece el acceso a otra porción de la experiencia popular acumulada,
que en la comunidad reviste vital importancia como medio de conservación y narración.
El saber humano procede del tiempo. Aún detrás de las abstracciones de la ciencia, se
encuentra la memoria oral y con ella la narración de las observaciones y las experiencias
humanas esparcidas en el tiempo, con base en la cual se han formulado las
abstracciones.
La oralidad y las fuentes orales son sumamente útiles para conocer gustos, intereses,
tradiciones y otros valores afines, junto con diversas formas de pensamiento y
significados existentes como los mitos y los ritos, devenidos en prácticas culturales
comunitarias. Así por ejemplo, el mito como práctica cultural es un relato, una narración
que tiene tres funciones que le son reconocidas tradicionalmente y su conocimiento por
parte del médico de la familia le sería de gran valor para su trabajo.
1. Relaciones sociales mediadas por el lugar que ocupan en la estructura social según
el capital simbólico de que disponen o el rol que desempeñan los individuos en el
proceso salud/enfermedad: relaciones médico/médico; médico/paciente;
médico/individuo sano; médico/familia; médico/comunidad; enfermo/sano, hombre/mujer,
niño/adulto.