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CITA SUGERIDA:
Coya, E. (2013). Los mitos sociales: Una estética de lo político para una sociología de
las pasiones [en línea]. Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica.
Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.854/te.854.pdf
LICENCIATURA EN SOCIOLOGÍA
TESINA
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Resumen
práctica política, es nuestra apuesta enfocarnos en las pasiones sociales que ellos evocan
para dar cuenta su vital relevancia al momento de construir una nueva voluntad
colectiva. Aspectos que han sido descuidados por la práctica marxista y ejemplarmente
Mariátegui, entre otros, para dar cuenta de la importancia de trabajar sobre las
una nueva voluntad política. Aspectos que en la Argentina fueron discutidos en torno al
peronismo, para lo cual nos basaremos en las lecturas que de él hicieron Carlos Astrada,
Palabras claves:
2
INDICE
Introducción……………………………………………….……………….…página 4
Capítulo 1:
general……………………………...........................................página 9
modernos…………………………..……………….................página 14
marxismo……………………………………………...…….…página 22
Capítulo 2:
Estética de lo político…………………………………………………………página 27
Capítulo 3:
Algunas conclusiones………………………………….….…………………….página 66
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Los mitos sociales: una estética de lo político para una sociología de las pasiones
Introducción
enfoques los cuales estuvieron orientados hacia una misma inquietud vital, tanto para el
quehacer intelectual, político y porqué no, afectivo. Nos referimos a la relación posible
entre la política, (ya sea como teoría política o como praxis) y a los sentimientos, la
pasión y el papel que los sentidos juegan en esta relación. Intentaremos reflexionar,
desarrollo cotidiano de las sociedades desde sus primeras épocas. No nos referimos a las
pasiones, exclusivamente desde el punto de vista individual, es decir cómo éstas y los
sentimientos templan los espíritus a nivel personal, sino sobre todo, cómo influyen en
política. Según Pierre Ansart (1997) esta dimensión afectiva de la vida política no es
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nueva en la historia, pero nos encontramos ante una singular paradoja: los sucesos de la
diferentes y, sin embargo, la historia parece tejer la misma trama fundamental de amor y
odio, concordia y furor, bajo rostros indefinidamente renovados. Por evidente que sea,
tan es así que el primero de los clínicos1 de las pasiones que dicho autor rescata es a
incluso mucho antes de la creación de un estado central. Coincidimos con Ansart en que
“la afectividad política, con sus figuras inagotables del amor y el odio, es evidente por
Las emociones, los sentimientos y las pasiones no dejan de acompañar la vida política:
reconstituyen en la prueba; otras, una emoción súbita parece invadir una población y
análisis clínico de las pasiones políticas? Entendiendo por el término “clínica” como un
método definido a su vez por la observación de los hechos y las técnicas de terapia.
clínico, siendo éstos: Confucio, Platón, San Agustín, Maquiavelo, Corneille, Marx,
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representación de odio que hace de un jefe o todo un grupo un chivo emisario.” (Ansart;
1997:3)
Ahora bien, una vez mencionada la temática a abordar, cabe aclarar el enfoque
que pretendemos estudiar, ya que nuestro propósito dista de ser un análisis clínico en el
sentido que siguió Ansart, y mucho menos dar cuenta de los innumerables autores que
de una forma u otra han encarado las pasiones políticas. Nuestro objetivo es mucho más
estética particular.
basado en una concepción mítica, dónde las imágenes, la fantasía artística, las palabras
referimos al enfoque de los mitos sociales. Para las teorías políticas de raigambre
enmascaran el verdadero sentido de ésta. Por ello, no sólo buscan erradicar la presencia
de estos del acontecer político, sino que además, entienden que no deben ser
exclusión al mito desde las filas de la izquierda, no son menores. Para no pocos
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ideología burguesa para justificar su orden; en consecuencia lo opuesto a la política
mito político, se vio más acentuada aún, hacia la primera mitad del siglo XX, por el uso
criminal que desde la teoría y fundamentalmente desde la praxis hicieron de éste tanto el
supuestamente “irracional” del mito político, una verdad desde la cual no sólo llevar a
autoritario.
Desde una perspectiva diferente, influenciada por el marxismo, pero que busca
una comprensión del mito político más dialéctica y cercana a la praxis que a la
político desde dicho enfoque es una fuerza afectiva, un desasosiego pasional, una
inquietud vital que se materializa en una participación política apasionada que, antes de
ser una toma de conciencia implica una pulsión corporal. El esbozo argumental que
aquí desarrollaremos, será el abordaje de lo que inquieta a los hombres al punto tal de
búsqueda será aquel que nos permita desentrañar la acción política que se dispara
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desde los sentidos y los nervios, en definitiva desde los cuerpos, tratando de argumentar
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De la violencia bien entendida. Sorel y la huelga general.
(Isaiah Berlin)
No tiene sentido pensar al mito social como así tampoco tiene sentido definirlo
violencia (2005), el mito social pierde sentido cuando se lo trata de definir, y eso es así
porque para él, es un estado de ánimo, es algo que se siente. Atraviesa los cuerpos y los
arroja a la lucha con una determinación épica. Es un momento sumamente heroico que
revolucionaria sale de las entrañas del proletariado rumbo a la batalla final. El pathos
junto con Isaiah Berlin (Sorel; 2005: 36), descubrir sus dos posibles fuentes de
En primer lugar podemos mencionar que, de Henri Bergson tomó la idea de la debilidad
demás manifiesta e incuso podríamos afirmar que solamente de este suelo brotaría la
célebre doctrina sobre el mito social. Pero, no obstante, la otra fuente de donde puede
haber surgido su teoría del mito son las enseñanzas del fundador de la sociología
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como sabemos su posición netamente positivista y cientificista era implacablemente
Tercera República, enseñaba que ninguna sociedad puede mantener su estabilidad sin un
alto grado de solidaridad social entre sus miembros, solidaridad que a su vez depende de
ritual y ceremonial; en el pasado, la más poderosa de las formas en las cuales este
sentido de solidaridad encontraba su expresión natural había sido la religión. Los mitos
no son para Durkheim creencias erróneas acerca de la realidad. No son creencias acerca
común, y sobre todo en símbolos santificados por la religión y la historia. Por lo tanto,
la función del mito es la de dar cohesión a la sociedad, creando una estructura regida
por normas y costumbres sin la cual el individuo puede sufrir una sensación de
social. Para Durkheim el mito es, en última instancia, una respuesta utilitaria pero no
elaborada, sino espontánea y natural, a una necesidad cuasi biológica: su función, tal
Entonces para Sorel, la función del mito no consiste en estabilizar, sino en dirigir
unas energías e inspirar hacia la acción. Esto lo hace dando forma a una visión dinámica
del movimiento vital, tanto más potente cuanto que no es racional. Un mito se compone
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alma que engendra entusiasmo e incita a la acción, al desorden. Los mitos no necesitan
de realidad histórica; dirigen las emociones, movilizan la voluntad, dan sentido a cuanto
somos y hacemos. Sin mitos no se puede crear un movimiento proletario enérgico, pero
no se trata de analizarlos tal como se descompone una cosa en sus elementos, sino hay
que tomarlos en bloque en cuanto fuerzas históricas. Sobre todo, no son utopías, hay
que juzgara a los mitos como medios de actuar sobre el presente: hay que olvidar las
representaciones previas una vez consumado el acto y sobre todo, cualquier discusión
En palabras de Sorel: “Lo único que importa es el mito en su conjunto.” (Sorel; 2005:
180) E insiste más adelante: “No hay que olvidar nuca que la perfección de ese modo de
concebir el paso del capitalismo al socialismo como una catástrofe cuyo proceso no es
Como declara Iasiah Berlin (Sorel; 2005: 24) en el prefacio a las reflexiones,
Sorel no perdió nunca su fe en Marx, pero utilizó sus doctrinas de manera selectiva, a
concepción de la naturaleza humana, el hombre como ser activo; y por otro lado, el
abandono de todo determinismo: las leyes sociales y económicas no son cadenas, son
todo para Sorel, la intuición más profunda compartida con Marx es su visión de la lucha
de clases como matriz de todo cambio social. Toda creación es lucha, pero no obstante,
como bien sostiene Sorel, “Marx habla de la sociedad como si estuviera partida en dos
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para verla verificada en los fenómenos de la vida común. Pero todas las oposiciones
cobran una extraordinaria nitidez si imaginamos los conflictos ampliados hasta las
dimensiones de la huelga general.” (Sorel; 2005: 187) Por lo tanto, en primer lugar el
mito social, junta lo separado, religa al proletariado disgregado para, luego, partir
gala de las amenazas de revolución, para luego convertirse en el perfecto burgués. Sorel
detestaba a los que decían representar los intereses de los trabajadores. No quería hacer
debía estar disciplinado, ésta organización respondería meramente al fruto natural del
proceso de trabajo. Y esto era importante para la huelga general, porque a través de la
educativa que posee la sociedad contemporánea para preparar el trabajo a futuro. (Sorel;
2005: 309) Es preciso insistir: no pasa por experimentar una toma de conciencia sino
una toma de violencia, o mejor dicho, la toma de conciencia está precedida por una
porque crea unidad y solidaridad duraderas, mientras que los partidos políticos, son
mera fachada de control capitalista; sino que los ideales mismos de la democracia
destruyen las únicas condiciones en las que el hombre puede alcanzar su plenitud: la
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La violencia proletaria mana de una energía pasional y el cuerpo se lanza al
campo de batalla para destruir todo lo que existe, la cotidianeidad se torna una real
Porque esta resistencia es liberación también, ya que para Sorel el hombre alcanza la
plenitud en la lucha, en el conflicto social. Ahora bien, Sorel no vacila en declarar que
el socialismo no puede subsistir sin una apología de la violencia y esto es así porque “la
cual gobierna una minoría, mientras que la violencia tiende a la destrucción de ese
mientras que el proletariado reacciona ahora contra ella y contra el Estado mediante la
violencia.” (Sorel; 2005: 231) En definitiva, “la fuerza impone cadenas, la violencia las
buscaba convertirse en la fuerza motriz capaz de preparar a los trabajadores para la gran
no se logrará fácilmente, pues vendrá luego de que los productores acepten el estado de
insuflada por el componente pasional sin vacilaciones ni tregua aniquila a los burgueses.
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debilitar aquello por lo que instintivamente vivimos. El mito impulsa a los trabajadores
utopismos. La huelga general conduce a los hombres a prepararse para un combate con
el fin de destruir todo lo que existe, mientras que la utopía siempre ha causado el efecto
(Antonio Negri)
senda del mito social, como sabemos desde la cárcel. La correlación de fuerzas había
Príncipe de Maquiavelo que Gramsci actualizará ambas lecturas, es decir, por un lado la
tarea histórica que una vez emprendió Maquiavelo: la constitución de un Estado, que
duradero. Y por otro lado, dicha tarea no puede realizarse sino a través de vehículos
afectivos: “El proceso de formación de una determinada voluntad colectiva, que tiene
y dando una forma más concreta a las pasiones políticas”. (Gramsci; 2008: 9)
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Y las líneas de continuidad con la concepción soreliana del mito se hace más
evidente, ya que el papel que esta ‘fantasía artística’ debe cumplir es religar lo disperso,
también para Gramsci la mejor forma de llevar semejante proyecto a cabo, es a través de
la pasión. Como afirma Gramsci en las Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y
sobre el estado: “El Príncipe de Maquiavelo podría ser estudiado como una
ejemplificación histórica del ‘mito soreliano’, es decir, de una ideología política que no
se presenta como una fría utopía, ni como una argumentación doctrinaria, sino como la
creación de una fantasía concreta que actúa sobre el pueblo disperso y pulverizado para
suscitar y organizar su voluntad colectiva.” (Gramsci; 2008: 10) El mito social será
una nueva voluntad política. Ahora bien, Gramsci inicia su estudio con la siguiente
argumentación doctrinaria, sino ‘un libro viviente’, un manifiesto que, según Althusser
(Althusser; 2004: 60) exige ser escrito en formas literarias nievas. Es lo que explica la
Príncipe Nuevo, un nuevo formato: apenas 80 páginas. Un estilo nuevo: claro, denso,
partidista en sus escritos, y declararse partidista con todos los recursos de la retórica y
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Así como Sorel no pretendía construir un corpus teórico coherente sino escribir
“de un día para el siguiente, según la necesidad del momento” como le confesaba en una
carta a Benedetto Crocce en 1903. Podemos coincidir con Althusser que Maquiavelo es
sino que plantea el problema en términos de caso, esto es, de coyuntura singular. O
podemos mencionar que mientras que Marx y Sorel, pensaban la revolución social a
tiempo, Maquiavelo con Marx, Maquiavelo más Marx, en la base de nuestra tentativa de
histórica, sino que era una abstracción doctrinaria pero, como ya vimos, ‘los elementos
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dramáticos de gran efecto, se resumen y convierten en elementos vivos en la conclusión,
lucha, que simplifica, polarizando lo social en dos bandos, destruyendo todo orden
social impuesto. Jack London, en el cuento La huelga general, imagina como se llevará
que es una huelga más, pero con el pasar del tiempo las condiciones serán cada vez más
renunciar a su estado. La burguesía, tal como buscaba Sorel, sale de su pasividad. Los
trabajadores con el pasar de los días, irán adquiriendo más valor. El mito de la huelga
potencial de lucha, y a esta lucha se la encara como si fuera la última. Nada puede velar
También esto lo ilustra fielmente Jack London en sus últimas líneas cuando el personaje
principal hace un balance del episodio; “y así acabó la huelga general. No quiero volver
a ver nunca otra. Fue peor que una guerra. La huelga general es algo cruel e inmoral. La
mente humana debiera ser capaz de organizar la industria de una manera más racional.
insoportable. Hay que hacer algo.” La imagen de la huelga general lanza al proletariado
a la lucha con un estado de ánimo épico que no solo genera violencia proletaria, sino
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cadenas, y a destruir el orden impuesto a la fuerza por los opresores y especuladores.
Como observa Sorel, se dará una batalla napoleónica, una revolución catastrófica, el
campo de batalla. El paso del capitalismo al socialismo se dará como una catástrofe
los más nobles sentimientos, los más hondos, que lo llevan a la movilización y los que
más movilizan. La imagen de la huelga general los agrupa a todos, y los hace aflorar en
idea de la huelga general es motora, a tal punto que arrastra en su estela revolucionaria
todo lo que toca2. Según Sorel, Durante las guerras de la libertad, cada soldado se
consideraba como un personaje que forzosamente tenía que hacer algo muy importante
cómo se opone constantemente a los hombres libres de los ejércitos republicanos frente
a los autómatas de los ejércitos realistas. El mismo espíritu se aprecia en los grupos
imágenes tienen su lugar y se justifican por los resultados emocionales que se esperan
los odios de las clases que están o se creen amenazadas. A la esperanza de los
en el que cada cual aportaría el mayor ardor posible, actuaría por su cuenta y se
combinado. (Sorel; 2005: 308) “Nuestros burgueses desean morir en paz: después de
También para Gramsci, la fuerza del mito, es la única capaz de atravesar a las
multitudes con la fantasía artística necesaria para dar forma viva a semejante tarea
política se alimente de las creencias populares para, a través de ellas construir una nueva
moral, una nueva voluntad popular. Pero a diferencia de Sorel, Gramsci no recurrió al
mito como una arenga, menos como a un estado de ánimo heroico y belicoso, ya que
por aquel entonces, la acción directa era imposible sin organización alguna, es decir no
pudo darse ese gusto. Sabemos que todo buen comunista mira con reojo la
espontaneidad de las multitudes, pero no hay que confundirse, a Gramsci le toco una
convirtiendo en todo lo que él mismo criticaba. Es por eso que Gramsci le va a dar una
vuelta de tuerca al mito soreliano (el cual se centraba en su papel destructivo, violento),
detuvo en la concepción del sindicato, aunque “es verdad que para Sorel, el ‘mito’ no
realización máxima de dicha acción práctica debía ser la huelga general, es decir, una
actividad pasiva, de carácter negativo y preliminar que no preveía una verdadera fase
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‘activa y constructiva’” (Gramsci; 2008: 10) Por eso la apropiación que hace Gramsci
política, sino que debe ser a través de ésta cómo el elemento complejo de la sociedad
príncipe, no es un momento, implica una duración, y no podría ser sólo una persona ni
siquiera un héroe personal, sino que sólo puede ser un organismo, un partido político
que intente crear un nuevo tipo de Estado. Digámoslo entonces, el mito social es el
partido de la clase obrera: “El Príncipe moderno debe ser, y no puede dejar de ser, el
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Es necesario recurrir a la fuerza pasional del mito para construir una nueva
voluntad política a partir de los anclajes culturales, es decir que religue al pueblo
espontaneidad, ya que el mito social, el Príncipe moderno “es (y no puede dejar de ser)
constructivo, el mito social será la imagen fuerza, la fantasía artística que permita
olvidado, según Gramsci, nada más y nada menos que a las creencias populares. La
pasión por el partido de los trabajadores, la pasión por el Nuevo Príncipe, como él lo
llamaba, debe crecer desde abajo, desde lo popular. . Asumir la tarea de pensar lo nuevo
sobre el vacío de todas las condiciones significa pensar con el cuerpo. El pensamiento y
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lo que es vivido de manera inmediata. Como afirma Virno en el prefacio de Maquiavelo
pensamiento del ‘zorro’ presenta una nueva consistencia: ‘ser zorro’ 3 –en tanto que
condición para convertirse en ‘león’- significa ocuparse de la potencia del cuerpo, de los
cuerpos, de la multitud, más que del poder y de la política”. (Althusser, 2004: 15)
Gramsci, como lo hiciera una vez Maquiavelo, va a dejar bien en claro el lenguaje que
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‘Por lo tanto es necesario que un Príncipe sepa actuar según convenga, como bestia o
como hombre’. El príncipe que debe practicar la bestia ha de elegir no una, sino dos
bestias como modelos: el león y el zorro. ‘Es, pues, necesario ser zorro parea conocer
Si la artimaña es una forma de gobernar, al no tener existencia tan sólo puede ejercerse
otras dos formas de gobierno: la fuerza y las leyes. Cuando la artimaña utiliza el
ejército, es artimaña de guerra, cuando utiliza las leyes, es engaño político. La artimaña
abre así, más allá de la fuerza y de las leyes, un espacio de desviación de la existencia
de la fuerza y de las leyes en el que la fuerza y las leyes se remplazan, se fingen, quedan
bestia, y no del hombre. Actuar como hombre es practicar virtudes morales; actuar
como zorro es practicar una violencia no violenta, el vicio de todos los vicios, la falta de
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“El marxismo corre peligro de convertirse en una mitología fundada en las
Si como analizamos al comienzo del capítulo, fue Sorel quien actualizó (de
entonces si postulamos que, fue José Carlos Mariátegui, quien actualizó brillantemente
práctica, por (…) Georges Sorel, en estudios que separan y distinguen lo que en Marx es
decenios del siglo actual, más acaso que la reacción del sentimiento clasista de los
pasiones tales como el odio, la fantasía o la violencia, si bien como constatamos tiene
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continente de la mano de amauta Carlos Mariategui, quien en su apuesta política de
proletariado como el actor social. Ahora bien, Perú sufrió la conquista española y la
expropiación sistemática metales preciosos y, además sufrió una conquista que sin
República, lejos de acabar con este tipo de explotación esclavista, se dio nuevos
tierra, es decir que la propiedad ahora privada, pasaría a manos de los latifundistas.
Es por eso que aquí el mito, implica necesariamente una cuestión nacional, que no
es algo moral o patriótico, sino económico. Pensemos en clave del más crudo
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inacabada que solo logró (parcialmente dirá Mariátegui ya que en la trayectoria anímica
del campesino estará siempre presente) la desaparición de las comunas incaicas. Es por
dilucidar el motor de cambio social, es decir la lucha de clases. Por eso la tarea histórica
que encaró José Carlos Mariátegui a través de la pasión del mito social, la tarea de
peruanizar el marxismo. El mito al igual que en Sorel, tiene que unir y separar, tiene que
unir al campesinado para separarlo luego de la sociedad, el mito será aquello que
modo de producción comunal incaico, para luego actualizarla con la práctica marxista.
El marxismo para Mariátegui es la única posición que ofrece una vía de libertad y de
avance, y así como Sorel renovó la práctica marxista de acuerdo a sus criterios
marxismo y al sorelismo como dogma, pero sin dogmatismos, es decir “el dogma tiene
a las estrecha de las servidumbres: su especulación voltejea a una velocidad loca pero
inútil en torno a un punto fijo. El dogma no es itinerario sino una brújula en el viaje.
libertad absoluta. El pensamiento tiene una necesidad estricta de rumbo y objeto. Pensar
bien es, en gran parte, una cuestión de dirección o de órbita. El sorelismo como retorno
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Y en Sorel reconocemos al intelectual que, fuera de la disciplina del partido, pero fiel a
una disciplina superior de clase y método, sirve a la idea revolucionaria. Sorel logró una
continuación original del marxismo, porque comenzó por aceptar todas las premisas del
que tiene el mito para el marxismo. El análisis que el peruano hace luego de la crisis y
de la gran guerra mundial, tiene dos aspectos que aquí consideraremos de vital
predominio absoluto de la razón; compartiendo las sospechas tanto con Sorel, Gramsci
así como también con Weber: la guerra y el desencantamiento del mundo (weber), junto
con el fin de las ideas progresistas y la ciencia que había servido de sustento tanto para
el liberalismo como para el marxismo, pierden su validez. La guerra moldeó una nueva
sensibilidad cosa que acentuó el otro aspecto: la falta de una fe superior, de un mito que
mito, de una fe, de una esperanza. Falta que es la expresión de su quiebra material. La
del alma de la civilización burguesa los residuos de los antiguos mitos. El hombre
propia Razón se ha encargado de demostrar a los hombres que ella no les basta. Que
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únicamente el Mito posee la preciosa virtud de llenar su yo profundo.” (Mariátegui; El
tiene hambre de Sorel: “Mi ambición es poder despertar algunas vocaciones. Hay
bajo las cenizas, y que corre el peligro de apagarse tanto más cuanto el espíritu ha
sacude las cenizas y hace que surja la llama. (Sorel; 2005: 68) Dicho diagnóstico va de
como “un animal metafísico” que vive con una concepción metafísica de la vida, siendo
el mito quien mueve al hombre en la historia, ya que la misma la hacen los hombres
polarización social que el mito conlleva, según Sorel, Mariategui advierte que lo que
ya no tiene mito alguno. El mito liberal renacentista ha envejecido y ha sido tirado por
la borda luego del Tratado de Versalles, y así la burguesía se torna incrédula, escéptica
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fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del Mito” (Mariátegui; El alma
matinal)
La politización popular a partir de las estructuras subjetivas. Los desatinos del cálculo y
del lenguaje.
Para abarcar las emociones transmitidas y la fuerza pasional que avivan los
componentes sensuales que agitan los espíritus y los cuerpos más allá de ellos, es decir
más allá del encorsetado mundo de la política racional. Ese movimiento que comienza a
crecer desde lo más íntimo de lo individual, se transmite (según su suerte) hacia todo el
socialismo. Georges Sorel, uno de los más altos representantes del pensamiento francés
del siglo XX; decía en sus Reflexiones sobre la violencia; Se ha encontrado una
y aún la reconstrucción del individuo para una obra gigantesca. Pero Bergson nos ha
enseñado que no sólo la religión puede ocupar la región del yo profundo; los mitos
revolucionarios pueden también ocuparla con el mismo título. Renán, como el mismo
brotan desde los nervios mismos. Pero previamente, si lo que estamos esgrimiendo es
una sutil defensa del enfoque de los mitos sociales, y como anticipamos, no es nuestra
intención definir al mito social teóricamente, sino más bien enmarcarlo, rodearlo de
afinidades para comprender de qué manera se puede construir una práctica política
de lo objetivo.
acercamiento a dicha obra nos permitirá insistir junto con otros autores en la relevancia
Para dicho autor, el error del marxismo fue el escaso interés prestado a los
posible explicarse la actitud de amplios sectores de trabajadores ante los progresos del
hubiera hecho uso de sus posibilidades para anticipar, que la política marxista no habría
efectos sociales del misticismo. La teoría y práctica marxista entre 1917 y 1933 estaba
limitada al estricto campo de los procesos objetivos de la economía. Las fórmulas vacías
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29-33 tenía que desembocar por fuerza en una evolución ideológica hacia la izquierda
de las masas afectadas. La realidad era muy distinta, ya que se inició, como sabemos, un
base económica. La psicología expuesta por el autor no es otra cosa que la búsqueda del
enfoque que dicho autor defiende y propone es la psicología política, siendo la misma
capitalista. Pero es ella la que podría investigar cómo es el hombre de una cierta época,
económicos, sino también los sexuales a fin de poner término a la hegemonía de los
solamente tiene como función reflejar el proceso económico, sino también enraizar en
las estructuras psíquicas de los hombres de esa sociedad. Los hombres son tributarios
forman parte de las diferentes capas no son solamente los objetos de esas influencias,
sino que las reproducen también como individuos activos, su pensamiento y su acción
deben ser tan contradictorios como la sociedad de la que emanan. Así y solamente así se
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explica el efecto de la reacción de la ideología de una sociedad sobre la base social de la
mucho más conservadoras que las fuerzas productivas técnicas. Las estructuras
psíquicas van retrasándose poco a poco con relación a las condiciones sociales que las
engendran, las cuales evolucionan muy rápidamente y entran en conflicto con las
economía social explica, pues, por completo un hecho social cuando existen
económica, cuando la una o la otra no son racionales. Por eso en Gramsci la batalla
creencias del tipo de las populares tienen la validez de fuerzas materiales. Los errores de
(Gramsci; 2008: 45) Es en este sentido que, para apasionar a las masas, para inyectarlas
de fuerza afectiva, nada más inútil que el pensamiento abstracto o la palabra doxa. La
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pregunta de Gramsci es ejemplar respecto a lo que moviliza al pueblo, a sus pasiones, a
sus creencias, sus consumos. La pregunta desde la cárcel por la literatura y los gustos
del pueblo muestran que Gramsci no está pensando inocentemente qué tipo de literatura
consumen, sino qué es lo que los mueve a leer esas historias de héroes y vengadores y
política para pensar cómo correr a las masas desde el consuelo a la acción y la pasión, a
tomar las riendas de sus propias vidas. Si el pueblo es religioso, o le gusta consumir
literatura policial extranjera, no hay que intentar demostrar la sumisión que esto
representa desde la palabra intelectual, sino trabajar sobre estas creencias. Si para este
cambio moral, cultural y pasional, el mito para generar el cambio, debe encarnarse en
alguna imagen dentro de las creencias populares, y la lucha debe darse en tanto su
disputa por las metáforas del sentido común. La razón puede sugerirnos el fin deseado,
y hasta incluso establecer los medios necesarios para alcanzarlo, pero esto no será
Mariátegui (o a Sorel…) “La función ética del socialismo debe ser buscada, no en
mecánicamente del interés económico: se forma en la lucha de clases, librada con ánimo
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desde lo profundo y que difícilmente podemos articular en un lenguaje. Es necesario
recurrir a un olvidado psicólogo social nacido en nuestro país: Aníbal Ponce, para que
dicho, para dar cuenta de la estrategia necesaria para interpelar a las multitudes, desde el
Mariátegui, ya que como ellos, nos dirá que si lo que se busca es una toma de
conciencia, hay que abandonar todo lenguaje intelectual y atravesar los cuerpos…
Según Ponce, la fuerza del lenguaje radica en la convención, porque una vez
ha ido imponiendo como una estructura más, ya que como sabemos, la sociedad
afectivo en el frío lenguaje de lo convencional, lejos del lenguaje científico que busca
entre el impulso afectivo y la represión social. Siguiendo a Ponce, “en la vida gris y
regular de todos los días, la emoción no es común y la pasión es rara (…) transcurren
cuando por esas bruscas activaciones de tendencias que se llaman emociones” (Ponce;
1956: 223). Y cuando la intensidad del sentimiento crece, las formas racionales se
eliminan y aparecen las formas concretas, más antiguas, más coloreadas, más vívidas.
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¿dónde toma su fuerza y hacia donde nos lleva? Lo concreto y lo abstracto difieren en la
finalidad de cada uno; el primero tiene una finalidad inmediata, el segundo una remota.
darle caza. Es la metáfora la que mejor pone en palabras la emoción que proviene de lo
concretamente vivido.
En este sentido vimos la potencialidad que los autores del enfoque de los mitos
la distancia existente entre dicho enfoque y, por ejemplo, los cambios en la esfera
disputar los anclajes subjetivos o ideológicos. Aspectos que, como veremos más
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Georges Sorel y Gustav Le Bon fueron los precursores en cuanto a los estudios
imágenes, pero, más allá de esta característica en común, hay una clara distancia
respecto a las expectativas de la participación política que cada uno tiene respecto al
comportamientos de las masas en su tratado sobre La era de las masas para identificar a
las mismas como un peligro amenazante. Las masas según Le Bon se caracterizan por la
sentimientos de la misma en un determinado sentido. Para este autor, las ideas de las
influencias del momento y sus pasiones; y por el otro, las fundamentales o vinculadas al
medio ambiente que proporcionan una gran estabilidad. Si bien en la era de las masas se
gestan muchas accidentales, pocas pueden adquirir una preponderante influencia, sean
Para convertirse en populares, las ideas han de experimentar, con frecuencia, las más
completas transformaciones, ya que solo son accesibles a las masas tras haber revestido
una forma muy simple. Al no poder pensar más que por imágenes, no se dejan
maravillosos: una gran victoria, un gran milagro, un gran crimen, una gran esperanza.
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génesis. No son, pues, los hechos mismos, en sí, los que afectan a la imaginación
ser un gran filósofo para darse cuenta de que, el lenguaje nos engaña constantemente
acerca de la verdadera naturaleza de las relaciones sociales. Por eso su énfasis en las
imágenes como la auténtica revelación que impulsa a la praxis social, ya que no basta de
modo alguno el lenguaje para lograr resultados de manera firme. Hay que apelar a un
proletariado hondos sentimientos que son los que más movilizan. El mito de la huelga
general los agrupa todos en un conjunto y les confiere la máxima intensidad. Para Sorel,
la pasión es el motor de la acción, pero ésta necesita de imágenes fuerza que sacudan el
cuerpo social. La huelga general es la imagen que dirige las energías e inspira a la
acción, sin embargo esta imagen no puede descomponerse en sus distintos elementos, o
sus detalles históricos. Hay que aprehender a la imagen fuerza del mito como una
totalidad indivisible, que manifiesta las más intensas tendencias instintivas del pueblo
como un conjunto de imágenes que accionan ahí donde no lo pueden hacer las palabras.
que dirigen las emociones y movilizan las voluntades. Ya que los mitos son unidades
hacerlo las meras palabras, potencialidades hasta entonces invisibles del pasado y del
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orden de su realización. Ese mismo esfuerzo engendrará nueva vitalidad, nuevo
La epopeya nacional, para Sorel, necesita basarse en algo que el pueblo pueda
asignaba a la poesía para la revolución cuando Ansart analiza el pasaje del 18 brumario:
“Para realizarse la revolución social necesita de una ‘poesía’, y que ésta sólo podrá
sueños y una carga afectiva del futuro. El privilegio del proletariado revolucionario no
consistiría en borrar las emociones y las pasiones, sino únicamente en liquidar las
suscitar una nueva poesía, que exaltara la liberación futura y la hiciera así deseable y
motivo de entusiasmo” (Ansart; 1997: 161) Como buen marxista Ponce explica: “lo
causal según el método de las ciencias, sino en razón de un lazo afectivo, cualquiera que
posible evocarlas mediante el juicioso empleo de ciertas palabras, ya que empleadas con
arte, poseen automáticamente el mismo poder que les atribuían antaño los adeptos a la
también saben calmarlas. Es importante que el poder de las palabras esté vinculado a las
Aquellas cuyo sentido está peor definido poseen, a veces, el máximo de capacidad de
acción. Le Bon afirma que palabras tales como democracia, socialismo, igualdad,
36
libertad, etc. Poseen un sentido tan vago que resulta muy difícil precisarlas; y, sin
la visión de Ponce en que, si se quiere encantar a las multitudes hay que acudir al
conjuro mágico, al abracadabra. Si se quiere llegar a las multitudes como objeto mismo
del deseo o de la acción, más que seguir las cruzadas religiosas como sugería Sorel,
Ponce dirá que hay que “encantarlas”. En la magia hay dos aspectos importantes a tener
en cuenta; por un lado hay una toma de conciencia por medio de una revelación, donde
hay una verdad que no se percibe racional o dogmáticamente, sino a través de los
sentidos. Pero, en la magia además de revelación hay truco. Hay una puesta en escena y
una expectativa, que contagia a todo el círculo mágico. Porque la magia es una fuerza
afectiva, su potencial radica en la pasión. La religión nos lleva a una actitud de sumisión
orgullosa, mueve del círculo mágico a la guerra abierta, hay una exaltación de la
siervo, el mago un conquistador. Como él mismo explica: “las palabras bárbaras y los
signos desconocidos y aún los absolutamente insignificantes, son los mejores para la
magia. Se alucina más fácilmente con prácticas ridículas y evocaciones imbéciles que
perdido, en la magia, su significado intelectual. Creación del puro deseo, el conjuro es,
ante todo, un instrumento del querer. Cuanto más absurdo sea su estructura, tanto más
37
Sin embargo, el aspecto característico que le otorga Sorel a los mitos, es decir el
captación intuitiva, totalizadora y arbitraria del mito. Dicho impulso vital se hace
trataría de una brusca ruptura del equilibrio afectivo, donde el juego habitual de las
momento, ya que no querría verse arrebatado en medio de la catarsis sin poder articular
González, que en Restos pampeanos (2007) afirma que “Gramsci es un pensador que
común cuya tensión hay que resolver. Por eso, la construcción de la palabra viva, de la
sociales.” (González; 2007: 264) Por eso las creencias populares tienen más valor que el
plusvalor. Por esto insistiría igual que Ponce en dejar de lado las formulas
38
ellos: “Los filósofos han sido y seguirán siendo siempre como aquel barón de
Esas metáforas a las que alude González, no son patrimonio exclusivo del
socialismo, y Gramsci lo supo desde la marcha sobre Roma en 1922. Las imágenes no
siempre son tan fidedignas, y las metáforas pueden ser seudo-metáforas: “porque
de la emoción, esa sucesión nos distrae y nos dispersa: placer superficial y fugitivo
como el de las transformaciones con las cuales el ilusionista nos seduce y maravilla a
flor de piel.” (Ponce; 1956: 231) Otra cita más de Aníbal Ponce que representa
dispersa con falsas imágenes es un enemigo de piel y hueso para él. El Duce no buscaba
A medida que nos vamos empapando de esta fuente mítica, nos damos cuenta lo
que está en juego: las multitudes de la política moderna, o cómo convertir a estas
multitudes dispersas, tiene que atravesarlas como un vector, como una fuerza física y
sociedad simplificando lo social: o se está de un lado o se está del otro. Quiebre social
39
que separa antagónicamente la sociedad invocando al espíritu de confrontación violenta
hasta en el más mínimo gesto cotidiano. No hay matiz alguno, recordemos: la sociedad
Ahora bien, Antonio Gramsci no solo advirtió la peligrosidad de los mitos, sino
que también la sufrió con su vida. En aquél entonces, las masas no se encontraban,
su líder. A cambio, éste tenía un amplio repertorio mitológico para ellas. Mussolini se
anticipó respecto a la eficacia que tiene el interpelar a las masas con y desde la emoción.
Acudió a ellas según Gramsci, como masa de maniobra, y las mantuvo ocupadas con
prédicas morales, con estímulos sentimentales y con mesiánicos mitos de espera de una
época fabulosa. Por eso la escritura desde la derrota, por eso los cuadernos de la cárcel,
por eso hay que disputarles las masas. Y esta disputa resultará un fracaso si se sigue
componente muy relevante para la construcción política: las creencias populares, que
tienen la misma validez que las fuerzas materiales. Sin embargo hay que destacar que la
derrota nunca significó pesimismo para Gramsci, sino que es una derrota cargada de
todos los campos, en especial el de las creencias populares. Como dijimos, el mito
social al igual que en Maquiavelo tiene la función de religar el pueblo italiano disperso.
construcción de una temporalidad orgánica (no se irrumpe en el tiempo, sino que esa
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creencias cotidianas. Son los músculos recónditos de la nación entendida como una
voluntad como cruce entre el momento en que una historia se hace orgánica y el
2007: 264)
En la misma sintonía, Ansart (1997) hace referencia sobre otro de los clínicos de
las pasiones, Charles de Gaulle y su pasión nacional. Ya que considera que una nación
encubre una fuerza latente, a la que también llama ‘instinto vital’, susceptible, por
(…) En nuestro yo, el instinto es, en efecto, la facultad que nos liga más íntimamente
con la naturaleza. Gracias a él, nos sumergimos en lo más profundo del orden de las
bergsoniano, que la historia no está hecha únicamente de razón. Las acciones políticas
profundos y oscuros para la razón: surgen también del ‘instinto popular’, del ‘instinto
nacional’.
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cada uno de los individuos que la componen. La personalidad consciente se esfuma, los
sentimientos y las ideas de todas las unidades se orientan en una misma dirección. Se
psicológica, formando un solo ser y sometida a la ley de la unidad mental de las masas.
las ideas sugeridas son las principales características del individuo dentro de la masa.
de los “seres primitivos” a los que se aproxima más aun por su facilidad para dejarse
impresionar por palabras, por imágenes y para permitir que le conduzcan a actos que
vulneran sus más evidentes intereses. La masa está conducida casi exclusivamente por
el inconsciente. Sus actos están mucho más influidos por la medula espinal que por el
cerebro. Por lo tanto, podemos afirmar que la idea de masa no tiene el elemento de
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Capitulo 3 El mito social y Perón: del mito gaucho al 17 de octubre
Así como cuando hablábamos de la tarea histórica del amauta Mariátegui, la cual
encaró a partir del mito social, pasaba por la cuestión nacional, por la cuestión agraria,
por la peruanización del Perú o mejor dicho la peruanización del marxismo. Al pensar al
nacional, ya que es en torno a los debates en torno al ‘ser nacional’ y al peronismo que
política argentina. Y de lo que se tratará entonces es de, podemos arriesgar junto con
atmósfera de las prestigiosas esquinas de Buenos Aires. En esa jornada, se dio la doble
naturaleza que caracteriza al mito social, por un lado se fundió una nueva ‘identidad
conflicto social. Se logró la polarización social que tanto buscaba Sorel a través de la
Huelga General, pero no con un estado de ánimo épico o de batalla, sino más bien
carnavalesco. La cultura popular desfiló por las plazas y esta cálida imagen quedó
aferrada al imaginario colectivo. Las masas tomaron las plazas pero no endomingadas
43
como lo relató Jack London, sino que fue una apropiación descamisada. Fue una
tan tajante, que a simple vista se podía distinguir al “compañero del oligarca”. Pero cabe
de octubre no significa la toma de conciencia en tanto que clase, sino el comienzo del
Muchos de estos temas que empiezan a tomar forma durante aquellas jornadas
fueron objeto de reflexión por diferentes autores. Uno de ellos fue Carlos Astrada en su
tesis sobre el mito gaucho a partir de la relectura del Martín Fierro. El decir del poeta
abandono de una filosofía existencialista hacia la praxis filosófica, sino que en torno al
Mito gaucho el filósofo comienza su búsqueda en torno al ser nacional. El otro fue el
ensayista Raúl Scalabrino Ortíz. Mucho antes que “Una emoción para comprender”
escrita de un tirón durante 1945, en “El hombre que está sólo y espera” reclamaba la
hombre está solo y espera, es decir, no hay nadie que lo inspire y convoque. Que lo
entusiasme y encuentre.
Jauretche por el otro, no sólo discutía una cuestión de géneros mediante los cuales se
del peronismo. Respecto a dicha temática han suscitado grandes debates entre autores
que disputaban el sentido no solo del mito pampeano en particular, sino del mito
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nacional en general, porque parafraseando a Horacio González: el mito se abría como
Carlos Astrada estaba interesado por demás en el mito social como lo propusiera
Sorel, es decir un mito que religara lo social disperso para luego simplificarlo, pero
Astrada evita ver su mito gaucho relacionado con este mito de la huelga general. Carlos
ímpetu enigmático del mito de acción, era su giro hacia una preocupación telúrica
alrededor del genius loci, las notas peculiares del paisaje en la determinación de la
eso en Astrada encontramos también, esa vertiente durkhemiana del mito social en que
de vida extranjerizante.
En sus propias palabras: “El mito de los argentinos o mito gaucho es, pues, el
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humana, relativos a su finalidad implícita, que ella tiende a alcanzar como
82), mito como condición misma del ser pampeano. Naturaleza mítica al interior del
desarrollada en todos nosotros como una esencia, que si bien está cada vez más oculta
por el andamiaje cultural que se nos impregna por el hecho de ser meros receptáculos de
lo extranjero, esa esencia, ese destino común late en todos nosotros casi sin emitir
poder divisar el rumbo marcado por el cosmos, por nuestra guía estelar, la Cruz del Sur,
vez, como escenario y elemento constitutivo del mito, es nuestra potencialidad, nuestro
devenir, aunque nuestra plenitud no está marcada como una fuerza física, como un
vector que con forma de flecha apunta hacia delante, sino nuestro karma se encuentra
“La pampa es el plano espiritual por el que se desperdiga y tornase errático nuestro
2006: 76), quien se interna en la extensión desértica para escapar de mundo de las
injusticias y que busca desenterrar lo telúrico. La clase dirigente, según Astrada, miró
hacia fuera y no hacia nuestros orígenes, buscando inspiración; fue el dios del Olvido el
forma de vida y una cultura que no son nuestras. Donde el hombre argentino es un mero
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Astrada va a seguir el camino de Martín Fierro y va a protestar contra la hostilidad
y la injusticia de una comunidad regulada por intereses ajenos. Así como el gaucho
“volvió” de la desolación desértica, o del exilio forzado por una sociedad excluyente y
con su cantar encarnó la lucha por crear justicia para el gaucho y preservar la
desolación telúrica, podemos atisbar los primeros impulsos formativos que afloran de
del hombre argentino por crear su paisaje, por acotar y preservar su ámbito vital.
Veremos cómo desde el fondo plástico del mito de los argentinos, el mito gaucho, tal
lineamientos rudimentarios, pero básicos, de esta lucha y sobre ellos la tarea de levantar
sobre la pampa, bajo la Cruz del Sur, una comunidad política, justa y libre, y asentada
esencia de su ser, conoce su destino y regresa con el afán de encarnar el mito orgánico
colectivo, y su cantar no caerá en oídos sordos. Para Astrada el decir del poeta
Hernández despunta del fondo caótico del mito, de las esencias telúricas, de la
extensión, un rumbo y una tarea, el cantar del gaucho lo despertará del “sueño
donde despliega su ya formado ideario político luego de vérsela cara a cara con su
destino mítico y, por lo tanto el de la nación, donde ahora la acción política así como el
trabajo productivo son los encargados de terminar con el sistema de gobierno que no
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“Debemos comprender y valorar el mito como la forma y la aneja disposición
omnipotentes fuerzas del ser y sus manifestaciones telúricas y vitales. Retomar un mito
supone el retorno a un módulo de vida nutrido e impulsado por las auténticas potencias
de un gran símbolo viviente. Tal es, para los argentinos, el mito gaucho, troquelado, en
bien, si como afirmamos, en Astrada encontramos el rol del mito como lazo social, el
mito une para luego separar del ser pampeano los andamiajes extranjerizantes, es decir
infame’, es decir a la oligarquía con el Viejo Vizcacha, la contra figura de Fierro, como
dice el propio filosofo: “el Viejo Vizcacha tipifica la clase oligárquica que rigió los
destinos del país, con todos sus vicios, sus mañas, cinismos, sus trapacerías,
acuerdo a los consejos del viejo mañero, como lo son por ejemplo: hacerse amigo del
juez, no parar donde hayan perros flacos, nunca olvidarse donde se come, etc. Y si
luego de cumplida su mayoría de edad o después de esos fatídicos años ‘30 está lo
bastante maduro como para recuperar las riendas de su destino. Pero a diferencia del
mito soreliano, no impulsa a una acción directa, ni tampoco se trata de una nueva
voluntad, sino que se refiere a una esencia, a un karma. El hombre argentino, tiene que
someterse a la esencia de su ser, como dijo Martín Fierro: “todos tienen que cumplir /
con la ley del destino”; hay que entregarse para Astrada a la plenitud del karma
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destino, sino su consciente aceptación, y de la certeza de que el destino puede
modificarse por obra del querer del hombre, es la rueda de la eternidad, donde el
filósofo argentino se podría decir que interactuaba con Nietzsche (como él se referirá en
el nombre de otro libro: el profeta de una edad trágica) acerca del nihilismo de la
nuestro mito y marcando el rumbo para que no nos vayamos a ladiar, porque como
afirma Astrada “lo que perdura lo instauran los poetas”. Fue en esta época cuando en la
donde el mito argentino ejercía una fuerza histórica (su gran interlocutor era Martínez
simbólica del sujeto actuante, donde lejos de ver como Lugones al gaucho muerto, lo ve
así como acusaba Hernández “el gaucho en esta tierra / solo sirve pa votar” Astrada
vacunocracia al poder, sino una nación que ha sido levantada por las capas cultas y
civilizadas a lo europeo, alejándose cada vez más de la fuente mítica, de los orígenes, y
este fue el drama del hombre argentino. Donde en nombre del progreso (lo que había
49
pampa misma, donde sumado al aluvión inmigratorio introduce “un desequilibrio en la
nuestro genius loci pampeano, para llevar adelante la tarea del hombre argentino ya que
que está por venir, porque el devenir del hombre argentino es una rueda que gira y cada
espera con una impaciencia creadora. Tanto así que “En un día de octubre de la época
argentinos se sentía eufórico y con fe renaciente en los destinos nacionales, los hijos de
de justicia y la libertad legada por sus mayores. Ante esta inesperada presencia, el
buscándose, en vano, el corazón, y con susto y sin gloria, sin un gesto viril, sucumbió,
pero no de muerte natural” (Astrada; 2006, 136). Aquí vemos las expectativas puestas
en el peronismo como una anhelada consumación del pueblo nación, donde el destino
nacional es ser una comunidad de trabajadores, bajo una igualdad y una convivencia
Es por eso que Carlos Astrada leerá al gaucho decimonónico como fuerza
por esta operación en su discurso el poema Martín Fierro salta de la epopeya al mito: su
50
pragmática es la política. (González; 2007: 187) Siendo que en la “Ida” del gaucho el
gaucho, existencia errante que lo lleva a internarse en la extensión desértica. Para luego
Es por eso que se lo considera uno de los grandes filósofos nacionales, y siempre
a las alturas de las circunstancias, su andar era el de la construcción del ser nacional ya
que se sumerge en la hondura ontológica del mito argentino para darle al pueblo una
fuerza creadora, que permita una independencia política y cultural y que permita
tomar como punto de referencia el artículo de David James acerca del 17 de octubre de
1945, donde haciendo un análisis desde algunas categorías bourdianas, ve que la lucha
La primera edición de El mito gaucho data del año 1948, momento en que el filósofo
5
argentino se enfilaba como uno de los principales ideólogos del advenimiento del
pueblo en las riendas de la Historia a través del peronismo. Dicha edición es efectuada
un año antes del Primer Congreso Nacional de Filosofía llevado a cabo en Mendoza, en
el cual el filósofo fue el principal impulsador y orador, y donde el mismo Perón fue
quien llevó a cabo el cierre del congreso compartiendo una problemática central, la
51
claramente, donde los excluidos de todo orden social-político-cultural, en esas jornadas
de octubre dirigieron sus ataques a las instituciones o entidades que representaban las
ideas vigentes sobre la legitimidad social y cultural. De las periferias vinieron los
descamisados a sublevar el orden social y simbólico de las ciudades, donde estaban los
siempre les estuvo negado por no ser personas respetables. Esto debe haber
entusiasmado bastante a Astrada, ya que desde su nihilismo activo, en sus épocas más
pesimistas, buscaba, al igual que Nietzsche, la transvaluacion de los valores. Que mejor
luego de aquella década infame, donde la oligarquía miraba a cualquier lado menos al
origen telúrico, que los cabecitas negras, los hijos de Fierro irrumpan en las plazas
públicas (públicas para todos menos para ellos) y reclamen lo que es suyo, no sólo
dicho autor nunca hace referencia a lo mitológico o al concepto de mito o mito social,
pero si apela a una fuerza emocional, una imagen, que se va dibujando dentro de los
que están solos y esperan, y que “encorvan ligeramente sus testas y distraen sus ojos en
Divagan. En su fantasía moldean sus vidas como a una miga de pan. La desunen, la
reconstruyen, la llena de perspectivas. Son artistas sin otras materias plásticas que sus
El mito social del peronismo para Scalabrini, al igual que para Astrada, no
cada persona, en cada porteño, en su interior y muy lentamente, ya que son hombres
inseguros de sí. Han extirpado todos los sentimientos que en ellos podían alimentar una
creencia. Por eso El hombre que está solo y espera (2007). Pero a la espera de ¿qué? A
la espera de aunarse con sus pares y de construir ese hombre gigantesco que es el
cósmicas lo hundía en una acción desdichada. Por lo tanto, “para su propio estímulo
Si bien el hombre que está solo y espera, para el autor “estaba vacío”, no hay
que olvidar los fuertes lazos emocionales que para él representa la amistad, el
que sacará al hombre de su soledad no es una utopía en palabras, sino el lazo, las
emociones y la compañía del los cuerpos. Pero era vital para él llenar ese vacío con
53
creencias; como comienza todos sus escritos Scalabrini afirma: “Creer. He allí todo la
uno, por mucho que contraríen la rutina de las creencias extintas, he allí todo el arte de
la vida.” La Argentina del hombre que está solo y espera, es la tierra sin nada, la tierra
sin seducción visual. Es la tierra donde todo está por crearse, hasta la tierra misma.
Porque en esta tierra sin nada, no hay siquiera una imagen que permita la comunicación
humana y creadora.
pasionales como las imágenes de los mitos. Así como para Sorel el impulso bergsoniano
de las imágenes lleva a una intuición inmediata y no racional del mito, para Scalabrini el
pálpito del porteño es la brújula que lo orienta hacia la imagen. Porque el porteño
Corrientes y Esmeralda desconfía del lenguaje, porque considera a toda definición como
una momificación de lo existente, por eso nos resulta fácil trazar puentes con Aníbal
Ponce, ya que el porteño lejos de expresar sus sentimientos con el lenguaje, prefiere
callar sin otorgar, porque se resiste a destruir la unidad de sus sentimientos. Nada más
inútil que la palabra intelectual, que el lenguaje correcto y bien pensante, para calar el
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“afán de no inmovilizar lo humano, de no estructurarlo, ha creado un lenguaje de más
estrellarse contra las palabras que lo van registrando. Emplea voces más semejantes a
pronunciación de dicho conjuro; las palabras vernáculas son empuñadas por el porteño
imágenes, los demás productos de la inteligencia son chácharas. El espíritu tiene otra
naturaleza, otra energía, y será más fácil hallarlo en el sentidor que en el pensador. Y
salió a las plazas el 17 de octubre, porque el porteño no piensa, siente. “Siento, luego
existo, es un aforismo más apropiado que el cartesiano”. (Scalabrini Ortiz; Tierra sin
Por lo tanto, de la soledad de los hombres porteños en la tierra sin nada, hasta la
movilización social del peronismo en los años cuarenta, podemos dar cuanta cómo para
se constituyó en esa fantasía artística que Gramsci buscaba para la reforma intelectual y
moral, es decir una nueva voluntad colectiva nacional y popular que emerge de lo
subalterno. O como diría Sorel, las masas se despiertan cuando se forma una imagen
que constituya al mito social. La poesía popular argentina se formó bajo tierra y desde
esas profundidades nació una nueva virtud. Y sabemos con Sorel que “Bajo tierra es
55
donde verdaderamente se produce el movimiento sindicalista; los hombres a él
manera mucho más sólida puesto que se organiza en la sombra. Esta doctrina representa
el más elevado ideal moral que jamás haya concebido el hombre. Lo que se está
formando bajo tierra, y sin ayuda de los pensadores burgueses, no es una religión nueva:
cuando se da la irrupción de la multitud como ese gran espíritu de la tierra. Espíritu que
brota de las napas primordiales, ya que “era el subsuelo de la patria sublevado. Era el
cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la
disimulo. Era el de nadie y el sin nada, en una multiplicidad casi infinita de gamas y
sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía (…) La multitud tiene
muchos años, estaba allí presente, corpóreo, tenso, multifaceteado, pero único en el
espíritu en su conjunto. Eran los hombres que están solos y esperan que iniciaban sus
tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo.
lealtad.
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sino tratar de provocarlo” (Perón)
soreliana. El mito social nos saca de la historia para volver a entrar con otro ímpetu, nos
saca para volver a irrumpir con otra energía, con otro entusiasmo: nueva sensibilidad,
nueva vitalidad decía Maríategui. Pero Cooke al igual que lo haría Gramsci nos va a
subalternidad fue quien afectivamente salió a luz, no basta solamente con eso. Sobre
esas imágenes, creencias y sobre esas fantasías, es dónde ahora hay que trabajar. El
peronismo como un mito que irrumpe en la historia está cargado de un pasado denso y
adverso pero que corta la historia. Implica una tradición, una trayectoria anímica, pero
fundamentalmente es una tarea hacia la cual hay que trabajar pensando en el futuro para
poesía implicaba imágenes a futuro, porque si bien el mito nos saca de la historia para
volver con otro ímpetu, se corre el riesgo de quedar fuera de ella, de aferrarse a las
imágenes y congelarlas, enfriarlas al punto tal que pierden toda su fuerza, todo su calor
bélico. Riesgos que se hicieron palpables en el devenir histórico del peronismo, ya que
años después distintos actores pugnaban por apropiarse de los distintos sentidos de la
palabra de Perón. La distinción se plantea en estos términos: Una cosa es el mito y otra
muy diferente el fetiche. Pues si en el primer caso se intenta intensificar lo que reúne,
caso se trata solo de la pasión, de la pasión reducida al amor por su líder; en el segundo
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caso, además de la pasión se trata también de la razón. Por eso en el mito se va más allá
que se disponen conjuntamente para disputar el sentido de la política. No basta con los
afectos; habrá que sincronizar la intensidad que desató para luego poder imprimirle
alguna dirección. Y eso requiere de la organización de la multitud. Pero hay algo más:
su acción se inscribe como parte de un ritual que la explica y por lo mismo le captura.
¡Nada de sobresaltos! El pasado que se repite como tradición, como aquella autoridad
que coordina el sentido del presente desquiciado. Una duración dispuesta para su
repetición.
analiza a uno de los primeros clínicos de las pasiones: Confucio. Para el cual, como ya
las relaciones de poder y podía encontrar en ese plano dispositivos de control, a saber:
los rituales (ritualización de la vida cotidiana a través del gobierno de los ritos) garantes
turbado por las pasiones. La violencia que entrañan escapa al orden y constituye un
58
permanente contra las pasiones. En el fetiche la palabra ya fue dicha de una vez y para
siempre. Solo resta pensar a la política como si fuera un vía crucis donde la religión está
Perón, el Perón-fetiche, no tendrá nada nuevo que decir. No asusta. Puede que emocione
y que deje a las multitudes en estado de trance, pero no impulsará lo que convoca. Por el
Ahora, eso es el fetiche; la relación del tiempo que establece con la política, una
simbiosis armónica, periódica, estipulada. Algo muy diferente es lo que acontece con el
mito. Porque por un lado, el mito señala un tiempo fuera del tiempo; un tiempo que no
quiere ser solo eso: es decir, tiempo pasado. No se trata de repetir la escenografía del 17
manera: si se quiere pensar al 17 de Octubre como una huelga general -si eso es lo que
fue el 17 de Octubre-, habrá que pensarlo desquiciadamente, esto es como si fuera una
huelga general por tiempo indeterminado. Aquel día tiene que dejar de ser una fecha, el
punto de llegada a confirmar todos los años; para devenir en punto de partida a
encontrarla todos los años, en el mes de Octubre. Con el mito, todos los días quieren ser
Octubre. Y no es simplemente una combinación armónica del pasado con el futuro, sino
el ensamble conflictivo -siempre tensionado, siempre al borde del abismo, al igual que
se daba en Mariátegui- entre un pasado, pero que está en el presente, que habita el
presente; y un futuro que también nos contemporiza, que se precipita por proximidad.
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El paso del peronismo al socialismo es la diferencia que existe entre la pasión y
el socialismo. Ya lo dijimos: ni una cosa ni la otra, las dos. Peronismo y socialismo eran
las dos caras de la misma moneda. De lo que se trata, repitamos una vez más, es de
cómo le adosamos a ese instante de eficacia popular, como fue el 17 de Octubre -una
huelga general-, eso que Cooke pensó como indeterminación temporal, y transformarla
en una huelga general por tiempo indeterminado. Cómo trascender aquel momento;
cómo hacer que ese momento que partió la historia, y que partió el país, parta la historia
El peronismo debe ser como lo era el marxismo duro para Mariátegui, sólo un
dogma, una creencia, una fuerza de convicción y nada más. Cooke dirá: “El marxismo
es una guía para la acción y nada más. (...) La teoría ayuda, ilumina el proceso, permite
trabalenguas en que se embarrocó. Perón fue el verbo, el nombre mágico que galvanizó
Ahora, si alguna vez fue la posibilidad, no significa que lo siga siendo todo el tiempo.
60
emoción hay que contenerla dinámicamente si no quiere ser re-acción, si no queremos
Pero con Perón adentro, se tornará fetiche, un ídolo, una estampita. ¿Dónde poner a
vemos que la disputa del (en el) peronismo es la disputa por el sentido de Perón; y más
aún: por el sentido de las multitudes. Porque si con el mito se procuraba recaer la acción
en las propias multitudes; con el fetiche, por el contrario, la acción se desplaza al líder.
re-politizar las multitudes. Perón que deviene mito-político; idea motriz que articula
61
Algunas conclusiones
A lo largo de nuestro recorrido, hemos reparado en los distintos usos que los
diferentes autores han hecho sobre el mito social, separados tanto en el tiempo como en
el espacio, el mito social como enfoque pasional que identifica tanta la teoría marxista
como la práctica revolucionaria, se presentó en cada ocasión como una real alternativa,
es decir no utópica. Es por eso que en primer lugar podemos concluir en la vigencia de
los mitos sociales como enfoque teórico y práctico: La defensa esgrimida tanto por
Sorel como por Gramsci y Mariátegui, nos demuestra que estos paladines de la
lugar común para el pensar la política tanto desde el liberalismo como del mismo
nos permite por lo tanto corrernos de todo tipo de positivismo, de todo determinismo.
de los mitos sociales, estamos reparando en un ámbito vital para la construcción de una
sociedad más justa, ya que cómo vimos con las experiencias fascistas, el dejar librado al
azar los aspectos afectivos en política conllevan un riesgo fatal. Como analizamos, al
abandonar la esfera pasional o las estructuras subjetivas como mero psicologismos sin
importancia para la práctica política, se deja un campo de acción fecundo para las
potencias opresivas del fascismo, las cuales parecieran que se manejan con mayor
mistificación de los mitos, del uso fanático de los mismos, y sabemos con Freud
62
(Ansart, 1997) que la fusión del sujeto colectivo mediante la afectividad política
también puede hacer posible la locura común o el delirio político, puesto que, el sujeto
la erradicación de sus sentimientos de culpa, sino también una forma de terapia de sus
propios conflictos psíquicos: la locura política puede permitir que el sujeto se ahorre
Porqué como insistimos a lo largo del presente trabajo, toda toma de conciencia
está precedida por una toma de cuerpo, y es la tarea de los mitos sociales como apuesta
teórica, la que nos permite trabajar allí dónde se nos presenta el vacio como ausencia de
los sentidos y a su vez el hecho de que remita siempre a una trayectoria anímica común
entre los sectores subalternos, admite una permanente actualización de dicho enfoque,
logrando así una perennidad no historicista, lo cual permite esbozar de manera abierta,
espiritual esencial para la práctica pasional. Por lo tanto se hace evidente la potencia del
mito social, tanto como teórica como práctica, evidentemente es en las épocas de crisis
cuando las pasiones afloran violentamente hacia la acción política, pero a su vez en las
la fuerza afectiva del mito social está latente, camuflada, pero innegable en el alma del
pueblo.
63
En la actualidad, es común tanto en los medios de comunicación como en
polarización social, o mejor dicho que ésta se encuentra en todos lados, que ya no se
presenta grandes dilemas existenciales, sino un simple ¿de qué lado estas? Pero como
aquí pudimos analizar, ése es el quid de la cuestión, los mitos sociales polarizan, divide,
parte la sociedad en dos. El interés de clase sale a luz y nada lo puede velar. Pero claro
que es una cosa que incomoda de más a las clases medias urbanas entrenadas desde la
infancia al canto del Don Pirulero, donde cada cual atiende su juego. Los ideales
liberales y democráticos son los encargados de aproximar los extremos, de conciliar las
político es una solución inmediata, en el sentido que le daba Sorel a la Huelga general,
que a partir de la acción directa se instaurará una sociedad más justa, sino que es
En ese mismo sentido se puede sentir que en nuestro país ‘así no se puede vivir’.
Que todo es un problema, que hay mucha violencia. Y si…no puede dejar de haberla.
particular a aquellos quienes no sufren la lucha de clases, que cómo arriesgamos con
impregnado de esa aurea carnavalesca que lejos de pensarse como una manifestación
multitudinaria (claro está que el carnaval es pagano) sólo se piensa hoy como una
impostura. Y eso es así ya que las pasiones están impregnadas en el ideario político de
una sospecha. Sospecha de que ella no tiene nada que ver con el mundo de la política
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bien entendida, ese mito, esa imagen es la careta de un falso ídolo que solo sirve para el
truco, para el engaño. Se trata de una mentira. Detrás de las multitudes entusiastas que
llenan las plazas o se movilizan pasionalmente, siempre existe la sospecha de que eso
Le Bon no han perdido vigencia, las masas son ignorantes, contagiosas y peligrosas,
entran en la política sólo para ensuciarla, para desprestigiar los valores democráticos. O
incluso van más lejos, eso no es política sino que es circo, “pan y circo” argumentan los
detractores de los mitos, sin darse cuenta que lejos de usar la razón como ellos reclaman
Por eso también cabe dejar en claro que, como lo dijera Marx en el 18 brumario
y también Sorel, la poesía social implica si o si una imagen a futuro. Los mitos del
pasado nunca pueden construir un futuro mejor. O también como vimos con Cooke, el
riesgo del mito es la fetichización, que despoja toda fuerza pasional para enfriar su
eso, esas pasiones no se improvisan, sino que hay que componerlas, hay que trabajar
sobre ellas para la nueva voluntad popular y nacional. La vuelta a la nación, la vuelta al
mito político, que como sabemos ya, no nos referimos a festejar el 17 de octubre como
el día de la lealtad, sino volver a las imágenes que conmueven e impulsan a la acción.
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Bibliografía:
Mariátegui, José Carlos: El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy.
Edición virtual.
Pierre Ansart. Los clínicos de las pasiones. 1997 Ediciones Nueva Visión.
Scalabrini Ortiz, Raúl. El hombre que está sólo y espera. Edición online.
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Scalabrini Ortiz, Raúl. Tierra sin nada, tierra de profetas (devociones para el
hombre argentino). Editorial Reconquista
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