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Perspectiva sociológica europea clásica.

(Lectura 1)

Durkheim y la educación como socialización.

En Durkheim, fue una preocupación la relación entre los procesos de individuación y de


socialización, en atención a las cuestiones de la singularidad como objeto de los estudios
psicológicos y los asuntos de la integración del agente como punto de tratamiento de la sociología.
Sostiene el autor que el individuo nace en el seno de una familia que va a acompañar en estos
procesos, pero que es insuficiente lo que reciba en este grupo primario (Gómez, 2019) El autor
abre el debate acerca de lo interno y lo externo, es decir, sobre qué corresponde a lo individual y
qué a lo social. En este sentido, se pregunta por el lugar de la disciplina, arguyendo que esta es
una herramienta que oficia de policía exterior previniendo actos y siendo, a su vez, un instrumento
de la educación moral con valor intrínseco que marca un sello en el carácter moral del sujeto
(Gómez, 2019) Esta transmisión es de alta utilidad social, ya que imprime maneras de actuar que
se imponen regularmente, en condiciones similares.

Es necesario en todo instante asegurar el funcionamiento de la vida doméstica, profesional y


cívica… Es necesario que las normas que determinan lo que deben ser esas relaciones queden
establecidas y que los individuos se sometan a ellas. Esta sumisión es la que constituye el deber
cotidiano. (Durkheim, 1997, p. 50).

En un debate entre integrantes de un equipo provincial que deben discutir sobre políticas
educativas en una gestión de gobierno, se encuentran dos grupos que sostienen posiciones
disimiles con relación con el lugar de la escuela y sus posibilidades educativas respecto de la
integración de los sujetos a la sociedad. Un grupo se identifica desde una perspectiva más
conservadora y la otra, desde un lugar crítico. Los primeros se autodenominan integracionistas y
los segundos, rupturistas.

La pregunta central que guía el debate es el lugar de la escuela en la formación de sujetos sociales.

La discusión comienza al interior del Ministerio y se van dando los distintos argumentos.

Para Durkheim (1997) hay una moral heredada y una moral por construir. Es un proceso dialéctico-
intersubjetivo. La recreación de la conciencia moral social supondrá una edificación sentada en las
bases del pasado de la humanidad (filogénesis) y en las huellas que estas han dejado inscriptas,
poniendo en tensión lo que es y lo que debería ser para las nuevas generaciones. Esa tensión es el
ideal por seguir. Es a partir del dominio de sí (hombre como producto social a partir del espíritu de
disciplina) y de la cooperación regular entre los individuos que surgirá la voluntad reflexiva y
personal que invite a moderar al agente que oficie las reglas como instrumento de sujeción y, a su
vez, de liberación y libertad, favoreciendo la convivencia democrática. Es en pro de la felicidad
pública que defiende el sistema de reglas, no como adiestramiento insidioso, sino como una
influencia saludable para el ejercicio de las prácticas democráticas.
Durkheim (1997) dirá que, gracias a la educación, el sistema de reglas se habrá incorporado, pues
estas reconocen en el sujeto aquello que era externo como una instancia interna. Los procesos de
individuación son entendidos, a su vez, como procesos de socialización en donde cada individuo
resigna sus necesidades en pro del bienestar de la vida colectiva.

El aprendizaje de las reglas morales tiene lugar en la moral social cotidiana. Estas reglas obligan a
contener y doblegar las necesidades y los apetitos para que se inclinen en un sentido positivo.
“Cuando el hombre sanamente constituido trata de cometer un acto censurable desde el punto de
vista moral, siente algo que lo detiene” (Durkheim, 1997, p. 54). Este sociólogo se refiere aquí a
una barrera ideal internalizada (ideal del yo freudiano). La moral funcionará como un sistema de
prohibiciones regulando internamente las acciones de los agentes. Hay una distinción entre deber
y bien como fuente civilizadora. El deber de la moral es el que ordena y prohíbe, es el de las
prohibiciones coercitivas; ofrece el contenido que debe ser obedecido. El bien se refiere a la
moralidad que reconoce la cosa buena, el ideal amado al cual se aspira y que orienta la voluntad
del hombre desde los intereses individuales a los objetivos colectivos.

El grupo de los integracionistas encuentran en Durkheim una fuente que da fundamentos a su


postura. La familia y la escuela son las dos instituciones centrales para que el sujeto puedo convivir
en sociedad, pues son la fuente que logrará que el sujeto obedezca las reglas. Los rupturistas
alegan que, si bien es cierto que los sujetos deben respetar las leyes, la escuela no debe ser un
agente que someta a los estudiantes para que sean obedientes a los imperativos de una
generación mayor.

La educación moral va a ser el eje en la constitución del sujeto-agente, que les permitirá a las
nuevas generaciones adquirir la conciencia social, formando su ser social en un doble juego de
conservación del legado y renovación del ideal. Es tan importante para el hombre el proceso de
socialización que, si este no toma el curso adecuado, “la actividad individual no sabe de dónde
asirse, se vuelve contra ella misma” (Durkheim, 1997, p. 20).

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